Vacaciones con mi amo (8 y fin?)

- Elige lo que quieras que te lo regalo,- me dijo divertido - ¿en serio?,- respondí con una enorme sonrisa y los ojos brillantes - Sí, en serio, lo que quieras, solo que... si eliges el huevo yo llevo el mando a distancia, aunque las pinzas te quedarían perfectas para salir a pasear ahora con ellas puestas

Lunes, 29 de agosto

Como ya adelanté en mi anterior relato, hoy iba a comer con "per" gracias a la autorización de mi amo. Las condiciones no eran difíciles:

No podía tocarme

No podía ordenarme

No podía quedarme a solas con él

Debíamos estar siempre en lugares públicos

Y ante cualquier problema, debía llamar a mi amo.

Las órdenes para mí eran:

Llevar el vestido que más le gusta a mi amo sin nada debajo

Llevar las bolas chinas en mi sexo

Mostrarle parte de mis pechos

Ser yo misma

Y sobre todo, pasármelo bien.

Visto así, podría parecer que nada excitante podría pasar, como mucho la conversación subida de tono y poco más. En realidad, eso era lo que yo pensaba. Pronto me daría cuenta que había pensado muy a la ligera.

Como siempre, acudo puntual a mi cita con "per". Él también lo es. Nos saludamos con dos besos en las mejillas. Me recorre con la mirada de arriba abajo, deteniéndose fijamente en el escote. Un escote que en principio insinúa más de lo que enseña. La doble tela del vestido no impidió que mis pezones se marcaran erectos ante tal escrutinio. Escrutinio del que fui objeto durante todo el tiempo que estuvimos juntos.

Mi ego de mujer se fortaleció ante sus comentarios de aprobación por mi aspecto y me hizo pisar con más seguridad de la habitual el caliente asfalto de Alicante en pleno mes de agosto.

Echamos a andar sin una dirección concreta hasta la primera terraza que encontramos. Aunque intentaba que no se notara (creo que no lo logré del todo), me resultaba bastante difícil mantener una conversación trivial con un hombre que estaba todo el rato más pendiente de lo que se adivinaba debajo del vestido que de mis ojos.

Con alivio momentáneo, empezamos a caminar hacia el puerto mientras seguíamos hablando y riendo (yo reía más, pero es que siempre lo hago, él parecía más divertido que otra cosa). A mitad de camino se me ocurrió preguntarle por su nombre. Acostumbrada a su nick, se me había olvidado que ya me lo había dicho, lo que me valió una reprimenda (claro, no podía hacer otra cosa), y la sugerencia de que mi amo me castigara por ello. No quise decirle que mi amo decidía solo cuando, como y porque debía castigarme y esa es la respuesta que me dio cuando le conté todo lo que habíamos hecho, entre risas y con los ojos aún brillantes de excitación por el día que había pasado.

Llegábamos ya al puerto cuando discutíamos la diferencia entre humillación y vergüenza y como con otros temas, lo veíamos desde un punto de vista diferente. "Per" decía que la humillación es cuando algo te gusta y la vergüenza cuando no. Yo defendía que era al revés.

Él me puso un ejemplo: si en ese momento (él) me tiraba al puerto y tenía que nadar hasta los barcos próximos, donde había varios hombres y salir del agua con el vestido pegado y marcando aún más mis formas y mis pezones eso era humillación. Yo solté una carcajada y le dije que en realidad eso era una putada, pero que en cualquier caso, para mí sería una vergüenza y no una humillación. Así que como véis, no llegamos a un acuerdo.

Puestas así las cosas, era lógico ir subiendo el tono de la conversación. ¿De que van a hablar un amo y una esclava si no es de sexo y dominación?. También fue lógico, pues, que mi excitación creciera hasta el punto de que se saliera una de mis bolas. ¿Qué podía hacer?.

Lo suyo hubiera sido poner una excusa para sentarnos en una cafetería y así aprovechar y entrar al baño para introducirla. Eso hubiera sido lo normal. Pero no para una esclava que tenía órdenes de exhibirse acompañada de un amo que no era el suyo. Así que, aprovechando unas terrazas que aun estaban cerradas, me puse de espaldas al mar, levanté mi vestido lo justo y la puse de nuevo en su sitio. "Lamentablemente", a los pocos pasos tuve que repetir la operación. Ahí ya empecé a ponerme más nerviosa y a avergonzarme. Hasta el sitio donde íbamos a comer quedaba un buen tramo, sin ningún sitio donde hacerlo con discreción y lleno de gente que aprovechaba uno de los últimos días de sus vacaciones.

Por más que lo intenté contrayendo la vagina cada vez que la bola quería salirse, al final no lo logré y los últimos metros anduve con una dentro y otra fuera, tal como se puede ver en las fotos de mi relato anterior. Afortunadamente, en ese momento llegábamos al restaurante de la calle Mayor donde comeríamos. Con la excusa de hacer un pis, y necesitando un respiro, me disculpé y entré en el aseo, donde de nuevo la coloqué en su sitio y aproveché para refrescar mi cara y mi nuca un poco. Tomé aire varias veces y salí de nuevo con una sonrisa.

Sólo habían pasado dos horas desde el encuentro y "per" ya había conseguido que casi se me cayeran las bolas por la excitación que llevaba. Además, como él mismo reconoció, tiene varios puntos en común con mi amo, (precisamente los que más me excitan) y su comportamiento siempre intachable y de acuerdo con las condiciones que le había puesto mi amo me tenían nerviosa, temblorosa, excitada y casi al borde del orgasmo y... aún teníamos que comer.

Creo que ha sido la única vez que he deseado que a mi amo le gustara menos ver y oir como me corro. Pero es tanto lo que le gusta y los disfruta, que no me permite tener orgasmos si no es en su presencia. A mí también me gusta que sea así, pero por una vez, me hubiera venido muy bien para relajarme.

"Per" me sugirió que pidiera la comida de ambos. Ninguno de los dos tomamos alcohol. Él porque no le gusta. Yo... porque lo que menos necesitaba en ese momento era una copa de vino que terminara de inhibirme y me hiciera perder el poco control que aún era capaz de conservar.

A sugerencia de "per" (en realidad la estaba esperando), deslicé un poco los tirantes de mis hombros con la excusa de que me dejaban marcas, lo que hacía que el escote se bajara un poco más y la visión de mis pechos fuera más amplia, además, yo aprovechaba cualquier oportunidad para echarme hacia delante y los camareros, al situarse de pie siempre por mi lado, no tenían ninguna dificultad en ver casi hasta los pezones. Sin olvidar que en un momento dado, uno de los tirantes se deslizó del todo y dejó mi teta izquierda casi por completo al descubierto, dándose cuenta más de uno a pesar de que enseguida lo coloqué en su sitio.

Me preguntó por los sex shop de Alicante y le dije que había uno cerca, aunque no había entrado nunca a ninguno. La única vez que he estado en uno fue con mi amo y no tenían mucho surtido de lo que buscábamos. Me pidió que le llevara pues quería ver unas cosas y es lo que hicimos en cuanto terminamos la comida.

En realidad son dos sex shop lo que hay, están juntos. Uno subiendo unas escaleras y otro bajándolas.

Lo primero que hice nada más entrar fue situarme detrás de un expositor: la maldita bola se había empeñado en pasar más tiempo fuera que dentro de mi sexo y no había manera de aguantarla.

Creo que el rato que estuvimos en los sex shop’s fue el único tiempo que "per" dejó de prestar atención a mi cuerpo para dedicarse a mi cara. Mientras recorría despacio las estanterías y miraba detenidamente todos los juguetes allí expuestos miles de imágenes y fantasías se agolpaban en mi mente sin permitirme concentrarme en ninguna de ellas. Como un niño ante un puesto de "chuches", así estaba yo ante tanto artículo: látigos, cuero, pinzas, vibras, mordazas, esposas... Me lo hubiera llevado todo y mi cara lo reflejaba.

Me detuve mucho rato ante unas pinzas vibratorias con mando y un huevo vibratorio con mando a distancia. Iba de un artículo a otro pensando en mi amo usándolos a su antojo. Mis jugos me resbalaban por las piernas más de lo que lo han hecho nunca.

Elige lo que quieras que te lo regalo,- me dijo "per" divertido

¿en serio?,- respondí con una enorme sonrisa y los ojos brillantes

Sí, en serio, lo que quieras, solo que... si eliges el huevo yo llevo el mando a distancia, aunque las pinzas te quedarían perfectas para salir a pasear ahora con ellas puestas

Jajajajajajajajaja con el día que llevo, si se me cae el huevo se romperá

Sólo es dinero, sería una lástima porque te quedarías sin él, pero nada más. Venga cógelo

No puedo,- repliqué algo desilusionada- llevarías tu el mando

Tu amo no me ha prohibido que te regale cosas y ni siquiera tienes que ponértelo delante mía

No puedo, con esas condiciones no,- demasiado bien sabía yo que mi amo se enfadaría si permitía eso y a pesar de mi negativa que podía parecer firme, en el fondo dudaba y estaba tentada a aceptar.

A pesar de que las pinzas vibratorias me atraían como un imán, se quedaron en la tienda.

Lo siguiente fue sentir que las bolas chinas se caían al suelo. Esta vez ya no había remedio, sucias del asfalto no me las podía poner de nuevo. Por fin el "suplicio" había terminado. Sólo que... estábamos muy cerca del el Corte Inglés y "per" sugirió que allí las lavara y me las volviera a meter, cosa que hice ante la mirada atónita de unas cuantas mujeres que se encontraban en los aseos.

Poco queda ya que añadir. El tiempo se agotaba y yo debía marcharme a esperar la llamada de mi amo y la hora y condiciones de nuestro encuentro. Aunque aún nos quedó tiempo para una última copa en un pub con vigas de madera en el techo, donde "per" insinuó que debía atarme mi amo, desnuda, apoyada solo con la punta de los dedos de los pies y permitiendo a cualquiera que allí estuviera que pudiera tocarme o introducirme lo que se le antojara.

Como un caballero, me acompañó hasta la esquina de mi casa, eso sí, andando detrás de mí por las zonas que había sol para mirar a través de mi vestido.

Me pidió que felicitara a mi amo por su buen gusto y los dos nos agradecimos mutuamente el rato pasado juntos.

Mi amo tardó en llamar. Una complicación inesperada que hacía que el último día que nos quedaba por pasar juntos se limitara a un par de copas en una terraza en Guardamar.

Allí, aún excitada, sonriendo y con los ojos brillantes le conté toda la jornada con "per". A mi amo le gustó que yo hubiera disfrutado tanto. Se rió de mi por ir perdiendo las bolas, se entusiasmó con mi emoción por todo lo que había visto en los sex shop’s y me felicitó por mi comportamiento, satisfecho con su esclava.

Conseguimos despedirnos con una sonrisa, un beso, un azote en el culo, un pellizco en un pezón y la promesa de un próximo encuentro... ¿quizás a finales de septiembre?... Es muy posible.

FIN DE..... "VACACIONES CON MI AMO"

P.D. Agradecer desde aquí todos los comentarios, felicitaciones, observaciones y críticas recibidas. Para todos, vaya mi cariño y mi simpatía.