Vacaciones con mi abuelo

Por estar de malcriada me castigaron.

Heterosexual

Por mi pésimo comportamiento, mis padres un poco harto ya de mi decidieron mandarme de vacaciones con mi abuelo, que de por sí ya quería verme.

La verdad y es que a mi no me gusta ir para allá, de niña sí, pero ahora de adolescentes la verdad prefiero quedarme con mis amigas.

Mi abuelo no es el típico hombre guapo, nada que ver, Osea para sus 60 años es un hombre que se ha sabido mantener aunque no es que tenga una complexión física de ensueño, es de pelo canoso y su estómago no es para nada plano.

Los primeros días aquí fueron tranquilos, aunque aburridos, pero algo de que me percaté fue que mi abuelo tiene cierto interés por mi cuerpo, ya que siempre ando en short o top cortos, siempre veo que me come con la mirada, además de que aunque piensa de que no me doy cuenta él siempre espera cualquier mínima oportunidad para rozar su piel con la mía.

Soy una chica abiertamente al sexo, de hecho la razón de mi tantos castigos han sido de que varias veces me han atrapado teniendo sexo en vías públicas.

Una noche en la que hacía un calor del coñazo decidí dejar la puerta un poco abierta y querer afirmar por completo mis sospechas, así que me quité toda la ropa y entre medio de calor me empecé a masturbar.

Gemía un poco alto para llamar la atención de mi abuelo pensando en que él me regañaría, pero todo lo contrario, el muy pervertido se quedó viendo como empezaba a acariciar mi coño dándome y él se quedaba viendo  a la distancia.

Quería parar pero para este momento ya estaba tan húmeda y caliente que no me quedó más opción que terminar mientras masajeaba mis tetas y seguía tocando mi vagina, mis gemidos dejaron de ser leves y con el morbo de que me estuvieran viendo, no pasó mucho hasta que termine corriendo me.

Después de eso, me cubrí y me dormí agotada y bien extaciada.

Después de los siguientes días, más lo seguía haciendo mientras mi abuelo me observaba.

Una noche no quise hacerlo, y fingiendo que dormía me di cuenta de que el entró a la habitación, yo estaba con un short y una polera, el cerro la puertas tras el y empezó a verme.

—Soy un puerco— Se regañó a él mismo.

Después levanto la polera hasta que me llegó en la cara y empezó a cubrir me, masajeo mis tetas y yo mordía fuertemente mis labios para no gemir a como quería hacerlo.

Se sentía tan bien sentir el contacto de otro, aunque en esta ocasión fuera mi abuelo.

Luego prosiguió a besar mi teta hasta quitarme el short, quería moverme y dejar de fingir, pero quería seguir con este morbo, no me arriesgaría a que el me rechace si se da cuenta de estoy despierta.

Empezó a masturbarme hasta empezar a humedecer me y subir encima de mí.

—Tu también eres cochina ¿Eh?— Se burla.

Escupió en su miembro y empecé a sentir como me embistió en mi coño todo húmedo. El Jadeo, su miembro no es tan grande, pero digamos que es bastante representable.

Sus movimientos eran sutiles, y cada movimiento era un roce con mis clítoris, enrede mis piernas en su cadera profundizando las embestidas y el parece que no cuenta se dio.

Empezó a moverse más rápido, tanto que podía sentir la faceta del clímax.

El bajo mi blusa y me vio disfrutando. Ya no podía seguir aguantando.

—Hija, yo...— Intento disculparse, pero yo negué.

—Continua abuelo— Hice presión en sus caderas.

El Sonrío y empezó a moverse más y más, él no me gusta, pero es lo más cercano a un pene que tengo y pues quiero disfrutarlo lo más que pueda.

—Joder, si, ah— Gemía pérdida, mientras mi abuelo me follara duro.

—¿Así te gusta Eh?— Jadeo y yo asentí.

—Si, si, más por favor más— Suplicaba miembros pechiscaba mis pezones.

—Ahi te va— Gruño y las embestida continuaron.

Ya lo podía sentir.

Sus roces en mis clítoris lo hacían más placentero, me dolía la cabeza mientras gemka pérdida en el placer, Oh Dios sí.

Llegué al orgasmo junto con mi abuelo que lo tiró todo en mi estómago.

El ya no podía seguir, pues la edad no lo dejaba pero bueno creo que tendremos más momentos.