Vacaciones con las amigas de mi prima
Era la primera vez que se iban de vacaciones solas, sin control y querían desfasar.
Vacaciones con las amigas de mi prima
Se acercaban las tan esperadas vacaciones de verano, el último curso había sido bastante duro, menos mal que al final todo salió bien y obtuve la nota que necesitaba en selectividad. Deseaba tanto que llegara el día en que, junto con mis amigos, nos marcháramos a la playa. De repente todo se vino abajo. Debido a un grave problema familiar de uno de ellos decidimos cancelar las vacaciones, o íbamos todos o ninguno.
No era precisamente el comienzo de vacaciones que esperaba, pero debía afrontarlo. Esa tarde había quedado con mi prima Clara, hacía bastante que no la veía. Clara es un año menor que yo -tiene 16- y siempre nos hemos llevado muy bien. Quedé con ella en una cafetería del centro donde estuvimos un buen rato charlando, me dijo que me encontraba decaidillo y yo le conté lo que sucedía.
- Vente con nostras, así desconectas - Dijo Clara.
Ella había planeado irse unos días de vacaciones junto con sus amigas a un apartamento que tienen sus padres en Gandía.
- No Clara, me parece abusar de tu confianza - Le respondí.
- No seas tonto, si no quisiera que vinieras no te lo diría. Además conoces a todas las que vamos: Bea, Rocío, Amaya y yo. Vente te lo pasarás genial - Añadió ella.
La verdad es que me parecía muy tentadora la oferta, mucho mejor que quedarme en casa. Encima iba Amaya que está muy buena, siempre había deseado algo con ella y ahora que no tenía novia
- Déjame que lo piense y te llamo.
- Como quieras primito, pero si no vienes te vas a arrepentir.
Acompañé a Clara a la parada de su autobús y luego cogí el metro. Ya tenía casi decidido que iba a ir, pero prefería hacerme de rogar, la idea de compartir vacaciones con cuatro chicas era de lo más apetecible.
Unos días más tarde la llamé y le dije que las acompañaría, a mi prima le hizo mucha ilusión -o al menos eso parecía- y me comentó que se lo había dicho a las chicas y que también querían que fuera. Las amigas de mi prima son muy simpáticas y extrovertidas por lo que aunque no las conociera mucho -habíamos salido alguna vez que otra juntos de fiesta- sabía que no me sentiría desplazado.
Por fin llegó el día, quedamos en la estación de autobuses. Cuando llegué me encontré a mi prima y a sus tres amigas que me saludaron efusivamente, cada una llevaba una maleta enorme. En ese momento sólo me fijé en Amaya, hacía bastante tiempo que no la veía y había cambiado para mejor. Llevaba unos shorts negros que le hacían un culo espectacular y realzaban aquellas estilizadas piernas morenas, en la parte de arriba tenía un suéter rosa ceñido a sus redondos pechos que se ataba con un lazo a la espalda. Morena, de ojos oscuros, alta -aunque no tanto como yo- era todo lo que cualquier chico podría desear.
El viaje se me hizo más corto de lo que esperaba, era fácil hablar con las amigas de mi prima tenían conversación para casi todo. Era la primera vez que se iban de vacaciones solas, sin control y querían desfasar.
Por fin llegamos a la casa de mi prima, atravesamos el hall donde se encontraba el portero y cogimos el ascensor. Era un ático bastante grande, aunque sólo tenía dos habitaciones. Ellas compartirían las habitaciones y yo, al ser el único chico, dormiría en el sofá cama del salón. Amaya y Rocío dormirían en una habitación con dos camas y Bea y Clara en la de matrimonio.
- Clara, ¿dónde pongo mi ropa? - Pregunté yo.
- Tráela al armario de esta habitación que es más grande.
Hicimos para comer unas ensaladas, pensé que pasaría hambre porque ellas comían poquísimo e hicieron muy poca cantidad. Durante la comida hablamos de cómo nos organizaríamos las tareas domésticas para que aquello no pareciera una cuadra, cogieron un cuaderno y anotaron las tareas que realizaría cada uno cada día. Luego hicimos una gran lista de la compra y Bea y yo fuimos a comprar mientras el resto adecentaban el apartamento después de una temporada cerrado.
Bea era la más cariñosa de todas, siempre con una sonrisa en la boca. Físicamente era una chica normalita, más bien rellenita, con unas tetas enormes -yo estaba deseando verla en bikini- pelo castaño rizado y ojos marrones. Ella era la mejor amiga de mi prima y, por ello, del grupo a la que más conocía. Nos llevó un buen rato hacer la compra, la lista era interminable. Habían anotado algunas botellas de alcohol y había que ingeniárselas para ver cómo las comprábamos. Vi a un grupo de chicos haciendo la compra, o más bien comprando alcohol y les dije que si me podían hacer el favor, no estaban muy por la labor así que tuve que ofrecerles una botella a cambio. Una botella era un precio alto así que decidí gastarme todo el dinero que llevábamos encima en alcohol, compré unas cuantas botellas de whisky y ron y alguna de licor, bastantes más de las que habían pedido.
Regresé a casa para dejar el alcohol y coger más dinero para pagar el resto de la compra, Bea me estaba esperando en el supermercado. Cuando entré por la puerta las chicas se quedaron sorprendidas, les expliqué la situación y Amaya me acompañó de nuevo al supermercado. Por el camino me di cuenta de que era mucho más accesible de lo que parecía, no le gustaba que la apreciaran simplemente por su belleza. La pobre Bea llevaba más de media hora esperando, pagamos y regresamos a casa. Habíamos comprado demasiado, ellas cogieron un par de bolsas y el resto me lo cargaron a mí -el agua, la leche y todo lo que más pesaba- casi no podía con ello.
- Menos mal que hemos venido con un chico fuerte - Bromeó Amaya, mientras apretaba mi brazo.
La verdad es que llevaba algo más de un año yendo al gimnasio y algo se notaba, pero tampoco soy Superman. Llegué al apartamento prácticamente exhausto, era ya tarde y las chicas querían dar un paseo por la playa para ver la puesta de Sol. Yo preferí quedarme dándome una ducha.
Cuando regresaron ya tenía la cena casi hecha -había que ganar puntos- mi prima y Rocío me ayudaron a terminar mientras Bea y Amaya se duchaban. El ático tenía una gran terraza con unas hamacas y una gran mesa donde cenamos. Cuando Amaya llegó a la mesa estaba espectacular, no se había puesto sujetador -a juzgar por el movimiento de sus tetas- aquella camiseta blanca le sentaba genial, aún tenía el pelo mojado, parecía una modelo de revista. No sé si yo estaría a la altura o si ella querría algo conmigo pero lo debía intentar.
Lo más interesante de la cena fue cuando Rocío -no sé muy bien por qué- empezó a hablar de cómo era su novio en la cama, la verdad es que no salió muy bien parado de sus cometarios. Es más, ella insinuaba que la relación seguía por inercia. También me enteré que de las cuatro chicas sólo Bea y Rocío tenían novio, Amaya acababa de dejar al suyo y mi prima Clara no era mujer de un solo hombre. Entonces yo pregunté:
- ¿Por qué no os habéis traído a vuestros novios?
- Me apetece pasar unos días sola con mis amigas y que nos separemos un poco - Respondió Bea.
Rocío no dijo nada, tampoco hacía falta después de sus comentarios.
- Entonces, por qué habéis dejado que yo venga, no estaréis solas. ¿Vuestros novios lo saben? - Añadí yo sin pensarlo mucho.
- Tú no eres ningún problema, se trata de desconectar de la rutina, de lo cotidiano - Dijo Amaya, que necesitaba ese viaje tanto como el resto.
- Mirándolo bien, tú eres la novedad, el que debe aportar vitalidad al grupo - Añadió Clara.
Más tarde me confesaron que sus novios no sabían nada, pues no pensaban que se lo tomarían muy bien que les acompañara un chico.
- Vamos a tomar unas copas ¿no? - Pregunté yo.
- Sí claro - Respondieron a la par.
Clara y yo fuimos a la cocina y cogimos las botellas, una cubitera y los refrescos.
- Cómo ha puesto Rocío en un momento a su novio - Le dije.
- Espera a que beba un poco y verás qué cosas dice, no sé por qué siguen juntos - Respondió ella.
- Voy a llevar estás velas vale - Añadí yo mientras salía ya de la cocina.
Unas copillas podrían animar más el ambiente, después del viaje estábamos algo cansados y habíamos decidido no salir aquella noche. Mi prima y Rocío bebían sin control por lo que no tardaron mucho en ponerse contentillas y, de seguir ese ritmo, no tardarían mucho en pillar una buena borrachera. Amaya y Bea eran más comedidas, yo bebía muy poco no quería acabar bebido la primera noche. Hablábamos tranquilamente a la luz de las velas hasta que Clara propuso jugar al "yo nunca nunca" y todos aceptamos, no sabíamos lo que nos esperaba, allí se preguntaba sin piedad. Comenzó Clara:
- Yo nunca nunca he engañado a un chico.
Todas salvo Amaya bebieron (sí habían engañado a un chico).
- Yo nunca nunca he probado ninguna droga - Dijo Amaya.
Todos bebimos (todos habíamos probado alguna droga).
- Yo nunca nunca he visto a mis padres haciendo el amor - Dijo Rocío.
Bea y Clara bebieron.
- ¿Cómo fue eso? Contad - Dijo Rocío.
- Mejor no recordarlo. Yo nunca nunca me he acostado con un tío mucho mayor - Dijo Bea.
Rocío bebió, el resto se rieron. Ahora me tocaba a mí, mi pregunta debía estar a la altura:
- Yo nunca nunca he hecho una mamada.
Se miraron entre ellas y bebieron, le tocaba de nuevo a mi prima:
- Yo nunca nunca lo he hecho en la calle, un parque
Todos salvo Amaya bebimos.
- Yo nunca nunca he deseado liarme con un familiar - Dijo Amaya.
Clara y Rocío bebieron, yo sabía que Clara se refería a mí porque una noche de borrachera en unas fiestas me dijo que le gustaba aunque desde eso habían pasado ya varios años. Ya había refrescado y a Amaya se le notaban claramente los pezones, yo me estaba poniendo a cien.
- Yo nunca nunca me he enrollado con el novio de mi amiga - Dijo Rocío.
Bea bebió, estaba claro que le estaba devolviendo la moneda.
- Yo nunca nunca me he bañado con mi hermano - Dijo Bea.
Rocío bebió, ellas dos estaban resentidas, más tarde sabría que Bea se había enrollado con el novio de Rocío. Rocío tiene un hermano mellizo, Clara preguntó:
- ¿Cómo la tiene?
- De eso ya hace bastante, normal para su edad, ahora la tiene bastante grande. Si vosotras tuvierais un hermano de vuestra misma edad también lo habríais hecho.
Se notaba que Clara y Rocío eran las que más habían bebido pues estaban bastante desinhibidas. A mi prima la respuesta le supo a poco y volvió a insistir:
- Últimamente ¿Cuándo se la has visto? ¿Cómo de grande?
- Cuántas preguntas, pues no sé alguna vez después de la ducha o se estaba duchando y pasé al baño. Y de tamaño pues más o menos así - Dijo Rocío señalando con sus manos unos 20cm.
- ¡Ala! Eso es muchísimo - Exclamó Bea.
- Menuda polla, ¿tú cómo lo ves? - Me preguntó Clara.
- Pensad lo que queráis, desde luego es grande si la comparamos con el juguetito de mi novio - Dijo Rocío.
- A mi me parece grandecita - Añadió Amaya.
Ella debía estar acostumbrada a miembros por encima de la media, todas esperaban mi repuesta:
- Hombre, en las duchas del gimnasio se ven de todos los tamaños tampoco me fijo demasiado, ese tamaño está por encima de la media. Es como el pecho en las mujeres, hay de todos los tamaños.
- Y tú cómo la tienes - Me preguntó Rocío mientras se recargaba la copa.
- Algo por encima de la media, gordita. Si quieres más detalles te los enseño en la cama- Añadí yo y conseguí salir airoso de la situación.
- Por ahora no, con eso me basta - Dijo Rocío.
Clara estaba dormida sobre la mesa, Rocío había ya pasado del puntillo mientras que el resto estábamos cansados así que recogimos un poco y nos fuimos a acostar. Cogí a Clara en mis brazos y la llevé a su habitación.
Regresé al salón y me desnudé -siempre duermo en calzoncillos- entonces llamó Bea que estaba en pijama:
- Ayúdame a desnudar a tu prima, sola no puedo y Amaya se está ocupando de Rocío que está vomitando en el baño.
La acompañé como estaba -llevaba puesto unos bóxer de color gris cortitos- ella me miraba el paquete, Clara seguía tal y como la había dejado aunque con el pantalón desabrochado. La cogí de nuevo mientras ella le quitaba los pantalones, las enormes tetas de Bea se bamboleaban de un lado para otro debía haberse quitado el sujetador. Clara llevaba puesto un bonito tanga negro, como está delgadita parecía tener un buen culo. Pensé es mi prima, una chica normalita, pero no me importaría echarle un polvo. Ahora había que quitarle la camiseta, mientras yo la sujetaba Bea recogía su rubio pelo y se la quitaba. Vaya sorpresa sus tetitas salieron al aire tampoco llevaba sujetador -no le hacía mucha falta- sus pezones eran pequeñitos y rosados, tuve que controlarme, como pude, porque a mi edad enseguida se te pone durísima.
- ¡Uy! Pensé que llevaba puesto el suje - Dijo Bea.
- No te preocupes, no son las primeras tetas que veo -Bromeé yo.
- Qué descanses - Añadí yo y abandoné la habitación.
De vuelta al salón me crucé por el pasillo a Amaya con Rocío, se quedaron algo sorprendidas de la poca ropa que llevaba y me dieron un repasito con la mirada. Para ser la primera noche, ya habían pasado unas cuantas cosas. Antes de acostarme no pude evitar pajearme pensando en lo que había visto.
A la mañana siguiente me levanté temprano -sobre las 10- me tomé un zumo y bajé a hacer unos largos en la piscina comunitaria. Estuve un buen rato nadando, me salí del agua, me duché y subí al apartamento. Cuando entré todo estaba en calma, salí a la terraza, Amaya y Bea ya se habían levantado y tomaban el Sol, me tumbé junto a ellas para que se me secara el bañador.
Amaya parecía una Diosa allí tumbada con un bikini dorado, qué buena estaba, con las curvas justas, sus piernas eran infinitas, sus tetas medianas, cada vez me gustaba más. Bea llevaba un bikini estampado, sus tetas eran más grandes de lo que pensaba, apenas le cogían en el bikini, eran enormes, me moría por tocar unas tetazas así.
- ¿Dónde has ido? - Me preguntó Bea.
- He bajado un rato a la piscina a hacer unos largos - Respondí yo.
- ¿Hay mucha gente? - Preguntó Amaya.
- No demasiada - Respondí yo.
- Rocío y mi prima durmiendo ¿no? - Pregunté yo.
- Claro, con el ciego que se engancharon anoche, siempre igual - Respondió Amaya.
Por lo que se ve debía ser habitual que bebieran demasiado.
- Me pasas el protector - Le dije a Bea.
El Sol calentaba bastante y no me quería quemar. Me levanté y me puse frente a ellas para seguir hablando mientras me lo echaba. Ellas me miraban disimuladamente, no soy el chico más guapo de la ciudad pero estoy algo por encima de la media, soy bastante alto, fibroso, moreno, de ojos marrones. Me esparcí el protector a propósito por la espalda de mala manera y Bea me dijo:
- ¿Quieres que te lo eche yo? Tú no puedes bien.
- Si no te importa - Respondí yo.
Había conseguido mi objetivo, aunque hubiera preferido que fuera Amaya. Bea se levantó y comenzó a untarme suavemente la crema por toda la espalda, también por mis abdominales.
- Ojalá mi novio tuviera una tableta de chocolate como la tuya, ¿cuesta mucho? - Me preguntó.
- Sólo es cuestión de constancia y llevar una buena rutina de entrenamiento, al principio se hace pesado, pero luego engancha - Respondí yo.
- Bueno ahora te toca a ti - Añadió ella y me pasó el bote de crema.
Le empecé a echar la crema por la espalda, tenía la piel muy suave y blandita -está algo rellenita- a mi me hubiera gustado echársela por delante
- ¿Tú también quieres? - Le pregunté a Amaya.
Se dio la vuelta quedando boca abajo sobre la tumbona y me dijo:
- Sí, pero aceite bronceador.
Me moría de ganas de poner mis manos sobre su piel morena.
- Te desabrocho el bikini para que no se manche que el aceite no se quita bien - Le dije mientras le desataba el nudo sin darle tiempo a responder.
- Ten cuidado - Me respondió.
Le bajé un poquito la braguita por el mismo motivo.
- Eres de manos rápidas - Añadió algo mosqueada.
Ahí tenía a la tía más buena de la casa esperando a que le untara de aceite, tenía una espalda muy sensual. Le aplicaba el aceite masajeándola, suavemente, no sé quién de los dos disfrutaba más.
- Lo haces bastante bien - Dijo ella.
- Una amiga me regaló un libro de masajes y algo he practicado - Añadí yo.
- Pensándolo bien, es un buen regalo para un novio - Dijo Amaya.
- Yo creo que con ella te estás esmerando más que conmigo - Dijo Bea sonriendo.
- No Bea, lo que pasa que tú no te has tumbado - Contesté yo para quitarle hierro al asunto.
- Bueno, ya está - Dije yo, aunque si por mi hubiera sido habría aguantado durante horas, pero tampoco quería excederme.
En ese instante apareció Clara descalza en la terraza. Llevaba puesto un bikini azul celeste con la braguita tanga, cosa que me sorprendió bastante, la verdad es que tenía un buen trasero y quería lucirlo, unas grandes gafas de Sol cubrían sus ojos.
- Sí que vienes ligerita de ropa - Le dijo Amaya.
- No voy a tomar el Sol con una túnica - Le respondió ella con algo de sarcasmo.
- Estamos solas, aquí nadie nos ve - Añadió.
- También está tu primo - Dijo Bea.
- No creo que a él le importe - Respondió Clara con toda naturalidad.
- Por mí no os preocupéis, como si queréis tomar el Sol sin nada - Bromeé yo.
- Eso es lo que tú querrías - Dijo Amaya.
- Por favor, ¿alguien me pone crema por la espalda? - Preguntó Clara.
- Que te la ponga tu primo que se le da muy bien - Respondió Amaya.
- ¿Es cierto?- Preguntó Clara.
- Hago lo que puedo - Respondí yo.
Ella se tumbó boca abajo y, como ya había hecho con las otras chicas, le unté crema por la espalda, dándole un suave masaje. Cuando terminé y retiré mis manos de su espalda me dijo:
- ¿Dónde vas? Aún no has acabado.
Yo sabía que mi prima era bastante golfilla, pero aquello era demasiado, pretendía que le sobara el culo delante de sus amigas. Empecé a echarle crema, la verdad es que tenía un culo casi perfecto, suave y muy firme, aquello me estaba poniendo cachondo. Bea y Amaya no quitaban ojo a mis movimientos, mi prima se retorcía, estaba disfrutando de verdad.
- Tienes un culo precioso - Le dije.
- Por eso se pone tangas, para lucirlo - Dijo Bea.
- ¿Qué hay de malo? - Añadió Clara.
- Ya está- Dije yo, y le di una palmadita en su trasero.
- Ay - Dijo ella.
Empecé a hacer fuego en la barbacoa para asar la carne para comer, las chicas seguían en sus hamacas. Entonces se levantó Rocío y salió a la terraza, tenía muy mala cara, el alcohol había hecho estragos en ella. Llevaba puesto unas bragas negras con una camiseta amarilla que le llegaba por encima del ombligo que hacía un gran contraste con su pelo rizado pelirrojo.
- ¡Buenos días princesa! - Dijo Amaya.
- Nada de buenos, parece que me ha atropellado una apisonadora - Respondió ella.
- Eso se soluciona con una ducha fresquita - Añadió Clara.
Cuando terminamos de comer bajamos a la playa para pasar la tarde, las chicas se pasaban la tarde tumbadas en la toalla sobre la arena. A mí no me gusta mucho la arena, prefería bañarme o pasear. En la playa había buen ambiente, familias y grupitos de amigos. Las chicas levantaban las miradas indiscretas de algunos chicos, especialmente Amaya. Los relaciones de las discotecas se acercaban a ellas para darles pases y, de paso, ligotear un poco. No soporto a los chulos de playa.
Esa noche tomamos en casa un par de copas y salimos de fiesta. No me encontraba cómodo porque a ellas les entraban muchos tíos y yo solo no podía entrar a un grupo de tías, necesitaba a alguien que me hiciera la cobertura. La verdad nunca antes me había fijado lo babosos que pueden llegar a ser algunos.
Clara y Rocío -a pesar de tener novio- pillaron con un par de amigos. Bea no estaba interesada en liarse con nadie, simplemente daba conversación y bailaba, algo que le encanta. Amaya no parecía encontrar el tipo adecuado, no sería por falta de pretendientes. Yo estuve bailando con dos chicas muy simpáticas, pero nada más. El resto de la noche hablé sobre todo con Amaya, mi verdadero objetivo, le gustaba jugar, buscarte y luego apartarse, lo hacía muy bien. Además, mientras hablaba conmigo se libraba de los moscones.
Un poco antes de que cerraran regresamos a casa. Clara y Rocío iban cantando por la calle bastante pedo, Bea iba algo contentilla y Amaya guardando la compostura como siempre. Nada más entrar en casa mi prima y Rocío se quitaron los zapatos y corrieron hasta la cocina, cogieron una botella y dijeron:
- Vamos a tomarnos la penúltima.
- Vaya aguante tienen estas dos - Dijo Amaya.
Bea conectó su iPod a los altavoces y se puso a bailar, estaba en su mundo. Clara y Rocío se movían de forma insinuante, se subían el top, se restregaban entre ellas. Era todo un espectáculo, Amaya y yo bailábamos más tranquilos mientras nos reíamos de la situación. De pronto Rocío se quitó el top y lo lanzó, mi prima hizo lo mismo, allí estaban las dos bailando en sujetador. Rocío tenía una talla normalita, mayor que la de Clara, su sujetador era negro con encaje, el de Clara rosa a topos.
- ¡Qué sosos! - Dijo Rocío mientras trataba de desabrocharme un poco la camisa.
Yo me quité el cinturón y me desabroché un par de botones del pantalón para seguirles el juego. Entonces Rocío se quitó la minifalda que llevaba quedándose sólo en ropa interior, las braguitas iban a juego con el sujetador, era un conjunto muy bonito, por un instante me quedé mirándola fijamente. Cuando Clara se percató de la situación no tardó en quitarse los shorts quedándose en tanga. El espectáculo continuaba, las tetas de Rocío se bamboleaban con sus movimientos, lo mismo que el trasero de Clara. Rocío se acercó a mí para bailar, yo no sabía muy bien qué hacer.
- Vaya, nos ha salido vergonzoso - Me susurró al oído.
Entonces me acerqué a ella, nuestros cuerpos entraban en contacto permanentemente, mis manos resbalaban por su piel desnuda. Rocío sabía muy bien como calentar a un tío y lo estaba logrando. Antes de lo que me hubiera gustado, se separó de mí y regresó a bailar con mi prima, dejándome muy cachondo.
- Bueno, ya es muy tarde, yo me voy a acostar - Dije y me fui al salón.
Después de lo sucedido me di cuenta que debía cambiar de estrategia y no sólo céntrame en Amaya, un hueso duro de roer, cuando el resto de chicas estaban mucho más receptivas.
A la mañana siguiente cuando subí las persianas del salón ya había gente tomando el Sol en la terraza, era bastante tarde. Fui a la cocina para coger un zumo y salí a la terraza. Allí estaban Amaya y Rocío, menuda sorpresa me llevé cuando vi el culo de Rocío, Clara había creado escuela y ella también se había puesto un tanga para tomar el Sol. Rocío se tornaba cada vez más interesante, aunque de cara era una chica normalita tenía muy buen tipo.
- Hola, ya veo que se ha levantado una de las show girls - Bromeé.
- Jajaja - Se rió Amaya.
- No me acuerdo de nada, porque me lo ha contado ella que si no - Dijo Rocío.
- ¿Cuándo será el próximo pase? - Seguí bromeando.
- Tal vez esta noche - Respondió ella en tono jocoso.
Las chicas prepararon algo ligero y comimos los tres juntos. Querían seguir tomando el Sol pero en la playa, Bea y Clara continuaban durmiendo. Yo preferí quedarme durmiendo la siesta, estaba muy cansado. Cuando me levanté no había nadie en el apartamento, sólo una nota donde Bea y Clara ponían que habían ido con las otras a la playa. Así que me puse el bañador y me fui a buscarlas.
Cuando llegué a la playa no estaban donde la tarde anterior, me puse a dar un paseíto a ver si las encontraba, menos mal que me había llevado el mp3. Después de un buen rato paseando las encontré, me quedé un rato observándolas en la distancia, todas salvo Bea hacían topless. Por ese motivo se habían alejado tanto, yo estaba demasiado lejos por lo que no podía apreciar bien sus tetas, poco a poco me iba convenciendo de que eran mucho más liberales de lo que en principio pensaba. Me acerqué a ellas:
- ¡Hola! Creí que no os iba a encontrar.
Se quedaron muy sorprendidas al verme, mi prima actuaba con total naturalidad, Rocío y sobre todo Amaya estaban más cortadas. Procuraba mirarlas a la cara, para que no estuviesen incómodas. Allí estaba yo con tres pares de tetas al aire. Las tetas de Clara ya me eran familiares, no eran nada del otro mundo, pequeñitas y con los pezones rosados, se había puesto el mismo tanga que utilizaba en la terraza, sin duda quería provocar. Las tetas de Rocío eran medianas, muy firmes, sus pezones grandes y oscuros, se le notaba claramente la marca del bikini. Nunca pensé que Amaya fuera capaz de hacer topless, pero me equivocaba, vaya pechos, eran perfectos, redonditos, morenitos - tomaba rayos UVA- y firmes, sus pezones eran preciosos, rosados y apuntando al frente.
Las chicas se fueron a dar un baño, Rocío y Amaya se pusieron el bikini, el espectáculo había terminado. Bea y yo nos quedamos en las toallas.
-¿Tú no te animas al topless?- Le pregunté sin ninguna discrección.
- Sí me gustaría, pero con mi talla, la gente ya me mira demasiado - Respondió ella mientras se agarraba con las dos manos sus enormes pechos.
- Vaya sorpresa te habrás llevado viendo así a las chicas - Añadió ella.
- La desnudez es algo natural y hay que entenderla como tal, mejor enseñar ahora que hay qué admirar y no más tarde - Respondí yo.
- Jajaja, cierto, se ve a cada una que debería ir bien tapada - Dijo ella.
- ¿Ha sido alguna vez a una playa nudista? - Me preguntó ella.
- No, nunca, aunque no me importaría. Supongo que los primeros minutos serían duros - Contesté yo.
- Sí, duros, jajaja - Añadió ella.
Las chicas volvieron a las toallas y, para mi disgusto, no se quitaron el bikini en toda la tarde. Regresamos al apartamento, yo aún seguía dándole vueltas a lo que acababa de presenciar. Esa noche íbamos a salir a cenar por lo que nada más llegar nos duchamos. Clara y Bea compartían el baño de su habitación, el resto usábamos el baño principal.
Cuando salió Amaya era mi turno, la tarde había sido muy animada y, a mi edad siempre se está pensando en lo mismo, por lo que me hice una gran paja, la primera desde que llegamos. Me salí de la ducha, aún la tenía morcillona, y me empecé a afeitar. Justo en ese momento abrió la puerta Rocío -se me había olvidado echar el cerrojo ya que en mi casa nunca lo hago- se quedó parada, sorprendida, no me quitaba ojo. Mi pene mide unos 17cm aunque al estar depilado parece mayor, pero si destaca por algo es por su grosor. No me tapé, me giré para que me contemplara completamente, en el fondo soy un poco exhibicionista.
- ¡Qué polla! - Exclamó ella.
- ¿Quieres algo? - Pregunté yo.
- Sí, tocártela - Contestó ella.
Rocío era, sin ninguna duda, a pesar de tener novio la más cachonda de las chicas. Me producía un gran morbo e intuía que debía ser una fiera en la cama.
- Si sólo es eso - Añadí yo.
Ella entró en el baño y me la cogió con las dos manos, evaluándola, luego empezó a pajearme lentamente. Mi polla empezó a reaccionar, ya casi apuntaba al techo.
- Vaya cómo te estás poniendo - Dijo ella.
Yo disfrutaba de la situación, de repente paró, se agachó y se la metió en la boca durante unos segundos.
- Te dejo no vaya a ser que te cortes - Añadió ella.
Me dio una palmadita en el culo, salió del baño y cerró la puerta antes de que pudiera decirle nada. Me dejó a medias, podría haber terminado lo que empezó, aunque intuía que habría más ocasiones.
Después de cenar fuimos a unos pubs donde nos pusimos ciegos a chupitos, las chicas estaban completamente fuera de sí. Salimos de allí y nos dirigimos a rematar la noche en las discotecas. Era Sábado y todo estaba a reventar, los porteros se habían vuelto mucho más rigurosos y -por la edad- no pudimos entrar en ninguna de las dos discotecas en que lo intentamos. En mi opinión era solo una excusa, en realidad era porque todos íbamos bastante pedo.
Regresamos a casa con ganas de seguir la fiesta, pillamos unas botellas y pusimos música en el salón, nos sentamos en torno a la mesa. Las chicas se lamentaban de no poder haber pasado a alguna de las discotecas, decían que tenían ganas de pillar con alguien, la conversación se estaba volviendo de lo más calenturienta. Yo salí un momento al baño y al regresar me quedé tras la puerta escuchando.
- No sé qué queréis buscar por ahí, si supierais lo que tenemos en casa - Dijo Rocío.
- ¿Qué quieres decir? - Preguntó Bea.
- Bea tienes menos luces que una escoba, está claro, se refiere a mi primo - Dijo Clara.
- Bueno, si me dejáis os lo cuento. Esta tarde me lo encontré desnudo en el baño, no había echado el cerrojo - Dijo Rocío.
- Cuanta, cuenta - Dijo Amaya.
- No se molestó ni nada, actuó con total naturalidad. Está más bueno de lo que parece, qué culo - Añadió Rocío.
- Y lo importante, ¿cómo la tiene? - Preguntó Clara.
- Está bien dotado, muy gruesa, nunca había visto una tan gorda - Dijo Rocío.
En ese momento decidí entrar en el salón:
- Ya veo que aquí no hay secretos.
Se quedaron un poco sorprendidas.
- No creo que ver a un chico desnudo sea una gran novedad para vosotras ¿verdad?
- Ver a un tío bueno desnudo, siempre gusta - Dijo Bea.
- Si Rocío te ha visto, nostras también queremos ¿quién secunda la moción? - Preguntó Clara.
Amaya y Bea alzaron sus brazos.
- Está bien, os propongo algo, juguemos al strip póker así tendréis la oportunidad de conseguir vuestro objetivo - Dije yo, no me iba a desnudar gratuitamente.
Pensé que no iban a aceptar, pero una vez más me sorprendieron y después de convencer a Amaya aceptaron el reto. Aclaramos las normas (los collares, pulseras, cinturones, calcetines o zapatos no computarían como prenda) y empezamos a jugar, a juzgar por las primeras manos parecían fáciles contrincantes, excepto Amaya -otra sorpresa más- que mostraba gran experiencia en el póker.
Las primeras manos las perdieron Clara y Bea que no tardaron en verse en ropa interior. Clara, como siempre llevaba un tanga y un sujetador amarillo a juego, en esta ocasión era de tela vaporosa por lo que se le adivinaban los pezoncillos y el pubis perfectamente depilado. Bea llevaba una braguita brasileña que dejaba entre ver su gran trasero, tenía un culo de esos que a uno le gusta agarrar con sus manos. Las tetas de Bea me tenían obsesionado, el sujetador parecía minúsculo conteniendo aquellos pechos enormes, ya estaba cerca el momento en que los vería en todo su esplendor.
A estas alturas Rocío se había desprendido de su falda, pero como estaba en el otro extremo de la mesa desgraciadamente no había visto casi nada. Amaya no había perdido ni una sola mano. Llegó el momento en que perdí por primera vez, me quité el polo quedando mi torso desnudo, las chicas me jalaban fuera de sí. Por fin le tocó a Amaya quitarse una prenda, como llevaba un vestido se quedó en ropa interior, llevaba un sujetador de encaje blanco que contrastaba con su piel morena. Abajo tenía un tanga del mismo color, fue la primera vez que pude observar su trasero, el culo más perfecto que jamás había visto, me quedé absorto contemplando aquella imagen hasta que Rocío dijo:
- Vamos, que se te cae la baba.
- Amaya tiene un tipazo - Añadió Clara.
Yo no dije nada, sobraban las palabras y seguimos jugando, no me centraba y perdí de nuevo. Me quité los pantalones al ritmo de la música sobre la mesa, las chicas me acariciaban. La verdad es que estaba en una situación delicada porque, a pesar de ser mejor jugador, había comenzado con tan solo tres prendas. Una mano pérdida más y me tendría que deshacer de mis bóxer.
- Ánimo chicas, que ya queda menos - Dijo Rocío.
Aquello era un desmadre total, conforme el juego transcurría no parábamos de rellenarnos las copas y eso que ya íbamos bastante cargados. Las dos siguientes manos las perdió ella y se quedó tan sólo con las bragas. Aunque no era la primera vez que veía sus pechos los observaba como si lo fuera, ella se dio cuenta y se los agarró y comenzó a masajear preguntándome:
- ¿Te gustan?
- Como no iban a gustarme, tienes unas tetas bien puestas.
Aquello estaba llegando mucho más lejos de lo que jamás habría imaginado. La siguiente mano la perdió Bea deshaciéndose de sus bragas, tenía el pubis un poco recortado pero con bastante bello, para ver sus tetas debería esperar, sabía que eran el premio gordo y las reservaba para el final. Mi prima entró en una racha de mala suerte y se quedó en bolas, estaba borrachísima, bailaba y saltaba desnuda en el centro del salón. Hubo que redefinir las normas para que las personas sin prendas pudieran continuar jugando a cambio de realizar una prueba elegida por el ganador de la mano, aquello se estaba poniendo de lo más interesante.
Rocío fue la segunda en quedarse desnuda, iba casi tan pedo como Clara, se quitó las bragas y me las lanzó a la cara. Tenía el sexo depilado por completo, se le veían perfectamente los labios, era la clase de coño que a uno menos le molesta comer. También perdió la siguiente mano y fue la primera en realizar una prueba, como la ganadora había sido Amaya le encargó que se sentara sobre mí y se moviera de manera sugerente. Se sentó sobre mi paquete y empezó a moverse, el resto miraban atentas, aquello era demasiado, me estaba calentado.
- Hay algo por ahí abajo que tiene vida - Dijo Rocío sonriendo.
El resto se rieron, yo empecé a subir mis manos por su cintura para alcanzar sus pechos, pero ella me las sujetó. Cuando se levantó se me notaba una gran erección, ellas me señalaban.
- Es que Rocío se mueve muy bien - Dije yo, que no podía disimilar de ninguna forma.
Amaya perdió la siguiente mano se bajó un tirante del sujetador, luego el otro, hasta que se lo quitó, estuvo un buen rato tapando sus pechos con las manos hasta que repartieron cartas de nuevo y las recogió. De todas las chicas era la que tenía unas tetas más bonitas, redonditas, con los pezones desafiantes apuntando al frente, me moría por comérselas. La siguiente prueba la realizó Clara, Bea le ordenó introducirse un rotulador por la vagina, ella se sentó sobre la mesa y, con gran facilidad, se introdujo el rotulador casi por completo.
- No es la primera vez ¿verdad? - Dijo Bea.
Clara sonrió. Ya quedaban pocas prendas por quitarse, habría que estirar la situación para ver el mayor número de pruebas posible que cada vez eran más subiditas de tono. Por fin llegó el momento en que perdió Bea, se desabrochó el sujetador y con sus manos sujetó, como pudo, sus enormes pechos. Se puso en pie y soltó las manos, sus tetas cayeron un poco por efecto de la gravedad y salieron a la vista sus enormes pezones, del tamaño de las galletas María. Todos nos quedamos impresionados, creo que ni las chicas habían visto antes unas tetas así. Se sentó de nuevo, apoyando las tetas sobre la mesa, menuda imagen.
Rocío perdió y tuvo que realizar su segunda prueba: comerle las tetazas a Bea. Se acercó a ella y comenzó a lamérselas como una vaca, luego succionaba sus pezones. Parece que Rocío disfrutaba, es más antes de terminar la prueba se las tocó bien con sus manos.
La siguiente prueba la tuvo que realizar Bea, Amaya le encargó que me estrujara la cara con sus pechos. Me acerqué a ella, arrimé mi cara a aquellas enormes tetas y ella comenzó a apretujarme la cara contra ellas. Eran muy blanditas, me cubrían la cara por completo, yo trataba de chuparlas y darles mordisquitos. Me la imaginaba a cuatro patas y agarrando aquellos pechos. Cuando la prueba se terminó Clara me preguntó:
- ¿Qué tal la experiencia?
- Envolvente - Respondí.
Las chicas sonrieron, una de las botellas se terminó y Amaya fue a la cocina a por otra. Su culo se alejaba por la puerta hacia el pasillo, que vista. Aquello era más de lo que jamás habría imaginado, estaba rodeado por cuatro chicas casi desnudas.
Regresó Amaya y continuó el juego, esta vez perdió Clara y le ordené tumbarse sobre la mesa y dejar que todos le metiésemos mano. El cuerpo de Clara estaba cubierto por montones de manos, estaba disfrutando mucho. Sus amigas disfrutaban de la experiencia lésbica, Amaya jugueteaba con sus pezones, Rocío le masturbaba, Bea le acariciaba y yo le besaba. Con menudo grupo de golfas me había ido de vacaciones, que suerte la mía, se les notaba deseosas de nuevas experiencias.
Reanudamos la partida y perdí yo debía quitarme los calzoncillos. Las chicas chocaban las palmas, habían conseguido lo que querían, a esas alturas yo la tenía morcillona. Me levanté y, sin pensarlo, de un tirón me bajé los bóxer, ellas aplaudieron. Permanecí de pie un rato para que me observaran, bailaba suavemente, mi pene se bamboleaba, mi prima Clara que estaba justo a mi lado me la tocó un par de veces.
- Bueno, ¿era cómo os habían contado? - Pregunté sin pudor.
- ¡Vaya rabo! - Dijo Bea.
- A mi me gustaría probarlo - Añadió Clara.
Mi prima es de las que no se cortan un pelo en sus comentarios, de las cuatro era sin duda la más liberal.
- Yo ya lo he hecho - Dijo Rocío en un ataque de sinceridad.
Todas desviaron la mirada hacia Rocío, que sonreía.
- ¿Es cierto? - Preguntó Amaya.
Rocío no respondía y yo dije:
- Tal vez Rocío no os ha contado todo lo que ha sucedido en el baño.
Las chicas se quedaron muy sorprendidas, no sé qué pensarían que había pasado porque en realidad no había sido gran cosa, pero decidí no desvelarles el misterio.
- Vaya, mira como se calla, la que tiene novio - Reprochaba Amaya.
Parecía como si Amaya estuviera molesta cuando en los días pasados apenas me había hecho caso.
- ¿Qué os parece si continuamos el juego hasta que Amaya pierda su última prenda? - Preguntó Bea.
- Por mi bien, así podremos mandarle algunas pruebas a mi primo - Dijo Clara.
Rocío también votó a favor, mientras que Amaya y yo en contra. Por un lado me apetecía mucho verla completamente desnuda, pero por otro a saber qué clases de pruebas tendría que realizar si perdía.
El juego continuó y le tocó realizar la prueba a mi prima, Rocío le encargó sentarse sobre mí y moverse sugerentemente. Ahora todo era más complicado, yo no tenía ropa interior, ella se puso a horcajadas sobre mí mirándome a la cara y empezó el espectáculo. Su sexo se restregaba con el mío, ella subía y bajaba mientras gemía como si me follara de verdad. Yo le tocaba sus tetillas.
- ¡Qué sois primos! - dijo Bea.
A mí se me estaba poniendo durísima, de hecho temía que en uno de sus movimientos se la metiera. Cuando estuvo en todo su esplendor mi polla asomaba entre sus muslos. Ella también estaba cachondísima porque al levantarse vi que algo me había mojado.
Las chicas no dejaban de mirar mi pene erecto, a esas alturas ya me daba igual. La siguiente mano la perdí yo y Rocío me ordenó que le comiera el coño.
- ¡Qué lista! Eso no vale - Dijo Clara.
Se tumbó sobre la mesa y yo me acerqué hasta su sexo para darle placer, combinaba la acción de mi legua con mis dedos, trataba de estimularle el punto G. Ella se retorcía de placer y me agarraba la cabeza, lubricaba una barbaridad. Cuando pasó el tiempo establecido para la prueba, me incorporé, me acerqué a su cara y le di un beso con lengua.
Retomamos el juego y perdió Bea, Rocío había ganado esta mano y dijo:
- Te devolveré el favor, Bea cómele la polla.
No me podía creer lo que estaba oyendo, el juego había alcanzado ya otra dimensión. A juzgar por la cara que puso Bea no le hizo mucha gracia. Se acercó a mí, se arrodilló, y empezó a hacer los deberes, cogió mi polla con sus manos y comenzó a darle lametazos. Se la notaba inexperta, no lo hacía demasiado bien. Sujeté su cabeza con mis manos y la empujé hacia abajo para que se la introdujera en la boca y succionara de verdad, aquello mejoró un poco, pero en seguida se terminó el tiempo de la prueba. Y me quedé allí con la polla llena de babas.
- Si alguna quiere terminar lo que han empezado - Dije yo sin muchas esperanzas.
Mi prima se levantó como un resorte, se arrodilló, cogió mi polla y se la introdujo en la boca. Como la mamaba, era increíble, ella sí que sabía, se le notaba una gran experiencia. El resto observaban el espectáculo atónitas. Estaba ansiosa de rabo, se lo introducía en la boca casi por completo, yo me dejaba hacer. Rocío se levantó de su silla y se puso junto a mi prima a mamármela a dúo, aquello era increíble, dos chicas se disputaban mi polla.
Bea y Amaya se levantaron y se acercaron a nosotros para contemplar mejor la situación. Nunca antes había disfrutado tanto, aguanté mucho más de lo que jamás habría imaginado, tal vez por el alcohol. Cuando noté que me iba a correr lo advertí, Rocío separó su cara de mi polla. Clara seguía mamándola hasta que notó mi semen y se la sacó de la boca, escupió el semen y continuó con las manos hasta que terminé de correrme. Tenía una cara de puro vicio, el resto permanecían inmóviles, atentas, tratando de aprender cómo dar tanto placer. Yo estaba recostado sobre la silla, exhausto.
- Bueno, se terminó el juego - Dijo Amaya.
- De eso nada, aún no has perdido todas las prendas - Añadí yo.
Amaya permaneció unos segundos pensativa, se acercó a mi oído y me dijo:
- Quítamelo tú.
Acerqué mis manos a su trasero cogí la goma del tanga y se lo fui bajando lentamente, tenía su sexo a unos centímetros de mi cara, lo llevaba perfectamente depilado con una pequeña tira de vello. Amaya y Bea recogieron sus prendas, me quitó el tanga de mis manos y se marcharon a dormir. El sofá cama estaba abierto y Clara y Rocío descansaban sobre él medio adormiladas.
- Bueno chicas, por hoy ya ha sido suficiente, si me dejáis - Dije yo.
- Nosotras nos quedamos aquí contigo - Añadió Rocío con cara de pícara.
Me puse los bóxer. Clara estaba ya dormida y yo me estaba mosqueando:
- Es muy tarde, quiero dormir.
- No seas tonto, quítatelos estarás más cómodo - Dijo Rocío sonriendo.
Al final accedí y me acosté con las dos, qué tenía que perder. No llevaba ni un minuto en la cama cuando noté que Rocío me chupaba la polla, esta chica era insaciable. Clara dormía como un tronco. Ella se acercó y me dio un morreo, yo me levante a por un condón que llevaba en la cartera, menos mal que la persiana no estaba bajada del todo y, aunque poco, algo se veía.
Regresé a la cama y tiré el condón sobre las sábanas. Ella continuó chupándomela hasta que se me puso a tono -le costó bastante más de lo habitual-y entonces me colocó el preservativo. Le levanté las piernas y se la metí poco a poco, yo lo deseaba tanto. Se la metía y se la sacaba lentamente, por su cara de placer sabía que no la estaba haciendo daño. Ella lubricaba muy bien -ya lo había comprobado antes- por lo que no tardé en acelerar el ritmo, sus tetas se movían arriba y abajo.
Estuvimos así un buen rato hasta que bajé sus piernas y me puse sobre ella, ella me rodeaba con sus brazos. Yo miraba a Clara temiendo que se despertara, pero como el colchón estaba partido en dos, su lado de la cama ni se movía y con el pedo que llevaba dormía como un tronco. Me movía arriba y abajo sin parar de metérsela.
Cambiamos de posición, me tumbé bocarriba y ella se colocó de rodillas sobre mí, cogió mi pene y se lo introdujo lentamente, ahora ella llevaba las riendas. Se movía muy bien, no muy rápido, con ritmo. Sus pechos se movían arriba y abajo, yo estaba en la gloria y ella disfrutaba. A veces su trasero golpeaba mis muslos, quería sentir toda mi polla dentro. Ella se cansó y se sentó a los pies de la cama, aguantó mucho más de lo que imaginaba, entonces me levanté y le di un largo beso.
La cogí en brazos para llevarla hasta una pared donde la recosté. Levanté una de sus piernas y con la otra mano me ayudé para penetrarla de nuevo, comencé a follarla a buen ritmo. Su cara era puro placer, con las manos me acariciaba el culo mientras me susurraba al oído: "pensé que este momento nunca llegaría".
No aguanté mucho en esa postura, es agotadora, se la saqué y ella se puso a cuatro patas, yo me acerqué por detrás e intenté metérsela un poco por el culo.
- No, por ahí no - Me dijo ella enfadada.
Continué follándomela por el otro agujero, cuando noté que estaba próximo a correrme empecé a embestirla con fuerza, como un animal, hasta que eyaculé. Me recosté en la pared, estaba exhausto. Ella también se sentó, se acercó a mi oído y me susurró:
- Ha sido increíble.
Fui al baño para lavarme un poco, cuando regresé a la cama Rocío también se había dormido, me tumbé como pude entre ellas dos.
A la mañana siguiente cuando me desperté estaba solo, se oían voces, las chicas estaban discutiendo en la cocina, salí al pasillo para escuchar lo que decían.
- Anoche se nos fue todo de las manos - Dijo Amaya.
- Un poco, pero lo pasamos bien - Dijo Rocío, la que más había recibido.
- Han pasado cosas bastantes fuertes - Añadió Bea.
- Lo normal entre chicas y chicos de nuestra edad - Dijo Claudia.
- ¿Lo normal? ¿Te has visto? Vas en pelotas por la casa como si tal cosa, esperas que esto continúe - Dijo Amaya.
- ¿Por qué no? Tú lo que pasa es que eres una estrecha y envidias a las que sabemos disfrutar - Añadió Clara.
- Bueno chicas tranquilizaros - Dijo Bea.
-¿Yo estrecha? Lo que no soy es una puta, antes intuíamos lo que hacías y ahora lo hemos comprobado. Creo que lo mejor es que él se vaya- Dijo Amaya.
-¿Qué se vaya? Se irá si yo lo digo que para eso es mi casa- Añadió Clara.
- Pues me marcho yo - Dijo Amaya y abandonó la cocina cerrando de un portazo.
Cuando me vio en el pasillo me dirigió una mirada odio, como si yo fuera el culpable de todo lo sucedido. Salí tras ella para hablar, cuando llegué a su habitación estaba tumbada sobre la cama llorando.
- Amaya, tranquilízate - Le dije.
- Vete - Me dijo ella.
- Lo que sucedió anoche no es una situación muy normal, pero tampoco hagas una montaña de un grano de arena - Añadí yo.
Ella quería con todas sus fuerzas que aquello no hubiera pasado, su forma de pensar era mucho más tradicional de lo que pensaba y se martirizaba por lo sucedido.
- Fue algo que surgió, por el alcohol o por lo que sea. Nada más. No arruines vuestras primeras vacaciones juntas, si alguien se tiene que ir me voy yo - Dije yo.
No obtuve respuesta, continuaba llorando sobre la almohada, abandoné la habitación y fui a la cocina para hablar con el resto. Continuaban discutiendo.
- Yo creo que Amaya tiene razón, lo de anoche fue demasiado - Dijo Bea.
- No esperaba esto de ti, ahora te pones de su parte - Dijo Clara.
- Yo he venido aquí a pasármelo bien, y me lo estoy pasando, al que no le guste que no mire - Dijo Rocío que, por sus palabras, quería que aquello no acabara.
- Yo si Amaya se va, me voy con ella - Dijo Bea.
- Me parece que estáis desaprovechando una gran oportunidad. Tenemos un tío para nosotras solas, en estos días podríais aprender muchísimo - Dijo Clara.
- Clara, yo tengo novio y, a diferencia de ella (refiriéndose a Rocío), sí me importa - Añadió Bea.
Cuando entré a la cocina me encontré a Clara completamente desnuda, Rocío estaba en topless y Bea llevaba puesto el pijama. Estaba claro quiénes eran más liberales.
- ¡Hola chicas! ¿Qué sucede? - Me hice el tonto, como si no supiera nada.
- Algunas que están escandalizadas por lo que sucedió anoche - Se apresuró a contestarme mi prima.
- Lo de anoche fue algo que surgió, fuera de lo normal - Dije yo.
- Díselo a Amaya, que quiere volverse a casa - Dijo Bea.
- ¿Y eso? Yo no quiero arruinarles las vacaciones, si alguien se tiene que ir me voy yo - Añadí yo.
- De eso nada, la estrecha si quiere que se vaya, tendrá que confesarse después de lo ocurrido - Dijo Clara en tono jocoso.
- Tú no has hecho nada malo, por qué deberías irte - Dijo Rocío.
- No hay nada de malo en la desnudez, ni en practicar sexo si te apetece, será mejor disfrutar ahora que puedo de este cuerpo que Dios me ha dado - Dijo Clara.
- Está claro que no nos vamos a poner de acuerdo, no tiene mucho sentido continuar las vacaciones así. Amaya y yo nos vamos - Dijo Bea.
- ¡Pero Bea! - Dije yo.
- Está decidido - Dijo Bea y salió de la cocina.
Mi prima se mantenía firme en su postura:
- El que quiera que se quede, el que quiera que se vaya, nosotros no echamos a nadie pero nadie me dice lo que tengo o no tengo que hacer.
Pasado un rato fui a hablar con ellas para ver si las podía convencer de que no se marchasen pero no lo conseguí, me explicaron que no se iban por mi -o al menos eso decían- si no por Clara y Rocío porque estaban enfadadas con ellas, no solo de ahora si no que venía de atrás, últimamente las cosas no iban bien entre ellas y aquello, en vez de mejorar, había estallado. Yo no tenía nada que perder y no quería inmiscuirme en sus asuntos. En menos de una hora Bea y Amaya salían por la puerta con sus maletas sin ni si quiera despedirse.
Era ya tarde así que pedimos comida china para comer, cuando llegó el repartidor Clara abrió la puerta en pelotas, yo estaba allí junto a ella, como le gustaba provocar. Me daba la impresión de que lo que había sucedido hasta ahora no era nada con lo que podía suceder, Clara no tenía límites. El chino se quedó impresionado, mirándola de arriba abajo, con una sonrisa en la boca.
- Cómo eres, te encanta provocar - Le dije.
- Aún no sabes de lo que soy capaz - Dijo ella.
Si la noche anterior había sido increíble, los próximos días se antojaban aún mejor. Mientras comíamos en el salón Clara dijo:
- Bueno te has quedado aquí para cumplir. Que sepas que somos insaciables, no nos conformamos con menos de un par de polvos cada día- Dijo Clara.
Rocío sonreía y añadió:
- No te preocupes, por experiencia te digo que cumple de sobra.
Ahora el que sonreía era yo, parecía que me había convertido en su esclavo sexual lo cual no me disgustaba.
- Cuenta, cuenta, así que en el baño - Dijo Clara.
- No no, anoche, en el sofá mientras dormías - Añadió Rocío.
- ¡Ya os vale! Como me estoy poniendo - Dijo Clara.
- Que conste que yo no quería, pero ella se empeñó - Dije yo.
- Pobrecito, si tu lo estabas deseando, es normal a nuestra edad sólo se piensa en follar - Añadió Rocío.
Creí que era sólo yo, pero ellas dos estaban todavía más deseosas que yo.
- Bueno, pues como me llevas uno de ventaja - Dijo Clara.
Antes de que acabara la frase ya me estaba comiendo la boca, bajó la lengua por mi torso desnudo, me sacó la polla y se la metió en su boca casi por completo. Era la segunda vez que disfrutaba de sus impresionantes mamadas, a pesar de su edad ya se debía haber comido unas cuantas pollas, llegué a sospechar que era ninfómana porque no era normal. Se incorporó, menos mal que lo hizo porque no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar, me cogió de la mano y me llevó al sofá, allí se tumbó, se abrió de piernas y me dijo:
- Ahora te toca a ti.
Rocío comía como si aquello fuera lo más normal del mundo, a Clara le encantaba tener público, entre ellas gozaban de una gran complicidad. Me agaché y comencé a chuparle su sexo, me esmeré cuanto pude aunque seguro que no tenía la misma habilidad que ella con la lengua. Cogí el último preservativo que me quedaba en la cartera y allí mismo comencé a penetrarla, a pesar del grosor de mi pene le entraba sin dificultad, aproveché cada cm de mi polla no quería defraudarla. Se la notaba que tenía bastantes tablas, permanecí un buen rato dándole en esta posición hasta que en una de las embestidas se me salió, ella se puso en pie y me agarró de la polla para acercarme, yo me agaché un poco y ella me dio un largo beso.
Me empujó para que me sentara en el sofá y ella se colocó encima de mí y, casi sin darme cuenta, me colocó el pene en su vagina y comenzó a follarme. Llevaba muy bien las riendas, se movía genial, subía y bajaba con rapidez. Sus pequeños pechos apenas se movían, en ocasiones se detenía sobre mis muslos y se contoneaba, le gustaba sentir toda mi polla, era una alumna avanzada. Aguantaba y aguantaba en esta postura, le gustaba de veras, al final eyaculé. Ella por el aspecto de mi cara se dio cuenta, pero continuó subiendo y bajando, estaba en la gloria.
Se paró y se quitó de encima de mí, se agachó y retiró el preservativo con sus manos, el semen chorreaba a lo largo del tronco de mi polla. Ella empezó a chuparlo como el que come sirope, tenía la boca llena de semen y jugueteaba con él, le chorreaba por la barbilla. Yo me recosté en el sofá, había sido un gran polvo.
Clara abandonó el salón, iba a dormir un poco. Yo decidí darme un baño, cuando llevaba unos minutos en el agua apareció Rocío. Traía unas copas con hielo y una botella de licor, me dijo:
- Vengo en son de paz, me apetece estar contigo.
Se quitó las bragas y se metió en la bañera, me sirvió una copa de licor.
- Menos mal, porque estoy agotado.
No había terminado la frase cuando ya tenía su mano en mi mango.
-Aunque podemos jugar - Añadió ella.
No follamos, por increíble que parezca yo no tenía ganas, pero me lo pasé muy bien. Besaba genial y sabía cómo jugar, creaba una tensión sexual increíble, era una cachonda.
Durante los días siguientes no dejaron de sucederse las situaciones morbosas y las escenas de sexo. Nunca olvidaré aquellos días.