Vacaciones con Alfonso en Ibiza (2)

Perdonad la tardanza pero me ha costado mucho escribir este relato. María sigue disfrutando de las vacaiones. Esta vez en la terraza de los vecinos y el barco de un amigo.

VACACIONES CON ALFONSO II

Cuando nos levantamos de la cama, ella volvió a salir totalmente desnuda. Después del desayuno, se puso en la terraza a tomar el sol. Enseguida se asomó el vecino de arriba y poco después su mujer, Raquel, y estuvieron los tres charlando. El vecino no quitaba el ojo de María, que hablaba con ellos sin preocuparse de tener a la vista sus hermosas tetas y su coño embellecido por una fina tira de pelillos cortos en el pubis y con la raja totalmente rasurada. Hacia mucho calor, lo que provocaba que sus pezones estuvieran dilatados y la humedad del sudor diese un brillo sensual a sus genitales.

Raquel le dijo a María que tenía un precioso cuerpo y le parecía fantástico que tomase el sol desnuda sin importarle que la viesen. A ella le gustaba tomar el sol en topless, solo que lo hacía en privado porque le daba corte que la viesen. Después de un rato de charla, invitó a María a su terraza para seguir hablando mientras se bronceaban. María les dijo que antes tenía que recoger un poco el apartamento, a no ser que alguien lo hiciese por ella. Mientras, me miraba con ojillos de gata y abría las piernas ofreciéndome el premio que tendría si hacía yo las labores. Así que no me pude negar y le dije que subiese si quería, mientras yo me quedaba terminando de recoger la casa. Con una pequeña faldita-pareo como único atuendo subió a la terraza de nuestros vecinos.

Yo me puse rápidamente a limpiar el apartamento y cuando le tocó el turno al baño, encontré la cámara digital de Alfonso. No pude resistir la tentación de curiosear las fotos que había sacado nuestro amigo. Las primeras eran de compañeros del trabajo, pero enseguida aparecieron las que nos hicimos con él cuando llegamos a la isla y claro, María salía en casi todas. En las primeras con un vestido corto, pero unas pocas más adelante ya se la veía en la playa con las tetas al aire. Me sorprendió la cantidad de fotos que había hecho Alfonso de mi chica en topless, en algunas posando sola o con alguno de nosotros dos. Pero también había algún primer plano de las tetas y otras tomando el sol en la terraza o dentro del apartamento con los pechos al aire. Lo curioso es que varias estaban hechas desde el salón, cuando se supone que estaba durmiendo.

Esas debieron ser las que enseñó a los compañeros de trabajo, porque en las siguientes aparecía con ellos. Pero las mejores eran las siguientes, las del día anterior. Después de que yo le despertase y ver a María tomando el sol con las tetas y el coño al aire, Alfonso no se limitó a mirar y aprovechó para hacerle un montón de fotos. La sacó en todas las posiciones y consiguió unos primeros planos de su vagina que podrían publicarse en una buena revista porno. Quizás esas fotos eran el motivo de que la cámara estuviese en el baño. Las últimas imágenes eran con sus compañeros en la discoteca y me quedó la duda de si también les habría enseñado las fotos que había hecho a mi chica por la mañana.

No quería que nuestro amigo pensase que era un fisgón, así que dejé la cámara donde la había encontrado y seguí con la labor. Cuando estaba limpiando la terraza, María se asomó para preguntarme si me quedaba mucho. Estaba totalmente desnuda, sin importarle que la viesen desde las demás terrazas e incluso desde la calle. La perspectiva desde abajo hacía que destacasen aún más sus encantos. Su raja lucía en todo su esplendor y sus tetas brillaban desafiantes. Estaba mojada, tenía el pelo empapado y por su piel resbalaban gotas de agua. Me dijo que los vecinos tenían una ducha en la terraza que era una gozada y que se iba a tumbar a tomar el sol. Además Raquel, que por cierto estaba bastante buena, dijo que iba a tomar el sol en topless, así que me di prisa en acabar para subir a disfrutar con mi novia y los vecinos.

Cuando por fin pude subir, me llevé una gran sorpresa, pues fue María la que, totalmente desnuda, me abrió la puerta. Cualquiera que hubiese llamado podría haberla visto así, pero a ella parece que no le preocupaba. Encima me recibió con un "ah, eres tu. Que rápido has terminado". Debí poner cara de extrañeza, porque al momento añadió "Es que como Raquel está en topless y Tomás en el baño, pues he salido yo a abrir". Que situación, mi chica abriendo la puerta totalmente desnuda porque Raquel estaba en topless.

-"Osea, que hubieses preferido que fuese otro el que llamaba para lucirte ¿no?". Le dije.

-"Ja, ja, ja. Me has pillado". Respondió ella.

Cuando entramos a la terraza, Raquel estaba tumbada boca abajo sobre la hamaca. María estaba haciéndoles unas fotos antes de que yo llegase y, cuando volvió Tomás, siguieron con la sesión, aunque su mujer, antes de darse la vuelta, se puso la parte de arriba del bikini; que decepción. Ellos posaban, mientras mi chica disparaba la cámara desde distintos ángulos. Esto le obligaba a adoptar posiciones muy llamativas, como ponerse en cuclillas, ofreciéndoles una hermosa estampa de su coño totalmente abierto.

Cuando terminaron, Tomás me dijo que si quería tomar una cerveza. Yo acepté y los dos entramos a la cocina a por ella. Mientras disfrutábamos de los primeros sorbos y aprovechando que las mujeres no nos oían, estuvimos un rato de charla.

-"Te tengo que felicitar, tienes una novia muy simpática, y por no decir lo buena que está".

-"¿Y no le importa a tu mujer que la veas con las tetas y el coño al aire?".

-"No, dice que tu chica se desnuda con total naturalidad, sin malicia. La verdad es que tiene un cuerpo precioso y hace bien en enseñarlo. Es una gozada ver desnuda a una chica así, tan joven y bonita. Tiene un coño y unas tetas maravillosas".

  • "Je, je, je. Gracias. A ella le encanta que le digan esas cosas, es muy coqueta."

-"Te tengo que confesar algo, espero que no te moleste. Cuando ha subido, después de desnudarse, se ha puesto boca abajo y me ha pedido que le dé crema, y bueno, como no, se la he dado. El caso es que también se la he extendido –Tomás se puso algo apurado- en el culo. Eso si, por delante se la ha dado ella".

-"No te preocupes. Eso no tiene importancia. Hace ya años que nuestros amigos le dan crema en el culo y las tetas, sin que ella diga nada. Así que la próxima vez aprovecha, que no pasa nada".

-"Je, je, no lo dudes".

Apuramos las cervezas y volvimos a la terraza. Allí estaban las dos tomando el sol. Raquel estaba boca arriba, con el bikini completo, aunque debo reconocer que tenía un buen cuerpo y el bikini era más bien pequeño, tanto que por los laterales de la parte de arriba se podía adivinar la sombra de los pezones. María estaba boca abajo presumiendo de buen culo y con las piernas ligeramente abiertas, permitiendo una sensual visión de su vagina depilada.

Mientras tomábamos el sol estuvimos charlando. Nos contaron que llevan varios años yendo a Ibiza y que siempre alquilan ese apartamento. Yo le comenté que seguro que había visto a muchas chicas tomando el sol en nuestra terraza. El reconoció que le gustaba mucho mirar cuando había alguna vecina joven tomando el sol y que la mayoría lo hacía en topless. Raquel dijo que a ella no le importaba, porque eso le animaba a estar más fogoso con ella. Yo le pregunté si le pasaba lo mismo con María y ella contestó que aunque alguna otra había tomado el sol desnuda en esa terraza, ninguna le había puesto tan cachondo como mi novia.

Todos nos reíamos, aunque Tomás parecía algo apurado y avergonzado por lo que contaba su mujer. A María le halagaba lo que oía y dijo que era un todo un cumplido que él se excitase mirándola. "Pues nada, a ver si hoy echáis un buen polvo", dijo riendo, a la vez que separaba las piernas mostrándole con picardía el coño abierto. Yo alucinaba con la escena, a Tomás se le salían los ojos y a su mujer le hizo gracia. Entonces Raquel preguntó a mi chica a ver que era lo que más le excitaba a ella. María, que seguía exhibiéndose con coquetería, dijo que ella siempre había soñado con tomar el sol desnuda en un barco.

Tomás hizo un gesto de alegría y dijo que un amigo suyo tenía un yate y que si le llamaba seguro que nos daba una vuelta, aunque claro, su amigo también la vería desnuda. María contestó que no le importaba y nuestro vecino telefoneó a su amigo. En cuanto estuvo al tanto del plan, no puso ningún reparo, y quedamos para esa misma tarde.

Después de pasar con nuestros vecinos un par de horas, decidimos bajar a nuestro apartamento, pues Alfonso se levantaría enseguida para comer. Eso si, quedamos con Tomás y Raquel en volver a tomar el sol a su terraza. María se puso la faldita con la que había subido y bajamos al apartamento. No se molestó en ponerse nada para taparse las tetas mientras preparábamos la comida. Solo pasaron unos minutos cuando nuestro amigo salió del salón y se sentó en la cocina para comer.

Alfonso no perdía detalle de todo lo que ella hacía. María estaba muy sexy y al moverse por la cocina sus senos se balanceaban con mucha sensualidad. Cuando iba a colocar los cubiertos, algunos se le cayeron al suelo. Sin pensarlo, se agachó de espaldas a nosotros a recogerlos, mostrándonos su coño por detrás. Cuando se levantó se dio cuento de que la mirábamos con cara de asombro y preguntó si se le había visto algo.

Aunque le contestamos que no, ella salió de la cocina y fue a ponerse un tanga, aunque a cambio se quitó la faldita. Así no había peligro de que Alfonso la viese el coño, pero al estar más confiada se agachaba sin ningún cuidado. No se daba cuenta de que el pequeño tanga apenas tapaba nada y por los lados de la tela asomaban los labios de la vagina.

Durante la comida le comentamos a Alfonso que por la tarde íbamos a ir a dar una vuelta en barco con los vecinos. Lo comprendió perfectamente y quedamos en ir el día siguiente con él a conocer alguna cala.

Nada más comer, pasaron Tomás y Raquel a buscarnos para ir hasta el puerto. Tomás nos llevó en un todo terreno que había alquilado. Yo iba en el asiento del copiloto, y las dos mujeres detrás. Como el asiento trasero quedaba algo alto y María llevaba un vestido de verano sin ropa interior, su coño quedaba perfectamente a la vista. Además ella estaba tan contenta y excitada por el plan que teníamos que nos lo enseñaba sin ningún reparo. Incluso una tira del vestido se le desplazó dejando al descubierto un pecho y así estuvo hasta que llegamos al amarre del barco.

Allí nos esperaba el amigo de Tomás, Juan, con su mujer, Clara. Tenían unos 40 años. El estaba bien conservado, aunque con algo de barriguilla, sin llegar a estar gordo. Ella estaba realmente buena, más bien con carnes y unas tetas bastante generosas. El estaba en bañador y ella llevaba un bikini de flores. Yo no entiendo de buques, pero me pareció un barco de recreo bastante grande, con asientos en la parte trasera, una cabina con los mandos y una zona delante donde se podía tomar el sol. Dentro tenía un pequeño cuarto.

Nos invitaron a subir y, después de las presentaciones, Juan puso en marcha el motor y dirigió el barco hacia la salida del muelle. Antes de salir del puerto, Clara se quitó la parte de arriba del bikini y nos dijo que nos pusiésemos cómodos. Raquel se quitó el vestido quedándose en bikini y Tomás y yo nos quedamos en bañador. Por fin, María se quitó el vestido y se quedó completamente desnuda. Juan no perdió detalle, pero fue su mujer la primera en alabar los encantos de mi novia:

-"Tomás, nos habías dicho que tu amiga era muy guapa, pero es que encima tiene un cuerpo precioso y es atrevida para enseñarlo –añadió mientras María se sonrojaba-. Es genial que las chicas jóvenes con buen cuerpo lo luzcan".

Después de tomar el rumbo que quería, Juan dejó los mandos y nos puso unas bebidas. Estuvimos un rato charlando en los asientos de atrás y casualmente, Juan se sentó frente a María. Ella estaba encantada, sentada con un pie en el suelo y el otro sobre el asiento, sin preocuparle la extraordinaria estampa que ofrecía del coño a nuestro amable anfitrión. Por supuesto, él no perdía detalle.

Después de un rato de charla, mi chica nos dijo que, si no nos importaba, iba a tomar el sol a la parte delantera del barco. Los demás seguimos de charla, aunque debo confesar que yo me distraía mirando las hermosas tetas de Clara, que ella sabía lucir con coquetería. Poco después Juan dijo que iba a controlar los mandos del barco. La cabina y la parte delantera estaban algo más elevadas que la parte de atrás del barco, así que desde los asientos no se veía lo que pasaba allí. Por eso Tomás dijo en tono de broma:

-"Seguro que Juan está mas atento al coño de María que a los mandos"

-"A ver si tenemos un accidente", insistió Clara riendo.

Después de un rato de charla fui a ver como era la cabina del barco. Lo primero que ví fue como María tomaba el sol con las piernas abiertas orientadas hacia la cabina, mostrando despreocupada el coño a Juan, que no se dio cuenta de que yo subía. Mientras la miraba, se tocaba la entrepierna por encima del bañador. Cuando sintió mi presencia, retiró la mano rápidamente, aunque no pudo disimular una pronunciada erección.

Yo preferí comportarme con naturalidad y le me interesé por los aparatos que tenía el tablero de mandos del barco. Juan me explicaba como podía el funcionamiento de aquellos chismes mientras a un metro veíamos el coño abierto de María. El sol lo iluminaba de frente y realzaba su brillo, destacando la fina tira de pelillos que decoraban su pubis. Estaba tumbada sobre una toalla con los brazos estirados detrás de la cabeza, de manera que las tetas caían levemente a ambos lados de su pecho. Los pezones estaban dilatados por el calor, grandes y sonrosados, confundiéndose con su piel bronceada.

Entonces subió Tomás a la cabina y al ver aquello se sorprendió, pero no pudo evitar hacer un comentario.

-"Joder, que buena vista hay desde aquí"

-"Pues si, hoy sin duda tengo la mejor vista desde que compré este barco", añadió Juan mirando a mi chica sin ningún rubor.

-"La verdad es que el día está precioso para navegar", dije yo tratando de rebajar el tono de la conversación con escaso éxito.

-"El día estará precioso, pero tu chica si que está tremenda. Perdona si me paso, pero tiene unas tetas y un coño que están para comérselos", fue lo siguiente que dijo Juan.

Entonces ella se incorporó y se puso de rodillas delante del cristal. Estaba recolocándose la coleta y el movimiento de sus brazos hacía que sus tetas se balanceasen levemente. Los tres nos quedamos callados mirándola. Cuando terminó de arreglarse la coleta se levantó y vino hasta la cabina.

-"Hola chicos, ¿de que estabais hablando?".

-"De lo atractiva que estás", dijo Tomás entre risas.

-"Juan nos estaba explicando por encima como se maneja el barco", traté de corregir.

-"Que interesante. Ya me podías enseñar a mí también", pidió ella.

Y, como no, Juan aceptó encantado. Con un gesto la indicó que se pusiese ella a los mandos y él la iría explicando como se hacían las maniobras. Como la cabina no era muy grande, ella pasó casi pegada a Juan, que acompañó su movimiento poniéndola la mano en el culo. Ella le dio las gracias, entendiéndolo como un gesto de ayuda. Después, él se colocó detrás, muy pegado, arrimando su entrepierna al trasero de mi novia, y le puso una mano en la cintura, mientras con la otra le iba explicando el manejo de los mandos.

Ella estaba entusiasmada y no se inmutó cuando, en un movimiento del barco, el desinteresado profesor desplazó su mano hasta colocarla sujetando la parte baja de un seno. Ella miró hacia su teta y sonrió con picardía, pero no le dio más importancia. Tomás y yo seguíamos las explicaciones y no perdíamos detalle de cómo Juan discretamente manoseaba a mi novia.

Nos estábamos acercando a una cala y Juan nos propuso darnos un baño. Nos pareció una idea genial, así que echó el ancla y desplegó una escalera para bajar. Clara y Raquel no quisieron bañarse en ese momento, pero a María no le importó darse un chapuzón con los tres hombres. El agua estaba estupenda, así que estuvimos un buen rato bañándonos. Nadando nos acercamos hasta una pequeña cala. Había muy poca gente, ya que por tierra era de difícil acceso. Tan solo dos parejas y un grupo de chicos y chicas, casi todas en topless. Por supuesto cuando llegamos todos se quedaron mirando a María, que parecía disfrutar de que la viesen desnuda. Estaba muy contenta y, el tiempo que estuvimos allí, no dejó de ir de un lado para otro mostrando a todos su precioso cuerpo.

Estuvimos un rato jugando en el agua. Ella no paraba de salpicarnos para provocarnos. Tomás y Juan entonces aprovechaban para jugar con ella a peleas y de paso le tocaban el culo y las tetas sin que ella dijese nada. Después les pidió que la levantasen para tirarse al agua. Ellos se agarraban de las manos y ella se sentaba encima para que la lanzasen con fuerza. Por supuesto, los dos ponían las manos hacia arriba para poderla tocar el culo y el coño mientras la lanzaban.

Cuando volvimos al barco, María fue la primera en subir por la escalerilla. Desde abajo, los tres hombres mirábamos con asombro como movía el culo y la espectacular estampa de su coño. Yo preferí ser cortés y me quedé atrás para que nuestros amigos subiesen detrás de mi novia. Juan, que estaba justo debajo de ella, en un gesto de osadía acercó su mano y comenzó a acariciarle la raja. Ella volvió la cabeza asombrada, pero con una sonrisa movió el culo hacia atrás animándole a que siguiese con las caricias. Cuando retiró su mano, Juan se disculpó, "perdona, pero uno no es de piedra".

Ya en el barco, nos invitaron a champán y estuvimos charlando. Después, Juan volvió a la cabina y puso rumbo hacia el puerto. A María le habia gustado como se manejaban los mandos y le pidió que le dejase llevarlos hasta la entrada al puerto. Por supuesto Juan aceptó, aunque por supuesto, se puso detrás de ella para ayudarla y de paso meterla mano. Ella estaba excitadísima, no se si por guíar el barco o porque el amable capitán se pasó todo el viaje tocándola las tetas y el coño. Fue una maravillosa tarde, en la que conocimos a unos amigos con los que disfrutamos de alguna aventura más durante aquellas vacaciones.