Vacaciones a los 40. Primer dia
Empiezan las vacaciones. Y mi deseo por experimentar aumenta. Mis pensamientos vuelan libres y me dejo llevar.
Pasaron unos días y yo seguía sin sacarme aquel bikini de la cabeza. Seguía fantaseando con la idea de verme con un tanga en mitad de la gente. Una tarde que pasaba por el centro me pasé por aquella tienda de bañadores, esta vez sola, y nada más entrar ya me estaba excitando. Me acerqué sin dudarlo a la zona de los tangas y cogí dos, uno con lazos en los laterales y otro que apenas tenía un hilo por la zona trasera. Aparte cogí también un bikini completo y fui directa al probador. Allí dentro me desnudé por completo y me probé los tangas. Si ya me encontraba totalmente acalorada con el primer tanga al ponerme el de hilo la sensación fue aun mayor. Memoricé cada parte de mi imagen en el espejo, girándome para observar aquel culo desnudo. Comencé a acariciar mis pechos duros por la excitación y bajé mis manos hasta la entrepierna que en ese momento me ardía. Comencé a acariciarme frente al espejo, no podía evitarlo, era ya un acto reflejo que me superaba. De repente escuche jaleo de gente que se acercaba a los probadores y me quedé paralizada, quería seguir pero me dio mucha vergüenza que pudieran verme, el probador tenía una cortina y era fácil que se moviera y se pudiera ver lo que hacía. Resignada paré, hice un último repaso de mi cuerpo y sin más me quité esa prenda objeto de lujuria. Después de vestirme di otra vuelta por la tienda y me acerqué al mostrador con un bikini rosa que me gustó, era normal y ni siquiera me lo probé, ese no me motivaba. También llevaba el brasileño que me había probado días atrás y el tanga de hilo, no estaba dispuesta a dejarlo allí.
De camino a casa solo una idea me rondaba en la cabeza. Mi imagen vestida solo con el tanga. Quería llegar a casa y terminar lo que había dejado a medias en el probador.
Después de una paja exquisita, solo quedaba organizar la maleta y empreder el ansiado viaje, que pronto llegó.
Y Ahí estaba yo. En la habitación del hotel, dispuesta para cambiarme e ir a la playa. Con la maleta llena de biquinis mucho más atrevidos de lo normal y sin saber cómo decírselo a mi marido. Me sentía excitada y nerviosa al pensar en esas prendas. Aunque me daba un poco de vergüenza por la falta de confianza con Fernando, también me daba muchísimo morbo la situación.
Sin más cogí el biquini brasileño y el pareo y me fui al baño. Allí me lo puse y el pareo lo até al cuello haciendo forma de vestido con la espalda al aire. Salí y esperé a que Fernando se cambiara ya para irnos. Él se desnudó delante de mí para ponerse el bañador y curiosamente me puse cachonda al verlo así, con todo al aire, en ese momento quise agarrársela y comérsela entera.
Nos fuimos de la habitación directos a la playa, buscamos un sitio y nos tumbamos en la arena. Había muchas chicas en topless y con tanga, tal y como había visto en las fotos y videos. Eso me hizo coger fuerzas para mostrarme con más naturalidad, después de todo la mayoría enseñaba más que yo. Me deshice del pareo y me tumbé en la toalla primero boca arriba, miré a Fernando de reojo para ver si me decía algo o se había fijado en mi prenda. No me dijo nada pero noté que me había visto perfectamente. Después de un rato me di la vuelta, estaba inquieta por ver la reacción de mi pareja que hasta el momento se mostraba indiferente. Ahí estaba yo por primera vez en mi vida mostrando algo a los demás y excitada por hacerlo.
Como mi acompañante no me dijo nada me desabroché la parte de arriba y dejé mi espalda desnuda. Así le pedí que me pusiera crema y al incorporarse para hacerlo pude notar que tenía una erección, aunque intentaba disimularla se lo noté perfectamente. Me puso crema desde los hombros hasta los tobillos, con una leve pasada, como si mi trasero expuesto le hubiera pasado desapercibido, no obstante se detuvo después en el culo, para con detenimiento ponerme protección, ahora sí sacó el tema diciendo que me pondría más crema ahí para que no me quemara, recriminándome que llevaba el culo fuera.
Aunque sus palabras fueron cortantes, notaba por el roce que su erección no bajó y al mismo tiempo no fue contundente en la desaprobación. fué más como una réplica picara, hecho este que me sorprendió y me animaba a avanzar en la aventura. Quería averiguar exactamente que estaba opinando al respecto y el porqué de su erección, si era por las chicas en topless, por que coincidió, o por mí. Así que le contesté que la mayoría de biquinis que había visto eran así o más cortos. Ahora se hacen así repliqué contundente, además mira cómo va todo el mundo, yo soy la más tapada, casi me da vergüenza ir desentonando tanto. Dicho esto comencé a reírme nerviosa.
Su respuesta me dejaba aún más inquieta, porque se mostró tranquilo y dijo: es verdad, todas hacen topless y llevan tanga, quitándose y tumbándose boca abajo para disimular su erección claro está. Ahora estaba más confusa, pensé en otras respuestas y esa me descolocó. Yo quería enseñar todo lo que pudiera y Fernando parecía dar su consentimiento, pero no estaba segura. Dios, no sabía cómo continuar la conversación y lo hice atacando, así si se me giraba el asunto tendría alguna salida. ¿Vamos al agua, o sigues empalmado? Le pregunté. Él, quitándole importancia, me dijo que había sido algo espontáneo, y le recriminé, ¿ah si? ¿y ese acto espontáneo no tendrá nada que ver con las niñas que hay aquí no? ¡A ver si me voy a poner yo a provocar también actos espontáneos! No seas tonta, me recriminó, esas cosas pasan y no es por nada, no hace falta que vayas a provocar nada tu. Bueno vamos al agua concluyó.
Me até la parte trasera y nos metimos en el agua. Me estaba encantando la sensación de ir ligera de ropa, mi culo se movía libre y notaba las miradas de los hombres que intentaban disimular cuando pasaban por mi lado. Nos bañamos relajados y me acerqué a Fernando, le abracé y le besé. Después de unos minutos así le dí la espalda, era como una estampa romántica de pareja, ahora él me rodeaba con sus brazos, pero yo lo que buscaba era pegarle el culo para notar lo que pasaba en su entrepierna, que al rozarse con mi culo suelto comenzó a crecerle. Lo dejé que se pusiera duro pegándome más con disimulo, y una vez noté que estaba empalmadísimo me hice la sorprendida y con un movimiento brusco pasé la mano rápida para tocarle el bulto diciendo: ¿otra vez? Niño estás fatal, no sabía que te gustaban tanto las tetas de la gente, voy a tener que ponerme yo así por que si no…. Si no ¿Qué? Respondió. Pues que estas mirando para todos lados y tendrás que centrarte en mis tetas, no en la de la gente. Él Dijo: no estoy mirando a nadie. Si que estás mirando, si llevas todo el día empalmado, al final voy a tener que comprarme un tanga de hilo y hacer toples para que por lo menos te empalmes conmigo. Y ¿porque piensas que no me empalmé contigo? Me dijo. Pues ¡porque no! Respondí, porque estas mirando a esas chicas, yo voy mucho más tapada y se te van los ojos. Bueno… mucho más tapada no vas! Dijo él, que vas enseñando todo el culo. Bueno, dije yo, aquí es mucho más tapado, a la vista está, que mis tetas están sujetas y mi culo lleva la prenda más grande. Parece que me equivoqué comprando biquini y tenía que coger el tanga de hilo y sin nada arriba, así no desentono que voy llamando la atención con tanta ropa y así tú te fijas más en tu mujer y menos en las de alrededor.
Tras un leve silencio me contestó, bueno lo de desentonar lo has visto ahora pero el culo fuera lo compraste la semana pasada, ¿que veías el futuro? ¿Y por eso lo compraste?
No, le recriminé, no veo el futuro, es que las prendas son así, cada vez más pequeñas y los que había más grandes eran horribles, por eso compré este.
El empezó a irse por las ramas, con cosas como que había visto algunos interesantes, y la conversación se estaba apagando, así que concluí diciendo, bueno, tú no te empalmes más mirando a otras o tendré que enseñar yo más, que parece que no te es suficiente con mi culo.
Salimos del agua y tras secarnos un poco fuimos andando por la orilla para dar un paseo. Yo lo estaba deseando, sobre todo para mostrarme a más gente. Después de unos 30 minutos llegamos a una zona totalmente nudista, lo ví desde lejos pero me quedé callada para no provocar que nos diéramos la vuelta, él tampoco dijo nada. Fuimos avanzando, la gente estaba más dispersa, y yo cada vez más excitada no quería irme de allí. Ahora fue Fernando quien dijo que allí si que desentonábamos los dos. Nos miramos y nos reímos. Le abracé como mostrándome ruborizada por la situación, le besé de forma inocente y pasé mis manos por su culo. Completamente pegados pude notar como empezó a empalmarse de nuevo. Ahora sí que sí tenía la oportunidad perfecta para quedarme con las tetas al aire. Me aparté y rápidamente le separé el bañador viéndole el nabo, completamente tieso. ¡Pero bueno, otra vez! Y dicho esto le metí la mano dentro para agarrarle el cipote con fuerza. Estás empalmadísimo. La tienes muy dura le dije. Y todo por ver a esas tías desnudas. Anda vamos a bañarnos que se te baje eso que así no puedes ir. Y casi tirándo de él lo llevé al agua y nos metimos rápido.
Es una zona nudista, me dijo, no podemos estar aquí mucho tiempo. Ya lo sé, respondí, pero no vas a ir andando ahí todo tieso que vas ridículo.
Nos pusimos con el agua más arriba de la cintura y la persona más cercana estaba a unos 50 metros. Yo estaba ya muy cachonda, y ya no sabía qué mas hacer o decir para acabar enseñando las tetas. Sin más me pegué a él y lo besé de forma apasionada, transmitiendo calentura. Empecé a tocarle el rabo, él también estaba cachondo. Con tanto tiempo empalmado debía estar ansioso por liberarse y así me lo mostraba la forma en que me estaba mirando. Nos alejamos un poco más de la gente y nos cubrimos más de agua para disimular lo que íbamos a hacer. Con disimulo y rodeándolo con mis brazos abrí mis piernas y él apartando el biquini me la fue metiendo despacio. Así permanecimos unos minutos, con unos movimientos leves como adolescentes. Me sentí libre en ese momento y sin más, con el amparo de la situación, la calentura y el lugar propicio me desaté la parte de arriba para después quitármela y sujetarla en mis manos. Por fin con el pecho al aire seguimos follando pegados de frente. Con cada movimiento de cadera mi excitación crecía y quería desinhibirme más. Miré a Fernando, tenía una expresión de lujuria en su mirada y me dio fuerzas para despegarme y ponerme de espaldas a él, en esa posición sí dejaba mis pechos expuestos, y libres. Con la excusa de cambiar la posición, de que me follara desde atrás pude mostrarme libre por primera vez en mi vida y aunque la gente de alrededor guardaba una distancia bastante considerable pude sentirme expuesta y mi cuerpo reaccionó excitándose más y queriendo seguir con el juego.
Con las embestidas leves para no llamar demasiado la atención dejé caer la parte de arriba del biquini que guardaba en la mano y lo único que quería en ese momento es que una ola la arrastrara lo más lejos posible para no encontrarla después. La mente funcionaba sola y la excitación iba en aumento. Quise aguantar un poco, contener a Fernando, así con suerte la prenda desaparecería. Me pegué a él imposibilitando que se moviera, me quedé parada unos instantes para luego volver a girarme de cara. Lo besé y lo dejé empalmado a punto de correrse. Recorrí su pene con mi mano apreciando cada una de sus venas, hinchadas, a punto de estallar y le dije, te voy a dejar así, para que aprendas, y me retiré unos metros. Nos miramos el uno al otro. El calor era ya insoportable y ambos sabíamos lo excitado que estaba el otro. Fernando se acercó, me besó, metió su lengua hasta mi garganta para después decirme que así de caliente no podría quedarse porque sin querer miraría para todos los lados.
¿Cómo? Me hice la sorprendida, pero la situación me excitaba más a mí que a él. Eres un cerdo! Le recriminé.
Tú me has puesto así, me dijo. La solución a mi empalmadera es muy sencilla. Haz que me corra y listo.
Pues me parece correcto pero que pasa conmigo? A lo mejor yo también necesito correrme?
Esto hizo que se acercara, me diera la vuelta, empezara a meterme los dedos en el coño desde atrás, rozando con fuerza mi culo para luego metérmela si dejarme rechistar. Con embestidas furiosas y masajeando el clítoris hasta que mis espasmos me delataron. Al sentir que me estaba corriendo Fernando se derramó en mi interior. Pude sentir una corrida brutal dentro de mi. Tras recuperarnos nos besamos y nos dispusimos para ir a la orilla. Eso sí, mi parte de arriba ahora sí que estaba desaparecida.