Vacaciones a los 40. El inicio
La cosa es que desde que empezamos a tramar las vacaciones en solitario empecé a fantasear. Cada día iba al ordenador con la excusa de sacar información sobre las zonas a visitar y en realidad lo que buscaba eran aquellas fotos de mujeres desnudas en la playa, o tapadas solamente con un tanga. Cada día que pasaba el morbo en mí aumentaba.
Estábamos organizando nuestras vacaciones, eran las primeras desde que nos casamos que haríamos sin nuestros hijos. Esta vez ellos se quedarían en casa con los abuelos.
La idea era ir a relajarnos a Menorca. Allí estaríamos una semana disfrutando del sol y las playas.
Buscando información de la isla vi que la mayoría de los sitios eran calas vírgenes en las que se practicaba nudismo, en casi todas las fotos aparecían gente haciendo topless, yo nunca había hecho algo similar aunque viendo las fotos me empezó a picar el gusanillo.
Nuestro matrimonio era de lo más normal y nuestra vida sexual era rutinaria y con poca frecuencia.
Yo (Julia)
tenía 40 años y me conservaba bien, de mediana estatura, morena y de buen tipo, y Fernando 43, alto, moreno y delgado. Llevábamos juntos toda la vida, desde que éramos adolescentes. Nos casamos jóvenes y tuvimos 2 hijos. Un matrimonio basado en el respeto y la confianza pero falto de picardía y con pasión en ocasiones contadas.
Era ya mediado de junio cuando fui con Fernando al centro de la ciudad a comprar
cosas para el viaje y pasamos por una tienda de bañadores.
Empezamos a mirar por separado y empecé casi sin querer a fijarme en bañadores más pequeños de lo normal.
El corazón se me empezó a acelerar, parecía una adolescente haciendo algo prohibido miré un bikini color negro con la parte de arriba en forma de triángulo y bragas brasileñas, aunque lo que me llamó la atención fue la zona de tangas. Me fije en uno color oro que no tenía parte de arriba y quise probármelo, me imaginaba con el puesto y me excitaba. Quería probármelo pero no me atrevía, no lo iba a hacer delante de Fernando. Pero sí que me armé de valor y me llevé el brasileño, quería ver la reacción de Fernando, sentir su mirada y ver la cara que ponía cuando me viera con esa prenda puesta.
Una vez en el probador lo llamé para que me diera el visto bueno, empecé por un bikini amarillo normal y abrí. El me miró normal y me empezó a comentar lo que le parecía, al segundo, uno rojo lo mismo, que si te aprieta un poco o parece que es pequeño y por fin le tocó el turno al negro. Me quedé desnuda, observándome en el espejo, me deleité poniéndome la parte de abajo y por unos instantes me imagine en la playa con solo esa prenda puesta. Empecé a girarme y observarme así, con las tetas al aire y medio culo fuera, puf quise parar el tiempo, estaba muy excitada.
Abrí el probador y me mostré por delante.
A Fernando le gustó la prenda, dijo que me quedaba bien, un poco pequeña por arriba quizás, la sorpresa fue cuando me giré y pudo ver mi culo al aire, se quedó colorado, instintivamente miró hacia los lados pensando que alguien podía verme. Se le notaba muy nervioso, se quedó mirándome y no supo reaccionar así que tomé la iniciativa y le pregunté que le parecía, respondiéndome que un poco corto. Joder Julia llevas el culo fuera respondió al instante. Me reí como quitándole importancia y le dije que no me había dado cuenta de que era brasileño. Entre de nuevo e hice la misma operación pero al revés, desnudándome lentamente y contemplándome en el espejo.
Aunque en un principio no tenía idea de comprar ese bikini comencé a enfadarme y frustrarme por no hacerme con el bañador, la imaginación ya iba sola. Salimos de la tienda, el con su compra y yo sin nada, callada y mostrando mi enfado.
Al llegar a casa sacó el tema y me preguntó
porque no había comprado nada y no supe qué decir, quería responder que quería ir en tanga a la playa, que me excitaba solo con pensar en hacer topless pero no supe hacerlo. En vez de eso dije que no me convencía ninguno y que ya miraría algo otro día.
Me llevé todo el día pensando lo que había pasado en el probador, tenía más calor en el cuerpo de lo normal. Mi piel se erizaba y mi cabeza era incapaz de concentrarse en otra cosa. Todos mis pensamientos giraban en torno a lo mismo. Llegó la noche y después de cenar me fui pronto a la cama, solo quería estar sola y recrearme en mi fantasía. Ya en la cama di rienda suelta a mis pensamientos, me imaginaba sola en una playa, tumbada tomando el sol y cubierta solamente con un diminuto tanga. La sensación de libertad me seducía, el sentirme desnuda y observada al natural por otras personas hacía que me mojara. Empecé a tocarme acompañada de mi fantasía. En mi pensamiento me dirigía hacia la orilla, y me cruzaba con otros hombres y mujeres que observaban con detenimiento mis tetas y mi culo sueltos, me bañaba y daba un paseo por la orilla, un grupo de jóvenes se me acercaba con la excusa de pedirme la hora, pero sus reales intenciones eran las de entablar conversación y observar de cerca cada detalle de mi cuerpo. Estaba a punto de correrme, con una excitación que no experimentaba desde hacía años, cuando escucho unos pasos acercándose y tengo que parar. Era Fernando que venía para acostarse. Le maldije, no me lo esperaba allí tan pronto quise echarlo de allí, no podía tener tan mala suerte.
Se metió en la cama y a los pocos minutos se me aceró abrazándome. Pude notar una tremenda erección cuando se pegó a mí. Ahora ya sabía lo que el quería e instintivamente tuve el deseo de abalanzarme sobre él y hacerle el amor como una posesa. Quería sacar lo que llevaba dentro y más que hacer el amor necesitaba follar, hacerlo con total desenfreno. Pero eran demasiados años con tabúes y me daba vergüenza comportarme así. Simplemente dejé que él llevara el control y tomara la iniciativa.
Después de besarme el cuello comenzó a tocarme las tetas y restregarse ya con descaro, mostrándome lo que quería, ya me giré nos besamos y empecé a tocarle el nabo, tieso como nunca, para que viera que yo también tenía ganas. Se puso boca arriba haciéndome ver que quería que lo montara y eso hice, aunque tenía el deseo de metérmela en la boca, quería chuparla y hacerlo lascivamente, pero no lo hice, simplemente lo cabalgué, me puse encima y me la introduje de una sola estacada, un golpe certero y estaba toda dentro. No aguantaba más, comencé a moverme desesperada mientras él me masajeaba el culo y las tetas. Estaba sintiendo muy intensamente como entraba y salía dentro de mí. Aceleré el ritmo y se me escaparon varios gemidos que delataron mi orgasmo. Mis contracciones le avisaron de que yo había terminado aunque si hubiera interpretado mi mirada sabría que ardía en deseos de continuar y hacerlo de otra forma, más salvaje, más erótica y más guarra. Interiormente sabia que algo estaba naciendo en mi interior y que ya no me servía cualquier cosa. Ahora necesitaba más.
Cuando yo terminé me quité y por un momento quise dejarlo ahí sufriendo. Con todo aquello tieso, a punto de estallar. Le di la espalda de nuevo y él me abordó por detrás. De repente algo cambió en el también. Me agarró de la cintura me puso a cuatro patas con brusquedad y comenzó a jugar con mi coño. Me pasaba el nabo rozándome pero sin metérmela y a su vez me rozaba en el culo. Nunca tuve sexo anal, ni siquiera se había planteado nunca y ahora me estaba rozando desde el coño hasta el culo, con disimulo, como esperando a que yo le cortara, pero no lo iba a hacer, me dejaría hacer de todo.
De repente me la clavó hasta el fondo al tiempo que con sus manos me abría el culo y dejaba totalmente expuesto mi agujero. Se movía cada vez más fuerte y me rozaba con sus dedos
como sin querer mi agujero negro. Cuando noté su respiración y sus movimientos supe que se iba a correr y ahí, en el estado de máxima excitación parece que se quitó algo de pudor y me empezó a tocar el agujero de forma descarada para introducirme a la fuerza un dedo mientras se corría. Se derramó por completo en mi interior mientras me follaba el culo con su dedo pulgar. Quizás pensó que lo apartaría, o que se lo iba a recriminar, pero no creo que se diera cuenta de que estaba naciendo una Julia distinta, una Julia
insaciable y con ganas de experimentar.