Vacaciones 5

Morbosos juegos de una joven pareja en unas merecidas vacaciones. Trios, intercambios, exhibicionismo ... simpático, morboso y entretenido relato compuesto de 6 partes.

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JUEVES

Desperté al notar que mi pene engordaba en una zona húmeda y caliente. Algo recorría mi miembro desde la punta a la base. Se detenía en los testículos. Notaba como eran engullidos y expulsados. De nuevo mi pene se introducía en… Abrí los ojos y puede observar a Raquel que de rodillas y echada hacia delante, se relamía mientras me daba el placer de masturbarme oralmente. Iba a hablar cuando ella me puso un dedo en los labios ordenándome silencio. Me incorporé sobre los codos para no perder detalle de la operación. Me excitaba verla juguetear con mi miembro y en esta ocasión además estaba poniendo mucho interés en hacerme disfrutar, y desde luego que lo conseguía. No tardé mucho en sentir ese bendito hormigueo que precedía a un placentero orgasmo. Raquel no dejó en ningún momento de mirarme a la cara. Quería ver mi expresión según me dijo luego.

Se tumbó a mi lado y a pesar de estar muy avanzado el día nos volvimos a dormir. Sobre las dos de la tarde me despertó el teléfono.

– Sí, diga.

– Hola soy Julio, ¿seguimos con lo planeado?

– De momento sí, pero te llamo yo para confirmarte cuándo y dónde. - Hasta luego.

Miré la hora y no me extrañó en absoluto pues serían las seis de la mañana cuando Julio se fue después de nuestra sesión de sexo. Me levanté y me metí bajo la ducha. Apoyado contra la pared sentía como se deslizaba el agua tibia por todo mi cuerpo cuando Raquel entrando en la ducha me abrazó. Me giré para besarla. Me miró a los ojos, iba a hablar cuando ella me dijo:

–Espero que me "dictes" cuáles son los planes para hoy.

–Bien – dije – Vamos a comer y luego un rato a la playa.

Terminamos de ducharnos, cogimos lo necesario y nos encaminamos a un chiringuito. Por el camino Raquel se mostró más sensual que los días anteriores, se movía al andar con una gracia desconocida por mí hasta entonces y sus movimientos eran más sexy y descarados. Llevaba un mini short que marcaba sus nalgas y dejaba parte de ellas  al descubierto y un top ancho y escotado que no tapaba su liso vientre ni sus pechos al agacharse. Por el camino hubo miradas que la desnudaban y deseaban.

Después de comer nos dirigimos hacia la misma playa en la que estuvimos días antes, situándonos en uno de sus extremos. Habría en total ocho personas, tres parejas y dos chicos. No iban juntos, sino cada uno por su lado. Cada pareja estaba algo separada del resto. Dos de las mujeres iban en top-less y una de ellas llevaba un tanga, aunque no tan minúsculo como el de Raquel. A ésta chica, el tanga, le sentaba de maravilla. Era una preciosidad de mujer y Raquel notó como la miraba, por lo que rápidamente se desnudó y contorneándose se dirigió al agua. Estuvo un rato bañándose mientras yo permanecía en la toalla.

Las personas que estaban en la playa se fueron marchando hasta que solo quedábamos dos parejas, la formada por la mujer que, podemos decir, admiraba o me gustaba y nosotros. Raquel me pregunto:

– ¿Te gusta esa chica?

– Si, es muy guapa y tiene muy buen cuerpo.

– Pues ya verás como él se fija en mi – y diciendo esto se quitó el tanga y se fue para la orilla, dando un paseo a lo largo de la corta playa.

Efectivamente, el chico no pudo por menos que mirar a Raquel que iba mostrando su total desnudez sobre la que llamaba la atención su pubis depilado. Como si de un reto se tratara, la chica se levantó y de frente a mí, se deshizo de su tanga, admirando yo su pubis, de escaso bello bien perfilado, como si un peluquero acabase de hacer su trabajo.

La chica empezó a besar a su pareja y en poco tiempo él estaba echado encima de ella besándola y recorriendo su cuerpo con ambas manos.

– Se están poniendo las botas – me dijo Raquel.

– Sí. Ya veo, a lo mejor vemos una sección de cine porno sin necesidad de movernos.

Pero no fue así, a los pocos minutos se vestían y se iban quedándonos Raquel y yo solos en la playa.

Estaba yo tendido en la toalla cuando Raquel puso un pie a cada lado de mi cuerpo. Al abrir los ojos me encontré con su precioso coño encima de mis ojos. Alargué la mano e introduje dos dedos en su excitado sexo. Ella se acariciaba los senos, dando especial atención a los pezones que hacía ya rato se mostraban en erección. Comencé a masturbarla pero no le dejé que llegara el orgasmo:

– ¡Siéntate encima! Casi grité, de pura excitación.

Se colocó sobre mi polla y ayudada por la mano se la fue introduciendo lentamente. Cuando entró en toda su extensión, comenzó a subir y bajar en un alocado galope. Con una mano se acariciaba los senos y se pellizcaba los pezones, con la otra mesaba su cabello, como si de una amazona salvaje se tratara, mientras yo con las manos en su trasero, acompasaba nuestros movimientos. Cuando soltaba un pecho para sobarse el otro, yo aprovechaba para pasar mi lengua por sus pezones. Solté mi descarga en su interior con gran placer mientras ella gritaba el suyo.

Cuatro horas mas tarde, íbamos camino de una fiesta. Raquel llevaba puesto el vestido blanco que habíamos comprado el primer día. Estaba muy elegante y sexy.

Era una fiesta privada, por lo que para acceder a ella era imprescindible la invitación. Afortunadamente yo las conseguí a través de Julio. El único requisito imprescindible al entrar era llevar un antifaz que cubriera lo más posible la cara, al estilo de los carnavales. Al llegar a la puerta, el portero nos dio uno a cada uno. Todo el mundo llegaba en pareja y antes de entrar se debían de poner el antifaz. La idea era que nadie se conociera a priori, por lo que cada persona podría dejar sus inhibiciones en la calle.

Era un hermoso y gran chalet. Disponía de un cuidado jardín, inmenso, al igual que la piscina. A un lado de ésta había una más pequeña y redonda donde las burbujas creaban una capa de espuma. La decoración tanto interior como exterior era impresionante, demostraba un gusto exquisito. Las personas allí reunidas iban todas elegantemente vestidas. Las mujeres, todas sin excepción, vestían de forma que levantaba la moral a cualquiera: faldas muy cortas, escotes de vértigo, transparencias, etc.

Estuvimos paseando por toda la propiedad, cotilleándolo todo. Tenía varios salones con diferentes tipos de música, en todos ellos había una mesa con bebidas de todo tipo y canapés. En uno de ellos sonaba música lenta con poca luz, por lo que aprovechamos para bailar un rato.

Algo mas tarde salimos al jardín descubriendo la hermosura que envolvía el chalet. Alrededor de la piscina un grupo de personas reían y hacían comentarios de cuando iban a bañarse. Constantemente parejas entraban y salían de la mansión. Existía realmente un ambiente muy agradable. Nos acercamos a coger unas bebidas cuando oímos una conversación sobre diferentes tipos de juegos en la planta superior. Con curiosidad por nuestra parte nos dirigimos a dicha planta. Una persona al final de las escaleras nos dijo:

– Para seguir, necesariamente debéis de acudir a alguna de las salas a jugar. ¿A cual vais?

–¿Que se juega en cada una?

– En una se juega al poker, en otra a la pirámide del amor, en otra a las prendas y en la última a algo así como el que "el último que entra paga". ¿A cual queréis ir?

– Iremos a la de las prendas.

Nos dijo qué sala era y fuimos hacia ella. Al entrar vimos que había cuatro parejas, y al entrar nosotros uno de ellos dijo:

– Ya somos diez, ya podemos empezar a jugar.

Todos nos sentamos alrededor de una gran mesa y el mismo que había hablado antes, empezó a enumerar las reglas:

– Cada uno tirará su dado y el que saque menos puntos se deshará de una prenda, cuando no le queden mas prendas, el que saque mayor número mandará a quien saque el menor a que haga lo que el quiera. Si salen dos números superiores iguales, decidirán entre los dos ganadores y si salen dos números inferiores iguales la pena la tendrán que pagar entre los dos jugadores. ¿Estamos todos de acuerdo?

– Sí. –respondimos todos. Empezamos a tirar cada uno nuestro dado y las prendas empezaron a caer.

Yo me encontraba en calzones, mientras que Raquel junto con otra chica aún se encontraban totalmente vestidas. Otra chica tenía puesto únicamente unas preciosas braguitas de encaje que ensalzaban aún más los encantos que pretendían cubrir, mientras que las otras dos mostraban ya sus cuerpos desnudos. Las dos eran atractivas, pero la de las braguitas era impresionante. Parecía de portada de revistas y deseaba que perdiera su última prenda para verla desnuda entera.

El ambiente era de risas, todo el mundo estaba contento y a ello contribuía el alcohol que corría por las copas.

En una tirada una de las chicas desnudas sacó la menor puntuación y como ya no podía perder mas prendas y la chica que aún permanecía vestida como Raquel sacó la mayor puntuación, así que le ordenó que se subiera a la mesa y abierta de piernas se hiciera una paja para deleite de todos nosotros.

Ella no lo dudó, se subió y metiendo el dedo anular entre sus abultados labios buscó su clítoris comenzando a frotarlo con movimientos circulares, mientras con la otra mano se pellizcaba los pezones de un precioso tono sonrosado. A los pocos minutos comenzó a gemir. Raquel me señaló a uno de los chicos que ya estaba desnudo el cual mostraba una tremenda erección. Mientras contemplábamos la escena todos permanecimos de pie para no perder detalle. No tardó mucho antes de ella se sentara con las piernas cruzadas sobre la mesa y disfrutara de un placentero orgasmo, por lo que seguidamente continuamos con la partida mucho más metidos en ambiente después del espectáculo presenciado.

En las siguiente tiradas las mujeres tuvieron mas suerte, quedando cuatro hombres, incluido yo, desnudos. Cuando Raquel perdió su única prenda todos pudieron contemplar que no llevaba nada debajo, por lo que uno comentó que Raquel debería ser la siguiente. La otra chica vestida se encontraba en ropa interior.

Ahora perdió uno de los hombres, por lo que el otro que ganó le dijo que le comiera el coño a Raquel durante cinco minutos. Raquel me miró pidiendo mi aprobación, pero yo no le dije nada. Se sentó sobre la mesa y separó las piernas. El hombre dijo que más que un castigo era un premio poder comerse un chochito bien depilado. Se agarró a las abiertas piernas de Raquel y sacando una lengua enorme comenzó a lamerle el coño. No llegó a correrse por segundos, pero la veía muy caliente.

La siguiente mano la ganó Raquel y perdió la chica que a mi me gustaba junto con otro chico. Raquel se había dado cuenta de que me gustaba, por lo que le ordenó que me comiera la polla mientras el otro la enculaba. Se produjo una exclamación general, ya que directamente pasaba el tema a mayores. Ella miró a Raquel con cara de pocos amigos, pero cogiendo mi miembro entre sus carnosos labios empezó a mamármela. El otro se situó detrás de la chica y tras lubricarse la erecta polla, la puso en la entrada de su ano. Poco a poco fue taladrando el culito que se le ofrecía lo que provocaba que su dueña gimiera a cada embestida. Pocos minutos después, excitado por el morbo de toda aquella situación eyaculaba en el interior de su boca al mismo tiempo que el otro inundaba su intestino. Ella no llegó a correrse, y dirigiéndose a Raquel le dijo:

– Procura no caer con el número inferior, pues voy a hacer que te follen todos a la vez.

Todos se rieron del desafío, pero al tirar ella volvió a sacar el número inferior y otra de las chicas sacó el superior. Y dijo:

– Chicos, tres voluntarios a por ella, quiero tres pollas a la vez dentro de esta yegua a la que hay que domar.

La rodearon los tres chicos que no habían estado antes con ella; uno se tendió en el suelo y los otros dos la colocaron sobre su tiesa estaca, que engulló sin dificultad su mojado sexo, otro empujándola levemente para adelante la introdujo sin muchos miramientos en su ya dilatado culo y, el tercero se la metió en la boca. Los tres comenzaron a moverse rítmicamente y como el ambiente estaba en pleno ardor, mientras la follaban, Raquel empezó a comerme la polla. Era un cuadro super excitante: mi chica me hacía un "trabajito", mientras yo contemplaba como tres hombres se follaban a aquella mujer. De repente, Raquel, dejó de chupar para emitir un fuerte suspiro que llevaba camino de convertirse en jadeo. Fue entonces cuando vi que otra de las chicas situada detrás le estaba devorando el coño a Raquel diciendo:

– Tenía ganas de comerme uno sin pelitos.

Tendido en el sofá, un tercer coño se puso a la altura de mi boca, por lo que comencé a lamerlo mientras Raquel volvía a dedicarse a la grata tarea de sacarle brillo a mi excitado miembro. Sentí como Raquel y la otra chica intercambiaban la tarea sintiendo durante un rato como mi polla se alternaba de una boca a otra aunque no duró mucho, pues subiéndose aquella hermosa desconocida encima mío, se puso a cabalgarme. En esas estábamos cuando la que tenía su sexo en mi cara, se giró y comenzó a prodigar caricias con su lengua al coñito de la que me cabalgaba, haciendo lo propio con el trozo de polla que salía y entraba de aquella húmeda cueva. Jamás había estado tan excitado, ni me había abandonado como lo estaba haciendo esa noche, a la lujuria del  momento. Seguimos en esta posición, tan placentera para mi hasta que no aguantando más, la inundé en una corrida que me pareció sin fin.

Al levantarme vi al otro chico que follaba a una de ellas a cuatro patas y Raquel tumbada debajo de ellos le comía el coño mientras a ella a su vez se lo comían.

Cuando acabaron, vimos que la chica que estaba con los tres hombres seguía siendo penetrada por todos sus agujeros. Le sugerí a Raquel que era el momento de abandonar aquel campo de batalla y bajar a tomar una copa. Nos vestimos y salimos de la habitación. Raquel mientras bajábamos me susurró al oído:

– Oye, te habrás dado cuenta de que no me han follado, y mi coño me pide guerra.

– Eso lo solucionaremos mas tarde, ahora vamos a despejarnos ¿vale?

Al llegar a la barra que había en la sala principal, pedimos unas bebidas.

– Hace mucho calor con el antifaz.

– Si, pero si te das cuenta, todo el mundo lo lleva –le dije.

– Voy a los servicios a refrescarme –me dijo.

Raquel se dirigió a los servicios, y en ese momento escuché:

– ¿Cómo te lo estás pasando, Fernando?

Era Julio, quien al ver que Raquel se había ido se acercó a mí.

– Muy bien, no te he visto por ahí.

– Pues yo a vosotros si. He estado en la sala de juegos y he visto que te lo has montado muy bien. Y por cierto, Raquel se ha librado por los pelos, pues Nuria y uno de los chicos de arriba iban a por ella. Si llega a sacar el numero inferior todavía la estarían follando.

– ¿Cómo? –le pregunté. –¿Quién es Nuria?

– Nuria es la primera tía que te ha comido la polla por orden de Raquel, y además es la hermana de mi novia. Le pedí que fuera a la sala de juegos en complicidad con un amigo para que fueran a por Raquel. Hace cinco minutos estaban acabando, pero todavía tenía una polla en la boca.

– Y tu ¿cómo sabías que íbamos a ir a ese juego?

– No lo sabía, pero estaban arriba esperando a que os decidierais, por lo que cuando se lo dijisteis al vigilante, ellos entraron justo antes que vosotros. ¿Dónde está Raquel?

– Está en los servicios.

–¿Ha dicho algo de lo de la otra noche?, ¿te ha preguntado quien soy yo?

– Nada de nada, ni lo uno ni lo otro.

Julio es un amigo mío que Raquel no conoce. Yo a él lo conozco desde mucho antes de que nos casáramos, pero estuvo mucho tiempo fuera de la ciudad y no pudo asistir a la boda.

– Oye, antes de que venga voy a acercarme a ella y la saco a bailar. ¿te importa?

– En absoluto, pero dos cosas…

– Sí, dime.

–        La primera, te recuerdo que me tienes que presentar a tu novia

–        Pues aquí viene, ahora te la presento ¿y la segunda?

– La segunda que Raquel está muy caliente, pues no la han follado arriba, solo le han comido el coño. Me gustaría que la pusieras mas caliente aún pero que no te la folles, ¿vale?.

En este momento llegó la novia de Julio. Era una chica con un cuerpo de escándalo, al igual que su hermana, no puede verle la cara pues el antifaz se la tapaba casi entera, pero la conocía de unas fotos y era muy hermosa. Vestía un conjunto, que a pesar de ser entero transparente, no mostraba sus partes mas íntimas. Se le podía ver la forma de sus pechos, aunque no se le veían sus pezones; se le veían sus caderas y parte de sus nalgas, aunque su pubis era inaccesible a la vista. Estaba super erótica.

– Lucía, éste es Fernando.

– Fernando, Lucía mi novia que tanto deseas conocer – dijo Julio.

– Hola Lucía –le dije mientras me acercaba a ella para besarla.

– Hola ¿qué tal? –me dijo mientras me besaba en la comisura de los labios.

– En ese momento Julio vio que Raquel se acercaba a nosotros, por lo que dijo:

– Oye por que no bailáis un rato, yo tengo que hacer con Raquel. –y diciendo esto se alejó en dirección a ésta.

Lucía y yo nos quedamos mirando un rato hasta que ella me dijo:

– Bueno que ¿bailamos?

– Claro, claro, perdona.

Mientras salíamos a la pista de baile, pude ver cómo Julio sobaba sin reparos los pechos y la entrepierna de Raquel. La sujetaba por detrás sin dejar de frotar el miembro contra su trasero. – Me ha dicho Julio que quizás te gustaría estar un rato conmigo.

–¿Ah, sí? Bueno, la verdad es que tienes un cuerpo muy hermoso y…

– Si no me lo has visto ¿cómo lo puedes saber?

– Por lo pronto veo lo que enseñas con este vestido, pero además Julio me ha enseñado unas fotos tuyas.

–¿Sí, que tipos de fotos? –me preguntó con cierto nerviosismo.

– Unas fotos en las que estas preciosa y se te ve muy bien –le dije intentando sonsacarle algo.

–¿Cuando te las ha enseñado?

– Hace unos días, y por cierto estabas muy "contenta" –le dije remarcando lo de contenta, intentando darle otro sentido a la palabra. Lo cual por lo visto conseguí.

– Creía que no se las iba a enseñar nadie.

– Pues ya ves, yo si soy alguien. ¿Y te importa que las haya visto?

– Hombre la verdad, me gusta saber quien ve fotos mías en plena orgía. ¿no crees?

Lo conseguí, pude sonsacarle de que tipo eran las fotos a las que ella se refería, pues las que yo había visto eran de un grupo de amigos en una fiesta.

Mientras hablábamos fui pasando una mano por sus nalgas, y la otra la subía acariciándole los pechos.

En ese instante Julio salía con Raquel al jardín y como no quería perder de vista a mi lascivo socio y amigo, le sugerí a Lucía:

–¿Salimos un rato? Aquí hace mucho calor– No se lo que ella estaba pensando, pero me contestó.

–¿Quieres que te haga lo de las fotografías?

– Eso es cosa tuya. Tu decides. –le respondí.

Ella me cogió de la mano y nos dirigimos hacia el jardín. Conforme íbamos buscando una zona oscura, vimos a Julio y a Raquel. Ella estaba sentada en un banco, la falda por la cintura y Julio de rodillas tenía la cabeza entre sus piernas. Lucía me llevó a un jacuzzi que había en la parte trasera y que en ese momento estaba vacío de gente. Bueno, en realidad en esa zona de la casa no había nadie excepto una pareja tumbada en el césped.

Lucía se desnudó, mostrando a la luz de la luna un cuerpo espléndido y acercándose a mí, se quitó la mascara y empezó a besarme mientras me desnudaba. Se entretuvo en comerme y lamerme todo el cuerpo, prestando especial atención a mi pene. Nunca me habían comido la polla de la manera como lo hacía ella. Me la exprimía con la boca, era una sensación completamente nueva que hizo que mi miembro volviera a estar duro como si fuera el primer polvo de la noche. La tumbé suavemente en el suelo boca arriba, levanté sus piernas hasta apoyarlas en mis hombros y deslicé mi polla en su interior azuzado por el morbo que me producía saber que Raquel estaba a merced de mi desaprensivo amigo. Comencé a follarla, lento, muy lento pero la idea obsesiva de imaginar a Raquel poseída por Julio hizo que aumentara el ritmo hasta un ritmo casi brutal, arrancándole un orgasmo tras otro. Antes que pudiera correrme, ella se sacó la polla y poniéndose a cuatro patas me dijo:

– Por el culo, quiero que me des por el culo.

Presa de una lujuria desconocida para mí no lo dude un instante, se la metí en el estrecho canal casi de un golpe y ella emitiendo un ligero grito dijo:

– Sigue cabrón, sigue, no te pares ahora. Nuca he dejado que Julio me la meta por ahí, pero ahora va a pagar el haber enseñado las fotos. Aaah.

De un último empujón se la metí hasta los huevos. Ella con una mano se frotaba el clítoris casi con violencia, hasta que yo no aguantando mas exploté en el interior de aquel hermoso culo.

Al acabar vimos que la pareja que antes estaba liados en el césped, ahora estaban sentados contemplándonos y disfrutando del espectáculo que les acabábamos de ofrecer. Nos vestimos y fuimos al encuentro de Raquel y Julio. Estaban en la entrada principal esperándonos. Al llegar Raquel se acercó a mí y me preguntó si nos íbamos a lo que yo le respondí que sí.

Al despedirnos de ellos le di a Lucía un beso en los labios y le dije al oído:

– Me ha gustado mucho, espero repetirlo. –con una sonrisa respondió:

– Y yo.

A Julio, ya en la calle y sin que me oyera Lucía, le dije:

– Por cierto tienes un cañón de mujer, con un buen culo, ya te lo he dejado abierto, para que te cueste menos trabajo.

–¿Cómo, que le has dado por el culo? ¿Cómo lo has hecho?

– Por unas fotos que nunca has enseñado…

Nos fuimos al hotel cuando ya estaba amaneciendo. Por el camino me contó Raquel que Julio le había puesto a más de mil, pero que a pesar de haberle suplicado que se la follara que tan sólo se había limitado a comerla el coño sin dejar que se corriera. Aquello parecía una fiesta de perritos “comecoños” concluyó, soltando ambos una carcajada por su ocurrencia.

– Mañana será otro día. –le dije saboreando mi perversidad.

CONTINÚA