Vacaciones 2
Cintia no tiene claro lo que quiere...
Tras masturbarme, caí en un sueño profundo. Me desperté a las 7 de la tarde, sobresaltada, cuando mi móvil empezó a sonar. Era un número que no conocía ni tenía anotado en la agenda. Era Ale me ofreció ir a la playa y, desganada, acepté. Me gustaba ese chico, pero hace aproximadamente un mes me prometí a mi misma abandonar las aventuras esporádicas, ya que soy muy dada a vacaciones en solitario, y estaba harta de acostarme con uno, o más, chicos distintos cada día. Pero no tenía porqué pasar nada así que decidí vestirme e ir.
Me puse un bikini negro. La parte de arriba era muy pequeña y la parte de debajo era de tanga, con un osito dibujado en la parte delantera. También me puse mi camisola blanca y cogí el bolso. Esta vez me aseguré de coger mechero, ya que tengo muy mala memoria.
Al llegar a la playa Ale estaba sentado en una roca con un bañador blanco hasta las rodillas, que resaltaba el moreno de su piel. Bajó y me saludó con un beso en la mejilla.
Ale: Deberíamos aprovechar el sol que queda ¿no crees?
Yo: Tienes razón pero ya no hace falta que me untes crema.
Ale: Eso es lo que tú crees El sol de canarias quema a todas horas.
Me quité la camisola y él, instintivamente, bajó la vista hacia mis grandes pechos.
Ale: No te lo tomes a mal Pero, ¿Por qué no te quitas la parte de arriba? Así cogerás mejor bronceado.
En ese momento decidí pasar de promesas a mí misma y divertirme un poco.
Yo: Bueno vale, pero démonos un baño.
Me quité el sujetador del bikini y corrí hacia el agua. Ale me seguía. Una vez el agua me cubría por las rodillas empecé a dar saltitos, para que mis tetas botaran. Ale respondió tal y como yo esperaba; con una erección.
Se acercó a mí y me abrazó por detrás, de forma que su pene quedara justo en mi trasero. Dirigió sus manos a mis tetas y no se lo impedí, yo solo reía tontamente mientras movía el culo para rozarme con su pene erecto. Tímidamente, bajó las manos hasta mi bañador. Yo le agarré la mano y se la metí por dentro de mi tanga. Me comenzó a tocar y me quitó el tanga. Me sentó sobre una roca y, aun habiendo algunos espectadores, comenzó a comerme el coño. Empezó por mi clítoris, succionando fuertemente, y continuó hasta debajo, recorriendo mi rajita e introduciendo su lengua en mi agujero. Yo estaba allí, abierta de patas, gimiendo ante la vista de cualquiera que pasara por allí, y eso era lo que más me ponía, la mirada atenta de varios hombres allí pasmados.
Tras haberse tragado mis jugos me bajó de la roca y se bajó el bañador. Antes de que pudiera introducirme su gran polla, salí corriendo. Se quedó anonadado mientras me seguía con la mirada. "Ya lo acabaremos" grité mientras recogía mis cosas para volver al hotel.
En el corto trayecto hacia el hotel paré en una tienda de ropa. Cogí una falda y me la llevé al probador. Me di cuenta de que solo llevaba la camisola, había perdido mi tanga en la playa. La falda me gustaba, era negra lisa, pero quedaba demasiado larga, no se me veía nada, así que la volví a dejar en su estante.
Salí de la tienda y fui directa al hotel.
Al llegar a la puerta de mi habitación caí en la cuenta de que, debido a mi mala memoria y aturdida por el sueño, había dejado la llave de mi habitación dentro. Debía bajar a recepción a por la llave de repuesto, para coger la mía. Creía que Marta no estaría, ya que al bajar para la playa no la vi pero, no estaba segura, ya que al llegar no me había fijado. Bajé a por la llave y me la dio un señor mayor que trabajaba allí. Me dijo que en un rato enviarían a alguien de recepción a por ella.
Al subir me duché directamente. Cuando estaba aclarando el gel, paré con especial cuidado en mi coño, y justo cuando iba a empezar a masturbarme recordando la escena de la playa llamaron a la puerta. Abrí sin tan siquiera parar a vestirme o secarme.
Quedé boquiabierta al comprobar que la recepcionista que había venido a por la llave era Marta. Temía lo peor, ya que sabía, por experiencia, que Marta me excitaba, y yo estaba a punto de masturbarme.
Continuaré si quieren un beso.