Vacaciones...

Relato de cómo conocí durante mis vacaciones a un chico que me introducirá en un mundo completamente nuevo donde reina la infidelidad, el sexo y el placer.

Hola a tod@s! Antes de nada, decir que este es el primer relato que publico en la web, espero que os guste.

Verano 2012.

Me llamo Elena y tengo 20 años. Esto que os contaré sucedió el verano pasado, cuando tenía 19 años. Soy una chica de pelo castaño, liso y muy largo (me llega por el culete), mido 1.63, ojos verdosos y blanquita de piel. De cuerpo, me defino como una chica que ni esta gordita ni delgada. No os voy a engañar, no soy un palillo. Tengo una 95-100 de pecho (según el fabricante) y un buen culo donde agarrar.

Corría el verano de 2012 cuando decidí bajarme con mis abuelos al chalet que tienen en la playa unos cuantos días para desconectar un poco. En mi ciudad dejaría a mi chico, pero le es imposible disfrutar de las vacaciones conmigo debido al trabajo. A él no le importo que me bajara, es más, me invito a ello y a disfrutar de unos días de tranquilidad. Con esta decisión tomada, me baje unos días.

El primer día de estar allí, baje un rato a la playa. Baje sola, y sabía que sería así el resto de las vacaciones, pues mis abuelos no son de bajar. La playa era perfecta, una playa muy tranquila por las mañanas, con mucha gente mayor y familias con los niños. Por la tarde suele haber más grupitos de gente joven. Coloque mi toalla, me quite el pantalón, la camiseta y me quede en bikini. Me di protección solar, bastante. Soy muy blanquita y con un rato de sol, me quemo. Me unté bien las piernas, tripita, pecho, brazos, cara y lo que pude de la espalda.  Me tiré toda la mañana en la toalla, tostándome, excepto un rato antes de ir a comer, que me di un pequeño baño para refrescarme.

La segunda mañana que baje, seguí el mismo protocolo. Puse mi toalla, me quede en bikini, me di crema y me tumbé, cayendo en un ligero sueño que me provocaba la tranquilidad de la playa y el sonido de las olas…

-          Hola, perdona ¿tienes hora?

Baje, sobresaltada, de las nubes en las que me encontraba al oír esa voz. Abrí los ojos y vi a un chico, arrodillado cerca de mí, esperando una contestación. Era un chico de 1.85 de altura aproximadamente, moreno, tanto de pelo como de piel, ojos marrones y un cuerpo que se notaba que cuidaba, algo marcadito, pero tampoco exagerado.

-          Sí, sí – contesté como una boba.

-          Ops… no te habré despertado ¿verdad? – preguntó él, con un ligero sentimiento de culpabilidad.

-          No, no, no te preocupes… - mire el reloj del móvil. – Son las 12:30 – añadí con una sonrisa.

-          Gracias… y disculpa de nuevo preciosa. – dijo antes de marcharse.

¿Preciosa? ¿Me ha dicho preciosa? No sabía si había oído mal debido al atontamiento que tenía encima por culpa de ese ligero sueño o realmente había dicho ‘preciosa’.  Sea como sea, se había ido, a unos 25 metros de mí, a sentarse en su toalla. ‘¿Estoy tonta? ¿Qué hago pensando en esto? Tengo novio… ‘. Me di un baño para refrescarme y para ver si me espabilaba un poco, que falta me hacía. Tras salir del agua, pensé que era un buen momento para volver a casa. Me seque, me puse la camiseta y fui a uno de esos lavaderos de pies que hay antes de abandonar la playa. Tenía delante a tres personas… Me giré y, casualidades de la vida, tenía justo detrás al chico de antes. Al verme, exclamó:

-          ¡Vaya, que casualidad! Hola de nuevo jajaja.

-          Hola – le contesté con una sonrisa.

-          Oye, siento haberte despertado antes, de veras. Pensé que estabas despierta – se disculpó.

-          Nada, tranquilo, estaba más bien atontada jeje - ¿jeje? Madre mía… que contestación…

-          Bueno, por cierto, me llamo Adrián, encantado, y tengo 25 años.

-          Yo soy Elena, encantada. Ah, y tengo 19 años – Se agacho para darme dos besos, agarrándome por detrás de la cintura.

-          Esto… creo que te toca ya Elena jajaja. Trae, te sujeto el bolsito si quieres.

‘¡Qué vergüenza! Soy peor que una quinceañera…’. Le deje mi bolso y me puse a lavarme bien los pies. Al incorporarme, me di cuenta de que tenía su vista fija en mi escote (llevaba una camiseta de tirantes) pero retiró rápido la vista.

-          Gracias – le dije cuando me devolvió el bolso.

-          Espera a que me lave los pies y nos vamos yendo juntos – me propuso.

Le dije que sí, y me salí de la playa para ponerme el pantalón. En esto, que él ya acabó y se acercó donde yo estaba.

-          Bueno, ya estoy, ¿vamos yendo?

-          Sí claro – le dije y nos pusimos en marcha.

-          Bueno y ¿qué tal? ¿Eres de aquí? ¿Estás de vacas? Por lo blanquita que estás, déjame adivinar,  que no eres de aquí y llevas poquito tiempo jaja.

-          Jajaja, sí estoy de vacaciones con mis abuelos y llegue antes de ayer. ¡Eres adivino!

-          Jajaja, bueno, no tiene mucho mérito, he podido observar lo blanquita que estás – me dijo con una sonrisa pícara -. Así qué con tus abuelos ¿eh? ¿Y no te aburres? ¿O conoces ya a gente de aquí?

-          Que va, no conozco a nadie. Y aburrirme… bueno, aún no he tenido tiempo jajaja.

-          Vaya… Quizá suene un poco atrevido, pero yo ando sólo en un dúplex que tienen mis padres, que, al igual que tú, estoy de vacaciones unos días. Si quieres, y aprovechando mis dotes en la cocina, podrías pasarte a cenar esta noche…

-          Pues no se…

-          Mira, hacemos una cosa – me cortó-. Te doy mi whatsapp y a lo largo de la tarde, me dices lo que sea sin compromiso ¿vale? Toma, apunta, 6…

-          Vale, pues me lo pienso y luego te digo lo que sea. – sonreí.

-          ¡Muy bien! Bueno preciosa, yo me voy ya por esta calle, dame dos besos – volvió a agarrarme de nuevo por detrás de la cintura, casi tocándome el culo. Lo dicho, hablamos durante la tarde.

-          Claro.

-          Hasta luego guapa.

-          Adiós.

Me quede todo el camino de vuelta a casa pensativa, sobre lo que había sucedido, sobre esa conversación. Según avanzaba la tarde mi indecisión sobre que decirle a Adrián aumentaba… Por un lado, sabía que me vendría bien salir, estaba de vacaciones y debía aprovechar, no pasaba anda por relacionarme con alguien… Pero claro, por otro lado, tenía novio… Finalmente, me armé de valor y le whatsapee como habíamos acordado:

-          Elena: Hola Adrián, soy Elena, la chica de la playa.

-          Adrián: Hola guapísima, como olvidarme de ti jeje.

-          Elena: jeje, bueno, te escribía para decirte que vale, que podríamos cenar esta noche…

-          Adrián: ¿Sí? Por mí, perfecto, sabes que no hay problema.  ¿Te viene bien a las 9 en mi casa?  Vivo en la calle donde nos separamos, en el número 85.

-          Elena: Vale, perfecto, allí estaré.

-          Adrián: Ok preciosa. Un besito. Chao.

-          Elena: Un beso, hasta luego.

Según de acercaba la hora me iba poniendo más nerviosa, no sé por qué. Me duche, me maquille un poco, me retoqué un poco el pelo y me vestí. Me puse un vestido de esos típicos veraniegos con un estampado y unas sandalias. El vestido tenía escote, por supuesto, y la falda me llegaba por la mitad del muslo. A las 9 de la noche, estaba puntual en su casa. Llame a la puerta… ding dong…

-          Hola – me dijo en cuanto abrió la puerta. Llevaba una camiseta de manga corta y unos vaqueros bastante apretados-. Estás realmente preciosa.

-          Hola. Muchas gracias - me sonrojé. En ese momento, Adrián se me acerco a darme dos besos. Nuevamente agarrándome bien fuerte por la cintura-.

-           Bueno Elena, pasa, pasa, estás en tu casa. Acabo de terminar de poner la mesa, está todo en la parte de atrás del jardín, pero no quiero que pases aún allí. Mira, voy a enseñarte la casa. Esto es el salón… el baño… la cocina… un dormitorio, este es otro dormitorio… un segundo baño – me iba explicando según me mostraba su casa-. Y por último, el jardín…

Al llegar al jardín, pude ver todo lo que había preparado. Había colocado perfectamente la mesa y todo estaba ya en su sitio. Platos, cubiertos, copas…

-          Esto es lo que te he preparado – me dijo – espero que te guste. Una ensalada y de segundo, como no sabía muy bien, me he decantado por unos canapés variados, una tortilla… Todo preparado por mí ¿eh? Jajaja.

-          Jajaja, tranquilo, has acertado, me gusta todo.

-          Bueno, y en cuanto me has avisado, he ido a hacer la compra y he visto este vino… espero que también te guste.

-          Jajaja que atento. Alguna copita podré tomar.

Nos sentamos a cenar. Uno enfrente del otro. La verdad es que estaba todo riquísimo, se notaba que lo de las dotes para la cocina era verdad. Con el paso de los minutos, la comida iba bajando de los platos. Y no era lo único que bajaba. Sus ojos bajaban, de vez en cuando, de mis ojos a mis tetas, clavándose en ellas. Quizá fuera culpa mía por haber elegido ese vestido para la cena. O quizá también tenía parte de culpa el vino, que iba desapareciendo conforme pasaban los minutos. Con el paso de la cena, el vino hacía su efecto. Mi cabeza parecía un globo y parecía que alguien había subido la temperatura del ambiente. Al acabar la cena…

-          ¿Qué tal has cenado Elena? ¿Todo a tu gusto?

-          Sí, estaba todo riquísimo, y no lo digo por hacerte la pelota jajaja.

-          Jajaja bueno, bueno, no sé yo. ¿Quieres algo de postre?

-          No, gracias, estoy llena.

-          ¿Y te apetece que pasemos al salón, pongamos algo de música y tomemos una copa? He comprado una botella de ron y otra de limón. Y después si quieres vamos a tomar algo por ahí y a dar un paseo por el puerto

-          Vale, a eso no te digo que no.

‘Lo que me hacía falta, un cubata ahora. Si voy como voy con el vino, con esto ya…’. Pasamos al salón, Adrián fue a la cocina y volvió con los cubatas  preparados. Puso algo de música, música de la que suela en verano, pachangueo, etc… Se me acerco y me dijo:

-          Toma cielo, tu cubata, espero que esté bien servido – me dijo con una sonrisa.

-          Gracias – le di un trago… estaba bastante “cargadito”.

-          Bueno ¿qué? ¿te animas a bailar un rato? Jajaja

-          Ufff… que va, que va… se me da bastante mal jajaja.

-          Anda, tonta, no creo que bailes mal – se levantó y se puso a bailar-. Venga, ven.

Dejé mi copa sobre la mesa y me levanté. Me acerqué a él y empecé a moverme, tímidamente. Me agarro de las caderas con la mano que tenía libre (con la otra sujetaba su cubata), y nos movimos al ritmo de la música. Cuando me quise dar cuenta, tenía su mano sobre mi pierna. Me giré, dándole la espalda, y aprovechó para empezar a acercarse más a mí. De repente noté parte de su paquete dándome en el culo, por lo que inconscientemente empecé a moverlo.

-          ¿Ves? ¿Ves como sabes moverte muy bien? – me dijo.

-          Anda que no eres exagerado ni nada jajaja.

Paró un momento y dejó su copa en la mesa. Volvió hacia mí, se colocó detrás y de nuevo acerco su polla a mi culo. Esta vez, se notaba que había crecido un poquito. Volví a menear el culo, golpeando su polla, cuando de repente, noté sus labios sobre mi cuello.  No hay cosa que más me guste que un beso en el cuello. Levanté los brazos y los puse por detrás de su cabeza, apretando más mi culo contra su polla. Sus manos empezaron a subir por mis caderas, poco a poco, hasta que llegaron a mis tetas. Se entretuvo un rato en ellas, agarrándolas y apretándolas.  Me giré y empezamos a besarnos, apasionadamente. Me agarró fuertemente de la cintura y me llevó hasta el sofá. Se sentó y me senté encima. Seguimos besándonos, pero el aprovechó para quitarme lentamente ambos tirantes del vestido y bajármelo hasta la cintura. Estaba demasiado cachonda para parar esto, así que me dejaba hacer. Sus manos seguían jugando y me quitaron el sujetador, dejando mis tetas al aire (como dije al principio, no voy mal servida, uso una 95-100).

-          Uff… menudas tetas tienes cariño… - me dijo.

-          Anda, que estabas deseando verlas… Te he cazado un par de veces mirándomelas.

-          Jejeje, que va… – se sonrojó.

-          No te preocupes, son todo tuyas…

Dicho y hecho. En cuanto le dije eso, se abalanzó a comérmelas.  Me comía bien una, lamiéndome el pezón, mientras que jugaba con la otra con su mano. ‘Menuda maravilla’ pensaba. Mientras, notaba como su polla crecía y crecía dentro de su vaquero, mientras me golpeaba en el coño. Pensé en lo mal que lo tendría que estar pasando esa pobre polla, asfixiada y deseando, así que le deje jugar un rato más con mis tetas y me puse de rodillas frente a él. Le desabroché el vaquero, se los bajé junto a los calzoncillos y ante mí apareció una polla espectacular. Más grande que la de mi novio (entorno a los 19-20 cm), cabezona, como a mí me gustan y completamente depilada. La agarré sin pensármelo, y empecé a pajearle. Me la acerqué a la boca y empecé a lamerla, de abajo a arriba, de arriba a abajo… En una de las subidas, me la empecé a meter poco a poco en la boca, devorando cada centímetro… Estaba riquísima. Me encantaba. Con cada subida, me entretenía un poco en su puntita, jugueteando con mi piercing de la lengua. Me la saqué y le dije:

-          Que sepas que esto lo hago como muestra de agradecimiento por la cena que me has preparado.

-          Mmmm… pues que buena forma de agradecerlo… la chupas de vicio cielo…

Oír estas palabras me animó a seguir mamándosela. Creo que estaba ofreciéndole la mejor mamada que había hecho en mi vida. Tras unos minutos chupándosela, me coloque su polla entre mis tetas. Las apreté fuerte y empecé a hacerle una cubana con ellas. A los pocos segundos, me dijo:

-          Elena, como no pares, me voy a correr enseguida…

-          ¿De verdad? Pues voy a parar, no quiero que te corras aún…

Me levanté y me saque el vestido por completo. Me bajé el tanga que llevaba para la ocasión, quedándome completamente desnuda.

-          Vaya, pero si estás depiladita del todo…

-          Sí, como tú jajajaja. ¿Sabes? Quiero que me folles…

-          ¡Mierda! – exclamó - sabía que se me olvidaba algo por comprar: ¡los condones!

-          Bueno, esto… -dije avergonzada – Yo en realidad tengo novio y tomo la píldora…

-          ¿Qué? ¿Tienes novio?

-          Sí… pero no está aquí, él está trabajando, aquí estoy sola y he de reconocer que me has puesto muy cachonda…  ¿es un problema que tenga pareja?

-          Para nada cariño… añade más morbo al asunto…

-          Mmm… pues si quieres, puedes follarme a pelo, que no hay problema y además, te dejo que lo hagas…

-          Ven aquí, que te vas a enterar…

Me puse encima de Adrián y me colocó la polla en el coño. Poquito a poco, fui bajando, metiéndomela lentamente. Al metérmela entera, volví a subir, y así sucesivamente, hasta llegar a una velocidad en la que la follada que me estaba dando era increíble. Nunca había disfrutado de una polla así, y tenía que aprovechar. Adrián movía sus manos de mi culo a mis tetas, no sabía donde quedarse. Con cada penetración, nuestra respiración se aceleraba un poco más y mis gemidos iban en aumento. Estaba disfrutando cabalgándole. Era, simplemente, maravilloso.

-          No suelo hacerlo, pero te lo has ganado…. – le susurré al oído - ¿Quieres que te deje mi culo?

-          Ufff… eso sería demasiado nena…

Me saque la polla, me levanté y me dirigí al sillón. Me puse de rodillas en él, coloqué mis brazos sobre el respaldo y coloqué el culo en pompa. Adrián se levantó, tenía la polla chorreando gracias a mis babas y a lo mojado que tenía el coño,  y se me acercó. Se chupó un dedo y empezó a metérmelo en el culo, dilatándolo. Cuando consideró que había dilatado lo suficiente, colocó su polla sobre mi agujerito. Apretó. Y entró la puntita. Di un pequeño brinco.  Empujó más. Me metió la mitad de la polla…

-          ¿Te duele cariño?

-          Un poco… pero no pares…y sigue por favor…

Empujó y terminó de clavarme la polla en el culo. Di un grito que se debió escuchar en toda la casa. Me la empezó a sacar lentamente… y me volvió a penetrar, con un nuevo gritito por mi parte, esta vez, acompañado de un gemido.

-          ¿Mejor? – me preguntó.

-          Sí… mmm… cada vez que me la metas, el dolor va a desaparecer un poco más, dejando paso al placer…

Se lo tomó tan en serio, que empezó a follarme el culo cada vez a más ritmo. Como bien le había dicho, el dolor se iba convirtiendo en placer. Tras un rato follándome el culito, me dijo:

-          Cielo, me voy a correr…

Me sacó la polla y me senté en el sillón, quedándose mi boca a la altura de su polla. Saque la lengua para golpearle con ella en la puntita mientras se pajeaba. Sin avisar, se corrió. Parte de la corrida cayó por las comisuras de los labios y la barbilla, yendo a parar a mis tetas. También cayó parte dentro de la boca. Cuando acabó de correrse, no dude en tragarme todo lo que había caído en mi boca.

Me limpié con un kleenex todo lo que había caído fuera de la boca y me fui a la ducha. Después de la ducha, mientras me vestía, charlamos un rato.

-          Muchas gracias por este polvo Elena, ha sido impresionante.

-          No me des las gracias bobo, quería agradecerte la gran cena que me has preparado. Y si acaso, dale las gracias al vino… jajaja.

-          Jajaja. La verdad es que ha sido una forma increíble de acabar mis vacaciones, mañana me vuelvo a casa…

-          ¿En serio? No me habíais dicho nada…

-          Bueno, yo tampoco sabía de la existencia de tu novio, así que empate… jajaja.

-          Tampoco me lo habías preguntado… jajaja.

-          ¿Es la primera vez que… le pones los cuernos?

-          Sí… ¿por?

-          Follas de maravilla cielo…

-          Bueno, creo que no será la última vez que se lo ponga… jajaja.

Tras charlar un rato, me acercó a casa. A la mañana siguiente, durante el desayuno, mi abuela me preguntó:

-          ¿Qué tal anoche? ¿Te lo pasaste bien?

-          Sí abuela, me lo pase genial. Muchas gracias por haberme invitado a pasar aquí unos días…

FIN