Vacaciones
Viajaba para relajarme tras los exámenes... pero esa relajación acabó al conocer a Marta..
Al despertarme, un débil sol daba sobre parte de mi rostro y mi cuerpo. Una gélida brisa envolvía mi pelo y endurecía mis pezones desnudos. Estaba totalmente destapada pero no tenía frío. Me agradaba la sensación de la brisa helada en mi sexo. Me desperecé y me levanté de la cama. Tras acabar los exámenes no había nada mejor que unos días de vacaciones en solitario. Había llegado la noche anterior, cansada del viaje en avión de Sevilla a Canarias, y solo tuve tiempo de cenar y echarme a dormir.
Me di una ducha y me puse la parte de debajo de un bikini de tanga rojo, una camisola blanca semitransparente y mis sandalias verdes, cogí mi bolso y eché crema solar, una toalla, mis cigarrillos y la cartera. Me puse mis gafas de sol y un gorro de paja muy playero y me dirigí al hall del hotel.
Una vez allí pregunté a una recepcionista donde estaba la playa más cercana. La chica se presentó dándome dos besos, una presentación demasiado cordial, se llamaba Marta, era rubia, con los ojos excesivamente grandes de un color verde claro, no muy alta, delgada, con pechos y trasero pronunciados. La chica se agachó para darme un mapa y algún que otro folleto turístico. Al agacharse se le subió la falda, tanto que no pude evitar mirar, y pude observar que no llevaba bragas. No sé el motivo, pues me gustan los chicos, pero me puse cachondísima al ver su coñito rasurado. Cogí el mapa y los folletos y los guardé apresuradamente en el bolso. Seguí las indicaciones de Marta hasta llegar a la playa y, una vez allí, me dispuse a tomar el sol.
Me quité la camisola, quedándome solo con mi tanguita rojo, coloqué la toalla y cogí mi paquete de tabaco. Al sacarlo me di cuenta que no tenía mechero, y decidí pedírselo a un chico que estaba en la toalla de al lado. Era moreno, atlético, muy alto y guapo. Se ofreció a darme crema a cambio de algo. Movida por la curiosidad de cuál sería el precio a pagar acepté. Quería dos besos y mi número. Él se llamaba Ale. Me embadurnó la espalda con crema, y la expandió por toda mi espalda, dedicando especial atención a mi culo. Me pidió que me diera la vuelta pero le dije que yo lo avisaría cuando fuera a tomar el sol bocarriba. Volvió a su toalla y, más tarde se fue al agua. Aproveché para irme.
Al llegar al hotel Marta estaba en la puerta fumando. Me ofreció un cigarro y acepté. Comenzamos a hablar de estudios y exámenes pero la conversación cambió bruscamente:
Marta: Oye, Cintia, espero que no te moleste pero me encantan tus tetas así mojaditas pegadas a esa camisola quedan preciosas.
Yo: Eh Bueno gracias.
Marta: Dime la verdad antes te puso cachonda verme el coño ¿verdad?
Yo: Pues, sinceramente, sí. Pero no te confundas que a mí me gustan los tíos
Marta: A mí también pero me encantaría comerte el coño y sé que encantaría comérmelo a mí.
Apagué el cigarro y me fui. Me ponía nerviosa aquella chica, pero también me excitaba. Comí y me fui a la habitación. Me quité la camisola y el tanga y me acosté un rato, pero no conseguí quedarme dormida no dejaba de pensar en Marta y, no sé porqué, acabé mojada y masturbándome. Tocaba mis pechos mientras, con la otra mano me acariciaba el clítoris bruscamente me llevaba la mano a la boca de vez en cuando y, entre mi saliva y mis fluidos acabé mojando hasta la sábana.
Continuaré si quieren.