Utilizada por mi marido
Jorge salé
Segunda parte de El hombre que le gustaba verme masturbar y de Masturbándome en la sala de vis a vis mejor leérselos antes para entender este mejor.
Me desperté por la mañana sintiendo la polla de Jorge desgarrando mi vagina, cuando abrí los ojos le vi como con su cuerpo en tensión perforándome como una bestia que era. No estaba ni siquiera despierta del todo y un orgasmo ya asomaba alredor de mi cuerpo.
Grité su nombre mientras oleadas de placer recorrían mi cuerpo desde los pies a la cabeza y mi cada uno de los poros de mi piel se erizaban. Jorge se corrió tensando sus musculos justo en el momento en que sonaba el despertador que en teoría tenía que haberme despertado.
Nos quedamos muertos el uno sobre el otro.
- veo que los que te han follado, te han mantenido bien entrenada.
- ¿y eso te gusta?
- Me gusta saber que a partir de ahora voy a ser el único que te folle.
- Eso esta por ver – le dije sin pensarlo.
- Te mueres por mi polla, ni se te ocurriría ser follada por otro.
Me levanté de la cama poniendo la mano en mi entrepierna para evitar ensuciar la cama y el suelo, le mire con cara de odio y corrí al baño.
Salí vestida de él y casi sin despedirme salí por la puerta rumbo a la oficina.
Desayune sola en una cafetería cercana a mi trabajo. Pensé en todo lo que había ocurrido los últimos meses. Pague la cuenta y subí a mi despacho.
Después de arreglar ciertas cosas que no podían esperar, cogí el teléfono y busque entre los muchos teléfonos de amantes el de uno que vivía cerca, le escribí un SMS.
- hola Jonás, ¿vas a estar en tu casa este mediodía?.
- No, pero si hace falta me acerco - me dijo con su habitual tono.
- Quiero uno rápido – le confesé.
- Cuenta con ello.
- ¿A que hora?
- A las dos salgo.
- A las dos y cuarto estoy en tu casa.
El resto de la mañana se me hizo larguísima, tuve que ponerme un salva slip para evitar que mi encharcado coño manchase mi silla.
Cuando llegué a casa de Jonás, este me abrió la puerta, ni un beso ni nada, pase directamente, fui hacía el sofá y quitándome las bragas y levantándome la falda quedé a cuatro patas mostrándole toda mi intimidad.
- joder, así, sin un hola. Además creo que va a ser la primera vez que te follé sin una copa por medio.
- No pierdas el tiempo y dame - exigí.
Jonás vino desde detrás y me la metió tal cual estaba. Tenía una polla maravillosa y esta hizo efecto en mi coño el cual empezó a soltar litros de fluido que llenaron de viscosidad los cojones de mi fugaz amante. Jonás empezó a darme mientras con sus manos se hacía hueco hacía mis tetas. Me estuvo dando duro durante diez minutos, diez minutos que disfruté como una loca hasta que en mi cabeza apareció la imagen de Jorge. MI placer se borró de inmediato y ya solo sentía con un trozo de carne perforaba mi vagina sin que ello me gustase en absoluto. Intenté reenganchar el placer, pero aquello estaba siendo superior a mi. Di un tirón hacía delante y saqué la polla de mi interior. Sin decir una palabra, cogí las bragas del suelo y salí corriendo hacía la puerta, antes de cerrar solté lacónico – no puedo – dejando a Jonás con la polla dura y la boca abierta.
Recompuse mi ropa en las escaleras mientras bajaba. Al llegar a la calle cogí el teléfono y llamé a casa. Jorge contestó.
- ¿Vas a estar ahí?
- No pensaba salir.
- Voy a para allá.
Ni siquiera me puse las bragas, cogí un taxi y en 10 minutos abría con mis llaves las puerta de mi casa. Jorge estaba leyendo en el sofá. Me lancé sobre él y sacando su polla de su pantalón después de besarle lo más cerdo que salió de mi, me la ensarté en el hambriento coño.
Jorge se hizo dueño de la situación enseguida. En pocos minutos pasamos de ser yo quien me follaba a Jorge a ser él quien llevó la manija del asunto. Me puso con mis piernas sobre sus hombros y me la metió sin parar hasta que ambos llegamos a un magnifico orgasmo juntos.
Le limpié la polla con la boca y vistiéndome a la carrera salí volando a la oficina.
Llegué realmente tarde, pero nadie me dijo nada. Trabaje hasta un poco más tarde de lo normal.
Volví paseando a casa a pesar que oscurecía. Entre en mi piso el cual estaba desierto. Miré en la cocina, en el salón y cuando abrí la puerta de mi cuarto me sorprendió que estuviese en oscuridad total. Fui a encender la luz cunado una mano me agarró por la muñeca. Tiraron de mi hacía la cama y sin poder resistirme, unas esposas se cerraron en mis dos muñecas. Seguía sin bragas por lo que así a cuatro patas me volvieron a penetrar duramente mientras tiraban de mi cabeza para atrás tirando de mi pelo.
Me corrí en cuanto noté como la polla reventaba mi coño y no paré de hacerlo hasta que un chorro de lefa manchó la parte de atrás de mi camisa, mis manos y las esposas. Me dejó tirada con el coño destrozado mientras entraba en el baño.
Yo seguía tirada en la cama con la falda por la cintura, las piernas abiertas, el coño rojo y permaneciendo esposada con la cara hacía el colchón. Jorge me agarró por la coleta y subiéndome la cabeza me metió su flácida polla en la boca. Joder como me ponía ese sabor a pis que no había logrado olvidar.
Jorge me mantuvó su poco dura polla en la boca antes de soltarme las esposas.
La verdad era que odiaba a ese hombre, pero algo dentro de mi me hacía ser sumisa a él y en vez de mandarle a la mierda, cada vez que una mirada suya me daba una orden, yo corría a cumplirla.
Intenté marcar cierta distancia con él, pero por un lado el que lo tuviese viviendo en casa y por otro que cada vez que su cara pasaba por mi mente mis bragas se inundaban, lo hacía muy difícil.
Quedé varias veces con amigos, en general a la hora de comer o después del trabajo, incluso con uno una noche que salí con las chicas a cenar. Pero aquello no era lo mismo.
Con más de uno no le dejé ni desnudarse, a la mayoría les corté en medio del polvo y solo a uno me lo follé hasta el final, sintiendo un magnifico placer, pero lo muy jodida que me quedé de vuelta a casa me hicieron darme cuenta que alejarme de Jorge era muy complicado.
Mis amigas y mi familia se cogieron un rebote importante cuando se enteraron que Jorge se había instalado en mi casa una vez salido de prisión Mi abogado me llamó de todo cuando le pedí que nos retirásemos de la causa contra Jorge.
Que retirásemos la denuncia era una ayuda para Jorge, aunque solo una pequeña ayuda, lo peor venia después con los antiguos socios estafados.
Por lo visto Jorge había metido a mucha gente en un negocio para sencillamente irse con el dinero. A mi Jorge me juraba que el dinero se había perdido sin dar ni tiempo a arrancar el negocio, pero ni el fiscal ni sus ex socios pensaban así. Hablábamos de 40 millones de euros, gran parte de ellos en negro. Por lo visto había uno en especial que le estaba dando fuerte y tenía a un ejercito de abogados detrás suya.
Llegué a casa un día y como en los viejos tiempos un post-it me esperaba pegado en el espejo del baño.
- llegó a las siete y media, espérame en pelotas a cuatro patas y con un antifaz puesto – no decía nada más.
Eran las siete y me daba tiempo de darme una ducha. Al salir de ella me di cuenta que mi pubis no estaba perfectamente depilado, pero ya no me daba tiempo de arreglar aquello.
Miré el reloj y estaba a punto de ser la hora indicada. Corrí mojada como estaba hasta la habitación, revolví el cajón y después de dejarlo todo tirado encontré un antifaz que me puse a la carrera.
Era la primera vez que me hacía permanecer en esta postura desde que me dejó colgada, lo cual por un lado era excitante y por otro me mataba de miedo.
Oí la puerta de la calle abrirse justo cuando oí en el reloj de la caja de ahorros sonar las y medía. Estaba excitadísima y casi me corro cuando Jorge puso sus manos en mis desnudas caderas. Se subió en la cama y sin tan siquiera tocarme un poco el coño me la clavó de un golpe como él sabe que me gusta. Noté como aquella entraba hasta el fondo hasta chocar con mi matriz, me mató de gusto, pero…. Aquella no era la polla de Jorge, me acababa de penetrar otro hombre, fui a protestar cuando la polla de Jorge entro en mi boca desvelándome, que efectivamente había otro hombre con nosotros y que por primera vez en mi vida, mi marido Jorge me ofrecía a otro macho.
Una no es ninguna cría y ya tiene kilómetros encima, no iba a ser ni el primer ni el decimo trio que hacía, pero nunca pensé que Jorge fuese capaz de compartirme.
Los huevos de Jorge pegaban en mi barbilla mientras su polla entraba y salía de mi boca, por detrás mi desconocido amante me daba sin miedo ni pausa. Mis tetas con mis duros pezones se movían al compas de la caña que uno y otro me daban. No se oía nada salvo mis jadeos, el sonido de mi saliva y el cuerpo del desconocido al chocar con mi desnudo culo.
Jorge la sacó para hacerme cambiar de postura. Cuando me iba a tumbar, una mano me cogió de la coleta y me hizo subir hasta que una polla dio en mi cara. La busqué con la boca hasta que la alcancé y me la metí dentro poniéndome de rodillas ante él. Empecé a mamar hasta que un dedo empezó a jugar con mi ano, no hizo falta mucho para que aquello se dilatase y Jorge me penetrase con su rabo en mi orto.
Por un momento no pude chupar y recibir rectalmente, pero en seguida Jorge me dirigió por mi nuca hacía mi trabajo abandonado.
Chupe hasta que se cansó de mi boca, el tío quería mi coño y así fue. Sin sacármela del culo Jorge me hizo tumbar sobre él, y el desconocido me penetró mi indefenso coño. Notar de nuevo dos pollas en mi interior fue una gloria.
Aquellos dos creí que me mataban de gusto. Ninguno se cortó a la hora de correrse y ambos llenaron cada uno de mis agujeros de caliente lefa que chorreó sobre la colcha en cuanto lsa sacaron. Intenté quitarme el antifaz, pero Jorge me paró las manos.
Nunca me dijo quien me había follado aquella tarde, como al principio no me contó quien me follaba en su presencia o a quien se follaba él mientras yo a un lado de la cama con mi eterno antifaz solo podía acariciarme o acariciarlos. Mucha polla y algún coño comí en aquellos tiempos.
El primer día en el que me llevó a un local de intercambio y permitió que dos desconocidos me tomasen mientras a él se la chupaba una rubia me di cuenta que aquello tenía que cambiar, pero no sabía como.
Intenté acostarme con otros, pero me seguía pasando lo mismo, intenté rechazarle, pero era oler su polla y salir corriendo hacía él.
Llevábamos un año así. Un año en el que el ordenaba y yo cumplía, un año en el que me había vuelto a hacer sentir mujer, pero un año en el que había hecho cosas que nunca hubiera creído que iba a poder hacer.
Se acercaba el juicio y Jorge tenia que pagar a sus abogados. Aquel día me estaba sodomizando a cuatro patas con mis brazos en cruz atados al cabecero de la cama. Su dura polla entraba y salía de mi dilatado ano mientras el pellizcaba mis pezones. Me estaba encantando como siempre.
- vas a tener que hacerme un favor.
- Lo que quieras – dije yo jadeando casi sin poder articular palabra.
- Es fuera de España
- Contigo sabes que voy a donde quieras.
- Yo no puedo ir, el juzgado retiró mi pasaporte – me dijo mientras se corría en mi culo. Notar la entrada de esperma en mis intestinos hizo que respondiese con un fuerte orgasmo que casi dislocan mis muñecas atadas.
Jorge no espero en sacarla. Cogió un rabo de goma y me lo volvió a clavar en el recto empezándolo a mover mientras descansaba una de sus manos en mi lomo.
- te voy a dar una clave para sacar dinero de una cuenta que tengo en Suiza. Será rápido, llegaras por la noche, por la mañana iras la banco y por la tarde te vuelves.
- Como tu quieras – en ese momento hubiese aceptado cualquier cosa, de verdad.
Esa tarde estuvo especialmente atento con mi culo, me masturbó el ano hasta que yo pedí que parase al no aguantar tanto orgasmo.
Salí hacía Milán en el vuelo de la hora de comer, desde allí tenía que alquilar un coche hasta Zúrich. Me había reservado un hotel discreto.
La verdad es que llegué muerta y no veía la hora de meterme en la cama. Encendí mi móvil para comprobar mi correo electrónico, afortunadamente la habitación contaba con wifi. El ultimo mensaje era de Jorge.
Llámame por Facetime. Coloca la cámara apuntando a la cama y hazte un dedo que aquí un amigo con el que estoy cenando te quiere ver.
Llamé y coloque l cámara en una silla mirando a la cama. Me puse a cuatro patas, levanté mi falda, aparté mi tanga y dejando a la vista mi raja empecé a pasarme el dedo por toda su extensión. Fue un dedo rápido, duro, no esperaba correrme con tantas ganas, pero si he de ser sincera que me vean me estaba empezando a gustar, sobre todo si era un desconocido.
- espero que ya este, apago el teléfono – dije a modo de despedida mirando a la cámara. Por si acaso ni esperé respuesta, simplemente apagué.
Me levanté temprano, me duché, me vestí muy conservadoramente y salí a la calle a coger un taxi. Le di al conductor la dirección y en 10 minutos estaba en el UBS, la Unión de Bancos Suizos. La idea era recoger 100.000 euros y volver a España.
Aquello no parecía un banco. Me condujo una elegantísima señorita a una sala de estar donde solo tuve que esperar un minuto.
Un elegante caballero me acompañó hasta un despacho donde un atractivo banquero me ofreció café.
- ¿En que la puedo ayudar hoy? – me dijo en un perfecto español aunque con algo de acento.
- Quería saber el saldo de mi cuenta bancaria numerada.
- ¿Tiene el numero y la clave?
- Por supuesto. Numero 687628739824904809490821 y clave HJKHSKJH6587HGJH. – el joven apunto los datos en su libreta y tecleó los mismo en su ordenador. Solo tardó unos segundos.
- 39.678.889,47 euros.
- Esta bien, quiero transferirlos a esta cuenta – y le di un papel con una cuenta en las Bahamas. Según ese dinero llegase al archipiélago caribeño saldría hacía diez cuentas en distintos lugares del mundo y de nuevo desde esos bancos se moverían una y otra vez hasta volver a encontrarse en otra cuenta a mi nombre en la propia Zúrich.
- Ya esta. ¿Alguna cosa más?
- Pues poco más – le dije poniéndole voz de pobre chica inocente. El ejecutivo se vino arriba.
- Si la señorita esta noche libre para cenar a lo mejor le interesaría que le acompañase y le pueda hablar de las opciones que puede hacer con el dinero.
- No se preocupe, esta noche estaré liada. Y me va a perdonar. Me esperan.
Salí del banco y cogí un taxi, En vez de dirigirme al cuatro estrellas donde había pasado la noche, le pedí al taxista que me llevase al Storchen sin molestarme en darle la dirección.
Abrí el móvil y conecte los datos, el primer mensaje que entró fue un – hazte otro dedo que no nos quedamos del todo llenos – que me mandaba Jorge y su amigo. Se quedaron sin espectáculo. Después tenía mil llamadas de Jorge de hacía pocos minutos.
Pagué al taxista y después de entrar en el hotel, cruce su amplia recepción. Llegue a los ascensores donde le indique a un botones que iba a la decima planta. Girando a la derecha anduve hasta el fondo de pasillo. Saqué una tarjeta de platico con la que abrí la puerta de la suite.
Deje el bolso en una sillón mientras sacaba el móvil. Me fui desnudando mientras cruzaba el salón de la suite.
Coloqué mi iPhone enganchado a una cámara de video que apuntaba a la gran cama donde un hombre canoso, recién levantado y desnudo leía el financial times.
Comprobé que la cámara se conectaba a mi Facetime. Cogí el mando a distancia y di dos pasos hacía atrás poniéndome a cuatro patas.
El canoso se incorporó y puso una mano en mi entrepierna. Yo di al botón de conectar la llamada y en la pantalla de la tele del cuarto salieron mis tetas colgando en primer plano. Lo dejé así.
- no tenías que estar volviendo hacia al aeropuerto en vez de enseñarme las tetas – fue lo que dijo Jorge como saludo.
- He cambiado los planes – dije yo justo en el momento que noté como una polla traspasaba mis labios vaginales.
- Vístete y sal ya que vas a perder el avión – mis tetas se movían al compas de los ya evidentes vaivenes.
- ¿qué coño estas haciendo?
- Ya ves – dije justo en el momento que unas manos cogieron mis tetas desde detrás.
- Pero serás zorra. – yo cogí el mando del zoom y abrí el plano dejándome ver desnuda a cuatro patas y con un tío detrás dándome fuerte. Yo iba modificando mis caras pues me estaba poniendo mucho todo aquello. Lo que Jorge veía era exactamente lo mismo que yo veía en la pantalla y ahí se veía un tío con algunos kilos de más, el pecho canoso que me daba desde detrás.
- Por favor, deja al abuelo y ven al aeropuerto, esta noche te follaré yo como mereces – yo no dije nada, simplemente abrí el plano del todo para que se viese que quien me follaba era Roberto Montero Abad, el hombre a quien Jorge había estafado y que le saludó desde mi húmeda posición – hija de puta ¿qué hace ese hombre ahí?
- Maravillas Jorge, maravillas. Quito el volumen, espero que los disfrutes porque es la ultima vez que me vas a ver en tu vida, espero que te crujan en tu juicio hijo de la gran puta – dije mientras ponía el mute y me daba la vuelta para poder ver como Roberto me la metía hasta el fondo.
No se en que momento de a hora y pico que estuvimos follando en la que Jorge desconectó.
Había conocido a Roberto una tarde en una conferencia. Alguien le debió decir que yo era la mujer de Jorge y el amablemente se presentó. Me dolía el culo una barbaridad después que dos amigotes a los que no conocía de mi marido me hubiese usado a su antojo la noche anterior y la verdad no solo estaba contenta con él sino que un poco cansada de todo esto.
Roberto fue muy amable y en ningún momento me reprochó nada. El tema cambió cuando le propuse joder a Jorge.
Roberto planeó todo, el trato era que yo me podía quedar con la pasta y el ganaría una noche conmigo y la satisfacción de llegar a juicio con Jorge arruinado. Yo me hubiese pasado el resto de la semana follando con él, pues además de un caballero, Roberto sabía lo que se hacía entre las sabanas, pero como caballero que era, una vez corrido sobre mis tetas dio el trato como zanjado por lo que se abrazó a mi y dormimos el resto de la noche. Por la mañana se despidió de mi con un dulce beso en la frente.
Vagueé toda el día en el cuarto.
Desnuda como estaba veía anochecer en Zúrich desde el ventanón de la suite. El mundo estaba a mis pies. Cogí mi teléfono y mandé un SMS al numero de teléfono que indicaba la tarjeta de visita de mi ahora ex banquero.
- acepto su oferta si no es demasiado tarde. Me puede recoger a las 10 en el Storchen y llevarme a cenar – escribí
- encantado, pero mejor que sea a las ocho si es que quiere cenar.
- En realidad lo que quiero es sexo aséptico, sin obligaciones, pero me imagino que tendremos que cenar antes.
- A las ocho entonces.
Frank me llevó a cenar a un lugar encantador y después me hizo el amor apasionadamente durante el resto de la noche sobre la cama en la que horas antes me había follado Roberto. En teoría no debía follarse clientas, pero desde el momento que había vaciado la cuenta, yo ya no lo era.
Frank volvió a ser mi banquero días después y desde entonces follamos cada vez que mis nuevos compromisos me traen a Suiza.
A Jorge le cayó la del pulpo. Sin equipo de abogados que le defendiesen y conocedores de ello quien había sido estafado por él, le atacaron con todo durante el juicio sin que el abogado de oficio pudiese hacer nada. No volverá a ver la luz de sol hasta dentro de 20 años. Me imagino que su ultimo pensamiento antes de entrar de nuevo en prisión fue hacía su amada esposa.