Usando a la cerdita

"Sin embargo" - continuó Él - "si, como creo que sucederá, te comportas como mi puta y como mi cerda, y veo que se humedece tu concha, estarás a mi disposición ¿entendido?". Inmediatamente mi cara se puso colorada y sólo pude decir de nuevo "sí, Amo".

No sabía bien qué pasaría hoy, mi Amo me había dado pocos detalles. Sonó el timbre y yo di un respingo. "¡YA VOY!" gritó Él. Sabía que yo estaba un poco temerosa. Se volteó hacia mí y me dijo: "mira, hagamos un trato, si veo que no lo disfrutas, que no te excitas, te aseguro que detendré todo, ¿confías en mí?" Yo lo miré a los ojos y le dije "sí, Amo".

"Sin embargo" - continuó Él - "si, como creo que sucederá, te comportas como mi puta y como mi cerda, y veo que se humedece tu concha, estarás a mi disposición ¿entendido?". Inmediatamente mi cara se puso colorada y sólo pude decir de nuevo "sí, Amo".

Sin decir más, tiró de la cadena, halándome hacia la puerta. Antes de abrir, me puso frente al espejo del recibidor, en que se veía todo mi cuerpo. Yo estaba completamente desnuda, a veces mi cuerpo no me gustaba, pero desde que era su sumisa mi sobrepeso no me importaba, porque es lo que me hacía su cerdita. Un collar alrededor del cuello, y una cadena que iba desde el collar hasta su mano. Para aumentar la humillación, Él mismo había modificado una de esas cintas para agarrar el pelo y le había puesto unas orejas de cerdita, y había fabricado en foamy una nariz que había puesto sobre la mía, y que se sostenía con un elástico alrededor de mi cabeza. Sobre mis ubres (mi Amo me había prohibido que les llamara "tetas" y mucho menos "senos") dos palabras: "cerda" en la derecha y "puta" en la izquierda. Aunque no se notaba, tenía también balas vibradoras, una en la concha y una en el culo, y mi Amo tenía en su poder el control remoto de ambas.

Siguió hasta la puerta y la abrió. Afuera estaba una pareja que yo ya conocía, Miguel y Ana, pero ellos nunca me habían visto así. No pudieron evitar la cara de sorpresa. "¡Hola!" - saludó mi Amo - "muy puntuales, como siempre, sigan." Al llegar a la sala comenzó a explicarles "como se habrán dado cuenta, mi cerdita y yo habíamos omitido una parte muy importante de nuestra relación, pero por la confianza que les tengo, quiero que sean ustedes los primeros frente a quienes la ehxibo y permito que la usen. Por supuesto, antes de empezar, tomémonos un trago y podrán hacerme las preguntas que deseen." Sirvió tragos para todos, y yo me tomé el mío casi de un sorbo, tratando de controlar mis nervios. Luego me dijo "acuéstate sobre la mesa, mi cerdita", cosa que hice, bocarriba, en la mesa de centro, ató mis muñecas a las patas de la mesa más cercanas a mi cabeza, y mis tobillos a las otras dos, y encendió ambas balas.

Estar así, desnuda, humillada, exhibida, y con la vibración constante en mi concha y mi culo hizo que empezara a mojarme de inmediato. Una parte de mí se resistía, no quería dejarme llevar por mis deseos oscuros y trataba de contener la excitación, al menos, de disimularla frente a ellos. Mi Amo dejó los vibradores encendidos y comenzó a conversar con sus amigos, contestando sus preguntas: "¡y a ella le gusta esto?", "¿y qué cosas le gustan?", Mi Amo les respondía todas sus dudas. "¿Que si le gusta? ¡Miren esto!" y entonces abrió los labios de mi concha para mostrarles lo mojada que estaba. "Vaya" - decían ellos - "la verdad es que sí es muy puta". En ese momento supe que no servía de nada disimular. "¿Y qué le gusta? bueno, la humillación, algo de dolor, y estar muy caliente, jajaja". Y entonces agarró mis pezones entre sus dedos y los haló hacia arriba, hasta que grité. "Y eso la pone más caliente?", preguntó Ana. "tan caliente que tendré que enfriarla", respondió mi Amo, soltando mis pezones y agarrando el vaso de su trago con hielo, abriendo mis labios vaginales y poniéndome el vaso helado sobre el clit. Yo volví a gritar y me moví lo que pude con las ataduras. Mi Amo soltó una carcajada de verme ahí, expuesta para Él y sus amigos, a su disposición para hacerme lo que se le antojara.

"Bueno, para entrar en confianza, ¿por qué no le escribimos lo que pensamos de ella?", los invitó mi Amo, repartiéndoles lápiz labial para que marcaran mi cuerpo. El trago y la situación empezaban a hacer efecto, y a sus amigos les gustaba, así que empezaron a poner sobre mi cuerpo "puta", "perra" zorra", "calentona" y todo lo que se les ocurrió. Mientras me escribían, Miguel y Ana empezaron a rozarme disimuladamente, pero mi Amo lo notó y les dijo "no se preocupen, tóquenla a su antojo, para eso se las puse ahí". Entonces dejaron el recato y empecé a sentir manos en todos lados, en las piernas, en las ubres, en la concha. No pude más y empecé a gemir. Las caricias se combinaban entre fuertes y suaves, sentía una mano tocándome despacio, y después una palmada sobre la concha, luego de nuevo despacio, una lengua sobre mis pezones y luego un pellizco, y luego un beso. Ahí empezaron mis orgasmos. No sé cuánto tiempo duraron así, con bocas y lenguas que pasaban por todos lados, ubres, cuello, piernas, hombros, concha, ni cuántos orgasmos tuve.

"Vaya, parece que la cerdita está caliente ¡Qué sorpresa!", dijo mi Amo riéndose, habrá que soltarla para divertirnos mejor. Soltó las cuerdas y me dijo "a 4 patas", cosa que obedecí. Mientras me soltaba, ya sus amigos se habían desnudado, entonces le dijo a Ana "la tuya será la primera concha que mi cerdita pruebe, a ver cómo le va". Puso una pinza en cada uno de mis pezones, unidas por un elástico, y le dijo a Ana que pusiera su pie sobre el elástico y me dijo que levantara la cabeza y le comiera la concha. Al incorporarme, el elástico que Ana pisaba halaba mis pezones hacia abajo, haciendo que me dolieran. Miré a mi Amo y le dije "no soy capaz", y entonces Él respondió "bueno, cerdita, Ana no va a quitar su pie de ahí hasta que la hagas correrse, así que es tu decisión". La verdad, no fue el dolor de mis pezones, sino la excitación de toda la situación y los vibradores en mis agujeros los que me hizo ceder muy pronto. Volteé la cabeza y empecé a besar primero, luego a lamer, mientras todos me decían cosas humillantes "pero qué bien lame la puta", "qué perra tan caliente tienes", "se nota que le gusta que la miren emputecida", y cosas por el estilo. Al fin Ana se corrió y soltó el elástico, y mi Amo quitó las pinzas, sobando con delicadeza mis pezones para aliviar el dolor.

Al fin sentí que se apagaban las balas vibradoras de mi concha y mi culo, pensé que ya todo había acabado. Dijo mi Amo "a 4 patas", y las sacó, y me hizo chupar la que salió de mi concha. El espectáculo tenía a mi Amo y Miguel completamente erectos, por lo que me dijo "no has acabado, cerdita, la verga de mi amigo te espera". Sacó las balas vibradoras de mi culo y Miguel estaba en el suelo bocarriba, así que fui a 4 patas a sentarme sobre él, clavándomela en la concha. Miguel se movía y marcaba el ritmo que debía llevar con sus manos en mis ubres. "qué concha tan rica tiene tu puta", mi excitación no paraba, sentía mis muslos mojados. "Abrázala, Miguel", dijo mi Amo, lo que hizo que me recostara mi pecho sobre el suyo. Luego mi Amo tomó mis muñecas y las ató a mi espalda. Luego sentí algo frío entre mis nalgas, intenté levantarme pero Miguel me tenía bien agarrada. Sentía que los dedos de mi Amo entraban y salían de mi culo, untándolo de lubricante. "¡No, Amo, por favor!" decía yo, pero Él me ignoró y siguió estimulándome. Al poco tiempo mis quejas cesaron y ahora sólo gemía de placer. En ese momento, mi Amo sacó sus dedos y con su verga me clavó por el culo. Nunca había estado así, ambos se movían, yo me sentía completamente emputecida, pero era como si ya no tuviera control sobre mi cuerpo. La parte de mí que se resistía era cada vez más débil.

Al fin se corrieron, sentía la leche de mi Amo en el culo. "no botes el condón, Miguel", le dijo mi Amo, desatando mis manos y recostándose en el sofá. "ven aquí, cerdita, descansa un poco", me acosté en el sofá a su lado y puse la cabeza en su pierna, y Él empezó a acariciar mi cabeza "lo hiciste muy bien, me encantó verte gozar con esas cosas que pensabas que no podías hacer". De repente, Ana dijo "pero yo no he tenido suficiente, y se nota que tu puta aguanta otro poco". Mi Amo se rió y le dijo "no te preocupes, que aún falta más. Hay algo que no hemos hecho, y es que, como buena cerdita, le encanta que la claven en 4, ¿por qué no te pones un strap on y te diviertes un rato?". Sin pensarlo dos veces, Ana se puso el strap on y me llamó "ven aquí, cerdita, que te quiero caliente otra vez". Miré a mi Amo, suplicándole con la mirada, pero Él me dijo "ve, cerdita, sé que no quieres que te castigue". Yo sentía que ya no podía más, era demasiada humillación por un día, ser la mascota, el juguete de mi Amo y sus amigos, y seguí resistiéndome. "Bueno, acabas de ganarte un castigo, y mientras más te demores en obedecer, más fuerte será.". Me levanté enseguida del sofá y fui a 4 patas hasta Ana, que se puso entre mis piernas y empezó a clavarme con el strap on. No quería excitarme, encima estaba molesta porque acababa de ganarme un castigo, que no sabía cuál sería, pero el vaivén del dildo en mi concha y las manos de Ana acariciando y apretando mis ubres, pudo más y me calenté de nuevo. "¿Ves que eres una puta?", me espetó mi Amo. "Ana, dale nalgadas mientras la clavas para que aprenda a no desobedecer". Sin dudarlo, Ana se levantó y empezó a nalguearme con ambas manos, sin dejar de clavar mi cadera contra la suya. "¡por ser una cerda desobediente!", me gritaba.

Mi Amo se acercó y volvió a poner las pinzas en mis pezones, pero pasando el elástico por mi espalda, y luego poniendo su verga, de nuevo erecta, frente a mi cara. Yo sabía lo que tenía que hacer, así que abrí la boca y empecé a chupar, mientras Él jalaba del elástico hacia arriba, torturando mis pezones. Jamás imaginé estar así, a 4 patas con una mujer clavándome en la concha mientras me daba nalgadas, y chupando la verga de mi Amo al tiempo, mientras Él tiraba de las pinzas de mis pezones. Y lo que es más, disfrutándolo. Mi Amo tiene razón, soy una puta, soy una cerda.

Mentras tanto, Miguel se había acercado y se masturbaba al lado. "Anda, Miguel, échale la leche en la espalda", dijo mi Amo, mientras me sacaba la verga de la boca y se corría en mi cara. "Restriégale la leche en la espalda, que huela a puta, que aprenda lo que es, y echa la del condón también". Miguel volteó el condón y toda mi espalda quedó untada de su leche, mientras la de mi Amo iba escurriendo por mi cara. Para terminar, tuve que limpiar con la boca el dildo que salió de mi concha. Mi Amo quitó las pinzas y me dijo "estás preciosa, te ves mejor de lo que pensaba, ya puedes levantarte.".

Me levanté y dijo mi Amo "me encantó casi todo lo que pasó hoy, me tienes muy complacido, pero no me gusta que me hayas desobedecido, parece que aún tienes que aprender que debes obedecer, ven para cobrar el castigo que me debes" y empezó a halar de la cadena que iba a mi cuello. "Pero, Amo, las nalgadas y la tortura de pezones ¿no fueron el castigo? ¡me dolió mucho!", no sabía cuál sería el castigo y quería evitarlo a toda costa. "¿Crees que un castigo va a ser algo que disfrutaste tanto como para correrte como una puta zafada????".

Me sacó al patio, Miguel y Ana nos seguían, curiosos por saber lo que me haría mi Amo. En el patio había una piscina inflable, de esas para niños, que mi Amo usaba para bañarme a 4 patas, con manguera y esponja, como a una perra, o mejor, como a una cerda. "¿te sientes sucia? ¿después que te hemos clavado entre 3, te sientes sucia?". "Sí, Amo". "Pues no estás lo suficientemente sucia. ¡de rodillas, ahí!", dijo, señalando la piscina. Me puse de rodillas en la mitad del plástico azul. Mi Amo le pidió a Ana que se pusiera a mi espalda, y les preguntó a ambos "no hay nada mejor después de un polvo que una buena meada, ¿cierto?". Yo empecé a suplicar de inmediato "se lo ruego, Amo, ¡perdóneme!, ¡no lo vuelvo a hacer!". Lo único que respondió fue "si fuera tú, mejor cerraba la boca". Y con un gesto de su mano empezaron todos sobre mí. Sentía la orina caliente de Ana bajar por mi espalda, y mi Amo y Miguel apuntaban desde el frente, orinando mis pechos, mi estómago, mis piernas. Ana salió de la piscina y con la manguera limpió sus piernas. Yo seguía arrodillada, humillada, vencida. "Ya puedes abrir los ojos, cerdita". Al abrir los ojos vi a mi Amo frente a mí "¿aprendiste la lección?". "Sí, Amo". "Muy bien, así me gusta, ahora revuélcate, que no nos quede duda de lo cerda que puedes llegar a ser". Yo no podía creerlo, pero sabía que era mejor obedecer, así que me acosté y empecé a dar vueltas, hasta que mi Amo dijo "basta".

Luego me permitió salirme de allí, vació la piscina y la lavó con la manguera, para hacerme entrar de nuevo a 4 patas y bañarme allí así, delante de sus amigos. Yo estaba completamente humillada, pero no me importaba con tal de quitarme ese olor de encima, y por qué no reconocerlo, me gustaba que me exhibiera así. Me secó con una toalla y volvimos a la sala. Me pidió que lo acompañara a la cocina y trajimos algunos pasabocas, porque después de ese ajetreo, estábamos todos con hambre. Agarró algunas cosas en la mano, trozos de salchicha y queso, y los puso en un cuenco, que puso en el suelo al lado del sillón en que estaba. Hizo lo mismo con un poco de agua y me dijo, "esto es lo tuyo, si quieres más, me avisas". Yo empecé a comer y beber a 4 patas y sin usar las manos, delante de Él y sus amigos. "Pero la tienes bien entrenada, es muy obediente." "Sí" - dijo mi Amo - "es una buena puta y me tiene muy orgulloso, aunque a veces haya que corregirla". Mientras yo comía, Él bajó su mano a mis nalgas y mi concha, y me acariciaba suavemente.

Al final, Miguel y Ana se fueron muy satisfechos y con ganas de repetir un encuentro. Lo más importante para mí, por supuesto, es que mi Amo había quedado complacido conmigo.

Gracias por leer y cualquier comentario, bienvenido a mi correo: cerdita.sumisa@gmail.com