Usado en el gym (1): Me follan la boca

En una tarde calurosa de verano, decido ir al gimnasio y acabo conociendo a mi nuevo entrenador personal que acabará entrenando algo más que mis músculos.

Era sábado por la tarde en un caluroso día de agosto en Madrid. Para el que no conozca la ciudad, en agosto es un auténtico infierno, un calor seco asfixiante. Aún peor en mi caso ya que vivo en un pequeño estudio en el centro de la ciudad, muy austero y sin comodidades como el aire acondicionado.

Para combatir el terrible calor y ya de paso el aburrimiento decidí ir al gimnasio, ya que allí también iba a sudar, pero por lo menos estaría fresquito con el aire acondicionado. Me puse una camiseta azul marino y unos pantalones cortos, sin nada por debajo, cuando voy a hacer deporte prefiero ir sin ropa interior, que se está mas cómodo, aunque tiene sus desventajas, por ejemplo, si me pongo cachondo jejeje.

Tras un paseo horroroso bajo el calor del sol, llegué por fin al gym, dejé mis cosas en los vestuarios y me puse a hacer dominadas, después un poco de press banca y por último un poco de remo. Mientras hacía los ejercicios estuve echando un vistazo a la fauna que había ese día allí. Estaba bastante vacía, es normal, ya que en agosto hay poca gente en Madrid, todos lo que pueden se van a la playa. En las cintas de correr había un par de tías con buenos culazos en unos shorts súper ceñidos. También había un par de jubilados dando vueltas y haciendo cuatro ejercicios chorras, los típicos que van para pasar el rato y devorar con sus miradas los culos de las jovencitas.

En último lugar, mi mirada se fijó en un tío con barba tipo Leónidas súper mazado, sudando como un carbón mientras hacía press banca. Tenía pinta de boxeador, un tío bruto, con los músculos súper hinchados por el ejercicio y con un montón de venas sobresaliendo en los brazos. Las venas de los brazos me hicieron pensar en otras partes del cuerpo y mi mirada bajo. Llevaba un pantalón corto en el que se podía ver un buen bulto. Por los que abultaba se intuía una buena polla, a saber, como de grande sería cuando estuviera empalmado. En ese momento me di cuenta de que me había quedado mucho tiempo mirándole y que él se había dado cuenta.

Pero ese hombre, esa montaña de músculos y testosterona no parecía molesto, incluso me guiñó un ojo. Yo muerto de vergüenza me fui rápida pero disimuladamente a los vestuarios. Me quité la ropa y me fui a darme una ducha rápida para irme.

Las duchas de mi gimnasio tienen separadores, pero no hay puerta. Me metí en una de las que más al fondo estaban, abrí el grifo y disfruté del agua que bañaba mi cuerpo. Mientras disfrutaba de la refrescante ducha, comencé a escuchar unos pasos que se aproximaban, cada vez estaban más cerca. Unos pocos segundos después escucha una ducha encenderse detrás mío. En un movimiento instintivo, giré mi cabeza y vi al bruto de antes justo en la ducha que había enfrente de la mía.

Allí estaba el dándome la espalda bajo la ducha, el agua caía por su espalda musculada, por su culo prieto y duro para acabar en sus piernas trabajadas. Yo muy nervioso volví a lo mío para que no me volviera a pillar mirándole, me daba mucha vergüenza. Lo malo es que, con esa vista y la situación, me había empalmado a tope. No la tengo enorme, pero mis 17 centímetros estaban al máximo de erección.

—Chaval, pásame el champú, que se me ha olvidado   —Dijo él desde su ducha—

—Claro, aquí tienes —Le dije pasándole el bote—

—Te he visto como entrenabas, necesitas a alguien que te entrene bien   —Dijo él mientras se lavaba el pelo—

—Va no entreno muy en serio, solo un poco para mantenerme, que yo enseguida me pongo demasiado fuerte y no me mola

—Entonces eres más de los que viene a mirar, ¿no?  —Me dijo con una mirada burlona—

—Si jajajaj, ahora en verano no hay muchas pibitas, pero esas dos tenían buenos culazos.

—Creo mas que los culitos de las tías estabas mirando mi paquete mientras hacía press —Dijo él—

Yo me quedé helado y muerto de la vergüenza, casi podía notar como me ponía rojo y mi polla se ponía aún más dura, casi tan dura que me dolía.

—Toma, te devuelvo el champú que ya he terminado con él

Yo me tapé la polla como pude con la mano para intentar ocultar mi enorme erección y me giré para coger el champú que me entregaba. Lo agarré, pero el no lo soltaba, le miré a la cara y vi como se dibujaba en su boca una sonrisa maliciosa.

—Esa polla dura que intentas tapar te delata, lo que mirabas era mi polla jejej lo sabía.

—Que va tío, no me van esas mariconadas.

—Pues tu polla no dice lo mismo —Dijo señalando mi erección oculta a duras penas por mi mano—

En ese momento el soltó el bote de champú y yo con lo nervioso que estaba se me calló de las manos acabando en el suelo a los pies de él.

—Ups, se ha caído el champú, tendrás que recogerlo —Dijo señalando hacia abajo—

Bajé mi mirada hacia el suelo y vi como su polla se empezada a hinchar. Me agaché para recogerlo y el cabrón me agarró de la nuca y frotó su entrepierna contra mi cara. Su pollón contra mi cara y sus huevos aplastados contra mi barbilla.

—Se que quieres una buena polla, para esos has venido aquí, para entrenar seguro que no, eres un tirillas sin músculos, lo que quieres es un macho que te use y lo sabes. -Dijo él con su voz ronca llena de vicio.

Yo estaba flipando, súper cachondo, deseando que ese bestia me usara como a una puta, pero también con miedo ya que nunca había hecho estas cosas.

Su polla ya estaba dura como una piedra, enorme con un montón de venas grandes por todo su tronco culminado en la punta por un glande rosa e hinchado como si fuera una gran seta. El carbón no solo estaba súper cachas, sino que también tenía una polla enorme de unos 20 cm súper cabezona y con unos huevos enormes como los de un caballo.

Cogió su pollón y empezó a golpear mi cara con él, abofeteándome.

—Voy a ser tu entrenador y la lección comienza ahora puta, abre la boca y chupa cerda —Dijo el con la polla en la mano y con su otra mano agarrando mi cabeza y guiándola hacia su polla—

Yo asustado y cachondo perdido saqué mi lengua y lamí la cabeza de su polla como si fuera una piruleta.

—He dicho que abras la boca puta —Dijo el clavando su polla en mi garganta con gran furia—

Yo no podía respirar, sentía como que me ahogaba y me daban arcadas. De mis ojos caían lágrimas. Sentía mi boca y mi garganta totalmente llenas y sus huevos contra mi barbilla y su bello púbico en mi nariz. Tras unos segundos sacó de golpe su polla junto con un montón de babas. Yo con los ojos llenos de lágrimas y sufriendo con las arcadas, pero curiosamente, mi polla seguía dura.

—Ja ja ja, parece que te ha gustado puta, sigues cachonda. Tenemos poco tiempo antes de que alguno de los viejos baje a ducharse, así que te follaré la boca rápido.

Yo estaba en shock por lo ocurrido, pero más cachondo que nunca en mi vida. Solo pude responder abriendo mi boca y sacando la lengua. El mi miró con vicio y sin contemplaciones me la clavó en la garganta. Estaba dejando claro que el que iba a disfrutar era él, yo solo era el instrumento de su disfrute.

En ese momento comenzó un mete y saca brutal, uno follada de boca en toda regla, metiendo su polla en mi garganta hasta los huevos y sacándola entera para volver a meterla, provocando arcadas en cada metida y saliendo un montón de babas cuando la sacaba.

El soplaba como un toro bravo en una plaza de todos, con sus músculos grandes, hinchados y tensos y con una cara de rabia y cabreo que daba miedo. Cada vez la metía más rápido y con más furia y notaba como la polla estaba aún más dura que antes con las venas a tope.

—Toma puta, hoy te vas a llevar una buena dosis de proteína de macho ibérico

Me la metió al máximo y la dejó ahí mientras gruñía, supe que se iba a correr en ese momento. Noté como su polla comenzaba a palpitar muy fuerte y como disparaba directamente a mi garganta una cantidad enorme de corrida que me tragaba sin remedio al estar tan metida la polla. Tras unos 7 u o disparos me la sacó terminó de ducharse y me dijo:

—Tienes buena boca, pero todavía tienes mucho que aprender para ser una buena puta. Por suerte vas a tener a un buen entrenador.

Yo estaba todavía en trance y aturdido por la follada de boca que me había metido y súper cachondo ya que todavía no me había corrido.

—Me llamo Carlos y seré tu entrenador a partir de ahora, tu serás mi zorra. Vas a dejar de tomar batidos de proteínas, solo tomarás la proteína que salga de mi polla y solo te correrás cuando yo lo diga. ¿Entendido?

—Si entendido, haré lo que mandes Carlos, pero por favor, deja que me corra que estoy a punto, tío. —Le dije suplicando—

Tras decir eso me dio un bofetón tan fuerte que me tiro al suelo de la ducha.

—A mí me tratas de usted o como amo o seños, nunca por mi nombre zorra. Te has quedado sin correrte. No te pajearás hasta que yo te lo permita o te quedarás sin probar los siguientes entrenamientos. —Dijo el cabreadísimo—

—Si amo, lo que usted ordene.

—Mañana aquí a la misma hora, no faltes, solo entreno a zorras serias y que estén agradecidas por que las entrene.

Se fue para los vestuarios sin decir nada más y yo quedé allí en el suelo de las duchas con la polla dura, el estómago lleno de su lefa, con la mejilla derecha marcada con su mano tras el bofetón y aturdido por lo que acababa de ocurrir. Sin dura a partir de ahora el gimnasio iba a ser mucho más que un lugar para mirar los culitos de las tías, era el principio de un entrenamiento duro y excitante.