Usada... follada y... satisfecha...

...no se como resumir este episodio, quizás...¿caida libre?

.., USADA…FOLLADA Y…SATISFECHA… (1)

Después mi última aventura ( ver El hombre del parque 1 y 2), estuve unos días en los que prácticamente no salía, tenía marcada a fuego la experiencia vivida con Alberto y mi mente me enviaba continuamente imágenes de esa tarde con él, me preguntaba hasta donde sería capaz de llegar y la respuesta se repetía… ni yo misma lo sabía. Nunca me hubiera imaginado que llegaría a ese extremo en lo referente al sexo, pero había llegado y mi cuerpo se abría cada vez más y pedía nuevas experiencias. Mi marido me hacía el amor prácticamente cada noche y, como ya he dicho en otras ocasiones, me satisfacía pero, cada vez con más frecuencia, cuando me follaba, mi cabeza recurría a pasajes en los que él no era el protagonista, mis amantes eran los que acudían a mi cerebro y hacían que mi cuerpo llegara al sumun del placer, las imágenes de mi entrega absoluta a cada uno de ellos me llevaban a orgasmos inenarrables en los que mi marido solo era el intermediario.

Pasaban los días y mi calentura iba en aumento, a mi mente acudían sin cesar retazos de la inolvidable tarde/noche que me había regalado Alberto y notaba como mi sexo se humedecía a pasos agigantados, necesitaba que me follaran y, por desgracia, no era mi marido el que me podía dar lo que yo quería. Pensé en todos y cada uno de los hombres que me habían poseído y la temperatura de mi cuerpo subía por momentos, mi marido leía en el salón y mi hija jugaba junto a él, le dije que me iba a duchar y me fui al cuarto de baño, al quitarme las bragas me percaté de que chorreaban, estaban mojadísimas, me miré al espejo y vi lo hinchados que estaban mis labios vaginales, recorrí con un dedo mi hendidura y me estremecí. Ya en la ducha intenté olvidarme de todo y relajarme, pero me era imposible, me veía tendida en el sucio colchón abierta de piernas y esperando que mi macho me penetrara, reviví la doble penetración de Alberto y su amigo, sentí las manos de mi amante sobando mi cuerpo mientras, semidesnuda, me conducía al hostal… mis manos bajaron a mi entrepierna y comenzaron un ataque desenfrenado a mi vagina, mis dedos entraban y salían de mi ardiente cueva mientras mis jadeos se iban haciendo cada vez más audibles, pero no podía llegar al orgasmo, decepcionada corté el agua caliente y dejé que la fría corriera por mi piel, salí de la ducha aterida y me envolví en un albornoz, cuando entré en calor decidí arreglarme un poco y salir a la calle, hablé con mi marido y le dije que me iba a dar un paseo, me dijo que no me preocupara y me arreglé, un vestido cortito y una chaqueta era "casi" todo mi atuendo… por dentro solo un pequeño tanga negro, quería "acción" y, si la encontraba, iba preparada. Besé a mi marido y me despedí:

  • ¿Vendrás tarde? – preguntó.
  • No lo sé – respondí.

  • ¿Y me contarás todo tu paseo? – dijo burlonamente.

  • Si eres bueno… - contesté sonriente.

Estaba anocheciendo y me di un paseo por el barrio, quería encontrarme a Alberto y ponerme en sus manos, sentía el calor que despedía mi coño, necesitaba ser "montada", deseaba a un macho que me sometiera a todos sus caprichos, que abusara de mi…Estuve andando mas de media hora encerrada en mis pensamientos, no comprendía por qué mi libido estaba tan a flor de piel, pero lo cierto es que lo estaba y cada una de mis aventuras habían contribuido a ello. Vi que el parque aún estaba abierto y entre con la esperanza de encontrar a la persona que yo sabía que me daría lo que necesitaba en esos momentos, no lo vi y me sentí decepcionada. Hubo algunos hombres que se me acercaron pero ni los escuché, mi cuerpo estaba tenso, necesitaba morbo, pero morbo con mayúscula y algo me decía que ninguno de ellos sería capaz de dármelo. Salí del parque sin rumbo fijo y de repente me vi en la parada del autobús, en ese momento llegaba uno y me subí sin pensarlo, era la misma línea que tomé con Alberto, me senté junto a una ventanilla y de pronto reconocí la parada en la que nos bajamos y eso hice, me bajé sin saber por qué, paseé sin rumbo y de pronto me encontré junto al edificio abandonado, estuve a punto de entrar pero algo me detuvo, quizás un último resto de sensatez. Aquello estaba oscuro y solitario y me asusté un poco, me alejé con rapidez hasta que llegué a una calle con bastante gente, varios hombres me piropearon pero continué caminando hasta que vi un bar de copas con buena pinta, decidí entrar. El local estaba en una semipenumbra muy agradable y no había demasiada gente, me senté en una mesa y pronto se me acercó un camarero, le pedí un gin tonic y me acomodé, me lo trajo enseguida y me tomé un sorbo, cerré los ojos y me sumí en mis pensamientos.

No se cuanto tiempo transcurrió, pero abrí los ojos con una sensación extraña, miré al frente y enseguida le vi…me quedé paralizada, ese hombre me miraba desde la barra y yo no podía apartar los ojos de él, noté como mi vientre comenzaba a agitarse y mi sexo comenzaba a destilar flujo…nos mirábamos a los ojos, yo oía latir mi corazón con fuerza y junté los muslos en un acto reflejo. El sonreía y yo seguía inmóvil…era el hombre de la recepción del hostal (VER El Hombre del Parque 2) cerré los ojos cuando vi que tomaba su copa y comenzaba a caminar hacia mí… mi coño seguía produciendo liquido mientras mi mente seguía funcionando… si, era él y supe que sería el próximo hombre que me tomaría…y tuve la certeza de que me daría lo que yo buscaba…cuando abrí los ojos estaba sonriente junto a mí

  • Pídeme que me quede – me dijo suavemente –
  • Quédate por favor – le pedí en un murmullo –

Se sentó a mi lado y me pasó un dedo por mis labios, en ese momento me corrí, cerré los ojos y me mordí los labios para no gritar…acababa de encontrar la noche que buscaba

Acercó una silla y se sentó a mi derecha, continuó acariciando mis labios que ardían bajo sus dedos, lo examiné y vi que era bastante grande y no mal parecido, tendría cuarenta y siete o cuarenta y ocho años y una mueca burlona se le dibujaba en el rostro, él sabía que había ganado la primera batalla y lo disfrutaba…yo sabía que había ganado la guerra y esperaba ansiosa que tomara su botín, mi flujo continuaba manando de mi vagina

Una de sus manos bajó a mis pechos y me los acarició por encima del vestido, sentí como se endurecían y un gemido escapó de mis labios mientras levantaba los pechos ofreciéndoselos, dos dedos tomaron uno de mis ya prominentes pezones y lo apretó con fuerza, de nuevo gemí y mi cabeza se apoyó en su hombro

  • Estás muy caliente – afirmó.

Asentí con la cabeza mientras notaba como la mano que no se ocupaba de mis tetas reptaba hacia mi entrepierna, abrí ligeramente los muslos.

  • ¿No sabes hablar? - me preguntó.
  • Siiii – le contesté y continué, sabiendo lo que él quería oír. – Estoy muy caliente y quiero que tu me quites la calentura – le dije al oído.
  • ¿Has vuelto para que te folle? –
  • Siiii – le mentí, no quise decirle que buscaba a Alberto

Su mano ya acariciaba el coño por encima de mi vestido, notó mi humedad incluso a través de la tela de aquel.

  • Putaaaa – dijo arrastrando las palabras – estás chorreando.

Le contesté con un nuevo gemido y alzando las caderas mientras una nueva ola de flujos me mojaba los muslos.

  • Ve al servicio y ven preparada – me ordenó.
  • ¿Dónde está? – le pregunté.

Me lo señaló y me levanté sin dudarlo dirigiéndome a aquel, mis piernas temblaban un poco y mis jugos íntimos corrían por mis muslos. No había nadie en el servicio y entré en uno de los compartimentos para hacer pis, no me limpié, sabía que ese hombre lo querría así. Me quité el tanga y salí con él en la mano, salí y me miré al espejo del lavabo, mi rostro estaba congestionado, no quise ni refrescarme la cara, no me importaba que la gente viera lo caliente que estaba. Mientras me dirigía a la mesa observé que quedaban dos o tres hombres en la barra y tres parejas en mesas, dos de ellas se metían mano descaradamente y nadie parecía prestar atención, sonreí para mí pensando en lo que me esperaba.

Cuando llegué vi que había pedido dos nuevas copas, le tendí mi tanga, fui a sentarme pero me retuvo de pie delante de él, no tuvo que decirme nada, abrí mis piernas y puse una a cada lado de las suyas, sonrió, yo pensé que me había convertido en una auténtica puta. Una de sus manos se metió bajo mi falda me tomó del culo y me acercó a él, la otra se apoderó del coño y comenzó a recorrer mi ardiente raja de arriba abajo. Me mordí los labios para evitar mis quejidos, eché la cabeza hacia atrás y me abrí todo lo que pude, pronto noté como dos dedos se introducían en mi vagina y comenzaban un mete/saca infernal, ya no me importaba si mis gemidos se oían, mi cuerpo se preparaba para el orgasmo y mi pubis se movía convulsivamente

  • ¿Quieres que continúe? – le oí decir.
  • Hasta que me revientes – le contesté con pasión.

Su dedo pulgar se unió a los otros y buscó mi clítoris, la presión de mi vientre era ya insoportable, necesitaba vaciarme y cuando uno de los dedos que me sujetaban el culo acarició mi pequeño orificio, estallé, las compuertas que contenían mi placer se abrieron y una ola de caliente liquido bañó mis piernas

  • Aaaahhhhgggg – no pude evitar un profundo gemido.

Me sentó a horcajadas sobre él, sus dedos continuaban dentro de mí y la mano que sujetaba mis nalgas estaba ahora sobre mi vientre y lo apretaban tratando de contener su temblor.

Le pasé los brazos por detrás del cuello y me abracé a él, aún sentía los estertores de mi orgasmo y pensé en su pantalón, debía estar mojadísimo. Sonreí ante los pensamientos tan absurdos que te vienen en momentos como ese.

  • ¿Como te llamas? – preguntó.
  • Lola, ¿y tú? – repuse y le devolví la pregunta
  • Manolo – contestó.
  • ¿Y que quieres de mí? – pregunté de nuevo
  • Ni te lo imaginas, ¿hasta que hora puedes quedarte? – inquirió.
  • Hasta la que tu seas capaz de retenerme – le respondí lascivamente.
  • Tu marido dormirá solo esta noche – afirmó.

Un estremecimiento me recorrió cuando acercó su boca a la mía, me lamió los labios lentamente y estos se fueron abriendo poco a poco, en segundos nuestras lenguas comenzaban el primer asalto de los muchos que se sucederían en las próximas horas, fue entonces cuando sentí fui consciente de la dureza de su polla que se apretaba contra mis nalgas

  • La quiero – le dije separándome de su boca.
  • ¿Qué? – preguntó sorprendido.
  • Tu polla - le respondí presa del deseo – la quiero dentro de mí…quiero que me penetres por todos mis agujeros…quiero sentir el calor de tu miembro en mis entrañas

Yo jadeaba como si la tuviera dentro, el mero pensamiento de ser follada me producía sensaciones indescriptibles

  • Dime que me follaras hasta que pierda el sentido… – continué mientras sentía una gran opresión en mi pecho –…quiero que abuses de mí… quiero que tu polla se hunda en mi cuerpo hasta hacerme daño

Oía mi propia voz profunda y caliente y me di cuenta que mis caderas se movían lentamente buscando el contacto de esa polla que pronto me taladraría.

  • Te voy a follar hasta que me pidas que pare…- su voz me llegaba como en un sueño - … pero no lo haré, seguiré perforándote hasta que llores de dolor y placer…- mi coño goteaba como un grifo –… pero no tendré piedad, seguiré martilleándote hasta que pierdas la sensibilidad en ese coño de puta que tienes…– mis jadeos eran cada vez más audibles - …y cuando ya solo seas una muñeca en mis manos… solo entonces…te inundaré con mi semen hasta lo más profundo de tu útero
  • Si, si, si, si, si, si…- repetía yo mientras mi vientre se volvía a desbordar –… házmelo por favor...hazme lo que quieras…pero lo quiero ya…- mis jugos corrían libremente por mis muslos -…llévame donde quieras por favor…follame

Me descabalgó de sus piernas y me hizo sentar a su lado, de nuevo apoyé mi cabeza en su pecho mientras mi mano bajaba a su entrepierna y acariciaba su polla por encima de su mojado pantalón, aún no la había visto, pero me pareció enorme.

Paseé la mirada y nadie parecía haberse dado cuenta de nada, pero estaba convencida de que algo habían visto, la chica de una de las parejas me miró por un instante y me sonrió levemente, yo le devolví la sonrisa, no me importaba nada haber hecho lo que hice, es más, me gustaba pensar que esas personas habían presenciado mi entrega.

Continué acariciándolo y mimando el miembro que me iba a hacer gritar de placer, estaba duro y caliente y yo ansiaba sentirlo violando, una y otra vez, cada uno de mis orificios. Manolo le hizo una seña al camarero que se acercó con la cuenta, pagó y tomándome del brazo me hizo seguirle, ahora vi claramente como todos nos miraban, seguro que habían visto todo y sabían lo que íbamos a hacer a continuación, mi coño volvió a estremecerse. Salimos y le rodeé la cintura con uno de mis brazos, me arrepentí de no haberme puesto un vestido con botones o con más escote, deseaba que Manolo me hubiera sacado las tetas y las hubiera expuesto a todo aquel con quien nos hubiéramos cruzado. Si le desabroché el botón superior del pantalón e introduje una mano buscando su miembro y lo encontré, era como una barra al rojo lo acaricié e intenté rodearlo con mi mano, era imposible, me percaté de que no era muy larga, pero su diámetro asustaba, no podía abarcarla, era, sin duda, la mas gorda que nunca había tenido en la mano, la apreté y dirigiéndome a mi macho le pregunté mimosa

  • ¿Me harás mucho daño con esto? –
  • Todo el que soportes – contestó.

Me estremecí y le besé los labios y continué acariciando su miembro. Se detuvo, estábamos en la puerta del hostal que estaba cerrada, sacó una llave y abrió y se apartó para dejarme pasar, entré, en el mostrador en el que él estaba la vez que fui con Alberto, un hombre mayor ojeaba un periódico nos miró y saludó:

  • Buenas noches D. Manuel…y la compañía – dijo.
  • Buenas noches – contestamos casi al unísono.
  • Dame la llave de la habitación x y la de la principal – pidió Manolo.

El hombre le tendió dos llaves y me miró con desparpajo, vi la lujuria en sus ojos, parecía saber lo que iba a pasar y eso le regocijaba. Me ruboricé y me apreté contra el hombre que estaba a punto de poseer mi cuerpo.

  • ¿Tienes que llamar por teléfono?, ya sabes que arriba no hay – me dijo Manolo.
  • Si – contesté –
  • Ya sabes donde está –

Me dirigí a la mesita y marqué el número de casa, les daba la espalda a los dos y cuando mi marido descolgó, sentí el calor de un cuerpo que se pegaba a mí… cerré los ojos mientras oía que aquel decía

  • Dígame –
  • Hola, soy yo, no me esperes levantado – contesté.
  • ¿Dónde estás? – preguntó

En ese momento Manolo levantó la parte trasera de mi vestido y sentí frío en las nalgas, mi respiración se agitó

  • Ya te contaré – repuse.

Un dedo de Manolo comenzó a acariciar mi agujero trasero y me removí inquieta

  • Pero ¿no sabes cuanto tardaras? – volvió a preguntar.
  • Nooo…- en ese momento un dedo me penetró el culo.

Manolo me arrebató el teléfono y dijo secamente:

  • Volverá cuando yo lo considere oportuno – dijo y colgó violentamente.

Yo estaba paralizada con un dedo en el trasero y expuesta a la mirada del viejo empleado del hostal. Manolo me sacó el vestido por la cabeza y me quedé desnuda, no hice el menor intento de cubrirme y no me importó que aquel me viera, estaba muy caliente y miré con arrobo a Manolo, este me arrastro del brazo hasta el ascensor y me empujó dentro, observe que pulsó el botón del mismo piso en el que estuve con Alberto, me condujo a la misma habitación en la que ya me habían follado, entramos y arrojó mi vestido, que llevaba en una mano, a la cama. Me puso frente a él y se desnudó, mi mirada se dirigió a su polla, efectivamente no era muy larga pero su grosor asustaba. Me acercó a una pared y empujándome por los hombros me hizo arrodillar delante de él, intenté metérmela en la boca, era imposible por lo que me dediqué a lamerla por todos lados, la notaba durísima y caliente, me levantó con rudeza y me empujó a la cama…me invadió el ya característico ahogo que sentía cuando iba a ser penetrada, se arrodilló ante mí y puso mis piernas sobre sus hombros, estaba totalmente expuesta ante el macho que me iba a montar. Sentí su glande que se movía de arriba abajo en mi mojada raja…empujó y entró un poco, me dolió

  • Por favor…no me hagas daño – rogué.
  • No era eso lo que me pedías en el bar –contestó.

Empujó un poco más y mis paredes vaginales se abrieron para él, parecía que me iba a partir en dos

  • Sácala…sácala…me duele

A pesar de lo bien lubrificada que estaba, aquello parecía no caber. Manolo no cesaba en su esfuerzo, sentía como poco a poco me iba llenando, me mordí un puño para no gritar y me incorporé para mirar hacia abajo, me había metido casi la mitad, dejé caer mi cabeza y en ese momento, con un violento golpe de sus caderas me penetró completamente, un aullido escapó de mi garganta y comencé a llorar. Manolo ahora no se movía, nunca me había sentido más llena, en unos minutos comenzó a moverse lentamente, bajó una de sus manos y sus dedos pulgar e índice se apoderaron de mi clítoris

  • No te muevas te lo ruego…no te muevas…- gemía mientras él continuaba machacando sabiamente mi pequeño botón,

Una extraña sensación empezaba a nacer en mi sexo, ahora sentía los movimientos del miembro de mi amante y pequeñas sacudidas me subían por la columna vertebral. Noté como aumentaba progresivamente su velocidad y se deslizaba con más facilidad por mi canal vaginal, mis caderas comenzaron a rotar buscando más profundidad en esa penetración

  • Así… así…aaaggghhh…- gemía entregada.
  • ¿Quieres que la saque? – preguntó.
  • Noooo – le pedí.
  • Pídemelo, puta –
  • No la saques…follame como lo que soy, una puta…-

Los embates cada vez eran más fuertes y mis gritos llenaban la habitación

  • Más…más…más…méteme esa polla hasta el fondo…destrózame el coño…- las palabras más soeces salían sin pausa de mi boca –
  • Puta, puta, puta – me gritaba él mientras su miembro, que ya se deslizaba con absoluta facilidad, me abría más y más mi ardiente cueva.
  • Me corro cabrón…me corro…¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiii!!! – grité mientras mi cuerpo se convulsionaba incontroladamente.

Mi amante continuaba con su martilleo, mientras mi cuerpo desmadejado se dejaba hacer, el roce de la polla me hizo reaccionar de nuevo, mis caderas se levantaron buscando más placer y lo consiguieron…nuevamente sentí hervir mis entrañas

  • ¡¡Otra vez!!! ¡¡¡Otra vez!!! – gritaba enloquecida - ¡¡¡Ya está aquí!!! ¡¡¡Ya está aquí!!! ¡¡¡¡¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!

Me derrumbé totalmente deslavazada, su primer polvo me había dejado exhausta, noté que su polla seguía en mi interior, sentía sus latidos y me percaté de que el no había eyaculado.

Me atrajo hacia él y, sin sacármela, me levantó y se dirigió a la puerta, abrazada a su cuello y con mis piernas rodeando su cintura me deje llevar, mientras se acercaba a la puerta del ascensor pensé en la situación, una pareja desnuda con la mujer empalada en la polla del hombre se dirigían a un ascensor, parecía irreal pero era cierto y yo era la protagonista. Se abrió el ascensor y entramos, me apoyó en una de las paredes y comenzó a besarme mientras su polla iniciaba de nuevo su baile infernal dentro de mi cueva, mi boca se abrió para él y mi coño, adaptado ya a su grosor, apresó con sus músculos la polla que me estaba llevando al paraíso. Cuando llegamos al piso, aún empalada, me llevó a otra habitación, esta era completamente distinta a la otra, mucho mayor y perfectamente amueblada. Se dirigió a la cama y se salió de mí, sentí un gran vacío, pero no fue por mucho tiempo, me arrodillo mirando al cabecero y esposó mis manos a aquel. A continuación se situó detrás de mí y me penetró violentamente, grité y me agarre fuertemente a la barra a la que estaba esposada, ahí inició la cabalgata más fabulosa que me habían dado en mi vida, no se cuanto tiempo duró, pero fueron al menos veinte minutos de continuas acometidas que mi cuerpo, enfebrecido, recibía con agradecimiento. Mis orgasmos se sucedían y mi cuerpo se deshidrataba, el sudor brotaba de cada uno de mis poros y mojaba la cama, mis caderas se retorcían presas del increíble placer que ese hombre me estaba dando. De mi boca salían continuas frases alentándolo a abusar de mi cuerpo y animándolo a que acabara conmigo, mi macho me masacraba sistemáticamente, mi cuerpo y mi mente se rendían ante él, era su puta y me gustaba serlo. Cuando sentí que se tensaba, supe que, por fin, me iba a dar su semen

  • Dámelo todo…todo…- le supliqué –
  • ¿Dentro? – pareció extrañarse –
  • Hasta la última gota mi amor – le dije vencida –

Levanté el culo y sentí como aceleraba sus embates, los gemidos escapaban de mí sin pausa, cuando estaba a punto de perder el sentido, un gruñido me advirtió de su corrida, contraje mis músculos vaginales y explotó dentro de mí, sentí como una llamarada en mi interior, su semen me quemaba por dentro y, con un nuevo grito, me uní a él en la corrida. Quedé tendida boca abajo, unida a la cama por las esposas, el se mantuvo dentro de mí unos minutos, cuando su polla salió de mí sentí como su semilla salía de mi interior y corría por mis muslos, una sensación de bienestar me invadió y me quedé dormida.

(CONTINUARÁ)