Usada... follada y... satisfecha... (2)

...no se como resumir este episodio, quizás...¿caida libre?

USADA…FOLLADA…Y…SATISFECHA… (2)

Me desperté entumecida, seguía con las manos esposadas a la cama y tapada con un edredón, estaba tendida sobre mi vientre, única posición que las esposas me permitían y no sabía cuanto tiempo llevaba durmiendo pero no creía que hubiera sido mucho, el balcón de la habitación me dejaba ver la oscuridad de la noche, Manolo reposaba a mi lado y mi mirada se fue a esa polla que tanto dolor y placer me había proporcionado, reposaba sobre su vientre y, aun sin estar en erección, impresionaba; mi sexo reaccionó con un leve temblor, me hubiera gustado estar libre para poder chuparla hasta ponerla dura como una roca y clavarme en ella. Haciendo un esfuerzo pude acercar mi boca a Mi amante y le mordí suavemente el hombro, abrió los ojos y me miró sonriente:

  • Hola – me dijo – ¿necesitas algo?
  • ¿Tu que crees? –contesté mientras mi mirada se dirigía a su polla.

Me puso una mano sobre mis nalgas y comenzó a acariciarme la hendidura que las separaba, suspiré levemente.

  • ¿Te gusta? – preguntó.
  • Me encanta – repuse mientras sentía sus dedos recorriéndome el culo.

Su mano se detuvo en el ano y comenzó a manipularlo con los dedos, mi piel se erizó e intenté relajar el esfínter para que tuviera acceso a mi interior, sentí como la falange de uno de sus dedos se introducía y levanté mis caderas para buscar más penetración

  • Siiii… sigue…- le pedí.

Noté como se incorporaba y se arrodillaba junto a mí, sentí como su otra mano se unía a la primera, las dos comenzaron a manejar mi trasero, mientras una prestaba especial atención a mi hendidura y al culo, la otra acariciaba mis ingles y la cara interna de mis muslos

  • Dios mió…no pares…- dije mientras abría mis piernas lo más que podía.

Noté como ya eran dos los dedos que tenía dentro del ano y moví circularmente las caderas mientras un escalofrio de temor me sacudía, ¿me estaba preparando para follarme el culo?, no creía que esa polla pudiera caber dentro de mi, por otro lado el solo hecho de imaginarme que me obligara a hacerlo hizo que mi coño se mojara, sentí la humedad de la sabana y de mi vello púbico.

La mano que se movía alrededor del coño, tomó posesión de él, comenzó a sobarlo sistemáticamente, se movía de arriba abajo obligándome a mantener mis nalgas levantadas para que tuviera acceso a cada rincón

  • Más…más…más… - le pedía mientras sentía como mi sexo se licuaba.

De repente un azote me hizo gritar, antes de que pudiera decir nada reanudó sus caricias y volví disfrutar, mi temperatura subía por segundos cuando de nuevo un azote me sacudió, volví a gritar y de nuevo me "calmó" con sus caricias. A partir de entonces los azotes se repetían periódicamente, llegó un momento en el que cesaron mis gritos, sabía que a continuación sus dedos en mi coño y culo me iban a "recompensar" e, instintivamente, levantaba el trasero buscando el golpe. Sentía mi cuerpo arder, un calor superior al de mis castigadas nalgas…estaba caliente como una perra en celo y pertenecía a ese hombre, era suya y ansiaba que hiciera de mi lo que quisiera, no sabía como mostrarle mi sumisión y mi agradecimiento… y lo hice con unas palabras de las que me arrepentí nada más pronunciarlas

  • ¡¡¡Párteme el culo!!! – grité
  • ¿Estás segura? – preguntó sorprendido.
  • ¿Me harás daño? – contesté con otra pregunta.
  • Sabes que sí, pero después disfrutarás – respondió.
  • Quiero que lo hagas… quiero que sepas que soy tuya…mi cuerpo te pertenece

Sus manos continuaban su labor y ya no podía contenerme

  • Suelta mis manos y házmelo ya – le pedí.
  • Todo a su tiempo – me contestó – necesito ayuda para prepararte.
  • ¡No! – le dije sobresaltada – quiero estar solo contigo.

De nuevo volvieron los azotes y las caricias, comencé a llorar e intenté resistirme pero, como tantas veces me había ocurrido y me volvería a ocurrir, fui sometida, mis lagrimas y mi resistencia fueron sustituidas por gemidos y ardor, estaba vencida y era consciente de ello

  • Haré lo que quieras y con quien quieras – le dije.
  • Eso ya lo sabía – me contestó.

A continuación sus manos se convirtieron en dos "batidoras" que me machacaron por delante y por detrás, me retorcía y gritaba mientras mi cuerpo entero se convulsionaba con su experta manipulación, mi vientre se vaciaba en continuas oleadas de flujo. Le supliqué que terminara de una vez pero no me escuchó, las fuerzas me iban abandonando por segundos y pronto, exhausta, me hundía en la cama sintiendo como sus manos tomaban posesión absoluta de mi cuerpo.

Dejé de sentir sus manos e intenté recuperarme de la "paliza" que acababa de recibir, estaba agotada pero satisfecha, sonreí pensando en mis intenciones cuando salí de casa, quería acción, morbo… y vaya si lo estaba consiguiendo. Mi respiración se iba calmando y los latidos de mi corazón se normalizaban, sabía que muy pronto todo volvería a empezar… y yo estaba empezando a desearlo, ¿como me sorprendería esta vez? , ¿quién le iba a ayudar?, temblé de excitación y comencé a imaginar lo que sucedería,

Estaba perdida en mis fantasías cuando Manolo se acercó y me quitó las esposas, me di la vuelta y me tendí en la cama… me ofrecí a él abriendo mis piernas y acariciándome los pechos mientras lo miraba con deseo, sabía que mi postura era obscena y le quería provocar, no le hablaba, pero le estaba diciendo que me tomara, quería sentir esa polla invadiendo poco a poco mi anhelante coño, deseaba sentir el dolor que había sentido la primera vez y el éxtasis al que me había llevado.

  • Resérvate putita – me dijo mientras se sentaba con la espalda apoyada en el cabecero de la cama y abría sus piernas.

No pregunté, me di la vuelta y me tendí entre sus piernas, tome su polla y la metí entre mis pechos donde la mantuve durante unos minutos, sentía como crecía y me introduje el glande en la boca, lamí su miembro, los testículos y el camino entre estos y el ano, mi amante comenzó a jadear, apreté sus huevos mientras mordía la polla, le oía resoplar y me sentí orgullosa del placer que le daba. Repentinamente, nota un caliente aliento en mi culo intenté volverme pero Manolo me lo impidió

  • Abre las piernas todo lo que puedas – ordenó.

No protesté y le obedecí, enseguida noté unos calientes dedos que empezaban a tocar mi mojada raja, un pequeño gemido se me escapó. Manolo me cogió de los pechos y comenzó a pellizcar los pezones, comencé a jadear ahogadamente sin cesar de lamer su polla. Los dedos que estimulaban mi coño me hacían flotar, era un verdadero experto, notaba como goteaba y, suponía, mojaban las manos del desconocido que, unió su lengua al ataque y empezó a lamerme mi orificio trasero, me sentía en el séptimo cielo. Pronto estuve fuera de control, las manos en el coño y tetas y la lengua en el culo me hacían delirar de placer, ya no tenía fuerzas para chupar la polla, mis manos se habían aferrado a ella y la pajeaba convulsivamente. De pronto noté como la lengua que me horadaba el trasero era sustituida por uno, dos, tres dedos, mi esfínter cedía y cada vez entraban con más facilidad, mis caderas se movían ayudando a esos dedos que me hacían desfallecer. Sentí como el desconocido sacaba los dedos y noté lo abierto que tenía el culo y, sorpresivamente, me introdujo la lengua, la noté caliente y húmeda y exploté en un orgasmo interminable

  • ¿Quieres que te rompa el culo? –preguntó.
  • Siiii – jadeé.
  • Pídelo – ordenó.

En ese momento sentí como el desconocido me metía casi toda la mano dentro de mí, aullé...

  • ¡¡¡Aaaaaaahhhhhh!!!
  • ¿Estás segura? – le oí decir.
  • ¡¡¡Si, sii, siii, siiii…!!! - grité totalmente fuera de mí – ¡¡¡méteme la polla en el culo y rómpemelo!!! pero hazlo ya, lo quiero ya por favor –dije gimiendo.
  • ¿Eres una yegüita puta? –
  • Siiii… soy tu yegua y quiero que me montes –le decía entre lagrimas – ya estoy domada… móntame… humíllame

Se levantó y noté como se ponía detrás de mi, el desconocido sacó la mano y antes de que me pudiera preparar, entró en mí y lo hizo de una sola embestida, notaba como se iba abriendo paso por mi intestino y chillé, chillé con desesperación sintiendo como si me apuñalaran. Una mano me tapó la boca y levanté los ojos empañados de lágrimas, era el viejo de la recepción, me acarició la cara y poco a poco me fui calmando, la polla seguía en mi interior y no se movía. El viejo quitó la mano de mi boca y se metió debajo de mi vientre, su boca se aproximó a mi sexo y se apoderó de él, sus besos, lamidas, mordiscos… me hicieron resucitar, en unos minutos mis caderas comenzaron a moverse y fui yo la que empecé a incitar a mi amante a follarme

  • ¿Estás lista? – preguntó.
  • Si – respondí – quiero que me folles el culo hasta rompérmelo.

Comenzó a un ritmo pausado, pero mi libido estaba por las nubes, quería que me "castigara", mi parte masoquista pedía ser atendida y le provoqué para ello, le dije que si eso era todo lo que sabía hacer que dejara a su amigo, le llegó al alma, se transformó en una furia desatada y me dio con todo, en pocos minutos entraba y salía de mí como un vendaval, yo, firmemente apoyada en las manos aguantaba sus embestidas y rugía pero no de dolor, recibía el placer mas inexplicable del mundo, totalmente distinto al que recibes vaginalmente pero quizás más intenso. Mi amante me demostró que no me equivoqué cuando lo ví en el bar, supe que me iba a tratar como yo necesitaba y así lo estaba haciendo, sus embates estaban derribando todas mis defensas y por segunda vez me tenía entregada a sus deseos

  • No puedo más... inúndame con tu semen…lo quiero dentro de mi – le rogué.
  • Lo tendrás pero por tu boca – contestó.

Mis gemidos eran incontenibles, por nuestras bocas escapaban las frases mas obscenas que se puedan decir, nos excitábamos con toda clase de procacidades y un profundo olor a sexo inundaba la habitación

  • ¿Quién es tu dueño?- preguntaba mientras me machacaba.
  • Tuuu…tuuu…-respondía entregada – eres mi follador, mi amante y yo tu puta.
  • ¿Eres mía? –
  • Siii – respondí con pasión – mi coño es tuyo, mi culo es tuyo, mis tetas son tuyas, todo mi cuerpo es tuyo.

Sus embates eran cada vez más fuertes y sus gordos testículos rebotaban en mi coño dándome un placer extra, me di cuenta que le excitaba que le hablara mientras me follaba y eso hice, cuando yo estaba alcanzando mi enésimo orgasmo y sus jadeos me anunciaban el suyo, me preguntó

  • Si tuvieras que elegir que te follara tu marido o yo, ¿a quien elegirías? –
  • A ti… –contesté después de una pequeña duda –…siempre a ti

Noté como su polla apretaba aún más las paredes de mi intestino y hacía el intento de sacarla.

  • No te lo ruego…no la saques…tenemos tiempo para que me beba todo tu semen – le pedí.

Me hizo caso y gritando su placer embistió por última vez inundando con su ardiente semilla hasta el último rincón de mi ser, al mismo tiempo mi vagina se convertía en un torrente que empapaba la cama… desfallecido, cayó encima de mí aplastándome contra el colchón, me sentía llena y satisfecha con ese hombre que me había hecho sentir tanto placer. Cuando se salió de mí y se tumbó en la cama me levanté para ir al baño y me llevé la mano a las nalga y me toqué el ano lo tenía abiertísimo, de pronto vi al viejo de recepción, me había olvidado de él, le miré, le di las gracias y me dirigí al baño, estaba sentada en la taza cuando se abrió la puerta y entró el recepcionista, en ese momento estaba orinando y me quedé sorprendida nos quedamos mirando el uno al otro mientras yo terminaba, me parecía increíble hasta el extremo que había llegado, no solo no tenía el más mínimo sentimiento de pudor, sino que la situación me estaba excitando. Me levanté y cogí un trozo de papel para limpiarme pero él me detuvo

  • Déjame que lo haga yo – me pidió –

Me quedé paralizada con el papel higiénico en la mano viendo como se acercaba a mí, se arrodilló entre mis piernas y yo las abrí cuanto pude, de nuevo volví a sentir su lengua en mi sexo, lamió cada rincón de mi coño y profundizó cuanto pudo en mi vagina, me hizo gemir como una perra y tuve que apoyarme en sus hombros porque su lengua logró que me tambaleara, me corrí ruidosamente y le bañé la cara con mis jugos. Después me lavó cuidadosamente con una toalla y me secó cuidadosamente, volví a darle las gracias y me dirigí a la cama.

Manolo estaba dormido, me quedé mirándolo con cariño y recordé nuestro primer encuentro (ver El hombre del parque 2) sonreí al rememorar la exhibición que le di mientras hablaba por teléfono y la desfachatez que tuvo para tocarme el coño y las tetas. Aquel día no me llamó la atención en ningún aspecto, de hecho no me volví a acordar de él hasta que lo vi en el bar, fue ahí cuando algo me dijo que ese hombre me iba a hacer feliz en la cama y no me equivoqué, mi cuerpo satisfecho así lo confirmaba. Me tendí junto a él y tomándolo su polla comencé a acariciarlo lentamente, observé como lentamente crecía en mi mano y me sentí orgullosa de provocar ese efecto, empezó a removerse en la cama conforme yo aumentaba la velocidad de mis caricias, una de mis manos bajaba y subía a lo largo de de su grueso miembro, mientras la otra sopesaba y pellizcaba sus pesados testículos, mi hombre abrió los ojos y me miró con aprobación, acerqué mi boca a la suya y le besé los labios mientras le decía en un susurro

  • No te muevas…déjame hacer…quiero beberte todo…voy a arrancarte hasta la última gota de leche que tengas en tu interior… y después...cuando estés vacío…volveré a llenar tus huevos para que me folles…quiero que me empales

Mientras yo hablaba oía como su respiración se iba agitando y su polla alcanzaba una dureza increíble

  • que me hagas gritar…te voy a pedir que me llenes totalmente…que te ruegue que me inundes con tu semilla

Mi voz y mis manos continuaban su labor sin descanso y el cuerpo de mi amante se retorcía incontroladamente

  • pero tu no me la darás hasta que yo llore de ganas…hasta que esté totalmente sometida

Los gemidos de Manolo se habían convertido en una especie de ronquido, levantaba su pelvis buscando el desahogo final, se palpaba la pasión en el ambiente…Fue entonces cuando me bajé y rocé su polla con mis labios, levanté los ojos y mirándole le dije

  • Ahora…dámelo ahora

Me metí el glande en la boca y un diluvio de semen estalló, sentí como una, dos, tres, cuatro descargas se estrellaban en mi boca, tragué como pude mientras yo también me corría como si hubiera sido la receptora de las caricias, oía de fondo un sordo ronquido que me anunciaba su gran orgasmo, tragué, lamí, absorbí, mientras mis manos apretaban sus calientes bolas intentando ordeñarle hasta el final. Arrodillada en la cama delante de él, le miraba mientras saboreaba su corrida y sentía los latidos de su sexo en mis manos, mi coño destilaba jugos que acababan en la cama. Vi algunas gotas de semen en su vientre y me incliné para lamerlas, después, volví a ocuparme con la boca de su miembro hasta que no quedó el más mínimo resto en él, me tendí a su lado y cerré los ojos mientras me preguntaba cuanto tiempo tardaría en recuperarse y…empezar de nuevo

Pasó muy poco tiempo antes de que Manolo "regresara a la vida", se volvió hacia mí y comenzó a acariciarme el vientre, su mano dibujaba círculos sobre aquel, círculos que iba ampliando hasta alcanzar mi monte de Venus, se entretuvo enredando mi vello púbico y pasando sus dedos por la hendidura de mi sexo, empecé a notar un pequeño temblor mientras los labios se iban abriendo lentamente, me removí inquieta pero expectante

  • ¿Es cierto que me elegirías a mí como amante antes que a tu marido? – me preguntó.
  • Tu mismo lo has dicho…como amante – le contesté sonriendo – a mi marido lo quiero, pero te aseguro que en la cama nunca me ha hecho sentir ni la décima parte de lo que he sentido contigo en solo unas horas…contigo…y con otros
  • ¿Cómo el que te trajo al hostal? – preguntó.
  • Por ejemplo – contesté.

Sus dedos habían abierto completamente mi raja y me acariciaban con cierta rudeza, levanté mis caderas ofreciéndome aun más, estaba como un poco enfadado por mis últimos comentario y a mi me gustaba que lo estuviera, quería mantenerlo en tensión y que me tomara con rabia. Abrí mis piernas y le expuse mi coño brillante de jugos, mi amante me introdujo dos dedos violentamente, grité por excitarle más, pero en realidad se deslizaron en mi cueva con toda facilidad

  • ¿Que quieres, hacerme daño? – pregunté.
  • Quiero tratarte como la perra que eres – respondió con furia.

Me tomó con fuerza y me colocó sobre él pero en sentido inverso, mi cara estaba junto a su erecta polla y mi coño y culo pegados a su boca. Su caliente lengua recorrió mi sexo haciéndome arquear de placer y arrancándome un gemido, intenté meterme su miembro en la boca pero en ese momento sus labios se apoderaron de mi clítoris y un sentí como un escalofrio que subía por mi columna

  • ¡¡¡Siiiiiii!!! – exclamé

Intentaba capturar su miembro entre mis labios pero sus manos y lengua no me dejaban, mis dos orificios eran asaltados sin tregua y mi cuerpo se retorcía preso de la lujuria que me invadía…Mis quejidos se mezclaban con las palabras que salían de mi boca rogándole que continuara

  • ¡¡¡Aaaaahhhh!!! ¡¡¡¡Sigue!!!! ¡¡¡¡maaaassss, maaaassss!!!!

El continuaba mientras soportaba en su rostro la verdadera catarata de fluidos que manaba de mi coño, mi clítoris, sensible como nunca, enviaba señales de placer que invadían todo mi cuerpo. Me sentía al borde del colapso y me agarré a su polla como un naufrago a una tabla, me estaba volviendo loca. Me tuvo así lo que me pareció una inmensidad y, de pronto, me dio la vuelta y se puso encima de mí, sudorosa y entregada le miré con los ojos nublados por la pasión, estaba de rodillas entre mis piernas y miré su miembro que estaba a escasos milímetros de mi cueva

  • Follameeeeee –le pedí arrastrando las palabras.

El me tomó de las piernas y las colocó sobre sus hombros, ahora mi coño estaba casi pegado a su polla, podía sentir el calor que irradiaba

  • Follameeeeee – repetí.

Dueño totalmente de la situación, me martirizaba pasando su grueso miembro por mi caliente y húmeda raja, me contorsionaba buscando una penetración que solo él decidiría cuando se producía, el flujo brotaba de mis entrañas sin cesar produciéndome un placer increíble al facilitar el deslizamiento de su polla en mi ardiente canal, los labios vaginales, hinchados y empapados, se abrían pidiendo ser calmados por la barra que se paseaba entre ellos y él me "castigaba" negándose a dar el golpe de riñón que me traspasara. Mi cuerpo ardía y temblaba esperando ese momento y de mi boca escapaban gemidos de placer e impaciencia…sentí su glande refregarme el clítoris y murmuré entregada

  • Dentro por Dios…la quiero dentro…no puedo resistir más

Sentí como su polla bajaba y se acercaba a mi vagina, la puso a la entrada y presionó un poco, un nuevo gemido escapó de mí mientras pensaba que había llegado la hora…pero no era así. Abierta ante él, caliente y anhelando sentirlo dentro, oí su voz

  • ¿Quien es tu dueño? – preguntó.
  • Tú... –respondí - …tu polla…tus manos

  • ¿Qué harías por mí? – volvió a preguntar presionando un poco más la entrada de mi cueva.

  • Todo…lo que tu quieras…haré lo que me ordenes – le decía presa del deseo.
  • Quiero follarte en tu casa… delante de tu marido – dijo introduciendo la punta de su glande en mi sexo.

Por un momento me quedé sin habla, no me esperaba esa petición pero mi ardor era mayor que mi cordura y cedí…era cualquier de prometer cualquier cosa con tal de sentir su polla llenándome

  • Siiii – le dije – pero follame por favor.
  • Si ¿qué?- insistió.
  • Si…me follarás delante de mi marido... – respondí jadeante.
  • ¿Cómo? –volvió a preguntar – mientras su miembro comenzaba a penetrarme con lentitud.
  • Te llevaré a mi casa… - su polla seguía su camino – te llevaré a mi dormitorio y me desnudaré para ti… - cada vez me sentía más llena – después te desnudaré a ti…me arrodillaré delante tuya y lameré tu sexo, tu culo, tus huevos…- oía su respiración agitada – y cuando tu me ordenes me tenderé en la cama y abriré mi coño para que hagas de mí lo que quieras
  • ¿Y tú marido? – preguntó de nuevo.
  • Estará mirando mientras tu me comes de arriba abajo…mientras me deshaces el coño con tu lengua… - su polla ya se movía más rápido – mientras me preparas para montarme y domarme… mientras me haces llorar de placer

En ese momento, con una fuerte embestida, entró hasta el fondo de mi sexo y experimenté mi primer orgasmo, notaba el flujo dentro de mi sin poder salir, taponado por el dique en que se había convertido esa formidable polla, inició una cabalgada salvaje que movía mi cuerpo de un lado a otro, yo gritaba sintiendo las paredes de mi vagina abiertas hasta el límite y él proseguía con su labor de demolición, estaba acabando conmigo, yo era un perra y gozaba como tal, me estuvo follando hasta que mi cuerpo se convirtió en una marioneta que solo se movía al son que él marcaba. Exhausta, machacada y dolorida, solo esperaba el momento en que el macho que me había conquistado se derramara dentro de mí y me llenara con su semilla. Cuando sentí que tomaba mis talones de encima de sus hombros y me levantaba las piernas aún más, supe que el momento había llegado, levanté mi pelvis hasta fundirla con la suya y aguanté sus embestidas hasta que con un profundo grito se corrió dentro de mí, el calor de su ardiente lava me arrancó, no se de donde, un último orgasmo. Manolo se giró, manteniéndome empalada, y se tendió conmigo encima, busqué su boca y la besé y mordí con la pasión y la entrega que solo puede hacerlo la mujer que ha sido llevada al culmen del placer. Me quedé dormida encima de él, mi última sensación fue sentir como su polla se iba haciendo pequeña en mi interior.

Cuando desperté mi amante estaba duchado afeitado y vestido, me sonrió y se acercó a la cama, le rodeé el cuello con los brazos y le besé.

  • Son las seis de la mañana, supongo que querrás irte.

La verdad es que mi marido se iba a trabajar y tenía que cuidar a la niña pero quise demostrarle hasta que punto me había hecho feliz

  • Haré lo que tú quieras, si me dices que me quede me quedaré.

Sonrió y me dijo que a las ocho entraba en su trabajo y que si quería me dejaba en mi casa.

  • De acuerdo, voy a ducharme – le dije.
  • No, te vas a ir sin ropa interior y oliendo a nuestros fluidos, quiero que tu marido sepa lo que has estado haciendo.

Un estremecimiento me sacudió, ese hombre sabía calentarme, me hubiera encantado que en ese momento hubiera saltado sobre mí y me hubiera ensartado.

Me arreglé como pude y bajamos el viejo estaba en el mostrador y se despidió de mí besándome en la mejilla, sonreí al recordar como me comió el coño y se bebió mis jugos. Salimos y me llevó en el coche a casa, me dejó en la puerta y no había nadie por la calle, bajé del coche y él conmigo, entró en el portal y me recordó mi promesa

  • No te preocupes – le dije - la próxima vez que vengas a este edificio será para follarme

P.D. Esta narración finaliza aquí, pero puede que algún día escriba un relato más corto en el que os cuente como cumplí mi promesa, os aseguro que merece la pena.