Urgencias
Abierto las 24 horas
Eran las cuatro de la tarde de aquel miércoles y me acababa de levantar; era mi horario normal dada mi vida nocturna. Andaba por la cocina mirando en la nevera a ver qué podía comer antes de sentarme a escribir mis trabajos cuando llamaron a la puerta.
Era Verónica, una de mis amigas-amantes-ligues, y me extrañó mucho su presencia porque sólo solía tener libres para vernos los fines de semana.
-¡Caramba! –Dije-. ¿Cómo tú hoy por aquí?
-Ya ves. ¿Cómo estás de ánimos? Porque necesito que me folles a lo bestia inmediatamente.
-Ya sabes que contigo me pongo a lo bestia enseguida, pero espero que me cuentes el porqué de esas urgencias.
-Luego, tú ahora échame dos o tres polvos que me dejen sin aliento. Vengo cachonda como una cerda. Me voy a la cama, y mientras te mentalizas me voy haciendo un dedo.
No tenía ni idea de qué coño le habría pasado, pero tampoco me importaba. Ya había encontrado algo que comer: un chocho bien jugoso.
Fui a darme una ducha rápida, cuando fui a la cama a su encuentro estaba desnuda, bien espatarrada y frotándose el clítoris desesperadamente. No me hizo falta más para que se me pusiera tiesa como un palo.
Lo primero que hice fue sustituir sus dedos por mi lengua, la lamía el coño con tanto entusiasmo que ella gritaba:
-¡Eso, eso! ¡Despacio, quiero que me dure! ¡Y si me corro, luego más!
Por supuesto que se corrió, y gritando como una loca:
-¡Ay qué bien me corro! ¡Me voy a morir de gusto! ¡Quiero estar así toda mi vida!
Yo sabía que estaba tan caliente que podría tener quince orgasmos seguidos, así que le dije:
-Ahora quiero metértela yo hasta los huevos, abre tu coño para mí.
-¡Sí, sí! ¡Destrózame! ¡Rómpeme el chocho con tu polla!
La puse en la posición que sabía le encantaba: Yo de rodillas ante ella, sus piernas en mis hombros, y mi polla entrando y saliendo de su vagina.
-¡Oh! –Gemía-. ¡Como te siento cabrón! ¡Como juegas con mi coño! ¡Como me lo llenas! ¡Me vuelvo a correr! ¡Soy la más puta del mundo!
-¡Yo también me corro golfa!
-¡En mis tetas! ¡Córrete en mis tetas!
Eso hice. Le llené las tetas de semen que ella se dedicó a extender por sus pezones como si fuese una crema de belleza.
-Me vas a tener que follar más y comerme más el coño –Dijo.
-Sí –respondí-, pero antes cuéntame que ha pasado para que te hayas puesto tan salida.
-Bueno, pero no te importa si me pajeo mientras te cuento, ¿verdad? Es que no se me pasa la calentura.
-Por supuesto que no. Hazte lo que quieras, pero cuéntame.
-Pues verás -comenzó su relato mientras se masajeaba el sexo, esta vez más suavemente-.
“Tomé el autobús para ir a trabajar, después de comer, como todos los días. Yo no sé por qué me había dado por ponerme ese minivestido de punto que traía, aunque reconozco que me sienta bien y ya sabes que me gusta provocar a los hombres, ¡y por Dios que esta vez lo conseguí!
El autobús iba, como siempre a esa hora, lleno hasta los topes. En esas circunstancias es inevitable que te achuchen por todas partes, pero una mujer se da cuenta cuando el achuchón es casual o intencionado, y yo enseguida noté que una mano “exploraba” mis caderas, primero tímidamente, pero en cuanto yo me apreté contra ella en lugar de apartarme, la mano pasó a mis nalgas, y luego entre mis muslos, aunque siempre por encima del vestido.
La mano pasó hacia adelante para tantear mi sexo; que por cierto ya empezaba a chorrear, y fue sustituida en mi culo por el bulto duro de la polla del hombre.
Excitar a un tío me pone por las nubes, y a aquellas alturas estaba ya cachonda perdida, así que decidí “agradecerle su dedicación”. De forma que tanteé con mi mano hasta lograr bajarle la cremallera de la bragueta y meter mi mano por debajo del calzoncillo hasta agarrar su polla.
Empecé a meneársela, y aunque no tenía demasiada capacidad de movimiento, a los pocos minutos logré que se corriese, pues sentí mi mano llena de su templado semen. Entonces mi vena perversa decidió cobrarse el “servicio”, y limpié mi mano en la pernera de sus pantalones. Fuese donde fuese iba a tener problemas para justificar la mancha.
En la siguiente parada, que no sabía ni donde era, me baje. Más salida que una perra en celo cogí el primer taxi que pasó y le di tu dirección para venir a follarte”.
-Dos cosas –Dije-: La primera que yo que el hombre te hubiese seguido.
-No le di tiempo, me bajé cuando el vehículo estaba a punto de arrancar de nuevo. Aparte que pienso que estaba tan sorprendido que le dejé sin capacidad de reacción.
-Y la segunda es que acudes a mí como al servicio de urgencias, para aliviar tus “ardores”.
-Bueno sí, pero no te quejes. Otro me calienta pero quien me folla eres tú.
-También es verdad. Por cierto que tu historia ha vuelto a ponerme a mil.
-Pues yo aún tengo el coño ardiendo, así que aprovéchate y méteme hasta la cabeza.
Pasaron otras dos horas con polvos de todos los colores, mamadas de todas clases, penetraciones por todos los agujeros. Agotados, nos duchamos y dijo que se marchaba.
-Por cierto –Dijo al despedirse-, la próxima vez que pase algo así le pido el teléfono al tío y le invitamos a que disfrute algo de lo que ha provocado.
-¡No me jodas! Conociéndote, la próxima vez será mañana.
-¿Quién sabe? Cuídate amor, y si esta noche te follas a alguna piensa en mí… Y me lo cuentas.
FIN
© José Luis Bermejo (El Seneka).