Urgencias a domicilio
Como ginecólogo, y médico de familia tuve el placer de atender a mi sobrina Marina y mi querida cuñada Olga.
Como doctor en medicina general, y ginecólogo tuve que desplazarme para atender a mí querida sobrina Marina, una linda jovencita de 16 años, morena al igual que su madre Olga, Como comprobarán tuvo esa nena preciosa a sus 19 años. Por aquel entonces hubo un gran disgusto por ambas familias, cosa lógica. A la edad de 22 años mi cuñada perdió a su esposo por un trágico accidente de coche.
Olga tiene en la actualidad 35 años y es una linda mujer que admiro mucho y nuestra relación familiar es excelente. Desde que la conocí cuando era novia de mi querido hermano siempre quedé admirado de su extraordinaria belleza y el trato afable que tiene con toda nuestra familia. Yo soy algo mayor que ella, en concreto tengo 40 años y desde hace algún tiempo solemos reunirnos a veces y salimos juntos a cenar y tomar una copa en algún Púb. Yo actualmente me encuentro separado y al igual que ella no busqué otra relación: lo cierto es que congeniamos bastante y quién sabe si podremos unir nuestros corazones. Sería lo mejor que me pudiera ocurrir en esta vida.
Ella tiene un negocio de ropa interior femenina y otros complementos. Yo a veces la suelo ayudar en lo referente a compras y demás de su negocio. Marina cursa estudios en un instituto y en el futuro dedicarse a estudiar enfermería. Ella mide 1.70 de estatura y practica la natación así como juega en un equipo de baloncesto del instituto. Tiene un extraordinario parecido a su linda mamá y de carácter muy alegre.
Acabo de llegar al domicilio. Viven en las afueras en una excelente urbanización de chalecitos adosados. Son ahora las 20.00 horas y es sábado. Saludo a mi querida cuñada así como a su bella hermana Estela que es de mi edad.
Hola Antonio, me dijo Olga; que bueno que has llegado rápido. Vamos a ver a la nena pues me tiene muy preocupada. Ha estado vomitando y se queja de fuertes dolores en general, me temo que ha cogido un fuerte resfriado.
Pasé a la alcoba en compañía de Olga. Tuve el placer de saludar a Estela y me dispuse rápidamente a efectuarle el reconocimiento a mi querida sobrina. Me comentó Olga que tenia bastante fiebre por lo cual me dispuse a prepararle una ampolla de 2 ml.
Vamos jovencita vuélvete para inyectarte. Enseguida tío. De costado en la cama bajó la sábana y se echó el pantalón del pijama hacia abajo. Pasé el algodón sobre la nalga izquierda e introduje la aguja. Acabada de inyectarla y dándole antes con el algodón en la zona del pinchazo le dije se incorporara y descubriera su pecho. La ausculté detenidamente notándole síntomas de bronquitis, luego le ausculté la espalda, la zona renal etc., palpé sus lindos senos de aureolas sonrosadas. Luego extendida sobre la cama examiné el vientre. Me dispuse a prescribirle los medicamentos.
Una caja de 10 ampollas de 5 cc. Intramuscular profunda. Una cada 8 horas.
Aplicación de 2 enemas de 250 ml.
Olga me llamó aparte. La acompañé a la cocina en compañía de su hermana Estela.
Al parecer Estela quería que le prescribiera unas inyecciones balsámicas. Asimismo me dispondría a extender otra receta para Olga,
Estela se encargó de ir a por los medicamentos. Al marcharse no pude por menos que besar a mi querida cuñada en la cocina. No me podía aguantar más.
Olga me dijo que me quedara aquella noche a dormir en casa. Yo con sumo gusto acepté. Le dije a Estela que me parecería examinarla una vez regresara con los medicamentos.
Por supuesto Antonio. Asimismo quiero que examines a mi hija cuyo nombre es Estela como yo. Tiene 20 años, mañana domingo vendrá a pasar el día y disfrutar del sol y la piscina que a ambas nos encanta. Con sumo placer Estela, me siento bien a gusto en poderos atender.
Cuando regresó Estela con los medicamentos, le dije a mi queridísima cuñada que fuera hirviendo las jeringuillas para aplicarle urgentemente la inyección a mi sobrinita. Mientras Estela se encargaba de preparar el enema.
Cuñadita, voy a ponerle el enema a la nena, tráeme la jeringa cuando la tengas preparada. De acuerdo Antonio.
Ya en la habitación me dispuse a lubricar ese lindo culito. Tomé una jeringa con lubricante y le dije que se volviera de costado. Vamos nena, te pondremos el enema y luego aplicarte la inyección.
Marina se puso de costado, desnuda de cintura para abajo mostrándome su lindo cuerpo. Separé sus nalgas y le introduje la jeringa con lubricante. Se estremeció al notar el lubricante. Observaba como contrajo el esfínter anal. ¿Uy, que sensación? Lo has notado fresquito. Cierto tío.
Estela traía el irrigador y la hice colocar de rodillas en la cama; le puse un almohadón bajo su vientre y procedí a insertarle la cánula. Poco a poco fui administrando todo el contenido del enema, ella bien quietecita se dejaba hacer de cómo hurgaban su culito con la goma del irrigador y sintiendo como le entraba el líquido. Aguantó pacientemente todo el contenido del enema y ayudándola a incorporarse la acompañamos al baño.
Mientras Estela desinfectaba el irrigador, ella sentada en el water de cara a mí, evacuaba el enema. ¿Tío ayúdame a incorporarme? Enseguida cielo, le dije se pusiera de espaldas y pacientemente apoyada sobre la bañera me entretuve en secarle su lindo culito con una gasa. La llevé a la cama y acostándose boca abajo se quedó esperando la consabida inyección.
Fui a la cocina a por las jeringas, Olga ya las había hervido y pasamos al dormitorio a inyectar a la nena. Cariño no te muevas le dije. Tomé el frasco del alcohol y mojando el algodón le di suavemente sobre la nalga izquierda. Introduje la aguja y poco a poco le fui administrando lentamente la inyección. ¿Duele amor? Un poco tío, pero lo haces muy bien. Acabada la inyección le pasé el algodón sobre la nalguita y la cubrí con el cobertor de la cama.
Olga su madre le entregó un pantalón cortito para que se lo pusiera. Yo pasé a la cocina en compañía de Estela a tirar las jeringas.
Al ratito regresó Olga a la cocina.
Olga se dispuso a prepararle algo caliente a su querida hija, luego más tarde cenaría en compañía de mi cuñada y Estela.
Olga dirigiéndose a su hermana le dijo: Estela puede inyectarte ahora Antonio. Puedes pasar a mi dormitorio, luego tu dormirás ahí y yo me quedaré con la nena.
Bien hermanita le respondió. Antonio vamos pues al dormitorio y me preparas la inyección, no es preciso que hiervas las jeringuillas me he cuidado de traer jeringas desechables de la farmacia. Me fui en compañía de Estela al dormitorio.
Estela es de pelo castaño y como dije anteriormente algo mayor que Olga. En cuanto a su cuerpo es extraordinario como pude comprobar al verla. En la habitación le dije que se descubriera para examinarla. Perfecto Antonio, tú mandas. Se despojó de la ropa quedándose en un bonito conjunto de braga y sujetador de color negro. Le dije se recostara sobre la cama y mientras pasé al baño a lavarme las manos. Al salir del baño me dijo: vamos doctor, comience la exploración.
Examíneme a conciencia. Enseguida Estela; muéstrame ese lindo pecho. Se desabrochó el sujetador pudiendo comprobar unos deliciosos senos de aureolas marrones, me senté en la cama y comencé auscultando los pechos. Uy que frío está el aparatito. Disculpa, lo calenté con las ropas de la cama y se lo puse de nuevo; notaba su respiración agitada. Yo asimismo comenzaba a sentir una erección. Por mi cabeza pasaba la idea de montarme una orgía en compañía de mi querida cuñadita y ella.
Te noto un poquitín cargada de bronquios, espero que dejes de fumar Estela. Ya sé Antonio, procuraré remediarlo. Luego la hice poner de espaldas y comencé a auscultarla por detrás. Bueno Estela, ahora ponte acostada y te bajas la braguita. Inmediatamente y con cara de deseo me dice: quítamelas por favor. No lo dudé un instante quedándose toda desnudita. Así trabajarás a tu comodidad querido doctor. Tenía una cicatriz de cesárea de cuando tuvo a su querida hija. Palpé su lindo vientre y pasando la mano por sus lindos rizos negros de su pubis. Las ingles las tenía delicadamente rasuradas. Yo me estaba poniendo a cien.
Antonio, quiero que me pongas el termómetro en el culito como los bebés, tomé el termómetro y separando esas ricas nalgas lubriqué el termómetro digital insertándolo en ese rico agujerito. Lo sujeté unos minutos mientras ella gemía de placer. Qué rico papi, me estoy calentando y más cuando le pusimos la lavativa a mi sobrina. Quiero que me hagas todo lo que te apetezca; es más deseo que me des cita para que me hagas una revisión ginecológica en tu consultorio. Eso sí, te recomendaría que estuviéramos a solas sin nadie que nos estorbe.
Le retiré el termómetro de su culito y en realidad no tenía fiebre, sólo unas décimas. Me has puesto bien cachondo Estela pero puede pillarnos tu hermana.
Ya se me ocurrirá algo le dije, ahora voy a prepararte la inyección, ¿te parece? Perfecto Antonio.
Diciendo esto, entró mi querida cuñada a la habitación. Estela estaba boca abajo con las braguitas a medio muslo. Hermanita tus inyecciones las tienes sobre la cómoda. Conforme Estela, la nena se ha quedado dormida así que una vez Antonio te inyecte yo seré la próxima paciente. La cena está preparada, luego dormiré en el cuarto de ella.
Con la jeringa preparada me dispuse a inyectar a Estela. Palpé a conciencia su nalguita izquierda dándole con el algodón mojado en alcohol. Seguidamente le introduje la aguja y pacientemente fui administrándole el contenido de la jeringa de 5 ml, uy como duele el líquido Antonio; pero eres muy delicado inyectando como otras cosas. Gracias Estela, ya queda poquito de la inyección. Ya está. Pasé el algodón por la nalguita y le subí la braguita.
Estela se levantó de la cama toda sonriente y palpándose donde la había inyectado, cogió una bata y en plan provocativo se la puso. ¿Cómo duelen estas inyecciones? Es normal le dijo su hermana Olga, son antibióticos.
Ve a la cocina y vas preparando la mesa, ahora me debe inyectar Antonio. Por supuesto hermanita. ¿No tardéis mucho?
Olga se cuidó de echar el cerrojito a la puerta de la alcoba. Disculpa Antonio, pero me siento más cómoda; no quiero que nos moleste mi hermana. Como prefieras cuñadita. Tomé la jeringa desechable y me dispuse a prepararle una de sus inyecciones, en concreto una ampolla de calcio de 3 ml., Olga se bajó el pantalón, recostándose en la cama frente a un gran espejo. A través del mismo, viéndome con la inyección preparada se bajó la braguita por debajo de sus lindos muslos.
Yo sentado en la cama me dispuse a darle con el algodón y el alcohol sobre la nalga derecha, pacientemente introduje la aguja y me dispuse a administrarle lentamente la inyección. ¿Duele cuñadita? Un poquito Antonio, terminando de inyectarla le puse el algodón sobre la zona del pinchazo y lo retuve unos segundos masajeando su rico culito. Perdona Olga, pero deseaba este momento. Yo también repuso ella. Le subí la braguita y al incorporarse de la cama aún con el pantalón bajado nos fundimos en un largo beso.
Uy como se ha puesto tu colita, la tienes bien dura. Bájate el pantalón Antonio, quiero darle unas chupaditas papi. Me saqué el pantalón y ella optó por quedarse con las braguitas. Le levanté las piernas y le saqué la braguita; por entre el slip le saqué la verga y sentado sobre ella me dispuso a hacerme una mamada de campeonato. Yo mientras le hurgaba con mis dedos sobre su delicioso coñito, Dios estaba a punto de reventar.
Olga, no me puedo aguantar. Córrete sobre mis pechos tesoro. Subiéndose la parte de arriba me descargué sobres sus pechos erectos. Llamaron a la puerta y le dijimos que enseguida salíamos.
Ella pasó al baño a asearse y yo detrás de ella hice lo mismo. Esperaba que a la noche pudiéramos tener un rato. Ya se vería. Ahora una vez vestidos abrimos la puerta de la alcoba, notando Estela la cara de satisfacción de ambos.