Urgencias
Un equipo médico de urgencias aprovecha las horas de menos trabajo.
URGENCIAS
Reconozco que la noticia de que mi cuñada se iba a trasladar a USA después de la boda me tenía algo alterado. La hermana pequeña de mi mujer llevaba siendo mi amante desde hacía muchos años. Desde que la desvirgué con 18 años llevababamos liados. La diferencia de 20 años nunca habia sido un impedimento. Ambos éramos iguales. Dos pervertidos a los que les podía el sexo y el morbo.
Mi mujer, su hermana era diferente. Con unos valores más conservadores no era nada sexual. Hacía mucho que nuestras relaciones se limitaban al polvo mensual, pero yo necesitaba mucho más. Era ahí donde aparecía mi cuñadita. Una preciosidad que no le hacía ascos a nada y con quién me lo habia pasado de escándalo a la espalda de la familia (sus padres y hermana).
Para aumentar la dosis morbosa, los tres trabajamos como médicos en el mismo hospital donde también había trabajado mi suegro convirtiéndomos todos en una prestigiosa saga médica familiar. El prestigio del apellido, el reconocimiento profesional y el cariño que todos profesaban por nosotros hacía que nuestra relación, prohibida e incestuosa, fuera tremendamente morbosa ante la posibilidad de ser descubiertos.
Mi cuñada tenía una relación estable con un novio, también médico, que trabajaba en USA. Iba camino de convertirse en una eminecia de la neurocirugía y al otro lado del charco iba a hacer una carrera magnífica. Pero antes le había pedido la mano a mi cuñadita, ésta había aceptado, y se trasladaría a NY con él tras la boda, dejándome a mi sin chochito donde meterla.
Anoche fue su última guardia antes de que cogiera vacaciones (y posteriormente la excedencia). Tenía que terminar de organizar la boda que se celebraría dentro de un mes y todo lo demás, luna de miel y traslado a NY. Estábamos trabajando los tres, su hermana (mi mujer), ella y yo. Por eso quise aprovechar mi última oportunidad.
A esa hora de la noche el volumen de urgencias bajaba mucho y estábamos muy relajados. Mi mujer estaba dando una cabezada en la sala de descanso cuando me acerqué al despacho de mi cuñada. Estaba sola delante de su ordenador cuando cerré la puerta tras de mí. Nos miramos fijamente, no había mucho que decir. Esta era una situación muchas veces vivida por ambos. Me coloqué tras ella y le acaricié los hombros. Ella seguía mirando el ordenador. Desde arriba pude ver la abertura de su bata verde a la altura del cuello. Acaricié su pelo, su mejilla y sus labios. Ella suspiraba. Llevé mis labios a su oreja y lamí desde ahí hasta su cuello. Metiendo la mano por dentro de su bata hasta tocar sus tetas. Con habilidad introduje mis dedos en su sujetador y pelizqué sus pezones. Tirando de su melena, le eché la cabeza hacia atrás y le comí la boca. Ella se dejaba hacer. Buscaba mi lengua con la suya. Mi mano bajaba buscando introducirse en el pantalón. Ella se lo bajó levemente con su mano. Mis dedos alcanzaron su rajita con esa fina de vellos púbicos que tanto me ponía. Le introduje los dedos y comencé a moverlos en círculos. Sus suspiros se ahogaban en mis labios.
Mi polla crecía de manera imprudente junto a su cuerpo. Ella me la agarró por fuera del pantalón y por fin decidí liberarla. Ante ella saltó mi polla erecta. Con las venas muy marcadas a lo largo del tronco, con el capullo hinchado, rojo intenso:
-Esta es la última mamada que te doy cuñado.
Dicho esto comenzó a masturbarme mirándome a los ojos antes de sacar su lengua y lamerme el capullo. Sentía como su saliva caliente iba mojando de manera excitante mi rabo. Sus labios se cerraron en torno al capullo y se la empezó a tragar poco a poco. Su cabeza se movía lentamente a lo largo del tronco. La sensación de tener a la hermana pequeña de mi mujer comiéndome la polla en su despacho y la posibilidad de que en cualquier momento entrase alguien, incluso mi mujer, era algo que me excitaba de manera extraordinaria. La adrenalina de poder ser pillados me volvía loco.
De repente se la saqué de la boca y la puse de pie. Tirándole del pelo le mordí la boca. Sabía a mi polla. Le volví a meter los dedos en el coño. Me había transformado. Quería follármela:
-Para joder, que nos van a oír.
-Dime que no quieres, zorra.
-No, cabrón. Sabes que me voy a casar. Ya no quiero.
Sin prestarle atención la volteé y la incliné sobre la mesa. De un tirón le bajé el pantalón y le azoté las nalgas. Su tanga se perdía entre sus glúteos:
-Me pone muy cachondo que vengas a trabajar con estos tangas. Es como si siempre esperaras que se los tienes que mostrar a alguien...
-Dejame joder. Mi hermana nos puede pillar. Y no quiero que me folles hoy cabrón.
Me arrodille tras ella y comencé a comerle el culo y el coño. Paseaba mi lengua de delante a atrás arrancándole suspiros a mi cuñada que seguía intentando resistirse. Le metí la lengua en el ojete y los dedos en el coño buscando su punto G:
-El capullo de novio que tienes no sabe la hembra que tiene. Dudo que esté a tu altura con esa pinta de tarado...
-Mmmmm.... Qué sabrás tú.... -decía mi cuñadita poco convincente.
Me puse de pie y pasé mi polla por su coño. Ella se resistía. Cerraba las piernas:
-No me la vas a meter cabrón. No quiero que me folles. Gritaré.
-¿Vas a gritar? Si haces eso sabes que mostraré todas nuestras fotos follando.
-Dejame, cabrón.
-Estate quieta hija de puta. Estás deseando que te la meta. Te tengo que dar mi regalo de boda....
Metí mi pierna entre las suyas y se las separé. Ella hacía fuerza pero la diferencia entre ambos me beneficiaba. Sin más preámbulo se la clavé fuerte en el coño. De un golpe de cadera seco se la incrusté hasta el fondo. Le puse las manos en los hombros y comencé a bombear contra su coño:
-Para cabronazo... Me estás violando joder...
Yo seguí sin oírla. Metiéndosela muy duro. Sentía mis cojones topar con su pubis. Mi empuje hacia que sus piernas chocaran contra el filo de la mesa. Sus quejas se mezclaban con sus gemidos. La posibilidad de que nos pillaran aumentaba por minutos. Las urgencias comienzan a aumentar apartir de cierta hora. Mi mujer estaría ya activa y nosotros, su marido y su hermana menor, estábamos follando en un despacho.
-Para joder, no me la metas más...
Por fin sentí como mi leche subia desde mis huevos:
-Te voy a preñar cuñada.
-No, no te corras dentro. No quiero quedarme preñada de ti.
-Cállate...aaahhhh
Mi polla comenzó a escupir chorros de semen dentro del coñito de mi cuñada.
-Este es mi regalo de bodas, zorrita. Quiero que mes un sobrinito.
Se la dejé clavada unos segundos. Haciendo mucha fuerza. Mi polla llegaba muy profundo para depositar toda la corrida dentro. Ella se quejaba:
-Joder, que me duele, hijo de puta.... Me vas a partir el coño, cabronazo.
Cuando terminé salí de su interior. Me recompuse. Ella estaba sobre la mesa. En silencio. Mi lefa se salía de su chocho y caía por sus muslos:
-Espero que le pongas mi nombre....
Y salí del despacho deja sola allí. Media hora después ella anda a con dificultad para atender una urgencia.