UNVDC 9

un nuevo personaje entra en acción...

Una vez escrito, se lo envié a Lucia para que pusiera en marcha el plan, ella tenía que enviarle el correo desde su dirección personal, además le enviaría un sms con el mismo texto a su móvil. Para que nuestro querido Rafa se convenciera que todo era real, llamaría a su oficina cuando él estuviera tomando café y dejaría una nota con el teléfono de la empresa que compartía con su mujer.

El juego había empezado, yo llame a María y le propuse quedar en nuestra cafetería favorita al fin de la jornada laboral. Al principio ella se mostró ofendida y rechazo la invitación colgando el teléfono. Unos minutos más tarde, un sms de mi querida María ilumino la pantalla del teléfono, un escueto OK figuraba como único texto.

Se acercaba la hora de comer y Lucía me llamo, -no te lo vas a creer, me ha llamado a la oficina y después de interrogarme durante cinco minutos, me ha pedido que nos veamos-, el ansia de su voz me demostró que ella también estaba disfrutando con este juego, -perfecto, queda con el mañana para comer, déjalo que elija el restaurante y me llamas-, Luci respondió de inmediato, -le llamo y te cuento-.

El ansia de Rafa por ver a su mujer con otro me desbordaba, María era un encanto y su marido la estaba ofreciendo como si fuera un libro que había que leer. Lucía me llamo y me confirmo la hora y el lugar del ágape. Colgué el teléfono y pensé; -después de la comida me demostraras si realmente deseas ver a tu mujer con otro-.

Tras una aburrida tarde salí del trabajo. Antes de llegar a mi cita con María pare a comprar un regalo para ella, un salto de cama rosa de los chinos, y con el fino presente en una bolsa corriente llegue a la cafetería. Ella estaba esperándome sentada en la mesa que utilizábamos habitualmente, un par de fríos besos surcaron mis mejillas, estaba enfadada y no sabía disimularlo. Me senté frente a ella y pedí una cerveza, ambos nos miramos durante unos segundos y al final María rompió el silencio.

  • Me preocupo por ti y tú me tratas así.
  • No te pongas en ese plan, yo no te pedí nada, simplemente disfrutamos juntos, no quiero atarme a nada ni a nadie y tu, no eres una excepción –respondí mirándola a los ojos-
  • Solamente te pedí un sms, y ni eso, los hombres sois todos iguales, una vez tenéis lo que queréis nos olvidáis –su furia quedo patente en su tono de voz-
  • Me lo he pasado muy bien contigo y quiero disfrutar de tu cuerpo, pero si continuas en este plan, me levanto y me voy.
  • Vete si quieres –sus ojos se inyectaron en sangre-
  • No me voy a ir, nos vamos los dos –respondí-

María se quedo descolocada, mientras intentaba asimilar mi respuesta yo estaba pagando y me dirigía a la puerta. Ella se levanto y me alcanzo en la entrada. La tome de la mano y encaminamos nuestros pasos en busca de mi coche. Faltaban un par de horas para caer la tarde y quería aprovechar el tiempo con ella y prepararla para consumar mi plan con Lucía. Subimos al coche y me acerque a un parque bastante retirado donde se juegan los jubilados unos euros a la petanca. María no imaginaba lo que mi mente había maquinado para ella.

Aparque en una zona retirada, oculta entre unos árboles, pero con muy buena vista desde el campo de juego. Retire la llave del contacto y buscando la bolsa de los chinos, se la entregue a María.

  • Tienes un minuto para ponértelo, en caso contrario, te llevare de vuelta a la cafetería y terminaremos con esto.
  • Pero... me verán cómo me desnudo.
  • Cincuenta segundos, tú eliges.

María hundió su cuerpo en el asiento y se deshizo de sus zapatos mientras se desabrochaba los pantalones, la blusa se deslizo por su espalda mientras el rosa chillón cubría sus pechos. Tragándose su orgullo la tenía a mi lado luciendo el salto de cama, -muy bien putita, pero que muy bien, incluso te han sobrado algunos segundos, pero, creo que ese sujetador negro y ese tanga no pegan mucho con el rosa-, con un gracioso salto en el asiento, un tanguita negro abandono sus piernas, el sujetador desapareció un instante después. –Ahora quiero que salgas del coche y me ofrezcas tus servicios-

Una temblorosa María abandono el vehículo, momento en que aproveche para bajar los seguros, ella dio la vuelta por detrás del choche y se acerco a mi ventanilla, un par de golpes y baje el cristal, -¿Puedo ayudarte en algo?, pregunte, ella no entendía nada y miraba nerviosa en todas direcciones, -¿Qué si puedo ayudarte en algo?- pregunte de nuevo, esta vez elevando mas la voz, María me miro y unas ininteligibles palabras salieron de su boca, -No te entiendo, habla más claro-

  • ¿Te apetece pasar un buen rato conmigo? –ahora sus palabras fueron más claras-
  • Eso depende de tu precio, ¿Cuánto me costara?
  • ¿Qué te apetece? –contesto ella menos cohibida-
  • Me gustaría que me chuparas la polla mientras me relajo fumándome un cigarrito, luego igual me apetece darte por el culo, ¿Cuánto me costara?
  • ¿Cincuenta euros? –pregunto María-
  • Me parece mucho para una puta como tú, te daré veinte.
  • Enséñame el dinero –respondió-
  • Aquí esta, -agite un billete de veinte entre mis dedos-, pero ahora soy yo quien quiere ver la mercancía, quiero saber si mi dinero está bien invertido.

María mostró una gran iniciativa, libero uno de sus pechos del horrible salto de cama que vestía y me lo mostró orgullosa, -está bien, entra en el choche y gánate este billete-.

Abrí el seguro y la invite a entrar por la puerta del copiloto, ella rodeo esta vez el coche por la parte delantera y abrió su puerta, unos silbidos nos indicaron que los jugadores de petanca habían disfrutado de un pequeño espectáculo gratis. María se sentó a mi lado y espero, -venga, no tenemos toda la tarde-, le ordene, ella se acerco a mi bragueta y libero mi pene, estaba excitado y mi carne se mostraba dura y ansiosa de recibir caricias, sin perder tiempo su boca busco mi excitado miembro, lo beso, lo remojo en saliva y disfrute de su cálido aliento mientras encendía un cigarrillo. Fume despacio saboreando la excelente mamada de mi aplicada putita, finalmente apure el resto del cigarro y le ordene que parara, -despacio zorrita, no quiero llegar todavía-, la despoje de mi regalo y le pedí que pasara al asiento trasero.

Ella dio un bonito espectáculo saltando entre los asientos delanteros, aunque estaba atardeciendo, el grupo de jugadores no abandonaban su terreno de juego, desde su posición intuían lo que pasaba pero no podían ver claramente nuestros rostros, yo conocía este dato ya que había visitado el mismo lugar acompañado por Lucía, y mientras ella me esperaba en el coche yo ocupaba el lugar de los jugadores. Para incrementar el nerviosismo de María, encendí la luz interior, -eso no por favor-, -tranquila putita, necesito ver donde meto mi polla-, la tensión dentro del habitáculo era máxima, por un lado ella ansiaba mi carne, y por el otro, sus miedos la vencían.

Despacio acerque mi sexo a su trasero, recogí un poco de flujo de su empapada vagina y lo embadurne por su culito, apunte y deslice poco a poco mi carne en su interior, al principio me costó encontrar la postura adecuada, pero tras un par de embestidas conseguí acomodarme. Penetre su culito durante varios minutos, y mientras me acercaba al final le susurraba, -que calientes vas a dejar a nuestros invitados, en cuanto me corra, les pediré uno a uno que disfruten contigo, realmente eres una buena putita-, fue sentir mi semen en su interior y María exploto en un orgasmo, salí de su interior y le acerque mi sexo a su boca, -déjamelo bien limpio-, ella accedió y dejo reluciente mi falo.

  • Te has ganado tus veinte euritos, ahora vístete y te llevare a casa.

Recogió su ropa y en menos de un minuto se vistió, arranque el coche y tras pitar un par de veces y saludar a nuestro público, abandone el alejado parque. El trayecto no fue agradable, ella no dejaba de sollozar y de insultarme, solamente se calmo cuando la amenacé con no volver a llamarla, -has disfrutado dejando a un lado tus perjuicios, nunca hubiera dejado que nadie te tocara, si no dejas de comportarte como una cría paro el coche y te dejo aquí y no volverás a saber de mi nunca más-, calmo su bochorno y se tranquilizo. Deje a María frente a su portal, ella bajo del coche sin despedirse y cuando empezó a caminar en busca de su casa la llame, -te dejas esto-, le entregue el salto de cama y María lo estrujo entre sus manos lanzándolo al interior del contenedor de basura. Dio media vuelta y entro en el portal de su edificio.

Subí a mi casa y llame a Lucía, quería saber cómo había quedado con el marido de María y comprobar que el plan estaba funcionando perfectamente. -Hola- respondió Lucía, -¿Qué tal con Rafa?, ¿coméis juntos mañana?- pregunte.

  • Dudabas de mi, esta como un niño con zapatos nuevos, me ha invitado a comer en Atlas, sabes lo caro que es ese sitio, incluso ha intentado que nos viéramos hoy, pero tal como habíamos hablado, lo he citado para mañana.
  • Perfecto, yo esta tarde he jugado un poquito con María, espero que mañana en la oficina te lo cuente, por ciento, está muy enfadada.
  • Seguramente te habrás pasado un par de pueblos, ya me contara, recuerda que no tienes que hacerle daño o abandono inmediatamente, -amenazo Lucía-
  • Tu cumple con tu parte y tu amiga te lo agradecerá toda la vida, te veo mañana a la hora del café, no le digas nada a Rafita y se muy amable con él.
  • Mañana nos vemos, adiós –respondió Luci colgando el teléfono-

Por segunda vez en esta semana me tome la tarde libre, después de una triste mañana en el trabajo, baje a la cafetería y me pedí un bocadillo y una cerveza, eran todavía las dos, Lucía empezaba a comer a las dos y media, según me había informado enviándome un sms, entre pitos y flautas tomarían café sobre las cuatro, eso me daba alrededor de un par de horas para llamar a María y jugar un poquito con ella. Termine el bocata y me acerque a un parque justo al lado del restaurante donde comía Luci con el marido de María. Acomodándome en un banco me dispuse a disfrutar de los tibios rayos de sol que ofrecía el mediodía, marque el número de María en mi móvil y encendí un cigarrillo. Sabía que estaría sola comiendo en el bar que hay bajo de su oficina.

  • Hola –contesto una voz molesta y con bastante ruido de fondo-
  • Hola zorrita, ¿te apetece jugar un ratito?
  • ¿Pero tú de qué vas? –el enfado era real- estoy comiendo y después de lo que me hiciste ayer, ¿piensas que quiero volver a verte?
  • Ayer no paso nada que tu no quisieras que pasara, o no disfrutaste jugando a ser una zorrita –interrogue-
  • Bueno, yo... aquí hay mucha gente, no puedo hablar –el silencio se apodero de la línea unos segundos, tan solo se escuchaba un murmullo de fondo alejándose-
  • ¿Estas ahí?
  • Perdona, estaba buscando un sitio más tranquilo, dame un minuto y...
  • No salgas del bar, métete en el servicio y llámame –colgué el teléfono y me dispuse a esperar su llamada-

El sol calentaba mi piel y la espera aceleraba mi cuerpo, había arriesgado mucho llamando a María, pero necesitaba saber hasta qué punto estaba colgada de mi, de ello dependía que todo el plan trazado con Lucía diera su fruto. Unos minutos más tarde mi móvil sonó interpretando la melodía que tenía asignada a María.

  • Si para todo eres tan rápida –conteste a modo de saludo- ¿Dónde estas?
  • He tenido que hacer cola para pagar, ahora estoy en el servicio, ¿vas a venir?
  • Las preguntas las hago yo, ¿te apetece jugar?
  • Mucho, ven por favor, necesito sentirte dentro, quiero darte placer.
  • No seas ansiosa, cuéntame cómo vas vestida –ordene con voz firme-
  • Una camisa blanca y unos pantalones negros, no esperaba verte hoy –respondió nerviosa-
  • Eso por fuera, ¿y por dentro?
  • Un sujetador blanco y unas braguitas negras, te repito que no te esperaba hoy –contesto excusándose-
  • Desnúdate y espérame dándole la espalda a la puerta, quita el seguro para que pueda entrar.
  • Ya esta –respondió unos segundos más tarde-
  • Muy bien zorrita, ¿estas caliente?
  • Estoy ardiendo, no tardes –su voz denotaba su excitación-
  • Tócate y cuéntame cómo está tu sexo, quiero que te masturbes mientras camino hacia ti, te quiero muy excitada.
  • Esta mojadito, muy mojado, mis dedos acarician mis labios y siento toda la humedad que destilo.
  • Y tus pezones, ¿están creciendo?
  • Si, están muy duritos y sensibles, necesito que vengas –su voz sonaba a suplica-
  • Acaríciate, estoy muy cerca, arquea la espalda y acaricia tu culito, prepáralo para mí.
  • Uhhhhhh, solamente de pensarlo...
  • Voy a entrar y quiero verte de rodillas mirando a la puerta.
  • Ya.
  • Cuenta cincuenta y abre la puerta, quiero oírte contar en voz alta y no quiero que dejes de tocarte.
  • Uno, dos, tres...
  • Date placer, quiero oírte gemir.
  • Trece, catorce, ahh, quince, ohhhhhhhh...
  • Así muy bien, así, no tardo nada.
  • Veinte, veintiuno, ohhhhhhhhh, por favor.
  • Continua contando –ordene con voz firme-
  • Veintidós, veintitrés, ohhhhh, veinticuatro.
  • Penétrate con un par de dedos, estoy entrando en el bar.
  • Ohhhh, treinta y cinco, treinta y seis, ahhhhhh...
  • Falta poco, estoy muy cerca, mis pasos se dirigen al baño, en un momento mi carne será para ti.
  • Cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco...
  • Estoy en la puerta, cuando llegues a cincuenta abre y te daré placer.
  • Cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta.... ¿Dónde estas?
  • Al final no he podido llegar, ha surgido un imprevisto en la oficina, no me llames, te veo mañana –colgué el teléfono y disimule como pude mi erección-

Camine un rato por el parque, no podía dejar de pensar el cabreo que tendría María, nuestro plan tenía que salir bien y dejar excitada y cabreada a María era parte de él.

El reloj marcaba las tres y media, tenia treinta minutos para llegar al restaurante y poner en marcha todo el engranaje. Llame a Lucía según habíamos quedado y al instante me respondió, -Esta todo preparado, solamente faltas tú-

Llegue a las cuatro menos diez, entre en el restaurante y divise a mi presa acompañada de Luci, me acerque a la mesa y me presente, -Buenas tardes, soy el amigo de Lucía y voy a cumplir tu fantasía-, Rafa se quedo mirándome y me tendió la mano, -un placer- respondió. Me acomode entre ambos y tras pedir un café y una copa de Cardenal de Mendoza. Encendí un cigarrillo mientras esperaba que trajeran mi encargo, los tres permanecíamos en silencio, el camarero dejo el humeante y negro café acompañado de una hermosa copa rellena de un liquido ambarino y aromático, -¿Desea el señor alguna cosa más?, -No gracias, es todo- respondí amablemente.

  • Como te habrá explicado Lucía, este fin de semana tu fantasía se hará realidad, aunque para ello tendrás que pasar una pequeña penitencia, en cuanto termine mi copa nos acompañaras a un hotel y serás testigo del ensayo general –mire a Rafa y añadí- lo que ocurra hoy será parecido a lo que vivirás en un par de días, ahora estas a tiempo de pararlo, ¿Quieres continuar?
  • Lo estoy deseando –respondió un excitado Rafa-
  • ¿Esta todo preparado? –interrogue a Lucía-
  • Tenemos los tres la tarde libre, el hotel nos espera, y ahora voy a hacer la llamada que tengo pendiente, si me disculpáis.

Luci abandono la mesa con el móvil en la mano y me quede con Rafa degustando los últimos sorbos de mi copa.

  • Sabes que María en este momento me odia.
  • ¿Qué?, -la cara de Rafa era un poema-
  • La he dejado desnuda en el baño del bar que hay cerca de su oficina, donde suele comer todos los días con Lucía, ahora esta ella intentando consolarla y organizando una cena en tu casa.
  • Los cuatro –balbuceo el marido ansioso de ver su sueño cumplido-
  • No, María, tú y Lucía, pero en lugar de Luci, acudiré yo.
  • ¿En mi casa? –interrogo un sorprendido Rafa-
  • Que mejor lugar, en tu casa y en tu cama, -respondí con una sonrisa- tu fantasía será completa, no lo dudes.

Lucía nos acompaño de nuevo, una sonrisa de oreja a oreja me indico que el plan estaba funcionando, -Desde luego, la has dejado ardiendo, y muy enfadada, realmente te odia-, -entonces, cenas el sábado en su casa, ¿Verdad?-, -Si-, respondió Luci, -perfecto, entonces vamos a ensayar-

Tras pagar Rafa la comida, pedimos un taxi y los tres fuimos en busca del hotel que albergaba nuestra reserva. Yo charlaba animadamente con el taxista, mientras en el asiento trasero, Luci acariciaba con lujuria el cuerpo de Rafa. Llegamos al hotel, mientras Lucía se encargaba de nuestra reserva, le sugerí a nuestro invitado tomar una copa antes de subir, -perfecto, la necesito, en mi vida he estado más nervioso-, avisamos a Luci y pasamos al bar. Un par de gin tonics y un ron con cola para mi, mi cómplice no tardo en unirse a nosotros, ahora éramos un verdadero trío. Charlábamos animadamente, y conseguimos que nuestro invitado se sintiera más relajado. Cuando el hielo de nuestras copas luchaba aferrándose a la vida, decidimos visitar nuestra nueva morada por unas horas.

Debo reconocer que Luci interpreto mi plan a la perfección, reservo una suite, encargo cava, y desplegó todos sus encantos para conseguir que la velada diera sus frutos. Al abrir la puerta le indique a Rafa que empezaba el juego, -a partir de ahora, imagina que Lucía es tu mujercita y que me la vas a entregar para que le de todo el placer que tú no le proporcionas, estamos aquí para realizar tú fantasía, si en algún momento no disfrutas, termina con el juego, nosotros desapareceremos y no volveremos a tratar el tema jamás-, la habitación quedo en silencio unos segundos, Rafa tomo la palabra y un –adelante- salió de sus labios. El juego había comenzado.

Nos sentamos en el salón y degustamos una copa de cava, encendí un cigarrillo y tras rehusar mis compañeros, me dispuse a ejercer de maestro de ceremonias, -Rafa, quiero que desnudes poco a poco a tu mujer y me muestres sus encantos-, salto como un resorte al oír mis palabras y se acerco a Lucía, está metida en su papel se mostró avergonzada y replico, -cariño, vas a entregarme a este hombre después de todo el día trabajando, creo que será mejor que me des un buen baño-, esta chica no dejaba de sorprenderme, -claro amor, no sé donde tengo la cabeza- respondió Rafa. Ambos se encaminaron al baño mientras yo disfrutaba del delicioso cava, -buena chica- pensé.

Quince minutos más tarde Rafa se reunió conmigo en el salón, -mi mujer está terminando de vestirse para usted, ¿le apetece otra copa?-, asentí y relleno de espumoso y burbujeante liquido la delicada copa que permanecía en mi mano. Lucía lo llamo desde el baño y él se apresuro en su busca, una espectacular Lucía apareció en escena, Rafa asía su mano y ella vestía un elegante y sensual conjunto de lencería negro, estaba preciosa, su melena al viento y su piel desnuda, cubierta únicamente con la suave seda de su ropa interior, sus pechos atrapados en un sujetador que los realzaba más si cabe, y su sexo cubierto por el tanga se acoplaba como una segunda piel, sus piernas estilizadas por unas medias sujetas firmemente a un liguero completaban el atuendo. Rafa la acompaño hasta mi posición, me entrego su mano acompañada de estas palabras, -aquí tienes a mi mujer, disfruta de ella-

Abandone mi asiento y rodee a Lucía, la observe desde todos los ángulos, elogie su belleza, su cuerpo, la calidez de su piel, mire a Rafa y su cuerpo se tenso, -desnúdala y entrégamela-, el reacciono de inmediato y se acerco a Luci, lentamente le desabrocho el sujetador quedando sus hermosos pechos liberados frente a mí, Rafa deslizo sus manos en busca de las medias, -no- interrumpí su maniobra, -déjale puestas las medias-, el asintió y lentamente bajo el tanga que escondía el ardiente sexo de Lucía.

  • Quiero que lo huelas y me digas que aroma desprende tu mujer –mis ojos apuntaron directamente a los de Rafa-

Este acerco la pequeña y delicada prenda a su nariz y aspiro su aroma, -si no tienes suficiente con su olor, pruébalo- añadí con una sonrisa en la boca mientras Lucía humedecía sus labios con su juguetona lengua. Rafa retiro el tanga de su nariz y acerco el mismo a su boca, su lengua apareció entre sus dientes y recorrió la huella que había dejado el sexo de Luci sobre la tela. Sobre el pantalón de Rafa se podía apreciar una erección, el continuaba saboreando la pequeña prenda de encaje mientras su mano buscaba presionar su sexo.

  • Te he preguntado a que huele, -el elevado tono de mi voz sobresalto al excitado Rafa-, deja de excitarte y responde a mi pregunta.

Avergonzado como un niño me miro, su rostro enrojeció y tímidamente balbuceo –huele fuerte-, mi mano cruzo su rostro, -entonces qué coño le has hecho en el baño, tenias que entregármela limpia-, mis palabras desconcertaron a Rafa mientras repetía sin parar, -perdón, perdón-

Acerque una silla a su altura y le ordene –desnúdate y siéntate aquí, y mucho ojo con tocarte-, Rafa obedeció y su ropa abandono su cuerpo, una vez desnudo y con el sexo en erección se acomodo en la silla, -míralo todo empalmado, estoy seguro que si tu mujercita te pone la mano encima ahora mismo, te corres en el acto-, el miro el suelo y no se digno a responder, -encima el niño nos ha salido maleducado, ¿no te han enseñado a contestar cuando te preguntan?- interrogue de nuevo. Lucía no podía evitar la carcajada, fue ella la que se acerco y acaricio su rostro con ternura, -Rafita, contesta al señor que si se enfada me quedare sin follar, y tú no quieres que eso me pase, ¿verdad?-, las palabras de Luci surtieron el efecto deseado, Rafa levanto la vista y respondió, -estoy a punto de correrme-

Me acerque a él y en voz en grito le explique, -aquí nadie se corre sin mi permiso, a tu zorrita le costaron algunas zurras pero al final lo entendió, no me obligues a ponerte el culo rojo, ¿me has entendido?-, -si- respondió un asustado Rafa. Su sexo anunciaba su pronta eyaculación, sobre su glande se acumulaba gran cantidad de líquido preseminal, me acerque a Lucía y le susurre unas palabras al oído, ella abandono el salón y regreso al instante con el cinturón del albornoz.

  • Ahora te voy a atar esas manitas para que no te toques, -mientras hablaba con él, entrelazaba sus muñecas por detrás de la silla-, tu mujercita y yo tenemos muchas cosas que hacer y no podemos preocuparnos de ti, entonces para que no me desobedezcas, he decidió atarte a la silla.

Al sentirse prisionero, Rafa no pudo evitarlo y eyaculo, su rostro enrojeció y agacho la cabeza dirigiendo su mirada al suelo, -muy mal, pero que muy mal, ahora tendremos que castigarte-, mi reprimenda arranco la carcajada de Lucía, -ahora por tu culpa me quedo sin follar- repetía una y otra vez haciéndose la histérica.

  • Has sido muy desobediente y mereces un castigo, -le espete a Rafa mientras le desataba las manos-, paso al baño y date una ducha fría, luego me ocupare de ti.

Un avergonzado Rafa entro en el baño, -no cierres la puerta- ordene secamente mientras acariciaba los pechos de Lucía. Un minuto más tarde la ducha comenzó a funcionar.

  • Estas siendo un poco duro con él, ten cuidado no se derrumbe y esto acabe mal –la voz de Lucía susurro en mi oído-
  • Tranquila, creo que Rafa está disfrutando a su manera, de todas formas acércate a la ducha y comprueba que todo esté bien, dejas que este un minuto más bajo el agua fría y luego lo envuelves en una toalla y le pones tu tanguita, os esperare en la cama.

Luci se acerco al baño mientras yo me desnudaba y me tumbaba sobre la cama, me había dejado los bóxer puestos aunque mi sexo luchara por liberarse, deseaba poseer a Lucía pero necesitaba la colaboración de Rafa.

El ruido del secador me alerto que no tardaría en volver mi compañía, y efectivamente, ambos cogidos de la mano aparecieron en la habitación. Lucía solamente vestía zapatos y unas medias que escalaban por sus muslos sujetas firmemente por el liguero, Rafa completamente desnudo salvo por el pequeño tanga que anteriormente cubría la piel de Lucía.

  • Veo que te ha sentado bien la ducha, tu pajarito está escondido en su nuevo nido, ahora se un hombre y entrégame a tu mujer, -en ese momento mi bóxer abandono mi cuerpo y mi sexo en erección apunto al techo-, quiero que os acerquéis, Luci ponte en cuclillas sobre mi sexo, pero no te penetres, y tu ponte detrás de ella y apoya tus manos en su cintura, -ambos obedecieron mis órdenes y adoptaron las posiciones demandadas-, ahora quiero que desciendas el cuerpo de tu mujer sobre mi carne, quiero que seas tú quien la penetres, será mi carne la que apagara su fuego, pero nuestro orgasmo depende de ti, aplícate.

Rafa empujo el cuerpo de Lucía en busca de mi sexo, ella no se lo ponía fácil pero tampoco evitaba sus maniobras, mi falo no terminaba de encontrar la entrada a la gruta que aguardaba su visita, -Rafa, se un buen anfitrión y completa la maniobra-, una mano temblorosa acaricio mi pene, lo mantuvo firme y mi sexo emprendió un viaje al interior de Luci. Una vez acoplados, Rafa se encargo de marcar el ritmo, yo completamente estirado sobre el colchón dejaba que fuera él quien se encargara de todo. Mi sexo abandono un par de veces la cálida vagina que lo albergaba, Rafa en ambas ocasiones lo direcciono de nuevo a la fuente de placer.

Lucía cabalgo sobre mi guiada por Rafa, la excitación, los cambios de ritmo y ver al marido de María disfrutando con la escena, me llevaron al orgasmo, mi placer se unió al de Luci y ambos gozamos con lujuria, deposite mi semilla en el interior de la cálida gruta y me retire. Lucía se acostó sobre la cama y abrió sus piernas, sus dedos separaron sus labios ardientes y atrapada por el morbo y la excitación, llamo a Rafa, -ven cariño, apaga mi fuego con tu lengua-, él arqueo el cuerpo y succiono el excitado sexo sorbiendo todo lo que fluía de su interior, los jadeos de Lucía presagiaban un nuevo orgasmo, y así fue, su cuerpo se convulsiono mientras una lengua ávida de sexo recorría su encharcado arroyo.

La estampa era idílica, Luci completamente abierta de piernas con la mirada perdida mientras Rafa no liberara su sexo del masaje oral que estaba aplicando, este completamente excitado no cejaba en su empeño, y el pequeño tanga no soportaba la dureza de un sexo que pugnaba por abandonar la prisión que lo privaba de la libertad.

  • Basta, no quiero matarla de placer –aparte a Rafa del sexo de Lucía- ahora necesitare tu ayuda otra vez, me ha gustado tenerte de guía, -mi carcajada resonó entre las cuatro pareces-, Luci ponte de rodillas y aúpa ese culito, quiero enseñarle a nuestro invitado lo que tiene que hacer cuando le rompa el culo a su mujercita.

Lucía se puso de rodillas sobre la cama, yo me acerque a su rosado esfínter y escupí sobre él, -dale un masaje y lubrícalo bien para que pueda entrar en su interior-, Rafa acato mi mandato y empezó a jugar con su apretadito ano. Al principio solamente recorría el perímetro, pero se fue animando y un dedo desapareció en el interior de Lucía, -así continua, prepáramelo como me prepararas el de María-, una vez introdujo el segundo dedo, le pedí que se apartara y apunte mi sexo en dirección al estrecho conducto, -guíame a su interior-, Rafa acaricio mi endurecido pene y mientras yo empujaba, el se encargo de introducirlo en el angosto culito de una entregada Lucía.

  • Eres un buen ayudante, siéntate ahí y disfruta de la función, no intentes masturbarte o volverás a la ducha –mientras mis palabras golpeaban los oídos de Rafa, mi cadera golpeaba el trasero de Lucía en una carrera frenética por el placer-

Me corrí en el interior de Lucía, ella quedo acostada boca abajo sobre la cama, completamente extasiada y agotada, yo me derrumbe a su lado sudoroso y exhausto, tras unos minutos recuperándonos, apunte, -Rafa, prepáranos una copita bien fresquita y tráeme un cigarrito-, él desapareció para regresar con la botella y mi tabaco. Nos sirvió sendas copas y me entrego un cigarro, encendió el mechero y lo acerco para que pudiera prender las secas hebras que rellenaban el cilindro de papel, luego, permaneció a nuestro lado sin decir ni una palabra.

  • ¿Quieres correrte? –interrogue a bocajarro-
  • ¿Puedo? –respondió un sorprendido Rafa-
  • Claro, ves al servicio y mastúrbate, cuando termines nos preparas un baño y en cuanto esté listo, nos avisas.

Cinco minutos más tarde Rafa nos aviso que teníamos la bañera lista, nos levantamos de la cama y nos dispusimos a relajarnos disfrutando de un cálido y relajante baño espumoso. El agua estaba templada, la temperatura idónea para disfrutarla, una bruma espumosa la cubría por completo, Rafa continuaba en el servicio mientras Luci y yo nos adentrábamos en las cálidas y acogedoras aguas. Una vez instalados en el interior de la bañera, Rafa amago con abandonarnos.

  • ¿Dónde vas? –pregunte- acerca la banqueta y siéntate a nuestro lado, igual nos apetece tomar algo.

Unos segundos y aposento su cuerpo, todavía vistiendo el tanga de Lucía, frente a la bañera. Yo acariciaba el cuerpo de mi amiga, mientras le comentaba a Rafa todo lo que disfrutaría acostándome con su mujer, mejor dicho, le contaba todo lo que había disfrutado de su querida María, él permanecía en silencio, pero su cuerpo delataba su estado de excitación.

  • Mira Luci, se ha vuelto a empalmar, tendremos que bajarle esa calentura de alguna manera, ¿se te ocurre alguna cosa? –Lucía me miro y sonrió-
  • Ven, acércate a mi –el tono de la voz indicaba deseo en los labios de Lucía-

Rafa se aproximo a la bañera, nosotros continuábamos dentro del agua, encarados el uno al otro, Lucía le pidió que se pusiera a su altura, acerco sus manos al tanga que anteriormente cubría su sexo, y acaricio el excitado miembro del marido de su amiga. Con lentitud su boca busco el glande, sus labios acariciaron el amoratado falo, despacio inicio un movimiento en vaivén masturbando a Rafa con su boca. Su sexo invadiendo la garganta de Lucía, sus testículos atrapados en un tanga que aprisionaba su erección, la fantasía de ver a su esposa entregada a otro hombre, un cúmulo de circunstancias que consiguieron disparar la eyaculación de Rafa en pocos segundos. Luci no protesto, admitió el tibio manjar en su boca y lo paladeo antes de tragarlo.

  • Gracias, no me ha dado tiempo, perdóname –balbuceo Rafa a modo de disculpa-
  • No pasa nada –respondió Lucía-
  • Rafa, Luci y yo vamos a darnos una ducha, si quieres puedes esperar y ducharte tu después, o si lo prefieres, puedes vestirte e irte, aquí hemos terminado, ¿tu eliges?
  • Me visto y me voy.
  • Por cierto, una última pregunta, ¿te gusta la lencería de tu mujer? –pregunte-
  • Bueno, sí, me gusta comprarle alguna cosa y disfruto cuando se la pone –respondió-
  • Como he visto que te ha gustado el tanga de Luci, quiero que mañana por la mañana, cuando salgas de la ducha, busques en su cajón, busca el tanga que más te guste, ¿Cuál es tu color favorito?
  • El negro.
  • Buscas el tanga negro que más te guste, te lo pones y te vas a trabajar con él. Quiero que estés todo el día con su tanga puesto, y si no cumples con este encargo, me enterare, entonces como castigo no disfrutaras viendo como me follo a tu mujercita. Ahora puedes irte.

Rafa abandono el baño, podíamos escuchar como trasteaba por la habitación, unos minutos más tarde, el ruido de la puerta nos indico que estábamos solos. Permanecimos un instante disfrutando del agua espumosa y después nos dimos una buena ducha. Ya vestidos decidimos salir a cenar y terminar de perfilar nuestro plan.