UNVDC 8

María continua disfrutando...

Me acerque a María otra vez, acaricie su sexo y por primera vez en la noche, aparte su tanga a un lado y acaricie su vulva, estaba impregnada de jugo, acerque mi boca y lamí todo su sexo, con los labios empapados de ella me acerque a su boca, retire la mordaza, y compartí sus fluidos, saliva, sudor, sexo, mi mano acariciando sus otros labios, un coctel estupendo para los sentidos. No la lleve al orgasmo, pare, ajuste de nuevo la mordaza y me retire en pos de Lucía, ella me miraba suplicando que la desatara, tome la fusta y acaricié sus pezones con ella, un par de suaves toquecitos con el cuero y sin delatar mi movimiento le estampe un fustazo en la cara interna de su muslo, repetí en su pecho y termine con un tercero en su pantorrilla. Las lagrimas brotaron en sus ojos, pero no emitió sonido alguno, me acerque por detrás de ella y acaricie sus pechos con la fusta, ella esperaba un nuevo golpe pero lo único que sintió fueron sus manos libres, le quite el tanga de la boca y la bese con lujuria. Mediante gestos le pedí que sacara el regalo, ella sonrío abiertamente y sus ojos se abrieron como platos, en un segundo saco un arnés y empezó a ponérselo, unas correas sujetaban un buen falo de unos veinte centímetros de largo y cuatro de diámetro, una vez ajustado le confería un aspecto diabólico.

Desate las piernas de María, la despoje del tanga, su sexo emanaba olor a vicio, húmedo, viscoso y de un rojo intenso, recorrí la hendidura de sus labios con el dedo, pase mi piernas sobre su torso y ella se quedo debajo de mi, mi sexo quedaba sobre su ombligo. Le pedí que levantara el culo y lanzara sus piernas atrás, las atrape con mis brazos y todo el sexo de María quedo expuesto frente a Lucía. A mi señal Luci la penetro, todo el dildo desapareció en el interior de una desbocada María.

Lucía no se corto lo más mínimo, se acomodo frente al sexo de María, incluso le movió el cuerpo para ajustarla a su posición. Empezó a bombear con lentitud, para segundos más tarde iniciar una frenética carrera para arrancarle el orgasmo. Yo mantenía sus piernas abiertas y solamente escuchaba gemidos a mi espalda, los pechos de Lucia botaban a cada embestida que propinaban sus caderas, previne a Luci que abandonaba mi posición, ella se encargo de las piernas que anteriormente yo sujetaba, María respiraba con ansia y el temblor de su cuerpo anunciaba el inevitable momento de su clímax, en el instante que se corría le retire el antifaz, sus ojos tardaron un momento en recuperar la visibilidad, su boca emitía jadeos y balbuceaba algo ininteligible, una vez sus ojos se acostumbraron a la luz, los enfoco sobre quien estaba taladrando su sexo sin piedad, entonces la vio.

Lucía la miro y se retiro de su interior, desprendió el arnés de su cintura y se lanzo en hambrienta al sexo de su amiga, María lucho por cerrar sus piernas, pero yo me adelante a sus movimientos y permití que Luci saciara su sed de sexo, al principio escuchaba los quejidos amortiguados por la mordaza, pero duraron poco, una vez la hábil lengua de su torturadora encontró lo que buscaba, María se retorció de placer sobre la cama, sus piernas se abrieron solas y permanecieron abiertas sin necesidad de ninguna fuerza exterior.

Liberado de mi obligación, rodee la cama y penetre el suave sexo de Lucía, ahora quien jadeaba cada pocos segundos era mi presa, mi carne embestía buscando placer, mis manos aferraban su cadera y sus rodillas cedieron al empuje del orgasmo, se corrió mientras succionaba el sexo de María, la retire a un lado de la cama y penetre el lubricado y apetitoso manantial que segundo antes era devorado por Luci. Mi sexo exploto en el interior de María, me quede un instante dentro de ella y poco a poco desenvaine mi sexo.

Lucía recupero protagonismo y ataco sin tregua los hinchados pezones de María, ella gemía y pedía que la dejáramos descansar, no había lugar para el armisticio y acerque mi sexo a los labios de María, ella lo succiono y saboreo la mezcla de sus jugos con la esencia de mi falo. Luci se incorporo y en cuclillas acerco su húmedo manantial a los labios de nuestra ardiente prisionera, al principio María no acepto de buen grado el sonrosado y abierto sexo que pretendía saciar su ansia entre sus carnosos labios, un buen pellizco en el pezón y la colaboración fue instantánea, al minuto, la lengua de María asomaba furiosa buscando el hinchado clítoris de Lucía, mientras esta apartaba la jugosa fruta elevando sus rodillas. María suplicaba que la desatáramos, y a cada suplica, la entrepierna de Lucía acallaba sus protestas. Finalmente entre espasmos y gemidos, Luci se corrió sobre el rostro de María.

Sobre la cama se podían ver los restos de la batalla, cuerpos sudorosos y resplandecientes y caras desencajadas por el placer. Desate las cintas que unían los brazos de María a la cama, al sentirse libre abandono la cama, temí lo peor, su mirada no presagiaba un final feliz, se planto frente a nosotros y con los brazos en jarras escruto la habitación, lentamente camino en busca de la botella de cava, se sirvió una copa y termino con el contenido de la verde ampolla, vació la copa en un suspiro y por fin su voz inundo la estancia, -creo que alguien tendrá que ir en busca de mas cava, entre esa bola y vuestros fluidos tenia la boca seca, y para repetir los orgasmos que me habéis obsequiado, necesitaremos hidratarnos todos-, Luci y yo nos miramos y explotamos en una carcajada, entre tanta tensión nos dio por reír, María se unió a nosotros y regreso a la cama, beso a Lucía y luego me beso a mí, -muchas gracias, he disfrutado como una perra- dicho esto estallo de nuevo en una carcajada.

Como buen caballero me ofrecí para ir en busca de más cava, en el minibar disponíamos de agua y refrescos, así como alguna botellita de licor y un benjamín de cava, las deje a ellas saciando su sed y tras vestirme baje a recepción.

No fue demasiado complicado conseguir un par de botellas de cava y una cubitera, en cambio soportar la sonrisa de la dueña de la casa fue un poco mas embarazoso, tras disculparme por el alboroto añadí una suculenta propina por las molestias ocasionadas, ella asintió mientras comento con cierta ironía, -de momento no habido ninguna queja-, me dirigí de nuevo a la habitación con las dos botellas y una cubitera cargada de hielo.

Abrí la puerta y al cruzar el recibidor descubrí que las chicas estaban conociéndose más a fondo, sobre la cama ambas repasaban sus cuerpos con deleite, María se había quitado las muñequeras y lamia con fervor el sexo de Luci, esta agradeciéndole el placer recibido, succionaba el jugoso mangar que María ofrecía entre sus piernas. Me dedique a observarlas, dos cuerpos regalándose placer mutuamente, la belleza femenina al cuadrado, ambas buscando el límite de su oponente, y las dos con un mismo objetivo, llegar al deseado y placentero momento donde el cuerpo experimenta la explosión de todos los sentidos, un instante tan profundo y tan vivo que consigue convulsionar todos los músculos, un tris para disfrutar simplemente de un fin, el sexo.

Ambas rendidas sobre la cama agradecieron una fría copa de cava, mientras degustaban el refrescante liquido, atrape un par de cubitos de hielo y deslice cada uno refrescando sus cálidos cuerpos. Lucía permaneció acostada mientras María participo en el juego, me arrebato un pedazo de hielo y ascendió en busca de los pezones de su compañera de cama, mientras Lucía se estremecía al sentir el contacto del frío elemento en sus pechos, yo acariciaba sus muslos amenazando con enfriar su ardiente sexo. Varios icebergs surcaron el cuerpo de Lucía, algunos morían derretidos en el intento, otros en cambio, conseguían su objetivo y chocaban contra las zonas más sensibles y recónditas, María disfrutaba acercando a su amiga al borde del clímax para inmediatamente modificar el objetivo, alargando la tortura de nuestra víctima.

María se acerco a mi rostro y tras recorrer mis labios con su lengua, acerco los mismos a mi oído y musito, -átala-

Me sorprendió la iniciativa demostrada por María, pero la idea me pareció excitante, le pedí que distrajera a la excitada Lucía, ella sonrío mostrando una expresión lasciva y se lanzo entre sus piernas, lamió, succiono, mordió, busco sus muslos, regresos a su sexo, era una lección en busca del placer, digna de las mejores enciclopedias del sector.

Por mi parte le había enfundado las muñecas anudando estas a las cintas, ahora la inmovilizada era Luci, con un gesto se lo indique a María y esta dejo de babear el cuerpo ardiente de su amante, busco el arnés y se lo ciño a la cintura. Reptando como una serpiente en busca de su presa escalo la cama, poso sus labios en el ombligo de su presa y acerco su pelvis para insertarla con su nuevo miembro, Luci elevo sus piernas mientras degustaba mi carne entre sus labios, María la penetraba mientras yo accedía a su boca.

María desatada empujaba con lujuria disfrutando de su nueva condición, se sentía dominadora, en ocasiones pellizcaba los pezones de su presa para inmediatamente después retorcer sus pechos con obscenidad, su rostro desencajado mostraba un ademán de insatisfacción, sus ojos dejaban escapar un torrente de lágrimas, dejo libre a una desconcertada Lucía y rompió a llorar.

  • ¿Qué te pasa, tú me has pedido que la atara? –pregunte enfadado-
  • Necesito estar donde esta ella, le estoy haciendo lo que yo deseo, quiero sentirme deseada y dominada –sus palabras entrecortadas por el llanto nos dejaron de piedra-

Desate a Lucía y ambos nos acercamos a María, la despojamos del arnés y la tumbamos en la cama, tome la fusta y acaricie su espalda mientras Luci le prestaba sus pechos para desahogarse. Descorche la segunda botella de cava y nos relajamos disfrutando de una copa, María mas tranquila se tendió sobre la cama y dejo que Lucía jugueteara con su sexo, acaricie sus pechos rozándolos con el cuero de la fusta, sus pezones recibieron un par de azotes y su cuerpo respondió ofreciéndole a Luci néctar de lujuria.

Deje a Lucía degustando el sexo de una entregada María y busque el juguete con forma de "y" griega, me acerque de nuevo a la cama y mientras una saciaba su sed en el arroyo que se había formado entre las piernas de la otra, deslice la primera tira de bolas en el interior del sexo húmedo y lubricado de María, Luci atrapo el juguete y sin mucho esfuerzo insertó la segunda tira en el culito de una desatada María. Solamente quedaba un extremo libre y tenia dueña, Luci abrió sus piernas y acerco su sexo devorando las bolas una a una, entre el sexo de ambas mujeres solamente se interponía la bola de mas diámetro, ambas entrelazaron las piernas intentando intensificar la penetración.

Atrape la base del juguete y tire en diferentes direcciones, María se retorcía buscando evitar que las cuentas salieran de su interior, mientras gozaba con las maniobras de su entregada compañera de juegos, me acerque al oído de Lucía y le pedí que se pusiera de nuevo el arnés.

A la vez que Luci transformaba su sexo, conseguí arrodillar a María sobre la cama, ahora las pequeñas y placenteras cuentas entraban y salían de su cuerpo sin ningún esfuerzo. Libere su sexo de las perlas que lo asediaban y continúe jugando con su abertura trasera, Luci a mi lado esperaba su turno, le indique que se tumbara en la cama, María al ver a su amiga con el fálico elemento entre las piernas se ensarto cabalgando como una hermosa amazona. La tira de bolas abandono su estrecho esfínter al no soportar el trote que estaba recibiendo, al verlo me situé detrás de ella y me dispuse a penetrarla, al principio la doble penetración fue complicada, no conseguíamos acoplarnos los tres al unísono, al fin tras varias intentonas conseguimos nuestro objetivo. La doble penetración arranco gemidos, sudores y orgasmos, latigazos de placer surcaron nuestros cuerpos en busca del clímax, al fin caímos rendidos sobre la cama, nuestros cuerpos suplicaban una tregua, libere a Lucía del arnés y nos tendimos en busca de un placentero descanso.

Desperté abrazando un cuerpo desnudo a mi lado, me levante en busca del lavabo y tras descubrir que fuera lucia un día precioso, me di una ducha. María y Lucía continuaban durmiendo, envuelto en la toalla no podía dejar de admirar la hermosura de la estampa, ambas con el traje de Eva, descansando plácidamente acurrucadas una frente a la otra. Consulte el reloj, eran casi las once y media, volví al baño y prepare la bañera, la llene con agua templada y un frasco de sales, volví al dormitorio y desperté a las perezosas ninfas que abrazadas a Morfeo no querían abandonar su placida morada. Refunfuñando Lucía abandono la cama en busca del aseo, María protesto un poco más, pero un par de caricias y algunos besos consiguieron que su cuerpo la transportara al lavabo.

Las chicas sonrieron al ver preparada la bañera, Luci terminaba de abandonar el inodoro y mientras comprobaba la temperatura del agua, María ocupo su lugar, completamente desinhibida orino sin ningún pudor y se dirigió a compartir la tibieza del agua con Lucía. Ambas disfrutaron del baño, se relajaron compartiendo la calidez del agua aromatizada con el aceite, tontearon un par de veces con algún piquito, pero la cosa no fue a mayores, las deje solas y baje a tomar un café y leer la prensa del día.

Una hora después, aparecieron ellas, tenían un brillo especial en su mirada, estaban preciosas, las dos con vaqueros y camiseta. Decidimos dar un paseo en busca de la hora de comer, caminamos por los alrededores disfrutando del verde y acompañados por el sol. Estuvimos un par de horas recorriendo la zona cercana a la casa, reímos, bromeamos e incluso disfrutamos de silencios gratificantes.

Regresamos a comer y recoger nuestras cosas, volvíamos esa misma tarde a nuestras vidas cotidianas. Comimos bastante ligero, nos esperaban algunas horas al volante y no era plan de salir con el estomago lleno. Ensaladas y algo de fiambre saciaron el vacío que oprimía nuestros estómagos, un par de cervezas y dos cafés más tarde, recogimos la habitación y tras pagar la misma emprendimos el regreso a la gran ciudad.

Decidimos que María y Luci viajarían en el mismo coche, yo regresaría solo a casa. Antes de salir me acerque a María y la bese en los labios, -ha sido una bonita experiencia disfrutar de ti durante todo el fin de semana-, ella sonrió al escuchar mis palabras y añadió, -envíame un sms en cuanto regreses a casa-, asentí y volví a besar sus tiernos labios, la bocina del coche de Lucía nos sobresalto y terminamos despidiéndonos con una carcajada dibujada en el rostro.

Llegue a casa, el trayecto había discurrido sin ningún contratiempo, un par de paradas para tomar café y visitar el lavabo amen de llenar el depósito, y algo de atasco a pocos kilómetros del hogar. Me serví una copa y en lugar de enviarle un sms a María, llame a Luci.

  • Hola encanto, ¿Qué tal el viaje de vuelta? –pregunte-
  • Hola, genial, María ha estado encantadora todo el camino –respondió-
  • Solamente quería saber si habías llegado bien a casa, me voy a la cama que mañana tengo que madrugar, ¿te recojo a las dos para comer?
  • Por mi encantada, ¿le comento algo a María?
  • No, quiero hablar contigo primero, inventa alguna excusa y no le comentes nada.
  • Perfecto, ¿Dónde nos vemos? –añadió divertida-
  • En el restaurante que hay en la esquina de mi oficina, donde preparan esa lasaña tan buena.
  • Genial, hace tiempo que no voy por ahí.
  • Hasta mañana entonces.
  • Y... ¿no quieres saber nada más? –añadió Lucía con voz morbosa-
  • Sabes que sí, pero ahora estoy muy cansado y mañana por la mañana tengo que madrugar, me he reservado toda la tarde para ti, deberías hacer lo mismo –no le di derecho a réplica, colgué el teléfono y tras apagarlo y vaciar el contenido de mi copa, me metí en la cama-

El despertador me dio los buenos días, me prepare para una mañana estresante y abandone la calidez de mi morada. Desayune un cortado y un croissant en la cafetería de costumbre, mientras paladeaba el dulce ágape, encendí el móvil, al instante este me indico que tenía varios mensajes sin leer, abrí el buzón y encontré cinco mensajes de María, sabía que todos eran de texto, ya que no tengo buzón de voz. Pedí un segundo cortado y me dedique a leerlos.

Abandone el local y encamine mis pasos en busca de mi oficina, la mañana transcurrió tal y como había imaginado, se acercaba el tiempo de las declaraciones trimestrales y todo eran llamadas y papeles, realmente estresante. Sobre la una tenia organizado prácticamente todo el trabajo, faltaban algunos flecos pero podríamos decir que estaba todo controlado. La siguiente hora la dedique a los temas pendientes y conseguí cerrar definitivamente algunos, sobre las dos menos diez di por concluida mi jornada laboral y me acerque al restaurante donde había quedado con Luci.

Espere fumando un cigarrillo la llegada de mi acompañante, a los cinco minutos apareció Luci, vestía una falda marrón oscuro combinada con un suéter en crudo y unas botas altas, se acerco hasta mi y dejo un pico en mis labios, sonrió divertida y entramos a comer.

Un local sencillo y acogedor nos recibió, un entorno donde puedes hablar tranquilamente sin gritarle a tu interlocutor, lo conocía ya que había comido varias veces al quedar cerca de mi oficina. Nos sentamos en un rincón, al instante teníamos el servicio de pan y la carta sobre la mesa. Ambos adorábamos la lasaña que ofrecía el local, un plato sencillamente bárbaro, el punto justo de carne, una bechamel con textura, color y sabor perfectos y sobre todo una pasta casera de las que cada vez quedan menos, si añadimos queso en su justa medida y un horneado de diez, obtenemos simplemente la perfección.

Pedimos unos entrantes acompañados de un gran vino y dos lasañas de segundo, tras quedarnos en la intimidad de la mesa, Lucía fue la primera en romper el silencio, -tienes histeria a María, dice que te ha llamado no sé cuantas veces, te ha enviado varios sms y no le has dicho ni pío-

  • He recibido sus mensajes y supongo que sus llamadas, anoche apagué el móvil después de hablar contigo y hasta esta mañana no lo he vuelto a encender, en cuanto tenga un momento la llamare –conteste secamente- y ahora, cuéntame que paso cuando os deje solas en la bañera –añadí-
  • Si quieres pasar de María, por mi perfecto, pero no me metas en medio –su tono se elevo demasiado, para luego más moderada continuar- es una buena chica.
  • Me parece perfecto, pero no te he preguntado eso
  • Vale, te cuento, cuando tú te fuiste, María y yo estábamos ya dentro de la bañera, habíamos tonteado un poquito, unos piquitos, un par de pellizcos, cosas de esas, pero al cerrarse la puerta, su lengua entro como una exhalación en mi boca, parecía desbocada, como si buscara mi aliento, yo le respondí acariciando sus pechos y pellizcando sus pezones, pero ella quería mas, me pedía que la follara que disfrutara de su cuerpo –la llegada del camarero con el antipasti y las setas con foie interrumpieron el relato-

Mientras nos servían el vino aproveche para mostrarle los sms de María a Luci, realmente eran dos llamadas sin respuesta y tres mensajes de texto, el primero simplemente decía; hace tiempo que hemos llegado a casa, donde estas?, quiero saber que está bien, te deseo, María , el segundo y el tercero eran las llamadas, el cuarto texto mostraba lo siguiente, mi cuerpo añora tus caricias, necesito sentirme tuya, quiero ser dominada, te necesito, llámame estaré esperando , y para rematar, la casa se me cae encima, te quiero y necesito que me ames, esperare toda la noche por ti, te quiero, María , -no quiero hacerla daño, por eso no le he contestado, pero tranquila, hablare con ella y le aclarare las cosas-

Lucía sonrió y saboreo el oloroso caldo que reposaba en la copa, lentamente poso de nuevo el cristal sobre el inmaculado mantel blanco que cubría la mesa y mirándome a los ojos agrego, -me parece genial, se que continuas enamorado de tu ex, recuerda que soy amiga de tu hermana, pero por favor, no le hagas daño a María, es mi amiga y no te lo perdonaría-

  • No pienso lastimarla, es más, pienso involucrarla más en este juego, esto era una fantasía de su marido, ¿verdad? –sonreí mirando a Luci a los ojos-
  • No serás capaz, dime que estas bromeando –respondió pálida como el mantel-
  • Sabes que no me gusta bromear en estos asuntos, ella quería cumplir la fantasía de su marido, ahora la cumplirá, ¿lo conoces? –pregunte-
  • Lo he visto un par de veces, no me gusta la sonrisa que estas poniendo, le harás mucho daño a María si metes a su marido en esto.
  • Sobre su marido hablaremos en otro momento, ahora continua contándome lo de la bañera, te habías quedado cuando te pedía que la follaras –sonreí de nuevo-
  • Eres un cabrón y lo sabes, pero bueno, continuo, ella me pedía que la follara, yo estaba alucinada, no entendía como después de la noche que había tenido, no disfrutaba del agua y en cambio pedía mas y mas, le metí un par de dedos y acaricie su clítoris, ella se tranquilizo un poco pero al instante salió disparada de la bañera y regreso con un consolador doble –en ese momento lo entendí todo, al recoger la habitación encontré este juguete en el baño, y no recordaba haberlo usado en el- me pedio que se lo metiera, y la complací –Luci sonrió mostrándome su lengua-

En ese momento llego la ansiada lasaña, decidimos darnos una tregua y disfrutar del alimento que humeaba frente a nuestros ojos. Magnifica, en su punto, ambos paladeamos el plato rebañando incluso los bordes, al retirarlos, pedimos tiramisú de postre y un par de cortados con la leche fría. Tras el postre y la dosis de cafeína, Luci reanudo la historia.

  • María parecía poseída, yo hundía el vibrador en su interior y ella gemía y cabeceaba buscando ensartarse más profundamente. Me puso tan cachonda que le enchufe el juguete por sus dos agujeritos, ahora sí que disfrutaba, estaba fuera de sí, recuerdo que repetía, me gusta pero prefiero la carne, ese calor y esa dureza especial, necesito sentir su carne otra vez , yo continuaba metiéndole el consolador lo más hondo que podía, al fin estallo en un orgasmo dejándome a mí con la miel en los labios.
  • Ocurrió algo más, ¿verdad? –añadí interrogando a una sofocada Lucía-
  • Si, le devore el coñito, nunca había probado un manjar tan delicioso, estaba empapada, el olor que desprendía el agua, la temperatura, creo que eso nos puso más calientes, y su sabor, ese sabor a hembra en celo que no puedes dejar de sorber, solamente pensándolo me estoy mojando –el color se incremento en las ya de por si coloradas mejillas de Luci- María se corrió otra vez en mi boca al tiempo que yo tenía un orgasmo, decidimos ducharnos y tras meternos en el plato de ducha, la muy guarra se lanzo a comerme toda, se arrodillo delante de mí y me estremeció con su lengua, ningún tío me ha dado tanto placer.
  • Y luego, cuenta...
  • Luego mas tranquilitas salimos de la ducha y nos vestimos, mientras cubríamos nuestros cuerpos, me confesó que en el baño mientras hacía pipi, sentía que necesitaba tu carne dentro de ella, pero no se lanzo a quitarte la toalla para que no pensaras que era una ninfómana, y realmente fue una suerte, disfrute de ella para mi solita –Luci estallo en una carcajada-
  • Pago la cuenta y tomamos la ultima en mi casa –pregunte-
  • Tú también te has puesto malito, te han excitado las golferías de María.
  • Igual que a ti –añadí-

Salimos disparados en busca de mi casa, mientras conducía Lucía intentaba liberar mi sexo del pantalón, la tranquilice visitando su empapada ropa interior y conseguimos llegar a mi casa sin que nos detuvieran por escándalo público.

La tumbe en la cama y me lance en busca de su sexo, subí su falda y le quite el tanga, ella se quito la camisa y sobre el sujetador presiono sus pechos, -hazme gozar- su voz y el aroma de su cuerpo obligaron a mi lengua a recitar sus mejores virtudes. Ascendí entre sus aberturas y rodee su clítoris, mi boca no podía dejar de tragar sus ácidos caldos, sus manos desabrocharon la falda y atraparon mi cabeza, Lucía presionaba fuerte evitando que dejara de sorber su sexo, sus movimientos me situaban donde ella quería, y yo continuaba lamiendo y succionando cada pliegue de su encharcada vagina, una disminución en la presión me aviso del inminente orgasmo, entre jadeos, se corrió en mi cara.

Me tendí a su lado y ella comento, -no ha estado nada mal-, me miro y empezó a recorrer mi cuerpo con su lengua, me besaba, chupaba, lamia y mordía, poco a poco encontró al fin mi sexo, duro, excitado, deseando que lo besaran. Su boca lo atrapo, sus labios se deslizaron sobre la piel de mi sexo y empezaron un movimiento en vaivén, despacio, añadiendo saliva, liberándolo para que sintiera su soplido sobre él, volviéndoselo a introducir en la boca, fue una clase magistral en busca de todas las terminaciones nerviosas de mis genitales, solamente utilizo la boca consiguiendo así que disfrutara de la mejor felación de mi vida, tras un suspiro eyacule en su boca y ella lo dejo resbalar por la comisura de sus labios.

Acostados continuamos acariciándonos, compartiendo el momento de excitación que habíamos vivido en el restaurante, dejando que el deseo apagara las luces del sentido y arremetiendo buscando gozar el momento. Lamí sus pechos y la penetre despacio, dejando que su cuerpo se acoplara a mí, sintiendo como me deslizaba esperando el choche de nuestros cuerpos, una vez dentro de ella me moví despacio deseando que no acabara nunca el instante que estábamos viviendo. Minuto a minuto el ritmo aumento, las penetraciones fueron más rápidas, los gemidos subieron una octava y la melodía del orgasmo inundo el auditorio, agotados nos dormimos sobre el maltratado colchón.

Desperté y Luci continuaba tendida a mi lado, acaricie su cuerpo desnudo y me senté en la cama, sobre la mesilla de noche mi paquete de cigarrillos me esperaba impaciente, mientras encendía un cigarro sentí la mano de Lucía acariciando mi espalda, -buenos días dormilona-, -por un momento creí que era de día otra vez, ¿en qué piensas?-

  • Estoy pensando en María, -respondí-, bueno, no realmente en ella, estoy tratando de imaginar cómo introducir al marido en esto.
  • Veo que sigues con la locura esa en tu cabeza, te aseguro que a María no le gustara nada de nada.
  • No me importe que le guste, es su fantasía, y tu, me ayudaras a convertirla en realidad.
  • Siempre que María no sepa nada y que me premies con tardes como esta, tienes todo mi apoyo –respondió Lucía arañándome suavemente la espalda-

La cama se convirtió de nuevo en un ring de boxeo y disputamos un nuevo asalto, una vez más relajados le expuse a Luci todo mi plan, ella asintió y tras darse una ducha se despidió de mí con una sonrisa en los labios.

Al llegar a la oficina tenía un correo de Lucía, me facilitaba todos los datos que le había pedido sobre el marido de María, Rafa. Disponía de su móvil, su correo electrónico personal y profesional e incluso me adjuntaba el teléfono de su oficina. Continué con mi plan y redacte un correo para Rafa.

Hola Rafa,

Soy una compañera de trabajo de tu mujer, me gustaría ayudarte a realizar esa fantasía que tanto anhelas, ¿te apetece probar?

Lucia