UNVDC 10 FINAL

toda historia tiene un final...

Elegimos un bar de tapeo, unos pinchos de tortilla, un poquito de calamar, unos taquitos de jamón con queso, y como no, un buen rioja. La charla fue muy distendida y animada, Luci no paraba de sugerir ideas para mi próximo encuentro con María. Comentamos la tarde en el hotel y disfrutamos recordando los momentos vividos, -Me ha encantado cuando se ha corrido en tu boca-, Lucía asintió y añadió, -realmente yo lo deseaba, incluso si me lo hubieras permitido, me habría acostado con él, jajaja- su risa me contagió y disfrutamos de una muy agradable velada. Abandonamos el bar y nos tomamos la última copa en un pub tranquilo, mientras el alcohol terminaba de embotar nuestras cabezas, le recordé a Luci su misión.

  • Sobre las diez, te plantas en su oficina, lo saludas y te tomas un café con él, tienes que conseguir verlo con el tanga puesto, luego te despides y me llamas para contármelo.
  • ¿Quieres que lo caliente un poco? –realmente el alcohol desinhibía-
  • Eso lo dejo para tu elección, recuérdale que vista a María para mí, sabes a lo que me refiero.
  • Déjalo en mis manos, le he contado a María que después de cenar saldremos a bailar para olvidarnos de ti.
  • Genial, y ahora a casa a descansar, mañana trabajamos.
  • ¿A dormir?, tan pronto –mientras decía esto sus manos acariciaban mi entrepierna-
  • ¿Te quedas en casa?
  • Siempre me toca madrugar a mí para ir a cambiarme, vente tú a la mía.
  • Hoy te lo has ganado, madrugare yo.

Salimos del pub y tras parar un taxi, aterrizamos en casa de Lucía, durante el trayecto no dejamos de meternos mano, subimos a su piso y tras un escarceo en el ascensor, nos entregamos al fuego de la pasión. A las siete mi móvil me despertó, tenía que volver a mi casa y cambiarme de ropa. Abandone a mi cómplice envuelta todavía en los brazos de Morfeo y partí en busca de mi hogar.

Una vez duchado y con ropa limpia, empecé mi jornada laboral, un extraño nerviosismo me acompaño durante toda la mañana, sobre todo a partir de las diez. Cuando las varillas del reloj marcaron las once mi inquietud se incremento. Desde ese momento creo que dirigí mis ojos a la esfera que adornaba mi muñeca en infinidad de ocasiones, el tiempo, ese fiel y sabio consejero, transcurría lentamente mientras mi cabeza no dejaba de crearme diferentes finales para la visita que Lucía tenía que realizar.

A las doce menos cuarto, sonó mi teléfono, impaciente lo atrape entre mis dedos y lo dirigí a mi oído, una alegre voz femenina me indico que el juego continuaba. Mi querida Luci me propuso pasar por mi oficina y ponerme al día, acepte de inmediato y me dispuse a esperarla.

Veinte minutos y por fin llego. Espectacular como siempre y sonriendo como una colégiala, se acerco a mi mesa, me obsequio con dos besos muy cerca de mis labios y empezó a relatarme su encuentro con Rafa.

  • Ha sido alucinante –el rubor de sus mejillas aumento-, entrar ahí, diez personas más o menos, cuatro chicos y seis chicas. Una oficina elegante y confortable, y de repente nuestro amigo Rafa sentado en una mesa y vestido de traje.
  • Continua, lo estás haciendo muy bien.
  • Me acerco despacio a su mesa, él levanta la vista y me ve, su rostro enrojece pero no pierde la compostura. Se levanta y me saluda con dos besos, creí que se asustaría al verme en su trabajo, pero que va, el tío muy natural, me ofrece un café, y me acompaña a una salita muy cuca –Lucía gesticulaba y respiraba agitadamente-
  • Que mas, ¿te invito a café? –pregunte mientras encendía un cigarrillo-
  • Claro, tienen una maquina de esas profesionales, una mesa con una sillas a conjunto y una pequeña zona de cocina, realmente lo tienen bien montado, voy a proponerle a mi jefe una zona de esas.
  • Luci que te vas por las ramas, que más pasó.
  • Preparo los cafés, me invito a sentarme y me sirvió un delicioso café. Buenísimo, con crema, con cuerpo, y un aroma... bueno continuo, lo mire y le pregunte si continuaba en el juego, Rafa no respondió, se subió la camisa y me enseño una tira de encaje que rodeaba su cintura, llevaba el tanga puesto.
  • ¿Averiguar todo eso te ha costado casi dos horas? –pregunte incrédulo-
  • Que va, eso fue al principio, me había levantado con la esperanza de que estuvieras en mi cama y así podernos duchar juntos, pero tú no estabas, mi cuerpo quería guerra y bueno, la idea de ir a ver si un hombre se ha puesto el tanga de su mujer me excito, y verlo ahí tan elegante y con ropa interior femenina, pasó.
  • ¿Te lo tiraste?
  • Mas o menos –respondió divertida-
  • Que paso, me tienes en ascuas.
  • Recorrí el encaje con mis dedos, su sexo reacciono y deformo la línea de su pantalón, no pude evitarlo y abrí la cremallera, luego solté el botón y me lance a devorar su falo –Luci se estremeció al sentir mi mano en su muslo-, Rafa se puso nervioso y me pidió que lo acompañara al fondo de la habitación, abrió una puerta y entramos en el cuarto de la limpieza –cuando roce su pecho sobre su fina blusa, se estremeció de nuevo- era pequeño pero cabíamos los dos, me puso contra la pared y sentí su pene acariciando mi trasero, -un gemido se le escapo al pellizcar su pezón-, sus manos desabrocharon el botón de mi pantalón y sentí el tanga de María sobre mis desnudas nalgas, estaba ardiendo y solamente deseaba que me follara.
  • ¿Quieres que te folle mientras me lo cuentas? -pregunte excitado-
  • Lo estoy deseando desde que he entrado –cerré la puerta y me acerque a ella, le quite los pantalones y mientras le acariciaba el pubis sobre su tanga, le pedí que continuara-
  • Rafa empujaba su cuerpo contra mí, sus manos estrujaban mis pechos sobre la blusa, le pedí que me la metiera –en ese instante un dedito juguetón invadió su húmedo sexo, un gemidito escapo de sus labios- me bajo el tanga y me acaricio, estaba muy mojada y aprovecho para lubricar mi culito, -un liguero pellizco en el clítoris y un nuevo gemido broto de su cuerpo-, me metió un dedo en el culo y me volví loca, quería sentir algo mas, entonces note su sexo profanando mi esfínter, me lleno y empezó a empujar, sentía su rabia en cada embestida, no hablaba, solamente disfrutaba de mi cuerpo, apretando mis pechos y penetrando mi trasero.
  • Nuestro amigo disfruto de tu culito, entiéndelo, María no le deja.
  • Fue brutal pero placentero, se corrió dentro de mí, -mi sexo penetro en el interior de Lucía-, pude notar su semen inundando mis intestinos, se quedo unos instantes dentro de mí y finalmente me subió el tanga y se fue.
  • ¿Te dejo dentro del cuarto de limpieza?
  • No, me espero fuera, nos tomamos el café y se despidió de mí, me quede de piedra, ohhhhhh, no pares ahora.

Continúe penetrando a Lucía, pensar en Rafa disfrutando del culito de Lucía me había excitado sobre manera, ella alcanzo un orgasmo y aproveche para derramar todo mi néctar en el interior de su boca, Luci lo trago y nos fundimos en un excitante y placentero beso.

Nos recuperamos unos minutos y volvimos a estar vestidos, disfrutaba con Lucía de estas sesiones de sexo inesperadas, ella sonreía al ver mi cara de satisfacción. –Bueno, y después de jugar con tu culito, ¿le diste mi nota?-, -claro- respondió ella, para inmediatamente después añadir, -te espera el sábado a las ocho en su casa-

Salimos de mi oficina e invite a comer a Lucía, -te has ganado disfrutar de un buen ágape, comemos y me terminas de contar tu aventura-, -después de tanto ejercicio, me ha entrado hambre- respondió sonriente. Tras un par de vueltas y varios intentos frustrados, conseguimos aparcar. Comimos despacio, saboreando los sutiles aromas que enmascaraban los platos sin robarles su esencia, paladeamos cada marinaje como si fuera el último, buscamos coincidencias en sabores y texturas. Luci aprovecho para describirme el piso de María, me contó que era espacioso, con tres habitaciones, dos baños, uno anexo al dormitorio y otro al lado de la cocina, ambos estaban completamente equipados, aunque el baño principal disponía de bañera y el otro de un plato de ducha, cocina con galería, y el recibidor que desembocaba en el salón comedor. Disfrutamos de una gran comida esperando saborear el plato fuerte, María compartiendo cama con su marido y conmigo.

Llego el gran día, amaneció un sábado nublado y fresquito, me duche tranquilamente y desayune sin prisas degustando la prensa en la pantalla de mi portátil. Me vestí y abandone la calidez de mi hogar en busca de un par de presentes para obsequiar a mis anfitriones. El día mejoro conforme avanzaba, el sol calentaba lo justo y la temperatura ascendió. Llegue a la vinoteca y pedí dos botellas de un excelente rioja, un vino pausado y cargado de matices, digno de la mejor velada.

De vuelta a casa y tras una comida sencilla, una buena siesta, dormí placenteramente descansando en pos de la batalla. Sobre la seis decidí que debía empezar a prepararme, un buen afeitado, una ducha reparadora y un toque elegante dentro de un vestuario informal. Una vez acicalado me dispuse a partir en busca de una noche de placer, antes de abandonar mi morada prepare una bolsa con unos presentes para María, la fusta que tan bien conocía, las bolas chinas y mi última adquisición, un huevo vibrador masajeador que compre por internet exclusivamente para ella; no mide más de diez centímetros, por unos cuatro de diámetro, pero lo que lo convierte en un juguete especial es la posibilidad de congelar su interior y aplicar su efecto frío en el interior de la fuente de calor, ideal para enfriar y calentar hasta límites insospechados a una desatada María.

Una vez en el coche llame a Lucía, -Luci soy yo, llama a Rafa y dile que voy de camino, quiero que prepare a María para mi, ya sabes lo que quiero-, colgué el móvil y me dispuse a conducir durante media hora, no quería ser puntal y Rafa necesitaba tiempo para cumplir mis instrucciones. En lugar de veinte fueron cuarenta y cinco, a las nueve menos cuarto llame al timbre, Rafa no me hizo esperar, el portero automático abrió la puerta y tome el ascensor sin encender la luz, pulse el sexto en lugar del séptimo, y subí el último piso a pie, tras enviar el ascensor vacío. Cuando salieron a recibir a su invitada, el ascensor no se abrió, María fue en su busca y al abrir la puerta comento, -no hay nadie-, -te equivocas, estoy aquí-, en la penumbra María reconoció mi voz, Rafa encendió la luz y el semblante de su mujer se torno blanco como el mármol.

El silencio se apodero del rellano, los tres nos miramos simultáneamente, Rafa estuvo ágil y dirigiéndose a María espeto, -Cariño, hay que tratar bien a los invitados, no lo has saludado-, ella clavo sus ojos en los míos y se acerco lentamente, sus labios rozaron mis mejillas y susurro, -¿Qué haces aquí?-, sin responderle me acerque a Rafa y estreche su mano, -pasa, pasa, no te quedes en el rellano, ¿te apetece una copa?-, -encantado- respondí siguiéndole al interior de su hogar. María permaneció unos segundos frente al ascensor y finalmente entro detrás de nosotros. Rafa cerró la puerta y me ofreció una copa de cava fresquito.

María permaneció en silencio mientras su marido me servía el cava, su mirada se fijo en Rafa, durante unos instantes creí que estallaría, pero en cambio, lentamente se acerco a su marido y con voz clara y serena le pregunto; -tu sabias esto, ¿verdad?-

  • No te entiendo María, -respondió él-
  • Sabias que no vendría Lucía, lo esperabas a él, por eso has insistido tanto para que me pusiera ese conjunto de lencería que me has regalado, por eso me pediste ayer que fuera a la peluquería, sabias que no sería una cena de parejas, lo sabías todo, ¿verdad? –Rafa permaneció en silencio-

Me acerque a María, estire mi mano y empecé a juguetear con mi dedo dentro de su boca, ella me miraba, su boca permanecía cerrada pero no me rechazaba, finalmente entreabrió sus labios y mi dedo se deslizo sobre sus dientes, el blanco de los mismos destacaba enfrentado al rojo de sus labios; un instante después su boca cedió y sentí el calor de su lengua sobre mi piel. Introduje lentamente mi falange en el interior de su boca, Rafa nos miraba desde su posición y permanecía en silencio. Al primer dedo le siguió un segundo, María lamia con deseo mientras posaba sus ojos en su marido, la suerte estaba echada y, por suerte para nosotros, apostábamos a caballo ganador.

  • Creo que me habéis preparado una cena excelente, que os parece si la degustamos, Rafa te importaría abrir una de las botellas que he traído y servirnos una copa, el cava lo dejaremos para la cama.

Rafa desapareció con las botellas y lo escuchamos trastear en la cocina, mientras admire la elegancia de María. Llevaba puesto un traje negro, ajustado a su cuerpo, con un palabra de honor imponente, y si Rafa había cumplido las instrucciones de Lucía, bajo el hermoso vestido, un conjunto elegido por mí, cubría los encantos de María. Bese su mejilla y me recree en su belleza, -esta noche estas preciosa-, no pude evitar estas palabras, acaricie su nuca y la atrape en un cálido y sensual beso, la noche terminaba de empezar.

Ella recibió mi lengua con ternura, beso mis labios y sus manos se detuvieron sobre mis riñones, me abrazo despacio, saboreando cada minuto, disfrutando del instante, entregándose a mí. Mientras mi mano descendía en pos de su cintura, eleve los ojos y descubrí a Rafa observándonos, le pedí que se acercara y separándome de su mujer lo inste a que la besara. Se fundieron en un abrazo que presagiaba la lujuria, juntaron sus labios y sorbieron sus bocas, me retire unos pasos y los observe. Durante unos segundos envidie sus sentimientos, sus movimientos, la frenética danza que habían comenzado, ella suspiro y me miro, lentamente deshizo el abrazo, se volvió y pregunto, -¿cenamos?

Pasamos al comedor y descubrí una mesa para cuatro, Rafa había mantenido el engaño durante todo el tiempo, mientras saboreaba junto al marido de María una excelente copa de vino, ella sirvió unos excelentes entrantes sobre el blanco e impoluto mantel que cubría el improvisado bufete. En una de sus visitas a la cocina Rafa me comento;

  • Estoy bastante nervioso y muy excitado, ¿crees que todo saldrá bien? –pregunto-
  • Tranquilo, hoy cumplirás tu fantasía y disfrutaras de una gran velada –respondí saboreando el último trago de mi copa-

Realmente Luci demostró ser un gran cómplice, durante la planificación de esta cena le comente la exquisitez de una casa de catering, y sobre la mesa descansaban mis entrantes preferidos, un excelente fua fresco con azúcar moreno caramelizado, unas setas salteadas y cubiertas de alioli gratinado además de unos bocaditos con salmón y jengibre. Mi boca salivaba en pos del festín, anote mentalmente gratificar a mi cómplice, realmente lo merecía.

Nos sentamos a la mesa y empezamos a picar acompañados por el rioja y amenizados con una buena conversación, tanto Rafa como María discutían abiertamente cualquier tema que se planteara, unos buenos anfitriones, nunca mejor dicho.

Aproveche una visita a la cocina para introducir en el congelador una pieza del masajeador, concretamente el frontal del mismo, una parte rellena de agua que al congelarse producía el efecto frío. Fisgonee unos segundos por la cocina y pude apreciar el segundo plato, un mero al horno con almejas, María no terminaba de sorprenderme, gran elección.

Regrese a la mesa con la última bandeja de aperitivos. María saboreaba el vino mientras Rafa le explicaba las virtudes del mismo, aproveche para situarme detrás de ella y acaricie sus pechos sobre la tela del vestido, mis manos presionaron durante unos segundos sus preciosos senos y termine mi maldad susurrándole al oído, -recuerdas el plug que te regale, tráelo y le pediremos a Rafa que te lo ponga-, ella enrojeció y se levanto, momento en el que aproveche para darle un par de palmadas en su apetecible trasero.

Mientras Rafa y yo terminábamos con la primera botella de vino, llego María, entre sus manos una forma rosada llamo la atención de su marido, yo sabía de lo que se trataba y sonreí. Ella se acerco a la mesa, me miro y al ver como estiraba mi mano con la palma mirando al techo, enrojeció, permaneció en silencio unos segundos y tras titubear, me entrego el plug. Rafa sonrío nervioso al ver la fálica forma sobre mi mano, lo sostuve frente a mis ojos y mirando al excitado marido a los ojos le pregunte, -te gustaría hacer los honores-, Rafa se lamió los labios con lujuria y respondió, -si me lo permites-

Le pedí a María que se apoyara sus manos sobre la mesa y arqueara su cuerpo, le levante el vestido y comprobé que lucía el conjunto que elegí para ella, un tanga negro con trasparencias en su parte frontal y un pequeño hilo que se alojaba entre sus glúteos, sus piernas enfundadas en dos medias antideslizantes, el dibujo de las mismas formaba una elegante filigrana y estaban coronadas por dos tiras de silicona estampadas con el mismo motivo. Deslice el tanga y lo deje descansando a la altura de sus rodillas, su trasero quedo expuesto, la imagen era preciosa, el vestido remangado sobre la cintura y su culo a nuestra merced. Le pedí a Rafa que lubricara la entrada prohibida de su mujer, mientras atrape de nuevo el plug entre mis dedos y lo acerque a los labios de una entregada María. Desde mi posición podía escuchar los lametones que estaba recibiendo por parte de su marido, algún gemido escapaba de los labios de María mientras lubricaba el gomoso artilugio rosa.

  • Rafa métele un dedo y comprueba que tal se desliza, -mis palabras fueron ordenes para Rafa, al instante dejo de lamer el ano de su mujer y ensarto un dedo en su interior-, despacio tienes que dilatarla, poco a poco.
  • Entra muy bien, creo que le cabe otro –respondió un lanzado Rafa-
  • Despacio, primero prepárala, luego disfrutaras de su agujero trasero, se que lo deseas y hoy te lo voy a ofrecer.

Aparte el plug de la boca de María, me sitúe junto a Rafa tras ella y se lo entregué, -penétrala con cuidado, una vez entre en su interior, juega con el-, Rafa obedeció mi orden y presiono despacio el dilatado esfínter de su amada esposa, el plug rosa fue desapareciendo engullido por un trasero hambriento de deseo. Finalmente el pequeño artilugio descansaba en el interior de María, ella continuaba reclinada sobre la mesa, le permití a Rafa jugar un poco con el extraño cuerpo que invadía su ansiado agujero trasero, lo metía, lo sacaba, lo mantenía firme, Rafa está disfrutando sodomizando a su mujer con el plug. María disfrutaba con las embestidas de su marido jadeando abiertamente sobre la mesa.

  • Es suficiente, -ordene con voz tajante-

Ambos dirigieron sus miradas a mi posición suplicando que les dejara continuar con el juego, Rafa al ver la expresión de mis ojos, dejo de jugar con el plug y recupero su posición en la mesa. María continuaba apoyada sobre el mantel con una expresión desencajada, un hilito de baba se escapaba por la comisura de sus labios. Me levante y me sitúe detrás de ella, presione el plug dejándolo insertado en su totalidad y le subí el tanga, sitúe la tira que cubría sus muslos sobre la base del rosado invasor y le pedí a María que se pusiera derecha. Un gemido salió de sus labios mientras le bajaba el vestido y le recomponía su figura.

  • Hay un pescado con muy buena pinta en la cocina, no querrás que se enfríe ¿verdad? –le pregunte acercado mis labios a su oído mientras mi lengua le lamia el lóbulo-

María camino en dirección a la cocina mostrando una pose muy cómica, Rafa le pregunto con sorna, -¿te has tragado el palo de una escoba?-, ambos estallamos en una carcajada mientras una enfadada María entraba en la cocina.

  • Ha sido genial, déjame que le dé por el culo, estoy a mil.
  • Esto solo ha sido el principio, no me pidas nada, te daré lo que yo quiera y si no estás conforme, me levanto y me voy –mis palabras volvieron a llenar de silencio el comedor-

Los pasos de María devolvieron la tranquilidad a la estancia, la fuente con el majestuoso pescado descanso sobre la mesa, lentamente sirvió una generosa porción en cada plato, se acerco a su silla y cuando su trasero acaricio el asiento le pregunte, -¿no tienes un vino blanco para este excelente pescado?- me miro y se levanto de nuevo, el plug le molestaba pero ella sonrío y camino en pos del vino con una pose natural.

Volvió con un blanco frío y afrutado, lo sirvió en las tres copas y recupero su posición en la mesa, al sentarse apretó los labios formando una mueca, al instante la sustituyo por una sonrisa que ilumino su rostro.

Un manjar digno del mejor chef, el mero estaba en su punto, con una salsa de almejas que incitaba al delito. No esperaba tan grata sorpresa, desconocía la faceta en la cocina de María. –Me ha encantado, está en su punto, te felicito-, a María le subieron los colores al escuchar mis palabras, me agradeció las mismas con una sonrisa, instante que aproveche para rellenar su copa con el agradable vino que nos había servido.

Los encantos del vino sonrosaron las mejillas de María, se la veía intranquila e incómoda, el plug jugueteando en su interior no era la mejor opción para relajarse y disfrutar de la velada. Terminamos el pescado y Rafa se encargo de traer el postre, momento que aproveche para pedirle a María que se acercara a mí. Ella sonrío y se acerco, le pedí que se reclinara sobre la mesa, ella obedeció y volví a subir su vestido, acaricie sus muslos y roce su hinchado sexo arrancándole un suspiro, en ese momento regreso Rafa con una bandeja de miniaturas.

  • Rafa, trae un poco de cava y un artilugio que encontraras en el primer cajón del congelador, junto a un paquete de guisantes –al escuchar mi voz María se inquieto-, tranquila él se encarga de todo por ahora.

Mientras esperábamos el cava, retire la tira del tanga que atrapaba la base del plug, con cuidado deslice el mismo liberando el esfínter de María, ella agradeció la retirada del gomoso intruso y relajo su cuerpo. Rafa volvió con mi encargo, una fría botella de cava y la parte superior del huevo vibrador.

  • María, mientras Rafa me sirve una espumosa copa de ese magnífico cava, ¿puedes traer la bolsa que he dejado en la entrada?, tengo un par de regalos para ti.

María asintió y abandono el comedor, en ese momento Rafa me sirvió una copa, relleno un par más y saboreo el burbujeante cosquilleo del morbo.

  • ¿Qué hay en la bolsa? –pregunto excitado-
  • Rafa, Rafa, te estás portando mal, te he dicho que disfrutes del juego, todo a su tiempo, saborea este cava, es magnífico –conteste mientras paladeaba el ambarino néctar-

La presencia de nuestra anfitriona nos devolvió al verdadero motivo por el que estábamos cenando, me entrego la bolsa y recupero su posición en la mesa. Atrape una pieza de la repostería y la deguste en mi boca, -exquisito, chocolate amargo con un toque de cítrico, muy buena elección-, mientras encumbraba las virtudes del chocolate, abrí la bolsa y extraje lentamente las bolas chinas, las sostuve entre mis dedos y mirando fijamente a María le pedí, -póntelas-.

Ella alargo su brazo en busca del cordoncito del placer, lo albergo en su mano y subió su vestido lentamente, -por favor María, quítate el tanga pero no te subas el vestido- ordene tajantemente. Ella asintió y deslizo la prenda hasta morir en sus tobillos, -Rafa, recoge tu trofeo y disfruta del aroma de tu mujer-, sin dejarme terminar la frase se lanzo en pos de la prenda que había cubierto el sexo de María, mientras esta había flexionado sus rodillas y su mano se ocultaba debajo del vestido. Mire a Rafa mientras este olfateaba la delicada tela negra, -fíjate como tu mujer se introduce las bolas dentro de ella, sabe que le proporcionaran mucho placer, te aseguro que le encantan-, María enrojeció mientras introducía las pequeñas esferas en su interior, una ligera mueca en su rostro nos indico que las tenia alojadas en su húmedo sexo.

  • Muy bien, ahora lentamente tu marido te volverá a poner el tanga, así evitaras que las bolitas se salgan de tu encharcada gruta.

Rafa deshizo el ovillo que había formado con el tanga e inclinado ante ella la ayudo a devolver la prenda a su ubicación original, ambos se miraban con deseo y lascivia, se podía oler el sexo en el ambiente, estaban cumpliendo su más deseada fantasía y lo estaban disfrutando.

Una vez la ropa recompuesta, extraje lentamente la cajita de la fusta de la bolsa, María la reconoció en el acto y suspiro, Rafa no conocía el contenido de la bonita caja y espero ansioso descubrir el contenido de la misma. Con delicadeza la deje encima de la mesa, su contenido continuaría siendo un misterio, alargue mi mano y disfrute de otro delicado pastelito, una delicia de hojaldre cubierta de crema pastelera y trocitos de pistacho, un estallido de sabor y textura en mi boca.

María apago su fuego con una nueva copa de cava, los colores se habían instalado en su rostro y mostraba una sonrisa eufórica, mezcla del alcohol y el placer que estaban recorriendo su cuerpo. Rafa continuaba expectante, sus ojos iban y venían a la caja que descansaba sobre la mesa. Mi mano volvió a desaparecer en el interior de la bolsa, saque la mitad del huevo vibrador y monte la parte superior, estaba fría y congelada, -María, quítate el vestido y túmbate sobre la mesa, tranquila Rafa recogerá un poco y te dejara sitio-, al oír mi voz, ella se levanto y dejo que el vestido resbalara por su cuerpo, se sentía deseada, contoneaba su cuerpo resaltado la delicada lencería que abrazaba su piel, levanto los ojos y me miro desafiante. Rafa mientras tanto despejo la mesa, aparto a un lado el cava y las copas, dejando sobre la mesita auxiliar la bandeja con los dulces.

Me acerque a María y tomándola de la mano nos acercamos a la mesa, abrace su cintura y la deposite sobre el mantel, le pedí que se tendiera y mientras su cuerpo se estiraba sobre la madera nuestros ojos no perdieron el contacto en ningún momento. Rafa permanecía atento a mis movimientos, lo mire y le ordene –quiero que te acerques a vuestra habitación, busca dos pares de medias y tráelos-, fue una orden seca y tajante, incluso María se estremeció, Rafa abandono el comedor y desapareció en el pasillo, un reflejo de luz me indico que estaba en la habitación de matrimonio, pronto la conocería, pero de momento me apetecía disfrutar calentando a una zorrita.

Frente a mí, tumbada sobre la mesa, con la lencería que yo quería que portara en esta sesión, sus pechos atrapados en el sujetador, su sexo cubierto por una fina tela que no absorbía toda la humedad que la situación producía en el cuerpo de María. Acerque mi boca a sus muslos, lamí la cara interna de los mismos, mi saliva actuaba como un afrodisíaco, el olor a sexo invadía la instancia, mi carne endurecía encarcelada en el interior de mi ropa, un par de lengüetazos sobre el húmedo tanga y los suspiros de María invadieron el comedor. Rafa regreso con dos pares de medias, un par de medias y un panty para ser más exactos, le pedí que atrapara los tobillos de su mujer y los anudara por separado, para ello utilizo el panty en el tobillo derecho y una media en el izquierdo. Al estar acostada en posición vertical, nos fue fácil anudar la improvisada atadura en las patas de la mesa. María ayudo separando sus piernas y obsequiándonos con una postura que incitaba al deseo. Una vez sujetas sus piernas, le pedí a Rafa que utilizara la ultima media para anudar sus manos, -átalas sobre su cabeza, con los brazos estirados, y asegúrate que no los mueve mientras apago su fuego-, Rafa acato mi disposición y anudo los brazos de su mujer tal y como le había ordenado.

  • Muy bien zorrita, vamos a ver que tenemos aquí, -mientras hablaba con ella, mis dedos exploraron el interior de su sexo-, las bolitas han trabajado bien, estas muy mojadita y muy caliente, tendré que enfriarte un poquito.

Acerque el huevo vibrador a su sexo, lo encendí y sin presionar sobre el tanga deje que ella sintiera el frío que desprendía, la sensación debía ser agradable ya que María continuaba gimoteando y respirando entrecortada. Di un paso más y presione su muslo con el frío vibrador, ahí cambio la cosa, María evitaba el contacto con el refrescante juguete, continúe acariciando sus muslos mientras Rafa mantenía sus brazos atrapados. Descendí por toda la pierna, terminando en la planta de su pie, repetí la operación con su otra extremidad pero en sentido inverso, al regresar entre sus piernas, aplique el vibrador sobre su tanga. María suspiraba, -me matas de placer, dame más-, mi intención no era esta, por tanto aparte el tanga y descanse la fría superficie sobre su excitado sexo.

Encaje el huevo vibrador entre sus piernas y me acerque a la posición de Rafa, -ata la media a la pata y ven conmigo, quiero pedirte algo-, Rafa tiro de la media y consiguió atarla en la parte superior de la mesa, dejamos a María tumbada, inmovilizada y con un frescor entre la piernas.

Conduje a Rafa a la cocina, se le veía intrigado y nervioso, estaba deseando disfrutar con María y ahora estaba en la cocina conmigo. Su pantalón mostraba una erección, él trataba de esconderla acomodando su palpitante sexo dentro del pantalón. Me situé frente a él y le hable mirándole directamente a los ojos.

  • Quiero que prepares una cubitera con hielo, pero antes prepararas vuestro dormitorio para mí, abres la cama y la dejas dispuesta para que pueda disfrutar del cuerpo de tu mujer sobre ella –Rafa asintió con la cabeza-, una vez lo tengas todo dispuesto, regresas al comedor, ¿lo has entendido?
  • Si –balbuceo-
  • Una cosa más, cuando vuelvas quiero que esa erección no sea visible, puedes masturbarte, ducharte con agua fría o lo que se te ocurra, pero procura no derramar tu semen en mi habitación o no te dejare ver nada –me volví y deje a Rafa con la palabra en la boca-

En el comedor María permanecía sobre la mesa, su cuerpo se agitaba buscando el roce del huevo sobre su sexo, sus pechos marcaban sus preciosos pezones totalmente endurecidos. Rodee la mesa y acaricie su rostro, -¿te gustaría correrte?, le susurre al oído. No la deje responder, mi mano presiono sus labios, introduje mis dedos en su boca, ella lamia y saboreaba mi carne. Retire la mano y acaricie sus pechos por encima del sujetador, el tejido marcaba sus hermosos pezones y me permitía disfrutar de ellos sin liberarlos de su encarcelamiento.

Durante varios minutos disfrute de sus senos, finalmente deslice mi mano en busca de su estomago, retire el huevo vibrador de su sexo e introduje lentamente mi mano debajo del tanga. El frescor se mezclaba con la calidez de su vagina, aparte el tanga dejando al descubierto su abertura y recorrí la hendidura de sus labios, mis dedos devolvieron el calor a su sexo, su clítoris se mostró hinchado, ávido de caricias, acerque mis labios y lentamente lo devoré. María gemía de placer, su orgasmo se acercaba a grande pasos, retire mi boca y deje que un par de dedos penetraran en su interior. La cadera de María buscaba el contacto más profundo, las suaves pero firmes ataduras le restaban movilidad, pero ella alzaba su trasero intentando prolongar las suaves penetraciones.

Al levantar la vista del excitante sexo de María vi a Rafa, estaba observando la escena, disfrutaba viendo a su mujer gozar mientras otro disfrutaba de su cuerpo. Le pedí con un gesto que se acercara, me entrego un bol con hielo y sin dejar de mirar a su esposa me dijo;

  • Esta todo preparado.
  • Perfecto entonces, ahora vamos a disfrutar preparando a María, quiero que desates sus manos de la mesa y liberes sus pechos del sujetador, no se lo quites –Rafa se acerco a su mujer y desato la tela que unía sus manos a la mesa, ella no movió ni un músculo, una vez liberada de las ataduras, Rafa acerco sus manos al sujetador que cubría sus pechos, jugueteo un poco con ellos y los libero de la presión del sujetador, la estampa era idílica, María tumbada sobre la cama, un pequeño tanga negro empapado cubriendo su sexo, las medias a medio muslo y los pechos por fuera del suje- perfecto, ahora enfría esos pezones.

Una mano temblorosa atrapo el perfecto cubo helado, lo deslizo entre sus dedos y lo acerco al excitado pezón de María, Rafa recorría la aureola del pecho dejando que el hielo goteara por las laderas de tan hermosas montañas. La excitación fue animándolo y atrapo un segundo hielo, ambos pechos sufrían una exquisita tortura, sus manos dibujaban círculos concéntricos cada vez más amplios. El masaje helado continuo en busca del cuello, se alargo detrás de las orejas y culmino en los labios de su esposa. Mientras María suspiraba, atrape el cordón de las bolas y lentamente estas abandonaron el cuerpo ardiente y excitado de mi anfitriona.

María jadeo al sentir como las bolas abandonaban su cuerpo, Rafa continuo acariciando los pechos de su mujer, libere las fibras que ensortijaban sus tobillos, María una vez liberada por completo permaneció tumbada, con un gesto le indique a Rafa que cambiara de posición. Rodee la mesa y acaricie la cabeza de María, Rafa me había imitado y ahora está situado entre las piernas de su mujer. Le pedí a María que empujara su cuerpo hacia atrás, una vez su cabeza quedo fuera de la mesa le ordene que detuviera el movimiento. Con la cabeza colgando y los pechos fuera del sujetador invitaba al deseo, desabroche mi pantalón y libere mi sexo de la opresión del bóxer, lo blandí frente a sus ojos y ella entendió mi petición, separo sus labios y permitió la entrada de mi carne en la calidez de su boca. Sentir las caricias de su lengua sobre mi glande encendió la mecha del deseo, María devoraba insaciable el falo que profanaba su boca, cada vez salivaba más y más, presionaba con sus labios, rozaba con sus dientes, gimoteaba cuando retiraba mi sexo y le ofrecía mis testículos para calmar su hambre. Rafa no perdía el tiempo, su lengua se deslizaba por el sexo de su mujer, desde mi posición podía escuchar los lengüetazos que estaban aproximando al éxtasis a su esposa, María boqueaba en busca de mi sexo y separa sus piernas para facilitarle el trabajo a su esposo.

Ladeo la cabeza de María y descargo toda mi semilla en el interior de su boca, la he pillado de improviso y ha tosido un par de veces, ya recuperada saborea mi néctar mientras Rafa continúa con su masaje bucal. María se muerde el labio inferior, está llegando al final y se merece este orgasmo, pellizco sus pechos mientras Rafa no despega su rostro de la entrepierna de María, ahora sí, un par de respiraciones entrecortadas, un jadeo corto seguido de uno largo, está llegando, presiono sus pezones, tiro de ellos y María al fin estalla ofreciéndonos a Rafa y a mí un espectáculo inenarrable.

Decidí darnos una tregua y serví cava en las abandonadas copas, le entregue una a Rafa y tras incorporar a María y quitarle el sujetador, brindamos los tres. Encendí un cigarro y deguste el toxico veneno del humo, sentí como penetraba en mi interior abrasando mis pulmones, humo tras el placer. Observe como ambos degustaban el contenido de la copa, nadie hablaba, nadie rompía el hechizo del aquelarre que acontecía en la casa.

  • ¿Te ha gustado lo que has visto? –interrogue a bocajarro mirando fijamente al marido de María-
  • Me ha encantado –respondió-
  • Esto es solo el principio, ¿quieres que continué?
  • Si
  • Y tú zorrita, ¿quieres complacer a tu marido? –María asintió con la cabeza y recorrió la comisura de sus labios mostrándonos una lengua ansiosa de lujuria-

Apagué el rescoldo de mi cigarro en el cenicero, apure mi copa y me levante, Rafa amago con levantarse del sillón que había elegido para descansar, estire mi brazo y mostrándole la palma de la mano lo inste a que permaneciera sentado, me acerque a María, la levante del sofá y aproxime mis labios a su boca, despacio nuestros rostros se acoplaron y entrelazamos nuestras lenguas, -quiero que te acerques a tu marido y lo pongas a tono, demuéstrale como endureces su carne solamente con la boca-, ella me sonrió y se acerco a Rafa.

Rescate la funda de la fusta, la había dejado junto a los pastelillos, aproveche para degustar una delicia de yema tostada y mazapán, una sinfonía de sabores en el paladar, la contundencia del mazapán y la exquisitez de la yema, placer de dioses. Mientras paladeaba la sabrosa miniatura, no pude evitar disfrutar del encanto de María. Únicamente vestida con las medias y los zapatos de tacón, ronroneaba frente a su marido, lentamente abandono su rostro cubierto de sus babas y descendió en pos de su sexo. Sobre el pantalón su boca dibujaba contornos de placer, Rafa bufaba excitado e intentaba liberar su sexo, María le permitió que desabotonara su pantalón y arrastrara el mismo hasta quedar atascado en sus tobillos, cuando quería repetir la operación con el boxer, ella lo impidió. Continuo acariciando su sexo sobre la tela de su ropa interior, buscando atrapar su carne, sus testículos, mordisqueando la base de su sexo, Rafa relajo su cuerpo, su cabeza retrocedió y apunto al techo, María está haciendo un buen trabajo.

Abrí el estuche de la fusta, el terciopelo rojo me dio la bienvenida mostrándome la hermosa tralla, la rescate de su letargo y la sostuve en mi mano, blandí la misma contra el aire y el peculiar sonido alerto a Rafa y excito a María.

Me acerque, ella continuaba lamiendo el boxer de su marido, este intentaba por todos los medios liberar su erecta carne, finalmente su falo asomo al exterior, María se lanzo en pos de su glande y lo succiono entre sus labios. Rafa sentado en el sillón y María arrodillada frente a él, sus gemidos apagaban el sonido de mis pasos, finalmente me situé detrás de María, acaricie su espalda con la fusta y con pequeños golpes en sus nalgas, ella alzo su trasero mostrándomelo en todo su esplendor. Rafa curioseaba mis movimientos mientras su mujer devoraba su miembro, descargue un par de fustazos en las nalgas de la mamadora, ella no modifico su postura y aguanto estoicamente las descargas de la fusta sobre su piel, no eran golpes en busca de dolor, eran pequeños golpes recordándole quien mandaba.

Acariciando su espalda, pude ver como la golosa María engullía casi la totalidad del miembro de Rafa, los succionaba y lo volvía a retirar de su boca, liberando gran cantidad de saliva y jugueteando con ella mientras se deslizaba por la excitada y brillante carne de su marido. Acerque la fusta al lateral de sus pechos y estos acogieron con sorpresa la caricia, modifique mi posición y acaricie sus erguidos pezones con el cuero, María no perdía detalle de mis movimientos, no olvidaba complacer a su marido, pero temía las caricias de la fusta. Golpee de refilón sus orgullosos y duros pezones, ella retrocedió unos centímetros, repetí la operación con el pecho opuesto y obtuve la misma respuesta, María deslizaba sus rodillas separándose lentamente de Rafa. Acerque la fusta a su pecho y presione sin golpear, ella retrocedió un poco mas y solamente abarcaba el glande de su marido, Rafa por su parte se deslizaba en el sillón evitando perder contacto con los labios que tanto placer le estaban proporcionando. Me miro suplicando que dejara a María terminar lo que había empezado, yo le devolví la mirada y sonreí, mantuve la distancia unos segundos, finalmente una nueva caricia de la fusta en el pezón rompió el contacto.

Rafa bufaba ansioso e inquieto, su mujer lo había dejado al borde del placer y ahora descansaba arrodillada a un metro de él, María arqueo el cuerpo buscando el contacto visual conmigo, yo detrás de ella le sonreí cuando nuestros ojos se encontraron. Acerque mi mano a su boca y la deje saborear mis dedos, -separa un poco las rodillas- ordene, María obedeció y mostró su depilado y excitado sexo a su marido, sus manos apoyadas en el frío suelo y su cadera elevada ofrecían un bocado de sexo al ardiente Rafa. Retire mis dedos de su boca y recorrí sus pechos con la fusta, me incline sobre ella y un par de rápidos golpes impactaron sobre su inflamado sexo. María aúllo por la sorpresa, sin dejar que se recuperara de la impresión, calenté la cara interna de sus muslos con varios golpes más, para finalmente recorrer la comisura de sus labios vaginales con el placentero cuero.

Bastaron unos leves roces para desatar el placer, María se abandono en un orgasmo brutal, -puedes tocarte-, mis palabras fueron un resorte, su mano descendió en busca de su abandonado botoncito, froto su clítoris con ansia, penetro su interior, y desato la tempestad, agitada y babeando alcanzo un orgasmo impresionante. Al mismo tiempo que ella gozaba las mieles del placer, su marido eyaculo sin tocarse. Ambos quedaron enfrentados, sudorosos, victimas del encanto del sexo.

Los deje saborear el intenso placer que había recorrido sus cuerpos, blandí la fusta sobre el vacío un par de veces y reclame su atención.

  • Zorra, te has corrido sin mi permiso y encima has conseguido que tu marido también me desobedezca, ahora tendré que castigaros a los dos –ambos me miraban mientras azotaba al aire con la fusta, ninguno de los dos rebatió mis palabras, se quedaron inmóviles esperando mis órdenes-

Encendí un cigarrillo y me limite a observarlos, Rafa había enderezado su posición en el sillón y trataba de recomponer sus ropas, María en cambio permanecía sobre el suelo recuperándose del estruendo que durante varios segundos había recorrido su cuerpo.

Ansiaba poseerla y disfrutar de ella, mi endurecido sexo me pedía a gritos que la poseyera, que me lanzara sobre su cuerpo y penetrara su encharcado sexo arrancándonos a ambos una nueva oleada de placer. Pero yo tenía otros planes y para llegar a buen puerto debía obedecer a mi cerebro. Aplaste la colilla en el cenicero y lance una mirada a mis anfitriones, mis ojos los traspasaron mientras mi mente me ordeno las palabras una a una, estas fluyeron de mi boca como un torrente arrasando todo lo que encontraban a su paso.

  • Merecéis que salga por esa puerta y no regrese jamás, yo soy quien decide cuando y como os corréis, esto podéis hacerlo vosotros solitos, la próxima vez que alguien se corra sin mi permiso el juego ha terminado.

Los dos asintieron avergonzados y sorprendidos, incluso Rafa inclino la cabeza en señal de sumisión, las aguas estaban volviendo a su cauce mientras yo recuperaba el control.

  • Rafa, date una ducha y vístete, utiliza el baño pequeño, María usara el que tenéis en la habitación de matrimonio. No te preocupes por la ropa, junto a la puerta tendrás lo que necesites, cuando estés vestido nos esperas frente al dormitorio, te llamare cuando puedas pasar. Venga que no tengo todo el día.

Rafa se levanto y abandono el comedor, mire a María y le ordene –sígueme, pero antes busca tu tanga y tráemelo-

Recogí los juguetes que había traído para disfrutar junto al matrimonio, el huevo vibrador se había descongelado y opte por meterlo en la bolsa, en cambio me dirigí al dormitorio con las bolas y la fusta. María seguía mis pasos y al pasar frente a la puerta del baño pudimos escuchar correr el agua, Rafa estaba obedeciendo mis órdenes.

Llegamos al dormitorio, le pedí a María que preparara un traje para Rafa, ella abrió el armario y deposito la prenda sobre la cama, Rafa había cuidado todos los detalles y la cama estaba abierta para disfrutar de ella, preparo una camisa y me pregunto si incluía la corbata, le conteste afirmativamente y ella completo el conjunto. Abrió otro cajón del armario y un boxer junto con un par de calcetines descansaron sobre el traje, una nueva visita al armario y los zapatos completaron el atuendo.

  • Tienes muy buen gusto, déjaselo junto a la puerta del baño, te espero aquí –ella alcanzo toda la ropa y salió-, ven zorrita, se me había olvidado una cosa, -ella regreso y me miro, me acerque y retire la ropa interior- mejor que use tu tanguita, -María sonrió, recupero su tanga y abandono la estancia-

Regreso a los pocos segundos, -ya esta- respondió a modo de saludo, -perfecto, vamos al baño-

Abrí los grifos y me dispuse a llenar la bañera, María permanecía en silencio a mi lado, solo con las medias y los zapatos, sus pechos mostraban ligueras señales de la fusta, me acerque a ella y la bese. Lentamente nuestras lenguas se entrelazaron, mis manos acariciaban la parte superior de sus nalgas, mis dedos emprendieron un viaje por la carretera de su columna, pude sentir como su cuerpo se erizaba por el contacto de mis uñas, me separe de ella y le susurre, -desnúdame-

Los botones de mi camisa cedieron a la presión de sus dedos, el cinturón abandono mi cuerpo, al instante el pantalón se deslizo por mis piernas, María se arrodillo y libero mis pies de los zapatos y los calcetines corrieron la misma suerte, solamente cubría mi cuerpo la ropa interior. María jugueteo con el elástico y finalmente mis boxer terminaron en el suelo. Arrodillada frente a mí entreabrió la boca, mi sexo rozo sus labios y sintió su beso, un beso cálido y penetrante. Mi carne crecía al abrigo de su boca, sus caricias despertaron la rigidez del sexo, endureció al ritmo que su lengua lo humedecía. Sentí como una brisa fresca recorría mi glande, María espiraba sobre él, insuflaba pasión transitando mi falo. Lamió mi escroto y saboreo mis testículos, su boca continuo recorriendo mi cuerpo para depositar un húmedo y sensual ósculo en mi ano. Su cuerpo cruzo por debajo de mi permitiéndole ascender por mi espalda, mis nalgas recibieron sus mimos, mi columna fue la escalera que ascendía buscando mi placer, termino en mi nuca, desatada, mordiendo mi carne. Voltee mi cuerpo y la bese con ansia, necesitaba saborear su esencia, buscar un anhelo en cada poro de su piel. Sentí su sabor, note la pasión y el deseo dentro del ciclón de lujuria que la embargaba. Penetre su sexo con mis dedos, los empape en sus jugos y me alimente con ellos. Un sabor denso y acido inundo mi paladar, mi lengua trataba de guardar cada sensación enviando impulsos nerviosos a mi cerebro. Repetí la operación y paladee su néctar en mi boca, con su embocadura dentro de mí, bese a María, compartí su esencia y le susurre al odio, -métete en la bañera-

El agua acaricio nuestra piel, lentamente nos acoplamos en el interior de la bañera, frente a frente, sus piernas atraparon mi cuerpo como una tijera, María ascendió del agua y se ensarto en mi sexo. Mi carne penetro en su cuerpo, sus brazos rodearon mi cabeza, equilibro su cuerpo y comenzó a cabalgar. Su cuerpo chocaba contra el agua y mi sexo buscaba cobijarse en el interior de María, su cadera describía movimientos imposibles tratando de conseguir una penetración más profunda, finalmente encontramos la postura y bombee sin descanso la estrecha gruta de María. Sus uñas clavándose en mis hombros anticiparon su orgasmo, ella gemía y balbuceaba, -¿me puedo correr, me puedo correr?-, mi respuesta se repetía, -aguanta un poco más, un poca mas-, deje un par de veces que mi sexo abandonara su confortable guarida, María protestaba pero esperaba mi conformidad para volver a insertarse con mi carne. Volví a penetrarla y esta vez decidí que la dejaría disfrutar, -ahora puedes correrte-, ella incremento el ritmo, movió su cadera y volvió de nuevo a clavar sus uñas en mis hombros, los jadeos se hicieron más audibles, las penetraciones más rápidas, mi semen ardía en mi interior y buscaba la salida a pasos agigantados, María alcanzo el clímax y un instante después vacié toda mi semilla en la parte más intima de su cuerpo. Permanecimos acoplados y abrazados, un par de minutos después retire el tapón de la bañera y abrí el teléfono de la ducha, el agua purifico nuestros cuerpos y en cinco minutos María vestía un bonito albornoz rosa con su inicial en el bolsillo, mientras uno azul con una R cubría mi cuerpo.

Regrese al dormitorio, abrí la puerta y Rafa apareció al otro lado, -nos ha pasado el tiempo volando en la ducha, pasa y ponte cómodo, María esta secándose el pelo-, Rafa engalanado con el traje chaqueta se adentro en la habitación. Sitúe un pequeño silloncito que adornaba la habitación.

  • Ponte cómodo, regreso enseguida –deje a Rafa acomodado en el sillón y abandone el dormitorio-

Volví al comedor y cerca de la mesa encontré el gomoso plug, de nuevo mis pasos terminaron en la alcoba de matrimonio, Rafa continuaba sentado esperando que algo sucediera a su alrededor, abrí la puerta del cuarto de baño y la cerré detrás de mí, María continuaba esperándome en su interior, su pelo estaba completamente seco pero le había ordenado que aguardara mi regreso.

  • Te has portado muy bien –le tendí el plug-, lávalo y ven a la cama, te espero –volví sobre mis pasos y abrí la puerta, me volví y le dije- no quiero que vengas con el plug en la mano.

Ella asintió y cerré la puerta, Rafa se volvió y me observo mientras me deshacía del albornoz, completamente desnudo me tumbe sobre la cama y estire mi cuerpo abarcando gran parte de la misma. Un minuto más tarde apareció María, cuando abandonaba el baño vi que vestía el albornoz, una mirada y este se deslizo por sus hombros quedando completamente desnuda, se acerco a la cama y amago con tumbarse a mi lado, -María, tenemos un invitado, no seas descortés con él, ¿Qué esperas para saludarlo?-, se acerco a su marido y deposito un beso en sus labios, desde mi posición la llame, ella estaba entre los pies de la cama y el sillón que ocupaba Rafa, -Zorrita enséñale a tu marido como resucitas mi cuerpo, no rodees la cama, ven desde ahí-, María giro sobre sus talones y repto como una culebra por encima de la cama, Rafa al ver la base rosa que sobresalía de su trasero, se removió inquieto en el silloncito.

Mi cuerpo totalmente abierto esperaba las caricias de María, ella juguetona reptaba por la cama mostrando su trasero elevado a los lascivos ojos de su marido, su boca recorrió mis muslos, se enroscaba como una pitón en busca de su presa, finalmente llego a su objetivo, lamió la base de mi sexo y ascendió en busca del glande, lo atrapo con sus labios y su lengua jugueteo con la cúspide de mi falo. Se lengua retornaba la dureza a mi miembro, sus caricias revivían mi carne, durante quince minutos no ceso de chupar, lamer, acariciar y saborear todo mi sexo.

Tumbado sobre la cama disfrutaba de las atenciones que María me regalaba, sentía crecer mi carne y ansiaba penetrarla de nuevo. Incorpore un poco mi posición y observe a Rafa, sentado en el silloncito no perdía detalle de cuanto acontecía sobre la cama.

  • ¿Te gusta lo que ves? –pregunte alzando la cabeza-

Rafa asintió y me miro suplicante mientras María continuaba salivando sobre mi cuerpo y mostrando su apetecible trasero a su excitado marido. Cuando la boca de María absorbió mi sexo, modifique mi postura y acaricie su cabeza, lentamente presionaba para introducir toda mi carne en su boca, cuando sentía su ahogo la dejaba retroceder y ella volvía golosa intentando abarcar en su garganta mi erecto falo. Rafa arañaba los brazos de su butaca y buscaba solidaridad cada vez que nuestras miradas se cruzaban, finalmente me apiade de su desazón y sin soltar la cabeza de su entregada esposa le ordene tajantemente, -puedes desnudarte, pero el tanga que se quede donde esta-

Mi orden dio su fruto y en segundos el elegante traje que cubría su cuerpo desapareció, solamente el pequeño tanga ceñía su cintura, una erección despuntaba por el lateral del mismo. Rafa permaneció inmóvil cubierto únicamente con la escueta prenda observando cómo su mujer deglutía casi al completo mi falo.

  • Creo que el plug ha cumplido con su misión, acércate a ella y quítaselo con la boca, no puedes tocarla ni tocarte, pero mientras abandona su cuerpo quiero que ella disfrute de un orgasmo, me está dando mucho placer y lo merece.

Un par de segundos para asimilar la frase y Rafa se lanzo en busca del trasero de su compañera, al principio torpemente intentaba atrapar la base del gomoso plug, María entendió el juego y apretaba sus nalgas con fuerza evitando así que su marido atrapara el juguete que penetraba su ano. Tras un par de intentonas fallidas, y un recordatorio por mi parte, -no olvides que quiero que se corra-, Rafa cambio de táctica. Se posiciono cómodamente tras su mujer y empezó a recorrer sus apetecibles nalgas con su lengua, continuo en busca de su sexo saboreando cada centímetro de su anatomía. Desde mi posición no veía nítidamente lo que ocurría, pero entre los jadeos de María y el chasquear de lengua, entendí perfectamente lo que sucedía. Rafa apagaba su pasión alimentándose del néctar que fluía del sexo de su amada esposa. Agotada en su esfuerzo y ansiosa por sucumbir al placer, María dejo de lamer mi carne y tras besas mis testículos espero ansiosa el orgasmo que una lengua emprendedora trataba de arrancar de su encharcada gruta.

Aproveche esa tregua y me incorpore, mi sexo goteaba la saliva que mi anfitriona había derramado sobre él, lo acaricie un par de veces y comprobé la dureza de la carne sedienta de sexo. Sobre la mesilla me esperaban las bolas y la fusta, tome la fusta y la blandí en el aire, su peculiar sonido alarmo a María y actuó como acicate sobre su marido, incremento sus caricias y aprovecho la explosión de su esposa para liberar su ano del gomoso juguete. El olor a sexo y los gemidos de María inundaron el espacio matrimonial, rendida sobre la cama la ordenada y eficiente mujer gozaba como una perra, friccionaba su cuerpo sobre las sabanas alargando el instante que azotaba su interior proporcionándole oleadas de placer. Rafa con el plug atrapado entre sus dientes miraba atónito a su esposa, su sexo goteaba restos de semen fruto de un orgasmo inevitable y placentero.

El sonido de la fusta sobre las nalgas de María nos devolvió a la realidad, su cuerpo se arqueo al primer impacto evitando la dureza del segundo sobre sus blancas posaderas.

  • No tenias permiso para correrte, Rafa ha cumplido su misión, en cambio tú te has dejado llevar olvidando suplicar mi permiso para poder correrte, muy mal zorrita, muy mal.

María ladeo la cabeza y encontró mi mirada, sus ojos suplicaban que la dejara descansar, su tierna expresión estuvo a punto de convencerme y otorgarle la tregua que estaba deseando, pero mis planes eran otros y ella merecía un castigo por su osadía.

Tendí las bolas a un sorprendido Rafa, -su sexo necesita un masaje, deslízalas en su interior-, su temblorosa mano atrapo las esferas, las sostuvo unos segundos y tras deslizarlas lentamente sobre el cuerpo de su mujer, las introdujo en su interior.

  • Han entrado solas, esta empapada –su voz denotaba su excitación- no he tenido que empujarlas, se las ha tragado.
  • María, ponte de rodillas y procura que las bolas no abandonen tu nidito –obedeció al instante y se arrodillo sobre la cama- no te pongas tan cómoda, saca tu culito y enséñaselo a Rafa, muy bien, ahora separa tus pies, perfecto.

Arrodillada sobre la cama, sus pechos colgando atraídos por la gravedad, sus brazos como dos columnas soportando su cuerpo y sus rodillas ancladas como dos estacas sobre el colchón. María aguardaba impaciente algún movimiento a su alrededor, el cordón de las bolas asomaba entre los labios de su inflamado sexo. Rafa observaba en silencio mis movimientos. Mi brazo estirado recorría con la fusta la espalda de su esposa, se deslizaba esperando un impulso para enrojecer con su mordisco la carne, cada vez que detenía su carrera, un suspiro fracturaba el silencio, la dentellada no se producía y la desazón aumentaba.

La tensión se cortaba, dos sexos erectos buscaban satisfacer su gula, la fusta continuaba recorriendo el circuito que María dibujaba con su cuerpo. Buscaba llevarla al límite, su cabeza guiaba a sus ojos intentando descubrir donde aterrizaría el cuero, su frente perlada de sudor mostraba su agobio, sus rodillas temblaban presa del cansancio, sus brazos perdían rigidez. La fusta acaricio su sexo, un par de vueltas consiguieron liar el cordoncito de las bolas, María suspiro, basto un golpe de muñeca para que estas abandonaran su cálida morada y descansaran sobre la cama.

  • Rafa ha perdido las bolas, merece ser castigada –mientras hablaba, le tendí la fusta-

Sus nalgas recibieron un tímido azote, el segundo las cruzo en diagonal, María jadeo de nuevo, el tercero enrojeció su piel, -es suficiente, disfruta de lo que siempre has deseado-

Rafa aparto el tanga, libero su sexo y busco el agujero tantas veces deseado y nunca conseguido, apoyo el glande en el esfínter y saboreo el momento. Presiono un par de veces y finalmente lo introdujo dentro del añorado culito de María. Un bufido de placer surgió de su boca, volvió a retirar su excitado sexo y repitió la operación, saboreaba cada centímetro que introducía dentro del estrecho y codiciado conducto. Finalmente un golpe de cadera oculto la totalidad de su carne dentro de María. Esta disfrutaba del nuevo inquilino y acoplaba las embestidas de su marido con sus contoneos.

Abandone mi privilegiada posición y me acerque en busca de los pechos de María, sus pezones recibieron la caricia de mis dedos, pellizque su carne y situándome frente a ella deslice mi sexo en su boca. Sus brazos recuperaron el control de su cuerpo, Rafa desde atrás modificaba el ritmo alargando el final, agitaba a su mujer frenéticamente para inmediatamente después retirarse de su interior y penetrarla lentamente. María acogió mi sexo en su boca y lo colmo de atenciones, soportaba los empellones de su marido mientras complacía mi carne. Finalmente descargue en su interior, sentí como mi semen abandonaba mi cuerpo para deslizarse en la boca de María, sus labios presionaron y lentamente retire mi carne de su interior. Acerque mi boca a sus labios y la bese, nuestras lenguas se cruzaron en el instante que Rafa culminaba su fantasía inundando el trasero de su esposa.

Ambos quedaron rendidos sobre la cama, marido y mujer todavía ensartados, acoplados en una inverosímil postura, paladeando el deseado final, dos cuerpos sudorosos, rendidos al placer y entregados a la pasión. No quise romper el hechizo y abandone el dormitorio, recupere mi ropa y el estuche con la fusta, termine de recomponer mi vestuario en el comedor y salí cerrando la puerta.

Deslice mis pasos en busca del ascensor, mis manos desnudas habían dejado un último presente a mis anfitriones, sobre la mesa del comedor descansaba el estuche con la fusta y un pequeño sobre en su interior, dentro una tarjeta manuscrita, "María, disfruta de tu nueva vida de casada".