Unos mirones ciegos
Supuestamente nuestros amigos ciegos no se dieron cuenta de lo que Iván y yo estábamos haciendo en la cama.
UNOS MIRONES CIEGOS
Hola.
Soy una chica ciega y me gusta jugar ajedrez. Asisto a algún que otro torneo y si bien no entreno con frecuencia, tengo buen instinto para jugar al menos a nivel de aficionados.
Esta historia ocurrió en un torneo de ajedrez entre personas con discapacidad visual en España, es decir, una competencia en la que todos los jugadores son ciegos totales o de baja visión.
Para ese entonces yo tenía 20 años. Soy extrovertida, piel blanca, 1,60 de estatura, cabello negro, labios gruesos, un culito y unos senos que me hacen sentir orgullosa. No soy muy buena para describirme, por obvias razones, pero en general dice que soy linda, además que me cuido con ejercicio, alimentación sana, perfume, accesorios para la ropa, buena manicura, maquillaje... en fin, me gusta ser bella y sentirme como tal.
Pues bien, mi equipo en el torneo lo componíamos 3 jugadores barones y yo. Los 4 somos ciegos totales. A mis 3 compañeros los llamaremos Hugo, Paco y Luis.
Dado que yo era la única jugadora de mi equipo, los organizadores del torneo me alojaron en una habitación con dos mujeres de otro equipo, una chica ciega y una de baja visión.
Mis dos compañeras de cuarto hacían parte de un equipo más grande que el mío y recibían muchas visitas, dado que sus compañeros venían a intercambiar información de resultados, horas de partidas, rumores de acuerdos de tablas entre los jugadores más fuertes y planes para divertirse en el tiempo libre, lo típico.
Los más asiduos en nuestra habitación eran Iván, de baja visión, y Manuel y Ricardo, ciegos totales, a quienes yo no conocía previamente y que me parecieron chicos muy agradables.
Iván desde el principio trató de ligar conmigo, a pesar de ser casado, cosa que descubrí por un desliz de uno de sus compañeros de equipo, quienes en general le seguían la corriente en su cortejo. Yo respondía tomándome a broma sus galanteos, lo que obviamente lo motivaba aún más.
Pues bien, Iván no la tenía fácil conmigo. Si bien tengo buen humor, no soy dada a flirtear en torneos, y menos con hombres casados. Nunca estaba sola, casi siempre estaba en la zona de juego, con mis compañeros de equipo o en mi cuarto. Él no me atraía y prácticamente era un desconocido para mí. Pero nada de eso fue un obstáculo finalmente.
La tercera noche del torneo, Iván, Manuel y Ricardo llegaron a nuestra habitación y mis dos compañeras les dieron entrada. Dado que no teníamos suficientes sillas, Iván se sentó en mi cama, en la cual yo me encontraba parcialmente acostada.
Pues bien, Iván poco a poco tomó confianza, se acostó conmigo en la cama, instaló su cabeza en mi almohada y forzó un beso que sorprendentemente respondí con gusto. Comenzó a tocarme, acariciarme, lamerme y mordisquearme por todas partes. Primero sutilmente y luego con total desinhibición. Rayos, me excitó mucho y no me opuse a su silencioso magreo, es más, me puse de cierta manera para que ambos tuviésemos mayor comodidad. Introdujo sus manos en mi camisa y en mi pantalón, para con una mano ocuparse de acariciar, pellizcar y apretar mis senos y mis pezones, mientras con la otra trabajaba mi vagina y mi trasero; Me besaba, pasaba su lengua por mi cuello; sus piernas se entrecruzaban con las mías, y yo le dejaba hacer.
Mientras, seguíamos conversando con el grupo. Parecía que la baja visión de una de mis compañeras no le alcanzaba para ver lo que estábamos haciendo, y las otras 3 personas ciegas que nos acompañaban continuaban conversando como si nada estuviera pasando, supuestamente nadie se daba cuenta de lo que Iván y yo estábamos haciendo en la cama.
Cuando recobré el sentido y me deshice del calenturiento Iván, quien a esas alturas estaba casi fuera de control, les pedí a los chicos que se marcharan para poder descansar bien, ya que era tarde y al día siguiente teníamos más partidas. Mis compañeras no abrieron la boca para apoyarme y los chicos se negaban a irse, al punto de tener que empujarlos fuera y forzar la puerta, fingiendo cortésmente bromas y buen humor.
Estoy segura de que si en realidad no lo advirtieron por su cuenta, en seguida Iván le contó a sus dos compañeros de cuarto lo sucedido. Es más, sospecho que entre mis dos compañeras de habitación y ellos 3, me emboscaron para que Iván se diera el gustico conmigo. Posiblemente podríamos haber gemido a todo pulmón, y nadie se habría dado por enterado. Igual se los perdono, el ratico fue delicioso.
Desde entonces hice todo lo posible para no encontrarme con Iván. Suponía que pasaría algo parecido en nuevos intentos. Las siguientes noches me quedé hasta tarde en la habitación de mis compañeros de equipo; No necesitaba ninguna excusa para ello, es normal que los ajedrecistas preparen las partidas del día siguiente.
La última noche de la competencia, que era viernes, mientras estudiábamos variantes para las dos últimas partidas, Hugo, Paco, Luis y yo decidimos pedir algunas pizzas y escuchar música en los móviles. No quisimos salir a divertirnos porque dormir mal reduce la concentración y aún conservábamos posibilidades de medalla. Pero casi todos los demás jugadores tenían planes para ir de marcha al mejor bar de la ciudad. Rayos, de lo que nos sirvió tanto cuidado, el sábado obtuvimos unos resultados desastrosos y perdimos hasta las medias.
Pues Iván llegó a nuestra habitación. Decidió no salir con los demás jugadores del torneo, a pesar de no tener ya posibilidades de medalla, y en su lugar quedarse para estudiar con un equipo diferente al suyo. Demasiado evidente. Seguro todo el mundo sabía lo que pretendía, incluso mis compañeros debieron sospecharlo también.
A Hugo, Paco y Luis no les gustó en lo más mínimo la visita de Iván, pero yo sentí que lo mejor era ser amable. En estas competencias se debe tener un espíritu de camaradería entre los equipos. O quizá solo es mi forma de ser. Simplemente no me pareció cortés cerrarle la puerta y echarlo de la habitación de mis compañeros, así que Iván entró y se puso cómodo.
YO estaba sentada en un sofá, mientras Hugo, Paco y Luis estaban cada uno en su cama. Iván claro, se sentó en el sofá en el que yo estaba, y comenzó a trabajarme aún con más empeño que en la ocasión anterior.
Al principio traté de impedir los toqueteos de Iván, pero él siguió insistiendo. Al final comencé a disfrutar sin más. Total que nadie podía vernos y yo seguía con ganas.
Así que repetimos el numerito erótico, pero esta vez en el sofá de la habitación de mis compañeros y en frente de sus mismos ojos ciegos. Iván y yo continuamos la tertulia con naturalidad con el grupo, mientras él me masturbaba, me acariciaba y me besaba… Tuve que morderme la lengua muchas veces para no hacer ruidos de placer que me delataran. Poco a poco comencé a responder con más iniciativa. Le daba besos, comencé a recorrerlo con mis manos por todas partes, y en cuanto toqué su pene me decepcioné. Un instrumento muy pequeño, nada inspirador. Quizá eso fue lo que me detuvo, más que cualquier otra consideración o remordimiento.
Así que pese al empeño de Iván, al gustico que me estaba dando con su boca y sus dedos, y a la excitación que me producía que mis amigos pudieran notarlo en cualquier momento, cuando se acabó la comida y se descargaron los móviles, poco antes de la media noche, me despedí de mis compañeros de equipo y salí de su habitación. Iván lógicamente salió conmigo.
En el pasillo del hotel logré persuadirle de que no era de piedra, que me había gustado, pero que tenía que irme a dormir. Iván tembloroso me pidió que fuéramos a alguna habitación, me rogó que no lo dejara así, tan excitado... Tragando saliva me negué a todo y logré entrar a mi cuarto cerrándole la puerta en la cara.
Al día siguiente le dije a todo el mundo que me fui a dormir después de salir de la habitación de mis compañeros. Extrañamente Varias veces tuve que responder a la misma pregunta. No sé qué diría Iván por su cuenta, quizá que nos fuimos a terminar la faena a alguna parte.
He vuelto a encontrar a Iván en otros torneos y es muy amable conmigo. En alguna ocasión nos encontramos en un ascensor y en cuanto nos quedamos solos me rogó que le diera un beso, pero no accedí.
En fin, fue muy divertido dejarme magrear en frente de mis amigos ciegos. Ese riesgo, ese peligro de ser descubierta por algún ruido lo hizo muy excitante. Es muy posible que lo hayan percibido, ya que nuestros sentidos son muy sensibles. El caso es que desde ese torneo otros jugadores del equipo de Iván y también de otros equipos, me flirtean con mucha más insistencia que antes... Quizá no fuimos tan disimulados y todos saben lo que pasó, quizá Iván lo propagó y el rumor está en boca de todo el mundo, o quizá nadie lo sepa. Espero nunca tener la respuesta, me excita mucho tener la incertidumbre.
De lo único que tengo certeza es que en el fondo soy una chica muy puta. Y es que el hecho de que Iván fuera prácticamente un desconocido corría en mi contra, ya que justamente esa ha sido una de mis fantasías sexuales, tener sexo con un hombre que no conozca y sin ningún compromiso; además tener gente presenciando la faena también influyó, porque esa es otra fantasía que tengo. Supongo que esas dos circunstancias propiciaron mi total anuencia ante sus lances.
Aunque no viene a cuento, pienso que otra de mis fantasías sería tener sexo con varios hombres, otra es hacerlo a cambio de dinero o algún bien material, y otra más es ser forzada de algún modo que no me produzca daño físico. o sea, en el fondo soy una ramera exhibicionista, que ojalá nunca se vuelva a descontrolar.