Uno no siempre tiene lo que quiere
Una de las muchas noches en las que necesito sexo después de una jornada agotadora de trabajo
Hola, vuelvo a escribir J tengo algunas cosillas más por el PC que iré subiendo de vez en cuando ahora que tengo más tiempo. Sé que quizás no sea muy excitante, ni muy…guarra jajajaja pero era lo que me apetecía escribir. Espero que al menos os guste un poquito J
Hay días demasiado agotadores, en lo que noto el cuerpo cargado y parece faltarme aire en los pulmones mientras abro la puerta de casa, asfixiada por el ambiente a estrés. Todo es una rutina, levantarte a tal hora, hacer tal cosa en el trabajo…todo es muy gris…necesito alguien en mi vida, alguien que me sonría cuando llego a casa, alguien con quien discutir y alguien con quien compartir mis días. Alguien a quien follarme hasta no poder más.
Meto las llaves en la cerradura, me quito los zapatos y enciendo la luz. Necesito una ducha, una bien caliente que deshaga los nudos de mi espalda. Dejo el bolso en la barra de la cocina y prendo el resto de luces que llevan al cuarto de baños. Es tarde pero no tengo hambre y mi cuerpo ya sabe lo que viene, voy desnudándome por el camino. Me gusta el roce del pelo por la espalda, las ondulaciones que caen sobre mis pechos acariciando los pezones…como si quisieran enredarse en ellos…me gusta notar que tengo las braguitas húmedas mientras las deslizo por mis piernas; hoy no quiero inventar nada, no quiero imaginar que él está aquí tocándome o mirando como yo lo hago…hoy solo quiero la realidad. Paro frente al espejo del lavabo y observo mi cara, las marcas que el cansancio deja en mí. Me acaricio el vientre y aunque no es visible en el cristal la piel se me eriza y los pezones toman forma mientras subo las manos...están suaves y cálidos.
Normalmente lo recuerdo a él, mordiendo mi cuello, palpando mis nalgas y apretando mis tetas, metiendo su enorme mano bajo mis bragas, invadiéndome…pero hoy no es él, hoy son mis manos las que embeben la chorreante humedad que emerge de mí. Me encanta este olor. El olor a excitación de mi propio cuerpo.
Abro el grifo de la ducha y dejo que el agua se caliente mientras enciendo un par de velas para sustituir la blanquecina luz del techo. Necesito correrme pero aún así tengo la suficiente paciencia como para enjabonarme, disfrutar del olor a frutas del champú y secarme pacientemente.
Recuerdo una vez, cuando él aún estaba en mi vida; salí de la ducha, era verano y el calor era insoportable, anduve desnuda hasta la habitación y empecé a buscar en los cajones de la mesita de noche una braguitas que ponerme. Fue de repente, sin esperarlo. Más aun porque pensaba estar sola en casa. Por mi mente pasaron mil cosas a la vez, como por ejemplo que podría haber entrado alguien extraño, pero cuando puso uno de sus brazos alrededor de mis caderas y tiró de mi pelo, pegando mis nalgas desnudas a su cuerpo y susurró –buenas tardes princesa- pegado a mi oreja, supe que era él. Quise contestar, pero solo cogí una bocanada de aire cuando pasó su callosa mano por mi coño, acariciándolo de una pasada con la palma abierta.
Sus manos.
Sobaba cada milímetro de mi cuerpo, y yo… ¡estaba tan caliente!…me sentía vacía sin tenerlo dentro…
-llevo todo el día pensando en este culito- instintivamente mi espalda se arqueó para rozarme con su cuerpo. Con su polla, tan tremendamente dura que notaba el calor que emanaba de ella a través de la ropa. Giré entre sus brazos y lo besé, bebí de su boca como si fuera lo más importante del mundo, tanto que cuando tuvimos que separar los labios para desprendernos de su camisa mi vientre se encogió…estaba sudado, pero no me importaba, su piel ardía bajo la yema de mis dedos y su olor se acentuó aún más cuando aspiré al pasar la lengua por su cuello, me encendía, mi clítoris palpitaba y mis instintos clamaban por tenerlo dentro, de cualquier forma posible. Siempre agarraba mi pelo mientras abría el cinturón, como temiendo que mi boca volviera a subir…de todas formas yo no quería hacerlo, lo que quería…mejor dicho, lo que necesitaba era comerle la polla, enrojecer mis labios por el roce y ¡dios! Comerle lo huevos porque me encantaba la forma en la que se tensaba, el sonido áspero de su respiración cada vez más acelerada y el palpitar de su polla mientras se corría. Esa vez no me dejó, tiró de mis brazos y me dejó con la miel en la boca. Pero mereció la pena…lo enganché con las piernas una vez en la cama y la forma en la que entró en mi…tan suave y mirándome a los ojos…aún hoy se me pone el bello de punta…
Sus folladas siempre acababan duras.
Miro la cama mientras esparzo crema por mi cuerpo, al final…siempre es él, de una forma u otra mi cabeza siempre vuelve a él…como si me llamara- se acabó-digo siempre, pero para qué engañarme. Cierro el bote y lo lanzo a alguna parte del inmenso colchón, me dejo caer de espaldas y apoyo los talones en el filo de la cama; vuelvo a acariciarme, apretando los pezones, pasando la mano arriba y abajo por los muslos hasta abrir mi raja perezosamente con un dedo; estoy mojada, muy mojada y despechada por la forma en la que mi carne añora la suya, porque lo necesito, ahora y todos los días. Añado otro dedo más y froto mi clítoris en pequeños circulitos, aumentando la hinchazón de mis labios. Mi respiración sube y ¡joder! Si lo que necesito no son sus manos, su lengua y sus caderas chocando con las mías mientras me folla duro, mientras me hace gritar y sonríe de satisfacción al verme así. Aumento el ritmo y mis caderas se elevan, mi mano se mueve aún más rápido, más duro y en una dirección diferente…no sé si me toco con los dedos o con la palma, aprieto más fuerte una de mis tetas duras por la excitación, me páso la mano por el vientre, por el cuello y gimo. Noto que mi interior se encoge y cuando unos pequeños espasmos corren por mis caderas, mis piernas…empiezo a correrme.
Pero sigo estando vacía, no sólo físicamente. Uno no siempre tiene lo que quiere…