Uno, dos, tres ¡Fuera!. Papita, maní y ¿cachapa?
Sigue el castigo planeado pro mi amiga a la puta de Antonella, alias Putella, la amante de mi novi, en plena partido de béisbol. Contiene hetero, lésbico y dominación no consentida.
Sigue el castigo planeado pro mi amiga a la puta de Antonella, alias “Putella”, la amante de mi novi, en plena partido de béisbol. Contiene hetero, lésbico y dominación no consentida.
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-¡Ahhhh, Dío!. No, per favore- chillaba Antonella.
-Vaya con la puta esa, sigue quejándose en su idioma- me enojé.
-Perdón Yusmary, yo no lo sabía por favor-volvió gritar y Mariana la interrumpió.
-No lo sabías, puede ser cierto, pero igualmente tienes marido Putella, y le debes respeto, al menos él si se preocupó por ti, tanto que sabe que necesitas un castigo-
-Tu, ¡flaca desgraciada enferma!, quita eso de mi cara- ¡PLAS!
Un bofetón en su rostro la calló de nuevo, mientras tanto yo estaba buscando conseguir placer entre tanta locura. Con la bulla del estadio era imposible que nos escucharan, y más con el equipo local ganando, sentada en las piernas del señor Valentín comencé a desabrochar poco a poco su camisa descubriendo un manojo de pelos ya canosos. Típico italiano viejo, velludo como el portugués de la bodega del barrio pero al menos no tan barrigón y de cerca, esa franja plateada en el cabello le daba un aspecto demoníaco.
-Espero que tus “Leones” se destaquen muchachita Yusmary, que quiero ver a la puta esa gozar contra su voluntad- me dijo él mientras tocaba mis piernas
-Ay claro que sí Valentín, mi equipo es de campeones-
-Señore Valentín para ti morena, como tu jefe aún estoy muy lejos de ti en el escalafón de la burocracia –
-¿Aún? ¿a qué se refiere mi señor?- le seguí el juego.
-Que voy a probar qué tan buenas son mis empleadas, a lo mejor podrían ser recompensadas- dijo tomando mi camisa y arrancándole los botones.
-¡¿Señor Valentín?! ¡Ay no, esa camisa era original!-
Y de verdad me quejé, bien cara que me había salido en el Sambil.
-No importa, te compro 10 más si quieres, ahora lo que quiero es ver esas hermosas tetas morenas criollas, ya me cansé de ese par de tetas napolitanas que aparte está remendadas con silicona-
-Pues a mí sí me gustan Valentín- dijo Mariana mientras se las apretaba a Antonella con ambas manos que se quejaba un poco.
El señor Valentín con una pericia sacó el broche de mi sostén tan rápido que me tomó por sorpresa y tontamente quise taparme, pero el me abrazó apretujándome contra él que enterró su cara en mi cuello, me hacía sentir cosquillas con su enorme bigote, a mi nariz llegaba su perfume de un aroma muy delicioso, hasta que se separó y tomándome de la nuca acercó mi cara a la suya y me plantó un beso en los labios, quería llevar yo la iniciativa pero qué va, jefe es jefe, para eso nacen.
Su lengua se abrió paso entre mi boca como venciendo una resistencia y empujaba la mía, mientras se escuchaba el ruido y los gritos de celebración del público del estadio que parecían celebrar cada vez que Valentín y Mariana nos hacían sacar gemidos a mí y a Antonella. Con sus dedos empezó a jugar con mis pezones y me daba palmaditas en los muslos, mi vagina chorreaba flujos que caían en sus pantalones mientras me afincaba en su bulto el cual a sentía a través de la tela. Pensaba en el estúpido de José y lo odié más.
Dtrás de nosotros Mariana yacía en el suelo sometiendo a Antonella que aún mostraba renuencia al tacto del enorme clítoris de Mariana, que se acomodaba de rodillas y usaba su mano derecha para dirigir y frotar su “cuernito” sobre su rostro, cosa que Antonella giraba la cara de lado a lado, por eso con la izquierda la tomó del cabello y aprovechando el grito de ella por el tirón se fue de lleno a su boca haciéndola engullir el precioso botón hinchado.
-Ahhh-gimió al instante Mariana cuyas piernas flaquearon.
-MMMMPGG- se escuchó a Antonella al sentir la textura del trozo que tocaba su lengua y paladar.
Ahí estaba, Antonella Cassaldi De Palma, mujer de buena familia y costumbres (según ella misma) sintiéndose la más miserable del mundo viendo cómo su marido la castigaba por descubrir su infidelidad, sintiéndose humillada por su esposo y peor aún, dos mujeres. Si hay algo malo es un hombre que la humille, pero no hay nada peor para una mujer que ser humillada por otra mujer, y estar bajo su poder. Ver profanado el orgullo femenino, que las obliga a ponerse bellas, ya se lo había dicho una vez Valentín cuando ella le pidió para operarse las tetas:
“…Antonella, ¿para qué quieres tú tantas tetas y vainas?, preocúpate y quiérete así, yo te elegí por cómo eres, lo demás son adornos: Yo te amo tal cual eres. Si crees que esta cirugía hará un bien para ti entonces te apoyo, pero no olvides esto, no comas envidia ni nada de los demás, menos de ese círculo de amigas chismosas, las mujeres no se arreglan para los hombres, se arreglan y acomodan para la opinión de otras mujeres y de sus amigas, eso no es más que orgullo...”
Y ahora el poco orgullo que sintió levantarse al técnico del local que regentaba, se le iba entre las piernas de una mujer y de su marido disfrutando con otra que de paso estaba al natural, se sentía una estúpida, así que acomodando su lengua y labios se dispuso a recibir en todo su esplendor al enorme clítoris de Marina aceptando en silencio su cruel destino.
-Así Putella, así me gusta, veo que ya sabes cómo son las cosas así que hazlo bien…, sigue así, no pares vamos, chupa, chupa, es… ¡ay coño qué rico!, síii, siii…-
Mientras Mariana recibía una mezcla improvisada de “cunnilingus/fellatio” debido a su condición hipertrófica, yo me ocupaba en liberar de su prisión el miembro de Valentín, que estaba echo una roca por la visión de su esposa engullendo el miembro femenino de otra mujer. Después de sacar la hebilla de la correa y el botón del pantalón me agaché frente a él y se lo bajé con todo e interiores (no sé por qué los viejos aún se niegan a usar boxers) mostrando un capullo de buen tamaño, no tendría nada que envidiarle a José que tanto alardeaba del suyo. De 15 o 17 centímetros aproximadamente superando la media, la herramienta del viejito aún funcionaba estándar, lo único que sí me cortó un poco la nota eran sus bolas aguadas y colgantes con el escroto todo pálido y blanco, en vez de ponerse espeso como normalmente le pasa al hombre cuando tiene una erección.
Sin decir nada me arrodillé entre sus piernas y lo tomé con la derecha descubriendo el glande rosado y liso, por la palidez de su piel se notaban unas venas verdosas y otras moradas en el tronco hasta la base, y me lo metí a la boca sin pensarlo mucho, al darme cuenta lo que acababa de hacer me sentí triunfante, y sacándome el miembro me volteé y grité:
-¡Mira Putella, voltéate y vacila, para que veas lo que se siente ver a tu pareja con otra!-
Marina aprovechó y se levantó, al hacerlo la cara de Antonella toda destruida y brillante en flujos de un líquido espeso y color blanco mate que rodeaba sus labios. Se quedó viéndome a mí masturbando a Valentín que se echó recostado y se dejaba hacer, de pronto Valentín tomó mi mano y quitándola, me levantó poniéndome en cuatro recostada sobre la silla dejando mi culo em pompa, al que se agachó y deliciosamente metió su boca para chupármelo. Qué placer, qué rico, su lengua pasaba por mi esfínter y bajaba hasta mi raja mientras con sus manos estimulaba mi clítoris, mis flujos salían y eran arrastrados por su lengua hacia mi ano. Mariana agarraba del pelo a Antonella y la obliga a vernos mientras le mamaba el clítoris. La muy puta se había dejado llevar y se tocaba masturbándose, yo sólo mamaba y mamaba de ese miembro viendo a la cara de Valentín, que a su vez veía cómo crecía el clítoris de Mariana y se adentraba más y más en la boca de Antonella. Cuando sentí que su miembro comenzaba a vibrar amenazando con dejar salir el semen, él me quitó y parándose frente a su mujer comenzó a pajearse hasta acabar encima de ella salpicándole las tetas y las piernas.
-Tremenda carga Valentín, tenías guardados los cartuchos- dijo Mariana.
-Sí, ya vas a ver otro cartucho que tengo guardado-
Agarró el celular de Antonella y se lo dio a Mariana, luego me hizo levantar y puso a Antonella a chuparme la cuca a mí que volví a dar un respingo al sentir su lengua, y luego, él su colocó detrás mío y comenzó a estrujarme los senos.
-Niña, toma fotos, videos, toma muchas fotos-
-Valentín por Dios, nooo- dijo Antonella asustada, yo la callé afincándola contra mi cuca.
Espera- dije para agregar más morbo- tráenos las camisas Mariana.
Así lo hizo, y cada una con el uniforme de su equipo puesto salió en esas fotos donde yo agarrando del pelo a Putella yacía con mi cuca en su boca y Valentín desde atrás tomaba mis senos, comprendiendo la treta, Marina tomó fotos de forma que en unas salió la cara de Valentín y en otras no.
-A propósito, ¿cómo va el juego?-preguntó.
-Hasta ahora Mariana… 5 a 0 ganando el Caracas-respondí.
-Uyyy Putella, 5 a 0, si siguen así te toca arepa Putella-
Pero no respondía, aún la tenía pegada a mí, mientras tanto el señor Valentín se preparaba para desquitarse, y haciéndome doblar un poco hacia adelante, tomó su pene y lo fue metiendo poco a poco en mí despacio pero con firmeza, ensanchando mi vagina al mismo tiempo que mantenía a Antonella pegada a mi clítoris, el señor Valentín comenzó a moverse, me tomó de la cintura y aceleraba sus movimientos. -“Vaya viejo aún tiene ritmo”- dije para mis adentros dejándome llevar por la sensación, entonces me tomó del pelo y me hizo recostar la cabeza hacia atrás y buscó mi boca, me besó de forma lujuriosa, Antonella seguía mamándome le cuca y Mariana tomaba fotos, en una de ellas me dejé llevar y salí riendo y mostrando el dedo del medio a la cámara, y luego se grabó un video donde se apreciaba a Valentín bombeándome sabroso y Su esposa haciéndome un oral mientras yo decía:
-Hola José, ¿por qué no me habías presentado a tu puta ah? Así te presentaba yo a su marido, aquí el que está aquí atrás-
Y Valentín aprovechó y hablando directo a la cámara dijo:
-Mañana vienes al servicio técnico y coges tus cosas, estás despedido. Y las demás herramientas se quedan decomisadas hasta que des la cara, si las quieres recuperar, vienes y vas a hacer lo que se te diga sin rechistar-
El bombeo intenso y la excitación me llevaron a un orgasmo el cual me hizo sacarme el pene de Valentín y vaciarme en la boca de Putella, que gruñía ante los chorros que caían en su cara, Valentín me movió y tomó posesión de su esposa decidido.
-Acuéstate en el piso puta-dijo-
La mujer lo hizo mientras el repetía cosas, entre las que se entendió que ella siempre le había negado el culo y que esta vez no se iba a negar.
-valentín por favor, no-
Pero el no entendía razones, con ademán abrió sus piernas y pidiéndole a Mariana se las sostuviera hacia arriba para dejar el agujero del culo a la vista, bajó y pasó su lengua un poco por el agujero y luego de un escupitajo empujó el índice con toda la fuerza que pudo. Al instante Antonella se retorció intentando evitar el dedo invasor que con saliva no entraba tan fácil y más en un culo virgen.
-Valentiiin, ¡ayyy! ¡NOOO POR FAVOR! Me duele, ay me duele ¡para!-
-Cállate la boca- dijo ya metiéndole dos dedos. Cuando sintió que estuvo lista, emprendió la carga con su pene, afincándose y haciéndola chillar. Primero el glande se afincaba en su asterisco, luego el asterisco desapareció por un momento y de pronto volvió estirado, ya con la cabeza en medio de él, dispuesto a seguir dejar pasando el resto de la barra de carne.
-valentiiiin ¡me estás matando! ¡Para! ¡Por Dios!-
Siguió empujando hasta que estuvo todo dentro, sus bolas colgantes chocaban con sus nalgas en cada penetración, el sólo gruñía y su esposa lloraba aguantando las embestidas del viejo, la imagen daba morbo y él se movía muy bien, a cada tanto escupía un poco en la base de su pene y volvía a entrar hasta que consiguió un ritmo monótono y Antonella no se quejaba tanto, momento que aproveché yo para hablar con Mariana sobre aquella vez hace muchos años.
-¿Sabes Mariana? Me acordé de aquella vez en el liceo cuando estabas jodiendo a la caraja de 5 to … su reacción y su huida, ahora veo el porqué de eso, pero esa vez te fuiste llorando, ¿por qué no me contaste que te pasaba esto con tu clítoris amiga?
-Yusma, no ha sido fácil. Cuando estábamos en clase de educación sexual, y veía las imágenes que tanto nos daban risa al hablar de nuestras partes, yo me sentía extraña porque no había nada parecido a lo que se estaba formando en mí. Ya después que fui a los médicos y me explicaron mi situación, me propusieron cortármelo un poco. Pero yo decía que ¿por qué? ¿Si solo era un clítoris? Y es mío Yusmari, me gusta cómo se siente-
-¿Y Luis?-
-Jajaja, Luis lo disfruta. Me lo chupa, le hace la paja, me hace acabar y lo más extremo, me ha dejado metérselo por el culito algunas veces pero hasta ahí, porque según él cree que si abusa se vuelve gay-
-¿Y no te duele?-
-Sólo cuando se me para y tengo ropa muy apretada o no me lo estimulan. Cuando me enteré por parte de los médicos lo que se podía sentir, siendo mujer con clitoromegalia, ¡UFFF! Imagínate cómo se siente, que según el ginecólogo el pene del hombre tiene 4000 nervios, y un clítoris tiene 8000, y darme cuenta de la oportunidad de usarlo. Gracias al porno donde encontré videos de gente como yo, que tenía sexo con hombres, pero también los encontré de mujeres que usaban sus clítoris para tener sexo con mujeres, penetrándolas, y me atacó la excitación allá abajo, y ví la oportunidad, todo se confabuló para que estemos aquí ahora-
-¿Puedo hacer una cosa Mariana?-
-¿Qué?-
-Quiero matar la curiosidad-
-¿Cuál curiosidad?-
-La de saber qué se siente tener eso en la boca-
-Estás segura?-
-Sí, eres mi amiga y por mí revelaste tu secreto-
-Así es- interrumpió Valentín, que aceleraba el ritmo hasta que se pegó lo más que pudo tratando de llegar al fondo de su mujer y se vació en sus entrañas. La muy puta se excitó, y como buen comerciante Valentín le regaló una “ñapa” a Mariana.
-Aquí Mariana ven, toma mi posición. Vas a cogerte a esta puta como un macho-
-Yo no me considero un macho Valentín- respondió enojada.
-Como sea, no creo que dejes pasar esta oportunidad, y yo tampoco quiero desaprovechar la oportunidad de castigar también al cabrón que se la cogía a mis espaldas- levantándose comenzó a vestirse y dijo:
-Tienes hasta el final del noveno, ya estamos en el último inning- habló y luego salió del cuarto.
Ahí en el suelo, la puta estaba acostada boca arriba con las piernas abiertas largando semen de su culo, el cual salía de a poco escurriéndose hasta el piso-
Impulsada por el morbo y tomándola por sorpresa, quise devolverle el favor a Mariana así que agachándome hasta la altura de su cuca y sentándome sobre la cara de Putella la tomé de las piernas y me metí en la boca su enorme clítoris.
-¡Ahhh! Yusma, ¡espera!- dijo jadeando.
Qué sensación tan rara, pero no era incómoda. Con cada succión podía sentir cómo iba creciendo a cada roce, no era igual que mamar un pene, se sentía más como mamar un pulgar o un dedo y que con cada succión este dedo se hinchaba más y más, pude darme cuenta que en ese momento tenía el control sobre mi amiga, entregada a mí, ella se dejaba hacer hasta que sentí más o menos que ya era suficiente. El pequeño brote había crecido a su máxima expresión, parecían un dedo medio y anular juntos con una cabecita del tamaño de la uña del pulgar-
-Suficiente Mariana, ya está listo para que pierdas tu virginidad de la forma como lo hacen los hombres jejeje-
-sólo porque eres tú no me arrecho contigo perra- me dijo-
Se agachó hasta colocarse entre sus piernas, se notaba la inexperiencia de su nueva primera vez con una mujer, al mismo tiempo Antonella sentía lo mismo, era una primera vez compartida para ambas.
Con sus manos Antonella se abría los labios al máximo, tanto que llegó un momento en que se vió claramente su vagina y el agujero de la uretra, el pequeño mástil de Mariana se erguía orgulloso, presa de la excitación. De un lado, la posibilidad de penetrar a una mujer, y del otro, la sensación de sentir a una mujer entrar en ti. De modo que las dos estaban excitadísimas.
Lo primero que hizo Mariana fue descubrir el capuchón hasta dejar ver el tronquito y el glande, debía tener al máximo 9 o 12 centímetros de largo, aunque no era grueso, parecía un marcador de pizarra acrílica, dos centímetros de ancho más o menos, pero apenas tocó la abertura de la vagina de Antonella, ésta soltó un potente chorro de flujo que baño el clítoris y el pubis de Mariana. Sí, para sorpresa nuestra (y creo que de la misma Antonella) la puta acabó de nuevo cosa que aceleró a mi amiga y ésta le enterró la cabecita en el lugar justo.
-Ah, ahh, ahh- soltó Antonella. Por su parte mi amiga sólo apretó los ojos y los labios reprimiendo un gemido que al final no pudo evitar soltar, parecía enojada.
- Ah , Ahhh. Así que esto es lo que sienten ustedes cada vez que nos penetran, malditos suertudos-dijo Mariana.
-¿Qué sientes chama?-
-Resbaloso, me hace cosquillas. ¡AY! Coño, ¡que rico se siente carajo! Siento el calor de la puta en todo mi clítoris-
-Ay Dios mío Jesucristo, qué locura es ésta, sácame eso por favor… ¡AHHH!-
Un chorro potente de flujo se estrelló en el pubis de Mariana cuando se le afincó para callarla, a diferencia de un pene que puede mantenerse erecto con facilidad, el clítoris depende de la estimulación para mantener su tamaño, pero mientras más estimulado más duro se pone y aumenta su tamaño de a poco.
-Mujer, ¡ya por favor! Siento que crece dentro de mí, ¡qué horrible!-
-¡Cállate tú nojoda!- le grité- es más, me comes la cuca mientras mi amiga te coge-
Mariana pasó sus rodillas por debajo de Antonella usando sus muslos para mantenérselas abiertas, y con su mano izquierda se afincaba en su vientre para mantener a Antonella en su lugar mientras con la derecha tiraba de su piel hacia atrás y se apretaba el monte de venus para darle rigidez a su clítoris, con pequeños movimientos cadenciosos, empezó un mete saca que hacía temblar Antonella y Mariana gemía, mientras yo me levanté y arrodillada con mis piernas ambos lados de su cabeza me senté tomándola del pelo. –Chupa puta- dije.
Empezó a mover la lengua lentamente como esquivándome, al principio no hubo mucho problema pero cuando empecé a soltar jugos se cohibió al sentir mi sabor cayendo en su lengua, noté que intentaba detenerse así que la azucé para que siguiera, ella se apoyaba usando sus manos como para evitar dejarle caer mi peso encima, mientras sentía cómo su lengua entraba en mi agujero, escuchaba el “chisteo” de su lengua tratando de evitar tragar mis flujos, mientras yo sentía cómo empezaba a moverse el cuerpo con fuerza, era Mariana detrás de mí que ya había encontrado un punto de placer y dejándose llevar comenzó a subir una mano por el cuerpo de Putella y luego de jugar con sus tetas un momento fue directo a acariciar mis nalgas.
-¡Qué culito tan rico tienes Yusma!-dijo dándome una nalgada.
-¡Ay marica! ¿Qué haces?-
-Tu sólo deja que ella te la mame, no te muevas-
Sentí cómo su mano fue pasando hacia mi raja y metiéndose entre ella, un dedo invasor pasaba por mí esfínter tanteándolo y yo contraje por acto reflejo, a la contracción siguió un gemido de Antonella que seguía pegada a mi cuca, el miedo se apoderó de mí. No me gusta dar culo, siempre lo he considerado algo sólo de maricos y hombres cabrones impotentes y de putas. Pero con a mamada de cuca que me estaban dando más el sonido y el movimiento de Mariana detrás me tenían excitada, por un momento quitó su dedo y creí que me dejaría, pero luego lo sentí de nuevo, esta vez un poco frío.
-Con paciencia y salivita, entra el ratón en la cuevita- dijo la desgraciada que me tenía en ascuas, sentí la presión y una puntada por su uña.
-¡Mariana deja! ¡No!
-Quédate quieta-
-No vale…-
-Quédate quieta coño-
De un solo sopetón metió el que supuse sería su dedo medio por la sensación de los nudillos en cada glúteo, quise levantarme pero la puta desgraciada, de Antonella se abrazó a mí y empezó a chuparme más fuerte todavía, Mariana había acelerado su movimiento de cadera acentuando el roce de su clítoris en su vagina y la cabecita tocaba el hoyo de la uretra, una zona súper sensible en nosotras muy parecida al punto G, por ahí hacemos pipí, y una de nuestras formas placenteras es orinar y cortar y soltar el chorro de orina.
-Déjame Putella, ¡suelta!, ¡Coño! - gruñí tratando de levantarme, pero la posición había dormido un poco mis piernas y aparte del placer ya no me respondían, los gruñidos y gemidos de Antonella eran ahogados en mi vagina y vibraban en mi clítoris, mis pezones estaban parados, Mariana aumentaba el ritmo y las cadencias haciendo chillar a Antonella y a su vez me hacía gemir a mí, su dedo invasor me causaba una mezcla extraña de ardor y placer, mi esfínter se apretaba y sentía cómo se movía luchando por frenar al intruso y cuya uña raspaba un poquito mi recto. Los gemidos de Mariana aumentaban, se moví como loca y gritaba incoherencias: -“¡Toma puta!, ¿Así te la metía José desgraciada? ¿Cuál es mejor ah?, ¿el de José que es más grande o este que te toca justo donde es ah? ¿Te gusta puta?”-
-UH UHM- gruñían Antonella en señal negativa-
-¿Ah no? No me parece puta, mira cómo estás chorreando, le estas comiendo Con ganas la cuca Yusma y taguando flujo perra, ¿ves que sí te gusta puta?, mira cómo chorreas, cómo te hace chillar y pedir más puta, ¡la soldado Ryana te va a hacer acabar aunque no quieras!-
Dicho esto clavó con más fuerza el dedo en mi culo y afincó su vulva en la de Antonella haciéndola sentir su clítoris que crecía y se achicaba a ratos dentro de ella dentro de ella y al mismo tiempo el vello púbico de Mariana estimulaba el clítoris de Putella que me tenía en una fuente de flujos en mi cuca, mi respiración y pulso aumentaban, sólo jadeaba : “Mariana, Mariana no, para…” pero al contrario, comenzó a mover más su dedo, y a meterse al máximo en Putella, que prácticamente me mordía la totona.
-Ahh , ahhh- gemía Mariana al sentir en su clítoris dolor, un dolor que era calmado por los flujos y cubierto por las paredes vaginales de la puta que se cogía a mi novio.
-UMM. UMMHUU…- gruñía Antonella con su lengua dentro de mí.
-¡AY Mariana!, voy acabar. Ya no aguanto Mariana, ¡ay! voy a acabar, me voy… Me voy Mariana, me voy contiguo amiga, vente conmigo, vente para que se venga esta puta también, ¿te vas a venir con nosotras puta? Te vas a venir, te lo tragas todo, ¡siente el clítoris de Mariana perra! Ahhh está saliendooo, ahhhh, ahhh. ¡Llénate maldita!-
Una descarga abrasadora recorrió mi cuerpo haciéndome vaciar en la boca de Antonella y apretar mi culo y el dedo de Mariana en cada chorro, Antonella atrapada debajo de mí se debatía entre tragar y gemir debido al roce y el estímulo de sentir el clítoris hipertrófico De Mariana que debido a su creciente orgasmo provocado por las contracciones de las paredes vaginales de Antonella estimulaban su clítoris haciéndolo crecer a su máxima capacidad, un empuje, unas pequeña tembladera en sus piernas anunciaban el orgasmo simultáneo de las tres, no sé si fue el éxtasis, pero todo llegó al cielo cuando en lo máximo de mi clímax grité:
-AMIGA, TE AMO, TE AMO MARIANA, ¡Ay qué rico siento en mi culito!-
Al grito Mariana se afinco y podía escuchar los gemidos de las dos corriéndose, desde el pubis de Mariana podía escucharse un sonido acuoso de carne chocando entre sí. Cundo todo pasó me dejé caer a un lado respirando y tiritando de placer, mariana se acostó sobre Antonella apoyando su cabeza en sus tetas y Putella trataba de recuperar aire luchando contra un orgasmo y tosiendo atragantada de mi corrida.
Parte baja del noveno
A un lado en el suelo estaba yo respirando y tratando de recuperarme de lo que pasó, a mi derecha se hallaba Mariana sobre Antonella arrodillada con las piernas al lado de su cabeza. Estaba masturbándose de nuevo.
-Carajo soldado- dije jadeando- ¿No se cansa?
-Aún no termina el juego cadete, falta el último out y estamos ganando 5 a 0, les estamos dando arepa a estas magallaneras. Si se da el último out, se va a comer el queso esta puta, y yo sé cuál queso darle-
-¡STRIKE OUT!- se escuchó al final- ¡PONCHE!
La algarabía se apoderó del estadio, entre cantos de fanáticos y lamentos magallaneros, pude ver el castigo consumado por completo en Antonella cuando con gemidos Mariana soltó una enorme pasta cremosa de color blanco mate, lechosa, que parecía una crema corporal de avena a lo cual Putella empezó a luchar por liberarse pues tenía de eso dentro de su boca, nariz y parte en ojo derecho.
-No luches puta. Escúchame, quiero que cierres esa boquita, así, muy bien, y ahora cuando la abras sacas la lengua y quiero ver tu boca totalmente vacía – negaba con la cabeza- ¡Traga ahora!
Ella sabía que ya no valía la pena luchar, su castigo estaba consumado, así que haciendo un enorme esfuerzo pudimos escuchar cómo tragó todo.
-Listo Yusma, se comió su “arepa con queso y suero de leche” esta puta- se reía.
Una hora después nos hallábamos todas sentadas, ya vestidas y Antonella con su camisa hecha jirones y húmeda de flujos, la habíamos usado como paño para limpiarnos. De pronto un ruido y entró el señor Valentín de nuevo, traía unos paquetes y unas arepas, paras todas. Afuera del estadio hay un carrito que prepara las que se dice son las mejores arepas beisboleras de Venezuela. Para más INRI, a Antonella le tocó una arepa de queso “guayanés”.
-Cómanse esa mierda, dijo con su cara neutra como cosa rara, y a ti no te debería dar una mierda así que aprovecha- dijo a su esposa.
-Coño Valentín tremendo juego nos lanzamos, vamos a ver si echamos otro partido- ella y yo nos reímos, Antonella no decía nada y el señor Valentín nos vio al fin, con una cara de culo magistral.
-Vamos a dejar unas cosas claras. Contigo muchachita, ya estoy saldado, contigo niña, te espere mañana en la tienda, pásate por recursos humanos y me esperas que voy a tratar unas cosas de tu trabajo. Y a ti… - dijo a su esposa lanzándole una bolsa- te esperan mañana temprano a las 7 y media en la tienda de ropa.
Cuando Antonella sacó lo que había en la bolsa palideció, en sus manos tenía el uniforme de las vendedoras como yo.
-Valentín qué caraj…-
-SHHHT, baja la voz, te pones ese y con cuidado, que las tetas no dejan casi de tu talla. Y no, no te voy a joder. Pero vas aprender a querer las cosas, vas a parir y a valorar lo que tienes, tuviste un castigo físico, merecido. Pero ahora te falta aprender. Y a ti Yusmary, mañana te espero en recursos humanos, se hizo una vacante en el servicio técnico celular-
Mis ojos brillaban de alegría, los de Mariana sorprendidos y Antonella la llevaban los mil demonios.
-Ah, otra cosa… cuando puedan pasan por el Sambil a la tienda Leones, cada una busca la camisa que les guste y pendiente sus datos para que les den su carnet de abonadas-
-Ay señor Valentín, ¡gracias!- dije yo.
-Gracias nada, yo hablé claro y dije que el desempeño podía traer buenas cosas, sólo es negocio-
-Sabes una cosa Mariana, lo único que no me gustó es que José no recibió nada de este peo-
-Ah no, eso no es cierto, ¿no Valentín?-
- Claro que sí, cuando llegues a tu casa, verás a una persona en la puerta. Dales este carnet-
Me dio un papelito de cartulina blanca con un dibujo de letras en fuego que decía:
DR. DIABLOS
Cobranzas morosas
-Sé que no viene al caso y no tiene nada que ver su estilo de proceder, pero conociéndolo, el hombre me hizo un favor si se puede decir. Bueno ya estás avisada, mañana nos vemos, y tú (a su esposa) párate y mueve ese culo, vámonos-
Se fueron y al salir se asomó dijo: - Cierren al salir.
Nos quedamos un rato ahí en esa caseta. La música de fondo, el “Se Hunde El Barco”, se escuchaba de fondo mientras el estadio iba quedando vacío. Mariana y yo conversamos y hablamos de lo sucedido. Quedamos que todo fue algo del momento y teníamos que esperar a futuro que estuviéramos mejor mentalmente. Por su perta, me confesó su bisexualidad, que sigue amando a su novio, pero que va a tratar de meterle la idea de que también le gustan las mujeres.
-¿Quién sabe?, A lo mejor le gusta- dijo.
Nos fuimos de ahí y nos encontramos en el estacionamiento con Jenny y Franklin, que preocupados nos preguntaron qué pasaba, nosotras con un cuento chino les dijimos que nada, que formamos una buena, que el señor Cassaldi me iba ayudar en el trabajo.
En el carro me preguntó: -¿Cassaldi? ¿Qué no era De Palma?-
-Sí, De Palma es la esposa, él es Valentín Cassaldi De Palma-
Seguimos rodando hasta llegar a mi apartamento, me bajé y me despedí de todos y quedé en mensajear a Mariana. Cuando se fueron caminé hacia adentro y me encontré con un carro antiguo, estilo “hot road” pintado de negro con flamas. De él bajó un hombre que al que le di la extraña tarjeta.
-Nombre. Preguntó el tipo que iba de traje y walkie talkie.
-Yusmary-
-Adelante-, me abrió la puerta de mi propio apartamento.
En él, atado boca abajo a la mesa del comedor con los brazos extendidos y las piernas abiertas por un tubo y cuerdas, se hallaba el cabrón de José vestido con unos bóxers de cuero con un hueco en las nalgas. Caminando a él escuché que empezaba a asustarse, pues estaba amordazado, entonces tropecé.
Allí en el piso, junto a una caja con condones y lubricantes, se hallaba aquel bate slugger negro de madera, con una nota que decía:
“Extrainnigs…”
Mi risa fue maléfica, después del magallinas, tocaba castigar a los vecinos del estadio, Las “sardinas de la guaira”. Esta Leona estaba encendida, dispuesta ir por el título, y ahora es que el juego empieza, pero como decía el grande liga Yogui Berra:
“El juego no se acaba, hasta que se acaba”.
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Gracias. Si te gustó el reñato no te olvides de valorar o comentar. Proximamente algunas confesiones.