Uno de... ¿Zombies?

En pleno apocalipsis siempre hay tiempo para pasar un buen rato...

Salvar la vida por una enfermedad,  resulta paradójico pero la situación resulta aun mas extraña cuando te planteas si mereció la pena salvar la vida.

Habían pasado dos meses del incidente, aquella liberación fortuita de ese virus que algún hijo de puta se empeñaba en cuidar y desarrollar. En la primera semana había caído casi toda la población mundial, en la segunda comenzó a despertar.

Los que sobrevivimos tardamos un tiempo en averiguar cual fue la razón por la que seguíamos vivos, que teníamos en común, el tiempo que tardo en agotarse el ventolin del primero de nosotros. Cuando nos dijo que entre las medicinas básicas que siempre llevábamos encima el debía incluir los inhaladores. Rápidamente el resto asentimos y nos dimos cuenta de que todos los de aquel grupo éramos asmáticos y asiduos a este producto. Así que ya sabíamos porque estábamos vivos, nos quedaba comprender para que.

Del grupo de cinco ya solo quedaba yo, el resto habían caído en diversas situaciones, el primero del que apenas recuerdo el rostro fue el mas lento en una carrera y esas cosas le devoraron. Eran torpes de movimientos pero constantes y muy numerosos, tanto que las armas que  ni siquiera sabíamos usar no servían para mucho. ¿Una pistola o un rifle para acabar con dos millones de muertos? Inténtalo.

Otros dos usaron las armas pero para acabar con su vida, tiro en la boca y a dejar de correr. Mentiría si dijese que no me planteo a diario esa solución.

Claudia fue mi compañera durante un tiempo. Era una chica espectacular, 20 años, rubia y con una inocencia que te obligaba a protegerla.  Fue en uno de los refugios que usamos durante un tiempo cuando la perdí. Yo conseguí  trepar entre las terrazas del edificio pero ella no. Me la arrebataron de las manos y cada día lamento mas no haberme dejado caer tras ella.

La última noche que pasamos en ese refugio la recuerdo con una viveza impresionante a pesar de los meses pasados. Quizá porque fue el ultimo contacto físico con una mujer que he tenido.

Llegamos al refugio tras una batida por los comercios locales en busca de provisiones. Aun era posible encontrar productos de todo tipo, así como agua embotellada. No almacenábamos alimentos porque pensábamos que no debíamos tener hogar, unos días y a buscar otro por una simple cuestión de seguridad. Esas criaturas no eran muy inteligentes pero si persistentes y si descubrían la entrada golpearían la puerta durante días y días. Siempre descubrían el refugio.

Tras cerrar las puertas y las contraventanas metálicas nos dimos una ducha, había casa en las que aun funcionaba el agua corriente aunque ya que fuese caliente era una utopía, además, no nos planteábamos ni fuego ni nada parecido para no llamar la atención. Yo fui el primero en ducharme, tarde poco pues el agua fría no invitaba a alargar los baños.

Mientras ella terminaba yo empecé a curiosear por la casa, llevábamos allí unos días y solo habíamos buscado cosas que desprendiesen olor como los restos de comida y de una mascota, un pequeño perro que quedo encerrado cuando el mundo cambio.

La casa tenia una cocina pequeña, un baño, un salón bastante sencillo y bien decorado, un despacho con los títulos de un abogado y un dormitorio. Había ropa de hombre y mujer. Encontré algunas fotos, eran una pareja de unos 40 años bien acomodados. Poco útil podríamos sacar de allí pero aun así, por instinto de protección revisamos la casa. Pilas, radios, emisoras…. Nunca sabias que podrías encontrar.

Claudia salió de la ducha y sin mediar palabra se unió a mi en la búsqueda, ella comenzó por el armario de la habitación y bajo una manta encontró una caja de plástico, bastante grande. Nunca imaginaríamos el contenido y las carcajadas, aunque intentásemos disimularlas para no hacer ruido fueron inevitables. Parece ser que la señora se dedicaba a reuniones Tupper Sex y allí tenía todo el material que promocionaba. Desde lubricantes a bolas chinas pasando por todo tipo de vibradores y consoladores. ¡Hasta un muñeco hinchable!

Las risas continuaron y dieron paso a un momento más íntimo, pero aun bastante gracioso. Llevábamos  un mes siendo el uno del otro la única compañía y por primera vez nuestras miradas se cruzaban de una manera “humana”. No había tensión, no había desconfianza, no había miedo.

-  Claudia, ¿tu alguna vez has usado estas cosas?

-  Que dices Pablo, a mí ni se me habría ocurrido.

De ella sabia que no tenia pareja antes del apocalipsis, que estudiaba Historia del Arte y poco mas. Vivía en Madrid mientras estudiaba aunque tenía a toda su familia en su pueblo, en Cuenca.

- Yo si te digo la verdad alguna vez si he jugado con estas cosas.

- ¿Ah si? Apenas me has hablado de tu vida.

- Bueno, ya sabes a que me dedicaba, era camionero y ese trabajo no combina bien con la vida familia, quizá por eso ahora estuviese solo aunque si había tenido parejas. Pero creo que eso ya te lo había contado

- Si Pablo, pero…. – Claudia sonreía mientras jugaba con los dedos con un pequeño vibrador metálico - … no me habías hablado de tu afición a estos juguetes

- ¿Afición? ¡Que va! Solo unos lubricantes y un vibrador con una chica con la que quede un par de veces, además, fue mas cosas suya que mía. Yo me limite a evitar que eso entrase por mí….

- ¡Jajaja!. ¡Entendido! – Dijo Claudia recostada en la cama mientras cogía otro de los juguetes, una especie de cordón hecho con bolas de distintos tamaños.

Si es cierto que las mujeres son de Venus y los hombres de Marte en ese momento los dos debíamos ser de Mercurio o algo así porque nos entendimos perfectamente. No dude ni un segundo mientras me acercaba a ella y comencé a besarla, suavemente durante unos segundos y con una pasión que casi nos cuesta una herida en el labio después. Mientras la besaba torpemente mis manos empezaron a intentar colarse por todos lados entre su ropa que consistía en un chándal, una camiseta y una sudadera, la comodidad ante todo. Las manos subían y bajaban por su espalda, el sujetador ni siquiera tenia cierre, era una especie de camiseta ajustada.

Ella por su parte me agarraba la cara y me acariciaba los brazos mientras yo la tocaba como muestra clara de que aprobaba y disfrutaba lo que hacia. Para ayudarme se quito la sudadera y fui yo el que le quito la camiseta.

Ese sujetador deportivo no era un ejemplo de lencería fina pero poco importaba, las tetas firmes y los pezones duros que se entreveían a través de la fina tela si eran un ejemplo.  Tras aplastar un poco e incentivado por sus caricias que ahora empezaban a ir hacia mis muslos le quite también el sujetador.

- ¿Y esto? Jajaja –Me reía mientras le señalaba unos pelos en el sobaco mucho mas largos de lo habitual.

- Oye bonito, ¿ tu crees que con lo que estamos pasando voy a dedicarme a depilarme los sobacos? – Ella también comenzó a reír.

La tumbe boca arriba en la cama y me deleite unos segundos admirando su cuerpo. Era joven, mas de 10 años nos separaban y la firmeza de su cuerpo sorprendía, seguramente el tiempo que llevábamos huyendo la habían hecho perder algo de peso y se la marcaban las costillas. Que excitación me producía subir los dedos palpando esos pequeños huesos para acabar agarrando las tetas como si no hubiese mañana. Los pezones, definidos y muy oscuros estaban duros y respondiendo a cada roce con un pequeño gesto de placer que se intuía en los ojos de ella, que permanecían cerrados y se apretaban al ritmo de mis caricias.

Lamí con fuerza las tetas, lamí el espacio entre ellas que estar tumbada se hacia accesible por la caída natural de sus pechos hacia los lados, lamí su vientre y habría lamido su alma de haber podido. Agarre cada pecho y apreté dejando solo los pezones al aire y chupandolos con sutileza, apretándolos con la lengua en algunos momentos y en otros, los que mas agradecía, con toda mi fuerza y apretando mi cara contra ella. Sus manos  seguían acariciándome donde podían.

Sin embargo finalmente sus caricias se centraron en mis hombros y se tornaron en una ligera presión hacia abajo. Vaya, el típico truco que solemos usar los chicos esta mujercita también se lo sabia.

No necesitó insistir y según bajaba aproveche para bajar los pantalones y las bragas. Ventajas de la ropa cómoda, son cómodas hasta para eso. Al igual que los sobacos esa zona estaba bastante natural, aunque aun se notaba diferencia de longitud de pelo entre la zona que seguramente llevaría rasurada solo hace unos meses.

Cuando me enfrente a su coño pude ver como unas gotas de flujo se pegaban a los pelos que tapaban la generosa raja. Lo recogí con mi lengua disfrutándolo como si fuese mi primer coño…. O el último. Ella, mas impaciente, bajo sus manos y se abrió firmemente sus labios mostrándome su clítoris, que como sus pezones, parecía duro y deseando ser tocado.

Empecé con un dedo y le quite sus manos, quería hacerlo yo y a ella no le importo. Creo que jamás había visto a una mujer correrse tan deprisa, apenas 10 segundos después de comenzar a rozar el clítoris con mis dedos ya se había ido. Eso si, fue tan temprano como breve, pocos segundos después pude volver a tocarla. Esta vez introduje dos dedos por la vagina que, debido a la excitación, chorreaba flujo como una quinceañera con su primer novio. Los dedos se deslizaron y ella doblaba la espalda según entraban como una contorsionista.

- Si los deditos te hacen eso no quiero imaginar cuando llegue lo otro…

No me respondió, solo me sonrió y yo seguí, esta vez pude jugar unos minutos. Un dedo, dos, los doblaba, los metía rápido, lento y ella lo gozaba todo. Que receptiva.

Al final deje dos dedos dentro presionando con fuerza las paredes de su vagina, algo que la gustaba y mucho. Con mi lengua me abrí paso entre los labios y de nuevo, tras unos segundos de roce en el clítoris se corrió, esta vez con mas intensidad. Pude notar espasmos en la vagina en los dedos que aun tenia dentro de ella. Los saque y literalmente las gotas se me quedaron en la punta de los dedos. Disimuladamente me limpie en las sabanas.

Cuando pensé que era mi turno y que me tocaría gozar a mi se incorporo y se sentó, miró a su alrededor y con una sonrisa picarona acerco la mano a uno de los juguetes.

- Quiero probar uno de estos.- Lo decía con un consolador de unos 10cm, con forma ovalada y de textura metálica.

- ¿Ah si? Pues probemos….

Se dio la vuelta y se puso con el culo en pompa, a cuatro patas dejándome a la vista no solo su coño, que se mantenía húmedo sino también su culo. Prieto y, en este caso, absolutamente libre de pelo.

Empecé a deslizar el juguete por la raja de su coño que, como dije, era bastante grande. Gran parte del mismo quedaba atrapado entre los labios deslizándose con facilidad. Dependiendo del ángulo rozaba el clítoris y desde luego que para ella era lo mejor, pero no iba a ser todo tan placentero, ¿no?

Introduje el consolador hasta el fondo, menos mal que la base era con un reborde ancho para que no se colase. Al igual que con los dedos su reacción fue muy fuerte, arqueándose entera y apretando los dientes contra la almohada. Hasta los pies retorcía cuando entraba algo en su coño. Era ese equilibrio entre el placer y un poco de dolor que tanto aprecian las mujeres.

Al verla así y con el vibrador metido me dio por hacer algo que jamás en mi vida había hecho ni me habría planteado. El culo, allí, atrajo la atención de mi lengua y empecé a dibujar círculos al principio y apretando hasta conseguir abrir suavemente el ano, metiendo la lengua hasta donde llegaba. Su primera reacción fue de mirar con desaprobación pero un nuevo movimiento de mi lengua y otro del vibrador que tenia en la mano la dejaron sin ganas de quejarse. Seguí así, unos segundos y de nuevo estallo en un orgasmo. Al tenerlo apretó con fuerza y el vibrador salió poco a poco de su cuerpo empujador por sus espasmos.

Lo recogí con intención de seguir un poco más pero no me dejo.

- Ahora me toca a mí.

- ¿Ah si? Pero yo no quiero el vibrador eh… - Bromee aunque indicando que no me interesaba eso.

Me guio al lado de la cama y me hizo ponerme de pie. Ella se movió al filo de la cama y se sentó conmigo entre sus piernas.  Bajó mis pantalones y los calzoncillos como había hecho yo con ella, en un mismo movimiento. El rabo, que parecía que me iba a explotar subió con un respingo en cuanto se hubo liberado.

- Joder, ¿como has podido tenerlo escondido durante tanto tiempo?

- Igual que tu esas preciosas tetas, ¿no?

Una gota de líquido rezumaba de la punto del hinchado capullo y ella, rápidamente, la rozo con los dedos, me miro fijamente y con una expresión absolutamente pornográfica se la acerco a la boca y deslizó por los labios mientras apartaba su mirada hacia un lado, donde se encontraban las cosas del tupper sex. Cogió un bote de lubricante con una foto de una naranja y lo abrió.

- Como hecho de menos las frutas frescas, a ver si esto de verdad sabe a naranja.

Se hecho un buen chorro en una mano y se lo extendió con la otra. Uso la derecha para agarrarme la polla y con la izquierda me masajeo los huevos. El lubricante hacia su trabajo y cada caricia era suave y cálida. El olor a naranja impregnaba el cuarto y llegaba a mí que no apartaba la mirada de sus manos, pequeñas pero rápidas haciéndome la mejor paja de mi vida.

Estiro la piel del rabo con fuerza hacia la base y murmurando algo que no entendí se la acerco a la boca y la engullo con una suavidad tremenda, apretando con los labios cada vena, cada pliegue de piel, el borde del capullo…. Absolutamente todo. Parecía que su boca no tenia fin pero si, no pudo metérsela entera a pesar de sus esfuerzos. Compensó con sus manos que seguía moviendo suavemente  como si tuviesen vida propia.

En vista de que comérsela entera era imposible opto por otra cosa. Sin soltarla en ningún momento apretó la base y se deleito con el capullo. Lo lamia, apretaba, acariciaba con los labios y hasta se lo frotaba alrededor de la boca. Parecía estar disfrutando tanto como yo. Precisamente tanto estaba disfrutando que sentía que me iba a correr y no quería aun, quedaban muchas cosas por hacer.

A su pesar  y muy al mio la separé y le dije que la quería follar ya, supongo que entendió el problema y que también querría ella hacer algo mas. Como antes de chupármela fue ella la que tomo la iniciativa y me tumbo boca arriba en la cama colocándose sobre mi.

-No sabia a naranja pero me ha encantado, además, te ha dejado muy deslizante…

-Pues ya sabes lo que hay que hacer. –Casi ni me salía la voz.

Pude apreciar de nuevo las preciosas tetas que tenia, así como la curva que marcaba su cadera. El pelo aun mojado caía cubriendo parte de su rostro. Uno siempre imaginaria a una mujer así para irse a una isla desierta, supongo que también valdría para un fin del mundo.

Me la cogió y se coloco encima, echándose hacia atrás. Calculo mal y a medida que el rabo entraba iba poco a poco echándose hacia delante en busca de una postura mas cómoda. Como se intuía cuando le metí los dedos y el consolador la polla, bastante mas grande que ambos la iba a dar algún problema. No se desanimo y poco a poco encontró la postura y fue metiéndosela, yo notaba ese coño jugoso mezclado con la saliva y el lubricante de naranja. Paraba y empujaba un poco mas aunque finalmente llego a la conclusión de que no era la mejor postura. Se puso en cuclillas con las piernas abiertas y al hacerlo una gota de la mezcla se deslizo por su muslo. De esa postura intento metérsela y finalmente se conformo con jugar un poco con poco mas de la punta. Yo, sutilmente, hice movimientos intentando penetrarla más a fondo pero no me dejó, se recostó de nuevo sobre mí y me follo unos minutos con cuidado. Debía estar sintiendo dolor pero lo gozaba. Una de sus manos de vez en cuando bajaba a la zona y me tocaba los huevos y me apretaba la polla, quizá comprobando todo aquello que no entraba.

Pensé que era el momento de cambiar y la sujete para que parase, lo entendió y esta vez se dejo hacer. La puse boca abajo y la doble sus rodillas dejando el culo en pompa. Así de nuevo tuve pleno acceso a ella. La penetré suavemente al principio, ella con sus manos me sujetaba los muslos para evitar que entrase fuerte. Fui cuidadoso y poco a poco al final conseguí dar de si aquello y follarmela a placer. Tenia que hacer paradas de vez en cuando para no correrme. La humedad, la presión y el tiempo que hacia que no la metía en caliente me superaban.

Las manos, que unos minutos antes me sujetaban ahora se colocaron en sus nalgas y las abrieron, mostrándome el agujero oscuro que me había comido unos minutos antes. Entendí que quería probar por ahí y yo no dude. Se la saque y cogí el lubricante  de naranja para facilitar la penetración.

Curiosamente por ahí no hubo tantos problemas, despacio fue entrando hasta donde sus nalgas permitían y ella lo recibía con gemidos cada vez mas fuertes. Tuve que taparla la boca para evitar llamar la atención. Al final y sabiendo que me iba a correr empujé y follé como si no hubiese mañana (cosa bastante probable) y cuando casi me había corrido fue ella la que lo hizo. Gritó y gimió mientras yo note que no aguantaba mas. Le saque el rabo y descargue sobre su culo y su espalda. Como se nota que llevaba mucho sin vaciarme. Le deje todo el culo empapado con un chorro denso y generoso. Las zonas que no se mojaron no se libraron pues ella empezó a extender el líquido como si fuese la mejor de las cremas.

-¿Qué ha sido eso?- Me dijo.

De repente todo cambio, sin mediar palabra nos pusimos la ropa pendientes de cualquier ruido. Sonó de nuevo. Eran golpes en la puerta. Esos putos zombies nos habían encontrado.

Sabíamos lo que teníamos que hacer. Esa casa tenía terrazas con balcones que permitían subir y bajar con facilidad en caso de necesidad, además de que desde ese tejado se podía pasar a unos cuantos edificios mas. Cogimos nuestras mochilas, como tantas veces y comenzamos la ascensión mientras que los golpes en la puerta iban a más.

¿Tuvo algo que ver lo sucedido antes? Nunca lo sabré, la cuestión es que Claudia, en plena ascensión, dio un mal paso y callo, agarrándose como pudo a una barandilla y a mi pierna. Por la barandilla un puto zombie al que le faltaba media cara se asomo, debían infectar ya el edificio. Forcejeo pero en su posición era complicado, miro hacia arriba, a mi, a mis ojos un segundo antes de que las manos del bastardo la hiciesen soltarme y no pudiese agarrar nada mas.

Espero que muriese con el golpe, no tuve tiempo ni de comprobarlo pues el ruido atrajo a un montón de esas cosas que pudieron entrar a través de la puerta de cristal que había en el portal. En menos de 10 segundos solo había sombras sobre ella devorando el cuerpo que unos minutos antes me había hecho subir al cielo y olvidar por primera vez lo que estábamos viviendo.

Conseguí llegar arriba a pesar de que las lagrimas me impedían ver, avance unos cuantos edificios y baje, como había subido, por la fachada. Teníamos varios coches con las llaves puestas y  lo necesario en el maletero. Tras asegurarme de que no había ninguno cerca salté desde el balcón mas bajo y me metí en el Bmw serie 3 lleno de combustible y me alejé tan deprisa que a punto estuve de estrellarme. De nuevo a empezar, sin saber donde ir, sabiendo que había mas supervivientes pero al igual que yo si vivían era precisamente por estar escondidos. ¿Sobreviviría totalmente solo? Una luz en edificio a las fueras me guio como un faro guía a un barco….

Continuara….