Uno de los nuestros

Un día, Marta ve a un hombre masturbándose en la calle. Días después son más y más. También mujeres. El mundo entero se está hundiendo en la perversión. No hay escapatoria

Creo que me llamo Marta. No estoy segura, pero cuando me esfuerzo mucho por recordar, ese nombre surge en mi mente, así que supongo que es el mío, o quizá el de alguien cercano a mí. Me ha costado más de media hora escribir la frase anterior porque mi capacidad de concentración es mínima ahora. Recuerdo haber visto alguna película de zombis en el que los personajes supervivientes aseguraban que lo peor, la situación que les volvía locos era que estaban encerrados en una casa, rodeada por miles de zombis que vagaban por la calles, gimiendo lastimeramente. Ese sonido nunca paraba, era una continua cacofonía que tenían que escuchar día y noche.

Es algo parecido lo que pasa ahora en el mundo. Mientras escribo esto, completamente desnuda, cubierta de semen que empieza a secarse y parando cada 30 segundos para tocarme, escucho gemidos de placer y demás ruidos sexuales intensos fuera de mi habitación. Nunca paran. Siempre hay alguien follando o masturbándose, en las calles, en el resto de las habitaciones de mi casa, en mi propia habitación, ahora solo ocupada por mí, pero con cuatro pantallas diferentes reproduciendo porno en bucle.

No sé si alguna vez alguien leerá esto, pero tengo la esperanza de que sirva de advertencia a alguna civilización futura que encuentre este documento, cuando la nuestra ya haya desparecido, cuando los generadores de electricidad dejen de funcionar, que será pronto. Cuando eso ocurra, inevitablemente moriremos todos porque hemos perdido toda capacidad de trabajar, arreglar nada o realizar cualquier actividad compleja. Yo misma noto como día a día me cuesta más poner en orden mis pensamientos y escribir. Tal vez resulte difícil de creer. Pero he tardado varios días (no sé cuantos, he perdido la noción del tiempo) en escribir estos párrafos anteriores.

La comida también se está acabando. Comemos cuando podemos de lo poco que podemos encontrar mientras vagamos por las calles, desnudos y follando cada vez que nos cruzamos con otra persona. Los cadáveres se amontonan por la calles. Algunos han empezado a comérselos.

Debo concentrarme y terminar de escribir. Tal vez sería más comprensible si empezara a contar todo esto desde el principio. Mis recuerdos son confusos y se mezclan entre ellos. En realidad no sé cuándo ni cómo empezó. Pero sí recuerdo la primera vez que vi a un hombre masturbándose en la calle, a la vista de todos. Caminaba hacia mi trabajo y lo vi allí, sentado y apoyado en una pared, masturbándose sin descanso. No parecía ser consciente de nada más. Tuve miedo y empecé a correr. No paré hasta llegar a mi trabajo. A los pocos días casi lo había olvidado. Supuse que no era más que un pervertido y no le di más importancia.

Pasaron unos tres o cuatro días hasta pasó lo del metro. Estaba dentro del vagón, rodeada de gente. Cada persona estaba pensando en sus cosas hasta que un hombre que estaba sentado en uno de los asientos se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse. La gente se apartó, asqueada, y todo el mundo intentó ignorarlo, deseando llegar pronto a su parada y salir. Pero volvió a ocurrir al día siguiente. Y al siguiente. Pronto, todos los días había hombres masturbándose en el metro y en las calles. Por supuesto, la gente llamaba a la policía. Estos llegaban, los detenían y se los llevaban. Pero era evidente que estaba pasando algo grave. Me asusté de verdad cuando vi por primera vez a una mujer haciéndolo también. Estaba de pie en mitad de la calle, tocándose casi con violencia. Algunos hombres se acercaban para mirarla y pronto se atrevieron a tocarla. La mujer no hizo nada para impedirlo y continuó masturbándose.

Pronto era algo demasiado evidente como para ignorarlo más y seguir con nuestras vidas. Todos los días había hombres y mujeres en todas partes, en la calle, en los transportes públicos, en el trabajo. Cuando llamabas a la policía te decían que no daban abasto, no podían atender todas las llamadas avisando de esto. En todos los medios de comunicación se hablaba de ello, pero nadie sabía cuál era la causa de algo así. Todavía eran una minoría, tres o cuatro personas entre los miles que caminan por la calle cada día. Pero era obvio que estaba extendiéndose. Las noticias decían que era algo que pasaba en todo el mundo.

Como todos, no entendía qué estaba pasando. Tenía una inquietud constante, era perturbador y desagradable que no pasara ni un solo día sin que me viera obligada a ver a gente masturbándose por las calles. A veces, tocándose entre ellos, cuando daba la casualidad que coincidían dos en el mismo lugar. Pero mi horror se hizo tangible cuando entré en casa un día y descubrí a mi novio masturbándose como un animal, tumbado en el suelo del salón. Tardé varios minutos en conseguir que se diera cuenta de mi presencia. Cuando por fin me miró, paró inmediatamente, se levantó y se disculpó tímidamente, encerrándose en su cuarto acto seguido. Por suerte, al día siguiente, todo parecía normal entre él y yo otra vez. Intenté olvidarlo con todas mis fuerzas y seguir con mi vida.

Pero unos días después, recibí un email de una antigua amiga. Hablaba de cosas que habíamos hecho juntas (estudios, viajes), pero noté algo raro. La escritura parecía demasiado artificial, demasiado correcto, como escrito por una máquina. En ese momento, contenta por tener noticias de mi amiga, no le di importancia. Fue el mayor error que he cometido en mi vida. Adjunto al email había un vídeo que se titulaba "Video de mi boda". Pensé "¿Mi amiga se ha casado?". Me alegré por ella pero no entendía por qué no mencionaba algo así en el email. Abrí el vídeo y la pantalla del ordenador se puso completamente negra, mientras sonaba un zumbido constante. No tengo muy claro qué fue lo siguiente que vi, mis recuerdos me fallan, pero eran distintas imágenes que cambiaban a toda velocidad, saturándome y provocándome mareos. Perdí el conocimiento y caí desmayada en el sofá. Cuando desperté, la pantalla estaba normal. Me preocupé un poco, supuse que el estrés de todo lo que estaba pasando en el mundo me jugó una mala pasada. Dormía poco y mal, así que quizá mi cuerpo no pudo más.

Por suerte, ahora me sentía bien. Descansada y alegre por primera vez en mucho tiempo. De hecho, era algo más que eso. Estaba cachonda. Me apetecía tener sexo. Desgraciadamente, mi novio estaba en el trabajo en ese momento, así que intenté relajarme. Pero no podía. Una idea cruzó mi mente en ese momento. Podía poner porno y masturbarme. No era una gran consumidora de porno, aunque lo veía de vez en cuando. El problema es que no me gustaban la mayoría de los vídeos, me parecían poco excitantes, estaban demasiado centrados en un público masculino. Pero ahora me apetecía, así que abrí el navegador y pensé en buscar en alguna categoría que me pudiera gustar. Pero el ordenador no funcionaba correctamente. Cuando se abría el navegador, no aparecía la página de inicio ni Google ni nada. Solo una web que mostraba un vídeo porno directamente. Uno que no me gustaba especialmente. Cerré la ventana y volví a abrir el navegador otra vez pero volvió a pasar lo mismo.

Reinicié el ordenador y lo volví a intentar, cada vez más apresurada por ver el porno que me gustaba, masturbarme y seguir haciendo mis cosas. Pero era inutil. El navegador seguía mostrando el mismo vídeo hiciera lo que hiciera. Al final, me resigné y pulsé "play" en ese vídeo. Mejor eso que nada, pensé. El vídeo era el típico porno pensado para los hombres. Tres pollas se follaban a una chica por su coño, culo y boca al mismo tiempo. No me gustaba. Quise cerrarlo y olvidar todo el asunto de masturbarme, pero por alguna razón no lo hice. Seguí viendo como esa chica era usada y humillada. Cuando iba por la mitad, descubrí sorprendida que llevaba ya un rato con mis dedos frotando mi coño por fuera del pantalón. No me había dado ni cuenta de que había empezado a masturbarme, era como si mi cuerpo tuviera voluntad propia. Me desnudé completamente y continué masturbándome furiosamente mientras imaginaba que yo era esa chica del vídeo. Me corrí en cuestión de minutos y apagué el ordenador. Me sentía rara. Nunca antes me había excitado viendo algo tan degradante. Estuve toda la tarde pensando en ello, sin poder quitarme de la cabeza esas imágenes. Esa noche, follé con mi novio y no pude evitar imaginar que otras dos pollas me follaban también al mismo tiempo que él.

Al día siguiente, mientras caminaba hacia mi trabajo volví a ver a gente masturbándose en las calles, como siempre. Solo que en esta ocasión, no apreté el paso para llegar cuanto antes, sino que seguí andando a mi paso normal y mirándoles directamente.

Para cuando llegué a mi oficina, ya estaba totalmente excitada. Intenté trabajar unos minutos, pero era evidente que no podía concentrarme a menos que me corriera. Me encerré en el baño y empecé a tocarme. A la mitad de mi paja creció un temor en mí: ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Por qué no podía ni siquiera esperar a llegar a casa? ¿Por qué estaba tan cachonda que tenía que arriesgarme a masturbarme en el trabajo? En ese momento, una voz dentro de mí sabía la respuesta a esas preguntas, pero mi mente, de alguna manera, logró acallar esa voz hasta que me corrí.

Pero la voz volvió a las pocas horas, ahora hablándome más claramente desde mi subconsciente. Solo podía pensar en volver al baño y masturbarme otra vez. Casi sin ser consciente de lo que hacía, me levanté y volví a encerrarme en el baño. Mientras me masturbaba por segunda vez en la mañana, la voz me habló claramente esta vez. "Ahora eres uno de ellos", dijo. Me negué con todas mis fuerzas a aceptar algo así. "Simplemente estoy nerviosa últimamente y correrme me relaja, como a todo el mundo. Eso es todo", me contestaba a mí misma.

Pero supe que tenía un problema cuando, caminando por la calle de vuelta a casa, sentí otra vez un deseo irrefrenable de tocarme. Intenté controlar mis pensamientos, pero era imposible. Cuanto más esfuerzo hacía por ignorarlas, las vívidamente se grababan en mi mente las imágenes de la mujer del vídeo. Abusada por tres hombres, todos sus agujeros llenos, el semen cayendo sobre su piel mientras gemía como una puta. Me asusté de mí misma. Jamás había usado la palabra "agujero" para referirme a la boca, coño o culo de alguien, y mucho menos había llamado nunca "puta" a otra mujer ¿Qué me estaba pasando? No solo estaba teniendo pensamientos sucios, sino que el hecho de tenerlos me estaba excitando más. Mi subconsciente volvió a hablarme: "Es inutil negarlo. Ahora eres uno de ellos. Tócate aquí y ahora. Húndete en la perversión".

Cuando me di cuenta de que estaba acariciando mis tetas sobre la blusa mientras caminaba, solté un grito. Empecé a correr, desesperada por llegar a casa. Para mi desgracia, el ascensor no funcionaba. Mientras subía las escaleras hasta mi casa en el quinto piso, el deseo parecía subir también. Mis manos ya recorrían todo mi cuerpo mientras me obligaba a mí misma a continuar subiendo. Cuando por fin llegué a mi planta, ya me había arrancado la camisa, me había bajado el sujetador y me había subido la falda. Buscaba las llaves en mi bolso con una mano al mismo tiempo que me bajaba las bragas con la otra. Solo tenía que avanzar unos metros más, la puerta estaba justo delante. Estaba agarrada a la barandilla de la escalera y caminaba a pasos muy cortos, porque tenía las bragas en los tobillos. Hasta que tropecé, las llaves se me cayeron de la mano y, para mi horror, se colaron por el hueco de la escalera, cayendo quién sabe dónde.

Entonces me di cuenta de que no tendría la fuerza de voluntad suficiente para buscarlas. Era demasiado tarde. Sentada a solo unos metros de la puerta de mi casa, me abandoné al deseo. Mis gemidos reverberaban por todo el edificio. Intenté taparme la boca, no quería que me escuchara nadie y vinieran a ver qué pasaba. Pero fue peor. Empecé a lamer la mano con la que tapaba mi boca y pronto estaba chupando mis dedos como si fueran una polla. Una parte de mí quería de verdad que me vieran así. A partir de ese momento, ya nada me importó. Continué masturbándome y gimiendo como una perra hasta que me corrí. Una vez relajada, pude por fin vestirme y buscar las llaves. Tuve suerte y nadie me vio. Pero aquella otra parte de mí, se sintió decepcionada por ello.

Una vez en casa, me preparé algo de comer, pero dejé el plato a la mitad porque necesitaba encender el ordenador y ver otra vez ese vídeo. Sin embargo, ahora el navegador parecía funcionar correctamente. Busqué y busqué el vídeo, pero era como si nunca hubiera existido. Por suerte, había muchos vídeos similares en internet, así que vi bastantes esa tarde. No sé cuántas horas pasé masturbándome viendo porno. Solo sé que seguía haciéndolo cuando llegó mi novio. Cuando me vio así, no dijo nada, solo se acercó, se sacó la polla y la metió en mi boca. Follamos hasta quedarnos dormidos, yo pasé todo el tiempo imaginando que era una de esas zorras de los vídeos.

Al día siguiente, me masturbé nada más despertarme, me vestí y camine todo lo deprisa que pude hasta la oficina, sabiendo que tendría que masturbarme otra vez nada más llegar. Me fijé que ahora las calles estaban llenas de gente tocándose y follando, hombres con mujeres, mujeres con mujeres, hombres con hombres, en grupo, viejos y jóvenes. Tenía que ir sorteándolos mientras caminaba. Esta vez pude controlarme mejor, supongo que porque acababa de correrme y estaba más relajada. Pero cuando llegué al trabajo, lo primero que hice fue apresurarme para entrar en el baño. Para mi desesperación, los tres compartimentos estaban ocupados. Esperé un rato dentro del baño junto al lavabo. Se oían gemidos. Estaba claro que todo el mundo estaba encerrado masturbándose. Esos gemidos invadían mi mente. Yo no podía más. Empecé a tocarme de pie allí mismo. Luego apoyé la espalda en una de las puertas. Notaba que la persona al otro lado también estaba apoyada en la puerta. Nos masturbamos juntos, sabiendo que había alguien al otro lado haciendo lo mismo. Era casi como si estuvieramos follando.

Oí a una de las personas del baño susurrar: "Soy uno de ellos". Lo repetía sin parar. Yo empecé a repetirlo también. Pronto, las cuatro personas que estábamos dentro decíamos lo mismo. Hasta que una de ellas dijo "Debo hundirme en la perversión". Y aquello fue la señal para que todos lo repitiéramos también. Los gemidos subían de volumen y nos corrimos más o menos a la vez. Al salir, ni siquiera nos miramos. Cada uno siguió con su trabajo. Pero era común que uno u otro se levantara a las pocas horas hacia el baño otra vez.

Así pasaban los días. Cada vez era más difícil controlarse. Solo había dos tipos de gente en la calle: los que se tocaban y follaban allí mismo, y los que iban corriendo, intentando llegar a sus casas o adonde fuera para masturbarse allí tranquilamente. Poco a poco, la gente de mi trabajo dejó de encerrarse en el baño para masturbarse en su escritorio. Era imposible concentrarse en trabajar mientras se oían gemidos de tantos compañeros que se abandonaban al placer. Los monitores de los ordenadores ya no mostraban documentos de Word o Excel, ya solo podía verse porno continuamente. Uno de los chicos se acercó a la mesa de la chica que tenía justo al lado, se bajó los pantalones y le puso la polla en la cara. Ella lo dejó todo y empezó a chupar sin mediar palabra. Yo me masturbé mientras miraba. Cuando terminé solo podía pensar en una cosa: "Quiero que todo el mundo sea como yo". Y sabía lo que tenía que hacer para lograrlo. Empecé a escribir emails a todos mis contactos (incluida mi familia) contando cualquier cosa que se me ocurría y adjunté a todos ellos aquel vídeo de la "boda" de mi amiga. Todo el mundo estaba haciendo lo mismo, porque ya había recibido ese mismo vídeo cientos de veces.

El mundo entero se había obsesionado con el sexo. Era imposible de parar. Ya no quedaba nadie en las calles haciendo otra cosa que no fuera follar. En los escasos momentos en los que estaban más relajados, aprovechaban para pegar carteles con imágenes pornográficas. En las televisiones y ordenadores de todas las casas ya solo se veía porno. Incluso los canales de televisión empezaron a abandonar toda su programación para poner porno las 24 horas del día. La gente empezó a grabar vídeos porno caseros que compartían en sus redes sociales. Se suponía que estaba prohibido hacer algo así, las normas de las redes sociales lo impedían, pero era evidente que los responsables de ellas ya eran también "uno de nosotros" y tuiteaban o escribían una y otra vez peticiones de más vídeos de la gente, cuando no colgaban los suyos propios.

Me ha llevado meses escribir esto. Solo puedo escribir unas pocas líneas cada día, porque el resto del tiempo no puedo concentrarme lo suficiente. A veces estoy siendo follada mientras escribo. Y cada vez los momentos de relajación son más cortos. Pero creo que si alguien lee esto alguna vez, podrá comprender qué nos pasó. Pero no tengo muchas esperanzas de que quede alguien cuando todos hayamos muerto. Por supuesto, las mujeres se quedan embarazadas continuamente, pero en los últimos meses nuestra manera de practicar sexo se ha vuelto más salvaje que nunca y no conozco a ninguna mujer que haya podido mantener su embarazo durante mucho tiempo. La dureza con la que son folladas les termina provocando un aborto muy pronto. Tengo mucho miedo de quedarme embarazada porque ya no quedan médicos, es muy peligroso abortar. Yo tuve la suerte de encontrar una farmacia que aún no había sido saqueada y me aprovisioné de miles de píldoras anticonceptivas. Pero tarde o temprano se acabarán, o yo no conservaré la suficiente lucidez para acordarme de tomarlas.

Creo que sigo viviendo en mi casa aunque no la reconozco llena de basura y con gente desconocida follando por todas partes. No sé dónde están mi noviomi familia o amigos ytampco sé si los reconocería.

Las relaciones so ciales ya no impotan. Tampo +vco nuestras personalç idades. Creo que fui de las últimas en " caer", de manera que aún conservo algo d e mi antiguo yo. Supongo que esa es la r azón de que aún pue escribir. Pero cada día pensamientos son mas confusosComo dije, no estoy segura mi nombre y tampoco se que dedicaba antes de todo esto ,olo se que era una ofcina.

No puedo seuir esxffrinedo masds. acasda dia esmas innnteso                eesolo esbrico una palanrbaa al diia

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