Universitarios casados 2

Una continuación de mi anterior relato. Espero que os guste y os animéis a comentar, vuestros comentarios y valoraciones me animan a seguir escribiendo. Muchas gracias por ellos de antemano.

“El fin de semana acaba de comenzar” con esas palabras aún resonando en mi cabeza me vestí. No podía evitar esconder una leve sonrisa al recordar lo que acababa de suceder, ¿en serio había ocurrido?

Éramos siete personas, tres mujeres y cuatro hombres. La complicidad del grupo estaba fuera de toda duda, en cierto modo, solo habíamos quedado para conocernos y vernos en persona, en principio, nadie albergaba ninguna oscura intención, excepto, quizá Saray y yo. Nos alojamos en una casa rural de dos plantas, abajo la zona de día y arriba la de noche, obviamente, nos separamos por grupos de chicos y chicas.

Me esperé unos minutos y me encaminé hacia la casa, me recibieron entre vítores y gritos, sin duda, el alcohol estaba haciendo su parte. Acababan de empezar a cantar, nada hay más peligroso que un grupo de universitarios fuera de sus hogares.

Saray se puso a mi lado, apoyándose en mí me susurró. –Ha sido increíble, hacia tiempo que no lo hacia así. -Noté su mano en mi espalda, acariciándome, aquello  me hizo estremecer.

Le tocaba cantar, así que con un suave movimiento se despidió de mí y empezó a cantar mientras nos lanzábamos miradas furtivas. Estoy casi seguro que alguien se percató, pero tampoco creo que recordasen demasiado al día siguiente.

Al acabar su canción y entre los aplausos de los presentes alguien le tiró una copa encima.

-Mierda, lo siento! Te he puesto perdida.

-No pasa nada –contestó ella- son cosas que pasan, no te preocupes. Voy a cambiarme y vuelvo.

Me miró, con esa mirada pícara indicándome que la siguiera, yo miré a mi alrededor y nadie parecía especialmente centrado en nosotros, así que le indiqué que me esperaría un minuto y subiría.

Así lo hice, fui moviéndome despacio hacia el final de la habitación, esperando escaquearme furtivamente cuando alguien me llamó y me indicó que me tocaba cantar. Mierda, pensé para mis adentros, ¿ahora? No tenía ninguna excusa válida para escaparme así que accedí, ofreciendo la mejor de mis sonrisas esperando disimular.

Tras mi turno, alegué que iba a buscar mi teléfono, aunque realmente a nadie parecía importarle nada más que a quién le tocaba hacer el ridículo en la próxima canción. Con decisión, pero en silencio encaminé las escaleras que subían al segundo piso. No sabía en que habitación se había quedado ella, así que fui llamando suavemente a las puertas con los nudillos. Sin respuesta, hasta que llegué a la tercera.

Toc! Toc! –Estás ahí?

-Ya pensaba que o no te habías enterado, o me ibas a dejar plantada.

Abrí la puerta, lo que vi no lo hubiese imaginado ni en mis sueños más húmedos. Aquellos que acuden a tu mente en tiempos de sequía sexual y que sirven para un alivio momentáneo. Ella estaba desnuda, sentada sobre la cama, abierta de piernas y acariciándose. Cerré con cuidado y me giré para seguir disfrutando de aquella visión.

-¿Te gusta lo que ves?-dijo con voz pícara- ¿Qué ocurre?, no te tomaba yo por un voyeur…jijiji. –sus manos descendieron por su cuello acariciándolo, por sus pechos, apretando sus pezones, duros con una mezcla de la excitación del momento y del propio frío que hacía en aquel lugar.

Yo me quedé como espectador privilegiado junto a la puerta, observando como sus manos seguían descendiendo. Se acomodó en el borde de la cama ofreciéndome sin reparos la visión perfecta que estaba deseando. Sus dedos empezaron a introducirse dentro de su coñito, tan despacio, que pude percibir ese sonido de que, indudablemente, estaba mojada.

-He tenido que empezar sin ti….y pensaba que tendría que acabar sin ti.-dijo-

Un gemido se escapó de su boca, un gemido quedo, suave, casi un ronroneo. Yo empecé a desnudarme, mientras la miraba e ella mordiéndose el labio inferior, sabía lo que quería. Lo que ambos queríamos.

Cuando estuve totalmente desnudo, de pie frente a ella, empecé a masturbarme mirándola. Que excitado estaba, hacía un esfuerzo para no saltar encima de ella y penetrarla ahí mismo, con fuerza.

-ufff veo que estamos en sintonía eh? –Susurró- pero tenemos que hacer poco ruido, nos podrían oír, y tampoco es plan que se enteren. Aunque nadie conozca a nuestras parejas, quiero que esto sea un secreto entre ambos. Solos tú y yo. Solo un fin de semana. ¿Estas conforme?

-Claro. –Agregué- Ninguno quiere perder lo que tiene, pero…no puedo evitar desearte.

-Yo tampoco puedo.

-Conformes ambos, establecidas las bases y viendo que opinamos lo mismo –Empecé a acercarle mi polla totalmente dura, ella respondió con apetito a mi ofrecimiento, la agarró y se la llevó a su boca, empezó a succionarla, yo puse mi mano en su cabeza simplemente acompañando sus movimientos, ella la sacaba y la lamía mientras me miraba a los ojos, con esos ojos de vicio y esa sonrisa de complicidad de quien está haciendo una travesura.

Sentía sus gemidos en mi miembro, ya que ella no dejó de masturbarse en ningún momento. Eso me excitaba aún más. Luchaba contra mi mismo para no gemir, apenas un murmullo salía de mi boca con cada movimiento de la suya. Su lengua jugaba de una manera deliciosa es mi polla, alternando una succión con un movimiento de su mano. Casi logra que me corriese, tuve que pararla, no quería hacerlo solo, quería hacerlo con ella.

-mmmmmm veo que no eres egoísta. Eso me gusta. Pero el tiempo apremia.

La tumbé en la cama y  me puse encima de ella, no era la postura más sofisticada del mundo, pero nos serviría, ambos estábamos muy calientes. Saray agarró mi polla y la guio hacia su entrada, no sin antes moverla,

-aaaaaaah quieta –susurré- no querrás terminar ya no?

Me zafé de su mano y la penetré, sus manos se agarraron a mi espalda, sentí sus uñas en ella. Pensé que quizá me iban a dejar marca, ya veríamos que inventaba para justificarme. Mis movimientos eran suaves, profundos, sentía como se deslizaba dentro de ella, entrando y saliendo. Nos besábamos para evitar gemir demasiado alto, o hundíamos la boca en el cuello del otro.

Sus piernas me abrazaban por la cintura, ayudándome a embestirla, apoyamos nuestras frentes mientras nos gemíamos y nos jadeábamos mirándonos, cara a cara, era tan excitante, tan morboso que sentía que me iba a correr de un momento a otro.

Clavó aún más sus uñas, sentía que ella estaba cerca también, me incorporé un poco favoreciendo una penetración aún más profunda, observando sus pechos como se movían con cada embestida, suave, con animo de no hacer ruido.

Ella se mordía el labio mirándome, y movió la cabeza asintiendo, sabía que estaba ya cerca a correrse y quería que la acompañase. Aceleré un poco, vi como ella abría la boca y con un hilo de voz me pidió que nos corriéramos juntos.

-vamos….hazlo….correte…correte joder.

Sus ojos abiertos, sus pupilas dilatadas, mirándonos el uno al otro, empujé con todas las fuerzas que pude, pero tratando de contener cualquier posible quejido de la cama.

-ah, joder Saray me….corro…aaaaah. –esta vez era yo el que trataba de ahogar los gemidos, hundí mi boca en su cuello y así me corrí, gimiendo en su cuello, ella me abrazó y noté como se estremeció corriéndose apenas unos segundos más tarde.

Me sonrió una vez más, salimos de un salto de la cama y empezamos a vestirnos, esta vez había algo más de prisa, aunque creo que fuimos lo suficientemente rápidos como para que nadie se enterase. Intercambiamos una mirada de complicidad, una risa traviesa y un gesto de silencio.

Esta vez salí yo primero, cuando me vieron me dijeron que porque había tardado tanto, les dije que tenía el whatsap lleno de mensajes y tuve que contestar, nadie dudó. Cuando preguntaron por Saray, dije que la oí hablando por teléfono en su habitación, asintieron y siguieron a lo suyo, de momento, todo parecía bajo control.