Universitaria: Profesora particular III

Mi aluno Diego y yo forjamos un nuevo pacto que tendrás recompensa si aprueba el próximo examen.

Hola a todos y todas. Me gustaría empezar el relato disculpándome por una alargada ausencia, y aclarando algunos detalles de la serie.

En primer lugar, Diego tiene 18 años. No se por qué en algún momento de mi relato anterior dije que tenía 18 años.

Por otro lado, Lucas, uno de los protagonistas de mis relatos es la misma persona en diferentes series, no es que sean personajes diferentes con el mismo nombre. En mi etapa de universitaria fue mi folla-amigo durante casi 4 años, por lo que si leeis otros relatos mios, es posible que aparezca, ya que hemos vivido muchas experiencias juntos.

Dicho esto, ¡Que comience el morbo! Ojalá que la espera merezca la pena.

Serían las 11 de la noche, y estaba en mi cuarto terminando un trabajo de la universidad, que como siempre, había dejado para última hora. Tenía pinta de que iba a ir para largo.  Desde luego no era mi plan ideal para una noche, pero una a veces tiene que ser responsable.

Miro mi móvil distraída cuando veo un mensaje de Lucas que decía “Vienes a casa?” y a continuación una foto suya sin camiseta bastante sugerente.

+No puedo. Tengo que terminar el trabajo de sociología.

Le dije adjuntado un selfie con cara de pena.

+Yo tengo otro trabajo para ti mucho más interesante.

Respondió rápidamente enviando una foto, única y exclusivamente de su polla, semi erecta. La sutileza no era un rasgo que lo caracterizara, pero aún así, admito que me gustó la idea de recibir una foto de su miembro esperándome.

+Que tonto eres. Pues hoy no va a poder ser. Mañana nos vemos.

+No se si voy a aguantar toda la noche.

Me envió otra foto de su polla, ahora agarrándosela para mostrar su envergadura.

+Me estás distrayendo. Si te aburres ya tienes algo que hacer con ese bicho para entretenerte.

Los mensajes cesaron por un tiempo, y aún con la polla de Lucas en la mente decidí ir a prepararme un café. Nada más llegar a la cocina, que está pegando al cuarto de mi compañera de piso, comencé a escuchar ruidos extraños. Más concretamente gemidos. Genial, el universo se estaba poniendo en mi contra y no pensaba dejarme tener una noche tranquilita.

Para los que no lo sepáis, por aquella época compartía piso con una pareja bastante maja, también universitarios. Marcos era un chico delgado y alto, y al principio reservado, pero que poco a poco se fue soltando conmigo, y por lo que pude ir descubriendo, bastante morboso y pajero.

Sofía, su novia, era mucho más reservada y pequeña, aunque algo rellenita, pero no mucho. Nunca llegué a saber mucho de ella, pese a vivir juntas, nunca llegamos a estrechar nuestra relación. Era una chica muy guapa de cara, pequeñita, y que el aparato de dientes daba un aspecto inocente. Nunca me la habría imaginado follando, y aquello llamó mi curiosidad.

Dejé de lado la idea del café y me dirigí lo más silenciosamente posible a la habitación de donde provenían los gemidos. Por desgracia la puerta estaba cerrada, así que me tuve que conformar con acerca el oído para intentar descifrar que estaba pasando.

Podía escuchar los gemidos de placer de Sofía sin problemas, pero no escuchaba nada que delatase a otra persona. ¿Se estaría masturbando? Rápidamente me acerqué al salón para ver que no había nadie. No, Marcos debía estar con ella. De nuevo puse la oreja sobre la puerta y me concentré para atinar el oído.

-Ohhh, si, sí, sigue no pares, más rápido.- Se escuchaba como Sofía trataba de dar instrucciones entre gemidos. La curiosidad me estaba matando. Hubiese dado lo que fuese por poder echar un vistazo en lugar de conformarme con mi imaginación, pero era lo único que tenía, una imagen mental de Sofía a 4 patas sobre la cama con su novio empotrándola sin parar.

Mientras seguía con la oreja pegada a la puerta, inconscientemente comencé a acariciar mi cuerpo, recorriendo mis muslos con suavidad para terminar acariciando mi chocho sobre el pantaloncito corto del pijama. De repente, mi móvil sonó. Lo cogí rápidamente y me alejé con el corazón algo agitado. Miré el teléfono, era un mensaje con una foto de Lucas. La abrí rápidamente para ver una foto de su miembro totalmente firme con unas braguitas rojas mias enrolladas a su alrededor.

Eso había terminado de ponerme definitivamente cachonda.

+Así que eso es lo que haces con las bragas que me dejo en tu casa eh?. Le contesté.

Volví a acercarme a la puerta, ahora con el móvil en silencio, para retomar mi escucha, pero Lucas no dejaba de mandarme mensajes.

+Creo que voy a necesitar ayuda. Escribió en otro mensaje, también acompañado de una foto de su polla.

Sabía lo que quería, no era la primera vez que le mandaba fotos calientes, ni la primera vez que lo hacía él tampoco, pero era algo que no me gusta por la forma en la que me expongo.

Pase de él un momento, centrándome en escuchar e imaginar lo que ocurría al otro lado de la puerta. Los que habéis leído mis relatos sabéis que conozco de sobra la intimidad de Marcos, ya que hace apenas unas tres noches había sido testigo de cómo me masturbaba en la ducha, y había quedado tan complacido de semejante show que me dejó una corrida de regalo. Sin embargo, pese a llevar tiempo compartiendo piso con una pareja, pocas veces les había visto intimando, y mucho menos teniendo sexo.

Tenía la sensación de que apenas sucedida, y por eso Marcos estaba tan salido.

-Métemela, dame, dame, que estoy calentísima. - Oía como decía Sofia. Cada vez su voz era más clara, poco a poco se iba soltando y elevaba cada vez más el tono.

Sin darme cuenta comencé a deslizar mi mano por mi vientre, resbalando a medida que acariciaba mi piel para terminar colando un par de dedos por la goma del pantaloncito del pijama. En un momento miré al móvil. Tenía 7 mensajes nuevos de Lucas, todos con su respectiva foto. Lo desbloqueé y comencé a deleitarme mirando todas esas fotos de su firme rabo, el cual me conocía ya de sobra, mientras seguía escuchando junto a la puerta.

Una cosa llevó a la otra y cuando me quise dar cuenta tenía los pantalones del pijama bajados levemente, a la altura de los muslos, y mis dedos comprobando que mi entrepierna estaba mojada.

Accedí a una de las muchas peticiones de Lucas, y me hice un selfie de mis muslos, pudiendo observarse mis bragas bajadas, y mi mano cubriendo mi chocho.

-Dame, dame dame, no te corras aún. Dios, sigue, no pares.- Los gritos de Sofía habían alcanzado su plenitud. No necesitaba ni apoyar la cabeza contra la puerta para poder escucharla bien. Además, ahora podía escuchar también el ruido de sus cuerpos chocando a cada penetración.

Intentaba imaginármelo, con todas mis fuerzas, pero como sabéis la realidad siempre supera la ficción. Una única puerta de madera era lo que nos separaba, lo que no me permitía tener visión de la escena para tocarme hasta correrme.

Miré el móvil. 2 fotos nuevas de Lucas. No perdí un segundo en abrirlas y contemplar cómo le había puesto mi foto. Le contesté con otro selfie, esta vez de mi cara, poniendo expresión de guarra con la lengua fuera y los ojos mirando hacia arriba.

-Dios, no puedo más, joder, follame.- Juraría que ahora sus gritos podrían escucharlos hasta los vecinos. Puse mi mano sobre el pomo de la puerta. La excitación me nublaba el pensamiento. Hice presión lentamente, esperando que no se percatasen de ello, y lentamente abrí la puerta.

Al fin tenía lo que quería. Y no podría ser mejor. Sin duda, era mucho mejor que en mi imaginación. Sofía estaba tumbada sobre la cama con las piernas en alto, y Marcos era el encargado de sujetárselas, mientras de rodillas sobre la cama, no paraba de penetrarla como un conejo en celo.

Era imposible que María me viese desde su posición, y Marcos, estaba mirando al techo en pleno éxtasis sexual. Las tetas de María rebotaban con cada envestida, todo su cuerpo se bamboleaba cada vez la azotaba Marcos. Era tan pequeña que parecía un pajarillo a lado de su novio y su larga melena riza tapaba su cara escondiendo su expresión de gozo.

-Me estoy corriendo, dios no puedo más.- Dijo ella. Pero Marcos no cesó y siguió con sus embestidas.

Yo por mi parte, no perdía detalle con la cabecilla asomada por el marco de la puerta, mientras mis dedos se perdían en mi interior, penetrando mi chochito. No, por dios, no paréis, pensaba en mis adentros.

Sofía agarró la cabeza de su novio con ternura, mientras seguían follando, y llevándola hacía la suya se perdieron en un beso que le hizo volver a la realidad. -Cariño, no puedo más, me vas a romper.- Ambos quedaron tendidos sobre la cama, él sobre ella.

-Déjame que te ayude a acabar, no te voy a dejar a medias.- Dicho y hecho, Sofía desacopló la polla de su interior y se colocó tumbada sobre la cama, con su cara a la altura de la polla de Marcos que quedó de rodillas apoyado sobre sus talones.

Ver a una tímida y modosita chica así, satisfaciendo a un hombre que le doblaba el tamaño me estaba poniendo cachonda perdida. No podía perder detalle de cómo comenzaba a besar su polla tras retirarle el condón mientras le hacía una paja.

A pesar de no tener un miembro descomunal, su pequeña manita apenas daba para agarrar su glande y poco más. Ahora era yo la que, en este nuevo silencio, tenía que sofocar mis gemidos para no ser descubierta, y como tenía el coño encharcado, tuve que pasar de una penetración frenética con mis dedos, a acariciarme el clítoris más lentamente.

Mientras Sofía seguía chupando su polla como un chupachups, dando algún casual lamentón mientras le hacía una paja, Marcos, se percató de mi presencia. Por lo visto, mientras yo tenía la mirada clavada en como su novia hacía su trabajo, el ya se había dado cuenta, y cuando levanté mi miraba ahí le ví, contemplándome como un bobo con cara de susto.

Pero no dijo nada. Se me aceleró un poco el pulso, no se si por miedo, o porque eso me puso aún más cachonda si cabe. Con nuestras miradas cruzándose, cada uno seguimos explorando nuestro placer.

Me acerqué por completo a la puerta, ya sin miramientos una vez descubierta, mostrando como me acariciaba. El rostro de Marcos no cambio, parecía totalmente paralizado. Decidí dar un paso más, y poco a poco fui bajando mi camiseta del pijama para ir mostrando mi escote, hasta que acabó cediendo para dejar ver todas mis tetas. Las acaricié lentamente con una mano mientras con la otra seguía tocándome.

-Carino, ¿Estás bien? ¿Quieres que pare?- Cuando escuché la voz de Sofía me paré por completo. Sabía que a ella le haría menos gracia la situación.

Marcos, salió de su shock para mirar a su novia, que le hablaba con su polla apoyada en el mentón esperando respuesta. -No, sigue, sigue.- El mismo se llevó la mano a la polla y comenzó a hacerse la paja.

-Pero avísame si te vas a correr.- Dijo ella, sacando tímidamente la lengua para darle torpemente algunos lametones. Habría dado lo que fuese por estar en su situación y poder devorar esa polla, y no limitarme a sacar la lengua como una mojigata.

La mirada de Marcos de nuevo se clavó en mi cuerpo, y como una reanudación de un partido después del descanso, continué con mis tocamientos. Estaba cerca del orgasmo, así que me mordí los labios esperando contener mis gemidos. Agarré el móvil, y con la intención de ver las fotos de la polla de Lucas lo desbloqué. Pude ver que me había mandado 16 nuevas fotos, que culminaban con una imagen de su polla sobre mis bragas llenas de corrida.

Era demasiado, un calambre comenzó a propagarse por mis caderas, notaba como me ardía el interior y las piernas me temblaban mientras mis gemidos se ahogaban por salir. No pude contenerlos, pero Marcos supo reaccionar.

-Me voy a correr.- Anunció. -Dios, dios, si me corro.- Seguía en un estúpido monologo intentado camuflar mis gemidos. -Pon la cara.-

-¿La cara?- Dijo su novia. Pero parecía ser tarde ya. Un chorro de semen salió disparado acertando en su boca. -Ahhh.- Grito en una mezcla entre asco y susto. Rápidamente puso la mano por medio, actuando como barrera entre la polla y su rostro, y desperdiciando toda la corrida.

El show había acabado, así que me subí el pantalón y silenciosamente me retiré.

Volví a mi habitación, donde me recibió mi escritorio con el ordenador y un par de libros sobre la mesa. Y como buena universitaria… me quede totalmente dormida al de 10 minutos en la silla.

La mañana siguiente no sucedió nada especialmente destacable, hasta que llegó la hora de retomar las clases con Diego.

Nada más entrar en su habitación me recibió tratando de ocultar una amplia sonrisa. Se hizo el despistado, como si no se enterase de mi llegada mientras recogía el cuarto. Me senté en el escritorio y entonces entendí que pasaba. Frente a mi ví el examen que había hecho hace unos días. Diego había pasado de no aprobar un solo examen a sacar un 8.

-Vaya, ya me preguntaba yo porqué estabas tan contento hoy.- Dije cogiendo el folio. -Un 8. No me lo creo. ¿Has podido sacar todo este tiempo esas notas y no te has dignado a estudiar hasta ahora?.-

Diego no dijo nada. Simplemente quedó mirando al suelo con timidez y arrepentimiento.

-Anda… ¡Enhorabuena!- Dije tratando de enfriar los ánimos.

-Pero nos han puesto otro examen el viernes.- Dijo sacando los libros de la mochila y sentándose junto a mi en el escritorio.

-¿El viernes?, pero si estamos a miércoles ya.-

-Y además hay que sacar al menos un 5 para hacer media. Ah, y entran todos los temas.- Continuó.

-Madre mia. Ese profesor tuyo es un demonio. Pues más te vale aplicarte como con este.- Dije suspirando. Sabía que mi continuidad y sueldo, como profesora particular dependía totalmente de los resultados de Diego.

Para mi asombro, así fue. Diego, con ánimo y buena voluntad se animó a estudiar y repasar todo el temario que le propuse. Ni una queja, ni una mala expresión… de repente era el estudiante ideal, aunque ya suponía a lo que se debía.

-Dios, son ya las 7.- Dije mirando al reloj, el tiempo había pasado volando. -Ni me has avisado y ya se nos ha pasado el tiempo de jugar a la consola. - Le dije.

-No pasa nada, no me apetece mucho hoy.- Mintió. Se esforzaba por agradarme, por ser el alumno ideal esperando una recompensa, pero yo estaba decida a olvidar el pacto que habíamos hecho. O eso creía.

-Bueno, pues puedes hacer lo que quieras. Descansa que hoy te lo mereces. - Dije con una sonrisa comenzando a recoger mis cosas, dispuesta a irme. -Si quieres mañana puedo pasarme un rato también para repasar todo antes del examen. -

-Oye Miriam…- Dijo en un tono apenas imperceptible. Me gire mirándole directamente, receptiva. El muchacho trago saliva y las siguientes palabras las dijo mirando al suelo. -¿Te acuerdas de lo que hablamos? ¿Hacer un nuevo trato?-

-Oh.- Dije fingiendo sorpresa. -Sí, me acuerdo.- Durante unos segundos se hizo el silencio, había sacado el tema pero no tenía ni idea de cómo continuar. Así que tuve que hacerlo yo.

-¿Bueno, y que trato quieres hacer?- Pregunté directamente. Una parte de mi quería seguir con este juego y ver hasta donde me llevaba, pero otra, se sentía estúpidamente culpable. La razón frente a la pasión.

-Bueno, es que me da vergüenza decirlo…- Si por un casual tenía dudas, esa frase termino de despejarlas. Estaba claro las intenciones que llevaba Diego, así que me hice la inocente.

-Vamos hombre. No todos los días se saca un 8. Te mereces un trato, y más si sacas la misma nota en el examen del viernes.- De repente levantó la mirada animado con mis palabras. Parece que él también sentía algo de culpa, que fue borrada con mi excusa.

-Es que la consola está guay. Pero ya no soy un crio.- Dijo aparentando ser todo un hombre con 18 años. -Es que me gustan las chicas, y tu, bueno… eres guapa.- No pudo continuar con la frase, los nervios le carcomían y parecía hasta que iba a temblar.

-¿Sí? Vaya muchas gracias, me alegro de parecerte una chica guapa.- Dije con una gran sonrisa tratando de aportarle confianza. -Pero no te entiendo… ¿Qué trato quieres?-

-Es que no quiero que te enfades.-

-Vamos hombre, Diego. Cómo me voy a enfadar. Si ya te digo que te lo mereces. Soy tu profesora, cualquier cosa que te ayude a sacar mejores notas la haré. - Creo que aquí me pase un poco con las indirectas. El morbo había sobrepasado por completo al raciocinio, y si bien era mentira que estuviese dispuesta a hacer cualquier cosa, esperaba que se lo creyese para confesar sus intenciones.

-Quiero un beso.- En cuanto las palabras salieron de su boca, rápidamente se dio media vuelta avergonzado. ¿Un beso? Desde luego es mucho menos de lo que mi mente calenturienta se esperaba. Incluso me decepcionó.

-Está bien. Claro, no pasa nada.- Acepté sin casi pensarlo por el contraste con mis expectativas. En cuanto lo escuchó, se dio la vuelta con expresión de sorpresa. Dejé mi bolso sobre la cama, y me aproximé a él. Era algo más bajito que yo, no mucho, seguramente aún le faltaría por crecer un poco. -Ven.-

Le agarré de las manos y le llevé junto a mi. Las tenía algo sudadas y temblorosas y evitaba mi mirada. Yo le sonreía divertida, hasta que lentamente llevé mis labios contra los suyos, juntando nuestros cuerpos.

Fue el quien se aproximó en última instancia fundiendo nuestros labios. Mis manos sujetaban su rostro tiernamente durante el morreo mientras que se mantenía rígido como una estatua sin mover un solo músculo.

En los últimos segundos nuestras lenguas se cruzaron un par de veces con poca destreza hasta que nos separamos.

-Bueno, no ha estado mal.- Le dije aún frente a el. -¿Esto es lo que quieres cada vez que cumplas con tus deberes?-

Diego no pudo responder. Tenía la expresión de un niño pequeño cuando prueba un fruto prohibido. Asentí y recogí mi bolso para marcharme de nuevo. -Bueno, será mejor que te lo pienses y me cuentes mañana. Adios.- Me despedí y salí de la habitación.

-Oh, hola Miriam. Habéis acabado ya eh. Te ha dejado mi hijo en ese sobre blanco el sueldo.- Me dijo el abuelo del crio mientras leía un periódico en la cocina.

-Hola Don Roberto, muchas gracias.- respondí tomando el dinero.

-¿Ya te ha contado el muchacho la buena noticia? Al fin le da una alegría a su padre.

-Sí, ya me he enterado. Mañana vendré y repasaremos para otro examen que tiene el viernes.

Me fui a casa algo excitada, todo hay que reconocerlo. Bueno más bien emocionada, emocionada por pensar cómo iba a acabar todo aquello. Y aunque los remordimientos seguían rondando mi mente, traté de ocultarlos en lo más hondo. ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar? Me gustaba pensar que siempre tenía el control de la situación, que no haría nada que no quisiese, al fin al cabo solo estaba ayudando a un crio a descubrir su sexualidad al igual que un día alguien hizo conmigo. Supongo que eso era lo que más morbo me daba, ser su primera experiencia, su musa, su diosa sexual…. Su maestra.

Esa tarde fui directa a casa de Lucas. La verdad es que llevaba toda la semana con la libido por las nubes. Entre las experiencias en casa y mi aventura como profesora me pasaba todo el día con la mente encendida. Aunque he de decir que tampoco me hace falta mucho para ponerme a tono, jeje.

Haciendo un resumen rápido echamos un buen polvo en su casa. Aprovechamos que sus padres no estaban para follar por toda la casa. Me encanta follar en esa casa de ricos donde todo parece sacado de una película de 50 sombras de grey en cuanto a lujos.

El hecho de terminar un polvo en el balcón, con medio cuerpo desnudo asomando por la ventana me hacía sentir como una diosa. Y aunque Lucas no lo supiese, lo que más me gustaba era gritar como una zorrita para que su hermano nos pudiese oír desde la piscina con sus amigos, aunque esa es una historia para otro momento.

Al día siguiente una amiga de clase me acercó a la casa de Diego.

-¿Puedes recogerme dentro de dos horas?- Le pregunte. -Sino no me va a dar tiempo a quedar esta noche.- Era jueves y como era costumbre ya, pensábamos salir de fiesta por los bares de la zona.

-¿No vas a pasar por casa?- Me dijo mi amiga sorprendida.

-Ya voy arreglada.- Me abrí un poco la chaqueta, por debajo llevaba un top rojo ajustado que dejaba ver un sugerente escote y dejaba mi ombligo y caderas al aire, y por debajo unos pantalones negros de cuero que parecían una segunda piel.

-¿Madre mia, pero así vas a dar clase al niño ese? Normal que no apruebe una.- Dijo riéndose mientras me bajaba del coche.

-En dos horas, porfa. Y trae algo de maquillaje- Me limité a decir mientras me cerraba la chaqueta para entrar en la casa aparentando normalidad.

Como siempre saludé y dirigí directamente al cuarto de Diego, donde, sorprendentemente me estaba esperando ya con todo preparado.

-Pero bueno. Guau.- Realmente estaba sorprendida. Parecía que había descubierto un método de enseñanza infalible, los resultados me abalaban.

-Hola Miriam.- Dijo como si nada sin sacar la cabeza de los libros. Había pasado de ser un macarrilla al que poco le importaban los estudios al más empollón de la clase.

-Pero bueno, si vas ya por el tema 3.- Dije sentándome junto a él. -Si que te estás tomando en serio el examen de mañana.

-Si, llevo unas horas estudiando, pero no creo que apruebe. Es muy complicado. - Dijo algo desanimado.

Poca más conversación tuvimos, y juntos nos pusimos a repasar todo. Practicar ejercicios y revisar todo el temario del examen. Mi mente me traicionó un par de veces y se me vino a la cabeza la escena del beso de ayer. Me tuve que esforzar para concentrarme en la materia y dejar de lado la idea, al menos hasta que terminásemos.

Pasados unos 30 minutos me quité la chaqueta. En parte por comodidad, pero en el fondo esperando la reacción de Diego al verme tan sugerente. Y así fue. El pez mordió el anzuelo. En la siguiente hora de estudio le pillé mirándome el escote más de 10 veces totalmente empanado, ahora al que le costaba concentrarse era a él. Quizás no obrase como una buena profesora, pero me sentía como la reina de la selva con todos los leones postrados frente a ella.

-¿Bueno, y qué, has pensado ya que trato quieres hacer?.- En cuanto venció la hora de estudios no tarde ni un segundo en recoger y preguntárselo.

-He pensado algunas cosas.- Dijo yéndose por las ramas. Mi móvil sonó, y un mensaje de mi amiga me indicaba que estaba esperándome en el coche fuera.

-¿Y bien?-

-No se si será demasiado. -De nuevo se puso nervioso. No me dirigía la mirada y se puso rojo como un tomate.

-Bueno, tú dímelo y ya negociaremos.- Estaba ansiosa por saber que recorría su mente, y por como se dirigía a mi sabía que tenia total control de la situación.

-Me gustaría que me hagas un striptis. Como cuando juego a los viodeojuegos.- Me quedé en silencio uno segundos. Joder, de nuevo, la realidad sabía a poco. ¿Tan viciosa era? Estaba tan acostumbrada a las guarradas que hacía con Lucas que aquello me parecía casi una cotidianidad. Pero, aun así, tuve la mente fría para andar con cautela.

-Vaya, pasamos de un beso a un striptis. ¿No vas un poco rápido?- Dije a modo de broma.

-Perdona lo siento, me he pasado.- Diego reculó rápidamente en su idea arrepentido. Me limite a sonreír ante su inocencia.

-Aprueba esa examen y … te enseño las tetas.- Negocié. -¿O prefieres mi culo?- Me giré mostrando mi trasero apretado bajo los pantalones y arqueé la espalda para hacerlo más sugerente. Diego se quedó ojiplatico tratando de no desmayarse. Otro mensaje de mi amiga me llegó metiéndome prisa.

-Si, vale, si.-

-¿Si qué?. Respondí.

-Me parece un buen trato.-

-¿Entonces…?- Pregunté sin querer volver a repetir mi oferta. -Las tetas.- Dijo rápidamente él cerrando el pacto. -Pero…- Me dí la vuelta para marcharme cuando sus palabras me frenaron. -Hoy he estudiado mazo. Me he esforzado y …- Entendía lo que pretendía conseguir.

-¿Y…?- Quería que lo dijese. Que se arrastrase por conseguir algo, al fin y al cabo yo tenía tantas ganas como él por darselo.

-Bueno, eso. El examen va a ser muy difícil. Y largo. Y el profesor… Corrige fatal. Yo he estudiado un montón. Hoy me he puesto nada más llegar a casa.- Diego seguía enumerando sus esfuerzo mientras me aceraba a él.

-Bueno, entonces, ¿Crees que te mereces un adelanto? - De nuevo me desabroché la cremallera de la chaqueta que me había puesto para salir aparentando normalidad.

-Lo-lo creo.- Dijo tartamudeando. De nuevo otro mensaje. Esta vez ni lo miré.

-Bueno, está bien, solo un poco.- Me quedé frente a él a medio metro y agarrando la parte baja de mi top, fui subiéndolo lentamente mientras observaba su expresión. Su mirada era como la de un perrito esperando que le den de comer, pero con la lujuria de un orangután en celo.

Notaba mis pezones duros resbalar contra la tela del top, hasta que finalmente quedaron liberados al aire. Mis tetas, tras un pequeño bamboleo quedaron firmes ante su exhaustivo examen. Mi top, levantado sobre mi cuello ahora apenas cubría mi clavícula. Solo mi sujetador de encaje transparente las contenía de la libertad total.

Me encogí de hombros y brazos, juntando mis pechos y dando un paso adelante mientras Diego se limitaba a grabar aquella imagen en su memoria para hacerse una paja posteriormente, y eso me encantaba. Terminé acariciándome con la mano derecha, describiendo una trayectoria con mis dedos que conducía su mirada recorriendo mi suave piel de una teta a otra.

-¿Bueno, qué?- Dije esperando alguna reacción. -¿Has tenido suficiente?- No esperé su respuesta y volví a colocarme el top y cerrar mi chaqueta.

-Son muy bonitas.- Fue una reacción impredecible y algo triste. Supongo que no sabía que decir.

-Me alegro de que te gusten. Ahora aprueba el examen y podremos seguir con el trato.- Dije con una sonrisa mientras me marchaba.

-¿Si apruebo me dejaras tocarlas? – Se lazó a preguntar.

-Si apruebas te dejo verlas sin el sujetador.- Negocie.

-Vale. Pero si saco otro notable quiero tocarlas. - Vaya con el niño. Parece que ahora quería coger carrerilla.

-Nos vemos el lunes. Suerte.- Me despedí y sin decir nada más del tema me marché con prisa para irme con mi amiga.

Nos reunimos un grupo de amigas habituales, algunas compañeras de clases y otras amigas de la ciudad para salir esa noche. Juntas cenamos y nos pusimos al día de nuestras vidas mientras tomábamos vino y cerveza en casa de una de ellas.

-¿Oye, de donde son esos pantalones?- Me preguntó Raquel.

-Son de la temporada pasada. De Breshka creo. ¿Te gustan?- Respondí.

-Ya te digo. Te marcan todo el culo, hoy te vas a llevar todas las miradas.- Argumentó mi amiga entre risas.

-Te crees que la muy guarra ha ido así a dar clases al chaval.- Añadió Maria metiéndose en la conversación.

-Madre mía seguro que el pobre no ha podido ni concentrarse jajaja.- Todas reímos, y quizás por la cantidad alcohol que había tomado esa noche, decidí aportar un dato más.

-Bueno, digamos que he descubierto que es una forma de motivar a mis estudiantes.- Todo quedó ahí, enterrado bajo algunos gritos de excitación por la ambigüedad de la frase.

Para terminar de hacer tiempo hasta la hora de salir decidimos jugar al yo nunca. Las reglas de juego consisten en hacer una afirmación, y quienes hayan hecho dicho acto, deben tomar un trago, revelándolo de esta manera ante los demás. Por el contrario si no lo has hecho, no bebes.

-Yo nunca me he corrido más de 5 veces el mismo día.- Dijo María, haciendo beber a Raquel y Sara (dos compañeras de clase). Por supuesto, el juego siempre estaba enfocado a descubrir nuestras nuevas experiencias sexuales.

-Yo nunca me he liado con alguna de las presentes. - Dijo Sara. Todas gritamos un largo “Ooohhhh” dado que Sara le tiraba una indirecta a Raquel por la noche que se liaron. Ambas bebieron.

-Yo nunca he hecho un trio.- Dijo Raquel. Ninguna bebió, salvo yo, que bebi en el último momento. -Pero bueno, ¿Y eso guarra? No nos has dicho nada.- Preguntó Raquel eufórica.

-Fue hace unos meses. Ya sabéis que Lucas y yo queríamos… experimentar.- Explique. No le dimos muchas vueltas y volvimos al juego.

-Yo nunca me he comido un coño.- Dijo Sara mirándome directamente, como deseando saber si el trio me había animado a ello. Sara bebió, ya que es lesbiana y siempre bromea con las ganas que nos tiene a todas. Finalmente bebí.

-Oh dios, pues para el próximo trio ya puedes avisarme.- Dijo entre risas.

-Yo nunca he desvirgado a nadie.- Pregunté yo. En parte teniendo en mente la breve experiencia con Diego. Nadie bebió.

-¿Cuenta ser la primera que se la chupas?- Pregunto Mónica. Y todas nos reímos.

-En verdad no está mal serlo, vas a ser la que mejor se la ha chupado.- Argumentó Raquel, y todas nos reímos aún más, dando por finalizado el juego y comenzando una larga charla sobre la primera mamada.

Cuando nos dieron las tantas de la madrugada, la fiesta se desplazó de la casa a los bares de la zona por donde solíamos salir, donde normalmente nos reuníamos todos los conocidos de la universidad.

Las próximas horas las disfrutamos bailando, perreando y dejando que nos invitasen a copas. En definitiva, disfrutando de la noche, pero como siempre, poco a poco nos fuimos separando, unas para saludar a otras amigas, otras para ligar, otras para comer algo… Yo por mi parte acabe reventada, cansadísima buscando a Lucas esperando que me llevase en coche de vuelta a casa.

Y al fin le encontré en un bar bailando con una chica inglesa. Lejos de enfadarme o preocuparme me divirtió. Me acerqué a el y le pregunté cuando tenía pensado irse. Estaba con sus amigos del futbol así que no tardo en ponerme una mano sobre el culo indicando que ¿Era suyo? En fín, no me preocupaba mucho.

-Guapa estaba esperándote, mira te presento a Laurel.- Salude a la chica dándonos dos besos. Era una rubía despampanante, alta y de medias perfectas, lo suficientemente delgada para seguir teniendo unas curvas increíbles. Llevaba una camiseta de flecos que dejaba ver que tenía buenos atributos y un pantaloncito blanco con roturas que no dejaban nada a la imaginación. Parecía el tipo de chica al que le gustaban los chicos como Lucas.

-Tenía pensando irme ya. Estoy cansada.- Dije.

-Oh vamos amiga segurow que un supito de tequila te ayuda.- Intentó decir la chica con claras dificultades con el idioma para animarme.

-¿Ya? Joder últimamente te vas cada vez antes. Pensaba que te volverías conmigo y nos vamos juntos a mi casa.- Dijo Lucas.

-Y eso quiero guapo, pero no puedo más, estoy agotada.- Lucas llevaba un ritmo de noche  frenético siempre. A pesar de no beber se las ingeniaba para ir a 100 todas las noches que salía de fiesta y quedarse hasta las tantas.

-Joder, sabes que me voy mañana toda la semana con mi familia a esquiar. ¿Cuándo te voy a volver a ver?- Dijo en un tono malhumorado.

-¿Ahora por ejemplo?- Dije con sarcasmo.

-Ahora me lo estoy pasando bien. Joder tia, siempre bebes y haces lo mismo. Cuando te aburres tú quieres que se acabe la fiesta.- Poco a poco Lucas fue malhumorándose y yo también. Quité su mano de mi culo y me aparté.

-Vale. Muy bien, quédate de fiesta.- Le dije dándole un ultimátum.

-Pues sí. Eso haré. Porque cuando yo te pido algo de tiempo para mi, siempre me dices que tienes que dar clase a ese estúpido chaval.- Esa última frase la dijo gritando, mientras yo me alejaba haciéndole un corte de mangas.

-Venga, vamos a bailar.- Le dijo la inglesa intentado hacer pasar el mal rato. No era a primera vez que nos enfadamos así ni tampoco sería la última. Era más frecuente de lo que podéis imaginar y era la principal causa por la que no teníamos una relación más allá del sexo, que por otra parte era genial.

Así que allí me quede. En la puerta del bar, sentada en un bordillo dispuesta a fumarme un cigarro. Sin coche para volver a casa y sin dinero para un taxi. Mis opciones pasaban por caminar 40 minutos sola y totalmente cansada a casa o volver a arrastrarme con Lucas. Y cada cual me parecía peor que la anterior.

De repente se acercó un grupo de chicos.

-Si si, es esa. Os lo juro tio.- Dijo uno de ellos señalándome. -Joder que sí, que sí.-  Sentada y dando una calada el piti miré como me señalaba sin darle importancia.

-¿Esa? A mí me suena de verla en el campus.- Decía otro a gritos. Estaban a poco menos de 4 metros de mí y les podía oír con claridad.

-¿Queréis un autografo o qué? No sabía que soy famosa.- Dije aún medio enfadada de la discusión con Lucas.

-Hombre famosa….- Dijo la única chica del grupo que acompañaba a los otros 3.

-Tu eres la del baño de la semana pasada.- De repente me dí cuenta. Mierda, era el chaval que nos pillo el otro día en los baños de la universidad en plena mamada.

-Hostia, el pervertido. - Dije sorprendida.

-Salió del baño con la cara llena de corrida y desnuda.- Siguió diciendo él.

-Y tú me robaste el sujetador.- Me levante y me encaminé a enfrentarlo verbalmente.

-Os lo dije. Esta era la guarra.- Terminó sentenciando. No me sentó muy bien y por un momento pensé en darle una bofetada, pero ni ganas me quedaban de ello.

-Joder, pues en el video parece más fea.- De repente se me heló la sangre.

-¿Video? ¿Me has grabado, cerdo?- Alcé la voz, pero rápidamente volví a bajar el tono. No quería que nadie se enterase si es que era verdad. -Pues ya puedes ir borrándolo o te parto la cara.- Justo en ese momento un amigo de Lucas, David, llegó para calmar los ánimos.

-Te están molestando Miri?- Me dijo agarrando a uno de los chavales por el cuello de la sudadera. David era compañero de futbol de Lucas. Sería algo mayor que nosotros, podría tener unos 25 años, y además era portero de discoteca, por lo que os podéis imaginar las dimensiones de su cuerpo. Aunque no tuviese un cuerpo escultural, era bastante alto y digamos de constitución ancha, no tenía tripa, pero si era grande.

-Seguro que a este también le haces favorcitos en el baño, ya hablaremos, ya.- Dijo el portavoz mientras se marchaban.

Me quede con cara de asco mirándolos, preguntándome que cojones pensaban hacer y como he podido ser tan tonta de no enterarme si me graban. Ni el sujetador había conseguido. David puso sus manos sobre mis hombros para dirigirse a mi.

-¿Estas bien?- Me preguntó. No teníamos la confianza suficiente para contarle lo que sucedía así que asentí y cambié mi expresión por una sonrisa.

-Si, tranquilo, eran unos idiotas.- Dije calmándole. -¿Oye… tu podrías llevarme a casa?-

-Si claro. La verdad es que salía porque me iba ya cuando te he visto. Puedo acercarte. - Tire el pitillo al suelo y nos fuimos juntos mientras manteníamos una breve charla.

-Pensaba que ibas a irte con Lucas.-

-Estoy demasiado cansada para esperar a Lucas hoy. Solo quiero llegar a la cama.-

Ambos nos subimos al coche, un modelo viejo de asientos de cuero que parecía más un coche de rally que otra cosa. La verdad es que no tenía mucha relación con David, y me sorprendía que fuese tan servicial conmigo, más aún cuando Lucas siempre ha retratado a sus amigos el futbol como una panda de simios, pero pronto comenzó a revelar sus intenciones. Durante los primeros minutos ambos fuimos en silencio, yo con la cabeza apoyada contra la ventanilla deseando llegar, mientras que él aprovechaba mi distracción para darle un buen repaso visual a mi canalillo a través del escote.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- Dijo.

-Claro, que menos ya que me llevas a casa.-

-El otro día, cuando cogiste el teléfono de Lucas… estabas…- No termino la frase, sino que hizo un gesto para hacer referencia al acto de la felación.

-Ohhh, eras tu el que llamó. No te había reconocido.- Dije sorprendida. -Sí, estábamos… bueno eso.

-¡Lo sabía! El Richi me debe 10 pavos.- Dijo cerrando el puño en señal de victoria.

-Vaya, me alegro de no defraudarte.- Dije riendo.

-Oh, no es que piense… bueno podéis hacer lo que queráis, ya sois mayorcitos. Era solo…. Que pues el ruido y la forma de hablar…- David se hizo la picha un lio intentando quedar bien, lo cual me hizo bastante gracia.

-No te preocupes.- Le alivié. Durante unos segundos volvimos al silencio, de nuevo con las miraditas, hasta que de nuevo volvió a la carga.

-¿Y no te preocupa que se quede con la rubia esa?- Sabía lo que intenta hacer. Provocarme celos para ver si sacaba algo de la situación.

-No. No somos novios. Puede hacer lo que quiera. - Cerré tajante el asunto.

-Ah, es que como nos había contado que hoy ibas a dormir con él y bueno… ya sabes…- David continuo con la clásica técnica del pico y pala.

-Si bueno, una pena. No creo que esa se la chupe como yo, pero como te decía, puede hacer lo que quiera.- Pretendí cerrar por completo el tema con esa frase, siendo algo bruta y soez, pero en lugar de eso parece que le animó a continuar.

-¿Y tú también puedes hacer lo que quieras?- Ahora lo preguntaba de forma indirecta, con una sonrisa de oreja a oreja como solicitándolo. Lucas tenía razón, eran una manada de simios en celo y ni siquiera le respetaban.

-Si claro. Pero bueno… Lucas es tu amigo.- Puse cara de extrañamiento, como queriendo hacerle recapacitar.

En lugar de eso, David puso una mano sobre mi muslo. -Por eso, los amigos somos muy de compartir. - Dijo esforzándose por hacer entender el doble sentido, y se echó a reír. Me resultaba raro rechazarle mientras me llevaba a casa.

-Es que estoy un poco cansada. - Dije con una falsa sonrisa, intentado ser amable. Su mano poco a poco subía por mi muslo, avanzando por la cara interna.

-Vaya hombre. Yo que te llevo a casa y me quieres dejar sin premio.- No me gustaba como se estaba tornando la situación.

-¿Y qué premio quieres?-

-Que me invites a subir. Y luego ya vemos.- Dijo con su mano casi a la altura de mi chocho. Cerré las piernas un poco para evitar que lo alcanzase totalmente.

-Están mis compañeros de piso en una fiesta. Por eso íbamos a ir a casa de Lucas.- Mentí hábilmente.

-Vaya por Dios. Bueno, seguro que puedes hacer algo para alegrarme el viaje. Vives muy lejos.- De repente quitó la mano de mi muslo para llevársela a su bragueta. Sin dejar de conducir, y dando algún volantazo se las apaño para abrirse la bragueta y sacarse la polla. Me quede estupefacta sin saber que decir. Era lo último que me esperaba. David alternaba su mirada entre mi reacción y la carretera.

-Mira para delante por dios, que nos la vamos a pegar.- Le advertí.

-¿Es que no piensas hacer nada?-

-¿Qué esperas que haga? Un tío que no conozco casi se ofrece a llevarme a casa en coche y mientras conduce se saca la polla.-

Pese a la situación no la tenía flácida del todo. El glande aún no asomaba, pero en general estaba semi tiesa. -Que me alegres el viaje, mujer. ¿Qué crees que Lucas no pensaba follarse a la inglesa? Si se ha enfadado tanto es porque le has interrumpido. - Continuó intentado manipularme, pero no dije anda.

-Venga anda, solo un poquito. Hasta que te deje en casa.- Suplicó. No se por qué. No fue por el alcohol, ni por sus absurdas manipulaciones, ni porque me atrajese, pero acabé agarrando la base de su polla. David sonrió triunfante.

-Solo hasta que lleguemos. Por hacerte más ameno el viaje ya que me llevas.- Dije. En el fondo sigo pensando que me ponía la situación, pero al mismo tiempo tenía miedo de que fuese a más. De nuevo colocó su mano en mi muslo y comenzó a acariciarlo, mientras yo en silencio le hacia una paja.

He de decir que disfruto mucho de las pajas. Creo que es una técnica infravalorada que siempre me he esforzado por aprender a hacer disfrutar y gozar del morbo. No era la primera vez que lo hacía en un coche, pero si la primera vez que se lo hacía a una persona tan desconocida. Tener una polla en mis manos esperando que le saque la leche, a mi merced es algo que me empodera y me calienta a partes iguales. Si por mi fuese iría repartiendo pajas a amigos y conocidos jajaja.

-Ummm joder que buen viaje-

-Ni se te ocurra cerrar los ojos.- Le dije yo preocupada por no pegarnos un piñazo en coche.

-Tranquila guapa, tu a lo tuyo y yo a lo mio.- No me gustan tan chulitos. Creo que disfruto más de los sumisos, y por eso mi mente se traslado a la habitación de Diego, mi alumno, y imaginaba que era a él a quien pajeaba. En el fondo lo que más me ponía era la inocencia y el morbo que me hacía sentir. Aunque si es cierto que en otras circunstancias me gusta más adoptar el rol de sumisa.

Movía mi mano rítmicamente sobre su polla, alternando entre diferentes presiones sobre la base y masajeando su glande con los dedos para embadurnar toda mi mano de líquido preseminal para hacerlo más deslizante.

-Joder, Lucas tiene razón. Haces unas pajas de la hostia.- Dijo para mi sorpresa.

-¿Lucas os cuenta eso?- Pregunte sorprendida.

-Si claro. Nos lo contamos todo- Dijo. – Pero para bien, eh. Somos tios, nos gusta hablar de esas cosas.- Intentó arreglar de nuevo la conversión sin mucho éxito. -Es como un alago, eres la top 1.-

-¿La top 1?- Dije confundida por la expresión.  Su mano, que de nuevo escalaba por mi muslo, esta vez me pillo desprevenida y llegó a mi chocho para frotarlo con poca delicadeza.

-En el ranking vas la primera en pajas.-

-¿Pero bueno, tenéis un raking?- Dije riéndome sorprendida mientras seguía recorriendo su polla de arriba abajo.

-Tenemos muchos. Pajas, mamadas, cabalgar, culos, tetas… y cada uno votamos.- Explico David con total sinceridad. La verdad que pese a la sorpresa inicial en cuanto me pare a pensarlo no me sorprendió mucho viniendo de ellos, y en cierta manera me sentí orgullosa de que al fin se valorasen mis pajas.

-Oye, vamos a llegar ya y me vas a dejar con todo el calentón para la vuelta.-

-Es que se me está cansando la mano. No soy una maquina. – Dije esforzándome por mantener el ritmo pese a la incomodidad de hacerlo en el coche mientras conducía.

-¿No quieres subir posiciones en el ranking de mamadas?- Dijo con otra invitación soez.

-¿Es que no soy la primera.- Pregunté incrédula. -Me sorprende. -

-La segunda. La primera es Raquel.-

Como una leona con el orgullo herido me quité rápidamente el cinturón y me agaché para llegar hasta su miembro. -Procura conducir bien.- Dije antes de meterlo en la boca. David me recompensó con un forcejeo sobre mi entrepierna palpando todo mi coño como quien agarra una esponja.

Enrollé mi lengua sobre su falo mientras hacía presión con mis labios y succionaba. No me lo tragué entero, pero si lo suficiente como para darle esa falsa sensación de tenerla enterrada en mi boca. Aunque a pesar de eso no cesaba de esforzarse levantando el culo para intentar metérmela más al fondo.

-Dios, que maravilla.- Dijo finalmente dejándome dominar la mamada. Su polla era bastante grande ahora que había alcanzado su plenitud. Estaba llena de venas y era más ancha y grande que a las que estoy acostumbrada.

Personalmente me no me gustan las pollas gordas (lo siento) al menos para hacer mamadas ya que no puedo emplearme a mi gusto sin que sienta que se me van a romper las comisuras de los labios y la mandíbula.

No obstante, no me gusta defraudar. Me centré en estimular su glande y su frenillo con la lengua. Repasándolo suavemente primero, para seguir haciendo presión sobre él cada vez que tragaba. -Ufff, vamos a llegar en breves. Será mejor que te emplees a fondo. -Me dijo.

La boca se me comenzaba a cansar por el esfuerzo de mantenerla abierta al máximo y la posición en el coche tampoco ayudaba. Hice un esfuerzo y trata de meterme todo lo que pude dentro. Notaba como poco a poco su polla entraba en mi garganta abriéndose paso.

Sin previo aviso, puso una mano sobre mi cabeza y presionó obligándome a tragar aún más. Hice fuerza resistiéndome, pero en cuanto dio un volantazo me asusté. -Quieta, quieta que nos matamos.- Y simplemente racioné el aire que me quedaba.

No podía ver absolutamente nada. Apenas sus huevos a 2 centímetros de mis labios recubiertos de las babas que dejaba escapar. Sentía que me iba a morir asfixiada. ¿Iba a ser la primera tonta que se moría haciendo una mamada?. En cuanto deje de notar la presión de su mano me la saqué a todo correr y traté de recobrar el aire como si acabara de nacer. Un gran chorro de babas y flemas salió de mi boca sobre su polla. Estaba algo mareada y me costaba recomponerme. -Ehhh, joder. Que me vas a dejar el coche como una piscina. - Se quejó aún el gilipollas de él.

Cuando me dí cuenta estábamos parados junto a mi casa. Miré por la ventanilla, abrí a puerta y salí del coche. -Eh, que haces. ¡Aún no hemos acabado! -

Dí la vuelta al coche hasta llegar a su ventanilla, que estaba bajada, le miré con rabia a los ojos, con las babas aún resbalando por mi barbilla y haciendo un reguero que se perdía en mi escote. Le agarré por el cuello de la camiseta, como él había hecho anteriormente con el otro chaval, lamí sus labios y mi lengua comenzó a descender por su cuello lentamente.

Metí medio cuerpo dentro a través de la ventanilla, y sin agarrar su polla abrí bien la boca para meter su polla dentro. Con solo su glande dentro empecé a masajearlo sensualmente con mi lengua, cada vez con más destreza motivada por sus gemidos. -Dios, vaya suerte tiene el Lucas.- Para finalmente comenzar a tragar con mucho esfuerzo su polla. Esta vez no cometí el error de tragar más de lo que podía. -Sigue, sigue que estoy a punto guapa.- Aprisioné mi lengua alrededor de su frenillo para comenzar a moverla dando latigazos, hasta que noté que estaba a punto de estallar.-Chupa, chupa.-

En cuanto lo hizo cesé por completo. No hice ni un solo movimiento más con mi lengua, y en lugar de ello hice fuerza con los dientes cerrando la boca. -Cuidado, cuidado.- Dijo. Pero aún así la corrida comenzó a salir de forma lenta de su polla.

Sin dejar de hacer presión lentamente comencé a ascender por el tronco de su polla clavando los dientes. -Cuidado, mama, joder.- Aún no se enteraba de que me estaba vengando. Seguí subiendo, notando como intentaba liberarse sin éxito, hasta llegar a su glande, el cual comencé a morder y lamer a partes iguales durante unos segundos hasta terminar con un beso y un mordisco final, mientras aún seguía un tenue chorro, sin fuerza de corrida. -Dios, cabrona.-

-Dile a tus amigos de mierda que soy a mejor.- Me fui satisfecha, pero los astros no dejaban de alinearse para joderme la noche. Nada más encender el móvil vi un mensaje en Instagram “Hola chupapollas te dije que ya hablariamos” y un video.

Si veo que tiene acogida continuaré con la seria, ya que es mi principal idea.

Me gustaría haceros saber que a pesar que todos los relatos están basados en experiencias reales, suelo juntar dos o tres experiencias diferentes que no tuvieron lugar en el mismo momento en este relato, como por ejemplo en este caso la escena inicial con mis compañeros de piso, que sucedió casi un año antes. Si preferis que me centre en explorar y avanzar unicamente en la trama con Diego, podeis dejarme vuestra opinión en los comentarios. ¡Muchas gracias por leerme y espero que lo disfruteis! Cualquier comentario o aportación será bien recibida.