Universitaria: Profesora particular II
Mi pequeño alumno intenta hacer un nuevo trato mientras yo pienso una mejor forma de motivarle. Mientras que me dejo llevar con mi folla-amigo y mi compañero de piso.
Continuación directa del relato anterior, “Universitaria: Profesora particular I”.
Diego era un adolescente común físicamente. Puede que fuera un poco más alto de lo normal para tener unos 18 años, pero su cara aún no era la de un hombre, a pesar de que su comportamiento se esforzaba por emularlo.
Llevaba el pelo corto, casi rapado, su aterciopelado pelo rubio resplandecía con la luz que se colaba por la ventana. También había comenzado a nacerle el bello facial, sus patillas habían comenzado a poblarse al igual que sus pómulos, por pelillos casuales que indicaban el inicio de la pubertad.
Tenía los ojos grises, y un cuerpo más bien delgado. No sabría decir si era un chico atractivo porque nunca le miré con esos ojos, pero quizás ahora, con unos años más, se haya convertido en todo un pibón, o eso me gusta pensar.
-¿Tu padre te deja jugar a esos juegos?- Le pregunté mientras observaba como jugada. Ahora se dedicaba a pasear en lo que parecía un club de striptease entre chicas en toples mientras estas bailaban. No es que la calidad de las imágenes fuesen una maravilla, pero me imagino que para un chico de 15 años, unas tetas son unas tetas.
El no respondió. -No creo que a tu padre le guste saber que su hijo juega a este tipo de juegos en vez de ponerse a estudiar.- Continúe. Parecía que había encontrado un punto débil.
-A ti que más te da.- Dijo borde, mientras seguía jugando.
-Mira, vamos a hacer una cosa. Estudiamos 1 hora y media, y a cambio la otra media hora te dejo jugar. Incluso, podrías enseñarme.- Dije intentado hacer un pacto amigable con él.
-No hay trato.- Dijo de nuevo haciendo muestra de su arrogancia. Mi sonrisa se desvaneció, y una mueca de enfado ocupo su lugar.
-Muy bien, entonces me voy y le diré a tu padre a que te dedicas a jugar en lugar de estudiar.- Dije mientras comenzaba a recoger mis cosas. Ambos mantuvimos la compostura. Seguí con mi teatrillo, recogiendo lentamente mis cosas, levantándome de la silla y dirigiéndome a la puerta, cuando finalmente, cedió.
-Espera.- Dijo girándose a mi. -Está bien. Pero 1 hora de estudio, y una de juego, a partes iguales.- Negoció.
No cedí. Sabía que le tenía en una posición comprometida y finalmente se vio obligado a aceptar. Estudiamos durante el tiempo acordado, incluso hablamos de videojuegos, aunque mi experiencia fuese muy escasa, y posteriormente el me explicó en que consistía su partida. El día transcurrió con normalidad, y finalmente, cuando acabó me fui a casa.
Llegó el siguiente día, y todo comenzó con normalidad. Diego estaba ligeramente más amable y receptivo conmigo, y notaba su impaciencia por que llegará el tiempo de jugar.
-Hoy vamos a atracar un puticlup.- Dijo con la normalidad de quien da los buenos días. Diego cogió el mando y encendió la consola mientras yo guardaba sus apuntes.
-Vaya, no es lo que esperaba. ¿No se pueden hacer otras cosas en ese juego?- Respondí.
-Si, pero esto es lo guay.- Dijo él. -Mira, ya verás, puedes hacer hasta que te hagan un striptis.- Diego manejo su personaje hasta una chica desnuda, se movió a una sala y esta comenzó a bailar para el mientras la apuntaba con un arma. Resultaba algo violento para un niño de 15 años. No presté mucha atención y me dediqué a responder unos mensajes mientras el seguía jugando.
-Venga Miriam, no le haces ni caso.- Dijo mosqueado.
-Bueno, Diego, mirar unas tetas virtuales no es lo que más gracia me hace precisamente. - Le conteste. El se quedó cortado, quizá fuí demasiado directa.
Siguió jugando sin decir ni una palabra, hasta que finalmente terminó mi hora, me despedí y me marché.
Esa misma noche, me encontraba en mi casa, con Lucas, mi follamigo. -Sabes, yo también he aprendido algunas cosas, de ese crio.- Le dije. Mientras el se quedaba tirado en la cama de mi piso de estudiantes me levante y comencé a contonearme alrededor de la cama.
-Hoy hemos atracado en club de striptis en el videojuego ese, y he aprendido algunos trucos.- Dije mientras movía mi culo lentamente al ritmo que me quitaba mi camiseta. Levante los brazos, y con delicadeza me la quité del todo y la tire a un lado.
Ahora era turno de los vaqueros. Fue dando pasos hacía atrás, mientras continuaba moviendo mis caderas hasta que mi espalda chocó con la pared. Me fui bajando lentamente los pantalones hasta que dejé ver mi tanga amarillo. Me llevé una mano a la boca, fingiendo una sensual sorpresa, mientras Lucas me devoraba con la mirada.
-¿Has visto lo que he aprendido de las putas de los videojuegos?- Le dije apoyada contra la pared, tirando con fuerza de mis pantalones, hasta dejando a la altura de mis rodillas. -¿Por qué no vienes y me comes el coño?- Le propuse finalmente sin miramientos. Lucas, que estaba en calzoncillos, ya se había sacado la polla y se dedicaba a pajearse mientras contemplaba el espectáculo.
-Creo que el rollo de las putas no funciona así. Ellas son más bien las que tienen que cumplir con las peticiones de sus clientes.- Respondió con una sonrisa sin moverse de la cama.
Eché mi tanga a un lado, y comencé a tocarme, pasando mis dedos por mi rajita, para comenzar a mojarla. Emití un gemido forzado, como un susurro mientras abría la boca de par en par y estiraba el cuello mirando al techo de la habitación. Lucas, ante el espectáculo, aumento el ritmo de su paja.
-¿Te gusta lo que ves?- Le pregunté deslizando mis manos de mi coño a mis muslos, para subir despacio por mis caderas hasta alcanzar mis pechos. -¿Le gusta esto a mi cliente?- Continué jugando, hablando con un tono meloso y sensual, sacando la lengua para repasar mis labios y acabar mordiéndolos, mientras mis manos se encargaban de desbrochar el sujetador.
En cuanto cayó al suelo, Lucas se levantó de la cama, para acercarse a mi. -Tu cliente quiere una mamada de esas que tan bien sabes hacer.- Parecía que de nuevo, sus intereses se anteponían a los mios. Pero cuando le veo venir, con su melena al viento, sus abdominales marcados, y su mirada de pasión, no me puedo resistir.
Lucas coloca su mano sobre mi hombro, y lentamente me hace bajar, hasta quedar de rodillas junto a su polla. Yo aprovecho la bajada, para ir deslizando mi lengua, desde su cuello, hasta su pelvis. En cuanto bajo sus calzoncillos, su polla aparece rebotando, dándome un golpe en la barbilla.
El se encarga de agarrársela con la mano y guiarla hasta mi boca. Está demasiado cachondo. -Come, come.- Atiende a decir mientras golpea su glande contra mis labios, esperando que abra la boca. -Le miro con cara de niña buena, arrodillada a sus pies, con las manos sobre los muslos abriendo la boca lentamente, momento que aprovecha para hundirme su trozo de carne dentro.
-Chupa, chupa.- Dice llevado por el disfrute entre murmuros. -Mmmmmmm.-
Únicamente podía abrir bien la boca, ya que Lucas era el encargado de mantener el ritmo de las cometidas. Solo tenía que aguantar firme, que no era poco, mientras su polla entraba y salía de mi boca sin darme un respiro. -Joder, que boquita tienes, déjame que te la mete entera.- Solía prácticas a menudo las felaciones, pero, personalmente, me gusta más hacer una mamada, que ser un orificio bucal de placer pasivo. Pero lo de que me metan la polla hasta la garganta, aún me cuesta dominarlo.
Sin dejarme coger aire ni un solo segundo, Lucas follarme rápidamente la boca con su glande y poco más a ir introduciéndome casi toda su polla con la misma velocidad. Lucas, con sus grandes manos agarraba mi rostro y mi pelo, mientras que con su polla, hacía básicamente lo que quería.
Podía observar el deleite en su mirada, poseido totalmente por el inmimente orgasmo, daría lo que fuese por poder vernos desde fuera, pero dado que no pude, me conforme con imaginarmelo, mientras comencé a frotarme mi coñito.
Las babas, acumuladas en la cuenca de mi boca, comenzaban a sobrepasar mis labios y caer por mi barbilla formando regueros. Lucas, acusando el cansancio fue sustituyendo las rápidas envestidas, por otras mas lentas y potentes, encargadas de llenar mi boca con hasta el último centímetro de su polla. Podía notar sus huevos chocando con mi barbilla y el nacimiento de su bello púbico contra mi nariz. -Dios, cielo, nunca he conocido a nadie que la chupe como tú.-
Lo dudo, en ese momento, ni siquiera se la estaba chupando, simplemente le dejaba hacer lo que quisiera con mi boca, si me hubiera dejado chupársela, seguramente, ya se habría corrido.
Mientras Lucas sacaba su polla lentamente de mis labios, dos de mis dedos bombardeaban a envestidas mi coño, entrando y saliendo de el sin parar. Se podía oír el ruido que emitía la palma de mi mano al chocar con mi raja. -Quedate esta noche a dormir, voy a hacerlo con tu polla dentro.- Le pedí entre gemidos, ahora que al fin tenía mi boca libre para hablar.
Lucas se limitó a agacharse para besarme con pasión, mientras seguía machacándosela. -Vale, pero primero voy a llenarte la carita esa de leche.-
-Y luego métemela, estoy muy caliente.- Pocas veces llegaba a tener que suplicar por algo, pero después de todas las ideas que rondaban mi mente en esos momentos, quería cumplir mis deseos, aunque no terminasen solo con Lucas…
Me saque los dedos del coño y se los pase por la cara, metiéndoselos sensualmente en la boca. El no desaprovecho la oportunidad de lamerlos. -Déjame que acabe yo.- Estaba como poseída. Por un momento me veía como una de esas putas de los videojuegos y a Lucas como Diego, jugando conmigo.
Le agarré la polla, y rápidamente me la llevé a la boca, y ahora sí, me encargué de hacerle una buena MAMADA, introduje media polla dentro, y absolví haciendo presión con los labios sobre la base, mientras que con la lengua iba envolviendo su polla, rotándola lentamente a su alrededor algo torpemente (todo sea dicho).
Saqué su polla abruptamente, haciendo efecto ventosa. Le dí un beso en la punta, y me la volví a meter de golpe. Di un par de cabezadas engullendo su polla y de nuevo la volví a sacar, para aporrear con ella unos golpes sobre mi cara. -¿Te quieres correr en mi cara? ¿O en mis tetas?- Alcé el pecho y ahora me encargue de dar unos golpecitos con su polla sobre mis tetas, que estaban muy secas comparando con otros encuentros.
No le dí oportunidad de contestar, me volví a tragar su polla, y aprisionándola contra mi papo, me dirigía él. -Seguro que estás deseando correrte para guardar tu polla en mi chocho calentito.- Y de nuevo continúe con la mamada.
-Me corro, cielo, me corro.- Seguí mamando, como un bebe aferrando a su biberón, aprovechando hasta el último segundo. -En la cara, Miri, en la cara.- Lentamente hice salir su polla de mi boca, aprovechando para sorber todas las babas que aún las unían como un niño pequeño que sorbe la sopa.
Su polla, totalmente roja, me miraba descapuchada, apuntando a mi. Dando pequeños espasmos que anunciaban una copiosa corrida. Lucas gemía incontrolable, más alto que otras veces con las manos agarradas a mis tetas.
Yo, con ambas manos masajeando los flujos de mi chocho, me mantenía a la espera, con esa sabrosa polla flotando a escasos milímetros de mi cara, y lentamente fui sacando mi lengua, que se encargó de moldearse al frenillo. Al contacto, los primeros chorros de semen salieron disparados por toda mi cara, mientras ambos gemíamos y gritábamos. -Correte, lléname la puta cara.- Le suplicaba con la lengua fuera.
Notar como un hombre se te corre encima es una sensación extraña, inesperada, y muy excitante, a mi parecer, creo que no hay acto que le pueda poner más cachondo a ellos que culminar esparciendo todo su semen en tu rostro, y después verte arrodillada frente a su polla.
Después de recibir su copiosa corrida, y aún llena de lujuria, me esforcé, estirando el cuello, para alcanzar con mi boca su glande, y limpiárselo de os últimos rastros de leche. -Fóllame.- Le dije tumbándome sobre el suelo, con las bragas a la altura de mis muslos y los pantalones por las rodillas, aún puestos.
Pase mis dedos por mi raja superficialmente, y eso bastó para llevármelos a la boca llenos de fluidos, entremezclándolos con el semen de Lucas que se iba derramando por mis labios. -métemela.- Le ordené. -¿Sin condón?- Espetó sorprendido. -Ya te has corrido.-
Sentí como su rabo caliente se habría paso por mi vagina, y a cada milímetro, el placer que ello suponía. -Ahhmmmm.- Pese a haberse corrido, aún seguía erecto. Tras una lenta incursión en mi chichi, Lucas comenzó a bombear con fuerza, haciendo mis gemidos cada vez más intensos.
Mientras el, encima mío, usaba sus manos para mantener la posición, yo hacía uso de las mias para agarrarle sus turgentes glúteos, y lentamente ir subiendo por toda su espalda, masajeando y aplastado cada uno de sus músculos con mis dedos.
A cada penetración, el golpe de su cuerpo contra el mio hacía que el semen sobre mi cara resbalase y salpicase contra su pecho y mis tetas. Haciendolo más evidente cuanto más fuerte me daba. -Dame, dame, follame cabrón.- Le pedia tirada en el suelo mientras mordía con fuerza mis labios. Sin embargo, su polla, poco a poco iba perdiendo rigidez y tamaño, hasta que, viendo lo que sucedía, Lucas termino en una serie de duros golpes, que, si no me hicieron acabar, no me dejaron lejos del segundo orgasmo.
Al despegar nuestros cuerpos pude ver el copioso charco de fluidos que había dejado bajo mis piernas. No sabría decir si tenia más pringosa las piernas de mis fluidos, o la cara de los de Lucas.
Me levante, jadeando y temblorosa y Lucas me miró con una risita cómplice. -Anda, ve a ducharte, que te espero en la cama.- Dijo tras analizar mi estado. Me dí un azote en el culo para provocarle, y me fui a la ducha contorneando mis caderas.
Entre en el baño esforzándome por caminar con los pantalones por las rodillas y salpicando fluidos vaginales. Sin embargo, al entrar me encontré con Marcos, mi compañero de piso lavándose los dientes. -Joder, Miriam, me cago en la leche.- Los que seguís mis relatos sabréis que hemos tenido nuestros más y nuestros menos y no era la primera vez que me veía en aquel estado.
-Perdona, tengo que darme una ducha. ¿Te importa? No quiero pringar todo el piso.- Le dije con cara inocente. –
-Pasa, pasa, si total ya…- Acepto y no tardé ni un segundo en entrar, quitarme los pantalones rápidamente y entrar en la ducha. La ducha de nuestro piso es de esas cuadradas con una puerta corredera de cristal, por lo que deja ver sin ningún problema el interior desde fuera y viceversa.
-Perdona, es que ha sido una noche muy fogosa, jajaja.- Me excuse mientras abría el chorro de la ducha sobre mi cabeza, cayendo el agua sobre mi y comenzando a lavarme.
-No si ya os he oído.- Pude ver como Marcos echaba un vistazo a mi ropa interior en el suelo.
-Perdona, pensaba que habías salido a cenar.- La novia de Marcos, mi otra compañera de piso había ido a visitar a sus padres a otra ciudad, y normalmente, es cuando aprovecha para salir un poco, ya que normalmente siempre hacen planes en pareja.
-Si, bueno, al final me he quedado jugando a la consola toda la puta tarde.- Me comentó. Nuestras miradas se cruzaron, él me miraba mientras comenzaba a enjabonar mi cuerpo, y poco a poco el cristal de la ducha se iba cubriendo de vapor.
-Vaya planazo.- Dije entre risas. Tomábamos la situación con total naturalidad, ya que no era la primera vez que me veía desnuda.
-Si bueno, sobre todo comparado con el tuyo.- Marcos escupió y se enjuago los dientes, aprovechando para seguir echando un vistazo a lo que el vapor le permitía ver.
-Oye, no te podrás quejar del show.- Le respondí de nuevo entre risas
-Una pena que haya acabado. - Respondió siguiéndome la broma, y se dispuso a salir.
-Aún no ha acabado del todo. Al menos para mi.- Le dije. Marcos se giro entre confuso e ilusionado, sin decir nada, pero mirándome sin disimulo. Pase la mano por el cristal, desempañándolo de forma de pudiese verme. -¿Puedes abrir mi cajón del mueble?-
Marcos se dirigió a él y lo abrió, al momento rió. -Tu no te cansas o que. - Dijo bromeando.
-Pásamelo porfa.- Abrí la puerta de la ducha lo suficiente para poder sacar mi mano, extendiéndola para coger el consolador rosa que me pasaba Marcos. Mi gran amigo rosita, de silicona de unos 20 cm nunca me defraudaba. Adherí la ventosa al cristal de la ducha. -Ya te he dicho que el show no había terminado.-
Le dí la espalda, y con el agua cayendo sobre mi coloqué la punta del consolar en la entrada de mi coño, para metérmelo hasta el fondo con un golpe de culo. -Desde luego tu show nunca defrauda. - Le escuche decir a pesar de no poder verlo.
Poco a poco comencé a coger ritmo, acompañando mis movimientos con gemidos acompasados. Metiéndolo en ocasiones hasta el fondo, y moviendo mis caderas con todo ese trozo de plástico dentro de mi hasta que exploté de nuevo, quedando mi libido saciada.
Cuando salí de la ducha, Marcos ya se había ido, pero en su lugar, un rastro de semen apareció en mi tanga. Complacida por haber dado un buen espectáculo, como él decía, me sequé y me fui a la cama. Lucas ya estaba dormido, pero totalmente desnudo. Con solo una camiseta blanca de ositos me metí en la cama, y haciendo la cucharita metí su polla dentro de mi, moviéndome lentamente hasta quedar dormida.
Llego el siguiente día. El abuelo de Diego me recibió ya que mientras el padre trabajaba, era el encargado de quedarse con el chaval. Cuando entré en la habitación, Diego ya estaba esperándome con los libros listos para estudiar. Algo había cambiado en él. Era como si fuese otro adolescente distinto a aquel macarrilla pasota. Jamás le había visto tan dispuesto a estudiar.
-Bueno, pues listo, quedan 25 minutos, así que puedes echarte unas partidas si quieres. - Le dije al acabar.
-No, no me apetece. - Dijo él. Me quedé totalmente sorprendida con su reacción.
-¿No quieres atracar ningún puticlub hoy?- Le pregunte entre risas.
-No soy un crio vale.- Dijo algo enfadado. Su reacción fue desproporcionada.
-Vale, bueno… ¿Y no tienes más juegos?- Pregunté.
-No.- Dijo rotundamente.
-Bueno, pues no se… Es tu media hora libre, pero si quieres podemos seguir repasando. - Le propuse.
-Eso no era el trato.- Dijo recriminándome el cambio de planes.
-El trato era que podía jugar a la consola. Y ahora me dices que no quieres. ¿Entonces qué?- Le dije confusa. Diego tartamudeo como queriendo decir algo, pero rápidamente se volvió a callar cohibido.
-Venga, tu dirás, es tu parte del trato, has cumplido con el estudio. - Dije proponiéndole cambiar nuestro pacto. Diego, a estas alturas, no se atrevía ni a mirarme a la cara.
-Pues quiero ver una tia, pero de verdad.- Sabía que finalmente acabaríamos en este punto. Me quedé callada, al igual que él, que no levantaba la mirada de la moqueta del suelo.
-¿Qué quieres decir?- Pregunté a pesar de saberlo perfectamente. Quería medir sus deseos para saber hasta donde pretendía llegar.
-Pues que no quiero ver un videojuego, quiero ver la realidad.- Explico Diego.
-Bueno, seguro que hay muchas chicas en tu clase….-
-No.- Me cortó de golpe. -Chicas de verdad, con buenas tetas.- Desde luego de eso iba sobrada. Por lo visto Diego se había cansado de jugar a los videojuegos y ahora quería comparar con la realidad. Me quede callada, el apenas iba a cumplir 18 años mientras que yo ya tenía 20 años, se me presentaban dudas morales que rondaban mi cabeza, junto con el excitante pensamiento, de ser el deseo de la juventud de un adolescente. Fácilmente, o más bien, seguramente, podrían ser las primeras tetas que ve.
-Pero, Diego…- Dije sin saber como continuar. Pude ver en ese momento el arrepentimiento en su rostro.
-Perdona. Olvídalo. Lo siento.- Dijo rápidamente mientras se ponía rojo como un tomate.
Finalmente seguimos dando un repaso general a todo lo que habíamos estudiado. Con Diego sin apenas hablarme o dirigirme la palabra, hasta que finalmente llego la hora de irme.
-Diego.- Dije dirigiéndome a el.- Mira, hagamos una cosa. Sigue estudiando así. Haz tus deberes y aprueba el examen de mañana, y me pensaré hacer un nuevo trato, ¿Vale?- Le propuse.
Pude ver como se le iluminaba el rostro y una sonrisa aparecía de oreja a oreja, que sin mucho éxito intentó disimular.