Universitaria: Profesora particular I

Una mamada en los baños de la universidad me da una nueva perspectiva sobre como solucionar un problema con un alumno rebelde.

Hola a todos y todas. Hoy os traído un nuevo relato, que espero se convierta en una serie si os gusta la idea. Sucedió en tercero de carrera, así que por aquel entonces tendría unos 20 años.

Sobre mi decir que por aquel entonces estaba medio enrollada con Lucas, un compañero de clase que ha protagonizado relatos anteriores. Yo era una chica sencilla, ni delgada ni gorda, con ciertas curvas, un culito redondito y no muy grande, y unas tetas que eran lo que más destacaban de mi. Redondas y muy firmes. Por aquel entonces, y hasta ahora, decidí teñirme el pelo a un blanco-plateado que me sentaba bastante bien con mi cara redondita y afilada. Solía llevar el pelo largo, normalmente recogido en una o dos trenzas.

Serían las 11:45 de la mañana de un viernes de Marzo. Llevaba desde las 9 de la mañana en clase, y por si fuera poco la noche de ayer me la había pasado de fiesta con mis amigos hasta las tantas sin parar de beber.

Estaba bastante resacosa, pero eso nunca me ha impedido cumplir con mi deber yendo a clase. El problema es que la clase de ética en la universidad se me hacía cuesta arriba. Teníamos uno de esos profesores que no paran de leer en un tono monótono y aburrido durante toda la hora. Todos estábamos deseando que diesen las 12 para marcharnos de una vez por todas de ese infierno.

Como era obvio, los viernes había mucha menos gente en clase de la esperada por que la mayoría habían salido de fiesta la noche anterior y ahora mismo estarían durmiendo la mona.

Estaba sentada en las filas de en medio, intentado camuflar mi cara de sueño detrás de unos muchachos. A mi lado estaba Ana, una chica que me caía bastante bien, especialmente por lo estudiosa que era, una de esas estudiantes que siempre te gustaría tener como amiga.

Mire mi móvil para ver la hora, cuando me fije que tenía un mensaje de Lucas, mi rollete de la uni. “¿Quedamos después de clase en mi casa?”. Lucas no había ido a clase, así que ahora mismo estaría despertándose en su cama. “Buenos días bella durmiente” Le escribí mandándole con disimulo en selfie de mi cara en clase.

Lucas se había pillado una borrachera bastante gorda anoche, por lo que termino yéndose a casa antes de tiempo y frustrando mis expectativas de echar un buen polvo. Al menos me lo pasé bien con mis amigas cantando como locas y bailando toda la noche. Pero estaba claro que ahora pretendía reclamar lo que había perdido.

“No puedo, hoy tengo clases de apoyo.” Le respondí. Hacía unos días había empezado a dar clases a un niño de secundaria para sacarme unos ahorrillos, que mal no me venían.

“Yo también necesito clases de apoyo, te puedo pagar de muchas formas” Respondió el enviándome una foto de su erección bajo la sabana.

“Si hubieses venido a clase seguro que no estarías así.” Le conteste intentando no alargar la conversación mucho más.

“Entonces voy ahora. Te veo en los baños de la segunda planta.” Respondió al momento.

Intente frenarlo, pero tampoco con mucho empeño, aquellos arrebatos calenturientos me gustaban demasiado, y el riesgo de vernos en los baños de la facultad que excitaba sobremanera. Dieron las 12 y salí pitando hacía allí. Seguí las indicaciones de Lucas y entré en uno de los baños masculinos sin premeditaciones.

Un chico con gafas, bajito y de aspecto friki se estaba lavando las manos. No le hice mucho caso y rápidamente me metí en uno de los baños y cerré la puerta. Como era de esperar el chico se quedó perplejo. Esperé un minuto y Lucas llegó.

Entró rápidamente al baño conmigo. Aun podía escuchar los pasos del muchacho dentro, pero nos dio igual.

Lucas llevaba una camiseta negra y unos baqueros. Parecía que se había vestido a todo correr solo para venir a darme lo que me merecía. Es increíble el poder que puede tener el sexo sobre un hombre. Su melena, despeinada y rizada tapaba sus orejas y caía sin forma pro su cara.

Yo estaba esperándole sentada sobre la taza del cuarto de baño, con una camieta blanca y un ceñido pantalón negro de chándal.  Nos miramos, nos reímos como unos mojigatos, y rápidamente nos fundimos en un beso. Me encantaba notar su barba al besarle, y morderle los labios.

-Vaya, creo que esto es para mi.- Le dije poniendo mi mano sobre su paquete. No sería la primera ni la última vez que hacíamos guarradas en esos baños.

Miré mi reloj. -No tenemos mucho tiempo. Tengo que pasar por casa antes para cambiarme. - Le dije mientras sacaba su polla del pantalón. Ni si quiera se había molestado en ponerse calzoncillos.

-No te pongas muy guapa o distraerás a tu estudiante.- Dijo Lucas mientras se llevaba la mano a la polla y comenzaba a pajearse frente a mi. El permanecía de pie mientras yo seguía sentada en la taza, por lo que su polla quedaba a la altura perfecta de mi cara. Me encanta contemplar como poco a poco va cogiendo fuerza.

-Con ese chaval no hay forma de que se concentre. Es un macarrilla que pasa de estudiar. - Seguí la conversación como si nada mientras aparte sus manos para ser yo la que realizaba el trabajo manual.

-Con una profesora como tu se habrían solucionado todos mis problemas con las notas, créeme.- Respondió Lucas con una sonrisa, mientras contemplaba como le hacía una lenta y meticulosa paja.

Recorrí lentamente con mis dedos su base, como si de un masaje se tratase, retirando la piel que escondía su rosado glande. Apenas su polla salía por la bragueta del pantalón para dejarme disfrutar de su anatomía.

Paso mis dedos lentamente por su glande, presionado sobre su frenillo durante unos segundos para finalmente agarrar la base de su polla y comenzar el movimiento de la paja. Podía notar no solo como su polla crecía, sino también como se iba calentando y comenzando a escupir líquidos preseminales. Me mordía los labios intentando contener la lívido.

-¿Este es mi premio por ser un chico bueno profe?- Dijo Lucas con un tono juguetón, mirando hacia abajo con su melena cayendo sobre la cara.

-Esto es solo un premio. Si te portas bien habrá más.- Le dije siguiéndole el rollo. Aumenté ligeramente el ritmo y la presión sobre la base de su polla, y en lugar de centrar el movimiento, subí y bajé la mano al completo, recorriendo su polla de arriba abajo aprovechando que empezaba a estar pringada.

-¿Más? Entonces estoy dispuesto a estudiar todo lo que sea necesario. – Notaba su estado de excitación creciente. Me miraba con deseo el escote, a Lucas siempre le han encantado mis tetas, pero por ahora me dejaba ser la dueña de la situación en nuestro particular juego.

Mi visión se centraba el disfrutar del deleite visual que es tener una polla en mis manos. Yo era la dueña de su orgasmo, y como buena profe, no dejaba de masturbar su polla, que a pesar de no ser enorme, ya había alcanzado su plenitud. -Sigue, sigue.- Decía el, con mi mano sin dejar de pajearle.

Movía la muñeca rápidamente, deslizando la palma de mi mano por toda la base de su polla, desde sus huevos hasta la punta de su glande en apenas medio segundo, hasta que, agotada de tanto meneo, cambie el ritmo, para centrarme en masajear lentamente su punta. Ahora mi mano recorría con precisión y la justa presión su glande, acercándole cada vez más hacía mi.

-Pues a partir de ahora más te vale estudiar. Y venir a clase todos los días. Sino se acabarán los premios.- Dije acercándome lentamente su polla a mi cara. Siempre me han gustado ese tipo de juegos sexuales, creo que es lo que le da morbo a la situación y te excita más incluso que el propio sexo.

-Por supuesto.- Dijo el expectante. Deje su polla a pocos centímetros de sus labios. Mirandola fijamente. Contemplando como había pasado de estar flácida a ser toda una estaca. Podía notar como se moría de ganas por que se la chupase.

Alargué el esperado momento unos segundos más, y seguí masturbándole con rudeza y fuerza desde la base de su polla, haciendo que chocase con mi cara a cada sacudida.

Allí estábamos, en el baño de la universidad, un viernes a la mañana. Yo sentada sobre la taza agarrando su polla con lujuria y machacándosela contra mi cara. Sabía que aquello le encantaba, pero él no sabía que a mi me ponía incluso más. Me sentía sucia notando como con cada golpe su polla dejaba un rastro de fluidos sobre mis mofletes, mi barbilla y mis labios. Mis bragas comenzaban a estar mojadas, pero aquello iba a ser algo rápido, lo tenia claro, no podía permitirme perder mucho tiempo y llegar tarde a mi trabajo. Oportunidades para desahogarme iba a tener muchas.

Lucas, con poco disimulo, comenzaba a intentar empujar su polla contra mi boca, con la idea de abrir mis labios y entrar en mi boca. Hice como si no me enterase y continué pajeando su polla, recorriéndola con fuerza y desenfreno, con movimientos rápidos y mi mano derecha toda pringada aferrada su base.

-Dios, eres la mejor profe del mundo.- Dijo Lucas sin perder detalle de como su polla resbalaba por mi cara. -Ojala dijesen eso todos mis alumnos.- Dije, y aprovechando el momento, termine metiéndome la punta de su polla en la boca, haciendo presión con los labios, para azotar suavemente con mi lengua su glande, mientras mi mano seguía pajeándole.

-Dios que boquita tienes. - Le miré a los ojos para contemplar su expresión, sin que mi lengua dejase de jugar, y remover mis babas alrededor de su miembro. -¿Ejo eh lo que valorasd de tu profe, mi goca?- Dije hablando como pude con su falo aún en mi boca. Mi melena caía sobre mi cara y quedaba pegada sobre el mejunje de fluidos que tenía esparcidos por el rostro, haciendo difícil ver nada.

-Bueno a decir verdad me gustan más tus tetas.- Al momento se agacho para deslizar una mano por debajo e mi camiseta y subírmela para sobarme un pecho sobre el sujetador.

-Pero bueno. Eso es otro premio. No te adelantes tanto.- Dije apartando su mano. Lucas sonrió con malicia. Las reglas del juego jugaban a mi favor. Solté su polla sacándola de mi boca, con el capullo ensalivado.  -¿Esto es lo que tanto te gusta?- Dije levantando mi camiseta para dejar ver mis pechos aprisionados bajo el sujetador negro. -Vaya vaya.- Aproveche el momento para hacerme una coleta.

-Chss, chss, no te he dado permiso para tocar.- Dije rápidamente viendo como de nuevo se acercaba a tocar mis tetas. -Te tendrás que conformar con verlas. Al menos hasta que mejores tus notas.-

-Entonces quítate el sujetador. - Pidió Lucas con una sonrisa picarona. Cedí y me lo desabroché dejando libres mis tetas. Lucas se contía por lanzarse a ellos, como acostumbraba a hacer. -Por ver esas tetas todos los días, estudio lo que haga falta.- Después de todo este tiempo de juegos, por un momento, se me paso una perversa idea por la cabeza. ¿Sería esa la solución? Miré el reloj. Mierda, llevábamos en el baño cerca de 15 minutos. Tenía que darme prisa para acabar con eso, darme una ducha rápida, y acudir al trabajo.

-¿Bueno, por qué punto de la clase íbamos?- Dije dejando mi camiseta y el sujetador apoyados a un lado.

-Creo que estábamos en plena clase de lengua. - Me respondió entre risas.  Agarré su polla de nuevo encaminándola a mis labios, le di un besito en la punta, y haciendo presión hice que poco a poco fuese penetrándolos, hasta que quedó toda dentro. Moví mi cabeza hasta que llegué hasta sus huevos, y con todo su rabo dentro de mi, comencé a hacerla entrar y salir rítmicamente. La sacaba del todo de mi boca, para rápidamente volverla a meter hasta el fondo con fuerza. Repetí la operación, únicamente usando mi boca unas 15 veces, aunque en ocasiones la puntería no era la idónea y entraba chocando con mis labios, dejando un reguero de babas por la comisura de ellos.

-Dios, me encanta la clase de lengua.- Decía entre pequeños gemidos.

Aloje su polla al complejo dentro de mi garganta por unos segundos. Sentía como palpitaba dentro de mi, mientras respiraba por la nariz, y la fui sacando lentamente, haciendo que un gran chorro de babas resbalara por mis labios en dirección al suelo.

Finalmente agarre su polla haciendo palanca para sacarla de mi boca haciendo presión contra mis papos, me encanta hacer eso, supongo que es algo que he aprendido del porno.

-Pues ahora vamos con la clase de física.- Dije, colocando su miembro entre mis tetas. -¿Sabes lo que pasa cuando a una polla le aplicamos una fuerza ascendente y descendente entre dos tetas?- No pude contener una pequeña risa, al igual que él.

-Estoy deseando saberlo profe.- Me contestó intentado mantener la seriedad.

Agarre mis pechos con las palmas de mi mano, apretando para encerrar su polla entre ambos. Lucas se tenía que agachar para conseguir mantener la posición perfecta, he de decir que hacerlo en los baños era un poco incomodo, pero siempre me han encantado las cubanas, prueba de ello era el estado de mis bragas, las cuales estaban más mojadas que un bikini en la playa.

-Dios me encantan tus tetas Miriam, no dejes de usarlas.- Dijo Lucas abandonando momentáneamente su rol. Su falo resbalaba atravesando mi entreteto, mientras movía rítmicamente mis redondos pechos, que escondían por completo su polla en algunas zonas

He de decir que no era la mejor paja con las tetas que he hecho, pero hay que entender la situación. Yo era la encargada de mover mis pechos con las manos, logrando así el efecto de masturbación en mi polla, que atravesaba mi canalillo para apuntarme con un rojizo e hinchado glande, que pedía a gritos disparar todo lo que tenía dentro.

-Estoy a punto cielo.- Me dijo. Parecía que había dejado de lado el juego. No me gustaba nada su actitud, normalmente en el sexo, una vez había conseguido lo que quería, abandonaba mis juegos, que eran lo que más me hacía disfrutar a mí.

-Entonces vamos a terminar con una lección de química. ¿Sabes qué pasa cuando mezclas tu polla a punto de explotar con mi boca? - A pesar de que fue breve, aquella cubana dejo mis tetorras echas un cristo, llenas de líquido preseminal.

-Prefiero correrme en tus tetas cari. - Argumentó Lucas. Hice caso omiso y me volví a meter su polla en la boca, succionando sin parar y comenzando a mamársela con rabia. Lucas estaba cerca, lo sabía porque comenzó a mover sus caderas acompañando mi mamada, como follándose mi boca, pero en ese momento comenzó a sonar su teléfono.

Lucas lo ignoró. Le mire, levantaba su cabeza mirando al techo dejándose llevar por la situación, disfrutando de la increíble (o eso creo yo) mamada que le estaba dando. Pero a mi me gustaba jugar, así que decidí sacar el teléfono de su pantalón y descolgar.

-¿Gi? – Logre decir mientras seguía con la mamada. Como podéis imaginar por la escasa reacción de Lucas, no era la primera vez que lo hacía. Saque su polla de dentro de mi boca, para poder mantener la conversación, jugando con mi lengua para masajear su glande.

-Ahora mimo edtá en el baño. ¿Qué quieles?- Respondí.

Lucas forzaba su polla, estirando su pelvis hacía mi, para volver a metérmela en la boca. -Si agora va paga allí- Dije mientras su polla entraba de nuevo en mi boca. Aprovechó mi descuido para agacharse y lograr agarrar mis tetas, tirándome de mis pezones y hundiendo su polla en mi garganta. Vaya profesora con una mierda de autoridad en la que me había convertido.

-Je lo diho agora mihmoh.- Intente decir, atragantándome con su polla y expulsando un montón de babas y flemas de mi boca. Lucas me arrancó el móvil de la mano.

-¿Sí?- Respondió mientras magreaba salvajemente mis tetas, sin dejar de presionar con su polla mi boca. Me costaba respirar, pero trate de mantener la calma.

-Hostia, no he mirado la hora tio. ¿Tienes unas botas para dejarme?- Lucas continuaba hablando por teléfono, mientras yo me dejaba hacer.

Finalmente sacó su polla de mi boca, y comenzó a masturbarse contra mi cara, aporreando con ella mis mejillas, haciendo salpicar toda esa mezcla de fluidos. -Chupa, que me corro.- Dijo apartando el teléfono.

Saqué mi lengua, y poco pude intenté lamer su glande cada vez que lo acercaba a mi cara, acertando algún que otro lengüetazo. Venga pues ahora nos vemos en el campo tio.-

Lucas comenzó a correrse sobre mi cara sin apuntar a ningún sitio en concreto. No con gran contenido, pero si con una fuerza increíble. El primer chorro cruzó de mi barbilla a mi nariz, y el segundo quedó esparcido por toda mi nariz y mis labios.

-Y esto es lo que sucede. Una reacción de corrida rica en proteínas.- Dije riendo, mientras el aún seguía masturbando su polla.

-Cielo lo siento, pero tengo que irme. Había quedado para jugar al futbol. Si quieres vente a dormir esta noche. - Lucas se escuso casi sin darme tiempo a responder. Abrió la puerta del baño y se marcho rápidamente. -Lo siento, lo siento, lo siento, te recompensaré. - Susurraba ya desde fuera del baño.

Fui a coger papel para limpiarme cuando me dí cuenta que no quedaba nada más que el canutillo vacío. -Genial-. Dije.

Sali del baño, con el reciente semen resbalando por mi casa y los pechos al aire, cuando me percaté de la presencia del muchacho, aún en el baño. Lucas había salido tan rápido que ni se había dado cuenta.

Ví como me miraba alucinando y desorientado. -Pero bueno, pervertido, es que no has visto nunca unas tetas- Dije cubriéndomelas con mis manos.

-Eres tú la que está en el baño de hombres.- Argumento trabándose varias veces.

-Si, y tú me vas a decir que llevas 20 minutos cagando, ¿No?-.- Aprecié un bulto en su pantalón y la bragueta bajada. -Por dios.- Observó como mi miraba dejaba en evidencia su situación y trato de taparse sin mucho éxito.

Me acerqué al lavabo y abrí el grifo, para limpiarme la corrida de Lucas de la cara. El muchacho ahí seguía contra la pared sin quitarme la mirada de encima. -¿Pero bueno, es que no tienes nada que hacer?- Le dije algo enfadada.

Procedí a limpiar también mis tetas con algo de papel, y a través del espejo pude ver como finalmente el muchacho salía corriendo del baño, y una vez lista procedí a vestirme, dándome cuenta el porqué de esa huida tan rápida: El cabrón me había robado el sujetador.

Por suerte había dejado mi camiseta. Me vestí como pude y me dirigí a mi casa para darme una rápida ducha y aprovechar para masturbarme durante el proceso con el dilo morado que tengo pegado ahí mismo con una ventosa. No fue suficiente, pero pude relajar el calentón un poco. Me puse unos pantalones negros y un top rojo, confinados con un culotte y un sujetador a juego y puse rumbo a la casa del muchacho al que me encargaba de dar clases.

-Buenas tardes Miriam.- Dijo el padre recibiéndome. Era un hombre alto, fofo y calvo, con una espesa barba que aparentaba ser muy bruto, pero lejos de su apariencia era un hombre muy agradable. -Oye, hay algo que me gustaría comentarte. Mira, no te lo tomes como algo personal, pero estoy pensando terminar con las clases de Diego. Y no es por ti, se te ve una chica responsable y se que te molestas en que aprenda, pero ese chico es un caso perdido. No podemos seguir tirando el dinero en clases que no van a ningún lado.

Un cúmulo de emociones llego a mi. Pena en primer lugar, por las palabras de un padre desesperado. Pero también fracaso por perder mi única fuente de ingresos e ira por saber que el chaval simplemente no quiere esforzarse. -Lo entiendo. - Dije apenada.

-Si te parece bien, este mes será el último. Lo mantenemos con dos días a la semana, como hasta ahora. Tiene algunos exámenes la semana que viene, haz lo que puedas con el, no espero milagros.- Dijo el padre.

Entre en la casa, un hogar modesto, decorado de forma rustica. Entre al hall de recibimiento para terminar de hablar con el padre y agradecerle su confianza en mi. ¿Un milagro no? Parece que es lo único que me puede salvar de este despido.

-Por cierto, los próximos días estará mi padre en casa. Me han cambiado el turno y me es imposible. Intentaré estar a final de mes para despedirme. - Dijo con una sonrisa desde la cocina.

Yo me dirigí a la habitación de Diego, abrí la puerta y observé a aquel pequeño diablo de 15 años jugando tranquilamente a los videojuegos con los libros tirados a un lado sobre el suelo. Carraspeé la garganta para llamar su atención al mismo tiempo que daba unos golpecitos sobre el marco de la puerta.

-Ah, ya has llegado. Pensaba que mi padre te había despedido ya.- Dijo el muchacho sin dejar de mirar la pantalla. Me agaché y recogí los libros del suelo, apagué la televisión y giré su silla hacía la mesa de estudio. Deje caer los libros frente a él, al mismo tiempo que tomaba asiento a su lado.

-No puedes seguir así Diego. Te das cuenta de que haces lo que te dá la gana. Tienes las capacidades de sobra para ser un buen estudiante. ¿Qué pasa contigo? -

-Que paso de estudiar. Eso no me gusta. - Diego se giró de nuevo sin dirigirme apenas la mirada y volvió a encender la pantalla para ponerse a jugar. Me quede con cara de poker. ¿Iba a dejar que un chaval me torease así y se saliese con la suya? Entonces me percaté del juego al que estaba jugando. El parecía tener el control de un personaje que no paraba de disparar a enemigos mientras tías en desnudas bailaban alrededor suyo en un local. Una bombilla se encendió en mi cabeza.

Continuará….