Universitaria: Líos de hermanos (2/2)
Antes de ir al cine, una paja cubana y un polvo con Lucas, mientras su hermano nos observa, que acabará en la mismísima sala de cine.
Continuación directa del relato anterior, “Universitaria: Lios de hermanos (1 de 2)”
Hay algo en las pajas cubanas que me vuelve loca, no sé si será el morbo por tener una polla ahí el medio, la sensibilidad de los pechos o simplemente el poder de deleitar a un hombre solo con las tetas, pero me parece una práctica insuperable por ninguna otra. Ver como la polla de Lucas se perdía entre mis dos tetas, para después resurgir hasta casi impactar contra mi barbilla, llenando todo a su paso de fluidos me ponía extremadamente cachonda. Por no hablar de nuestro espectador sorpresa.
Me volvía loca la idea de estar descubriéndole el sexo al hermano de Lucas al igual que me lo habían descubierto a mi. Pero no podría estar pendiente de todo, y lo más importante era la polla que tenía entre mis pechos.
Yo subía y bajaba todo el cuerpo al mismo ritmo, apretando con mi brazo cruzado mis tetas, para hacer más difícil la penetración entre ellas. Lucas no podía dejar de mirarlas, y yo hacía lo mismo. Subía y bajaba, casi por inercia, estaba como hipnotizada por el acto.
Bajé mis tetas hasta casi la altura de sus huevos, unos centímetros de su polla sobresalían por arriba, alargué la lengua y pasé el filo por los bordes de su glande, repasándolo lenta y meticulosamente durante unos segundos, hasta retomar el ritmo de la paja, esta vez algo más rápido.
Ahora agarraba mis tetas de perfil, cada una con una mano, guiando el movimiento con ellas, moviendo así mis pechos en lugar de mover todo el cuerpo. Era un ejercicio físico entregado, pero disfruto más de ello que del deporte.
Lucas resoplaba cachondo perdido, y aunque no podía saberlo con certeza, juraría que Mateo también con solo verlo.
Mis tetas aprisionaban su polla, subiendo de arriba abajo, más rápido que antes, y con más fuerza. Su polla estaba perfectamente contenida entre ambas y resbalaba por una cascada de fluidos. Cada vez que salía su brillante glande rojizo deseaba chuparlo, pero solo algunas veces alcanzaba a darle un breve lametón, cuando se estrellaba contra mi boca, abierta para recibirlo, y con la lengua fuera.
-No voy a tardar en correrme.- Me dijo entre jadeos. -Me vas a dejar pringada entera para el cine como te corras en mis tetas.- Le dije sin dejar de pajearlo. Tenía dudas incluso de quien estaba disfrutando más, estaba deseosa de tocarme el coño, pero al mismo tiempo no podía parar con mis tetas. -María seguro que no te dejar correrte en sus tetas en el tio.- Le dije picándole, y al mismo tiempo rescatando el tema que rondaba mi mente desde que lo propuso.
-Ni falta que hace, tus tetas son perfectas para correrse, ella puede limitarse a sacar la leche.- Dijo Lucas. Parecía que iba en serio, y estaba deseando seguir cruzando barreras para ver si finalmente se atrevería.
-¿Te gusta correrte en mis tetas? Ummm, a mi me gusta más.- En ocasiones excitar a un chico es más fácil poniendo voz de actriz porno, y sabía que eso funcionaba a la perfección. Paré por un momento la cubana, y me tragué la polla de Lucas, sentía como los fluidos resbalaban por mis pechos. Tragué mas o menos la mitad de su rabo y comencé a darle golpecitos con la lengua de forma rápida y descontrolada, tras unos segundos me la saqué y seguí con mi trabajo.
Ahora podía sentir mis babas también entre mis tetas. Coloqué su polla y empecé a subir y bajar de forma fuerte. Su pelvis resonaba contra mis pechos. Me estaba follando las tetas. Lucas cerró los ojos, momento que aproveche para mirar a Mateo, que se había acercado cuidadosamente hasta el borde de la puerta para observar mejor. Podía ver como se frotaba por encima del pantalón.
-Te las voy a llenar de leche cariño, me da igual.- Dijo Lucas entre suspiros. A mi la verdad, me daba igual.
-Me van a ver en el cine llena de tu corrida. Aún la noto en tus bragas.- Seguí excitándole.
-Que sepas que eres una guarrilla.- Me gustaba la idea de que la gente me viese con corrida en los pechos, de hecho me daba morbo, pero no me consideraba una guarrilla por ello, no al menos en este contexto.
-Hasta tu hermano lo sabrá.- Le dije. En ese momento abrió los ojos, como recordando que nos iba a acompañar al cine. -¿Y si me pongo un condón y follamos? Así no te lleno de corrida- Mientras hablábamos yo seguía con mis tetas rodeando su polla, no quería que diese marcha atrás.
-No hay tiempo, hay que irse ya. Córrete que no pasa nada, tonto.- Le dije.
Sin embargo Lucas se levantó. Mateo se escondió rápidamente tras la puerta y Lucas aprovecho para coger un condón del escritorio. Se había jodido mi idea de ir con las tetas llenas de corrida, aunque si las tenía llenas de restos de fluidos y babas. Lucas se puso el condón automáticamente, y yo, dado que no me iba a quedar así, me baje los pantalones.
-Siéntate en la cama, yo voy arriba. - Le dije. A Lucas le gustaba siempre estar arriba y ser el que me daba, pero a mi también me gustaba ser la que folla, por decirlo de alguna manera. Además, así, me aseguraba tenerlo de espaldas a la puerta y poder seguir ofreciendo un digno espectáculo.
Se sentó sobre el borde de la cama, esperándome. Me terminé de quitar los pantalones y quedé con mis braguitas negras. Le miré, sentado en la cama, con la polla tiesa como el mástil de un velero y con la mirada ardiente del diablo. Me toqué las tetas, suavemente, aumento su pasión. Las juntes ambas, una contra la otra y saqué la lengua, notaba como se podría incluso correr si seguía así. Me acerqué lentamente a él, hice las bragas a un lado y me senté sobre sus rodillas, clavada en su miembro.
-Fóllame con las bragas puestas.- Le dije. Es algo que me encanta, incluso hacerlo con los pantalones a medio bajar o la falda puesta. Lucas estiró su cuerpo haciendo que su polla se clavase en lo más profundo de mi coño, notaba los pelos de sus huevos rozando contra mi pubis, recién depilado para la ocasión. Me agarré a su espalda, clavando mis uñas en su piel pero sin pasarme. Podía notar su respiración en mi cuello, pero solo aprovechaba para mirar, ahora sin miramientos, a Mateo junto a la puerta.
Por mi mente corrían un montón de preguntas. ¿Le gusta solo mirar o quiere algo más? ¿Estará cachondo? ¿Querrá follarme? ¿Qué será lo que pase después de esto? ¿Cómo será su polla? Que estaba cachondo era evidente eso era lo único que podía saber.
Movía mis caderas arriba y abajo, rebotando sobre las piernas de Lucas. Lo único que distinguía lo que estaba pasando de un polvo normal era el morbo añadido de Mateo, y era lo que me obligaba a darlo todo. Me movía sin parar, no se parecía a los polvos que solía echar, pero Lucas era el más beneficiado. -Joder, hoy estas bien cachonda.- Comentó al respecto.
Yo no le respondí. Seguí moviendo mi culo, de arriba abajo, notaba su polla entrar y salir de mi coño por completo, era una follada a lo grande. Cuando su polla salía del todo me abalanzaba de nuevo para metérmela de golpe, lo que ocasionaba un gran ruido entre nuestras pieles.
Me corrí viendo como Mateo nos miraba fijamente desde la puerta, pero aún seguía taladrando la polla de Lucas. Cuando no pude más, finalmente me la introduje hasta el fondo. Gritaba y gemía, al ritmo de las envestidas como ninguna vez lo había hecho.
Lucas se volteó, agarrándome por las piernas y levantándome. Como he comentado alguna vez, estaba fuerte, pero no era un culturista. Intentó follarme de pie, mientras me sujetaba subida a él, pero fue breve. Me dejo caer sobre la cama. -Ahora déjame a mi, que me voy a correr.- Dijo dándome la vuelta, quedando boca abajo tumbada en la cama.
Sin embargo, ahora habían cambiado las tornas. Yo no podía mirar a la puerta, y Lucas sí. Parece ser que no se fijo mucho en un principio, me la metió de golpe en mi coño empapado. Mordí la colcha de la cama, estaba completamente cachonda. -Dame, dame.- Le pedía. Lucas me agarró de la trenza, tirando de mi pelo mientras comenzó a follarme rápido. Sus envestidas eran breves, a penas me metía la punta. Notaba como se abría paso echando la braga a un lado, pero de un momento a otro paró.
-Me cago en la hostia.- Sucedió lo que me temía. Lucas se dio cuenta de que su hermano estaba observando. Paró por completo y poniéndose rápidamente los pantalones comenzaron a discutir. Yo acabé vistiéndome, ya sabía que la diversión había acabado y ahora llegaban las consecuencias.
Mateo fue mas listo de lo que esperaba. Argumentó que la culpa era nuestra por dejar la puerta abierta y armar tanto escándalo. Lucas no pudo debatírselo, más aún cuando le amenazó con contárselo a su madre, así que al final acabamos yendo al cine, en una situación muy extraña.
Durante el viaje en coche quise jugar con la situación. Yo iba sentada delante, Lucas conducía y Mateo iba detrás, mirando el móvil. Estábamos hablando de la película, no recuerdo exactamente de qué, pero dije -Seguro que no te gusta tanto con la que acabas de ver en casa eh, Mateo- El muchacho se puso algo rojo, y Lucas se quedó completamente callado sin decir nada.
-Madre mía, si que os lo tomáis en serio. No es para tanto, te ha visto follar, ya está, a mi me han pillado un montón de veces, es lo mas normal del mundo.- Argumenté.
-¿A ti te han pillado? ¿Quién?- Respondió Lucas. Gire la cabeza hacía el con cara de incredulidad.
-Mis padres, y más de una vez. Yo no tengo una casa tan grande como la vuestra.- Le dije.
-Como hagas ese ruido siempre lo difícil sería no pillarte.- Dijo Mateo desde atrás, entre irónico y mordaz. Yo me reí, me lo tomé de buenas maneras.
-Anda que no lo has disfrutado. - Le conteste riendo.
-El que no lo he disfrutado eh sido yo, que al final por la culpa de ese niñato no hemos acabado. – Dijo Lucas, siempre preocupándose por mi propia polla.
-Ni que yo hubiese acabado. - Le replicó su hermano. Me provocó risa la verdad, y no le faltaba razón, la única que había tenido un orgasmo y se había corrido era yo.
-Lo que tu hermano quiere decir Mateo, es que si no viniesen al cine, al menos podría acabar ahí jajaja.- Dije de nuevo picando a Lucas.
-¡Miriam!- Me reprochó él.
-Es la verdad. Que más da ya.- Contesté sincera.
-Por mi podéis hacer lo que queráis, total ya os he visto…- La frase de Mateo volvío a abrir mis expectativas, haciéndome ver que podía sacar algo más de la situación.
Aparcamos cerca del cine, y sacamos las entradas, como era de esperar, la sesión de las 16:15 estaba casi vacía. Apenas unas 10 personas repartidas en toda la sala. Era el momento clave, Lucas decidía donde nos sentaríamos, si escogía la esquina, como normalmente hacíamos, significa que algo pasaría, de lo contario, en el centro nos limitaríamos a tener una buena visión de la película.
Una sonrisa se dibujo en mi rostro cuando finalmente nos dirigimos a la esquina. Lucas se colocó al fondo, yo en medio y a mi otro lado Mateo, que se había comprado unas palomitas.
Comenzaron los trailers, momento en el que apagaron las luces y la mano de Lucas se colocó en mi muslo. Cuando comenzó la película la su mano comenzaba a juguetear en mi pierna, y yo ya había colocado la mia en su entrepierna. Estaba ansioso, pero al mismo tiempo nervioso, podía ver como de vez en cuando se incorporaba hacía delante para observar a Mateo que se limitaba a comer palomitas mirando la pantalla.
Eso parecía tranquilizarle, y decidió abrir su bragueta, invitándome a hacer el resto. Metí mi mano en su pantalón y comencé a repasar el contorno de su polla. Lucas se limitaba a mirar la película también, dejándome, como siempre, todo el trabajo. Yo por mi parte, lo tenía fácil, y me permitía incluso mirar la pantalla mientras hacía mi trabajo.
A los 10 minutos de película Lucas ya tenía la polla dura como una roca, y estaba deseando que avanzase. Metí mi mano dentro de su calzoncillo y finalmente la saqué. Apuntaba al techo y del glande goteaba una gota de líquido preseminal. La agarré por la base y comencé a pajearle, como si no pasase nada, mientras veíamos la película.
Ya no notaba la mano de Lucas en mi muslo, pero note como en mi pierna izquierda se posaba la mano de Mateo. No hice nada y decidí ver hasta donde quería llegar. Jugaba con la yema de sus dedos, con cierto miedo, acariciando mis piernas sobre los vaqueros. Me asombró su valentía, y ya que su hermano estaba recibiendo una paja mientras el se limitaba a mirar, que menos, ¿No?
Así nos tiramos otros 10 minutos, yo pajeando la polla de Lucas, recorriéndola de arriba abajo con mis manos, repasando cada centímetro, estirando su piel hasta destapar completamente su glande, masajeando su frenillo… Desde luego haciendo una buena paja, o eso quiero pensar. Mateo de vez en cuando se aventuraba a subir por mis muslos, yo no decía ni hacia nada por impedírselo, pero nunca llegaba a acercarse a mi coño, lo cual esperaba con ansia.
-Chupamela un poco.- Me dijo Lucas al oído. -¿Y tu hermano?- Le pregunte sorprendida por su atrevimiento. -Esta oscuro, no pasa nada.- Argumentó rápidamente.
Parece ser que ahora si que quería cruzar esa línea. Yo me fui agachando lentamente hasta poner mis labios sobre su polla, lo cual parece ser que ahuyento a Mateo, que rápidamente retiró su mano de mi pierna. Me tragué rápidamente la polla, sabía lo que le gustaba, pero no iba a darle el gusto de hacerle una larga mamada por perderme la peli.
Comencé a describir circulo con mi lengua sobre su punta, mientras que mis labios succionaban sin parar, subiendo y bajando brevemente por su polla. No la chupaba entera, solamente la punta, mientras que mi mano recogía sus huevos.
La saqué de mi boca para tomar aire, y rápidamente la volví a meter, esta ver succionando a la vez que masajeaba con mi lengua despacio, pero con fuerza, degustando el sabor de su rabo. Se la mamé apenas un minuto más, subiendo y bajando con la boca llena de babas y los labios escurriéndolas, hasta que me volví a incorporar en la butaca para seguir con la paja.
Ahora mi mano se deslizaba a la perfección por su polla, la cual agarraba con fuerza masturbándolo. Mire a Mateo, que nos observaba de reojo. -¿Me das palomitas?- Pregunte, estirando mi mano para coger un par antes de que me diese permiso. -Si claro.- Susurró él.
Seguí con la paja de Lucas, disfrutando de cada segundo, alargando todo lo posible esa morbosa situación, cuando pude ver como Mateo se revolvía en su asiento. Me quedé perpleja cuando me fije para ver que lo que estaba haciendo era sacarse el miembro. Por unos segundos, inconscientemente deje de pajear a Lucas, y me quede apreciando la polla de Mateo, una gran polla, más grande que la de su hermano, pero al mismo tiempo más fina.
-Lucas…- Le susurré.
-Pero que cojones haces, idiota. - Le reprochó Lucas cuando se enteró de lo que pasaba entre susurros.
-Es que tu puedes hacerte una paja y yo no o que.- Le contestó el.
-Guárdatela ya o te vas del cine.- Dijo Lucas. Yo no podía dejar de mirar la polla de Mateo, pero sabía que estábamos llamando demasiado la atención, y más aún cuando estaban con la polla fuera.
-Si tu novía te hace una paja, yo también puedo hacérmela. Así que si quieres que pare, para tú también. - Dijo Mateo.
Lucas aceptó las consecuencias, y con cierto resquemor se volvió a colocar en su asiento y me pidió que siguiera. Estaba disfrutando de la situación como no había disfrutado en mucho tiempo. Mateo se la pelaba a lado mio mientras yo proseguía con la paja a su hermano.
Podía apreciar en la oscuridad la mano de Mateo haciendo una lenta paja, en ese momento deseaba masturbarlos a los dos al mismo tiempo. Dos hermanos corriéndose a la vez para mi, solo de pensando me ponía loca.
Lucas cada vez estaba más cachondo, pero también mas inquieto por su hermano. Yo aumenté el ritmo de la paja, ya dejando de lado la película para mirar a Mateo, mas concretamente a su polla. En ese momento tomé una lamentable decisión. -¿Y si le hago una paja también a tu hermano?- Le dije a Lucas. Él se revolvió en su butaca, su negativa fue tajante y rotunda.
Así que seguí limitándome a mirar esa polla como un perro mira un plató de comida que no se puede comer. Alargué mi mano para coger palomitas.
-¿Qué haces?- Dijo Lucas, pensando que intentaba algo.
-Coger palomitas. ¿Quieres?- Le dije ofreciéndole con la otra mano mientras seguía masturbándolo. Notaba como su frustración poco a poco se iba presentando en forma de flacidez en su polla. -¿Qué te pasa?- Le dije al notarlo.
-Es ese idiota.- Dijo echándole la culpa a su hermano. -Sacate las tetas, ya sabes que eso siempre me pone.- Dijo pidiéndome ayuda. -¿Delante de él?- Pregunte de nuevo. -Joder no quiere que te haga una paja y quieres que me vea las tetas.- Me quejé.
Finalmente levante mi blusa, dejando ver el escote de mi sujetador. Lucas rápidamente comenzó a sobarme las tetas, sacando mi pecho derecho por encima del sujetador, sin quitarlo. Mateo, por supuesto, no perdió la oportunidad de pegarme un repaso con su mirada, y aumentó el ritmo y la intensidad de su paja, fue como un alago.
Notaba que de nuevo la polla de Lucas se iba endureciendo en mi mano, pero no podía dejar de mirar la de su hermano. La situación me estaba poniendo mucho, estaba deseando dejarme llevar, y cada vez que estiraba la mano para coger palomitas sobre el regazo de Mateo, no podía evitar sentir unas ganas irrefrenables de tocar su polla. Entonces sucedió. Un palomita cayo de mis dedos, perdiéndose entre sus piernas. Mientras con mi mano derecha seguía pajeando, con menos entusiasmo la polla de Lucas, con la otra mano me dirigí a buscar la “palomita”. Rocé con los dedos de mi mano izquierda torpemente su polla. La notaba húmeda y caliente.
Alargué el momento todo lo que pude, dejando mi mano junto a su polla. Tocaba con mis nudillos su base, mientras el seguía pajeandose a su ritmo. Notaba como Lucas estrujaba mi pecho con mi mano, y acto seguido su polla comenzaba a escupir semen. Estaba estallando, y de no haber estado en un cine no sé qué habría pasado, pero creo que también cierto morbo de la situación era precisamente ese. Mateo se fijaba en mis tetas. Me gire un poco hacía su lado para permitirse una mayor visibilidad, el me miro con cara de complicidad, mientras acercaba su polla a mi mano. Lucas, en su éxtasis personal, no se preocupaba de lo que sucedía, a pesar de que yo, sin prestarle especial atención, aún seguía pajeándolo, a pesar de haberse corrido.
Yo dejaba mi mano izquierda completamente quieta, sin hacer nada, siguiendo las ordenes de Lucas, pero era Mateo, quien acercaba su polla entre mis dedos. Tan solo la frotó un par de veces, contra mis nudillos, mis dedos y la palma de mi mano. Pasó un par de segundos “follandose” por así denominar el acto, mis dedos, hasta que finalmente se corrió.
Sentí como su placer se hacía mío. Procuraba no gemir, pero aún así podía sentir como su polla palpitaba como un corazón. Coloqué mi palma de la mano estirada sobre su polla, y por un segundo pasé las yemas de mis dedos por su glande, presionando con delicadeza el frenillo. Notaba como me empapaba la mano de su espeso y caliente semen. Los dos se habían corrido en mis manos.
Fin del relato, espero que os haya gustado la conclusión como la primera parte. Como siempre espero vuestros comentarios, y que me digáis que más anécdotas os gustaría que os trajese. Atiendo también vuestras dudas sobre el relato. Pensaré que es lo siguiente que os traigo, si mi primera vez, mi primer trio, una anécdota con un madurito, un acontecimiento reciente en las duchas de la piscina… ¡Nos leemos pronto! Y agradezco que me ayudéis a decidir jeje.
Para resolver dudas: No, no sucedió nada más con Mateo, todo se quedó ahí, pese a que intenté que llegará más lejos, pero Lucas jamás lo permitió.