Universitaria follada por dos frailes
Joven y frágil estudiante se extravía en un monasterio y es follada por dos frailes.
Universitaria follada por dos frailes .
Joven y frágil estudiante se extravía en un monasterio y es follada por dos frailes.
Mi nombre es Maquita y soy pequeña y frágil. A los hombres les encanto ya sea porque me miran con deseo o me lo dicen abiertamente y porque me doy cuenta de sus intenciones de tener a una niña-mujer entre sus brazos. Mis pechos son del tamaño necesario para ser cogidos por la mano de un hombre poderoso y mi sexo se abre como flor ante el tamaño de la verga de mi enamorado.
Obtuve una beca de perfeccionamiento en Europa y viajé un par de meses a esas tierras desde Sudamérica. Aconteció que en uno de los viajes culturales programados por la Universidad Autónoma de Madrid en donde estaba de pasantía nos llevaron a visitar un monasterio perdido en las montañas aragonesas. Aún quedan algunos monasterios con prácticas medievales que viven de sus cultivos y realizan votos de silencio, castidad y otros que desconozco porque no soy muy devota que digamos.
El grupo arribó a eso del mediodía en medio de un calor infernal. Para el efecto me puse un vestido cortito y liviano , sin sostén y al pasar al WC previo al monasterio me saqué la tanguita que usaba. Así andaba fresquita en mi pequeña intimidad.
Nos recibieron dos monjes o frailes jóvenes, al parecer estudiantes, uno era rechoncho y calvo con aires de sabelotodo. Nos señalo el lugar del almuerzo y otras dependencias. El otro era un monje alto y delgado , de aire soñador, ojos oscuros y profundos y tez aceitunada , labios carnosos. Me pareció que era de ascendencia árabe. Ambos vestían una túnica y capuchón y un lazo en la cintura. Yo les asociaba con los franciscanos que veía de niña en mi pueblo natal. No conocía otras ordenes religiosas. Luego de merendar recorrimos las instalaciones y por mi curiosidad natural me extravié del grupo y e puse a caminar desorientada en medio de pasillos semi-oscuros de piedra a veces húmedas. Cuando me comenzaba a preocupar sentí una suave voz que me decía: señorita, el grupo está por allá. No se vaya a extraviar porque este lugar es muy grande y tiene pasadizos secretos que le pueden asustar
Su voz tenía algo que me cautivó de inmediato. Le miré agradecida y sonriente. Eso le descolocó al parecer. Su mirada me envolvió a pesar de un aire de temor que le rodeaba. Evitaba mirar mis ojos y partes de mi cuerpo que sobresalían, como las puntas de mis pezones que destacaban en la delgada tela de mi vestido. Parece que mi proximidad solitaria en medio de esos pasadizos frecuentados solo por hombres le causaba mucha inquietud. Mi niña juguetona interior me hizo decirle: "dígame hermanito y si me meto a este pasadizo que voy a encontrar? " y caminé hacia allí. El monje me dijo, "por favor no vaya hacia allá, allí están nuestras celdas dormitorios" . "Que interesante" repliqué . "quiero conocer donde duerme usted hermanito y me lancé a correr".
El monje me alcanzó agitado justo en el momento que se abrían ante mi numerosas puertas con cerrojos y una mirilla enrejada en cada una de ellas. Me empiné para mirar y vi una litera simple con un cobertor y una mesita de estudio muy rústica. " ¿Cuál es la tuya?" Pregunté. "Esa misma respondió" tragando saliva. " Por favor, regresemos, que me voy a meter en problemas si nos sorprenden aquí."
En ese momento escuchamos ruido de pasos. Empujé la puerta y ambos nos escondimos respirando entrecortadamente. Sentía su respiración muy agitada y percibía su olor a hombre nervioso. Nuestros cuerpos se rozaban. Le miré y vi un brillo de deseo en su mirada. Cogí su mano y la puse en mi cintura al tiempo que me apegaba a él. Le dije: "tranquilo, no te va a pasar nada".
Sentí su mano temblorosa que me empezaba a descubrir y me invadió una extraña excitación. Ese lugar prohibido y ese hombre joven, probablemente virgen, encendía mis pasiones más ocultas. Pensé en mi hombre allá lejos y tuve la convicción que me estaba empujando a recorrer este nuevo camino de sensualidad prohibida e inquietante.
Levanté mi cara y busqué sus labios. Le besé. Metí mi lengüita entre sus dientes, busqué la suya hasta que entro en el juego venciendo su resistencia religiosa y mental más que corporal porque su cuerpo ya estaba entregado. A la altura de mi ombligo sentía ponerse como piedra su sexo virginal lo que me hizo apegarme más a su cuerpo tenso y sudoroso. Le cogí de la mano y lo llevé al camastro. Me senté frente a él y levanté su túnica descubriendo al momento que no usaba ropa interior. Me oculté con su sotana o como se llame su atuendo para quedar a mi completa disposición sus muslos fuertes y una verga endurecida por años de abstinencia y martirio auto-flagelante. Su cabeza lubricada por las gotas de líquido suavizante parecía explotar. Mi sexo estaba palpitante y más lubricado que su verga. Si bien su tamaño era normal su dureza le hacia parecer gigante. El olor y el calor que me provocaba estar cubierta por su sotana me hacía perder el sentido. Lo devoré hasta mi garganta mientras sentía las palpitaciones en sus testículos de piedra. Acabé con un gemido y al sentir que trataba de esconder su pene para evitar acabar decidí hacerlo eyacular con la técnica de meterlo en mi garganta como lo hago con mi hombre cuando quiero que me de su lechecita. Así fue como le hice explotar en mi boca con una fuerza inusitada que me pareció que tenía litros de semen acumulado
Salí del escondite de su sayo y respiré extasiada. Mi vulva pedía más. Ella no se conforma con una chupada solamente de modo que le tendí de espaldas desnudo y me paré sobre su cama sencilla para que mirar a su primera mujer. Lentamente fui subiendo mi vestidito haciendo aparecer ante sus ojos mis piernas hermosas, mi vulva jadeante, mi vientre planito, mis tetitas redondas y duras con el pezón erecto y finalmente mi sonrisa de putita caliente.-
Bajé a su sexo que ya estaba volviendo a la erección. Lo masturbé hasta lograr la dureza suficiente y lentamente, sin dejar de mirar sus ojos negros fui ensartándome lentamente para disfrutar de ese fraile que perdía su virginidad a manos de esta putita. Los orgasmos fueron subiendo de tono. El se puso sobre mi y me entregue a sus deseos de joven que se abstenía del mejor de los placeres.
En plena sesión de placer estábamos cuando , al parecer, mis gritos alertaron al parecer a alguien pues de pronto sentí abrirse la puerta y aparecer un fraile enorme, de casi dos metros, de mirada penetrante.
"¡ Hermano Farid, salga de ahí inmediatamente". Mi muchacho saltó como resorte y se arrodilló ante el superior pidiendo perdón. El fraile le dijo que se retirara a orar a la capilla. Que él se encargaría de la "señorita", palabra que pronunció irónicamente según mi parecer.
Allí estaba tendida, desnuda sin saber qué hacer y con un orgasmo a medio camino.
El fraile grande cerró la puerta con cerrojo y dirigiendo su mirada lasciva a mi cuerpo me espetó que "si quería ser una puta me iba a tratar como tal. Que nadie debía meterse con sus polluelos". Le miré suplicante para que me dejara ir ya que mi voz no salía. El fraile se acercó y comenzó a tocarse entre las piernas sin dejar de mirar mis tetitas y mi sexo. Luego se subió la vestimenta hasta quedar desnudo dejando a la vista su tremenda verga enhiesta y roja que me apuntaba con su ojo palpitante. "Siéntate" me ordenó con voz de trueno ; " ahora vas a saber lo que es un fraile que no ha tenido mujer durante años niñita pecadora y endemoniada". Empujó mi cabecita hacia su verga enorme y la metió en mi boquita que apenas pudo introducirla dado su tamaño. Empecé a chupar y recordé mi deseo de tener la verga de un caballo para probarla. Con ese pensamiento empecé a chuparle para dar en el gusto de ese lascivo sacerdote. Cada vez la metía más adentro y mi excitación regresó. Escuchaba su poderosa voz decir: " chupa puta endemoniada que te voy a redimir" " chupa que te salvaré del demonio" . Cuando se dio cuenta que me estaba gustando y que le podía hacer eyacular. Me sacó y me puso de espaldas abriendo mis piernas. Le miré y pensé que me iba a partir en dos sentí su mano buscando mi pequeño orificio y decidí ayudarle para que no me hiciera daño. Cogí su enorme verga y coloque su cabezota en la entrada y grité " METELA CURA DEL DEMONIO , PARTEME EN DOS CON TU VERGA GIGANTE" . Aquello le exacerbó de tal forma que embistió mi coñito hasta mis entrañas. El orgasmo que me sobrevino, mezcla de dolor y placer me hizo bramar con una fuerza que deben todos haber escuchado en el silencioso monasterio. El cura siguió moviéndose y gritándome que era una perra. Eso me desafió a no resistirme y me entregué a sus abyectos deseos. El fraile hizo lo que quiso conmigo con una fuerza descomunal. En un momento creí morir de placer entregada a sus caprichos de cerdo. Me penetró muchas veces durante horas. Su resistencia era increíble. Yo solo tenía orgasmos, uno tras otro. De pronto sentí que me cogía en el aire como una muñeca y me ponía en cuatro patitas para cogerme por el culito. Ahí sentí que me partía, pero igual me gustaba y no aflojaba en esa lucha de poder y pasión por ver quien era más caliente y resistente. El desgraciado descubrió que el dolor me excitaba más cuando decidió golpear mis nalguitas con sus gigantescas manos . me golpeaba y me hacia gritar hasta quedar sin voz. Sentía su cuerpo sudoroso pegado al mío y su verga enterrada hasta mis entrañas.
Pensé que solo la eyaculación le haría parar. Entonces le cogi con mis m,anitos hacia atrás y ñe grité : METELA MAS FUERTE HASTA QUE ME PARTAS EL CULO CURA ASQUEROSO" mientras hundía mi pobre culito en sus testículos. Eso abatió su resistencia . De pronto le sentí gritar "Nooooo" y sus convulsiones de pelvis cesaron y sus estertores me indicaron que estaba acabando. Su semen caliente recorría mis intestinos al tiempo que se derrumbaba sobre mi frágil cuerpecito mientras murmuraba " puta desgraciada me hiciste acabar" Yo creo que me dormí o me desvanecí por el esfuerzo.
Desperté con una suave mano en mi cara. Era el hermano Farid que me decía que debía salir porque el bus ya se iba
Para el grupo pasé como la perdida en el monasterio y las burlas me siguieron un tiempo. Pero ese par de frailes no se olvidarán fácilmente de esta pequeña putita que sació todos sus instintos en aquella fria y oscura celda espiritual.