Universidad (5): ataque

Una sorpresa inesperada que variará el encuentro de estos jóvenes.

Abel

Estoy nervioso, hoy es el día. ¡Por fin voy a poder estar a solas con César! Creo que es el primer día que me levanto de la cama con alegría y no queriendo dormir algo así como 10 horas más.

Cuando llegué a la facultad saludé a Carol y los demás.

-Hola a todos, ¿no os parece que ha amanecido un día radiante?

-Abel… hay tormenta- me dijo Pedro

-Tu siempre tan aguafiestas, ¿no puede ser un día de tormenta, un día bonito o que?

  • Sí, bonito sobre todo cuando tienes una cita ¿eh Abel?- dijo Carol

-De cita nada, solo vamos a hacer el trabajo que nos ha encargado la profe.

-Un trabajo le quieres hacer tu a él ¿a qué si?- Algún día Manu se tragará sus ocurrencias.

Todos empezaron a reír y yo me morí de la vergüenza, así que me fui a mi sitio rojo como un tomate. Suerte que César aún no había llegado.

César

Creo que si Ussain Bolt hubiese corrido junto a mi esa mañana, le hubiese pulverizado el récord guiness. Por suerte llegué a tiempo a clase, y ahí estaba esperándome Abel tan rojo como yo.

-Hola Abel, ¿qué tal? ¿Hoy quedamos para hacer el trabajo?

-Hola César, claro esta tarde podemos quedar en mi casa, además no nos molestará nadie porque mis compañeros están en clase –si creía que no iba a pillar la indirecta lo llevaba claro- por cierto, combina muy bien tu color de cara rojo kétchup con tu camiseta blanca- dijo riéndose. Su sonrisa es cegadora.

-Que idiota eres jaja. He estado corriendo sino no hubiese llegado.

Dicho esto llegó Lily, o como se llamase en realidad. Después de saludar y mirarnos fijamente a Abel y a mi recordándonos que exponíamos en 3 días empezó a dar clase. Creía que hoy se portaría bien y nos dejaría un poco en paz. Que inocente soy.

Abel

No sé cómo pero noté algo muy raro en la profesora. Cuando me hizo una pregunta al respecto de la clase y la respondí me miró muy fijamente con sus ojos color ámbar y pude notar que comenzaba a formar una sonrisa, aunque no llegó a salir.

Cuando terminó la clase, vi que Blanca se acercaba a nosotros. Puse los ojos en blanco pensando en que querría ahora.

-¡Hola chicos!

-Hola

-Hola Blanca

-¿Qué tal? Pasaba por aquí y como soy tan buena chica- yo intenté no reírme de ese chiste- pues voy a ofreceros mi ayuda para el trabajo que tenéis que hacer.

-No gracias, sigue circulando.

-¡¡Muchas gracias Blanca!! Por mi está bien, así terminaremos más rápido- En ese momento juro que podría haberle dado un puñetazo a César en toda la cara, suerte que uno sabe contenerse.

-No, César no hace falta. Blanca seguro que tienes planes mejores que ayudarnos.

-Que va, si hoy es un día muy aburrido. Venga Abel por favor no voy a molestar solo quiero ayudaros- Blanca no se daba cuenta que su presencia es molesta de por sí pero tuve que acceder.

-Está bien en mi piso a las 5

-Allí nos veremos.

Cuando Blanca se fue no pude evitar soltarle una colleja a César.

-¿Por qué coño le dices que se puede venir?

-¡¡Eso ha dolido bestia!! Se lo he dicho porque así nos será más fácil hacer el trabajo. Estamos de acuerdo en que es insufrible, pero también es de las más inteligentes de clase, y no creo que nos venga mal un poco de ayuda.

-Está bien, pero si hace algo extraño tu serás responsable.

-¿Algo extraño? ¿Cómo qué?

-A lo mejor le da un arrebato y quiere violarte en medio de mi salón, y eso si que no, que la funda del sofá es nueva- le dije riéndome de él.

-Que idiota eres Abel- respondió sonriéndome con esa sonrisa que podía transportarme a otro mundo solo con mirarla.

Pero mi última broma tenía parte de verdad, Blanca tenía algo muy extraño que me inspiraba desconfianza y aún más cuando César le dijo que si.

César

Abel me echaba unas miradas que podrían matarme. Sé que está bastante cabreado conmigo, pero él nunca me lo dirá.

He tenido que hacerlo, estoy seguro que así el plan de Lilit no se llevará a cabo, pues Abel y yo no estaremos solos y no pasará nada. Me he dado cuenta que me gusta Abel, pero eso es algo que ya sabía. Lo que no voy a renunciar es a mi orgullo, esa no va a jugar conmigo, si Abel y yo estaremos juntos en el futuro es por nosotros no porque ella nos haya manipulado. Sobre todo a mí.

Llegó la hora y estuve en casa de Abel 10 minutos antes de la hora, quería hablar con él. Cuando entré me presentó a uno de sus compañeros de piso, Isaías. Me transmitía algo extraño, no dejaba de mirarme como si fuese algo comestible. Suerte que se fue.

-Abel, quería pedirte perdón.

-¿Por lo de Blanca? No pasa nada, pero dime, ¿de verdad las razones que me diste eran las verdaderas?

-Esto…  no puedo contarte el por qué. De una cosa si puedes estar seguro, Blanca no me gusta nada.

-Que fuerte, nunca lo habría imaginado. Yo creía que te querías casar con ella y tener pequeños niños repelentes.- me dijo con tono sarcástico.

-Que tonto llegas a ser en serio- dije riéndome.

Nos miramos a los ojos y poco a poco nos fuimos acercando… hasta que sonó el timbre. Blanca. Siempre tan oportuna.

Abel

Algún día me armaré de valor… y le arrancaré la melena a Blanca pelo a pelo. ¿No tenía otro momento para llegar? ¡César estaba a punto!

-¡¡Hola chicos!!- dijo con su sonrisa más falsa.

-Hola- dijimos César y yo a la vez, bastante serios.

-Bueno empezamos, si queréis claro.

-Que remedio- suspiró César, poniendo los ojos en blanco.

La verdad es que César tenía razón, Blanca ayudó bastante. La odio pero no puedo negar que es muy inteligente.

Cuando terminamos les ofrecí algo de beber. Blanca empezó a estar rara, y no creía que fuese por la cerveza, pues solo se había bebido una y ella tiene bastante aguante.

De pronto nos miró fijamente de una forma muy muy rara. En ella había algo antinatural, algo extraño… que no pude identificar.

César

Abel y yo mirábamos boquiabiertos a Blanca. De pronto su mirada se oscureció y no dejaba de reírse. Me miró a los ojos, con unos ojos amarillos e inyectados en sangre, y gritó mi nombre. En ese momento me di cuenta de que delante de mí no estaba Blanca.

-¡¡CÉSAR!! Has sido muy inteligente en traer a esta estúpida aquí caramelito… pero si crees que vas a hacer que no pase nada… estás equivocado.

-Pero ¿se puede saber que dices LOCA?- Dijo Abel visiblemente alterado.

-Esto- dijo riendo, y seguidamente cogió del cuello a Abel y lo miró a los ojos haciendo que gritase de dolor.

Cuando lo aparté de él de un empujón vi que Abel había cambiado, sus ojos normalmente de un gris profundo… eran rojo fuego. Todo él desprendía una temperatura increíble.

Lentamente tanto Abel como Blanca se fueron acercando poco a poco. Blanca (o Lilit) me empujó contra el sofá.

-Abel, ahí lo tienes todo para ti.

Abel me miró y sonrió… pero no era su sonrisa inocente de siempre, era una sonrisa malvada y oscura.

Acto seguido me retuvo con un brazo mientras Blanca me arrancaba la ropa. Ella se retiró a una esquina a observar mientras se deleitaba con la vista. Abel se había desnudado y me besaba mientras me retenía sin yo poder hacer nada y notando como mi polla empezaba a crecer.

Cuando se cansó de besarme bajó poco a poco por mi pecho y me lamió los pezones de forma que me causaron un enorme placer… pero yo no quería eso. No quería que estuviese poseído en su primera vez y encima conmigo. Intenté evadirme pero fue imposible.

Al arrancarme los calzoncillos se metió mi polla de golpe en la boca, yo no paraba de gemir, y sin quererlo empecé a suplicarle que no parase que no parase… hasta que levantó la vista y vi esos ojos rojos antinaturales. Entonces le dije que me dejase a mi llevar la iniciativa, y cuando aceptó y me liberó de su brazo le solté un puñetazo que lo lanzó contra el otro sofá dejándolo inconsciente. Tengo bastante fuerza aunque no lo parezca.

Pero el no era mi principal objetivo, era ella. Estaba en la esquina y su gesto había cambiado a uno de enfado.

-Bonita polla César.

-Calla zorra, libera a Abel.

-Solo si te lo follas.

-¡Nunca haré lo que me digas!

-Tú lo has querido. Nos vemos la próxima vez, y me aseguraré de que caigas. En la tentación.

Entonces una sombra salió del cuerpo de Blanca y escapó por la ventana, haciendo que ella cayese al suelo.

-¿Qué ha pasado? Me siento mareada…pero…pero…¿QUÉ HACES DESNUDO PERVERTIDO?

No me había dado cuenta de que seguía desnudo así que tape mis partes con un cojín y le dije que se largase. No habría corrido más en su vida.

Entonces me fijé en Abel, estaba inconsciente. Pero pronto despertaría. Es tan guapo y le quiero tanto… pero no puedo hacer que sea así. No quiero que todo empiece estando Abel poseído y sin saber donde se encuentra. Debo librarme de ella. Debo librarme de Lilit.