Universidad (3): revelaciones

Tercera parte de este relato.

Antes de nada quiero dar las gracias por todos los correos que me han llegado felicitándome y sugiriéndome cosas, entre ellas que los relatos sean más largos. Prometo intentar que sea así. Aún no tengo la historia montada asi que escribo cuando me viene la inspiración pero intentaré que sea a relato por semana o tal vez más. Espero que disfrutéis con el siguiente capítulo.

Abel

Creo que durante toda la mañana presté atención unos diez minutos, no podía creerme aún lo que me estaba pasando. Volví a casa medio andando medio flotando, no podía estar más feliz, una tontería pues apenas conozco a César y ni siquiera sé si es gay, pero el cerebro es así de estúpido a veces. Llegué a casa y vi que Toni estaba tirado en el sofá muy rojo, le saludé sin poderme evitar en el bulto sobrenatural que se le marcaba, puedo asegurar que eso no es normal, y el culo que tiene… ya, mejor paro de recrearme en mis pensamientos que si no tendré que irme corriendo a mi cuarto. Escuché sonidos en el otro cuarto y deduje que mi otro compañero había llegado ya.

Me asomé a su cuarto y lo encontré todo patas arriba y con un olor muy fuerte.

-Así que ya has llegado ¿eh Isaías?

-¡¡Hombre, Abel!! Si, acabo de llegar hace nada. Y como dejé esto cerrado no veas como huele aquí. Como no abra la ventana me asfixio o algo jajaja- Odio cuando se ríe así, en serio, que tío más escandaloso.

-Anda si abre, que como venga aquí tu novia te mata.

-Abel, he cortado con Macarena.

-Oh, vaya lo siento. ¿Qué ha pasado?

-Bueno, ya sabes lo pesada que era, me agobié y la dejé.

-Ajam, tío voy a soltar mis cosas ahora hablamos ¿vale?

Me fui a mi cuarto y pensé un momento en lo que me había dicho Isaías. La verdad es que su novia era muy muy pesada, pero… no creo que sea ese el motivo de su ruptura. Siempre he pensado que él en realidad es gay, sobre todo por la pluma, sus gustos… suena tópico pero pienso que Macarena le sirvió para disimularlo. Al estar en la ciudad es normal que la dejase, pues así podría ser quien es en realidad, o tal vez yo me esté montando una historia que no me interesa. Isaías es un chaval que mide 1,75 moreno, de ojos castaños, barbita y siempre con una sonrisa, y aunque es guapete nunca me ha resultado atractivo, así que me daba igual si era gay o no.

César

Salí de clases corriendo, no podía llegar tarde a la residencia o sino el almuerzo sería historia. Por suerte llegué a tiempo, y me comí un buen filete. Necesitaba reponer fuerzas tras la gran impresión que me había causado ese chico. No hablamos mucho, ambos éramos igual de tímidos, pero se veía que era un buen chaval, algo seco a veces pero muy simpático. Nos parecíamos bastante.

Después de almorzar me dirigí a mi habitación. Eran habitaciones individuales, lo que para mi era un alivio pues detesto compartir habitación. Miré el reloj y eran las 3 de la tarde, la pereza me embargó y me dispuse a echarme una buena siesta para descansar, de todas formas era inicio de curso y no tenía nada que hacer. Así que me puse en bóxer y me tiré en la cama dispuesto a dormir.

Me encontraba en un lugar desconocido, no sabía que era lo que me rodeaba pues todo estaba cubierto por una luz extraña e inquietante. De repente, surgió una figura redondeada, rara que poco a poco fue transformándose en una hermosa mujer. Era alta, entre rubia y pelirroja, muy atractiva y vestida de rojo, me dijo que me acercase y me besó en los labios. Le pregunté que quién era. Solo me dijo:

-Lo deseas, aún no sabes cuanto, pero lo deseas.

-¿A quién? ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de mi?

-Sabes perfectamente a quien me refiero. En cuanto a mi soy Lilith, la primera esposa de Adán y símbolo de la libertad sexual, pues no quise someterme a él ni a lo impuesto por Dios. Sabes que lo deseas César, a él, que lo deseas solo para ti, aunque aún no lo hayas descubierto.

-¿Qué significa todo esto?

-Significa lo que tu quieras que signifique. Todo esto puede ser real, o puede estar creado por tu conciencia. Tú eliges que hacer.

De pronto se desvaneció, y apareció una figura masculina, muy alta, delgada pero bien formada, que me miraba con unos profundos ojos. No sabía quien era pero podía deducirlo. Me acerqué más y más y pude ver su pelo castaño, su sonrisa… y todo lo demás. Era él. Era Abel. Me quedé boquiabierto, aunque su cuerpo no era perfecto despertaba en mi algo indescriptible. Se fue acercando lentamente sonriéndome y me besó. Sorprendido abrí la boca dejando paso a su lengua ardiente, mientras me desnudaba. Poco a poco fue bajando hasta el centro de mi cuerpo besándome y haciendo que tocase el cielo, hasta que se introdujo mi pene de una vez en la boca. Era una sensación indescriptible. Después me sentó encima de una silla, y sin preliminares ni nada hizo que se la metiese hasta el fondo. No vi ninguna mueca de dolor, solo de infinito placer igual que la mía. Se movía rítmicamente soltando gemidos que me ponían a 100 sonriéndome cada vez que decía su nombre. Cuando yo no podía más e iba a alcanzar el orgasmo se sacó mi pene dejándome cortado, su cara empezó a cambiar, transformándose en la de esa mujer, que con una sonrisa me dijo:

-¿Lo ves? Que fácil es descubrir el objeto de deseo de un hombre.

Dicho esto se desvaneció riéndose, y todo empezó a dar vueltas a mi alrededor”

Me desperté en el suelo, entre sudores fríos, debería haberme caído, pero ¿qué clase de sueño había sido ese? Que extraño. Lo que no era un sueño era mi tremenda erección de eso podía estar seguro.

Abel

Estaba aburrido, no tenía nada que hacer así que decidí ir al gimnasio a preguntar por alguna oferta para poder apuntarme. Al llegar me encontré con mis amigos Pedro y Manu que me ofrecieron tomar un café. Acepté y los acompañé al bar de enfrente de mi facultad. Estábamos charlando y riendo, cuando Pedro preguntó:

-          Oye, ¿qué os parece ese chico nuevo, César?

-          No sé parece un poco raro ¿no? ¿tú que dices Abel? Hoy te has sentado a su lado- respondió Manu.

-          A mi me parece buen chaval, solo que es un poco tímido. Recordad como era yo cuando llegué aquí.

-          Es verdad, al principio parecías mudo, hablabas lo justo, pero ya te has soltado bastante.- Reconoció Pedro.

De repente  una chica me saludó por detrás haciendo que me girase.  Era algo gordita más bien bajita con pelo largo rizado y sonriente. La reconocí inmediatamente, era Macarena, la ex de Isaías.

-          Hola Abel, ¿qué tal estás?

-          Hola Macarena, pues muy bien aquí tomando algo ¿y tu?

-          Muy bien también voy para el supermercado a comprar algunas cosas.

-          Ya me ha dicho Isaías que habéis cortado… - Para cosas de cotillear si soy directo, todos tenemos nuestra vena de maruja.

-          Si, es un hijo de puta, por si no lo sabías.

-          Pues no, solo sabía que habéis cortado pero no se los motivos, ¿qué ha hecho?

-          ¿No te lo ha dicho? Conque sigue queriendo esconderse… pues que sepas que me ha engañado como una tonta durante dos años. Me dijeron que está con un tío, UN TÍO, y yo fui tan tonta de no creerlo. Pero cuando los rumores fueron demasiado grandes le pregunté, y el muy capullo no fue capaz de mirarme a la cara, no hubo ninguna respuesta. Así que ahí lo dejé.

-          Pues vaya, lo siento mucho. Espero que algún día habléis y podáis ser amigos al menos.

-          Está en su mano, yo no pienso decirle nada. Adiós Abel, que te vaya bien.

-          Adiós Macarena.

Me quedé pensando un buen rato en lo que me dijo. Puede ser que si que estuviese liado con un hombre, confirmando mis sospechas, o puede ser que no le contestase para que lo dejase ella y no quedar él como el malo de la película, algo propio de Isaías. Ya lo averiguaré, quedaba todo el curso por delante y mi curiosidad estaba a rebosar.