Uniforme de faldita demasiado corta

Con 18 añitos no se puede llevar una faldita tan corta ... hay formas de conseguir hacer guardar las formas a las que no cumplan la norma ... comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es

Llevaba ya unos añitos en el colegio como profesor de los chavales y chavalas del último curso de bachillerato. Es un muy buen colegio, en una gran ciudad, de normas estrictas y en los que salvo excepciones los chavales la verdad es que no suelen ser demasiado conflictivos, por lo que mi trabajo no era todo lo difícil que se podía pensar con chicos y chicas de 17 y 18 años. Los alumnos vestían uniforme y la verdad es que uno de los puntos agradables era ver a las chicas de último año con esas falditas de cuadros cortitas  y las camisas blancas. La verdad es que estaban preciosas y porque no decirlo… le alegraban a uno la vista .... y en más de una ocasión tuve que permanecer sentado en mi mesa para evitar que mi erección fuese evidente a los ojos de mis alumnas.

Os voy a contar lo que me ocurrió hacia final del curso pasado, un mes antes del verano.

Dejad que primero os describa los uniformes, porque fueron la causa que desató lo que el relato os contará más adelante: el uniforme de las chicas en invierno constaba de una faldita de cuadros azules, pantis granates por debajo, una camisa blanca,  por encima un jersey también granate como las medias y zapato sin tacón. En verano podían no llevar los pantis y el jersey, con lo que se quedaba reducido a la faldita y la camisa blanca.

El problema del verano pasado es que a varias chicas les dio por ponerse faldas, supongo de sus hermanas pequeñas, o bien las que ellas mismas usaban 4 años antes y… para que engañarse, les quedaban tan cortas que a duras penas les tapaba el culo y sinceramente, a mi por ejemplo me daba una mezcla de vergüenza ajena y calentón cuando alguna de ellas salía a la pizarra enseñando prácticamente el culo, porque para colmo se ponían un tanga por debajo y no se cortaban en absoluto.

Resumiendo … varios profesores, la Asociación de Padres, e incluso algún padre directamente se quejó a dirección y el director se vio obligado a sacar una normativa estricta en cuanto a la longitud de la falda … máximo 4 dedos por encima de la rodilla … hasta ahí muy bien el problema era cómo hacer que se aplicase.

La normativa se publicó en tablones se explicó en clase e incluso se mandó copia a casa de cada alumno… y el resultado fue que la mayoría de las chicas que antes ya cumplían la norma se preocuparon incluso de bajar el dobladillo de las faldas y sin embargo las que no la cumplían… siguieron sin cumplirla a pesar de la insistencia, los recordatorios, etc, etc, etc …

En mi clase yo tenía concretamente 2 chicas que debían llevar las falditas de cuando tenían 13 o 14 años, siempre con tanga, porque más de una vez les veíamos medio culo y encima me distraían la clase con sus risitas y sus cachondeos. Recuerdo perfectamente sus nombres Patricia y Estíbaliz. Ambas eran ya mayores de edad y os las describiré en pocas palabras: La primera, morena con pelo largo, ojos verdes, realmente guapa y con un cuerpazo precioso y la otra rubia de pelo hasta la cintura, con carita de no haber roto un plato y también con un cuerpazo tremendamente bonito… y sobre todo un morbo terrible. Para qué negarlo, cada vez que las veía me ponía empalmado a tope y me estaba más pendiente de que no se me notase que de dar la clase.

Un día fuera del colegio estaba tomando una cerveza con un amigo de hace años cuando pasaron Estibaliz y Patricia por delante de la mesa en que estábamos sentados. No nos vieron a nosotros, pero tanto a mí como a mi amigo nos fue imposible retirar la vista de esas mini mini mini mini falditas, de esas piernas preciosas y de esas tetitas que se adivinaban bajo las camisas blancas. Total que le conté a mi amigo que esas chicas me tenían la clase revolucionada y toda la historia de las faldas y lo que comenzó entre risas terminó en una propuesta por parte de mi amigo. Él trabaja en una empresa de seguridad y me dijo que me solucionaba el tema mañana mismo… ideamos un plan entre los dos cuyo objetivo realmente no era otro que darles un susto.

Llegado el día, acordé con mi amigo que estaría en mi despacho del colegio al medio día mientras yo estaba en clase y paso a relataros lo que ocurrió ese día:

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“Bueno, creo que todos y todas habéis recibido la nota de dirección respecto a los uniformes y además os hemos dado unos días para que tengáis tiempo de corregir lo que estuviese mal, o sea que hoy toca control de uniformes. Todas las chicas, por favor poneos en pie al lado de la silla”, dije a la clase.

Entre risitas tontas de la mayoría de los chicos y caras raras de la mayoría de las chicas, poco a poco cumplieron la orden y se pusieron en pie al lado de sus sillas.

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“Sabéis que las faldas deben estar como máximo 4 dedos separadas de las rodillas o sea que vamos a comprobarlos”.

Para mi gozo, empecé una por una a colocar mi mano encima de las rodillas desnudas de las chicas comprobando que efectivamente las faldas tenían la longitud reglamentaria… dejando para el final a mis dos alumnas favoritas. La mayoría de las chicas me miraban entre indignación y vergüenza cuando colocaba mi mano en su muslo para hacerlas sentar a continuación… hasta que llego el turno de mis dos alumnas favoritas.

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“Estibaliz… esta falda es demasiado corta y no cumple con la norma del colegio”… dije en cuclillas con mi mano apoyada en el precioso muslo de mi alumna rubia.

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“Ya, pero a mí me parece que me queda bien”, me respondió con mirada retadora, provocando las risitas de casi todos sus compañeros.

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“Ya, pero es mucho más corta de lo que dice la norma. ¿Ves?, todavía caben otros 4 dedos por encima de la longitud reglamentaria”, dije colocando mi segunda mano por encima de la primera cogiendo el precioso muslo de la chica.

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“Ya, es que total como queda poco de colegio mi madre me ha dicho que no vamos a comprar otra para unas semanas”, respondió un poco más incómoda con mis dos manos en su pierna.

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“Mira Estibaliz, dile a tu madre que tienes que llevar una falda más larga esta a penas te baja dos dedos del culo”, le dije soltando las dos manos, recorriendo suavemente su precioso culo por encima de la falda con una mano, para colocar dos dedos justo bajo su culo sujetando la faldita.

Eso sin duda incomodó mucho más a la chica a la vez que aumentaba mi excitación, que no dijo nada mientras mis dedos estaban clavados bajo su culito y el resto de mi mano tocaba su precioso muslo.

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“Estibaliz, al acabar la clase, durante el recreo te vienes a mi despacho”, dije sin retirar la mano del principio de su culo. “Puedes sentarte”.

Se sentó con cara de niña enfadada, lo cual a mi aún me puso más cachondo.

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“Y a ver Patricia, creo que aquí tenemos un problema parecido. Aquí no solo hay más de 4 dedos, sino que hay 8 dedos”, dije en cuclillas directamente colocando mis dos manos por encima de su rodilla, sujetando el precioso muslo de mi alumna morena de grandes ojos verdes.

Desde esa postura, con los ojos a la altura de su culo podía ver el precioso pliegue con el que su culito se unía al muslo por lo que deduje que llevaba un precioso tanguita.

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“Ya… hablaré con mi madre para que me saque el bajo”, dijo mirando al suelo con cara de enfado.

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“Pues te va a tener que sacar un buen cacho, porque la faldita esta te queda… como a tu amiga Estíbaliz… dos deditos por debajo del culo”, dije después de, al igual que con su amiga, recorrer su culo con mi mano, desde la cintura hasta sujetar el final de su faldita contra la parte inferior de su delicioso culo.

Mi excitación en aquel momento tuvo que ser evidente, porque hasta me mordí los labios para no coger el culazo de esa preciosa chavala rebelde y sacudirle un buen azote.

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“Al igual que tu amiga Estíbaliz… a mi despacho en cuanto acabe la clase. Os espero allí a las dos para abriros un expediente y redactar una carta a vuestros padres”.

Terminé la clase como pude, sin levantarme de la mesa para evitar que mi erección fuese más evidente y cuando acabó me fui rápidamente a mi despacho para esperar a las dos chicas. Allí me encontré con mi amigo Fran, con su uniforme de guarda de seguridad, con porra, dos pares de esposas al cinto y una bolsa de deporte pequeña.

En menos de 5 minutos aparecieron las dos chicas.

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“Pasad chicas. Le he pedido a Fran que venga para abrir este expediente, ya que el colegio en estos casos tiene un protocolo. Antes de abrir el expediente por el tema del uniforme nos tenemos que asegurar que no hay nada más serio que incluir en el informe”.

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“Como … ¿nada más serio?. Es lo de la falda y punto, ya hemos dicho que lo vamos a arreglar, ¿no?”, dijo Estibaliz en tono de gran indignación.

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“Ya, bueno, vamos a aplicar la norma y punto. Fran os registrará con el detector de metales como primer punto”.

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“¿Cómo?, ¿de qué va esto?”.

Fran se levantó sacando de la bolsa de deporte un detector de metales manual igual que el que se usan en los aeropuertos cuando pita el arco detector.

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“Venga chicas, es un trámite. Apoyad por favor las manos en la mesa del profesor bien separadas. Primero tú”, dijo refiriéndose a Estibaliz.

Entre la confusión y lo extraño de la petición, Estibaliz obedeció con cara asombrada, apoyando las manos separadas sobre la mesa del despacho… posiblemente intimidada por la presencia del guardia de seguridad… quedando en una postura tremendamente provocadora con esa pequeña faldita y el culito un poco levantado al agachar las manos.

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“Así, muy bien… no te muevas”.

El detector empezó a contornear el perfil de la chica presionando levemente sobre su cuerpo … espalda … cintura … vientre ... para pasar a recorrer sus pechos presionándolos de manera descarada … recorriendo su contorno … tropezando con sus pezones una y otra vez.

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“¡¡Eh, de qué va esto!!”, se quejó la chica.

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“Tranquila y no te muevas… ya estoy acabando”, dijo colocando una mano en la espalda de la chica para que no se incorporase.

Mi excitación era evidente viendo a Fran sobar los preciosos pechos de la chica con la excusa del detector… y más aún notando la incomodidad de la chica.

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“Esto está limpio. Veamos ahora las piernas. No te muevas”.

A pesar de lo evidente de que nada podía estar escondido en unas piernas desnudas comenzó a pasar el detector por el exterior de las piernas, siguiendo su contorno hasta los tobillos, para luego pasar al interior de las mismas… desde abajo hasta hacer que el detector golpease la entrepierna de la chica.

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“¡¡Ehh!!, pero de qué vas. Te estás pasando mucho y lo sabes”, dijo al notar como el frio aparato tocaba su entrepierna por debajo de la falda.

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“He dicho que no te muevas. Ya estoy acabando”.

El proceso en la otra pierna fue idéntico, pero esta vez el golpe en el coñito de la chica fue más fuerte, haciendo que diese un respingo.

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“Joder, vale, ya ¿no?”, dijo la chica.

Pero Fran ahora ya más descaradamente se recreaba rozando el detector contra su entrepierna, levantándolo un poquito al retirarlo, provocando que su pequeñísima faldita dejase al descubierto cada vez un poco más de su precioso culo desnudo.

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“Parece que esta está limpia… y por cierto rubia, vaya culito más precioso que tienes. Si al menos te hubieses puesto unas braguitas no te lo hubiésemos visto… pero es realmente bonito guapa. ¡Venga siéntate en esa silla! Y ven tú para aquí ahora ojitos verdes”, dijo refiriéndose a Patricia.

Con cara de asustada, la chica hizo exactamente lo que Fran le pidió, colocándose en esa postura que sacaba un poco hacia fuera su delicioso culo.

Comenzó el recorrido del detector exactamente igual que con su amiga … perfil del cuerpo … vientre …

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“¡¡Piiip, piiiip, piiiiip!!”

Al pasar por el vientre de Patricia el detector comenzó a pitar.

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“Vaya, llevas algo ahí, ¿no?”

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“Será el … el … el piercing del ombligo”, respondió la chica bastante nerviosa.

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“Enséñamelo”.

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“Es solo un piercing”.

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“Enséñamelo, he dicho”.

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“Patricia, por favor, hazle caso y enséñale si es solo un piercing”.

Subiéndose la camisa hasta debajo del pecho enseñó el ombligo, mostrando un precioso piercing.

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“Vaya, espera que compruebo que no es nada”.

Fran de manera descarada comenzó a sobar el vientre con las manos, desde la cintura hasta justo por debajo de los pechos.

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“Vuelve a apoyar las manos en la mesa guapa”, dijo Fran.

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“Os estáis pasando…”, se quejó Estibaliz sentada y observando con cara de asustada.

El detector de metales comenzó el recorrido por el exterior de los muslos de la chica hasta la cintura para luego lentamente recorrer el interior de los desnudos muslos de Patricia subiendo muy lentamente hasta pararse de forma descarada en la entrepierna de la chica.

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“¡¡Piiip, piiiip, piiiiip!!”

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“¡Ehh! … ¿que tenemos aquí? … parece que este coñito tuyo pita… ¿qué pasa guapa? … ¿Escondes algo aquí?”, dijo Fran apretando bien fuerte el detector contra la entrepierna de la chica.

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“Vale tío, por favor, es otro piercing, joder”, dijo tratando de incorporarse, provocando un inmediato empujón de Fran en su espalda.

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“No muevas las manos de la mesa guapa, sino vas a tener un problema aún más serio. Voy a tener que comprobar que efectivamente es un piercing. No te muevas ni un centímetro, sino será peor”.

Patricia asustada no movió las manos de la mesa mientras Fran levantaba su faldita por encima del culito y la recogía en su cintura, dejando su precioso culo a la vista de los dos hombres y de su amiga.

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“Veamos si escondes algo”.

Fran se arrodillo justo detrás de la chica y colocó sus dos manos en las nalgas de Patricia, comenzando a moverlas a ambos lados, arriba y abajo.

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“MMmhhh… tienes un culo precioso zorrita, pero aquí no hay muchos sitios para esconder algo metálico… tendremos que mirar por aquí”, dijo introduciendo una mano por su entrepierna hasta tapar su monte de Venus.

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“Por favor, es solo un piercing, por favor, no tengo nada”, dijo Patricia.

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“Vamos cabrones, os estáis pasando un montón”, dijo Estíbaliz sentada donde la habían ordenador permanecer pero más visiblemente nerviosa.

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“Tú no te muevas morenita, que te voy a registrar… si no escondes nada no te pasará nada”.

De un movimiento busco las dos manos bajaron el tanga de Patricia hasta sus tobillos.

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“Maldito cabrón”… nuevamente se intentó levantar volviendo a encontrarse la mano de su agresor empujando su espalda.

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“Vamos abre la boquita y chupa estos dos deditos guapa”, dijo Fran introduciéndole en la boca los dedos pulgar e índice de la mano derecha.

Sujetando la espalda de la chica contra la mesa con la mano izquierda dirigió la derecha a la entrepierna desde atrás y primero el pulgar fue directo a su culito clavándose hasta el fondo, para luego introducir el índice en el coñito de la Patricia.

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“¡¡Aaauuuu!!, basta cabrón, ¡¡suéltame!!”.

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“Vamos, joder, ¡déjala en paz!”, dijo Estíbaliz tratándose de levantar pero te sujeté por el hombro para volverse a sentarte en la silla.

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“Mmmhhh … me encanta tenerte así, ¿lo sabes, zorrita?. Bien sujeta por el culito y el coñito tan delicioso que tienes”, dijo Fran juntando sus dos dedos en el interior del cuerpo de la chica.

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“¡Suéltame, me haces daño!”.

Fran folló con los dos dedos los dos orificios de Patricia sin que esta pudiese hacer otra cosa que quejarse y pedir que le soltase.

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“Eres una zorrita de cuidado y me parece que te voy a tener que follar por estos dos agujeritos que ahora tienes llenitos con mis dedos… pero antes quiero ver ese piercing… ven aquí que tengo una idea”.

Con un par de rápidos movimientos Fran sacó los dedos del coñito y culito de la chica y la tumbó de espaldas sobre la mesa del despacho. En ese movimiento, el tanga se cayó de los tobillos al suelo y los botones de la camisa de rompieron dejando a la chica solo con una minifalda recogida en la cintura y una camisa abierta dejando ver un bonito sujetador blanco de encaje.

Las manos de Fran arrancaron con violencia el sujetador de la chica, así como la pequeña faldita recogida en su cintura, dejándola solo con la camisa colgando de uno de sus brazos … que terminó suavemente deslizándose hasta el suelo, para quedar completamente desnuda.

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“Vamos ahora abre bien la piernas… venga, zorrita. Pon los pies en la mesa y abre a tope las piernas… queremos ver ese coñito tuyo”.

Sus manos sujetaron con gran fuerza dos preciosos y pequeños pezones de la chica, haciéndola gemir del dolor.

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“¡¡Auuuu!!, vale, vale ya está, pero no me pellizques más por favor”.

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“Así me gusta, que seas una zorrita obediente”.

Su delicioso coñito quedó a la vista de todos, mostrando un precioso piercing plateado en su clítoris.

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“O sea que te pones un pendiente en el coñito para que te de más gusto cuando tus novietes te lo coman … ¿no es así?. Pues vamos a ver si funciona. ¡¡Tu rubia ven aquí!!. Quiero que te agaches frente al coñito de la zorra de tu amiguita y empieces a comerle el coñito bien comido. Como te gusta a ti que te lo hagan… y más vale que se lo hagas tan bien que consigas que se corra como una guarrilla, sino lo pagareis las dos”.

Mi excitación para ese momento era ya exagerada y más aún cuando Estibaliz con cara asustada se acercó a su amiga con cara aterrorizada y comenzó a lamer el piercing que adornaba su clítoris.

Fran mientras tanto había cogido sus esposas del cinto y había esposado a Patricia al tirador de uno de mis cajones de la mesa, de forma que a pesar de lo incómodo de la postura, se tenía que quedar tumbada sobre la mesa tumbada y no era necesario sujetarla.

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“Joder Fran… esto ya es la hostia”, le dije a mi amigo no aguanto más tío, a esta rubita me la tengo que follar… me lleva teniendo cachondo un año enseñándome las bragas en clase con esa minifaldita.

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“No por favor, basta ya… por favor…”, dijo Estíbaliz visiblemente nerviosa retirando un poco la cara de la entrepierna de su amiga.

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“Vuelve a poner ahí la boquita y no te levantes hasta que yo te lo diga guapa”, le dije obligándola a poner la cara en la entrepierna de su amiga.

Mientras Estíbaliz lamia el coñito de Patricia, yo me acerqué por la espalda y solté su pequeña minifalda que cayó al suelo dejando su culito a la vista… luego fue la camisa la que fui uno a uno soltando los botones para dejarla también en el suelo … después su sujetador cayo, liberando unos pequeños y preciosos pechos que colgaban de forma tentadora … y finalmente su tanga hasta sacarlo por los pies de la chica, que emitía quejidos con la boca enterrada en la entrepierna de su amiga.

Mientras yo había desnudado a Estíbaliz, Fran se había sacado la polla por la bragueta y se la estaba metiendo en la boca a Patricia. Indefensa atada sobre la mesa, no tuvo otra opción que abrir los labios para dejar paso a la gordísima polla de Fran, que parecía le iba a desencajar la mandíbula a cada empujón.

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“Abre la boquita, zorra, que sé que lo estás deseando. Vamos, abre esa boquita, que seguro que ha comido ya unas cuantas pollas y hoy se va a llevar ración de premio”.

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“¡¡Mmmgggnnoo, paagggaa, nngggooo … aggg!!”.

La visión de Patricia con la boquita follada bien profunda por mi amigo hizo que yo también me sacase la polla y tras mojar un poco la entrada del coñito de Estíbaliz con mi saliva se la metiese hasta el fondo de su vagina.

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“¡Aaauuuu!, joder no seas animal”, dijo la chica al sentirse penetrada.

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“Calla, zorra, que me parece que ha entrado demasiado bien y estabas deseando sentir una buena polla en este coñito de niña mala que tienes. Ahora vas a aprender a volver a calentar a tu profesor con esas minifaldas y esos tanguitas… ¡¡Toommaa hasta el fondo!!”.

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“¡¡Auuu, auuu, auuu!!. Mis embestidas sujetándola por la cintura se la clavaban hasta el fondo.

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“Joder, Fran, qué coñito más divino tiene la zorrita rubia esta… me la tenía que haber follado hace meses… la muy cabrona lo tiene bien mojadito, yo creo que estaba cachonda solo viendo cómo te divertías con su amiguita”.

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“Eso seguro, pues no te quiero ni contar la boquita de su amiga. Mira, le entra hasta los huevos a la cabrona… seguro que está acostumbrada a comer polla cada fin de semana, porque la mama como una auténtica profesional la muy zorrita. Y tú vamos rubia, cómele el coñito mas fuerte a tu amiga, quiero oír como se corre con mi polla en la boca, la quiero oír gemir”.

Patricia aguantó los primeros minutos la lengua de su amiga en el clítoris sin decir nada, pero poco a poco su cuerpo le iba traicionando y a pesar de no querer disfrutar, no pudo evitar sentir placer con los delicados juegos de su amiga, empezando a gemir con la polla de Fran tapándole la boca.

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“Pero como gime la morenita… la muy cabrona se lo está pasando bien. Otra que me la tenía que haber traído a mi despacho hace meses para follarla bien follada”, dije mientras seguía follando a su amiga.

A medida que los minutos iban pasando, las dos chicas no podían evitar emitir gemidos apagados de placer. Ambas tenían las bocas ocupadas y ahogaban sus no deseados gemidos, pero poco a poco se hicieron evidentes.

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“Fran, dame la porra que llevas en la cintura… se me ha ocurrido una cosa”.

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“Tómala”, me dijo ofreciéndomela.

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“A ver, Esti guapa, coge esta porra y se la vas a clavar por el culito a la zorra de Patricia mientras sigues comiéndole el coñito. Quiero oíros a las dos gemir un poquito con el culo lleno. Venga, métesela bien profunda, sino que sepas que te la voy a meter a ti hasta la empuñadura, o sea que tú verás”.

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“No por favor, no me hagas hacer eso, le voy a hacer daño” dijo Estibaliz suplicando con ojos de estar ya disfrutando la polla que ocupaba su coñito.

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“Vamos, no te lo repito… y no separes la boca del coñito de la pobre Patricia… me parece que está gozando tu lengua como hacía mucho que no le comían el coñito”.

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“Por favor, Esti, no me la metas, me va a hacer daño, ¡por el culo nooo! … ¡¡auuuu!!”, dijo Patricia sacándose la polla de Fran de la boca.

A pesar de los gemidos y ruegos de Patricia, su amiga le abrió el culito y le clavó al menos 20 centímetros de la porra bien dentro del culo.

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“Vamos, morenita, deja de quejarte del culo y sigue chupando, que me parece que te voy a llenar la boquita esta tan mona de leche en cualquier momento”, dijo Fran sacando un poco fuera de la mesa la cabeza de la chica para inclinarla hacia atrás y tener acceso total a follarse bien duro su garganta.

Entre arcadas por la mamada profunda y dolor por la dilatación de su culito pasó los próximos minutos Patricia, mientras Estíbaliz seguía con su taréa de comerle el coñito, cada vez gimiendo más claramente por la follada que estaba recibiendo.

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“Me parece rubita que esto no está siendo justo y la pobre Patricia está sufriendo mientras tu disfrutas como una zorrita. Vamos a ver si qué tal te entra por el culito, guapa”.

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“Despacio, por favor, no me la metas de golpe. Métemela despaciooo…¡aaaahhh! … joder!”.

Estibaliz dejó que la polla entrase con asombrosa facilidad por su culito y gimió cuando notó como mientras era sodomizada, una de mis manos jugaba con su clítoris. Así masajeando bien fuerte su depilada entrepierna sus gemidos fueron aumentando hasta conseguir correrse con mi polla follando su culito hasta el fondo.

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“Joder qué buena estás rubia… prepárate que hasta que acabe el curso te voy a follar todos los días … me voy a correr en este culito tan bonito que tienes zorra …. ¡¡¡ahhhhh, ahhhhh, ahhh!!!”.

Mientras yo llenaba el culo de Estíbaliz con mi enorme corrida, Fran, sujetando con gran fuerza los pechos de Patricia la llenaba la boca con su semen. La chica se vio obligada a tragar todos los borbotones de leche que inundaron su garganta.

Así nos quedamos ambos unos minutos con las pollas en el interior de las chicas, disfrutando con nuestras manos de sus cuerpos deliciosamente sensuales. Ambas mostraban una total hipersensibilidad, síntoma de que también se habían corrido.

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“Bueno zorritas, pues a partir de ahora todos los días al final de clase os vais a pasar por mi despacho las dos … tendré algo diferente pensado para vosotras cada día … por chicas malas y porque os gusta más correros que a un crio un caramelo. Podéis vestiros  y largaros de aquí”.

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