Unicamente Mia 6

Espero os guste y comente que tal les parecio...

Capítulo VI

Amor

"Tú serás mi hembra" Esas fueron las palabras de su Amo y ella, estaba dispuesta a entregarse toda a él, pero aún así, tenía miedo, mil dudas rondando su cabeza, eran demasiadas cosas las que le pesaban, y él aún no decía que la amaba, quizá…

Sesshoumaru trataba de besarla lo más suave y delicadamente que le era posible, podía sentir los temores de Rin, y eso hasta cierto punto lo hacían sentirse celoso, pensando en que quizá ella no lo amaba lo suficiente, que quizá sentía algo por el hanyou o por cualquier otro que haya intentado acercarse a ella.

De pronto el Lord rompió el beso bruscamente y tomó por los hombros a Rin, para sentarla en su futón.

  • Yo…- Tomó las manos de ella. Rin tenía la cabeza gacha, sentía que ella no estaba segura, que él era un estúpido por haberse enamorado de su protegida, porque ahora lo sabía, la amaba, con locura, con desesperación, por eso sentía celos de todo el que se le acercara, incluso ahora, en eso momento tan íntimo, los celos amenazaban con hacerlo perder el control. Y entonces, él sintió unas pequeñas manos tomar su rostro.

  • Soy muy torpe para esto… lo amo tanto… - Lo miraba con tanta ternura a pesar del miedo y los nervios.-…pero no se si yo…- Lo veía directo a los ojos, los ojos profundamente dorados que ella amaba, su rostro perfecto, sus marcas youkai de nacimiento, ella estaba abriéndole su corazón.-… Tengo miedo de no poder seguir con esto… yo…

  • Y una vez más él la besó, tiernamente, podía sentir su amor correr por su cuerpo, podía sentir su piel despertar a las sensaciones que él comenzaba a provocarle, ella solo quería estar unida a él por el resto de su humana y corta vida.

  • No tengas miedo por favor…- La miró, con dulzura, como ella nunca lo había visto mirar a nadie y entonces acarició su cuello y tomó su collar.- Cuando te di esto… yo…- Quería explicarle muchas cosas, pero ciertamente, no estaba seguro de cómo.-… Sí, quería darte un obsequio… pero también, de alguna manera, quería… indicarles a todos que tú me pertenecías, por eso, mandé a hacer este dije, con la media luna, el símbolo de mi raza Rin… yo, de alguna forma, debía hacer que todos se enteraran que tú eras mía.- Besó sus mejillas y frente mientras trataba de acomodarse encima de ella. Rin había quedado en un estado en donde el cuerpo ya no le pesaba, sus palabras la había dejado helada, pero también sentía felicidad. Se sentía como una muñeca de trapo en sus manos mientras con suavidad la acomodaba sobre el futón que a partir de ahora compartirían.- No sabes lo mal que me la pasé teniendo que soportar a tantos hombres, demonios, hanyous… pidiéndome permiso para cortejarte…. Jamás Rin, usé todos mis trucos para impedirlo, tratando de no matarlos por semejante atrevimiento…- Deslizó una garra por sus labios.-… déjame amarte Rin… te necesito… te deseo tanto pequeña…

Esas palabras la dejaron sin aliento, su tono de voz fue tan sugestivo y tierno que no pudo evitar suspirar. Ella tenía miedo, sí, pero dejaría que él hiciera lo que quisiera con ella.

Sentía las garras de su amo enredarse en su cabello mientras la besaba con tanto deseo que Rin sencillamente había perdido la capacidad de hablar, respirar y cualquier otra facultad humana que en esos momentos parecía no existir. Su cuerpo se sentía tan cómodo debajo del de su Amo, como si él no pesara en absoluto, como si fuera una suave pluma que la acariciaba.

Las ganas que tenía de ella eran más profundas que las que alguna vez pudo imaginar. Sus manos querían recorrerla toda, conocerla, adueñarse de todo su ser, y marcarla como suya por el resto de la eternidad. Su piel era tan suave que le fascinaba y su aroma, que comenzaba a cambiar por el deseo, lo estaba volviendo loco, pero debía ser cuidadoso, su hermosa Rin era pequeña y él era un demonio poderoso que debía amarla con delicadeza.

Pronto ella comenzó a relajarse con sus besos, con sus caricias suaves y deliciosas, así que tomó por la nuca al demonio que pronto la poseería. Comenzó a acariciarlo ahí, con cariño, con todo su amor, mientras él ya comenzaba a ir más allá de sus ropas.

Desató el nudo de su fina yukata, y la descubrió. Dejó de besarla para poder mirarla.

  • Rin… Eres hermosa, más hermosa de lo que imaginé...- ¡Oh, qué dulces y excitantes eran sus palabras! El miedo ya comenzaba a alejarse de ella, y su cuerpo estaba disfrutando con mayor plenitud. Sus ojos dorados se había tomado todo su tiempo para observarla mientras destellos rojos aparecía en ellos a intervalos.

Sus ojos estaban conectados y él se aventuró a tomar uno de sus tentadores, pequeños y redondos senos. Rin suspiró, cerrando los ojos ante la caricia, mientras él comenzaba a masajear esa zona, alegrándose de poder cubrir esa parte del cuerpo de su pequeña con su mano, tocando con suavidad, para que su hermosa hembra no sea lastimada. Y entonces su cuello comenzó a ser su punto de atención, su cuello delgado y blanco lo invitaba a posar sus colmillos, pero tenía miedo, no quería herirla, ella no era un demonio, era su pequeña Rin y jamás la dañaría. Sin embargo sus ganas podían más que su razón, como en tantas otras ocasiones si se trataba de ella, el deseo comenzaba a dominarlo y él se dejaba arrastrar con mayor facilidad, la deseaba con cada fibra de sus ser.

Y sus labios se posaron en su cuello e inevitablemente gemidos se comenzaron a escuchar por toda la habitación. Rin sentía una tibieza acogedora recorrer todo su cuerpo y sus pequeñas manos comenzaron a pasearse por la espalada ancha de su Amo, que ahora estaba demasiado concentrado en acariciar uno de sus senos y lamer su cuello.

Se percató de la iniciativa de su pequeña y la ayudó en su tarea. Era adorable ver las mejillas de Rin enrojecer mientras trataba de quitarle de encima su yukata, y como al parecer la vergüenza la ponía nerviosa, decidió sacársela de una sola vez. El pecho desnudo de su Amo se reveló y ahora él comenzó a besar sus senos, que le sabían a gloria.

El pezón se comenzó a endurecer y él no podía dejar de besarlo, lamerlo y morderlo levemente, su pequeña Rin era la mujer más hermosa que podía existir, y solo sería para él.

  • Rin…- Eran gruñidos. Hacía mucho rato que sus labios clamaban por repetir su nombre.-… Rin eres deliciosa… tan deliciosa…- ¿Era posible sentir todo eso junto? No podía controlarse, le estaba costando trabajo, quería entrar en ella, hundirse y sentirse su señor, quería marcarla, quería amarla sin parar durante toda la noche.

Rin lo sentía, Sesshoumaru había comenzado a besarla con mayor pasión que hacía unos momentos, ella sabía que estaba tratando de no lastimarla.

  • Sessh… Sesshoumaru… no temas… no soy tan débil como crees…

Como pudo habló, y aunque Sesshoumaru parecía demasiado distraído en besarla y dejarla completamente desnuda y a su merced, supo que la escuchó, pues arrojó el último vestigio de ropa que llevaba puesto y la arrojó al suelo, lejos.

  • Rin…- Estaba extasiado con su cuerpo, con sus suaves y provocativas curvas, y ahora, al haber escuchado a Rin decir eso, se dijo a sí mismo que sí, que ella no era débil, ella había sido siempre criada con sumo cuidado, con suma devoción, por él y todos los que la querían.

Era increíble tenerla de esa manera, besar todo su pecho mientras como música para sus oídos, por toda la habitación, se escuchaban lo gemidos femeninos, acompañados por la constante repetición de sus nombres en la boca del otro.

Era increíble, que la pequeña niña que una vez se había acercado a él sin sentir miedo para ofrecerle su ayuda al verlo herido, era ahora la mujer que lo había enloquecido de celos, de pasión, de el más profundo amor que él jamás creyó sentir por nadie. Porque aunque se había tratado de engañar así mismo, aunque había tratado de hacerse el desentendido, eso que sentía era amor, ese sentimiento que hacía que hombres o demonios hicieran lo que sea por la otra persona, ese sentimiento que había llevado a su padre a la muerte, ese sentimiento que creyó era el más estúpido, ahora sabía que era el más profundo, ahora sabía qué significaban las últimas palabras que su padre le dijera antes de enterarse que había muerto, ahora él tenía a quien proteger , cuidar y amar, y aunque había pasado días muy malos pensando en que su pequeña podría fijarse en otro, el premio que recibía en esos momentos era el mejor.

Los gritos eran cada vez más fuertes. Sesshoumaru se había aventurado a enterrar una de sus garras en el interior de Rin, para estimularla, para prepararla a recibirlo en cualquier momento, y lo que había recibido era la mejor respuesta de todas. Rin no paraba de repetir su nombre, de repetir que lo amaba y eso, sencillamente, volvía loco de deseo al Lord, en mayor proporción cada vez, si es que era posible. Enterraba y desenterraba con fervor y cuidado, no quería lastimar a su pequeña por nada del mundo, al contrario, quería ser él el único quien le diera ese tipo de placeres por lo que le quedaba de existencia, una existencia que quería vivir solo con ella y por ella.

Y el primer orgasmo que Rin haya experimentado en su vida hizo que se estremeciera. Abrió los ojos cuando se sintió más relajada y lo que vio la hizo enrojecer más de lo que estaba, Sesshoumaru lamía el dedo que había enterrado en su interior como si se tratara del más dulce y sabroso manjar.

  • No existe en esta tierra ser más hermoso y delicioso que tú…- Y la besó con mayor desesperación que antes.

Tenía miedo. Él tenía miedo, ella tenía miedo, ambos tenían miedo pero querían amarse, estar unidos, ser uno solo.

El pene de Sesshoumaru había comenzado a introducirse en su interior mientras sus sentidos percibían el sudor de sus cuerpos, los gemidos y gruñidos de ambos, la pasión y el amor combinados.

Ahora el lamía su cuello mientras seguía empujando, y rasgando, rompiendo, destruyendo esa fina tela que la cubría para hacerla suya. Y estaba sobre ella, sabía que su hermosa hembra había sentido dolor, pero mientras más rápidos iban siendo sus movimientos, ella se ferraba más a él, como si se tratase de su vida. Le susurraba cuánto lo amaba y aunque él quería gritar que era el ser más feliz haciéndola suya no podía, estaba demasiado concentrado en salir y entrar rápidamente de ella, de sentir su tibia humedad, la estrechez de esa parte de su cuerpo en donde él ahora encajaba a la perfección, concentrado en lamer su cuello, en medir su fuerza y la profundidad… de su mordida.

Y el cuerpo de Rin comenzó a convulsionar mientras podía sentir como su robusto señor se derramaba en su interior, y sucedió lo que hace mucho el Lord quería y necesitaba que pasara, así lo haya negado en un principio, sucedió, el Gran Lord de las Tierras del Oeste mordió el fino y blanco cuello de su protegida, el Gran Señor, finalmente la marcó.

Rin jamás había sentido sensación más plena y deliciosa bullir en todo su cuerpo, sentir como su señor se derramaba infinitamente en su interior era una sensación que la llenaba, que la hacía sentir feliz, amada, deseada como nunca jamás creyó sentirse, mientras su propio cuerpo también se retorcía bajo el inminente orgasmo que le provocó el único ser que había amado toda su vida, desde que era una niña.

Y entonces, fue que sintió su mordida. Los filosos colmillos se clavaron en su cuello y aunque en un primer momento temió, recordó a la perfección las marcas del cuello de Kagome, esas marcas que la hacían esposa de Inuyasha. Fue así que se relajó un poco mientras los espasmos del orgasmo de ambos cedían y mientras la punzada aguda y caliente de su cuello era calmada por la húmeda y tibia lengua de su… ¿esposo?

Quería preguntarle, quería hablar pero se sentía agotada, se sentía muy cansada, pero estaba inmensamente feliz. Rin cerró los ojos lentamente mientras escuchaba a lo lejos a Sesshoumaru repetir su nombre.


Había sido inevitable que el Lord no parara de hacerle el amor en toda la noche. Había tratado de ser un poco más paciente, pero en vista de que su mujer no había puesto objeciones, había aprovechado para amarla durante toda la noche, y aunque él también se sentía cansado no había podido ni querido dormir ¿para qué? si tenía toda la vida para hacerlo, en cambio, se la había pasado viendo a Rin dormir. Tenía una expresión tan tranquila que el Lord había quedado encantado observándola.

Sus garras se movían enredándose en su oscuro y largo cabello, acariciando las mejillas, los labios que de cuando en cuando se acercaba a besar tiernamente, y es que jamás creyó sentirse así y solo por tenerla a ella, no necesitaba más, todo el mundo podía irse al diablo mientras fuera ella la única que se quedara a su lado.

Y no pudo evitar acordarse de su padre, él había amado tanto a la madre de Inuyasha que había sido capaz de dar la vida con tal de salvarla y ahora, que sabía que amaba a Rin, que sabía que ella lo amaba, podía entender aquel sentimiento tan intenso, sin duda, él también sería capaz de dar la vida por ella. Pensar que había odiado en silencio a esa humana… pero ya no tenía caso pensar ese tipo de cosas ahora, cuando tenía a Rin encima de su cuerpo y con las piernas enredadas a las suyas, eso probablemente era la gloria.

La sintió revolverse un poco mientras abría lentamente sus grandes y hermosos ojos, los restregó un poco casi infantilmente, mientras trataba de enfocar la vista en algo que era….

  • ¡Amo!- Roja, se había puesto completamente roja.

  • No Rin, ahora tú eres mi pareja, no debes llamarme así…- Acarició su rostro mientras ella se sentaba en el futón y trataba torpemente de cubrirse con las sábanas. No pudo evitar sonreír ante eso, pues no tenía mucho caso ya que se cubriera cuando había visto y besado cada parte de su cuerpo.- Llámame por mi nombre pequeña…

  • No es muy sencillo… Sesshoumaru…

  • Mientras hacíamos el amor no dejaste ni un solo momento de llamarme así… es más fácil de lo que crees.- Rin sonrió mientras se sonrojaba aún más, pero pronto una mueca de dolor apareció en su rostro mientras se llevaba una mano a la marca que tenía.

  • Rin…- Ahora él también estaba sentado en el futón. Se acercó a ella.- Con todo lo que pasó… olvidé decirte que…. Rin tomó una mano de Sesshoumaru y la posó en la marca, el Lord se horrorizó al sentir lo caliente que estaba.

  • No voy a mentirte… me dolió mucho pero yo imaginé de qué se trataba, es muy fácil ver la marca que tiene Kagome en su cuello.

  • Rin, la marca está ardiendo.- La besó en la frente y la oprimió contra su pecho.- ¿Te sientes bien?

  • Sí… pero debo decir que ser tu esposa ha dolido bastante...

  • Sí, eso eres… mi esposa… solo mía…- La atrajo a sus labios y la besó sugestivamente durante largo rato. Fue Rin quién se separó de él. Tomó su rostro entre sus manos y le habló.

  • Debo recordarle mi señor que tiene usted invitados que atender.- Sesshoumaru gruñó molesto, ya casi hasta había olvidado la presencia de esas dichosas visitas.

  • ¿Por qué ríes, a caso crees que es mejor tener que verle la cara a esos, en especial a ese Dayu, cuando podría quedarme aquí haciéndote el amor?- Ahora él era quién sonreía, Rin tenía la expresión más grande de vergüenza y… un momento ¿A caso el Lord había sonreído?

  • Jamás te había visto reír…- Rin se había quedado más que sorprendida, Sesshoumaru se veía realmente hermoso sonriendo.- Te ves tan diferente y…- Rin se había acercado nuevamente a él, rogando a todos los dioses de que esa sonrisa jamás se borrara de su rostro. No pudo evitarlo y ahora fue ella quién lo besó.

Ya iban a comenzar una nueva ronda de amor cuando alguien tocó la puerta de la habitación.

  • Entonces… cada vez que sonría ¿me besarás así?- Rin sonrió le dio un corto beso en los labios y le dijo que atendiera a quien tocaba la puerta.

Le pidió a Rin que se quedara en el futón. El Lord avanzó a la puerta no muy contento que digamos. Él dejó bien claro que no quería que nadie lo molestara.

Era Hatsue, la youkai de cabello castaño y vivaces ojos lilas, que por cierto en ese momento se hallaban más vivaces que nunca y el Lord sabía por qué.

  • Siento molestar Señor, pero la señora Moura me envió para recordarle que tiene que atender a sus visitas y además quería saber si usted o la señora necesitan algo.- La muchacha hablaba un tanto nerviosa.

  • Yo no necesito nada, pero puedes preguntarle a Rin.- La muchacha sonrió soñadoramente pero rápidamente volvió a su compostura habitual.- ¿Qué esperas? Pasa y pregúntale.

  • ¡Ah!- Hatsue dio un brinquito y se dirigió rápidamente al futón de los señores que estaba oculto por un biombo.

Y lo que vio la llenó de felicidad. Rin estaba cubierta por las sábanas un tanto sonrojada como era muy habitual en ella si se trataba del Lord ¡no podía creerlo! Aquella pequeña niña, que había cambiado tanto al Lord ¡era ahora su hembra!

  • Estoy muy feliz de que sea la señora de este castillo.- Rin se sonrojó. Sonrojos y más sonrojos. Era aquella joven y bella youkai que trabajaba en el castillo desde hacía mucho.

  • Gracias.

  • ¿La señora desea que le traiga algo? Si usted me indica podría traerle algo para que se cambiara de ropa.- O ponerse…

  • Por el momento Hatsue, tráeme un kimono que ponerme y mis aceites por favor, deseo darme un baño.

  • Sí señora, ahora mismo se lo preparo. Se disponía hacer lo indicado, cuando recordó algo importante-… ¡ah! disculpen, pero es que la señora Moura está muy preocupada, y dentro de poco servirá el desayuno para todos.

  • Después de que termines de preparar el baño a Rin, vas y le dices a la señora Moura que estaremos puntuales en el desayuno.

  • Está bien señor.- Y comenzó con su labor rápidamente.

Hatsue terminó, hizo una reverencia y salió de la habitación dejando a la nueva pareja a solas.

  • Vamos, necesitamos darnos un baño.- Sesshoumaru habló mientras le estiraba una mano a su hembra para ayudarla a levantarse del futón.

Pero… un momento ¿a caso había escuchado bien? Dijo ¿darnos un baño¡QUÉ!

Y una vez más su mujer se ponía completamente roja. Si seguía así no estaba seguro de querer despegarse de ella en ningún momento, y es que se veía tan hermosa.

Tímidamente Rin aceptó la mano que su marido le daba para ayudarla a ponerse de pie.

  • ¿No quieres bañarte conmigo?- Le dijo Sesshoumaru mientras la acercaba más a su cuerpo y clavaba sus pupilas doradas en ella, y una vez más, destellos rojos en sus ojos.

  • No es que no quiera es…- Ya no pudo decir más, pues Sesshoumaru la tomó en brazos haciendo que las sábanas que la cubrían cayeran al suelo. Cruzaron una pequeña puerta que estaba en medio de la gran habitación y la depositó en la tina de agua caliente. Rin emitió un corto suspiro al sentir el cambio de temperatura.

  • Si te es muy incómodo, entonces te dejo para que te asees tú sola.- En realidad no era eso lo que quería, quería aprovechar el baño para acariciarla y amarla un poco más hasta que tuvieran que desayunar, pero entendía que todo aquello era muy repentino, una cambio radical, pero es que era tan deliciosa que no podía contenerse. Se dio media vuelta para salir del lugar y darle privacidad a su pequeña cuando oyó su suave voz.

  • No he dicho que me quiera bañar sola, quédate conmigo…- Se sonrojó nuevamente ¡Oh, es que era sencillamente adorable!- Ven…- Le tendió una mano, invitándolo a que entrara a la tina con ella.

Y así lo hizo. El Lord no iba a desperdiciar de ninguna manera la oportunidad de relajarse en un baño bien caliente con su pequeña, así que tomó la mano que le ofrecían y se sumergió en la tina, detrás de su mujer.

  • Rin…- La abrazó y le dio un beso en el hombro, hizo a un lado la abundante mata de cabello oscuro y ahora besó su marca, la marca que la hacía su esposa, su esposa ante todo y todos.-Estás marcada por un youkai, nadie podrá acercarse a ti, este,- Acarició esa parte de su cuello.- es el símbolo que te une a mí por toda la eternidad y es un lazo irrompible.

-Sesshoumaru…- Sentía un nudo en la garganta. Sabía que Sesshoumaru no era de palabras románticas, pero vaya que se estaba esforzando. ¡Kami¡Qué feliz se sentía!- Eres mía preciosa…- Besó la marca de nuevo provocándole una deliciosa sensación a su mujer.- Rin… - Tenía que preguntar.- Entonces ¿nunca te interesó el príncipe Dayu?

  • Yo jamás he tenido ojos para nadie… aún cuando pensaba que jamás te fijarías en mí, no podía dejar de amarte, es más… me imaginaba sola por el resto de mi vida, siempre a tu lado… y cuando me besaste la primera vez y esas otras veces… y después sentía que te alejabas… me sentía miserable y humillada y sin embargo te seguía amando… yo creí…- Sesshoumaru no la dejó seguir y la abrazó más estrechamente, posesivamente.

  • Lamento tanto que hayas sufrido, pero… digamos que… en realidad todo es mi culpa…- La oprimió más contra su pecho y besó sus labios desde atrás. Tomó un poco de los aceites de Rin y con un paño suave comenzó a restregar su cuerpo con delicadeza y aprovechando la posición, comenzó por su espalda. Rin se mantuvo en silencio, sentía que Sesshoumaru quería decirle algo y no hablaría hasta que él se abriera a ella, necesitaba comprender muchas cosas.

Sin embargo el Lord no habló, no era tan fácil, la amaba pero esa maldita forma de ser que tenía… ¿Desde cuándo era así¿Desde que su madre se fue¿Por qué a pesar de que odiaba a los humanos no pudo dejar abandonada a Rin cuando era una niña¿Por qué si los odiaba tanto había caído totalmente rendido ante una humana¿Por qué era tan duro, serio, frío¿Por qué no hablaba claramente y le decía todo, le confesaba que el primer beso qué le robó fue cuando solo tenía trece años¿A caso él siempre la había amado de alguna manera? Sí… su pequeña Rin.

Ambos terminaron de asearse entre apasionados besos y caricias y sin muchas palabras.

Se cambiaron y nuevamente Sesshoumaru quedó hipnotizado por la hermosa y fresca imagen que proyectaba Rin. Estaba completamente loco por esa mujer, estaba totalmente… enamorado… costaba pensarlo y más decirlo.

Bajaron a desayunar. Rin a su derecha como siempre en la gran mesa mientras esperaban llegar a las visitas.

Y llegaron y fue inevitable que los demonios se dieran cuenta que Rin ahora era la hembra de Sesshoumaru.

El aroma de ambos los delataba.

  • ¡Rin!- Era Yuki que estaba a punto de abalanzarse sobre Rin, pero… No terminó de pasar, Yuki se detuvo de pronto sin explicación y no dejaba de pasear la mirada ambarina desde su tío a Rin.

  • ¿Sucede algo pequeño?- Rin intentó acercarse para abrazarlo pero Yuki se le escapó y se dirigió a su tío. Rin ciertamente no comprendía. Akemi también intentó acercarse pero algo no le cuadraba, sus instintos le indicaban otra cosa a pesar de ser tan pequeña.

Mientras tanto Inuyasha y los otros solo se miraban las caras, y un príncipe no deja de maldecir a todos los cielos por el nuevo descubrimiento ¿Cómo podía llegar a pensar que Sesshoumaru podía resistirse a la belleza de Rin?

Rin cada vez se sentía más confundida y fue una muy joven voz la que sacó a todos del trance.

  • ¿Puedo acercarme a tu pareja tío? Yo… quiero abrazarla pero si tú no…- Estaba nervioso, no sabía bien qué decir, y su tío era tan grande y poderoso.

  • Claro que puedes acercarte a ella.- Sesshoumaru miró a Akemi.- Ambos pueden hacerlo como siempre.

Rin miró a Sesshoumaru extrañada ¿A caso él tenía que darle permiso a la gente que quisiera acercase a ella? Bueno… entendía las costumbres de su raza, no estaba muy al tanto, pero sabía que los demonios eran muy territoriales, pero ¡por Kami¡Eran solo unos niños y encima sus sobrinos!

  • No se porque me lo imaginaba mi estimado Sesshoumaru, te felicito por tu unión.- Habló Lord Basho, aunque sabía que su hijo y si no es que hasta su hija se llevaban una buena desilusión.- Te felicito Rin.

  • Gracias.- Dijo ella bastante ruborizada mientras terminaba de repartir besos a Yuki y Akemi.

Y el Lord del Oeste sintió una mirada pesada, una fuerza demoníaca que lo escudriñaba. Él, pero que ni se le acercara a Rin porque lo destazaría.

Dayu no despegaba los ojos de Sesshoumaru, lo odiaba, estaba claro que ese maldito youkai se había dado cuenta de sus intenciones con Rin y ahora se la quitaba de esa manera tan súbita.

Y de pronto, una idea, macabra.

  • Entonces… yo creo que con esto no habrá más problemas.- Habló Dayu. Sesshoumaru sabía por dónde iba la cosa, maldito hanyou.- No creo que ni la gente del Este ni del Sur se atreva a enfrentarlo Sesshoumaru. Fue una estupenda idea tomar como pareja a una humana justo en este preciso momento. Brillante idea diría yo…

¿Qué, a caso Rin estaba escuchando bien, qué significaba todo eso? Entonces… Sentía dolor en el pecho e instintivamente Rin se llevó una mano a ese lugar y de pronto… una fuerte punzada en su cuello justo en la marca y por inercia buscó los ojos de Sesshoumaru que encontró inmediatamente, observándola.

En sus hermosos ojos marrones se podía leer el dolor, maldito hanyou quería provocarle problemas con Rin ¡pobre tonto! El lazo entre ellos era irrompible, ella estaba marcada, era solo suya.

  • No me importó nunca ese estúpido consenso príncipe Dayu, ni me importará jamás. Quizá deba recordarle que Rin, quién ahora es mi pareja, vive conmigo desde que es una pequeña niña y quizá también deba recordarle que diga lo que diga no logrará que se revierta JAMÁS lo que ya está hecho.- Sesshoumaru mostró la mirada más dura que pudo a Dayu y desde luego que comprendió sus palabras. Se refería a ese lazo irrompible.

Los cachorros se quedaron mirando fijamente y con la boca abierta a su tío. Yuki entendía algo, su tío tenía esa expresión que ponía su padre cada vez que otro macho se le acercaba a su madre ¡Príncipe feo del Norte, le caía muy mal!

Rin mantenía la cabeza abajo, sentía nauseas, no podía creerlo, era muy hermoso para ser verdad. Sesshoumaru solo la había tomado para arreglar esos problemas con las demás tierras.

  • Rin.- La voz de Kagome la llamaba en un murmullo. Rin la miró, estaba sentada a su lado.- ¿Te sientes bien?

  • No.- Rin se puso de pie.- Discúlpenme todos, no me siento bien.- Y se marchó. Sesshoumaru se puso de pie, dispuesto a seguirla, pero antes tenía que decir algo. Esperó a que Rin se retirara lo suficiente del lugar.

  • Esa artimaña fue muy baja Dayu, no eres bienvenido más en mi palacio y jamás te atrevas a acercarte a Rin al menos que quieras morir.

  • No te tengo miedo Sesshoumaru.- El joven hanyou se puso de pie.

  • ¡Basta por favor!- Era Kagome que también estaba de pie y después de ella automáticamente Inuyasha se levantó ¡De pronto todos estaban de pie!- Están asustando a mis cachorros y además, olvidan que la verdaderamente ofendida aquí es Rin.- Le lanzó una mirada de odio a Dayu.

  • No quisimos causar problemas Sesshoumaru.- Lord Basho estaba avergonzado.- Te pido disculpas por lo que mi hijo…

  • No tengo problemas contigo Basho, ni con la princesa, pero a tu hijo no lo quiero ver más y menos cerca de mi mujer.

Kagome se sorprendió. Ahora no tenía dudas en absoluto, ese demonio terco y necio amaba a Rin y sus palabras lo demostraban claramente.

Ante tantos problemas finalmente los del Norte se fueron en buenos términos, excepto claro, Dayu, quien no dejaba de recibir las advertencias de Sesshoumaru y su total prohibición a acercarse a sus tierras.

Pero lo que más le preocupaba ahora era buscar a Rin y sabía perfectamente en donde estaba.


Estaba sobre su futón de casi toda la vida, quería morirse, hubiera preferido el odio de Sesshoumaru a ser tomada solo por conveniencia. Sus lágrimas caían sin cesar y solo pensaba en una cosa; irse de ese lugar por siempre, se sentía más que nunca utilizada y humillada.

Se puso de pie dispuesta a recoger unas cuantas pertenencias e irse lejos de ahí y olvidar todo, incluso a él.

Pero sintió de nuevo ese ardor y ahora sabía que era él. Se frotó esa zona ¡Por Kami que sentía que quemaba!

Un portazo y su figura imponente ante ella.

  • ¿Qué crees que estás haciendo?

  • Me voy.- Dijo sin más y con la voz temblorosa.

  • Eso jamás Rin, tú eres mía.

  • ¡No soy un objeto!

  • No he dicho que seas un objeto, eres una mujer ¡mi mujer!

  • Para resolver problemas con otras tierras ¡por eso me tomaste!

  • No comencemos a gritar.- Control… control… no dejaría que se fuera jamás ¡Qué ni ella entendía que solo era suya!

  • Déjame ir… después de todo tus problemas ya están resueltos ¿no?

  • No te irás.- Haciendo uso de su impresionante velocidad se acercó a ella y la tomó por la espalda para seguidamente, oprimirla contra su pecho.

Rin se movía forcejeando, la tenía tomada de la cintura desde atrás y no podía moverse, tampoco es que pudiera soltarse, Sesshoumaru la oprimía con fuerza pero sin lastimarla. Podía sentir su respiración agitada, Sesshoumaru parecía estar peleando contra él mismo.

  • Maldición… tú ni si quiera imaginas todo lo que provocas en mí ¿verdad?... estoy harto de todo… de tener que espantarte los pretendientes…- Él había comenzado a hablar y probablemente no pararía.-… siempre… ahora se que siempre te he querido hacer mía…

  • Mentiroso…- Rin ya no forcejeaba, era inútil, solo lloraba.

  • Te amo tanto Rin, que la sola idea de quedarme sin ti… me asusta… quizá existan pocas cosas que me asusten en este mundo… pero estar sin ti eso seria morir en vida.

El tiempo parecía haberse detenido y ella se sentía tan ligera, sintió los labios de Sesshoumaru en su cuello, en el lóbulo de su oreja. Sintió las manos de el amor de su vida mover su rostro para poder besarla en los labios.

  • Y le ardía la marca y sus ojos… se cerraron.

Una suave y corta caricia en la mejilla, una caricia húmeda.

Unos enormes y expresivos ojos dorados y una melena oscura como la noche. Era Akemi.

  • ¡Rin despertó!

  • Hola princesa…

  • No, no, no…- Dijo moviendo su pequeño dedo índice de un lado a otro.- Tú eres la princesa de mi tío…- Le dio otro besito en la mejilla mientras Rin la sostenía de rostro.- Tío estaba molesto ¡hasta Yuki quería matar a ese príncipe molestoso!

Rin abrió los ojos y buscó en la habitación, solo estaban Jaken y Moura, a parte de la hija de Inuyasha.

  • ¿Dónde está Sesshoumaru?- Preguntó mientras Akemi se acomodaba en su pecho.

  • Muy princesa pero sigue siendo una niña tonta.- Jaken habló pero no reprochándole, se veía preocupado.

  • ¡No seas majadero Jaken, Rin ahora es la princesa!- Dijo la anciana muy exaltada.

  • Por favor… díganme dónde está Sesshoumaru.- Rin se sentía mareada y con dolor de cabeza.

  • Seguro que a estas alturas ya mató a Dayu.- Habló el demonio sapo.

  • ¡Jaken basta, deja de preocuparla!- Miró a Rin con ternura.- Mi niña, él salió detrás de ese joven príncipe después de que te desmayaste, pero no te preocupes, Inuyasha fue detrás de él.

Rin se llevó una mano al pecho, no sentía la presencia de Sesshoumaru, no la sentía porque no le quemaba la marca.


  • No sirve de nada que pierdas el control Sesshoumaru.

  • ¡Cállate tú no eres nadie para decirme qué tengo que hacer!

  • Matarlo no sería algo por lo que Rin te agradecería.

  • Silencio Inuyasha no estoy para estas cosas…- Gruñidos.

  • Eres un imbécil.

  • ¡Inuyasha lárgate de aquí!

  • ¡No!... Maldición… debes entender que no sirve de nada que pierdas el control, se lo que sientes porque con Kagome tuve muchos problemas Sesshoumaru y por mis dudas casi la pierdo, afortunadamente tú has abierto los ojos a tiempo, pero no cometas errores que te hagan perderla…

  • No eres más que un…

  • Cuando hice a Kagome mi mujer aprendí muchas cosas, y cuando nacieron mis cachorros aún más y entre ellas Sesshoumaru aprendí que de cometer un error ya no solo las pagaría yo, sino también Kagome y mis hijos… ¡Maldición Sesshoumaru, vas a ir a matar a ese príncipe y con eso podías provocar una guerra, una guerra que pondría en peligro a todos, incluso a Rin!

  • Su hermano tenía razón, maldito hanyou… quería matarlo por haberle provocado problemas con su pequeña… su pequeña… su olor…

  • ¡Rin ha despertado!- Levitó hasta la habitación. Inuyasha lo siguió corriendo.


Kagome estaba alimentando a Rin.

  • Kagome no es necesario que hagas esto.

  • Aún tienes fiebre, no quiero que Sesshoumaru me mate por no cuidarte bien.- Le sonrió dulcemente.- Esto es obra de la mordida Rin… pero ya te acostumbrarás como yo lo he hecho…. Todo estará bien.

  • Moura se paseaba por toda la habitación colocando por aquí y por allá las cosas de Rin.

  • Listo, ya está todo aquí.

  • Gracias Nana.

La puerta se abrió bruscamente. Era el Lord. Todos salieron en silencio, mejor darles privacidad.

  • Me voy Rin… pero vendré a cuidarte después.- Akemi se acercó a ella y le dio un besito de despedida.

  • Está bien princesa.

Al fin solos.

  • ¿Cómo te sientes?- Sesshoumaru se sentó en el futón no muy lejos de ella.

  • Bien, pero estaba preocupada… por ti…

  • Rin…

  • Sesshoumaru…- Sesshoumaru la tomó de los brazos y la acercó a él para abrazarla.

  • Lo siento… perdóname, me fui sin pensar… quería matarlo…

  • No hablemos de eso… solo quédate aquí conmigo.

  • Rin estás muy caliente.- Tocó su frente y no pudo evitar mirar su marca, estaba bastante roja.

  • Me arde un poco…- Se tocó el lugar.

  • Creo no fui lo suficientemente delicado al momento de marcarte, te mordí muchas veces anoche, y yo… no debo olvidar que eres humana…- Rin se separó de él pero Sesshoumaru volvió a acercarla y la obligó a mirarlo a los ojos tomando su rostro con las manos.- Mírame y escúchame Rin… yo te amo, te amo tanto que por culpa de tener todo esto guardado casi pierdo el control… pero entiéndeme, yo no te considero débil, ni te odie ni te odiaría jamás por ser humana, todo eso y muchas cosas cambiaron desde que llegaste a mi vida, pero… seamos realistas, yo quiero cuidarte, protegerte, porque es mucho más fácil que te hieran y más si eres mujer…

  • ¡Yo soy fuerte!

  • Aún así yo jamás dejaré de cuidarte mi pequeña…- Y la besó lentamente acariciando su cuello y hombros mientras Rin lo rodeaba por el cuello.

Se besaron por largo rato hasta que se quedaron sin aire.

Y lo que siguió no se lo esperaba.

  • La primera vez que te robé un beso fue cuando tenías solo trece años y estábamos durmiendo juntos.

Rin abrió sus enormes ojos y se ruborizó hasta la punta del cabello.

  • ¿Qué estás diciendo?

  • Probablemente a partir de ahí comenzaste a enloquecerme pequeña… cuando te comenzaste a hacer mujer me di cuenta que eras la más hermosa de todas y siempre, siempre que alguna hembra se me insinuaba yo solo la comparaba contigo y solo quería regresar de donde estuviera para verte.

  • Eres un sucio pervertido.

  • Sí, pero fue inevitable… por eso cuando me di cuenta que ese… infeliz comenzaba a cortejarte me llené de ira y solo quería saber si lo amabas para matarlo.- Rin sonrió y Sesshoumaru la tendió en el futón para acurrucarse sobre ella.

  • Te amo Sesshoumaru, te he amado desde hace mucho. No se cómo ni cuándo pasó exactamente, solo se que cuando lo supe no podría dejar de amarte y eso me asustaba.

  • Ya nada de eso importa, tú eres mía y de nadie más.- Sesshoumaru le abrió la yukata a Rin y volvió a acurrucarse en su pecho.- Así estoy mejor.

  • Te amo Sesshoumaru…

  • Y yo a ti mi pequeña… te amo, pero ahora duerme porque aún estás muy caliente.

Restregó su nariz en el escote de Rin como si fuera un cachorrito mientras Rin acariciaba su hermosa cabellera casi blanca. La cabeza le dolía un poco, pero estaba tan feliz… tan feliz…

La refrescante brisa nocturna, el protector cuerpo sobre el suyo la acunaron y pronto se quedó dormida.