Unicamente Mia 4

Espero les guste

Capítulo IV

Reflexiones y visitas

Después de lo que parecía tan solo un par de horas, el majestuoso príncipe youkai abría los ojos, tan solo para darse cuenta que la tibieza que había sentido durante la madrugada, se trataba del cuerpo de su protegida, además de eso, no puedo evitar sorprenderse de la forma en la que él la mantenía sujeta, e inesperadamente, todos los recuerdos de esa noche, en donde tomó de esa forma tan violenta y desesperada a su protegida, se amontonaron en su cabeza. Todas esas escenas se le vinieron a la mente tan solo para después lograr que se reprochara así mismo por lo cometido, pero luego no pudo negar, que todo aquello había provocado una muy agradable consecuencia, poder dormir con Rin. Ella estaba sobre su pecho, durmiendo tranquilamente, mientras él la rodeaba con ambos brazos, como temiendo que alguien pudiera arrebatársela en el momento menos esperado. Su melena larga y oscura caía por toda la cama y se confundía con total gracia con la mata de blanquecino cabello, perteneciente al youkai. Levantó la vista hacia una de las inmensas ventanas que rodeaban los aposentos de su protegida, y tal como lo presentía, pudo comprobar que aún no amanecía. Por eso, con total confianza, apretó a su protegida con mayor fuerza contra él, sin despertarla, tan solo para poder sentirla un poco más cerca.

Se sentía tibio, relajado, tranquilo, con esa paz que solo ella podía conseguir con el simple hecho de estar a su lado. Sesshoumaru se preguntaba cómo era posible que aquel ser tan indefenso y débil era capaz de provocarle aquellas emociones, tantas, un mar de emociones, que no solo lograban tranquilizarlo, también lograban enloquecerlo, como había pasado esa noche, claro también apoyado por los supuestos pretendientes de su protegida que no estaba dispuesto a aceptar de ninguna manera, ya se encargaría de desaparecerlos del mapa y que se olvidaran de ella, pues alejarla de su lado sería sencillamente imposible.

Y de pronto recordó. No faltaban muchos días para que aquellas visitas tan importantes provenientes de las Tierra del Norte llegaran a arreglar aquellos asuntos pendientes y molestos que él tenía que atender con suma urgencia, pues no iba a permitir por nada del mundo que hubieran más conflictos y malos entendidos entre la gente de las tierras vecinas, que al final le robarían la tranquilidad y paz a él y toda su gente.

Por un momento se perdió en sus pensamientos con la vista fija en el techo hasta que sintió como el delicado cuerpo sobre el suyo comenzaba a revolverse. No podía negarlo más, tener a Rin de esa manera, era una de las cosas a las que no estaba dispuesto a renunciar jamás, no importaba cómo, pero tenía que hacer algo para que Rin jamás pensara en marcharse o algo por el estilo… pero ¿Qué estaba pensando¡Cómo si fuera sencillo huir de él!

Dejó que se revolviera unos cuantos minutos, hasta que abrió los grandes ojos, y para desconcierto de su Amo, Rin se separó de él con demasiada rapidez y vehemencia. De un solo movimiento de la joven mujer, se le había robado al Lord la confortable sensación que hacía solo unos segundos poseía.

  • Rin…- ¿Qué diablos le sucedía a esa chiquilla¿Por qué de pronto se alejaba, y de esa manera?

  • Amo… yo…- Del susto Rin se había sentado en el futón y estaba retrocediendo lentamente, completamente asustada, con una expresión que no le agradaba a su Amo, aunque ciertamente, no sabía con exactitud que podía estar sintiendo ella en ese momento, su expresión era extraña, y sin embargo su belleza no parecía inmutarse ante eso.

  • Rin… maldición…- Sesshoumaru estaba a punto de perder la paciencia con ella ¿Por qué le huía¡Y para colmo de males, tiene que poner esa cara de ángel perdido! Estaba a punto de perder la cabeza, otra vez. Ahora, Rin intentaba pararse, él lo sabía, ella quería salir corriendo… ¡HUIR DE ÉL¡JA¡EL GRAN LORD SESSHOUMARU DE LAS TIERRAS DEL OESTE NO ESTARÍA DISPUESTO A DEJARLA IR¡JAMÁS! En una rápida maniobra que tomó a Rin desprevenida, el poderoso youkai impidió que se incorporara totalmente, consiguiendo que ella esté nuevamente sobre su Amo, cara a cara, temblando por lo que pudiera venir. Ella temía tanto que tratara de lastimarla como la noche anterior. Pero aún así lo amaba con cada fibra de su ser ¿Por qué él le hacía eso¿A caso solo quería burlarse de ella¿Besarla y después dejarla con mil preguntas sin respuestas? Sí, seguro la volvería a dejar sola y confundida, pensando en él, como había hecho desde que podía acordarse.

  • ¿Qué intentas hacer Rin?- Lo decía en tono de burla, como restregándole en la cara que intentar huir de él era algo imposible, y es que así era.

  • Amo… yo…- Titubeaba, quería decir tanto, que lo amaba con locura pero que no estaba dispuesta a sufrir sus humillaciones, quería decirle que la dejara ir, pero al mismo tiempo quería pedirle que no la dejara nunca…. Era todo una verdadera confusión… ¡Y todo por amar a ese youkai!

  • No titubees… y no trates de engañarme…- Sesshoumaru la rodeó descaradamente con un brazo, mientras el otro se mantenía sujeto a su nuca, haciendo así, que el contacto visual entre ambos fuera inevitable, y en esa posición, ciertamente, Rin se sentía más nerviosa, más muda y más torpe.- ¿Querías huir de mi¿Verdad?

  • Señor…- Rin sentía ganas de llorar ¿Por qué tenía que ser tratada de esa manera¿A caso no podía ser más gentil, decirle que la amaba? No… eso era mucho pedir ¿Cómo iba a amar a una simple humana como ella¡Y pensar que le dijo mi Señor¡Qué tonta se sentía!

  • Maldición…- El youkai gruñía.- ¿Me tienes miedo Rin?- Un largo y desesperante silencio para el Lord, que solo veía como los ojos de Rin se llenaban cada vez más de lágrimas que ella parecía querer reprimir sin mucho éxito. La garras del Lord se movieron a sus labios, otra vez le parecían tan jugosos, lo llamaban, lo invitaban a probarlos, lo tentaban, y lo enloquecían, esa niña era muy peligrosa, ella tenía la culpa de todo, por ser así, tan... tan descaradamente hermosa.- Contesta Rin… ¿Me tienes miedo?- Pero la voz ahora parecía acariciarla y de pronto, sintió tranquilidad, la garra de su Amo que recorría sus labios de pronto la relajó, se sentía débil, sus rostros estaban muy cerca y ella podía ver como los hermosos ojos rasgados y dorados de su amo estaban fijos en sus labios. El brazo que estaba en su cintura la estrechó más y ahora acariciaban sus caderas con toda la confianza del mundo.

  • Yo no le temo… pero…- ¡Oh! Ella no podía hablar si él seguía acariciándola de esa forma.- No le temo… pero ayer usted…

  • Ayer estaba molesto…- Comenzó a acercar sus labios a los de ella y le susurró lo último a pocos centímetros de su rostro, haciendo que ella se tragara su aliento.- Y todo fue por tu culpa…- Y el Lord cayó un vez más en aquella magnífica tentación, y así, comenzó a besar lentamente a Rin, aguantando lo más que podía sus instintos youkai, que parecían empujarlo a intentar hacer algo más íntimo, pero no, no estaba seguro, él podría lastimarla, no… él no sabía nada de los humanos, nada, solo que eran débiles, y si ella, si ella, pero… ¿Pero qué es lo que él quería hacer¿Él en verdad quería convertirla en su pareja¿A una humana?

Oh Sesshoumaru, claro que quieres…

Una vocecilla en su cabeza lo alarmó y súbitamente dejó de besar a Rin, y ahí la tenía, tan hermosa y virginal, con los labios rojos a causa de sus besos, rojos y ligeramente hinchados, con los ojos entrecerrados, con las mejillas más rosadas que de costumbre y la melena oscura revuelta, ella, toda esa mujer, a punto de ser devorada por su Amo, porque sí, la voz esa del demonio tenía razón, voz del demonio ¡Qué irónico! Él quería devorársela, tenerla solo para él, pero… ¿A caso él no quería mantener su raza pura de youkai? Rin lo miraba ahora confundida, agachó la cabeza, se sentía de nuevo utilizada, humillada, pero aún así ella lo amaba, intentó levantarse, pero él se lo impidió ejerciendo más fuerza en el brazo que la tenía inmovilizada.

  • No huirás… - Rin miraba al suelo.- Y mírame cuando te hablo…- Y otra vez ese tono de voz que parecía acariciarla. Sesshoumaru la tomó del mentón para hacer que lo mirara. Y ellos estaban echados en el futón, así, como si no hubiera un mañana.- Rin…

  • Amo… déjeme…- Lágrimas, no, se veía tan hermosa, y ya está, no se pudo aguantar, de nuevo. El youkai la acercó a sus labios, esta vez la besaba con desesperación, ella se asustó en un principio y quiso detener el acto, pero luego comenzó a corresponderle la caricia, torpemente, pero eso hacía feliz al amo, que se daba cuenta que nadie más había tenido el privilegio de probar sus labios. Pronto su lengua se abrió paso entre la cavidad húmeda y caliente de ella, y era como morir en los brazos de su Amo, sentía la desesperación de él ¿A caso él sentía algo por ella¿Por qué se comportaba así?

  • No huirás jamás…- Como pudo, en medio del beso habló y con un movimiento de su cuerpo, logró tener a Rin debajo de él, completamente a su merced y haciendo su beso más profundo y sugestivo, logrando que ella, su protegida, perdiera casi el conocimiento, y una vez más una voz se oyó en su cabeza y la cordura lo golpeó. La voz le habló y él con todo el esfuerzo del mundo se puso de pie, sintió un escalofrío por abandonar el lugar de donde se sentía tan vivo, pero… no, así no funcionaban las cosas, él era el gran Lord del Palacio y ella era una humana, una débil humana.

Rin se quedó ahí, echada en su futón, mirando el techo, dejando que sus ojos se llenaran de lágrimas, otra vez, otra vez.


Sesshoumaru caminaba rumbo a su despacho, cuando Moura se le cruzó, claro que él no se dio cuenta, estaba con la cabeza en otra parte, así que fue ella quien llamó su atención.

  • Amo…- Sesshoumaru no podía creer que no haya podido sentir el aroma de Moura y que por un momento no se haya percatado de su presencia, a parte ¿qué rayos hacía la mujer levantada a esas horas? Se paró en seco al oír que la anciana lo llamaba.

  • ¿Qué pasa?

  • ¿Eso le pregunto yo, por…- Una expresión de total estupefacción se asomó en el rostro de la pálida youkai.- Amo… usted huele mucho a…

  • A Rin, sí ¿Algún problema?- La anciana comenzó a reírse a intervalos, desconcertando totalmente al Lord.

  • ¿A caso usted…- Fue interrumpida.

  • No digas ninguna tontería, no tengo tiempo para perderlo y debo tratar unos asuntos fuera, regresaré en la noche, no me esperen a cenar.- Y con aquel andar altivo y arrogante se marchó a quién sabe dónde.


Los días habían pasado y la confusión de Rin no había menguado. Comenzaba a creer que era una mujer fácil, otra en su lugar, seguro se hubiera marchado ante tanta humillación. Y pensar que ella se hubiera entregado a él sin reparos, aunque le daba miedo todo ese tema, ella no se habría negado a compartir con él todo lo que tenía. Comenzaba a maldecirse, a maldecir su amor y esa devoción hacia él que no parecía tener límites. Estúpida y mil veces estúpida, él nunca la amaría.

Tenía mil cosas en la cabeza, mil sentimientos arremolinados en el alma, ni si quiera esa calurosa y primaveral mañana podían ayudarla. Hacía horas que permanecía sentada a la sombra de un árbol de los jardines del palacio, hacía horas que parecía no mover ni un solo músculo.

Y de pronto, un golpecito en la cabeza. Esa voz.

  • ¡Hey mujer¡Qué pareces una estatua! – Ella volteó su rostro y lo primero que vio fueron unos ojos muy verdes. – Jajaja ¡Pero qué cara tan graciosa pones!

  • ¡Shippo¿Qué haces aquí? – No podía negar que aunque el golpecito le había molestado en un principio, saber que ahora tenía a su mejor amigo cerca la reconfortaba, así que con el cariño de siempre, lo abrazó fuertemente.

  • He venido a verte, ya que tú hace mucho no nos visitas, hasta ya pensaba que algo malo había pasado.

  • No… - ¿Algo malo¿Podía pasar algo peor? Su amo hacía días que se la pasaba saliendo del palacio a arreglar ciertos "asuntos", seguro que se trataría de alguna youkai hermosa y elegante, ella no era tan ingenua, seguro sería alguna princesa demonio bellísima, no como ella, tonta, débil e insignificante. Su mirada se nubló. Era lógico que él buscara pareja.

  • ¿Rin? – La cara de Shippo tenía un claro gesto de preocupación.

Sabes… - En un arrebato se sinceridad habló.-… yo… quisiera decir tanto, pero no se me es permitido…

  • ¿Qué dices¿Quién te lo ha prohibido? No creo que sea así. Rin, tú puedes y debes decir todo lo que piensas, sino, habrán muchas confusiones.– Era tan maduro ese chiquillo, tan bueno con ella, seguro que si su hermano viviera sería así… quizá ella podría verlo algún día, su hermano mayor, seguro podría verlo cuando se fuera de este mundo que parecía empeñarse en hacerla sentir miserable.

  • Shippo… gracias…- Una lágrima se le escapó, se sentía mal, sola, lo extrañaba, ya no la llamaba para nada, y lo extrañaba más, ya no comían juntos y casi ni se veían, y lo seguía extrañando, eternamente…

  • No Rin, no llores, yo he venido a hacerte sentir mejor, así que no me pagues así…- Una mueca divertida se dibujó en el rostro del joven demonio zorro que ya comenzaba a presentar, cada vez con mayor intensidad, rasgos más varoniles.

  • Shippo…- Una sonrisa por parte de ella.- Siento no haber ido a verlos, pero…- No quería mentir, aunque, esperen un momento…- Shippo ¿Cómo te han dejado entrar al palacio?

  • ¡Me ofendes! – Se levantó con rapidez y comenzó a hablar en tono solemne y a la vez socarrón.- ¿Piensas que no soy digno de entrar aquí¡Tú, mi amiga!

  • Jajajaja

Y lo había conseguido, había conseguido que al menos por unos instantes se olvidara de aquello que la atormentaba y que no era tan difícil de imaginar.

Después de unos minutos más, Rin pudo controlar su risa para comenzar a hablar con mayor claridad.

  • Tontito, nadie puede entrar al palacio, al menos que se haya coordinado la llegada con anterioridad.

  • Ummm… pues cuando se me ocurrió pasar por aquí me permitieron la entrada. Dije que venía a verte y eso bastó, claro, me identifiqué también.

  • Qué extraño…- Sesshoumaru tenía prohibida la entrada incluso hasta al propio Inuyasha, bueno, seguro ya no era así.

  • Bueno… espero que no te hayas escabullido, porque si al Amo se le ocurre aparecerse, serás zorro muerto…

  • Le daría la lucha mi estimada Rin, pero, como ya te expliqué, he entrado por la puerta principal y pasado por todos los guardias.

Y así se pasó la mañana y almorzaron juntos y siguieron conversando hasta que ya era hora de que Shippo regresara a la aldea.

  • Rin, ve mañana a vernos… los cachorros te extrañan… no te había contado, pero Yuki intentó escaparse para venir a verte…- Rin se llevó ambas manos a la boca. Con todo lo que había pasado, había sido tan egoísta de dejar a sus amigos abandonados.

  • No me digas eso… mi pequeño Yuki… seguro el Señor Inuyasha se molestó….

  • ¿Qué se molestó?... Kagome se puso tan nerviosa que se resbaló y cayó, ahora tiene el tobillo vendado y no puede caminar bien… Inuyasha lo mandó al exilio de por vida… Yuki se la pasa encerrado en sus habitaciones… llorando…- Dijo en tono triste.

  • No puede ser… no… ¡NO! – Y lo peor era que se había acordado que mañana la gente del Norte vendría al palacio, y no podría ir a ver a su pequeño.

  • Rin cálmate…

  • Es que no podré ir a verlo mañana. Mañana vienen unas visitas muy importantes y no se exactamente cuánto tiempo se quedarán, y yo ciertamente quisiera ir a verlo ahora…

  • No Rin, Sesshoumaru se molestaría y lo más probable es que me mataría…

  • Algo puedo hacer… Quizá… ¡Oh¡Ya sé! – Rin se llevó las manos al cuello y sacó del interior de sus ropas un collar muy fino que tenía como pendiente una media luna. Hizo el ademán de querer sacárselo, pero fue inmediatamente detenida por su amigo.

  • Espera Rin… - Rin la miró extrañada.- Eso que llevas puesto… ¿Te lo regaló Sesshoumaru?

Si… ¿Por qué?

  • ¡Pero si serás¿Cómo se te ocurre querer sacártelo y más para dárselo a otro?

  • Solo será hasta que pueda ir a visitarlos, y eso te iba a pedir que hicieras, que se lo llevaras a Yuki y le dijeras que tengo que ayudar a mi Amo, pero que mientras tanto él cuidará mi collar.

  • No Rin… imposible, se que a Sesshoumaru no le gustará eso.

  • Pero… es que es Yuki, es su sobrino, y él está castigado por mi culpa…

  • Rin que tonta eres… - Lo había dicho de forma suave y como queriendo hacerle entender algo.- Rin, es que es un regalo de tu amo, y tiene el símbolo de su raza, de su sangre, la media luna, de la misma for…

  • Sí, de la misma forma que la marca de mi Amo en su frente… pero no entiendo cuál es el problema.

  • ¡Rin! Solo hazme caso, no es necesario que se lo envíes a Yuki, yo le diré qué pasa y porque no puedes ir a verlo por unos días ¿de acuerdo?

  • Aún así, me siento mal, mi pobre bebé…- Los ojos de Rin se llenaron de lágrimas, ella amaba a los hijos de Inuyasha y le dolía que uno de ellos estuviera triste, y más si era por su causa.

Después de unos minutos, el kitsune decidió marcharse, dejando más tranquila a Rin con respecto al collar y el asunto de Yuki. No podía creer lo despistada que podía llegar a ser su amiga, o quizá era cierto lo que siempre le decía la anciana Kaede, en paz descanse, que él era muy perceptivo e intuitivo, y no podía equivocarse esta vez, ese collar era clara declaración de Sesshoumaru antes todos de que ella era su protegida, suya y de nadie más, hasta le había asustado verle el collar con aquel dije, aunque no era lo mismo que verla marcada, o sea, era un collar con el símbolo de la sangre de Sesshoumaru ¡qué cree que es Rin¡Un simple regalito que podía andar prestando a todo mundo por ahí!

Mientras caminaba, el demonio pelirrojo movía la cabeza de un lado a otro, negando y sonriendo a la vez, su amiga en realidad era un caso de aquellos.

Había decidido irse caminando. Al salir por las puertas del palacio, sin ningún problema, al igual que su entrada, se había percatado de lo hermosa que estaba la noche, y de pronto, la imagen de aquella youkai de ojos lilas y cabello castaño que había visto en el palacio mientras buscaba a Rin, se le había venido a la mente, la youkai muy amablemente y con una sonrisa en los labios le había indicado el lugar en donde la dama, como ella llamó a su amiga, se encontraba. Era muy hermosa, seguro un poco mayor que él, lo sabía por su aroma, por cierto, su aroma era muy agradable, ella era una hembra preciosa.

Distraído el kitsune, y con el recuerdo de la bella youkai, seguía caminando hacia la aldea, en medio de un bosque, en donde por cierto no era muy bueno caminar sin estar concentrado, porque, aunque el Lord se había encargado de matar a cuánto demonio mal intencionado hubiera habitado esos rumbos, aún ladrones y otros humanos peligrosos se aventuraban en la zona para buscar a alguna víctima de quien beneficiarse.

La noche hermosa, la luna llena en el cielo, la brisa tibia, los árboles y el leve roce entre sus hojas, el aire, el olor, aquel olor.

Él estaba ahí, frente al joven kitsune.

  • Has estado con ella.- Más una afirmación que otra cosa.

  • Sí.- Su tono no era altanero, pero tampoco mostraba miedo.- Hace mucho que no iba a vernos, pensé que algo malo había pasado.

  • Ya veo.

  • Y… puede volar ¿Qué hace caminando por aquí?- Respetuoso pero metiche, pensó el taiyoukai.

  • No solo tú puedes disfrutar de la noche, por cierto, deberías ser más cuidadoso ¿Qué clase de entrenamiento te está dando el torpe de Inuyasha? Caminar distraídamente no siempre es seguro, incluso para un youkai.- Su voz segura, seria, soberbia.

  • Su hermano me está entrenando mejor que nadie.- Dijo marcando bien la palabra "hermano", tan solo para molestar un poco a Sesshoumaru, una con otra.- Además las bellezas de esta noche me han dejado en esta especie de trance.

¿Cómo que bellezas? Seguro que se refería a su hermosa Rin, claro, y él que había ordenado en el palacio que dejaran entrar al kitsune ese de pacotilla pues ya se imaginaba que iría a visitarla ¿Quién se creía ese mocoso para admirar la belleza de su protegida?

El rostro del Lord de las tierras del Oeste había cambiado, parecía molesto y Shippo ciertamente no comprendía ¿Habría dicho algo que lo enfureciera tanto?

  • Así que bellezas.- Dijo el Lord con un tonito extraño. Y sí, eso había dicho el kitsune, oh no… esperen, el muy celoso del amo pensaba que se refería a… ¡Rin¡JA! Claro, es que se le nota tanto a ese youkai ¿Qué a caso creerá que nadie se da cuenta¿Cómo se le ocurre pensar que él sería capaz de hablar de Rin así a la ligera, sabiendo lo que ya muchos han de saber? Todo se resumía en que estaba claro que hombre o youkai que se le acercara más de lo debido y permitido a su protegida, no viviría por mucho más tiempo.

  • Es increíble… Señor, yo no me refería a alguien en particular, sino a la belleza de la naturaleza, y será mejor que se tranquilice o su poder demoníaco será percibido por algo o alguien en cualquier momento.

¿Pero qué insolencia? Aunque, ahora que se percataba, efectivamente, comenzaba a liberar todo su poder sin querer, todo por esa chiquilla, que lo hacía dejar de pensar coherentemente.

  • Señor, disculpe el atrevimiento, pero es que, Rin y yo solo somos amigos.- ¡Ah no¡Ese muchachito leía la mente y no había sido informado!

  • No se a qué te refieres.- Claro, como era de esperarse, el Lord trataría de disimular.

  • Señor usted debería ser más claro con ella, ella es muy… despistada.

  • No tienes que informarme de nada, yo conozco a Rin mejor que nadie.

  • Lo siento Señor.- Ese demonio, era extraño, prepotente, malgeniado, y a veces detestable, en especial, cuando trataba mal a Inuyasha, que para él, era casi como un padre, sin embargo sabía que él quería a Rin por sobre todo, y eso le daba el pie a que lo tratara con respeto, después de todo era muy poderoso y había sido un importante aliado para vencer a Naraku y proteger a su mejor amiga siempre.

  • Sigue tu camino y pon mayor atención, niño.

  • Lo haré Señor.

Y así terminaba el encuentro entre ambos seres, sin mayores complicaciones y aspavientos, acompañados de la luna, la naturaleza y el aire tibio, ambos se dirigieron a su destino.


  • No Kagome, no lo haré, el debe aprender a respetarme, a ti y a todos.

  • Mi amor…- ¡Oh, qué mujer la que tenía! Ese tonito de voz.

  • ¡No!...- Kagome endureció su rostro. Se encontraba sentada sobre el futón y apoyada en la pared, con el tobillo vendado y envuelta en una yukata fina.- Kagome…- se sentó junto a ella al percibir su cambio de actitud. Intentó tocarle las manos pero ella lo rechazó.

  • Suéltame…

  • No quise gritarte mi amor, no te pongas así, entiende que tengo que hacer que me obedezca.

  • Pero Inu es solo un bebé, y ya me parece mucho castigo, el no quiso desobedecerte, solo quería ver a Rin…

  • Ya no es un bebé mujer y además ¿quiere decir que cada vez que quiera ver a alguien y no se pueda se escapará? No Kagome, tú misma me has dicho que así no funcionan las cosas.

  • Inu…- Y dale con el mismo tonito, sedoso, meloso.- Es que mi pequeño no ha parado de llorar y…- Las lágrimas cayeron por su joven y bello rostro. No, no podía ver llorar a las mujeres y menos a su hermosa hembra.

  • Dios… contigo no puedo… está bien, en una hora le levantaré el castigo, pero no quiero que se engría, solo lo haré porque incluso a mí me extrañaba que Rin no viniera, solo que mi cachorro…

  • Es igual a su padre…- Y con esa frase se acercó a los labios de su marido para besarlo, lenta y tranquilamente. Pronto Inuyasha se halló rodeando la cintura estrecha de su mujer, para acercarla un poquito más, para sentirla más y así profundizar el beso. Ya no podía vivir sin esa mujer, hace mucho que lo sabía, era imposible, y pensar que pudo perderla, por sus tontas confusiones y remordimientos del pasado, pero gracias al cielo que pudo darse cuenta a tiempo que para vivir la necesitaba a ella, que la amaba a ella, solo a ella.

  • Kagome…- Sin saber cómo, ya se hallaba sobre su mujer, deleitándose con su cuerpo únicamente cubierto con una fina yukata, y de pronto brilló, esa marca.

Y una voz que rompió el momento. Era Shippo.

Inuyasha ayudó a su esposa a levantarse, pues aún no podía asentar el pie en el suelo debido al tobillo lastimado. Así que colocó uno de sus brazos alrededor de su cuello regalándole una sonrisita pícara, ya podría amarla a sus anchas en la noche, ahora, tenían que enterarse los dos porque Rin no había ido a verlos.

Shippo les contó todo, incluso lo de su encuentro con el Lord.

  • Lo juro, creo que iba a transformarse, solo porque pensó que al decir bellezas me refería a Rin.

  • ¡Kami!- Dijo Kagome con alegría.- Es más que obvio que Sesshoumaru está muy interesado en Rin. Yo siempre lo sentí, pero… es que es muy orgulloso y eso de las razas y sangre… ay no… yo no quiero que Rin sufra…

  • No creo que suceda nada malo…- Hablo Inuyasha con expresión seria.- Confío en que Sesshoumaru sabrá apreciar lo que tiene al lado.

La respuesta de Inuyasha sorprendió mucho a los otros dos.


El sonido de una flauta, la noche estaba tan hermosa, y los ojos marrones de la joven dama estaban cerrados, como sintiendo por completo todo, música y naturaleza en su conjunto. Estaba arrodillada en el pasto verde y fresco, pensando en su amor, en su humillación, su dolor, ese hombre le hacía sentir el mayor de los sentimientos, pero a la vez la lastimaba.

Era una visión tranquila y bella, él no podía, no podía, ella era una humana, él un youkai, no quería dañarla, quería tenerla a su lado a salvo, quería y no quería tantas cosas. Se mantuvo oculto en las sombras, viéndola tocar.


Frente a su espejo podía ver que estaba muy bien arreglada, luciendo uno de los hermosos kimonos que su amo le había regalado, lista para recibir a esos invitados, y con suerte, ver a su Amo, que se había mantenido muy lejos de ella en la última semana. Se miró una última vez y salió de su habitación, en cualquier momento podían llegar, y según lo indicado por Jaken, ella tendría que estar en todo momento al lado de su Amo.


  • ¿Dónde está?- Sabiendo el fiel sirviente a quien se refería le contestó.

  • No debe tardar en bajar.

  • Tenemos que fijar detalles antes de que lleguen los del norte, no creo que tarden más de una hora en aparecerse…- No se sentía bien. Sentía nudos en la espalda y cuello, y para colmo él idiota ese aún no se aparecían.


  • Debiste decirme antes, siento que me falta algo.

  • Todo está bien mujer, será solo por unos días.

  • Aún así.- Para calmarla la tomó tiernamente de la mano entrelazando sus dedos.

Inuyasha y toda su familia estaban caminando, dirigiéndose al Gran Palacio del Oeste. Afortunadamente y aunque el camino no era muy corto, los cachorros no parecían cansarse y mucho menos sabiendo que verían a su tío y a Rin. Gracias a los dioses, había podido explicarle a Kagome la razón de que por un tiempo debían quedarse los cuatro en el castillo, y ella había aceptado todo sin chistar demasiado. Shippo se encargaría de cuidar su casa hasta su regreso.

Sus cachorros iban adelante, eran tan hermosos y vivaces, Yuki tan parecido a él que a veces lamentaba que fuera así, reconocía que ambos eran muy impulsivos, y ella, su princesita, Akemi, tan hermosa como su mujer. Inuyasha volteó a mirarla y sus ojos se encontraron, esos orbes chocolate y su boca tan provocativa. El hanyou besó a su esposa deteniéndose un momento en medio del camino.


Le seguía doliendo la espalda, se sentía incómodo, muy incómodo, cómo metido dentro de algo que lo aprisionaba. Comenzó a desatarse un poco el cinturón de la elegantísima hakama negra que llevaba, cuando pudo sentir que el exquisito aroma de su protegida que se acercaba, y así era, minutos después estaba de pie a su lado.

Tuvo el impulso de querer abrazarlo, de darle un beso, lo había extrañado tanto, la última semana se la había pasado fuera y casi ni lo había visto, y estaba allí, de pie, tan guapo e imponente, tan bello y perfecto, tan perfectamente lejos de ella, lejos de ser alcanzado por ella, su amor, ni si quiera su amor podría alcanzarlo, por más grande, profundo y verdadero que éste fuera, y todo porque era una detestable humana.

Digamos que él no pretendía quedarse sin decir nada, en esta ocasión y después de tantos viajes había podido aclarara su mente lo suficiente.

  • Estás muy hermosa y quiero que hagas todo lo que se te ha enseñado para atender a nuestros invitados. Estarás a mi lado en todo momento, al menos que se te indique lo contrario.- Se acercó a ella, y el collar que llevaba Rin oculto entre sus ropas fue acomodado hacia afuera, para que todo mundo lo viera. No le agrado mucho que ella lo llevara así, pero seguro que con lo hecho se daría cuenta de que le molestaba aquello.

Ya comenzaba a endulzarle el oído con sus halagos, a acercársele y acariciarla levemente, pero ya no sabía si todo eso le gustaba o le dolía, si la quería o se burlaba de ella, no, ya no se dejaría humillar ni utilizar, así lo amase de la manera en como lo hacía.

Se quedó callada y solo asintió con la cabeza. Eso dejó un poco desubicado al Lord. Esta vez no se había sonrojado ni había titubeado ante sus halagos y la leve caricia que le había hecho al sacar su collar de entre sus ropas, a caso… ¿Algo había cambiado en ella? Y esas palabras llegaron a sus oídos de la nada.

" Mi Señor…"

Esas palabras, las que ella le dijo, mientras él había perdido el control… ¿Por qué tenía que ser todo así¿Por qué sentía esto?

Un guardián de las afueras del palacio se acercó hacia ambos y habló, interrumpiendo así las cavilaciones del Lord.

  • Amo, el joven Príncipe y su familia ha llegado. – Dicho eso, hizo una reverencia y le brindó una corta sonrisa a Rin que ella correspondió. Sesshoumaru quiso matarlo, pero admitiendo que era uno de sus mejores soldados descartó esa idea, ya pensaría en otro castigo.

Y de pronto, hicieron su aparición. Rin sonrió y el pequeño Yuki se abalanzó sobre ella. Rin bañó en besos al cachorro mientras éste le decía sin parar cuánto la había extrañado.

Akemi en cambio, se acercó a su tío con las mejillas rojas por el sol, le brindó una sonrisa y le extendió una flor.

  • Para ti tío, gracias por invitarnos.- Y él esbozó una rápida sonrisa, que solo fue percibida por Inuyasha. Sesshoumaru había recordado aquellas épocas en las que Rin recogía flores para él, el cabello azabache de su sobrina ayudaba a intensificar esos bellos y hermosos recuerdos en que su pequeña no le causaba tantos problemas como ahora.

Después de que la familia de Inuyasha se instalara en el ala Sur del palacio, que fue la parte que habitó la madre de Inuyasha; Isayoi, cuando aún vivía, Rin se fue a ayudar a Moura en unos asuntos pendientes.

Después de lo que parecía una media hora, se veía a cuatro personas, sentadas en el recibidor del palacio, esperando la pronta llegada de la gente del Norte. Kagome ahora vestía un hermoso kimono, y su amado esposo no le despegaba los ojos de encima.

Y de pronto, el mismo soldado guardián que recibiera a Inuyasha y su familia anunciaba la llegada del Lord del Norte y los jóvenes príncipes.

Sesshoumaru saludó al Lord del Norte con majestuosidad, cuando una voz rompió el protocolo que hasta ese momento se mantenía a la perfección.

  • ¡No puedo creerlo, Rin aún estás aquí! – El joven príncipe del Norte abrazó a Rin sin mayores preámbulos, tomando completamente desprevenida a la muchacha, mientras que su joven hermana no dejaba de mirara a los príncipes del Oeste, comprobando así los rumores que decían lo atractivos que eran. Claro que cierta miko tomó de la mano a su esposo, tan solo para dejarle en claro ciertos puntos a la demonio esa.

Ah, pero no olvidemos al Lord, digamos que no le gustó mucho ese abrazo, digamos que estaba pensando la forma de matar a alguien provocándole el mayor dolor posible… aunque, sí, funcionó, el demonio se percató del dije que llevaba Rin sobre su delicado cuello y se alejó de ella, lentamente, aunque no pareció inmutarse demasiado ante eso, pues al romper el abrazo, miró el rostro de su protegida y le regaló una sonrisa, que ella contestó como si acabara de recordar algo.