Unas vacaciones muy masculinas (3)

Tras un gratificante y caliente encuentro con los dos hermanos cubanos me preparo para recibir como se merece al hombre de mi vida... mi padre. Pero, como siempre, nada sale como lo esperamos.

UNAS VACACIONES MUY MASCULINAS.

Capítulo 3: Sexo, sorpresas y un pasado por relatar.

Saqué el pene de Álvaro de mi boca totalmente dolorida porqué deseaba contemplar en toda su plenitud ese maravilloso y apetecible ejemplar de falo sin circundar de unos 25 centímetros de altura y un grosor considerable que me había convertido en el animal que todos llevamos dentro y la belleza desnuda y salvajemente atrayente de su propietario mientras unas ganas de reír enloquecidamente recorrían mi organismo.

Me sentía feliz. En menos de 12 horas había encontrado a tres hombres que respondían a mi ideal masculino: anoche fue mi padre y esta mañana iban a ser Álvaro y su hermano Carlos.

Carlos, el hermano mayor, ya se había desprendido de sus raídos calzoncillos blancos y mostraba una hermosa polla en erección, de poca largada (no mediría más de 16 cm) pero de un grosor considerablemente mayor que el del espectacular monumento carnal de su hermanito. En definitiva, un festín de dos pares de cojones.

Carlos tomó ahora la iniciativa. Se abalanzó sobre mi entrepierna y comenzó a acariciar mis testículos con sus labios carnosos mientras su lengua sedosa lo empapaba todo lo que encontraba a su paso. Mis manos atraparon el sexo de este y empecé a masturbar su tronco con ambas manos mientras me concentraba de nuevo en tragar y disfrutar el pene gigantesco de su hermano.

Carlos abandonó mis testículos y se introdujo todo mi pene en la boca -y cuando digo todo, quiero decir todo- hasta rozar con sus labios la piel de mi abdomen y proporcionarme un placer hasta entonces totalmente desconocido para mí.

Mi sangre hervía hasta llegar al dolor físico con cada convulsión de mi cuerpo, mi boca estaba totalmente dolorida por cada vez que intentaba tragar un nuevo milímetro del pene de Álvaro mientras el mío parecía deshacerse en la boca de Carlos con cada una de sus succiones.

Después de varios minutos en esta postura, Carlos abandonó su succión y se acercó a su hermano menor, lo separó de mi boca hambrienta, lo puso de espaldas y elevó su culo hasta la altura propicia para comerse su ojete con deleite. Mientras tanto, Álvaro, gritando de placer ante cada experto lengüetazo de su hermano, continuó el trabajo que su hermano había iniciado en mi zona testicular, me tumbó totalmente en el suelo, elevó mi pelvis y empezó también a lamer y a introducir uno de sus dedos en mi ano.

Sinceramente no era tan experto en eso como parecía serlo su hermano. Se notaba que estaba más acostumbrado a recibir que a dar pero ponía todo su empeño en proporcionarme placer y lo estaba consiguiendo. Su lengua recorría todo mi perineo distrayéndose simultáneamente en mis testículos y la base de mi pene y, por otra parte, en mi ojete. Su lengua era cálida y con cada lamida quemaba mis entrañas. De vez en cuando se detenía en seco y se dedicaba a su propio disfrute ante la lengua experta y, ahora ya, tres de los dedos de su hermano penetraban su culo con frucción.

Lo siguiente a esto, y mientras el líquido preseminal bañaba nuestros cuerpos, fueron las penetraciones, Álvaro me la clavó de una estocada haciéndome aullar de placer mientras su culo era invadido, también sin piedad por la polla cortga pero salvajemente gruesa de Carlos..

Después fui yo quien me follé a Álvaro mientras Carlos me abría el culo como ni mi padre lo había conseguido hasta acabar en una fiesta de semen (sobretodo el que emanó en cantidades desproporcionadas de la tranca de Álvaro), sudor y más de una lágrima (esas por mi parte) pero que nos dejó a los tres exhaustos y totalmente complacidos.

Después de la sesión de sexo y tras una buena ducha, Álvaro me rasuró cuidadosamente (por delante y por detrás) ayudado por Carlos, quien para aliviar la irritación hizo que me corriera de nuevo en su boca mientras él mismo llenaba nuevamente mi pecho de su semen espeso y blanquecino. Álvaro, siempre deseoso de los flujos de su hermano lamió con cuidado mi pecho mientras él mismo se corría de nuevo sobre el cubrecama

Después de eso y tras intercambiar muchos besos, Carlos y Álvaro se vistieron y me ayudaron a elegir un nuevo vestuario de verano que incluía desde tangas, slips, boxers y bañadores diversos hasta trajes sastre de los mejores diseñadores internacionales pasando por todas las piezas de ropa masculina imaginables.

Ante la llegada inminente de papá, despedí a Carlos y a Álvaro quienes de nuevo me besaron, lamieron y sobaron tanto como quisieron y más hasta que tuve que obligarles a salir, y de nuevo me tendí completamente desnudo en la tumbona de la terraza en la posición más sexy posible. Al abrir la puerta de la suite, lo primero que vería mi progenitor frente a si, seria un indecoroso plano de mis partes nobles y mi ojete recién depilados.

Tras veinte minutos de espera y con los nervios a flor de piel, oí como el ascensor paraba en nuestro ático. Adopté de nuevo "esa postura" y seguí atentamente y más nervioso todavía, todos los movimientos de papá. La espera parecía interminable hasta que finalmente la puerta se abrió y él apareció vestido con un elegante traje de color mostaza, una camisa blanca, una corbata de juego y unos zapatos color hueso que le resaltaban, más aún si era posible, sus grandes atractivos.

Mi pene respondió a la excitación del resto de mi cuerpo y empezó a crecer hasta alcanzar sus proporciones más razonables durante los escasos segundos en que nuestras miradas (la mía de puro deseo, la de él de cansancio pero para nada perpleja) se cruzaron. Papá, conservando la lucidez y la elegancia que le caracterizaban, me miró sin el menor asomo de rubor y me espetó:

Buenos días, hijo. Siento el retraso. ¿Como te ha ido la mañana?

Ehh! Estooo… -balbuceé- Bien.

Me alegro querido, deja que me ponga cómodo y pedimos la comida.

Esto…, bueno… no tengo demasiada hambre. He desayunado… Estooo, me he levantado tarde.

Vale, me cambio en un minuto y me lo cuentas, ¿ok?

Y se fue a la habitación dejándome con la palabra en la boca y sin manifestar la más mínima expresión de sorpresa por encontrarme desnudo y despatarrado ante él. Me sentía como el cazador cazado. Ahora estaba más que convencido de mis teorías. Lo de ayer, para mi padre, fue sólo un desliz al que no daba ninguna importancia. Cuando saliera a la terraza actuaría como si nada hubiera pasado. A partir de ahora, mi relación con papá cambiaría totalmente. Ambos tendríamos miedo a tocarnos, a abrazarnos, a besarnos, a hacer según que bromas o comentarios, a

El curso de mis pensamientos se interrumpió de repente ante la imagen de papá asomándose a la terraza totalmente desnudo (una imagen real, os lo aseguro, me froté los ojos varias veces), mientras sus testículos, que balanceaban al andar, y su delicioso pene, con el que había soñado toda la madrugada, en posición semierecta estaban ahora mismo a la altura de mis ojos. Sentí como todo mi cuerpo ardía de fiebre, mi pene, que había bajado a sus mínimos, se irguió de nuevo mientras continuaba contemplando, totalmente extasiado, el cuerpo casi perfecto de papá, sus piernas torneadas, sus pectorales musculazos por horas y horas de gimnasio, sus pezones de puro vicio, sus ojos azulados que me miraban con expresión traviesa y decidida, sus labios carnosos, su melena, casi siempre recogida, ahora suelta dándole un aspecto salvaje

De nuevo algo cortó el curso de mis erógenos pensamientos. Papá se acercó a mí. Sobó mi tetilla derecha y me plantó, sin comerlo ni beberlo, un apasionadísimo beso con lengua. Mientras ese apéndice recorría todos los pliegues de mi boca, mi cuerpo experimentaba una calentura y una placidez inexplicables. Nadie me había besado nunca así, nadie había conseguido nunca que un sencillo beso tuviera casi la magnitud de un orgasmo.

Cuando su lengua se escabulló de mi boca, no sin una cierta resistencia por mi parte, sentí una sensación de vacío totalmente inexplicable. De repente él me miró fijamente y dijo:

¿Cariño, estás bien?. Te veo raro

No… esto… Nada.

Vamos a ver, a parte de tu pene, que ya he visto que sí, ¿no te alegras de verme?

Estooo… Siii… papà…. Pensava… Pero, teníamos… que hablar… quería… esto… anoche… lo nuestro… los dos

Aleix, pareces una gallina clueca, ambos tenemos muy claro lo que pasó anoche y creo que los dos somos un poco mayorcitos. Yo un poco más que tu, pero solo un poquito.

Si,… esto

Vamos a ver, he estado pensando mucho en lo de anoche, en verdad toda la madrugada y parte de la mañana, pero al final me he dado cuenta de que lo que pasó anoche era algo que deseaba desde hace años. Desde el día en que te oí por casualidad como un empleado mío, Jonás Terriboca, pavoneaba en la sauna de la empresa de que le habías hecho la mamada de su vida. Os odié a ambos, pero me odié más a mi mismo por excitarme deseando estar en el lugar de Jonás.

Pero…, papá. Te aseguro que nunca ocurrió nada con Jonás, él me lo insinuó, me buscó, me intentó chantajear pero nunca

Lo sé. Me lo confesó todo cuando le despedí a la mañana siguiente. Lloró, me imploró, se humilló, intentó ofrecerme su cuerpo… Fue espantoso y fui muy cruel con él. Pero lo odiaba por saber lo que yo desconocía y por poder intentar lo que yo nunca lograría hacer, tener los huevos suficientes para insinuarme ante ti.

El silencio de ambos pareció la única respuesta posible a lo que papá me estaba contando. Mi cabeza era un barullo de sensaciones, el amor filial que sentía por el que, hasta ayer, consideraba un padre excepcional, y a la vez un uno de mis mejores amigos, estaba desnudando su alma ante mí. Me levanté de la tumbona y recogí con sendos besos un par de lágrimas que escaparon de sus ojos cautivadores.

He de contarte toda la verdad. Por favor Aleix, siéntate y deja que me sincere totalmente contigo antes de mostrar nada por mi. Puede que cuando acabe de contártelo todo me veas de manera distinta. Siempre he evitado hablar de esto contigo pero creo que, antes de amarme como hombre, has de conocer mi verdad.

Lo siento papá, pero llegas tarde. Creo que ya estoy enamorado de ti.

Primero escúchame hijo. Puede que no te guste lo que voy a contarte (en realidad yo mismo, muchas veces, me he odiado por ello) pero creo que ya es hora de que conozcas mi verdad, nuestra verdad.

Pero, no creo

Cállate, por favor, deja que lo vomite todo y luego serás libre de decir y hacer lo que quieras. Verás hijo… Esta es mi verdad, nuestras verdades