Unas vacaciones muy masculinas (2)

Después de la velada de sexo con su padre en la suite de un lujoso hotel caribeño, Aleix descubre que los hombres cubanos tienen muchas sorpresas y placeres que ofrecerle. Y él, como siempre esta abierto a probarlo todo por doloroso que pueda ser.

UNAS VACACIONES MUY MASCULINAS.

Perdonad de nuevo el retraso. Lo sé, ¡soy un impresentable! Espero que os guste y os emplazo a que leáis la primera parte de este relato publicado en… mayo!!!. Prometo enmendarme y publicar mis narraciones puntualmente. Espero que os guste y que me enviéis vuestros comentarios a mennoch1@ozu.es

Capítulo 2: Apertura cubana

Cuando me desperté, papá ya no estaba a mi lado. Lo busqué por toda la suite pero no había ni rastro de él ni del montón de la ropa que se sacó ayer antes de nuestra brutal sesión de sexo. Miré el despertador de la mesita de noche; marcaba más de las 11 y a su lado encontré un folio doblado en cuya cara visible figuraba mi nombre escrito con la inequívoca letra de papá. Lo desplegué, se cayó una tarjeta de crédito y leí su contenido:

"He salido a hacer unos encargos a la ciudad, para cualquier cosa que necesites llama al servicio de habitaciones o usa la tarjeta (procura no vaciarla que nos conocemos). Llegaré sobre las 2, almorzaremos en la habitación y tendremos "esa conversación pendiente sobre lo de esta madrugada". Te quiero mucho hijo. Firmado: ¿Tu amante papá???".

Seguramente se avergonzaba de lo que había sucedido la noche anterior por lo que decidí no pensar en eso hasta la conversación de la hora del almuerzo.

Me duché e intenté vestirme pero redescubrí que la única ropa de la que disponía, aparte de la que papá destrozó anoche y del mono de esquí de la maleta –que no parecía demasiado apropiado para andar por el Caribe- , eran las toallas y albornoces del hotel.

Decidí quedarme desnudo y tomar el sol en la terraza hasta que llegara papá. Si se arrepentía de algo de lo de anoche se iba a encontrar con la horma de su zapato al verme en toda mi plenitud.

Esa sesión de sexo me había dado mucho hambre así que decidí llamar al servicio de habitaciones.

Al rato llamaron a la puerta de la habitación. Abrí, mientras me vestía con el albornoz del hotel, y me encontré con el botones de la noche anterior que conducía un carrito con el desayuno hasta el centro de la habitación. Me volví a fijar en él y lo encontré mucho más atractivo de lo que recordaba, parecía que su traje violeta había encogido y marcaba más aún su cuerpo, su culo respingón y un paquete de puro infarto.

Sirvió el desayuno en la mesa de la terraza deleitándome con vistas impresionantes de un trasero que parecía atrapado en ese pantalón de mezclilla recién encogido. Los botones de su torera parecían querer explotar cada vez que se inclinaba par dejar algo sobre la mesa y cuando acabó de servir el desayuno, mostró un impresionante bulto en su entrepierna.

Señor Bardagós, su padre ha informado en recepción de que no dispone de ropa adecuada. Si usted lo desea, puedo acompañarle a las mejores tiendas para turistas, a los sastres cubanos más exclusivos o, en caso contrario, disponemos de una exclusiva" shop zone" en el entresuelo del hotel.

Ejem! Esto… es que… Perdona que te tutee, ¿como te llamas?

Álvaro, señor a su servicio.

Verás Álvaro… actualmente mis únicas ropas son este albornoz, unos botines de ante y unos calcetines. Mi ropa, ejem!!, sufrió un accidente ayer.

No se preocupe, señor, si me da sus tallas puedo subirle lo que desee.

Por favor, te agradecería que me tutearas y me llamaras Aleix. Mis medidas son 1,80, 76 kilos, ancho de espaldas y piernas musculosas

Ejem… yo me refería a sus, perdona "tus", tallas de pantalón, camisa, zapatos,… Es decir de ropa.

De zapatos un 43, del resto no tengo ni la más mínima idea.

Pues… -y me miró con su expresión más pícara-… creo que la única solución es que consiga una cinta métrica y te mida yo mismo para asegurarme de que subiré la ropa más adecuada.

Si me haces el favor, Álvaro, estoy enteramente en tus manos.

Regreso en unos minutos, señor… Ejem, perdón Aleix.

En pocos minutos llamaron de nuevo a la puerta. Justo cuando acababa de zamparme el copioso desayuno. De nuevo era Álvaro pero esta vez venía acompañado de otro joven de casi 2 metros vestido con un trajo negro muy ajustado que guardaba un parecido más que razonable con el botones.

Señor… esto… Aleix, te presento a mi hermano Carlos, es el encargado de la sección de moda juvenil del hotel.

Encantado Carlos, vas a medirme tú.

No señor, –contestó Carlos- hemos subido slips, bòxers, bañadores, camisetas, camisas, pantalones y diversos zapatos y calcetines del número 43 para que usted elija a su gusto. Si me lo permite entraremos la ropa y puede probarlo todo ahora mismo.

Perfecto. Adelente.

Los dos hermanos se dirigieron al pasillo y regresaron con un carrito y dos grandes perchas cargados de ropa. Me fijé más atentamente en Carlos, era muy parecido a su hermano pero tenia la piel ligeramente más clara, su cuerpo era una gran mole de músculos perfectamente harmónicos y sus manos eran extremadamente grandes pero con unos dedos largos y muy delgados. Pese a su estatura, se movía de una manera casi felina con movimientos lentos y casi calculados.

Muy bien –dijo Álvaro- Cuándo desees

Vamos allá – dije mientras me deshacía del albornoz y me quedaba en cueros ante ese par de desconocidos que, pese a eso, no parecieron incómodos ante mi desparpajo mediterráneo.

A partir de entonces Carlos se convirtió en el dueño de la situación. Sacó una libreta y un pequeño bolígrafo del bolsillo derecho de su chaquetilla y se loa dio a Álvaro, mientras de la izquierdea sacaba una cinta métrica y se dirigía hacía mi contemplando discretamente mi miembro en reposo. Rodeó mi cintura con sus manos fuertes y masculinas mientras extendía la cinta métrica por mi cintura. De repente y como todo un profesional espetó:

Apunta, Álvaro talla de pantalones, una 30 , que corresponde con la 40 en Europa: talla M de interiores. de camisa una L, si es ampulosa una M, de chaqueta una 42…. Cuando quiera se puede acercar a las perchas e ir eligiendo los modelos más acordes con sus preferencias. Podríamos empezar por los interiores señor.

Salí de mi ensoñación y me dirigí a la boutique improvisada que los cubanos habían montado en la suite. Al pasar entre ellos mi calent

Joder Carlos - articulé a decir_

Sentirme desnudo, y eligiendo diversos slip ante esos dos excelentes ejemplares de hombre que parecían extasiados mirando mi cuerpo y contemplando, solo de reojo, mi total y desinhibida desnudez mientras sus entrepiernas delataban, aunque hicieran todo lo posible por ocultarlo, sendas incipientes erecciones que a esas alturas eran totalmente indisimulables; sobre todo en el caso de Álvaro cuyo pantalón, en la zona de la entrepierna, estaba a punto de explotar por culpa de una inhiesta tranca de un tamaño casi increíble que desaparecía bajo su chaquetilla perfectamente abrochada.

Rebusqué entre la ropa interior y encontré diversos tangas que parecían de lo más sexy. Me probé el que me pareció más atrevido y miré a Carlos y Álvaro:

¿Como me queda? ¿Os parece que es de mi talla?

Perdón... -dijo Carlos, como despertando de una especie de letargo y mientras se levantaba y se acercaba balanceándose hacía mí con una expresión totalmente lasciva- Si me permites… creo que te queda un poco pequeño pero

Se puso detrás de mí y empezó, sin cortarse un pelo, a deslizar dos de sus dedos sobre la estrecha tira de licra que cubría mi ojete para después ir pasando a mi cintura y a la comisura de mis ingles mientras pedía a su hermano que se acercara para darnos su opinión sobre si el tanga era o no demasiado estrecho.

Álvaro se arrodilló ante mi y empezó a acariciar ligeramente la misma zona que segundos antes rozaban los largos dedos su hermano. Mi pene estaba llegando ya a sus dimensiones de guerra y unos cuantos centímetros de su tronco asomaban repletos de líquidos preseminales sobre la cintura del slip.

Carlos, se acercó a mí, pasó sus dedos por la goma de la cintura sin dejar de acariciar levemente esa parte de mi pene mientras Álvaro se entretenía acariciando mis ingles y jugando con los pelillos que asomaban por fuera del slip. De repente levantó la cabeza y me dijo picaronamente:

Creo que deberías depilarte el sexo antes de usar un modelo como este

Si, esa sugerencia ya la había recibido antes pero nunca me lo he propuesto en serio.

Carlos puede ayudarle en esto, Aleix –dijo Carlos desde atrás- antes de que le consiguiera el trabajo en el hotel trabajaba de oficial en una peluquería.

Eh, eh. No sé. No me gustaría que retrasaran sus responsabilidades por mi culpa.

No te preocupes por eso. –dijo Álvaro- El director nos ha ordenado que te complazcamos en todo lo que desees y que dediquemos a ello todo el tiempo necesario.

Umm, esto… Pues de acuerdo. – dije no demasiado convencido- pero no si si dispondré de lo necesario.

Señor, - dijo Carlos- Álvaro me rasura a mi personalmente todo el cuerpo y le aseguro que es un profesional más que competente.

Si, esto… -dijo el botones mientras se ruborizaba- Si así lo deseas solo necesito unas tijeras, una cuchilla nueva, espuma de afeitar y una buena crema hidratante. Mi hermano, si no te molesta será mi ayudante.

Creo que papá lleva todo esto en su neceser. Voy a buscarlo -le dije más resulto y totalmente excitado dirigiéndome al baño mientras me sacaba el tanga y quedaba de nuevo totalmente desnudo ante esos dos hombres.

Cuando regresé Álvaro estaba haciendo la cama desnudo de cintura para arriba mientras Carlos paseaba nervioso por la habitación llevando solo un viejo y gastado slip blanco.

Perdone señor –dijo este último- nos hemos puesto cómodos para no manchar los uniformes del hotel.

Perfecto, creo que es mejor así - le dije intentando no demostrar mi excitación y me dirigí rápidamente a su hermano- Álvaro, ¿tu no vas a quitarte el pantalón?

No creo que sea conveniente. No acostumbro a llevar interiores.

Tampoco los llevo yo ahora.

Muy bien señor, lo haré, mientras te ruego que te tiendas sobre la cama.

Me tumbé como me había indicado mientras contemplaba como se desprendía cuidadosamente de sus zapatos y calcetines y, de espaldas a la cama, se sacaba lentamente el pantalón.

Esa imagen de su culo mulato, pequeño y con un ojete de lo más delicioso devolvió mi pene a su estado de máxima erección. No era la única, bajo el slip raído de Carlos se notaban ciertas convulsiones mientras su mirada se perdía también en ese ojete más que apetitoso.

De repente Álvaro se volvio hacia nosotros. Su pene, totalmente negro, era un monumento carnal y su en estado de semierección medía casi mis veinte centímetros y sus testículos perfectamente rasurados tenían un tamaño que hubieran envidiado muchos porn star.

No pude resistir la tentación. Me incorporé como un autómata y me arrodillé frente a ese falo maravilloso. Deseaba ese pedazo de carne llenando mi boca y lo quería ya. Álvaro, en vez de aturdirse, se arrodilló frente a mí y introdujo su lengua en mi boca. Me zafé de su abrazo, lo empuje hasta tenderlo en el suelo y como un animal me abalancé sobre ese oscuro objeto de deseo y lo introduje en mi boca como si mi vida fuera con ello. Era deliciosamente salado y tenía un regusto amargo a orines que me excitó aún mas si puede. Me dolían las comisuras de los labios mientras su polla continuaba creciendo sin parar dentro de su boca y empezaba a soltar ligeros efluvios que quemaban mi paladar. No me importaba, queria que ese pene follara mi boca aunque me fuera la vida en ello.

Continuará