Unas vacaciones muy masculinas (1)

Un joven de la alta sociedad, huérfano de madre y acogido por su padre,descubre al hombre perfecto en unas vacaciones de lujo junto a éste.

UNAS VACACIONES MUY MASCULINAS.

Capítulo 1: Pistoletazo de salida

Antes de narraros mi historia quiero presentarme y explicaros las circunstancias que me llevaron a ello. Me llamo Aleix (Alejo, en castellano) Bardagós, tengo 20 años y vivo en Barcelona. Mis padres se conocieron en la Facultad de Arquitectura, mi madre tenía 36 años y ejercía la docencia y mi padre con 18 añitos empezaba sus estudios universitarios; lo suyo fue un muy discreto flechazo del que sólo unos pocos amigos íntimos de la pareja tenían conocimiento. Después del primer año de carrera mi madre dejó a mi padre y desapareció por siempre de su vida. A los pocos meses de la ruptura nací yo y me críe rodeado de de todos los caprichos y protegido por mi abuela, mi madre y una tía de ésta soltera. No conocí a mi padre hasta los 12 años, cuando tras un accidente de tráfico del que fui el único superviviente y donde fallecieron las tres mujeres de mi vida, las disposiciones testamentarias de mamá revelaron el nombre de mi progenitor que por entonces ya era un reputado andrólogo de la ciudad.

Ernest, mi padre, con 31 años, dejó, según me contó años después, su disipada vida de soltero, y se volcó en mí y me proporcionó todo el cariño que me hacía falta en esos momentos tan duros. Él era un conocido y rico empresario del mundo de la construcción, la restauración de edificios antiguos, el turismo, la hotelería y una larga lista de actividades empresariales que nos permitían vivir con toda clase de lujos pero que le obligaban a mantener ausencias numerosas ausencias de la ciudad que, debido a sus nuevas responsabilidades paternales y a la irrupción de las nuevas tecnologías de la información se fueron dilatando en el tiempo para dedicarme cada vez más tiempo. En pocos meses se convirtió en un padre, un amigo, un confidente y una tabla de salvación para mi shock post-traumático tras perder a mi anterior familia. Al poco tiempo, recuperamos el tiempo perdido y en cuestión de meses nos profesábamos un amor y un respeto mutuo que nos convirtió en una familia monoparental ejemplar.

A los 14 años tuve mi primera relación gay pero esa faceta de mi vida fue la única que oculté a papá. Él era un hombre tremendamente guapo y muy masculino y, aunque siempre quise comentarle mis inclinaciones, fueron pasando los años y siempre obvié la cuestión. Él ha permanecido siempre soltero y nunca ha traído a casa a ninguna de sus parejas aunque siempre he supuesto que las hubo y muy numerosas.

Como buen hijo de mi padre, dejé de ser un adolescente acomplejado para irme convirtiendo en un hombre de 1,90 m, cabello largo y abundante de un oscuro tono moreno azabache, ojos azules, rasgos masculinos y, según mis amantes, suficientemente atractivos. Gracias a mi pasión por el deporte, podía presumir, además, de un cuerpo fibroso, proporcionado y perfectamente musculado. En el aspecto de atributos sexuales no podía quejarme de nada: era un vivo retrato genital de papá (nos habíamos visto desnudos en muchas ocasiones en el club de tenis, las duchas y el jacuzzi de la casa

Un buen día, 72 horas antes de cumplir mis 20 años mi padre me llevó, totalmente engañado, a una fiesta sorpresa de aniversario que se celebraba en un exclusivo hotel de Andorra. Había alquilado todo el establecimiento durante 2 días y había reunido allí a todos mis amigos de la facultad y a diversos amigos y conocidos comunes (un fiestorro que le costó un dineral a él y un montón de horas extras a Clara, Jaume i Lara –sus secretarios). El fin de semana fue fantástico. Mi aniversario, a mediados de diciembre, coincide con la temporada alta de esquí –un deporte que me encanta y que es la oferta turística por definición de Andorra; además compartí habitación con Albert, un compañero de la facultad que parecía inaccesible y resultó ser un amante gay excepcional e incansable.

El domingo al mediodía mi padre nos sorprendió a todos con una lujosa comida en pistas que se convirtió en la celebración oficial de mi vigésimo aniversario. Me llovieron regalos de toda clase, desde una tabla de snowboard firmada por Alberto Tomba a una doble mamada excepcional (y muy íntima de Albert y su amigo Rubén) que me puso a cien.

Papá se reservó su regalo especial para el brindis final y como siempre me sorprendió excepcionalmente. Debido a mis muy buenas notas, una excusa como otra, me regaló unas vacaciones de Navidad (realmente partíamos esa misma noche y regresábamos a finales de enero) en las que ambos (papa y yo) íbamos a visitar Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y las playas más elitistas de Méjico.

La fiesta terminó casi a las 5 de la tarde y cuando nos quedamos solos y a píe de pistas le comenté a papá que su regalo era fantástico pero que no tendríamos ni tiempo de hacer las maletas si quería salir esa noche:

No te preocupes -me contestó- saldremos con nuestro jet privado y compraremos todo lo necesario en los países que visitemos. Por cierto, no te he dicho toda la verdad, no pude ligar bien las reservas de las dos primeras semanas, en Cuba y Puerto Rico, nos veremos obligados a compartir una habitación doble. Lo siento querido, no podrás follarte a ninguna chica si no me lo consultas antes –me dijo con una sonrisa malévola-

Tranquilo papá miraré de no follar con nadie hasta que lleguemos a Santo Domingo. De todas formas, llevo las pilas muy recargadas y creo que podré aguantar sin problemas. Por cierto, papá, en tu caso pasará lo mismo… me pedirás permiso para enrollarte si ligas con alguien.

Ummm! –contestó él indeciso- puede… Ejem… lo hablamos sobre el terreno. Has recogido todas tus cosas. Salimos de viaje ya o me arrepiento.

Horas después y sin siquiera pasar por casa para prepararnos, subimos al avión. Papá indicó al piloto y a su asistente el plan de ruta y cerró la puerta de la cabina pidiéndoles que nos molestaran lo menos posible.

Bien pasada la medianoche, hora local, llegamos a un elegante hotel de Santiago de Cuba. El recepcionista, un hombre, de edad y rostro indefinidos, reconoció enseguida a mi padre y se deshizo en absurdas reverencias y disculpas, que mi padre no solicitó, por no disponer de una segunda habitación libre. Diez minutos después un botones de, aproximadamente mi edad, con un físico envidiable y un culito de lo más maravilloso nos condujo hasta nuestra habitación. Mi imaginación calenturienta enseguida imaginó a ese adonis totalmente desnudo con un pene hiniesto proporcionado a su musculoso cuerpo mulato mientras mis dedos se introducían en su culito respingón y él exhalaba sonoros grititos de excitación.

De repente me pareció que mi padre, como yo mismo unos segundos antes, estaba absorto en sus pensamientos mientras su mirada perdida parecía también dirigirse al culo de mulatazo. Finalmente llegamos a la puerta de nuestra habitación. Entramos a una lujosísima estancia y la mirada de papá continuó absorta en el culo del botones cuando éste de una manera muy sensual se agachó para dejar sobre el sillón nuestro escaso equipaje y dejó su culo a nuestra entera contemplación. El mulato se volvió y se acercó a papá quien pareció despertar de su letargo, se metió la mano en la cartera y le obsequió con una generosa propina. El botones se acercó a pocos centímetros de papá, le agarró la mano en un indiscreto apretón y me pareció que incluso le guiñaba un ojo muy sutilmente mientras mi progenitor le regalaba una de sus sonrisas más encantadoras y atractivas.

Me quedé absorto mirando como el mulato se dirigía hacía mi que estaba cerca de la puerta, cuando pasó a mi lado, sonrió, me guiñó el ojo esta vez muy descaradamente y me espetó muy amablemente:

Bienvenido a Cuba, señorito Bardagós, si necesita lo que sea del servicio de habitaciones no dude en llamar a recepción y le atenderé encantadísimo- se volvió hacía papá, volvió a mirarme y se despidió cerrando la puerta con un cálido- Buenas noches, señores.

Me acerqué a papá que aún seguía como abstraído y le saque de su ensoñación con un:

¿Te encuentras bién papa?

Como… Perdona hijo. A mi edad esto del "jet lag" comienza a causar estragos.

Ya, si ya te dije yo que no tienes edad para nada. En cuatro días en vez de un padre tendré a un viejo cascarrabias viviendo conmigo… pero no te preocupes, cada mes te haré una visita al asilo.

No me jodas con lo de siempre, nen. Tendrías que estar orgulloso de tener un padre tan joven, tan guapo, tan cariñoso y tan simpático como yo.

Uy si papá, presumo de ti ante todas mis amigas y algunos de mis amigos.

¿Y que dicen tus amigos de mí?

Que estas bueno que te cagas –le dije con mi cara más gamberra i voz de loca, mientras me acercaba a él y le sobaba levemente el culo.

Lo ves, tus amigos tienen un buen gusto que te cagas -dijo jocoso imitando mi anterior tono de voz al pronunciar esta última expresión. Se volvió a mí, puso su mejor cara de pícaro, y me regaló un piquito en los labios mientras agarraba mi culo riéndose a carcajadas.

De golpe y porrazo su cara volvió a la expresión habitual, se zafó de mí y con una sonrisa traviesa me tiró sobre la cama, se desabrochó la chaqueta, se volvió hacia el baño y me dijo:

Voy a darme una ducha.

¿Puedo acompañarte? -le dije picaronamente- ¿Necesitas que te enjabone la espalda? Piensa que a tu edad y con la ciática no creo que puedes hacer esfuerzos ni gestos raros.

Me acordaré de eso cuando lo necesite de verdad, Aleix. Te tragaras tus palabras y tendrás que comportarte como un buen hijo entonces –me dijo irónicamente-

Ja, ja… podemos pagarnos una enfermera muy fea, muy gorda y con muy mal carácter para trabajos especializados como ese, papi

Ya, ya… cría cuervos.

La conversación se interrumpió cuando papá, sin ningún tapujo, se quedó totalmente desnudo delante de mí y me quedé sin habla y con la mirada dirigida descaradamente a su entrepierna.

Que pasa tío, ¿nunca me habías visto desnudo?

Desnudo sí, pero… cuando te has depilado la entrepierna.

La semana pasada. Deberías hacerlo tú también, es algo comodísimo.

Ya, ya… -fue lo único que pude espetar, medio inmovilizado, y sin poder apartar mi mirada embobada de la maravillosa polla de mi padre que, aún en reposo, debía medir más de catorce centímetros y que estaba coronada por unos huevos de color oscuro de un tamaño considerable.

Mi padre se acercó a mí con expresión preocupada:

¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien? –me dijo mientras me conducía hasta la cama y me sentaba en una esquina de la misma.

Yo no podía apartar mi mirada de ese espléndido sexo que me estaba rozando. Mi mente homosexual me estaba jugando la peor pasada de mi vida. Me di cuenta de que había pasado toda mi vida buscando a un hombre 10 y que… ¡¡¡ ahora, lo tenía a mi lado!!!!

No pude resistirme, mi calentura estaba llegando a niveles insospechados y mi mano pareció tener vida propia y asió los testículos de mi padre, mientras mi boca se dirigía a su pene que gracias a mis masajes estaba empezando a crecer de forma casi imparable.

Ahora mi padre era el obnubilado, permaneció desnudo frente a mí, con los ojos abiertos como platos y dejándome hacer sin rechistar.

De repente se separó de mí y sacó su pene erecto de unos 23 centímetros de mi boca. Se agachó y empezó a lamer mi entrepierna sin quitarme siquiera el pantalón. Parecía completamente ido y tras unos minutos de caricias y manoseos se levantó como un poseso y empezó a despojarme de mis ropas como un poseso hasta dejarme totalmente desnudo.

Abriste la caja de los truenos y ahora vas a saber lo que es bueno, nen. No pruebes a resistirte.

¡No puedo resistirme! Ahora mismo, lo deseo más que nada en el mundo.

Pues prepárate para tu gran noche, nen.

Soy todo tuyo, papá.

Me tiró sobre la cama y empezó a lamer mis tetillas mientras nuestros penes se rozaban lujuriosamente y el mío adquiría su tamaño habitual de 20 centímetros. Sus lamidas fueron bajando por mi estómago hasta que se tragó de un golpe mi pene y noté como sus labios rozaban mi ingle y mis testículos. "Joder –pensé- que tragaderas tiene papá"

Después de una de las mejores mamadas de mi vida, papá empezó a lamer mi ojete y a introducir en él primero uno de sus dedos, luego dos y hasta cuatro. Mi polla estaba a punto de explotar y mi cuerpo, incitado por el masaje anal, se estremecía entero ante cada nueva embestida digital.

No podría resistirlo mucho. Le rogué que dejara la estimulación y me follara como un salvaje. Mi padre no hizo oídos sordos a mi petición y clavó su polla en mi culo de una estacada. El dolor era insoportable, creí que iba a partirme en dos con cada embestida y, aunque le pedí que fuera más delicado, papá parecía un animal, me follaba sin piedad, como si le fuera la vida en ello y sin atender ninguna de mis súplicas.

Su pene se estaba hinchando aún más en mi culo y de repente, todo el dolor que sentía se convirtió en una ola de placer que me recorrió el espinazo dejándome totalmente extasiado y haciéndome empezar a disfrutar como un loco y a gemir como una perra en celo. Nunca había sentido nada igual, de repente noté unos espasmos en mi pene, y cuando quise darme cuenta mi estómago, mi abdomen e incluso mi cara estaban repletos de mi propio y caliente semen. Nunca hasta entonces mi polla había arrojado tal cantidad de semen ni con unos borbotones tan intensos y largos.

Tras ver mi semen, papá disminuyó el ritmo de sus embestidas, sacó la polla de mi culo, se puso en cuclillas sobre mi abdomen y folló mi boca salvajemente. En cuestión de segundos mi boca se convirtió en un mar de semen que, pese a mis esfuerzos por deleitarlo, se escapaba sin control por las comisuras de mis labios.

Papá cayó exhausto a mi lado, mientras acariciaba mi abdomen repartiendo mi corrida por todo mi cuerpo. Me abrazó, me besó fogosamente introduciendo su lengua en cada rincón de mi boca y aspirando los restos de su propio semen de mis comisuras.

Me miró a la cara, mostrando una expresión incómoda y avergonzada, se levantó de la cama y se dirigió al baño diciendo un tímido:

Lo siento, hijo. Olvídalo todo, me dejé llevar pero no era consciente de lo que hacía.

Papá… espera… esto… -me quedé sin palabras y lo dejé ir mientras contemplaba extasiado su maravilloso cuerpo desnudo y totalmente fibroso y atractivo.

Me quedé tendido en la cama, pensando en lo que había sucedido unos minutos antes. De repente, decidí tomar de nuevo la iniciativa.

Me levanté chorreando semen sobre el parquet de la alcoba, me dirigí al baño y sin más dilación abrí la mampara de la ducha. Papá se giró desnudo e intentó evitarme la entrada diciéndome:

Lo siento hijo. Lo de antes fue un error. Me equivoqué

Relájate –le contesté- ambos lo deseábamos

No, esto es

No lo dejé continuar, me coloqué tras él y comencé a sobar su paquete mientras mi polla, de nuevo erecta, se apretó sobre la raja de su culo totalmente humedecido. Su reticencia inicial se despejó en pocos minutos y mientras se negaba lo follé como nunca lo había hecho con nadie. Al cabo de un cuarto de hora saqué la polla del culo de papá. El se giró hacia mí con cara dulce y nos comimos a besos mientras nos masturbábamos mutuamente.

De nuevo nos corrimos copiosamente. Nos besamos hasta la exhalación y nos acostamos en la cama "king size" totalmente desnudos y estrechamente abrazados. Papá intentó decir algo pero lo acallé con un beso. LO miré a los ojos, le volví a besar y le dije:

Mañana hablamos papá. Ahora relájate y dueme.

Te quiero Aleix.

Y yo a ti.

En cuestión de minutos, ambos dormíamos estrechamente abrazados.