Unas vacaciones inesperadamente placenteras

Llegue como todos los años a pasar unos días con mis padres. Sentía una mezcla de sentimientos, por una parte me alegraba por verlos, por otra parte echaba de menos mi vida en la uni, con mis amigos y amigas.

Llegue como todos los años a pasar unos días con mis padres. Sentía una mezcla de sentimientos, por una parte me alegraba por verlos, por otra parte echaba de menos mi vida en la uni, con mis amigos y amigas. Pero era normal todos íbamos a casa en verano, solo que yo estaba tan lejos que solo nos veríamos una vez al mes, que habíamos quedado todos a medio camino.

Mis padres trabajaban en una gran casa residencial para una familia, tenían su propia casita a la entrada del terreno, mi madre se encargaba de llevar la casa, de cocinar, de mantenerlo todo a punto y mi padre también hacia un poco de todo, de jardinero, de chofer, de electricista…

Llevaban toda la vida allí, eran felices y ciertamente me consta que eran casi de la familia. Los dos años anteriores al haber estado la familia en sendos cruceros mis padres vinieron a verme a mí.

Cuando llegue con mi coche me abrió mi padre, mi madre salió enseguida y nos abrazamos, me besaban.

-hola cariño, cuanto te hemos echado de menos.

-hola papa, mama, yo también os echaba de menos.

-entremos cariño, te he preparado lo que te gusta para comer, luego ya cogeremos tus cosas.

Entramos y me senté a la mesa, comimos sin parar de hablar, yo les contaba cosas de la universidad. Mucho después de terminar de comer, salí al coche a por mis cosas, allí hacía mucho calor y me había quitado los vaqueros llevaba solo una camiseta larga que había dejado la última vez de esas que uso para dormir.

Abrí el maletero, me arrepentía de haber rehusado la ayuda de papa, la maleta pesaba como un muerto, tire de ella y cayó al suelo, casi me parto la espalda, sin soltarla estaba totalmente inclinada cuando oí una voz a mi espalda.

-venía a por Manuel, lo que no esperaba era encontrarme con tremenda visión

Me levante de golpe y a mi espalda vi al que debía ser Julio el marido de la señora Luisa, me moría de vergüenza tirando de mi camiseta, que me parecía más corta que nunca, aunque después de la postura anterior en la que debió ver mi culo casi al completo, ya que encima llevaba un tanga.

-soy su hija Elsa

-encantado yo soy Julio, has crecido desde la última vez

Y sin vergüenza mirando mis pechos dijo:

-Algunas partes más que otras

Avergonzada entre en la casa y llame a papa, este salió a hablar con él y yo me fui a mi cuarto, estaba excitada, pensé cuando recordaba su mirada de deseo devorándome. Me metí en el baño y me masturbe. Media hora después volvía junto a mi madre que dejaba la cena medio echa y se iba a la casa a terminar la de ellos. Me pidió que la acompañara y lo hice.

-hola señora Luisa

-hola Elsa estas muy guapa, que mayor, cuántos años tienes ya?

-veintiuno

Charlamos un rato, mi madre por la mañana dejaba medio hecha la cena, y tras media hora había terminado, volvimos las dos a casa. Esa noche me acosté pronto, aun recordaba el incidente del coche, pensé en la pareja ella era más guapa, él era solo atractivo, pero los dos destilaban clase y buenas maneras, eso los hacia más agradables. Tendrían unos cuarenta ella y el rondaría los cincuenta ya.

Me dormí rápido y por la mañana acompañe a mi madre a la casa, esta me dejo en la piscina, siempre la usaba a primera hora, la verdad es que siempre me dijeron que podía hacerlo a cualquier hora, pero papa no quería que molestara.

Cuando mama entro a empezar a preparar desayunos, yo me lance con cuidado al agua. Al rato note que alguien se lanzaba al agua. Nado hacia mí y salió a mi lado. Era el marido de Luisa.

-hola señor Julio, ya me iba

-porque tienes que irte? –Se acercaba a mí mientras hablaba-

-porque no quiero molestar

-no molestas, más bien me alegras la vista, llevo desde ayer pensando en ese culito prieto tuyo. Lo siento no quería molestarte –era falsa molestia, no se arrepentía-

Se puso tras de mí y enseguida note su paquete en mi culito.

-no sé qué me pasa contigo, me comporto como un tonto. Me encanta como hueles –me dijo al oído casi-

Yo aun sin  querer me volví a excitar, había cortado con mi novio hacía ya seis meses, la falta de sexo me pasaba factura.

-no me puedo creer lo cambiada que estas Elsa.

Seguía sintiendo su paquete en mi culo, apretándose a medida que iba creciendo. Un momento después un ruido nos hizo separarnos, alguien venia. Era mi madre, tras pedirle que quería desayunar se fue de nuevo.

Yo salí y me fui tras ella, me gire y su sonrisa iluminaba su rostro, junto con esos ojos que miraban con deseo, sin esconder lo que quería. Eso me calentó de nuevo. Esa noche volví a masturbarme pensando en ese hombre, nunca había estado con un hombre de su edad, todos mis novios eran más o menos de la mía, eso me ponía más, las novedades me volvían loca.

Pasamos el resto de la semana coincidiendo en la piscina, él se ponía detrás y me frotaba su sexo haciéndome saber que le excitaba. No pasaba de ahí, solo tentaba, por miedo a no meter la pata, era la hija de su empleada, bastante más joven que él, no quería meterse en problemas en su propia casa, pero le excitaba cazar y le había gustado. Quería parar por eso no iba más allá, pero no podía parar me deseaba y yo a él.

-dentro de una hora estaré en la buhardilla, te deseo.

Salió de la piscina y me dejo en un mar de dudas, sabía que si nos cazaban mi madre se enfadaría, mi padre aún más, su mujer imagínate, pero todo eso me daba aún más morbo, ni siquiera me enloquecía el físicamente, pero me ponía a cien la situación, una hora después tras ver salir a su mujer y dejar a mi madre en la cocina subí lentamente la escalera, abrí la puerta y subí la pequeña escalera que me llevaría a la buhardilla, abrí la trampilla, entre y allí estaba, me abrazo, me beso y empezó a quitarme la ropa lentamente.

-te deseo tanto Elsa, desde el primer momento que te vi desee hacerte mía

Me dejo completamente desnuda y abriendo mis muslos de rodillas ante mi busco mi raja, la cual estaba ya sonadísima, la abrió con dos dedos y acerco su boca, saco su lengua y lamio, chupo y penetro mi cueva con su lengua provocándome un orgasmo, allí de pie entre polvo.

Cogió de una caja una manta, la estiro en el suelo y me tumbo en ella, me abrió las piernas, se puso entre mis muslos y apuntando a mi coñito empezó a penetrarme lentamente, me retorcía al sentir su polla, no era enorme pero estaba bien. El gemía y yo no quería ir despacio, le empuje, me subí encima y me empale, empecé a moverme apoyada en su pecho, movía mis caderas

-si nena que bien te mueves, no pares, así me gustan decididas, dame mas

Le pellizque los pezones y el busco los míos, me acariciaba las tetas cuando le dije

-sube las caderas y métemela bien adentro

Le pellizque más fuerte, subió las caderas, empuje hacia abajo y me corrí, mojando su polla, el gemía sin parar.

-que mojada estas, como he notado tu corrida, quiero chuparte mas

Deje salir su polla, me gire poniéndole mi coñito en su cara y el empezó a chupar, mientras yo agarre su polla y empecé a mover, a chupar el capullo, a metérmela más y más hasta que golpeaba casi con sus testículos, los agarre y tire mientras succionaba fuerte su polla, me mordisqueo y me corrí en su boca, el orgasmo me hizo tirar más fuerte de sus testículos y su semen golpeo mi garganta, lleno mi boca y se escurría entre mis labios sin que yo parara de mamarle.

-qué bueno chiquilla, que boca…

Me levante, nos vestimos y el me beso, note mi sabor en sus labios.

-ojala pudiera quedarme, pero tengo que irme

-no importa

Ciertamente no me importaba, ya me había dado lo que quería, se fue primero y me quede cinco minutos, cuando fui a bajar, al pasar delante de la habitación de ellos oí como discutían los dos.

-no has podido esperar, te la tenías que tirar verdad? Sabías que me gustaba

Me quede plantada allí, era la voz de Luisa y hablaban de mí. Estaba enfadada no porque él le fuera infiel sino porque me follo antes. Mis bragas se mojaron aún más.

-ya no quiero saber nada

Se metió en el baño enfadada, temí que ese enfado la llevara a decirle a mi madre toda. El salió y me vio.

-no te preocupes Elsa yo me encargo

Salió de la casa y me quede allí unos minutos asustada quería ver si se había relajado, salió del baño con una toalla alrededor de su cuerpo y me pareció muy guapa, su piel era blanca, su espalda rígida al igual que su barbilla y sus ojos claros la hacían parecer una mujer fría y distante, pero muy excitante. No sé en qué estaba pensando nunca había estado con otra mujer. No quise analizar lo que iba hacer.

Toque a la puerta y entre, ella ni intento cubrirse, me miro con rabia, yo temblaba por dentro tenia tanto miedo a que fuera con el rollo a mi madre, pero de repente vi cómo me miraba, su mirada antes fría, ahora miraba mis pechos grandes, el doble que los suyos, que se antojaban pequeñitos bajo la toalla.

Solo fue un momento, volvió el hielo a su mirada cuando me dijo.

-sé que has follado con mi marido

-si

-no vas a disculparte? Que pensara tu madre de eso?

Sus amenazas y lo excitada que estaba es la única disculpa por lo que pasó a continuación.

-no voy a disculparme y no vas a decirle nada a mi madre.

-como te atreves a hablarme así mocosa?

Eso me excito más y me enfureció que me llamara mocosa.

-quítate la toalla puta quiero ver tus tetas

Se quedó paralizada, sus ojos lanzaban chispas, me miro de arriba abajo y dejo caer la toalla al suelo.

-así me gusta puta, quita los brazos enséñame esas tetitas zorra

No estaba acostumbrada a ser sumisa, pero me deseaba, lo veía en su mirada. Dejo los brazos a los lados de su cuerpo y me acerque a ella, cogí entre dos dedos sus pezones y los retorcí, ella gimió y yo hice lo mismo con el otro. Cuando empecé con ese juego fue pensando que si la hacía perder los papeles no podría ir con el cuento a mis padres, pero me estaba gustando, estaba excitándome como nunca dominando a esa mujer más mayor que yo, orgullosa y rígida. Me ponía a cien verla jadear bajo mis caricias.

Voy a echar la llave, tú te tumbaras en la cama y yo te comeré el coño, quiero saber a qué sabes. Me fui hacia la puerta, me aleje para darle tiempo a parar eso, pero al girarme estaba tumbada en el centro de la cama, respira con dificultad mientras yo regresaba, me quite la camiseta, el pantalón y las braguitas, subí a esa cama esponjosa y llena de almohadones y abrí sus muslos, me puse en el centro y acerque mi boca, olía a jabón, abrí su rajita con dos dedos y pase por ella mi lengua, me encanto su tacto, su olor, la textura de su flujo empapando mi lengua, mis labios. Me excitaban sus grititos ahogados cada vez que la succionaba.

-calla puta o te oirá mi madre

Ella se callaba, entonces mordisquee la suave carne de su sexo y note como se corría en mi boca, pase mi lengua sin dejarla aflojar ese orgasmo, metí dos dedos en su coño y ella arqueo su cuerpo jadeando, penetre con violencia, metía hasta el fondo, los sacaba y ella jadeaba, los saque  y la amenace con parar si no se callaba.

-no pares Elsa me vuelves loca

La seguí penetrando con mis dedos hasta que volvió a correrse, nos besamos, nuestras lenguas danzaban entrelazadas, yo gemí cuando ella busco con su delicada mano mi raja y la froto, busco mi clítoris y lo fricciono entre sus dedos hasta que me corrí sin dejar de besarnos, luego nos giramos y yo le comí el coño mientras ella me devolvía el favor, ambas volvimos a corrernos, nos abrazamos y descansamos un rato.

-me encanta tu piel, la mía es tan clara y apagada, la tuya es preciosa.

Acaricio cada rincón de mi cuerpo, de la cabeza a los pies no dejo milímetro sin analizar, descubrí que era bien capaz de darme todo el placer que necesitaba.

-aun estas enfadada?

-ya no cariño, no puedo enfadarme contigo, ni con él por desearte yo acabo de tenerte por completo y ya vuelvo a desearte, no puedo culparlo.

Volvió a besarme, a mamar mi coñito, mis tetas y yo me corrí varias veces. Me fui a la ducha y cuando entraba en el baño le dije con ganas de ser mala.

-Luisa ven, quiero darme una ducha y ver como tú te tocas sentada en el baño

Me metí en la ducha y oí la puerta, entro, se sentó en la taza con la tapa bajada y abriendo sus piernas empezó a masturbarse, me duche mientras ella pasaba su mano.

-despacio puta no quiero que te corras, mírame mientras me ducho me gusta que me mires zorra.

-si –me dijo con voz excitada-

-te gusta ser mi sumisa verdad golfa?

-pues ciertamente y sorprendentemente sí.

Salí de la ducha me arrodille ante ella y le mordí el clítoris hasta que empezó a jadear

-chilla puta desde aquí no te oye nadie

Sus jadeos subieron el tono y se corrió en mi boca. Volví a la ducha, me vestí y la deje allí apoyada en las baldosas.

-adiós perra. Eres mi perra Luisa?

-si cariño. Soy tu perra.

Cuando cerré la puerta vi a Julio que se quedó de piedra al verme salir del dormitorio, le sonreí y bese sus labios antes de bajar la escalera y regresar a casa.

Por la mañana estando en la piscina vi salir de la casita de la piscina a una mujer abrochándose lo que parecía un uniforme de limpieza, en la ventana vi una sombra y esta le lanzo un beso, mi madre se cruzó con ella en el camino, le pidió algo y vino hacia mí.

-nena te traigo un café

-quien era mama?

-la chica que viene a limpiar

-quien hay en la casa de la piscina?

-el padre de Luisa, aun no lo habías visto?

-no

-pues ya estaba cuando viniste

-cambiando de tema y esto mama?

-es que hoy se han ido todos más pronto y me he dicho voy a ver a mi niña.

Tome el café con mi madre en una mesa de allí mismo, cuando esta se fue, la curiosidad me pudo, y mire de nuevo, tras la ventana me encontré con los ojos más verdes y fríos que había visto en mi vida.  Solo fue un segundo y sin decir ni hacer nada se fue.

Cuando iba hacia casa vi llegar a Luisa, se paró y me acerque al coche. No nos habíamos visto desde nuestro encuentro.

-señora Luisa como esta?

-bien señorita Elsa, voy a descansar un poco, estaré en mi habitación si necesitas algo.

No quería ir, había decidido que solo lo hice por librarme de que con el cabreo se chivara, pero me engañaba pensé mientras recorría el camino que había hecho a la inversa y subía la escalera quería seguir explorando lo que recién había conocido.

Abrí la puerta y allí estaba en el centro de la cama completamente desnuda, me acerque y le dije

-desnúdame a mi

Mientras ella me desnudaba besando cada trozo de piel que aparecía yo la miraba excitándome, también empecé a acariciar su blanca y suave piel cuando un ruido me hizo girar y le vi.

Julio sonreía en la puerta del dormitorio…