Unas vacaciones en la montaña

Unas vacaciones en la montaña que cambio mi vida

Unas vacaciones en la montaña cambiaron mi vida para siempre.

Para empezar les diré que actualmente tengo 32 años, que medio aproximadamente 1.80 m.y con un peso de 72 Kg. Que mi cuerpo es muy parecido al de mi madre. Hombros estrechos, manos chicas y con grandes cadera y unas nalgas paradas, con piernas delgadas, pero con tobillos anchos. Que con un conjunto de ropa interior coqueta y un buen vestido no soy mal parecida. Tengo el cabello castaño natural hasta los hombros, lampiño y de piel clara.

Lo que les voy a contar fue algo que me sucedió cuando tenía entre 18-19 años. En unas vacaciones planeadas por mi familia en conjunto con la familia de un amigo de mi padre. Que tenían una cabaña en la montaña.

Salimos en varios vehículos. A mí me tocó con el hijo mayor, de la familia vecina, y nos adelantamos para comprar las provisiones. Así que llegamos primero a la cabaña, ya por la noche, pero durante el trayecto se presentó una nevada intensa que apenas nos permitió seguir el camino.

Durante la noche nuestros familiares se comunicaron por radio para decirnos que tardarían como 3 días en poder llegar. Así que nos dispusimos a permanecer encerrados durante ese tiempo sin otras personas.

Juan, que así se llamaba mi compañero. Me dijo que nos dividiríamos el trabajo. Como él era más fuerte que yo se dedicaría a las labores más pesadas y que yo me dedicaría a las labores de la cocina.

Así que mis conocimientos de cocina y prepare una rica cena. Después de lavar los implementos de cocina utilizada, de llenar la alacena y acomodar los víveres. Decidí ir a dormir. Mientras que Juan cortó leña y avivo la chimenea hasta dejar un ambiente agradable.

Llegó a la recamara todo sudoroso. Y me dijo bueno, ya que vamos a dormir juntos, pues empecemos. Yo me acosté con la parte de arriba de la pijama, pero el cómo estaba todo acalorado se desvistió completamente y se quitó un suspensorio que traía.

A la luz de un foco pude ver un cuerpo atlético de aproximadamente 190 cm de estatura y un peso de unos 100 Kg. Pero eso no fue lo que me impresionó. Sino lo que tenía en la entre pierna. Era una polla como nunca había visto una. Con una cabezota que estaba entre una pelota de golf y una de tenis y un tronco grueso en la que se veían unas venas gruesas como los dedos de mi mano. Por más que quise disimular mi vista estaba hipnotizada con aquella maravilla. Que me hizo sentir cosquilleo en mi culito

Desperté cuando me dijo que si tenía algún inconveniente de que me durmiera así y le respondí que no.

Durante la noche no podía dormir ya que su olor a macho sudoroso y la sensación de aquel monstruo que rozaban mis nalgas, cada vez que se movían, me causaba un cosquilleo en mi culito y deseos de sentirlo entre mis nalgas.

Por la mañana, me levante primero que él y calenté el agua para bañarnos. Le prepare el baño, después que me había bañado. Y al salir de baño ya estaba el desayuno. Se quedó muy sorprendido.

Así que me dijo que como yo era la señora de la casa, me tenía que vestirme como tal. Fue al guardarropa de su hermana mayor y me dio un conjunto de tanga, sostén de encaje roda. Así como unas mallas blancas. Una blusa con escote, de color blanco. Así como unas sandalias de plataforma. Y me dijo que en el tocador había pinturas.

Me fui al baño y me cambie de ropa y me maquille lo mejor posible. Las mallas blancas y las sandalias me hacían lucir mis nalgas grandes y paradas.

Durante el día, cada quien hizo las labores que le correspondían. Y al caer la noche. Juanito me dijo que se iba a desnudar porque estaba muy acalorado. Pero ahora ví distinto aquel aparato masculino. Más grande, más turgente y con la cabezota un poco más grande.

Entonces Juanito me dijo tócalo, no tengas miedo no te va a morder. Más bien tú lo vas a morder ahorita. Con miedo me aproxime. Pero al tocarlo sentí una textura agradable al tacto, con una piel muy lisa, en la cabezota, y rugosa por la venas en aquel mástil. Me dijo, para tranquilizarme que únicamente medía 20 cm de largo.

Mientras lo acariciaba sentí que su tamaño crecía. Entonces me dijo, se está enojando porque no lo tranquilizas con un beso. Entonces dirigí mis labios hacia esa gran bola de carne y le puse mis labios y lo llené de besos y por vergüenza cerré los ojos. Tuve una sensación mayor en mi culito, como una necesidad de que lo acariciaran.

Me dijo, Juanito, aun continúa enojado y seme hace que lo hiciste enojar más. Mira como se puso. Al abrir los ojos observe, semejante maravilla de la naturaleza, en una erección total y ahora la cabezota era como una pelota de tenis y el tronco tan grueso que con una mano no podía rodearlo.

Me pidió que lo chupara para haber si se tranquilizaba. Por más esfuerzos que hice apenas pude meterme en la boca la mitad de semejante cabeza. Para ese momento el estaba acariciándome la nalgas por debajo de las mallas. Y se mojó un dedo con saliva y empezó a juguetear con mi culito provocando sensaciones que nunca imagine sentir.

Con nuevos bríos, volví a tomar la cabeza con la boca y ahora si entro toda. Como no podía utilizar mi lengua entonces la metía y la sacaba. Saboreándola cada momento. Y si alguien me hubiera visto en esa maniobra hubiera dicho que era una experta.

Entonces, Juanito me dijo que los chupara como si fuera un cono de nieve. Y le pase hasta los huevos mi lengua. Y al mojar tamaño pollón pude deslizar mis manos en toda su extensión. Subiendo y bajándolos, haciendo que mi Juanito gimiera de placer.

Mientras él seguía ya no nada más acariciándome el culito sino que empezó a meter, primero un dedo y después otro hasta lograr meter cuatro dedos. Llevando el mismo ritmo que llevaba yo al masturbarlo. Entonces me di cuenta que mi pequeña verga se había puesto como roca, aunque en comparación con la de Juanito, que era un tronco de pino la mía apenas era un ramita.

Entonces me dijo que tomara su cabeza, de esa verga preciosa, con la boca mientras continuaba masturbándolo. Así lo hice, pero cuál sería mi sorpresa que sentí que crecía mas y empezó a lanzar chorros de abundante leche caliente, que casi me ahogan. Por la cantidad, así como por tener semejante tronco dentro de mi boca.

Aun teniendo cuidado se escapó algunos chorros fuera de mi boca, pero en forma maestra yo los tomé y me los tragué con todo lo que había salido. Tenía un sabor salado no desagradable. Cuando me retiré tuve que volver a mamar esa cosota maravillosa porque aun no dejaba de salir ese líquido, que me había vuelto loca.

Hasta aquí después continuaré la historia para que conozcan como fui desflorada por tamaña vergota de mi Juanito durante los 5 días que tardaron en llegar los demás……..