Unas vacaciones en la montaña (2)
les continuaré contando de lo que paso con Juanito, estando en la cama.
Unas vacaciones en la montaña (parte II)
Bueno contaré el resto del relato como lo prometí.
Después de lo que pasó. Me dirigí al baño donde me alcanzó Juanito. Nos metimos los dos a la ducha. Entonces me enjabonó todo mi cuerpo. Poniendo especial cuidado con mi espalda y mi culito parado. Me lo acarició de tal forma, utilizando el jabón como lubricante, que casi tengo una eyaculación. Y yo para no quedar mal, también le di tremenda sobada a su miembro que sus quejidos me indicaron que casi termina. Por lo que ambos dejamos de hacerlo.
Al salir del baño me seque bien, me volví a maquillar y únicamente me puse las mallas con las sandalias. Juanito estaba ya sentado en una silla esperando que le diera de cenar. Lo observé y me excitó ese torso de macho, aun con gotas de agua escurriendo y el cabello mojado, sin peinar.
Cuando le serví la cena le dije que después le daría su postre, que no se desesperara. Como contestación me atrajo hacia él y me beso mis pezones que inmediatamente se pusieron duros y una corriente eléctrica recorrió mi espalda hasta mi cola. Me sorprendió que mi pequeño miembro permaneciera sin cambios, sin embargo mi culo lo sentía palpitando de deseo.
Recogí la loza y procedí a lavarla. Y al ver a Juanito retirarse me di cuenta que únicamente traía puesto un suspensorio, como el de los deportista, de color negro. Dejando unas nalgas musculosas que me excitaron bastante.
Al ir a la recamara observé que estaba la luz apagada. Al encender la lámpara de mesa. Vi lo más maravilloso. A Juanito acostado sobre sus espaldas y con tremendo mástil en todo su apogeo.
En ese momento hasta se me nubló la vista de pensar que todo ese gran trozo de carne, de primera calidad, iba ser mía.
Al acostarme junto a él. Me dijo sabes que mi verga sigue enojada y tu sabes cómo contentarla. Sin mediar palabra me prendí como el sediento al grifo. No sé cómo pero logre meter semejante cabeza en mi boca y le inicie una soberbia mamada, como se lo merecía.
Me retiro de esa labor tan placentera para mí, porque casi eyacula. Le dije que no importaba que ahora si no desperdiciaría ni una gota. Pero me contesto que esa estaba apartada para mi colita. Entonces eso me excitó demasiado y mi único pensamiento fue desear que me desflorara, que mi culito lo hiciera suyo.
Rompió las mallas blancas que traía. Pero dejando un orificio que por enfrente me dejaba mi pequeño pene al aire y por detrás dejó todo mi culo y parte de las nalgas mostrándose.
Me tomó con sus musculosos brazos, como una muñeca, y me tumbo sobre el abdomen. Pensé que sin ningún preámbulo me iba a ser suya. Pero que error lo que hizo fue besarme la espalda. Pero lo que más me excitó fue el que paso su lengua desde la nuca hasta mi culito. Eso me hizo sentir en el Nirvana. Jugueteo con su lengua en mi culito. Logrando que ahora sí la excitación llegara al máximo, pues note una erección mayor de la que había tenido antes y la salida de gotitas de líquido preseminal.
Continuó acariciándome, pasando su lengua por todo mi cuerpo, besando y metiendo la lengua en ese botón rosa, que era mi culito virgen. Me sentía que iba a tener una eyaculación intensa. Entonces paró y continuó con una especie de caricia, masaje y como una especie de amasado (como si estuviera preparando pan para un pastel) de mis nalgas. Con lo que impidió que eyaculara.
Así estuvo por un buen tiempo. Hasta que me dijo al oído, que me iba a dar lo que tanto estaba ansiando. Fue al baño y tomó un pomo de vaselina. Me lo dio para que untara su tremenda cabezota y el tronco que formaban una verga maravillosa. Pero antes de eso no perdí la oportunidad de darle una nueva mamada a semejante arma, que era el orgullo de su familia. Claro sin saberlo ellos.
Entonces le tocó a Juanito untarme vaselina en mi colita. Al principio fue con un dedo, después fueron dos, después tres hasta ser los cuatro dedos. Metiendo dentro de mí recto abundante vaselina. Al principio me dolió, pero después me gustó ya que movía en forma magistral sus dedos dentro de mi cola.
Cuando pensó que estaba lista. Me hizo que me pusiera en 4 patas. Entonces me di cuanta de la magnitud de este acto. Su verga era más del doble del diámetro de mi ano y no sabía si cabría y que tanto me iba a dolor. Pero pudo más mi calentura, ya que mi sangre hervía por dentro y necesitaba una buena manguera de bombero que apagara mi fuego. Y no iba a perder esa oportunidad teniendo tan magnífica manguera.
Así que me dijo, con esa voz ronca que produce la excitación, déjate llevar no pongas resistencia y haz como si fueras a evacuar el intestino. Entonces sentí la pelota de tenis de carne intentando vencer la oposición de mi cola. Y muy despacio hacia un movimiento de atrás hacia adelante, llevando un ritmo lento, sin prisas, como cuando el tigre ya tiene su presa casi segura.
Seguía sus indicaciones al pie de la letra, cuando decía que aflojara yo aflojaba, cuando me decía que pujara como cuando esta uno constipado, lo hacía. Hasta que en un momento sentí un dolor intenso, nunca antes sentido y fue cuanto la punta de su verga, pasó apenas, mi esfínter anal. Y entonces paró. Volvió untar su trozo de carne, nuevamente, con vaselina y reinició su intento. Lentamente.
En un segundo intento, volví a sentir ese dolor. Entonces me dijo que ya casi entraba toda la cabeza que aguantara poquito. Pero él no sabía que no me importaba el dolor que era más grande el gozo. Así se quedó unos minutos.
Reinició con nuevos bríos el movimiento de atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás, con lo que logró que se relajaran los músculos y permitieran la entrada de toda la cabeza. A pesar de todo había mucho dolor. Pero como les digo era más mis ansias de tener semejante monstruo en mi cola y que apagara ese fuego que bien a bien no sabía de dónde nacía, pero si sabía quién me lo apagaría.
Me dijo entonces palabras cariñosas, que desde el primer momento que me había visto le gusto mi cuerpo. Que durante el trayecto a la cabaña fue pensando de cómo lograr que fuera mi cuerpecito suyo. Que durante la noche se tuvo que masturbar para poder descansar un poco, porque mis nalgas lo habían vuelto loco.
Entonces me avisa que va intentar meter todo eso tronco en mi colita, que ya no le quedaban ninguna arruga. Y me preparé para lo peor, pero me sorprendió que en lugar de haber dolor hubo una sensación de placer intenso y en forma refleja mi culito apretaba y se relajaba en forma espasmódica. Después supe que fue un orgasmo anal.
Entonces ya lo pudo meter y sacar a placer. Cada vez que lo metía me sentía transportada al nirvana. Cuando lo sacaba mi ano protestaba y se apretaba en un intento de no dejarlo salir. Así fueron unos minutos interminables de gozo hasta que sentí que aquella masa de carne crecía y empezaba a palpitar. Juanito me empezó a gritar "eres mi puta" "toma perra comete toda mi leche" "que culito tan sabroso como me aprieta" "mamacita que buena estas" "mira perra como te comes toda mi verga".
Sentí un chorro en mi intestino, a continuación otro mas y otro más. Pero lo más maravilloso que volví a sentir esas contracciones involuntarias de mi ano. Que me produjeron un placer nunca antes sentido y que al darme cuenta me hizo eyacular una cantidad de semen que nuca creí tener.
Cuando iba sacando su vergota de mi culo desflorado. En lugar de sentir un descanso sentí una gran decepción de dejar salir semejante maravilla de la naturaleza y a la vez me sentía orgullosa de haberlo tenido en mis entrañas. Un orgullo que me hizo tener nuevamente ese cosquilleo que significaba una sola cosa. Ya mi culo no únicamente iba a servir para evacuar mi intestino sino que me daría los más grandes gozos. Había encontrado el mejor de sus usos.
Después les sigo contando de cómo fue esa noche y las siguientes. Ya que el camino quedó intransitable por 5 días. Imagínense solo con mi Juanito y con semejante verga. Toda para mi solita.