Unas vacaciones diferentes
Cada año igual... pero un cocinero hará que este año sea diferente.
Era un verano como otro cualquiera, me disponía a viajar al lugar donde todos los sitios veraneaba con mi familia, yo pensaba que este verano seria como todos los demás. ABURRIDO Y LARGO. Yo solo quería quedarme en casa, para poder quedarme sola durante todo un mes, sin familia ni vecinos. Pero no había manera de hacerle ver a mi madre que ya era adulta, que debería fiarse mas de mi.
Durante todo el viaje mi abuela y mi padre intentaban sacarme una sonrisa, pero yo solo podía pensar en lo aburrido que iba a ser, un año mas intentaría darme un relajante baño en la playa y mi madre me gritaría para que no nadase tan hondo, o para que no pare de echarme crema, o aun peor, justo cuando pasa un chico guapo viene mi madre por detrás y me colocaría el bikini provocando en mi una gran vergüenza. En fin, supongo que alguien sabrá de lo que estoy hablando.
Yo solo deseaba que aquel mes pasara lo mas rápido posible. Hasta que nada mas llegar mi padre colocó todas las maletas en el portal para subir un cuarto piso sin ascensor. Hacia demasiado calor y no había podido dormir durante todo el viaje por los cantes y palmas de mi abuela.
Me dispuse a coger aquella maleta tan pesada, y al agacharme pude oír un perfecto silbido de agrado por la visión de mi culo en pompa. No hice ni caso, posiblemente seria algún gracioso de turno. Subí todas las maletas que pude y volví a bajar a por más. Esta vez oí un ¡GUAPAAAA! Y mire al frente en busca de aquel gracioso, era un cocinero del restaurante de enfrente, era muy guapo, alto, moreno, fuerte y lo mas increíble... me lo estaba diciendo a mi, a mi? Ahora si que no cabía duda, me estaba tomando el pelo, aquello tenia que ser una broma pesada, yo no soy una chica guapa, mido 1.73, pero estoy gordita, de cara no ando mal, tengo los ojos verdosos y un pelo largo color castaño. Me malhumore y cogiendo otra maleta decidí subirme para no bajar en un rato.
Al llegar arriba elegí mi habitación, colgué mi ropa en el armario y me puse mi bikini, una camiseta de tirantes y un pareo, y me dispuse a bajar a la playa aprovechando que mis padres tenían que ir hacer unas gestiones. Así estaría sola. Al llegar abajo comprobé que el cocinero volvió a dirigirme un piropo:
- Eso si que es un cuerpo y no el de la policía. ¡¡¡¡Mira que tienes delito niña!!!!
Le mire dirigiéndole una cara de enfado por su nuevo piropo falso, ojalá fuese verdad lo que me decía.
Me dirigí a la playa sin dejar de pensar en su piropo y una sonrisa salía de mi cara, y me dije a mi misma:
- Que mas da, al menos yo si me alegro la vista viéndole a él.
Me eche mi protección solar, y me fui a bañar, el agua estaba riquísima, ni fría, ni caliente, en su temperatura justa, mi cuerpo lo agradeció mucho, me fui a la toalla y me dispuse a tomar el sol. Estaba pasándolo bien, no podía ser, algo saldría mal.
¡¡¡¡¡¡¡YUJUUUUUUUU!!!!!!!! Niñaaaaaaaaaa, ¿pero desde cuando estas aquí? No me puedo creer que vallas a pasar aquí el verano.
Dios mío, yo tampoco me lo puedo creer.
¡Horror! Era una antigua amiga mía, tenia cuerpo para ser modelo, atraía a todos los hombres hacía a ella. Incluso los chicos se dirigían a mi solamente para preguntarme si mi amiga estaba libre. No podía ser, con lo mal que me cae y allí estaba ella, con su cuerpazo y su pijería encima. No tiene personalidad, se preocupa mas por peinarse que por ayudar a sus amigos. Eso es algo que me pone enferma.
Insistió en acompañarme al apartamento y así ir a buscarme para salir, ya que ella había ido con sus padres y prefería estar con una amiga. Yo prefería estar sola, pero tampoco era plan de ser una borde. Así que acepte.
Al llegar al portal, me pare en las duchas de abajo y me quite la arena antes de subir, volví a oír al camarero silbarnos, pero esta vez no estaba solo, sus compañeros estaban con él. Yo me decepcioné aun mas porque sabia que todos se dirigían hacia mi amiga.
Pasaron un par de días y todo seguía igual, aburrido y triste. Nada me divertía, y nunca tenia un momento de paz.
Al salir una mañana de la playa antes de comer, mi padre me propuso invitarme a una coca-cola fresquita en el bar, yo acepté porque tenia mucha sed. Mi padre empezó a andar feliz de ir con su hija algún sitio, la verdad es que les hacía feliz con tan poco, debía ser mas abierta con ellos para que no sufrieran tanto. Por un momento olvidé mis penas hasta que ..... ¡Horror! Era el restaurante del cocinero que me decía piropos. Me entraron escalofríos por todo el cuerpo y unas ganas inmensas de salir corriendo, pero en lugar de eso aguante el tipo y me quedé junto a mi padre.
Me sirvieron la coca-cola y del cocinero no había ni rastro, desde dentro no se veía la cocina, era raro que me sintiera decepcionada por eso, total... solo era un gracioso. Estaba ausente en mis pensamientos cuando mi padre me interrumpió:
Esta es mi hija. La pequeña. decía mi padre presentándome a los camareros.
Muy guapa. Se parece a su madre. contestó el camarero.
No dejaban de hablar de mi y no pude evitar ponerme roja de vergüenza, de repente oí un golpe, cuando miré vi al cocinero q me silbaba en el suelo, se había caído. El camarero empezó a gritarle que era un inútil. El cocinero me miró y bajando la cabeza se puso colorado de vergüenza.
- No trates así al chico hombre. Protesto mi padre.
Ese mismo día me enteré de que el cocinero se llamaba Pablo y era el sobrino del dueño, y el dueño es el camarero gritón.
Por fin sábado, y yo sin nada mejor que hacer que salir con mi querida amiga la pija a bailar a una discoteca no muy grande que posiblemente estaría llena de ligones de playa. Me puse un vestido y una chaqueta negra por si hacia frío. Primeramente íbamos a ir con mi familia y la de mi amiga a tomar un helado, y después mi amiga Lorena y yo nos iríamos a bailar por nuestra cuenta. Pero una vez mis planes cambiaban de rumbo a peor, al llegar a la heladería vimos en una mesa a Pablo con su tío (el cocinero), y mi padre se puso a saludarlos así que cogieron mesas y sillas y nos hicieron sentarnos junto a ellos. Lo peor es que Pablo no dejaba de mirar a Lorena, era horrible, sentía una especie de celos con aquel chico, no me lo podía creer. Nos comimos el helado y al terminar Lorena y yo nos despedimos para irnos ya, mi padre me paró y me dijo que nos lleváramos a Pablo, el tío de Pablo al oír esto se puso contento y empezó a dar codazos a su sobrino diciéndole:
- A ver que haces con estas dos bellas damas.
Por lo que el pobre Pablo no tuvo opción a elegir. Tampoco se le veía cara de disgusto, no dejaba de mirar las piernas de Lorena...
Durante toda la noche estuve con la copa en la mano, apartando de mi los típicos ligones que van borrachos o burlones, Pablo parecía pasarlo bien junto a Lorena. Llego la hora de irse, y acompañamos primero a Lorena a su apartamento, y luego Pablo insistió en acompañarme a mi. Le pedí que no lo hiciera, porque no tenia intención de irme tan pronto a la cama, solo quería oír las olas del mar, y ver las estrellas en la arena de la playa. Con una sonrisa me dijo que a eso se apuntaba él también.
No pude negarme porque algo dentro de mi se alegro de que él me ofreciera su compañía.
Estábamos los dos a solas con el mar, sentados en la arena lejos de la multitud, pero ninguno pronunciaba ni una sola palabra. Él empezó a moverse del sitio echándose para atrás, yo ni siquiera le miraba. Estaba inmersa en mis pensamientos. Hasta que note una suave brisa pasar por mi nuca y cerré mis ojos, luego empecé a notar algo húmedo acariciándome la oreja, rozándome el cuello con suavidad, en seguida supe que era él besándome por detrás, y yo simplemente me estuve quieta dándole paso a que siguiera con sus suaves besos en mi piel. Siguió besándome mientras sus manos me abrazan bajando hacia mi pecho que empezaba a ponerse duro deseando abandonar la ropa que los cubría. Eche mi cabeza hacía atrás y su lengua recorrió mi mejilla hasta llegar a encontrarse con mi boca.
Me dio un beso largo, húmedo y perverso haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera y sin darme cuenta de que mientras mi vestido cayó dejando mis pechos al descubierto. Bajo su boca hasta mis pezones y comenzó a besarlos y a mordisquearlos como si fuera un niño con un chupete nuevo. Mi cuerpo ya no me pertenecía, así que lo único que yo podía hacer era no resistirme a él. Me tumbo sobre la arena sin dejar de besarme el pecho, se poso al lado mío y comenzó de nuevo a besarme en la boca. Esta vez el beso decía claramente que él estaba dispuesto a cualquier cosa por no dejarme ir. Su mano me acariciaba los muslos y comenzaron a explorar mas adentro. Consiguió despegar mi tanga de mi cuerpo. Y su boca abandonó la mía para explorar mi sexo que estaba húmedo y caliente. Paso su lengua por mi rajita haciéndome soltar un gemido y apretar mis manos contra su cabello haciéndole que se perdiera en mi interior. Su lengua jugaba con mi clítoris, lo chupaba, se lo metía entre sus labios, lo succionaba mientras introdujo dentro de mi un dedo, comenzó a moverlo suavemente hasta, mientras iba subiendo rápidamente la velocidad de su movimiento en mi interior, metió un dedo mas para acompañar al otro y lo consiguió sin ningún tipo de problemas. Yo estaba a punto de estallar en un orgasmo, hasta que se detuvo sacando de mi su boca y sus dedos.
Me miró a los ojos, y quitándose los pantalones se posó encima de mi cuerpo que deseaba tenerle dentro, pude notar como su miembro estaba duro al chocar contra mi caliente coñito, poso una pierna mía en su hombro e introdujo fácilmente en mi la dureza de su pene. Comenzó a darme un bombeo rápido y fuerte. Yo le cogí con mis manos su culo que no dejaba de moverse, él con su mano se agarro fuertemente a mi pecho. Ninguno de los dos podíamos parar de gemir de placer.
Entre gemidos y suspiros yo termine con un inmenso orgasmo como jamás hasta entonces había sentido. Mi coño no paraba de palpitar de placer. Él la saco corriendo hasta llevarla a mi boca, recibiéndola con mi lengua acariciándola y chupandola fuertemente, no me dio mucho tiempo a jugar con ella porque note unos espasmos en su cuerpo seguidos con chorros de su semen, no le deje ir hasta dejársela bien limpia, me trague todo su semen volviéndole loco.
Nos quedamos unos minutos tumbados en la arena de la playa mirando las estrellas, sin omitir palabra alguna.
Y esto fue sin duda lo que marco que aquellas vacaciones fueran diferentes, la cosa no quedó ahí, pero eso ya es otra historia que quizás algún día os cuente ;) besitos.