Unas relaciones laborales muy particulares
Las sorprendentes relaciones laborales en una empresa entre sus ejecutivos y sus secretarios.
RELACIONES LABORALES MUY PARTICULARES
Gracias a la crisis, en mi empresa somos cada vez menos personas currando, pero el volumen de trabajo se ha multiplicado exponencialmente, por lo que menos personas tenemos que hacer más trabajo. El estrés que eso nos ocasiona a los que quedamos es enorme, como os podéis imaginar. Mi jefe es un tío casi sesentón de muy buen ver, mide 1,80, pelo gris, con gafas, con una sonrisa seductora, y con una personalidad tremenda, y con un cuerpazo tremendo a pesar de la edad. Es viudo y no tiene hijos. Cuando viene al trabajo viene impecablemente vestido y afeitado, con traje, camisa y corbata. Y no sé como se las apaña, pero los pantalones siempre le marcan a la perfección el culo y el paquete. Cuando se reclina en su sillón de manera relajada, se le marcan unos cojones enormes.
Yo me llamo Enrique, estoy recién entrado en la cuarentena, soy moreno, mido 1,75, mi cargo en la empresa era el de Director de Recursos Humanos, soy gay desde que era un gameto en los huevos de mi padre, y cada vez que a mi padre le dolían los cojones era porque yo me estaba follando a todos los gametos masculinos de sus huevos y, a su vez, todos los gametos me estaban follando a mí. Y, hasta que nací, mi padre siempre se quejó de un fuerte dolor de sus cojones Pero bueno, a lo que iba.
Siempre me han excitado muchísimo los hombres más mayores que yo: comerme la polla de un macho de cuya polla pude salir yo, notar su semen dentro de mí me pone muchísimo. De hecho, a mi me gustaba ducharme con mi padre, y sentir su piel desnuda rozando la mía, ver su masculinidad, notarla a mi lado en la ducha
Por la reducción de personal, y al jubilarse el anterior Director General, mi Jefe me nombró Director General, fusionando ese cargo y el de Director de Recursos Humanos, por lo que no solamente me encargo de todo lo relacionado con el personal, si no que la gestión diaria de la compañía, todo lo relacionado con su agenda y actividades, y la coordinación de todo el equipo de Presidencia de la Empresa está a mi cargo.
Al entrar en el sancta sanctorum de la empresa, tuve acceso a las instalaciones más exclusivas de la empresa. Al tomar posesión de mi nuevo cargo, mi jefe (al que vamos a llamar Manuel), me enseñó mi despacho, y me guió al WC exclusivo de la Alta Dirección: Una instalación enorme, con 4 urinarios y 4 tazas WC, con una enorme cristalera que da al exterior, con la ciudad a sus pies, y separado todo por láminas de cristal, tanto las paredes entre las tazas WC, como entre los urinarios, de manera que la intimidad no era posible, y una enorme pantalla de televisión que emitía imágenes de pornografía gay a todas horas, y con un dispensador de condones en cada taza de WC y en cada urinario, y que se encuentra justo en medio de ambos despachos, cada uno con más de 150 m2, diáfanos y funcionales, con mobiliaria moderno, de diseño ultramoderno, con todos los adelantos posibles, y con un mobiliario cómodo, y cuya comunicación interior es a través del WC.
"Qué, ¿te gusta lo que ves?" (me preguntó)
"Pues sí, de verdad que sí" (respondí) "tiene un diseño muy límpido, pero no hay intimidad ninguna"
"¿Para qué quieres intimidad aquí?" (me responde) "Tú, yo, mi secretario, tu secretario somos hombres y tenemos lo mismo en los mismos sitios. Algo más grande, algo más pequeño, pero lo mismo"
"Bueno, dicho así por mi parte no hay problemas. Era solamente la sorpresa " (respondí).
"Pues aprovechando que estamos aquí, vamos a echar nuestra primera meada juntos" (dijo), y dicho y hecho: fue hacia un urinario, se desabrochó la bragueta, echó un poco el culo para atrás, se metió la mano en la entrepierna, y se sacó entero su voluminosa polla y sus enormes cojones, y empezó a mear. Como es natural, yo hice lo mismo en el urinario de al lado.
"Menudo pollón gastas: has tenido que echar el culo bien para atrás para sacarte toda la verga y eso que también tienes un culazo "" (va y me dice, mirándome con lascivia)
"Como soy tu subordinado, y estoy a tus órdenes, no solamente pongo mi intelecto, conocimiento y capacidades a tu disposición: TODO mi cuerpo también es tuyo, y quiero que te pertenezca." (le respondo). Y, en ese justo instante, me vuelvo hacia él, sin meterme el paquete dentro del pantalón, con mi polla y mis cojones fuera, y le pregunto:
"¿Lo quieres sólo para ti?" le digo mientras bajo las manos alrededor del contorno de mi cuerpo, como ofreciéndoselo.
"Si no me lo ofreces de verdad, no lo entregues, porque sería lo mismo que ofrecer un helado de fresa a un niño, acercarlo a los labios y retirárselo de golpe", va y me dice.
"Pues para que veas si es de mentira, vas a verlo por ti mismo", y en ese justo instante, empiezo, lentamente, a quitarme la ropa despacito, y de la manera más sexy posible, cerca de él, rozándole con mi cuerpo, hasta quedarme completamente desnudo delante de él, con las piernas abiertas y los brazos extendidos, y le dije: " Ahora, haz conmigo lo que quieras: Soy tuyo todo entero. Mi boca es tuya, mis manos son tuyas, mi polla es tuya, mis cojones son tuyos, mi culo es tuyo. Méteme lo que quieras donde quieras cuando quieras. Pellízcame los pezones; apriétame los huevos; méteme lo que quieras por el culo. Quiero ser tu puta y que hagas conmigo lo que te salga de tus cojones" .
La excitación de mi jefe, según iban transcurriendo los segundos de todo este espectáculo, iba in crescendo: los vellos de su cuerpo se pusieron tensos, la respiración se le entrecortaba, las pulsaciones se le aceleraron, se le enrojeció el pecho y la cara, y el volumen y el tamaño de su pene y sus testículos se hicieron enormes, alcanzando unos tamaños sorprendentes.
Obediente ante mi evidente ofrecimiento, extendió su mano y, con suavidad extrema, me cogió de mis cojones y de mi polla, y me atrajo hacia sí. Yo puse mi mano en sus huevos y apreté fuerte, diciéndole: "Así me tienes que apretar los cojones, cabrón, así, como un hombre" , dejándole dolorido y doblado de dolor sobre sí mismo. Buen alumno, cuando se recuperó, se acercó viril hacia mi, con su brazo poderoso me atrajo hacia si con fuerza y, con la otra mano, me apretó bien fuerte los cojones, como se le hace a una putita rebelde. En cuanto le sentí, y noté que me trataba como quería que lo hiciera, me abandoné del todo, me tumbé en el frío suelo, me abrí completamente de piernas para facilitarle al máximo la operación, hasta que noté todo el dolor, en mis cojones, que quería notar de mi dueño. Al sentirlo, le dije "Vamos, maricón hijo puta, cabrón, sé un buen macho y aprieta bien los cojones de tu macho" En un momento dado, ese enorme dolor se convirtió en un orgasmo enorme, que fue como una explosión. Mi erección fue enorme, y la explosión de mi semen alcanzó de lleno la cara de mi jefe. Goloso, llevó con la mano todo mi semen hasta la comisura de los labios y allí, con la lengua, lo saboreó con deleite, hasta que lo lamió todo. Una vez saboreado, me miró directamente a los ojos, y va y me dice:
"Mas. Quiero más Leche de Macho. Quiero beberme toda tu Leche de Macho que saques de tu polla. Y la quiero YA".
Como yo tengo una facilidad enorme de recuperación de mi semen, le dije que, en media hora, tendría más, que esperara esa media hora pues necesito fabricarla. Y, en efecto, pasada esa media hora, me empecé a hacer una paja y, cuando tuve mi polla tiesa, mi jefe cogió mi verga con fuerza y violencia, la atrajo hacia sí y empezó a chuparme la polla con desesperación y, en efecto, resultó cumplido su deseo: mi polla volvió a explotar con violencia, pero esta vez dentro de la boca de mi jefe, y mi semen inundó su boca y su tráquea, hasta que mi semen le rebosó como una fuente por las comisuras de los labios.
Después de esa sesión láctea, me dirigí a mi jefe, y le pregunté:
"¿Qué, satisfecho de mi Leche de Macho?"
"Si (respondió ), aunque necesitaré más dentro de un rato, por ahora está bien. La mejor Leche de Macho que he probado nunca (y he probado unas pocas ). Por eso, te digo una cosa: Quiero que seas mi vaca particular, y quiero tu leche para mí. A partir de ahora, puedes disponer para tu propio uso de 3 de cada 10 pajas que te hagas. Pero el resto, son para mi uso y disfrute. A partir de hoy, vives conmigo, y solamente estarás vestido cuando vengamos a trabajar, cuando hagamos alguna visita comercial, o cuando vengan a vernos. El resto, estarás desnudo, y tu polla estará disponible para mí cuando yo quiera. A cambio, podrás hacer con mi culo, mis cojones y con mi polla lo que quieras"
"Es decir (le digo) , que como soy tu macho, mi leche es tuya y quieres exprimirme la polla como si fuera un surtidor de gasolina "
"Lo has entendido perfectamente (me dice). ¿Algún inconveniente?"
"No, ninguno (le digo) ser el macho de la pareja tiene privilegios, pero también algunas obligaciones, como la de alimentar a tu pareja. Acepto encantado el acuerdo."
"Por cierto (le digo ), en todo este escenario ¿Qué pintan nuestros secretarios, aparte de llevar nuestras agendas, filtrar las llamadas, y todas las demás funciones de un Secretario de Alta Dirección?"
"Nuestros secretarios (me dice ), uno es rubio y otro moreno, miden 1,85, pesan 80 kg, están cachitas, con sus culos redondos y duros y sus tabletas de chocolate supermarcadas, tienen unos paquetones de muy señor mío, y tienen dos vicios cada uno: la perfección en su trabajo (son cada uno los mejores en su ramo) y el sexo: son los tíos más sexualmente viciosos del mundo mundial, no tienen límites en su vicio sexual, y se llaman Pablo y Ricardo. La empresa les paga un plus especial de fidelidad por la alta calidad de su trabajo, y otro plus por estar siempre dispuestos a satisfacer nuestras pulsiones sexuales.
Te dejo que elijas como secretario al que quieras: Pablo (el rubio), o Ricardo (el moreno)."
"Si puedo elegir (le dije) , preferiría a Ricardo, pues los morenos siempre me han parecido más machos y masculinos que los rubios, que me parecen más femeninos."
"Vale (me dice), entonces Ricardo para ti, y Pablo para mí"
Acto seguido, se dirigió al interfono y, a través del mismo, dijo a Pablo y Ricardo que vinieran con al despacho, para presentarles al nuevo Director General de la Empresa, y quien iba a ser su jefe inmediato. Cuando entraron, me di cuenta que la descripción de Manuel acerca de Pablo y Ricardo era exacta. Dos chulazos de escándalo se pusieron ante mi vista.
Dirigiéndose a ellos, Manuel (mi Jefe) va y les dice: "Este es Enrique, a quien ya conocíais, y que a partir de hoy, a su responsabilidad como Director de Recursos Humanos sumará la Dirección General de la Empresa, estando solamente yo por encima de él, y todos los demás cargos de la Empresa supeditados a él. Ricardo ha quedado asignado como el Secretario del Director General. ¿Alguna pregunta?" , dejando la pregunta en el aire.
Como respuesta, se acercaron ambos con una sonrisa, y me dieron un fuerte apretón de manos y un abrazo, que me hizo sentirme bienvenido. Manuel va y añade: "Para celebrar el nombramiento, vamos a hacer una pequeña fiestecita en mi despacho, el Despacho de Presidencia, con un catering que hemos contratado, y donde podremos conocernos los cuatro mucho mejor y más relajados. Vamos, chicos" , yendo inmediatamente después de eso al Despacho de Presidencia, seguido por nosotros tres.
Allí, los 4, solos, tomamos unas copas y picamos algo de comer, aprovechando para conocernos mejor. Cuando conseguimos dejar atrás el ambiente frio propio de una fiesta entre jefes y empleados, y teníamos ya la reunión propia entre cuatro hombres, satisfechos con la comida, y alegres y desinhibidos por la bebida, Manuel, de pronto, va y dice: " Chicos, no sé vosotros, pero yo tengo un calor tremendo, y me voy a poner cómodo " y acto seguido se quitó la chaqueta, la camisa y la corbata, enseñándonos su peludo y varonil pecho. Como la verdad es que el calor reinaba en el despacho (a pesar de que el aire acondicionado estaba a 16º), tanto Pablo, como Ricardo, como yo, seguimos acto seguido su ejemplo. Pablo tenía un torso esculpido a cincel y con una mata de vello rubio y espeso que le subía desde los genitales y le cubría todo el pecho. Ricardo, sin embargo, tenía una ligera pelusa. Manuel cogió de los pezones a Pablo, le atrajo hacia sí, y le dio un morreo en los labios que le sacó la lengua por la nariz. Ricardo se acercó a mi, me cogió del culo, me puso contra la pared, me bajó violentamente los pantalones, y me hizo una mamada como nunca antes me hizo nadie: yo creí morir de gusto. Cuando me repuse, le cogí con violencia de los cojones a Ricardo, le atraje hacia mi, y mientras le metía la lengua en la oreja le iba apretando los huevos, simultaneando a la vez el dolor y el orgasmo. La cara de Ricardo iba cambiando, simultaneando ambas cosas, hasta que ví que superaba la barrera del dolor, y le venía uno de los mayores orgasmos que había tenido en su vida con toda seguridad: su semen salió con violencia y potencia de la punta de su polla, y le cayó en la cabeza. Mientras tanto, Pablo y Manuel habían ido haciendo otro tanto.
Una vez que todos nos habíamos corrido, caímos exhaustos en el cómodo tresillo, desnudos y espatarrados, casi sin fuerzas ni para acariciarnos. Cuando nos repusimos, empezamos a besarnos y acariciarnos todos con todos. Una vez repuestos de la exhaustiva sesión de sexo, y con nuestras pollas pidiendo guerra, Pablo, Ricardo y yo cogimos a Manuel de los cojones, le tiramos al suelo, nos pusimos en círculo alrededor de él y, cuando estuvimos a punto de corrernos a la vez, nos corrimos todos encima de él, entregándole a nuestro jefe lo mejor de nosotros mismos: nuestra Leche de Macho Conjunta.
A continuación, Pablo y Ricardo se pusieron unos pañales de adulto, y empezaron a comportarse como bebés: Manuel y yo nos levantamos, nos acercamos, les dimos caricias, les dimos un biberón a cada uno, les dimos su palmadita en la espalda después de comer para que eructaran, y les cambiamos los pañales, limpiándoles el culito y la pilila, con sus pañales limpitos. Pero como lloraban a pesar de todo, les acercamos a nuestros pechos, y dejamos que chuparan un ratito de nuestras tetas peludas. Cansaditos, se durmieron, les pusimos juntitos en las cunitas (especiales, dado que son adultos) juntitos para que no se sintieran solitos, al lado de la cama de los papás, y nos fuimos Manuel y yo a la cama para dormir la siesta después de una sesión agotadora. Al cabo de un rato, Ricardo se despertó asustado y me pidió haciendo pucheros que tenía miedo y si podía venirse a la cama, y le dije que sí. A los 5 minutos, Pablo había hecho la misma operación que Ricardo, por lo que ambos estaban con nosotros en nuestra cama.
La verdad sea dicha es que, en ese ambiente de trabajo, se trabaja bastante confortablemente y, desde aquel día, dichas escenas se han repetido hasta el día de hoy mismo, a plena satisfacción de nosotros 4, pero eso es ya otra historia.