Unas manos intrusas
Aquella chica, de hermosura inigualable le produjo un orgasmo que podia alargar las manos y saludar a Dios, abrir los brazos y abrazar al mundo.
UNAS MANOS INTRUSAS
En el aturdimiento de mi siesta del mediodía sentí en mi cama una presencia femenina extraña, pero que irradiaba armonía, me suministraba confianza y aceptación. Primero sentí unas manos tan tersas que podía jurar que fueron creadas a partir de las nalguitas de un bebe, que me acariciaban el cabello desde la frente hacia atrás, luego deslizaba su tibia tersura por mi nariz hasta llegar a mi boca donde introdujo un dedo índice, en ese instante fue que sentí un aroma exóticamente seductor que conocía desde un tiempo no muy lejano. Con la misma suavidad y de manera automática, empecé a chupar aquel dedo suave sin saber aun de quien se trataba. No quise moverme, temía que fuera un sueño hermoso y un movimiento brusco me despertara.
Sencillamente decidí seguir el enredo, al que le agregue otro, adivinar a quien pertenecían aquellas manos intrusas, delicadamente menudas, cuya propietaria se había introducido subrepticiamente en mi cama para jugar al erotismo conmigo. y logre deducir que eran unos dedos largos, gruesos, terminados en punta, con uñas largas recortadas, muy suave, juveniles, aquella singular suavidad me sugería que su dueña era muy joven, y que no había hecho trabajo domestico. En esas disquisiciones de nuevo penetro en mis adentros aquel aroma sugestivo y entonces recordé la única chica conocida que lo utilizaba y no lo podía creer. No podía entender que fuera Patricia quien estuviera en mi cama, a pesar de que esta mañana fue la primera vez que me sonrió en la Universidad sin habérselo pedido.
Patricia es considerada la summa summarum de las chicas en la universidad, la mas bella, inteligente, graciosa, aplicada y la mas querida, además es la única millonaria, aunque su aceptación general se debe a su humildad, a su manera de ser que no distingue a nadie y distingue a todo el mundo. Es la única chica que se lleva bien con todos. Las hembras hacen filas por estar al lado de ella y nosotros, los varones, nos hemos peleados para abrir la puerta de su Mercedes blanco descapotable a la hora de su llegada o partida de la Uni, y hemos soñado alguna vez con poseerla o en sumergir nuestras ilusiones en sus enormes ojos azules, lo mas hermoso de la tierra, según los que han viajado a la capital y aquellos que han leído muchas revistas del corazón.
Y todo parece que si, o yo deseaba que fuera así, que fuera ella quien, soñando o no, me estuviera proveyendo de aquella felicidad tan grande. y afirmo esto porque cuando una de sus manos se introdujo lentamente por mi barbilla, acariciándola suavemente, al hacer el movimiento para que la otra mano alcanzara mi pecho, un selva enorme de cabellos aun mas suaves que sus manos rodearon mi rostro, y mi pecho se sacudió cuando experimentó el calor y la tersura de unos senos tibios, grandes y naturales Conocía a todas las chicas del pueblo y ninguna tenia esos senos imponentes ni los cabellos tan largos y sedosos como ella y eran esos mismos cabellos que corrían desde mi rostro, por encima de la almohada hasta descansar en la cama. Maravillado de haberla reconocido me decidí a abrir los ojos, cuando oí aquella voz como si viniera del cielo:
-No abra los ojos, Nacho. Si lo haces echara todo a perder-.
Era ella y recordé sus enormes ojos azules a los que unas cejas singularmente arqueadas le daban un tono triste, soñador, como su voz ahora, que era una mezcla incomprensible de sensualidad, ternura y compasión.
-Si claro, por supuesto que no los abriré-
y libere mi cuerpo semidesnudo a expensa de aquellas manos santas las que ahora acariciaban mi pecho como se acaricia a un cachorrito recién nacido, esperando que por el amor de Dios siguieran bajando porque a esas alturas ya mis sensaciones empezaban a agitar mi cuerpo envolviéndome en delirios alucinantes, saboreando cada milisegundo, cada simple movimiento de esas manos intrusas.
Voltee dócilmente sin abrir los ojos hasta colocarme totalmente de frente al techo, alargando todo lo que alcanzaba mi cuerpo, ofreciéndole todo el espacio, como invitándola a que experimentara con mi cuerpo trémulo lo que sus arrebatos juveniles les ordenaran, y a riesgo de despertar, si fuera un sueño coloque ambas manos sobre las de ellas mientras acariciaba mi torso y mi ombligo. Acariciaba y averiguaba, revelándoseme unos brazos fuertes pero delicados, salpicados de unos vellos tenues que corrían hacia unas muñecas finas donde nacían aquellas manos esplendidas que terminaban en esos dedos santificados.
Asimismo, palpe la sangre que circulaba ardiententemente por sus venas. Esas manos, ya conocidas, se quedaron mimando gradualmente el área de mi pecho, mis costillas, ascendiendo a veces hasta mi cuello y luego resbalando un poco mas abajo del ombligo. Note que cada vez que descendían por debajo de mi ombligo los poros de aquellos brazos suaves y esbelto se dilataban. Los míos no, porque a pesar de mis delirios, aun no había ingresado en un apetito carnal propiamente dicho, ya que estaba ensimismado en el pensamiento de aquel rostro tan hermoso que me deparaba imágenes pastoriles de una belleza inusitada, con unas ganas inmensas de que ese momento se eternizara.
Finalmente se deslizaron tersamente por la parte superior boscosa de mi enclaustrada intimidad, agitándose con ímpetu, y sentí el temblor de aquellos dedos en el momento en que arribaron al yacimiento que celosamente guarda mis diamantes mas preciados. y por primera vez oí un rumor, una queja, un gemido hermoso que me pareció lejano y tan cerca de mi que violento un poco mi pasividad.
-Te quiero tanto Nacho!-
Le iba a decir que yo también, y me puso un dedo en los labios, recordándome:
-Por eso te suplico que no abras los ojos-
-pero ..- trate de preguntar.
-Shhhhh, tampoco hable, guarda silencio para que puedas apreciar mejor el sonido de mis besos-
-No los abriré-, repetí resignadamente.
Y aquellos dedos de aquellas manos intrusas juguetearon con mis joyas de todas las maneras posible, produciendo que un calor indescriptible que se me iba acumulando en el pecho, para no explotar empezara a escurrirse hacia abajo, sentí cuando tropezó con las plantas de mis pies y volvía a subir, expandiéndose en cada partícula de mi cuerpo, en ese momento me di cuenta que me contorneaba de manera gradual y lentamente al ritmo de aquellas manos sagradas, mi respiración se hizo mas rápida y escuché de nuevo aquel quejido de satisfacción y aunque mi cuerpo permaneció contorneándose, aquellas manos se habían ido.
Entonces aprecié una lengua suave, caliente, empapada de saliva paradisíaca que auscultaba todos los rincones de mi oreja izquierda, y ese rumor jadeante como si proviniera de una estrella. Mi cuerpo se alargo aun mas, debí crecer algunas pulgadas cuando lance mi cabeza y pies al máximo que alcanzaba mi estatura. Sin reponerme del extraordinario goce que me producía aquella lengua, su cuerpo escultural, delgado, oloroso y desnudo se desparramo encima de mi alargada figura y aquel boscaje de vellos pubicos, como diminutas agujas traspasaban mi carne y herían casi a muerte mi alma.
Enterró la tibieza de su hermosos labios con su aliento de rosas dentro de mi boca, en un beso que se prolongo hasta quedarme sin respiración, y luego empezó a deslizar el calor y la humedad de aquella boca anhelante a través de mi cuerpo hasta llegar allí. Tuve el temor de morir al sentir aquel frío del cielo, un frío de dioses. Aquellos hermosos labios engarzaban con su calor y su humedad exquisita la punta de mi diamante mayor y se resbalaban gradualmente en movimientos circulares regulados, que solo abandonaban un segundo para decirme:
- Te quiero Nacho-
Al vaivén del movimiento de la saliva quemante de aquellos labios frenéticos de pasión explosione, llore como un niñito, y sentí que venia de ella un suspiro de agrado que ya no me era ajeno, nada me era ajeno, podía alargar las manos y saludar a Dios, podría abrir mis brazos y abrazar al mundo, exigirle a las estrellas que me sonrieran y adquirí el poder de oír con el corazón, no con los oídos, el rumor de las gotas de lluvia que se deslizaban suavemente por las rejillas de la ventana.
-Te quiero Nacho, volveré tan pronto me sea posible para que terminemos lo que acabamos de empezar. Pero no abra los ojos hasta que no estés seguro que me marche-. Regresare, Nacho, no lo dudes ni un instante-.
Así lo hice. Escuche perfectamente la partida de su mercedes descapotable. Abri los ojos, mi felicidad era enorme y hubiera jurado que fue un sueño si aquellos largos pelos rubios de su hermosa cabellera, aquellos vellos agarrotados perteneciente a su exquisita intimidad, aquella humedad seminal que agarrotaba el cobertor de mi cama, y aquella tarjetita: Patricia Reyes . Móvil 666-6666 no hubiesen sido testigos mudos de que la Reina indiscutible de la sociedad estuvo esa tarde maravillosa conmigo.
No salí de nuevo, mi felicidad era tan grande que decidí ver la tele, la que no encendía desde el pasado verano. Me encontré con una noticia muy extraña, que hablaba de seis hombres jóvenes, todos universitarios que habían sido encontrado muertos, acuchillados en sus camas. El ultimo de ellos, antes de morir había relatado en el nosocomio que una chica bellísima, con unos ojos tristes bañados de un azul intensamente brillante se había introducido en su cama para hacer el amor, pidiéndole todo el tiempo que no abriera los ojos, cuestión esta que no pudo evitar.
Al abrir sus ojos, la hermosa muchacha le dijo: - lo siento, no es mi culpa, te lo buscaste- creciéndole repentinamente las uñas de ambas manos convirtiéndose en diez dagas afiladas, logrando clavar los dedos asesinos con todo y mano en su estomago, dejando sus vísceras al aire.
De pronto entendí el Numero de móvil tan extraño, y mi cuerpo volvió a temblar, no de miedo, sino de una nueva satisfacción, no solo fornique con Patricia Reyes, la reina de la Uni y de la sociedad, sino también con la hija del diablo, y la esperare, y afrontare con ella, la otra, la verdadera fornicacion, donde saboreare sus néctares y penetrare sus profundidades diabólicas. Ahhh, no importan las consecuencias.
JOAN CASTILLO
05-06-2004.