Una viuda en el Club de Las Patatas Calientes

Una historia de una viuda en en club nocturno

"No hay carga más pesada que la mujer liviana"

Cervantes Saavedra M.  Escritor Español(1547-1616)

Aquella nación, en que en tiempos lejanos no se ponía el Sol, ahora, después de siglos, tuvo que rendirse ante la evidencia de que estos, eran sólo recuerdos, de nostálgicos con sus banderas al viento y enormes rios de sangre derramada, por los hijos de una patria, cuyos dirigentes enviaron al sacrificio. Mucho tiempo después, los descendientes de aquellos historicos mandamáses continuarían con sus sueños imperiales, pero afortunadamente para los descendientes de los desfavorecidos que dieron su vida, en estos tiempos no fue necesario entregar su vida ni su sangre. Los tiempos habían cambiado, ahora ya sólo tenían que rascarse los bolsillos para pagar las colosales facturas de las obras de autopistas sín tránsito, aeropuertos sin aviones, y un largo listado como la guia teléfonica de la India.

Doña Celestina, afortunadamente para ella, se quedó dormida en el sofá, escuchando todas las burradas que soltaban desde el televisor, de aquel país donde según decían nunca se ponía el Sol. Su entrada al mundo de los sueños fue mucho más placentera que aquellas noticias repetían una y otra vez lo que mandaban los poderes fácticos de sus vasallos, que no se cansaban de escucharlo aunque fuesen cruentas guerras y hambruna.

Solo habían pasado dos meses desde que doña Celestina habia quedado viuda, a su marido se lo llevó una pandemia que azotó a todo el mundo. Esto para ella supuso una liberación, para tener un marido como el que tenía mejor estaría en el reino de los cielos. Tan pronto como tuvo ocasión, y para no perder el tiempo en conquistas que rara vez acaban bien, se lio la manta a la cabeza y viajó a la ciudad para aplacar las emergencias de su inquieto chocho que no la dejaba vivir tranquila.

Como dinero tenia de sobra, podía permitirse hacer toda clase de locuras que se le antojasen, con 50 años y un cuerpo que quitaba el hipo, probó suerte en las discotecas de la capital para carrozas. Para ella ligar ahí era pan comido.  Pero el género que necesitaba escaseaba. Todos presumían de ser unos galanes pero a la hora de verdad nada de nada.

Fue en una de esas noches locas, cuando doña Celestina, conoció a una dama veterana, y que esta, al saber de sus cuitas, le dijo:

-Tus problemas tienen remedio.

Según le confesó  su reciente nueva amistad, que en el local que ella representaba más de uno y más de dos, con unas pollas como los mangos de un pico. Las pupilas que tengo allí, que tienen los chochos mas anchos que el Ebro, no quieren entrar con esos portadores de carajos tan descomunales, ni aunque les paguen el doble por un polvo.

-¿Qué tengo que hacer si quiero conocerlos?- le preguntó esta sorprendida.

Nati, que así se llamaba la ilustrada dama del club de señoras pecadora, le dijo riéndose que al día siguiente se pasase por ahí que ella estaría para aleccionarla.

-Hoy lunes tengo cerrado y aprovecho para mover el esqueleto por este antro de carrozas. Pásate mañana por ahí- le entregó una tarjeta- Te presentaré alguno de los que mis chicas no quieren.

-¿Y por qué van esos clientes si no les quieren follar?

-Verás, mis pupilas que todas saben latín, les hacen unos trabajitos que les vuelven tarumbas.

Nati contaba su relato más gozosa que los siete enenitos tirándose a Blancanieves. Las hay que hacen unas mamadas que les sacan la leche hasta las cejas. Y también otras les meten la lengua por el culo y no veas cómo quedan los pobrecillos. Pero no les permiten que les destrocen el chocho que es la fuente de su vida.

Doña Celestina, al escuchar esas palabras sintió que se le incendiaban sus peludos bajos. Si que había leído sobre esos escabrosos trabajitos, pero creyó que solo era ficción de los escritores. A Doña Celestina, le entraron deseos irrefrenables de probar aquellas orgías de pollas enormes y lamidas anales, estaba segura de que eso era lo suyo.

A las 7 de la tarde, llegaba a aquel famoso prostíbulo “ El Club de las Patatas Calientes” El ambiente estaba en su punto, la música con más decivelios que un camión cargado de grillos. Un fuerte olor a perfume barato impregnaba el ambiente. En la penumbra los focos giratorios mareaban hasta las perdices. Las risotadas de aquella fauna parecían la Torre de Babel, ella no entendía nada.

Nada más verla Natí salió de detrás de la barra y la dió dos besos como si fueran antiguas amigas.

-Pero mi cielo, si estás hecha un bombón- Celestina llevaba unos elegantes pantalones ajustados que enmarcaban su soberbio culo de jaca andaluza. Su blusa de color blanco contenía sus grandes pechos. Eso era lo que los clientes amaban de las mujeres pasadas de peso.

Nati, la llevó a un camerino, lujosamente amueblado

-Aquí podrás gozar todo lo que quieras- Le dijo más contenta que unas castañuelas por tenerla en el club.

-A los clientes que te presentaré les cobraremos el doble y nos lo repartiremos, tu gozarás como una perra y yo me sacaré una buena pasta.

-Cuando te dije que lo deseaba no era para sacar dinero, pero bueno...

-Anda tonta que no hay nada mejor que los hombres te den placer y encima te paguen.

Solo una hora después había llegado el hombre que Celestina esperaba. Había llegado el cliente que tenía la polla más grande y la manejaba como quería.

-Bien, bien querida Nati vamos a ver que me depara el destino- le contestó Celestina con los ojos de una novia enamorada.

Al cabo de un momento, Nati trajo al hombre escogido para la ocasión. Este sin ser un Adonis tenía planta de leñador, con una espesa barba y unos carnosos labios. Sus peludos y gruesos brazos parecían que supiesen azotar culos grandes y robustos.

Cuando este se bajó los pantalones, dejó a la vista una polla como un mulo todo y estando en reposo.

Este, tan pronto se tumbo en la cama le dijo que a ver como se apañaba para levantarla.

-A veces le cuesta, pero en cuanto se ponga dura sabrás lo que es bueno.

Celestina, comenzó a chupársela con ganas.  No tardó en ponerse dura. Una vez estuvo a punto, aquel semental, le pidió hacer un 69 y succionarla el clítoris.

Doña Celestina había dado con la horma de su zapato. Mientras chupaba aquella polla que no le cabía en la boca, le acariciaba los huevos. Aquello era todo un festín para ella, que no recuerda las veves que llegóa correrse en la boca de aquel hombre.

Sin tregua, este le cambió la posición para montarla. Cuando noto como entraba en su chorreante chocho no pudo evitar pegar un grito de placer al estar ensartada por semejante mango. A cada embestida descubría nuevas sensaciones. Antes de llegar al orgasmo su amante le metió un dedo por el culo. Aquello hizo que sintiera la llamada de una lujuria extrema mientras su amante la llenaba de semen.

Todo y que se resistía a que ese sueño acabase, no pudo evitarlo.

Otra vez la triste realidad le envolvió. En la pantalla de la TV aparecían los enérgumenos de VOX dicendo que ellos arreglarían la nación donde nunca se ponía el Sol. Que todos los demás eran comunistas y chavistas. Un relámpago provocó una descarga eléctrica que silenció aquel TV En la calle comezó a tronar, mientras Celestina intentaba recordar aquel sueño de placer prohibido.