Una visita inesperada, yo Ivonne. 2

No lo podía dejar ir así, no quería dejarlo ir.

Una visita inesperada, yo Ivonne. 2

En verdad muchas gracias por sus palabras, comentarios y demás!, Jijiji. Recuerden que yo le paso sus recados a Ivonne. En una de esas ella misma les contesta! dratentacion gmail com  Son unos adorados!!! Ahora que Ivonne nos siga contando.

Seré capaz? Me escucho decir…

  • Sabes Ernesto

, creo que aún con el café la borrachera no se te baja. Quizá sería mejor que esta noche te quedes a dormir aquí o tendrás una tremenda discusión con tu madre. Yo la conozco, ya me imagino la que arma. Le mandaré un mensaje para avisarle que estas aquí y te quedarás.

  • Eso crees? La verdad es que mamá se pone pesada cuando llego en este estado, dice montones de cosas sobre que no tengo edad y así...

  • Entonces no se discute más, por esta vez te quedas a dormir aquí y mañana será otro día. En mejor estado te presentas en casa y buscas alguna explicación.

  • Ok tía, muchas gracias, de verdad lamento ocasionarte tantas molestias.

  • No es nada, todo sea por mi sobrino favorito.

Ernesto me regala otra de sus sonrisas, y su mirada se vuelve a posar en mi busto. La bata sigue entreabierta. Se me debe ver media teta por lo menos, quizá el pezón también si me inclino un poco más hacia adelante. Descruzo mis piernas y sube un aroma a sexo que emana mi vagina mojada. ¿Llegará a percibirlo?

  • Y dónde voy a dormir? ¿Aquí en el sillón?

  • Nada de eso tontito, eres mi consentido… sonrío y trato de parecer natural aunque me cuesta. Mi plan sigue en marcha. - Podemos dormir los dos en mi cama, es lo suficientemente grande. Sólo promete que no vas a moverte y patearme?

Otra vez sonreímos. Me inclino hacia delante, acaricio maternalmente sus cabellos. Ahora sí, sin duda, se me ven las tetas por completo. Siento los pezones duros, erectos, hinchados, deseosos de ser chupados. En qué terreno me estoy metiendo?

Vamos hasta la recamara y cuando llegamos veo el vibrador sobre la cama. Lo recojo con un gesto rápido, sin comentarios. Es seguro que lo vio, pero no dice nada. Dejo que mi sobrino elija el lado que prefiera y me encierro en el baño. Me miro ante el espejo. Mi rostro está encendido. Qué locura estoy por hacer? Elijo un babydoll de seda color natural, tan corto que apenas cubre mi trasero, de tirantes finos y profundo escote. Mis pezones se me marcan de inmediato en la seda, mi excitación no se puede ocultar. Decido ser más osada aún, y no me pongo tanga. Que pase lo que tenga que pasar, me digo: salgo del baño y voy hacia la cama.

La borrachera de Ernesto es real, ya está dormido, ocupando casi todo el espacio. Se ha dejado sólo el boxer. Me detengo a observar el bulto que hace su pene en reposo. Se le marcan perfectamente los testículos, el tronco y el glande. Con gran esfuerzo resisto el deseo de tocarlo.

Me acuesto a su lado, en un rinconcito de la cama, boca arriba. Mi piel se toca con la de él. Es mi sobrino! Miro su perfil en la sombra, y otra vez el bulto que asoma en su entrepierna. Estoy loca, me digo. Es un chico joven, apuesto, será que en verdad le gustaría tener algo con una mujer mayor y más si esa mujer es su tía? En qué estaba pensando cuando lo invité a quedarse a dormir? Mejor olvidarlo todo.

Me duermo con un sueño intranquilo y despierto al poco rato. Estoy volteada sobre mi lado derecho y Ernesto imita mi posición, pegado a mí como una cuchara a otra. Algo ha cambiado además de nuestra ubicación: uno de sus brazos pasa sobre mi cuerpo, con la mano peligrosamente cerca de mis senos. Además siento que tiene una erección enorme. Está dormido, pero ya saben que a los hombres les suele suceder eso. Quizá tiene un sueño erótico.

De la erección no tengo dudas, otra explicación no hay para esa dureza que siento firmemente apoyada contra mi trasero. Descubro además que mi corto camisón se ha subido un poco, de modo que Ernesto está directamente sobre mi piel.

Toda la excitación vuelve a apoderarse de mí. Me muevo lentamente, como si fuera en sueños, me froto el trasero contra el tronco de carne dura que mi sobrino guarda bajo su boxer. Mis tetas se endurecen, mis pezones van a estallar. El cuerpo pide que le rinda cuentas por aquel orgasmo que dejé pendiente.

Ya no me importa que sea una locura. Giro en la cama, quedo frente a Ernesto, enredo mis piernas con las suyas y mi concha mojada queda pegada contra su muslo. Desato el moño del babydoll sobre mi pecho, mis tetas libres al fin rozan contra su pecho velludo. Mirando su bello rostro dormido muevo las caderas frotándome cada vez con más intensidad.

Siento oleadas de calor, como si tuviera fiebre en todo mi cuerpo. Estoy a punto de alcanzar el orgasmo cuando Ernesto abre los ojos y me mira con incredulidad. No, otra vez no. No voy a quedarme con las ganas.

Tomo su rostro con las dos manos y le doy un beso profundo recorriendo su boca con mi lengua. Él se resiste un poco al principio pero enseguida se abandona y luego responde, tomándome las caderas con las manos. Torpemente, sin dejar de besarlo, le arranco el boxer. Soy todo calentura, nada puede detenerme ya. Le agarro la verga con la mano, está dura como piedra. Lo masturbo un poco con mi mano mientras con la otra saco del cajón del buró un condón. Con la maestría que me ha dado la experiencia, lo abro y se lo coloco en su hermoso miembro palpitante. Lo tomo con mi mano y lo guío hacia la entrada de mi concha y me la hundo con un solo movimiento de cintura. Ahh, me quedo sin aire, llena por fin de aquello que tanto deseo.

Me trepo sobre mi sobrino y empiezo a cabalgarlo con furia, desesperada, como una poseída, clavándome una y otra vez en su verga. Le ofrezco mis tetas para que me las coma, él chupa los pezones con avidez, les da golpecitos de lengua, los estira con los dientes haciendo que mi leche llegue a su boca. Yo me muevo adelante y atrás, arriba y abajo, en círculos, frotando mi clítoris contra la base de su pene. Gimiendo, disfrutando.

Ya no aguanto más. Ernesto lo sabe, es joven pero ya conoce la excitación que provoca en una mujer. Toma mis nalgas, las abre y cierra, sus dedos tratan de llegar hasta mi colita, vuelve a abrirlas y cerrarlas. Ese jueguito me vuelve loca y con un grito estremecido de placer, libero por fin mi orgasmo. En seguida viene otro, y uno más. Ya casi había olvidado cuántos puedo tener casi sin interrupción. De mi sexo corre un rio de mis jugos.

Los músculos de mi vagina se contraen, aprietan al intruso que tengo bien plantado dentro de mí, llenándome toda. Mi sobrino gime, se queda inmóvil, y se vacía con un grito. Puedo sentir el calor de sus chorros de leche directo a mi interior bajo el condón!

Voy descendiendo lentamente de las alturas a las que me llevaron los orgasmos y empiezo a tomar conciencia de lo que hicimos. Acabo de coger con mi sobrino! Una relación completa, con penetración y lo hice acabar dentro de mí. Es una locura!

Ya no puedo mirarlo a la cara, vuelvo a ocupar mi rincón en la cama, dándole la espalda, y lo rechazo cuando viene a acariciarme. Estoy confundida pero también agotada, y me duermo. Eso sí, me duermo complacida, sintiendo en mi interior como se va relajando mi vagina.

Despierto a la mañana siguiente. Mi sobrino sigue junto a mí en la cama, tiene los ojos abiertos y me mira con dulzura. Tengo la impresión de que estuvo toda la noche observando mi cuerpo desnudo en reposo, y eso me halaga. Trato de decir algo pero coloca sus dedos sobre mi boca para que haga silencio. Luego los reemplaza por sus labios, y me besa tiernamente. Se acerca a mi oído y dice:

  • Nadie tiene nada de qué arrepentirse. Lo deseamos los dos, y lo disfrutamos los dos.

Es un sol, lo adoro. Luego se desliza en la cama y se ubica entre mis piernas. Me da un suave beso en la conchita. Saca su exquisita lengua y empieza a lamerme. Pierdo la cabeza nuevamente.

Ernesto me chupa la concha como un experto mientras yo me retuerzo en la cama, gimiendo desesperadamente. Me mete un dedo, yo lo acompaño metiéndome otro. Su lengua no descansa. Otro de sus dedos roza mi ano, que muy pocos hombres han gozado.

Levanto la cadera, froto mi vagina contra su rostro. Mi sobrino toma mi mano, elige uno de mis dedos, el anular y lo dirige hacia mi ano. Sin dejar de lamerme hace que me penetre yo misma, lo mete y lo saca. Voy a morirme de placer, penetrarme yo misma el culo es maravilloso. No resisto más, y tengo otro orgasmo brutal que se lleva todas mis fuerzas. El chorro que sale de mi concha le moja la cara.

Ernesto sube y está otra vez a mi lado. Me ofrece su boca, beso sus labios y chupo su lengua recubierta de mis jugos. Con una sonrisa pícara, me dice:

-Yo ya tuve mi desayuno, y fue excelente.

Bajo hasta su vientre y me encuentro con su poderosa erección. Demoro un instante en observar su hermosa herramienta, que anoche me dio tanto placer. La lamo con delicadeza, recorriéndola varias veces a lo largo. Cuando está toda cubierta de mi saliva me concentro en la cabeza, le doy chupaditas, mordisquitos suaves. Ernesto emite sonidos roncos de placer.

Empiezo a chupar. Su sabor exquisito me provoca a mamarla más y más, con mayor intensidad. Mi sobrino recoge mi pleo, quiere verme cuando se la mamo, quiere verme con su verga en la boca. Yo lo miro a los ojos y sigo chupando. Sí mi amor, claro que sí, mírame con la boca llena de tu carne, acomodo el pene para que se vea que me abulta las mejillas, sigo mirándolo.

Aumento el ritmo, más, más, más. Ernesto estira sus largos brazos, atrapa mi cabeza. No temas mi vida, no voy a retirarme, quiero disfrutar hasta la última gota de tu esencia, nada deseo más que te vacíes en mi cara, la llenes de tu leche. Adoro tu verga de hombre joven. Te regalo la mejor mamada que te hayan hecho.

Mi sobrino grita: Me vengo!!!... y ahora sí me retiro y dispara varios chorros tibios, cremosos. Su leche cae sobre mi mejilla, haciendo que algunas gotas queden en mis labios.

Me deslizo en la cama, busco su abrazo. Toda mi piel está erizada, tiemblo.

  • Es mejor que te vayas… le digo.

  • Sí, pero regresaré.

Me pregunto si me atreveré a repetir este momento único.

Cintunaurá... tal vez.

Besitos

Dra. Tentación