Una visita inesperada - Parte 2

El primer día con Carla en casa transcurre con nuevas experiencias

Capitulo 2

Le di un juego de sabanas, desocupé las cosas que tenía tiradas sobre la cama del cuarto que iba a ocupar y me fui a mi dormitorio.

Esa noche mi cabeza no paraba de dar vueltas a lo que acababa de suceder, por un lado, tenía a Carla durmiendo en la habitación contigua a la mía, una persona que jamás me hubiera imaginado volver a tener en mi casa. Por otro lado, pensaba en lo ocurrido, en cómo me puse, en mí pene entrando en su boca mientras la sujetaba. Intenté encontrarle una explicación, es decir, sabía que lo que me puso así no era la felación en sí, era la forma, sentí cierto dominio sobre la situación, sobre ella.

Había tenido otras mujeres en mi cama aparte de Carla, siempre que he podido me ha gustado experimentar, probar alguna posición nueva, usar algún juguete sexual, etc., pero esto era nuevo. Me daba miedo, morbo y excitación. Me pregunte si podría repetirlo, no sabía cómo, pero quería averiguarlo, tampoco sabía si tendría oportunidad con mi nueva compañera temporal. Mientras no dejaba de pensar note una erección como las de mi época de secundaria, me masturbe y eyacule como si no lo hubiese hecho en días. Después de eso solo me acosté mirando televisión y me quedé dormido.

A la mañana el despertador me saco de mi sueño, volví a la realidad después de unos segundos en que recordé todo lo vivido hacia algunas horas. No tenía que ir a la oficina de forma presencial, pero me conectaba de forma remota. Pero antes mi estomago me recordó que no había cenado. Me vestí con ropa cómoda, tomé coraje y salí de mi dormitorio, tendría que enfrentarme a Carla.

Al salir pase por el baño y me dirigí a la cocina, ahí estaba ella, sentada sobre una de las banquetas de la barra desayunadora. Con el pelo atado, un par de ojotas, un jogging gris y una remera blanca bastante holgada de esas que dan en la temporada por alguna promoción, realmente se podía decir que no estaba ni sexy ni arreglada, pero se notaba que no llevaba corpiño y por la forma de sus senos se marcaran con claridad, me costó dejar de mirar embobado cuando me acerqué y dije “ buen día”. Seguido me dirigí a la heladera y le pregunté que quería desayunar, estaba casi seguro que ella no había cenado tampoco y tendría bastante hombre. Me respondió que lo mismo que yo estaba bien. Así que prepare un desayuno bastante completo con tostadas, fruta, huevos revueltos y café con leche.

Desayunamos sin decir nada, levantaba la vista tratando de ser disimulado y miraba hacia sus pechos, pensaba en decir algo, pero no sabía que, además tenía que empezar a trabajar. Quería sacarme los informes temprano para tener la tarde libre.

Ella se ofreció a levantar todo y lavo los platos, yo me fui a mi “oficina” en casa. Por suerte no tuve un día complicado laboralmente y pude desocuparme a eso de las 15 hs, pero mi cabeza había estado en otro lado.

Ella no tenía mucho para hacer así que me pregunto si me molestaba que limpie y ordene un poco para no estar sin hacer nada todo el día. Le dije que no había problema, aunque la casa estaba bastante ordenada por lo que termino a eso de las 11 hs, vino a donde estaba a preguntarme si podía mirar televisión, la miré algo extrañado, me preguntaba cosas que eran decisiones tontas que no era necesario preguntar, pero le dije que sí sin decir nada.

Ya habiendo terminado mis obligaciones y sabía que debía hablar con Carla, me interesaba saber cuál era su plan, se pensaba ir o pensaba quedarse y si era así que decidir yo, no dejaba de ser la mujer que encontré cabalgando sobre otro tipo en nuestra cama. Además, pensaba en lo sucedido anoche ¿Había alguna forma de continuarlo? ¿Tendría alguna forma de encarar eso? Tenía que plantear mi estrategia si pensaba descubrirlo.

Fui a donde estaba y le pregunté si quería tomar mate, es la forma que tenemos los argentinos de entablar cualquier conversación. No sé si era la mejor o la peor pero ahí estaba, ella acepto, prepare los mates, cosas de la pandemia, no compartir la bombilla.

Tomamos algunos mates casi en silencio, solo interrumpiendo con algunos comentarios al azar, como está el clima, la pandemia, etc.

Cuando terminamos me puse más serio y encaré la verdadera conversación que me interesaba:

-         Carla, sobre lo de anoc... - me interrumpió mientras hablaba sin dejarme terminar

-         No, ya está, yo te caí de sorpresa, sin decirte nada y te pedí un re favor... dejémoslo porfa.

-         Está bien, pero ¿Qué pensas hacer, tenes algo pensado?

-         No Mati, estoy en bolas, no tengo un peso ni donde caer.

Ahí pensé unos segundos y me di cuenta de que sabía que no la iba a dejar en la calle, no lo había hecho anoche y no lo haría ahora. Si se iba a quedar porque no intentar sacarle provecho. Me tire a la pileta, no tenía idea como iba a reaccionar, pero estaba dispuesto a descubrirlo.

-         Por ahí tenías pensado seguir pagando el alquiler de rodillas ¿no? – Pregunte con cierto tono de risa buscando descomprimir la pregunta,

-         No sé, podría ser ¿me lo aceptarías?  – Me respondió entre una risa tímida.

-         Quizás, con algunas normas – No tenía ninguna norma pensada, pero intente parecer que sabía lo que decía.

-         ¿Ah si, que normas? – Me increpo Carla.

-         ¿Acaso importan ahora? – Me devolví con firmeza.

-         No, pienso que no.

La situación estaba yendo bastante mejor de lo que habría imaginado, pero quise poner las cosas más por seguro así que la llame a donde estaba, primero no entendió, estábamos frente a frente, pero con la barra desayunadora de por medio, le indique que de la vuelta, lo hizo y se paró frente a mí.

Con mi mano derecha sin decirle nada le sujeté el pezón de su teta izquierda con fuerza, intento arquearse instintivamente pero rápido se enderezo sin que le dijera nada. La mire a los ojos mientras ejercía más presión y veía su expresión de dolor y le pregunte:

-         ¿Estas segura cierto?

-         Si. – Respondió apenas audible.

-         Si qué.

-         Si, Matías.

-         Bien.

Mientras le solté el pezón y metí mi mano dentro de su pantalón para llegar a su entrepierna, aunque no lo podía ver por su ropa note que no estaba muy depilada, sería algo a corregir más adelante, pero no era lo que me interesaba en ese momento y continue descendiendo mientras la miraba a los ojos, llegue a su vagina y encontré una humedad que me sorprendió, pero además me excito, me puse a jugar con mis dedos en su interior mientras me fue inevitable decirle:

-         Pero mira lo mojadita que estas ¿Anoche también estabas así cuando me la chupaste?

No obtuve respuesta, pero no me importo, retire mi mano de su pantalón y le indique que se ponga de rodillas, obedeció rápidamente, le metí los dedos con los que había estado masturbándola y le indique:

-         Límpiamelos, mira cómo me los dejaste. – Volvió a obedecer, aunque creo que con menos ganas esta vez.

Estaba teniendo una erección increíble y ya quería liberarla así que le indique que me desabrochara el pantalón y me hiciera una mamada.

Como la noche anterior me desabrocharme el pantalón, hoy con un poco más de timidez, tomo mi pene con su mano y empezó a masturbarlo y levanto la vista buscando mi aprobación, le pedí que bajara a mis testículos, los cuales chupo con ganas, intentaba metérselos en la boca, yo estaba en el paraíso, pero empezaba a querer algo más le indique que vuelta a metérsela en la boca, la sujete del pelo y comencé a follarle la boca con énfasis, esta vez estaba más calmado y no pensaba terminar tan rápido, escuchaba salir ruidos guturales de su boca y sentía como mis testículos ya estaban llenos de saliva y liquido preseminal que se estuvo chorreando. Me retire para mirarla, tenía los ojos bien abiertos mirándome y toda la barbilla húmeda sin decirle nada le agarre bien el cabello que se estado patinando de mi mano dije:

-         ¿Lista?

Únicamente afirmo con su cabeza y se la volví a meter, aunque esta vez con bastante fuerza, escuchaba que se ahogaba, la hice aguantar unos segundos y aflojaba para que tomara aire y volvía a repetirlo, me habría encantado decir que le llego a la garganta, pero no pude, tendré que seguir practicando pensé para mí mismo. Volví a sacarla para verla y esta vez su apariencia era bastante más afectada, tenía los ojos rojos y llorosos de estar ahogándose, pero ya no los mantenía tan abiertos como antes. Le di una leve cachetadita en la cara y le dije levantate y date vuelta.

Quedo parada de espaldas a mí, volví a meter mi mano dentro de su pantalón, buscando su vagina, estaba empapada. Me acerque a su oído y le dije así que esto te gustaba, así querías que te trate, agarrándola del cuello la apoye contra la barra desayunadora y le baje los pantalones de un tirón, sin aviso le di un chirlo bien fuerte sobre una de sus nalgas, chillo e inclino la cabeza para mirarme, le dije fuiste muy mala conmigo sabias, y le di otro más, volvió a hacer un quejido, pero esta vez más suave.

-         ¿O me vas a decir que no fuiste mala conmigo Carla?

No respondió y le di otro chirlo bastante fuerte mientras le pedi que me responda.

-         Si...

-         Si ¿Qué?

-         Si, Matías, me porte mal.

-         Y que pensas ¿te mereces esto?

-         Si, me lo merezco Matías.

Muy bien le dije, y le volví a dar un chirlo más, a esta altura su culo eran dedos marcados y color rojo, no habían sido varios, pero si fuertes, en su piel tan blanca se habían marcado mucho. No quise seguir mucho más, pero se me ocurrió una última maldad que quise poner en práctica. Le indique que abriera las piernas un poco más, apoye su mano sobre su espalda para que terminara de sacar el culo para afuera y le di un último chirlo, pero esta vez asegurándome de que la punta de mis dedos le pegaran en su vagina, esta vez sí pego un pequeño grito y me pidió por favor que parara, se notó que le había dolido se había arqueado un poco el cuerpo.

Le di unos segundos de descanso y le pedí que terminara de sacarte el pantalón y fuéramos al sillón, me siguió, le indique que se pusiera contra el sillón apoyando los brazos contra el respaldo y las rodillas contra los almohadones, me miro y me dijo,

-         No me des más chirlos porfa.

No respondí, tampoco pensaba seguir con eso.

-         ¿Te seguís cuidando? Interrogue – sabía que antes tomaba la píldora y quería saber si seguía usándola.

-         Si – me indico.

Agarre mi pene y me acerque a ella, miraba su vagina y su ano a mi alcance empecé a pasarlos por ambos aprovechando la humedad que emanaba desde su sexo, note que desde que habíamos empezado por primera vez se estaba relajado un poco, imagine que eso le estaría gustando. Apoyé mi pene sobre la entrada de su sexo y comencé a empujar sintiendo como me recibía la tibies de su cuerpo. La sujete de sus caderas mientras me movía acelerando el ritmo paulatinamente. Solté su cadera con una de mis manos y agarre su pelo y tire arqueándola hacia atrás, quería ver su cara, era de gozo. Frené para ganar su atención, me acerqué a su oreja y dije,

-         Esto recién empieza, si estas en esta casa vas a ser mía.

Y volví a penetrarla con vehemencia sabiendo que mi corrida estaba por venir. Empuje con ganas y eyacule en su interior. Estuve unos segundos más hasta terminar y la retiré bastante exhausto, pero sumamente satisfecho, uno de los mejores polvos que había tenido en mi vida.

Pero sabía que Carla no había terminado, pensé que podía decirle que no acabara, pero me apeteció más pedirle que se pusiera en el piso de rodillas y se masturbara mientras la miraba, obedeció y empezó a estimularse el clítoris con sus dedos. Acerque mi pene a su boca y le indique que lo limpiara mientras ella estaba con lo suyo, cuando concluyo me tire en el sillón a mirarla mientras ella llego a su orgasmo., se dobló de placer y gimió.

Apenas vi que termino le dije que limpiara lo que había chorreado de su vagina que no había contenido mi corrida y me fui a bañar.

Ya en la ducha mi nueva faceta se había quedado sin energías, realmente llegue con las piernas temblando, la regadera del agua aflojo todos mis músculos, me bañe a conciencia y salí en un estado de relajación total.

Vi a Carla vestida nuevamente sentada en sillón descansando, le ofrecí que se bañara y después merendar, acepto gustosa.

Una vez que terminamos le pregunte si en el bolso había traído mucha ropa, me indico que más o menos, le indique que le liberaría espacio y le ayudaría a guardarla en el placar de su cuarto.

Tenía claro que simplemente podría haber sacado las cosas y dejarle que ella hiciera el resto, ni siquiera le hubiera extrañado, pero tenía planes para ella y necesitaba ver su vestuario disponible.