Una visita familiar algo especial

La visita de mi tia y mis primos, entre ellos Alicia, de 16 años, se convierte en una experiencia inolvidable, sobre todo para mi tia, mi prima y claro, para mi.

La visita de mis primos

Tenia yo 18 años, y se presentaron de visita en mi casa mi tía y mis primos para pasar una semana. Vivimos cerca de la playa, y para mis tía y mis primos, que son de Logroño, lo de la playa es un lujo solo a su alcance si pueden ahorrarse el hotel, sobre todo después del divorcio de su marido, mi ex – tio, con el que mi familia nunca llegó a congeniar. Como se llevan muy bien con mis padres, pues buscaron la forma de acoplarnos a todos. Nosotros somos dos chicos, y ellos dos chicos mellizos y mi prima Alicia, de 16 años. Como solo teníamos tres habitaciones, tuvimos que improvisar como dormíamos: mis padres en su cuarto, por supuesto; mis tíos, en el salón, en el sofá cama. Los mellizos iban a dormir en un cuarto con su hermana, pero se opusieron, diciendo que querían dormir con Victor, mi hermano, pues eran todos de la misma edad (12) y se llevaban muy bien. Así que mi prima y yo tuvimos que dormir en la misma habitación.

La primera noche, yo me disculpé y le dije que sentía que nos hubieran distribuido así, por ella, porque seguramente estaría muy cortada al dormir conmigo. Pero le dije que no se preocupara y que trataría de que fuera lo más cómodo posible. Cuando ya estaba acostada, charlábamos un rato, de muchas cosas, y así fuimos aumentando la amistad y la confianza mutua

A la hora de acostarnos yo me volvía contra la pared, para que pudiera cambiarse de forma un poco más íntima. Claro que deseaba volverme y verla, pero desde luego, el respeto hacia mi prima era mucho mayor que la obediencia a mis instintos. Cuando ya se había metido en la cama, yo preguntaba:

Puedo volverme?

Y hasta no recibir una respuesta afirmativa, no hacía ni el mas leve gesto.

En nuestras conversaciones, siempre evitábamos las cuestiones de sexo, chicos, etc, aunque evidentemente, es una de las preocupaciones fundamentales de un chico de 18 y una chica de 16. Pero claro, no era cuestión de compartir esas cosas con un familiar tan...imposible. Eramos primos, al fin y al cabo

Unos ruidos nocturnos

Llevábamos tres noches durmiendo en la misma habitación, cuando una noche se presentó la ocasión de aumentar en un grado nuestra relación de simples primos, aunque cada vez más amigos. Una noche, ya tarde, cuando me creía dormido, ella empezó a tocarse y a hacer pequeños ruidos. Yo estaba oyendo esos ruidos, pero me hacía el dormido, y ella, discretamente, aumentaba el ritmo de sus movimientos: De repente, un pequeño ruidito, y el roce de la ropa y sus movimientos se hizo más lento, hasta parar del todo: se había corrido.

Por la mañana, a solas, cuando estábamos todavía en la cama, tuve la osadía de decirle que la había oído tocarse. Ella se cortó muchísimo, pero le dije que no se preocupara, que nadie se iba a enterar por mí, que era normal y que yo también lo hacia cuando me apetecía.

La noche siguiente

La siguiente noche le dije, sin apagar la luz, que hiciera lo que quisiera, y para que no se cortara, yo empecé a masturbarme. Ella me miraba mover la mano, asombrada, pero al cabo de un buen rato, empezó a tocarse por debajo de la sabana, como yo. Nos mirábamos y nos excitábamos. A veces le preguntaba

¿Cómo vas?

Ella no respondía, pero seguía. De repente, a la luz de la lámpara de noche, se corrió, Me encantó ver su cara en un orgasmo, era la primera vez que veía una mujer así. Para no hacer ruido, se mordía el labio, y tenia la cara desencajada, con los ojos cerrados. Cuando terminó, me miró, algo enrojecida, mientras yo seguía masturbándome. Tardé muy pocos minutos en alcanzar mi corrida, también silenciosa.

¿Ya? - Me preguntó ella

Sí, ahora tengo que limpiarme - respondí yo.

Entonces corrí la sabana, y ella pudo ver mi pene, y el semen brotando de él. Estaba completamente erecto, saliendo semen que yo intentaba contener, pero que ya manchaba la sabana y mi pijama. A propósito, paré a su lado mientras buscaba un pañuelo de papel, de forma que ella pudiera verlo sin problemas. Me limpié delante de ella y bromee:

¿Ves? Vosotras no teneis estos problemas. Os correis y ya está, no sois tan escandalosas. En cambio nosotros, después de cada paja, tenemos que ocuparnos de esto.

La limpié con cuidado delante de ella, procurando que viese todo con el máximo detalle. Cuando acabé, y con el pene fuera del pijama comenté:

¿Qué tal tu corrida?

Y ella contestó, algo más desinhibida que antes:

Uff, estaba muy cachonda viendo como te la estabas tocando. Aunque me daba mucho corte. Pero me he corrido mucho, muy largo.

Otro día, si quieres, te la hago yo - le dije-. Pero que morro, tu estás viendo mi pene sin problemas y no enseñas nada. Pero tranquila, si te cortas, dejalo.

Me miró, se puso colorada una vez mas y se subió la parte de arriba del pijama, para que viera sus tetas. Me senté en el borde de la cama, con el pene todavía fuera y empecé a acariciarla los pezones, y a tocarla suavemente el pecho. Ella cerraba los ojos y suspiraba. En un momento determinado, tome su mano y la apoyé en mi pene. Hice que toda su mano lo rodeara y le comenté:

Si quieres, te enseño a hacerle una paja a un tío.

No contestó, pero lo estaba deseando.

Por desgracia, en ese momento oímos un ruido fuera, yo guarde mi pene, ella se bajo el pijama, me metí en la cama y apagué la luz. Como el ruido seguía (alguien se había levantado y estaba andando por la casa) ya no hablamos mas y nos quedamos dormidos, aunque ambos muy excitados.

Aprendiendo a masturbarnos

Al día siguiente ella se mostraba esquiva, quizás arrepentida por lo de la noche anterior. Lo mejor era hablar, porque si no parecería que habíamos hecho algo terrible que era mejor olvidar. Por la tarde, nos quedamos solos en el salón, y le dije:

Estas enfadada conmigo por lo de anoche?

Noooo, claro que no. Pero creo que no estuvo bien

No te gustó?

No digo que me gustara o que no, pero no estuvo bien

Pues a mi me gustó mucho

Ella sonrió un poco, muy poco. Y después de un rato, en voz muy baja, dijo

Y a mi también

Estaba deseando que llegara la noche, aunque no sabía como reaccionar. Nos acostamos, (esa noche ya no me dí la vuelta para que se cambiara) y creo que ella estuvo esperando a que yo tomara la iniciativa. Pero no me atrevía, sobre todo después de comentarme que pensaba que no estaba bien. Por miedo al rechazo, no dije ni hice nada.

Pero cuando llevábamos un rato acostados, y era evidente que yo no iba a hacer nada, ella dijo:

Yo creo que ya se han acostado todos. ¿Me enseñas a hacerte una paja?

¿Quieres?

Bueno

Me senté al borde de su cama, donde lo habíamos dejado la noche anterior, y saqueé mi pene. Estaba de nuevo completamente erecto. Tome su mano e hice que lo rodeara con ella.

Tienes que mover la mano así –dije, indicándole el ritmo- ¿Habías visto un pene alguna vez?

No –me dijo ella. ¿Aprieto mas o así está bien?

Está muy bien, sigue así. Pero si puedo tocarte, me excitaré más, y será más fácil

Se subió el pijama para mostrarme sus encantadoras tetas de 16 años, perfectamente formadas, con su pezón claro y grande.

Me encantan tus tetas. Son perfectas. Ni grandes ni pequeñas, preciosas.

A los chicos les gustan mas grandes

Pues yo soy chico y me encantan las tuyas

Sí, pero eso es porque te estoy haciendo una paja

No, eso es porque tienes unas tetas preciosas

Entonces me corrí. Esa mano inexperta, caliente, me estaba volviendo loco. Y acariciar sus tetas y hablar de ellas más todavía. Su cara, su pecho, su pijama, sus sábanas, se mancharon con la abundante corrida. Yo limpié todo con mucho cuidado.

Estás excitada?

¿Quieres que te haga yo una paja?

No dijo nada

Y si entra alguien?

Lo oiremos antes. Además también podía haber entrado cuando tú me la hacías

Lo pensó un poco y dijo:

Espera.

Se quitó la parte de abajo del pijama, las braguitas, y se quedó desnuda de cintura para abajo, solo con el pijama subido.

Si viene alguien me bajo la parte de arriba, y ya está

Vale. Pero me tienes que enseñar, como yo a ti

Tomo mi mano y la llevó al clítoris.

Mira, tienes que acariciar sobre todo ahí. Aunque no lo estés tocando todo el rato, también tienes que acariciar por todos lados.

Yo era menos hábil que ella, así que tomo la iniciativa. Retiró mi mano, se chupó un dedo empezó a masturbarse delante de mi.

Es así, tienes que tocar por aquí, por aquí, mover la mano un poquito así...

Yo estaba totalmente acelerado. Ver su pubis de 16 años, plano, perfecto, con poco vello y además, haciendose una paja delante de mi, me puso a 1000. Mi pene volvía de nuevo a estar en erección, levantando mi pantalón del pijama, a pesar de la corrida que acababa de ‘facilitarme’ mi primita Alicia y la que me había hecho yo durante la tarde pensando en ella.

Se te ha puesto tiesa otra vez

Es que es muy excitante ver como te tocas

Tócame tu

Y retirando su mano, llevó la mía hasta su sexo. Con la clase práctica recibida, mi habilidad cambió mucho. Ella empezó a convulsionarse, a cerrar los ojos, a suspirar.

Como entre alguien ahora...

No pienses en eso y concéntrate en tu paja

Empezó a tocarse el pecho. Lo agarraba con la mano, se acariciaba el pezón, se chupaba un dedo para sentirlo húmedo, lo amasaba con verdadera dedicación. Yo metí un dedo en su vagina y se estremeción Agarró mi brazo mientras me miraba fijamente.

No hagas eso – me dijo

¿por?

Porque si lo haces me corro, y no quiero correrme todavi...

Pero no acabó la frase. Se corrió inmediatamente, agarrada a mi brazo, mientras yo seguía metiéndole un dedo y acariciando el clítoris al mismo ritmo.

¿Que tal?

Que fuerte... No me habían hecho esto nunca

Pues yo mira como estoy

Yo estaba a 1000. La polla me iba a reventar en los pantalones. Ella la sacó y empezó a acariciarla. De repente, llamaron a la puerta

¿Se puede? – dijo su madre, abriendo la puerta

Pero todo funcionó, aparentemente, bien. Ella se bajó el pijama, y se tapó con la sábana, mientras yo introducía mi pene en su cautiverio del pijama. Yo seguía sentado en la cama de mi prima.

Mañana, cuando vayamos a la playa, no te olvides la crema, que la cogiste ayer y te la metiste en tu bolsa

Vale, mamá, yo la llevo

Un beso, y acostaros ya, que es muy tarde

Y mi tía miró mi paquete. Era evidente la erección, aunque no tenía la seguridad de que se hubiera dado cuenta. Cerró la puerta y se fue

Uff, que corte si nos pilla – dijo Alicia

Nos morimos de vergüenza

Pero no ha visto nada

Yo creo que no

Mejor nos acostamos ya, ¿vale?

Cada uno fue a su cama y apagamos la luz. Al día siguiente, al levantarnos, me obsequió con un desnudo completo, mientras yo la miraba sonriente

¿Te gusta? – me dijo, sonriendo

Me encanta

Pues no mires tanto, que me vas a desgastar

Me levanté, me desnudé también y me puse a su lado. Rocé con mi pene su cuerpo, y los dos nos estremecimos.

Si entran ahora...

La agarré por la cintura y le di un beso en los labios. Con mi mano acaricié uno de sus pechos, mientras recorría su cuello. Pero en el fondo tenía razón. Si entraban sería difícil explicar que hacíamos los dos desnudos tocándonos y acariciándonos.

Mi tía intuye lo que está pasando

Pasamos el día en la playa, las dos familias juntas. Alicia tenía un cuerpo espléndido en bikini, aunque yo ya conocía que secretos se escondían debajo de esas prendas. La verdad, mi prima y su madre se parecían mucho. Era indudable de donde había sacado sus encantos. A sus 42 años, lucía un cuerpo más o menos esbelto, un poco ancha de caderas, el pecho se intuía algo caído, pero ya quisieran muchas de las que estaban allí estar la mitad de bien que mi tía. Mirando a las dos, era fácil ver como sería una de mayor y como debió ser la otra de joven.

Alicia se fue con los mi hermano y los suyos a comprarles algo. Mis padres andaban dando un paseo por la playa. Mi tía arrimó su toalla a la mía.

¿Te importa?

Claro que no

Así me echas crema protectora y charlamos un rato

Yo empecé a cortarme, pensando que quizás hubiera oído algo la noche anterior. Se tumbó boca abajo y me acercó el bote. Yo empecé a frotar su espalda, su nuca, sus piernas, y aunque lo que el cuerpo me pedía era pedirle que se diera la vuelta, por supuesto, esa idea sobrevolaba el mundo de la fantasía sin ningún puente posible con el mundo real. La imaginaba a ella, y pensaba en mi prima, aunque mientras distribuía la crema y masajeaba el cuerpo de mi tía, los limites que marcaban en mi mente donde acababa el cuerpo de mi tía y donde empezaba el de mi prima se diluían. Ya no estaba distribuyendo crema protectora: estaba acariciando un cuerpo adorable.

Que bien lo haces, hacía mucho que no me acari...digo, que no me echaban crema tan bien.

Es que tienes una piel muy suave

Anda, si para ti solo soy un vieja

Una vieja que está divina

Si las tendrás a todas loquitas por ti, así tan alto, con ese pelo moreno y este cuerpo fortachón – me decía, mientras se giraba y me acariciaba los pectorales

Eh, eh, sin tocar –le dije, bromeando y riéndome. Pero la verdad, acariciaba de una forma dulce y experta

Yo toco donde quiero, que para eso soy tu tía. Si además te he bañado y te he visto desnudo muchas veces, a ver si ahora te vas a poner vergonzoso

Eh, que la última vez que me viste desnudo seguro que fue hace muchos años, y las cosas cambian

Miró mi bañador, y mi pene, que es un inoportuno y un delator, reflejaba que las caricias no eran tan inocentes y que producían reacciones algo...incómodas, teniendo en cuenta quien era cada uno

¿Eso es por mi?

Dijo mi tia, señalando con discreción mi paquete

¿Qué quieres? Estas estupenda en bikini, tienes una piel supersuave, y encima me estas sobando. Pues se pone tiesa.

Ese bulto ya lo he visto yo antes

¿Cómo? – dije yo, que aunque había oído la frase no quería entender lo que había dicho

Que ese bulto ya lo vi yo la otra noche cuando entré en vuestro cuarto

No dije nada, solo estaba rojo de vergüenza

¿Qué hacíais?

Nada, de verdad, solo charlábamos. Lo que pasa es que mi pene, por la noche, se pone así

Y voy yo y me lo creo –tomó mi mano- ¿la estabas tocando así? –dijo, pasando mi mano por su pecho

Tía, que nos van a ver

No hay nadie mirando, y la sombrilla nos tapa la carretera

Estaba sentada frente a mi, magnífica. Pasó mi mano por su teta, y la sujetó un ratito, para evitar que yo la retirara

Dí,¿la tocaste así?

No, no la estaba tocando

Entonces qué hacíais

Nada, de verdad tía, solo charlábamos de cosas – puso mi mano en su muslo, muy cerca de su bikini

Yo acaricié sus muslos, sin decir nada, primero uno y luego otro, y de vez en cuando subía algo mas de la cuenta tocando la tela a la altura de su vagina. Cuando yo hacia esto, ella se estemecía, y cerraba los ojos, recordándome enormemente a su hija.

No quiero que andes tonteando con la niña, que es eso, una niña de 16 años. Yo sé que eres un muchacho fogoso, lo normal con 18 años, pero ella no es más que una niña, a pesar de que te parezca que ya tiene cuerpo de mujer – miró por encima de mi hombro y vió como se acercaban mis padres de su paseo. Retiró mi mano de sus muslos – Lo mejor es que te apañes tu solito, o te busques alguna mocita de esas que seguro te rondan. Y si no te vale ninguna de esas cosas, entonces habla conmigo – sentenció, guiñándome un ojo – Pero con la niña, no.

Llegaron mis padres, al momento llegaron mis primos y Alicia, y yo estaba hecho un lio. ¿Qué había querido decir mi tía? ¿Qué me la podía follar, pero que no tocara a su hija? ¿O que fuera a verla si la tentación era grande, como el que va a un confesionario?

Alicia se tumbó a mi lado, de manera que ahora era el queso de un sándwich en el que las dos rebanadas de pan eran mi tía y mi prima. Una estaba incómoda, sin libertad para hablar y hacer lo que quisiera, por que su madre estaba a un metro escaso. La otra, vigilante, para que no pasara nada fuera de lo normal entre primos. Y así transcurrió la tarde y el resto del día.

Mi tia por la noche propuso un cambio de habitaciones, para que Alicia durmiera con sus hermanos, pero la única razón que daba era que la niña estaría incómoda, en la misma habitación conmigo, razón que era rebatida inmediatamente por Alicia y por los mellizos, que decían que de cambios de habitación ni hablar, y menos para irse a dormir con su hermana. Pero se le ocurrió una idea perfecta, casi malvada: yo dormiría en el sofá del salón, y ellas dos podrían dormir juntas en mi habitación. Yo no podía protestar, porque se vería demasiado el plumero, igual que Alicia, y como mis padres, a pesar de que no entendían el repentino cambio no se opusieron, yo me ofrecí de aparente buen grado a esa especie de expropiación forzosa, trasladando esa misma noche algunas pertenencias al destierro del salón, para matarme a pajas durante dos días recordando el cuerpo joven y exuberante de mi prima y la prometedora conversación con mi tía. Esa noche, no fueron menos de tres las que cayeron, en honor de ambas. Ver a mi prima en bolas, tocarle las tetas, hacerle una paja, que ella me la hiciera a mi, tocarle las tetas y los muslos a mi tía, su voz sensual. Todos esos recuerdos se agolpaban en mi mente, en mis sueños, de forma desordenada, me provocaban una erección casi dolorosa. Por la mañana, me dolía la polla de tanta paja. Así que ese día decidí desaparecer de la casa, buscar a mis amigos, pasarme toda la mañana y toda la tarde en los billares, buscar una excusa para comer en casa de un amigo, porque tenía cierto desasosiego en el cuerpo que era necesario calmar. Busqué incluso durante la tarde a una amiga con la que siempre hubo cierta atracción mutua, pero fue infructuoso. Ya no me atraía nada. La comparación de las conversaciones con esta amiga, y las que había tenido con mi prima primero y con mi tia después, hacía que aunque esta amiga me hablara, fuera incapaz de escucharla.

Volví tarde a casa, y ya estaban todos acostados. Al ir a meterme en la cama me dí cuenta de que me había dejado el pijama en la habitación donde dormían Alicia y su madre. Imposible entrar a recuperarlo. Así que me desnudé, quedándome solo con el slip y apagué la luz. A los 5 minutos, los recuerdos volvían a agolparse en mi mente, y con ellos la excitación, y un minuto mas tarde el slip era una prenda molesta que estorbaba, que me oprimía innecesariamente un miembro que quería otro tipo de opresión.

Cuando acariciaba mi pene recordándo a Alicia desnuda, sigilosamente y sin avisar se presentó mi tía en el salón. Todo estaba a oscuras, pero la luz que entraba por la ventana proveniente de una farola cercana creaba un contraluz espléndido con el camisón de mi tía. El contorno del pecho, ese pecho que yo había acariciado brevemente en la playa, se dibujaba perfectamente debajo del camisón. Parecía que estuviera soñando

Te has dejado esto – me dijo, mostrándome mi pijama que traía en la mano – aunque veo que te apañas bien sin él. Y sin esto –dijo recogiendo mi slip del suelo.

Metió su mano por debajo de la sábana y encontró mi pene, con mi mano abrazada a él. La retiró y lo tomó con la suya. Empezó un movimiento rítmico, experto. Se acomodó ligeramente manteniéndose sentada en la cama, a mi lado. Retiró la sabana, acercó su boca y se la tragó entera.

Lástima que no me pueda quedar mas, sino te ibas a enterar

Que cruel es la vida, marcharse dejándome en ese estado. A los 2 minutos de dejarme solo, ya corrían litros de semen manchando la sábana y mi cuerpo. Era la primera vez que la mamaban. Y solo duro 5 segundos. Que tormentos, para un cuerpo de 18 años que estaba floreciendo en el mundo del sexo.

Si quieren saber como terminó la visita de mi primos, como profundizamos la relación mi tía y yo, y como acabó la aventura con Alicia, escríbanme a phc-e@hotmail.com y les cuento como fue todo.